Cuando David entró en la habitación
Bruno estaba tumbado bocabajo en la cama llorando, en parte por el dolor, en
parte por la pena. Sabía que el castigo no era injusto pero pensaba que su tío
había sido muy duro con él. Sí que llevaba razón y que no estaba bien avisar de
los demás, pero él no lo había hecho por abusar lo había hecho para impresionar
a la chica más guapa de la clase. Pero algo en su interior le decía que había
hecho bien en omitir sus verdaderas razones. Si su tío pensaba que estaba mal
reírse y avergonzar a un compañero seguro que también pensaba que estaba mal
hacerlo para impresionar a una chica. Al menos su padre lo hubiera estado.
Bruno pensó en sus padres, seguro que estarían mirándolo y no se sentirían muy
contentos con él. Cuando estaban vivos y su tío se los llevaba de acampada o
algún sitio, su madre siempre les repetía hasta la infinidad que se portaran
bien y que no les causaran problemas a sus tíos. Y por lo general se portaban
bien. Pero Bruno recordaba una vez en que David se fue con otros chicos a la
piscina municipal sin decir nada a nadie, y los tíos estaban muy preocupados
pensando que lo habían raptado o que le había pasado algo malo. El fin de
semana se acabó antes de lo previsto, y al llegar a casa, sus padres le dieron una
bronca monumental y su padre usó la vara. Él no había llegado a probar la vara
de su padre, y daba gracias que su tío no tuviera algo así, porque según David
la vara es 100 veces peor que el cinto.
-
Ep, enano ¿Sigues vivo? (dijo sentándose a su lado y acariciándole la espalda.
Bruno ni se giró no quería que su hermano lo viera llorar, estaba convencido
que se reiría de él. Pero David jamás se reiría en una situación así), Venga
Bruno, vale que el tío te ha dado una buena, pero ya está, macho, todo
perdonado.
-
Dueleeee (dijo aún sin girarse)
-
Nos ha fastidiado el Einstein, te ha dado con la correa.
-
Y después con la mano (dijo medio avergonzado medio indignado).
-
Sí, bueno. Me sorprende que no haya ido a por la estúpida espátula de la tía.
-
¡Imbécil! (le dijo furioso Bruno pero esta vez se giró para insultar a la cara
a su hermano).
-
¿imbécil? ¿yo? No es a mí a quien han calentado.
-
Déjame en paz, David (dijo volviéndole a dar la espalda a su hermano. David
aprovechó la ocasión para bajar la goma del pantalón y del calzoncillo de su
hermano para ver el estado del trasero de su hermanito. Se podían ver las
líneas de los cuerazos, pero no había moratones, solo que estaban más rojas,
mucho más rojas. Su tío no se había sobrepasado, era estúpido comprobarlo,
porque conocía muy bien a su tío y sabía que jamás le daría una paliza a su
hermano, pero aun así tenía que comprobarlo). ¿PERO QUE HACES? ¡IMBÉCIL!
(protestó Bruno cabreado subiéndose rápidamente los pantalones) ¿QUÉ COÑO
TE PASA? AHORA ERES UN DEGENERADO¿ O QUÉ?
-
Solo quería comprobar que todo estaba bien
-
Nada está bien, imbécil. El tío me ha zurrado, ¡CON EL CINTO! ¿Qué te mola
verme el culo ahora? ¡Puto marica! (David sabía que Bruno estaba enfadado
porque lo habían zurrado y ahora era el su objetivo. Y que no pensaba lo que
decía, solo quería herirlo, porque él estaba herido. pero aún así, había cosas
que no se iba a dejar decir. Así que sin pensarlo le dio un collejón, que casi
le hace saltar los ojos) Aauuuuuuu
-
Mira enano, puede que estés cabreado porque el tío te ha zurrado, pero no la
pagues conmigo, yo solo me preocupo por ti, así que al menos te muerdes la
lengua y te guardas esas perlas. Si ahora estás así es solo porque tú mismo te
has metido en esto. No hace ni un minuto que el tío te ha zurrado por ser un
salvaje y mírate soltando esas florecitas. ¿A acaso quieres ir a ese instituto
para delincuentes?
-
¿Qué? ¿Qué dices?
-
El instituto que dijo el tío, si es el que nos ha dicho Luke, tío estás muerto.
Es una especie de centro penitenciario (Bruno lo miró aterrado, él no quería ir
a la cárcel).
-
¿Me van a meter en chirona? No pueden ¿verdad? (preguntó frenético)
-
No, idiota. Me refiero a que es un centro donde todo va a toque de silbato, en
que el castigo físico está permitido, en que tiene unas reglas muy rígidas y
estrictas. Como los libros de Dickens. Es un sitio caro, por lo que no hay
chusma, pero por lo que hemos visto en su web, allí lo que acojona no son los
alumnos sino los profesores. De verdad Bruno, no sé cómo, pero más vale que no
te metas en más mierdas. Ese sitio da grima (Bruno se levantó de golpe de la
cama y se fue al ordenador que compartía con su hermano, al sentarse dio un
respingo, ya que se le había olvidado que la de sentado no era una posición muy
cómoda en esos momentos).
-
¿Cómo se llama ese sitio?
-
Mauritania. Míralo tú mismo y recréate en la miseria que te espera si vuelves a
hacer algo tan estúpido como lo de esta semana (David pensó que si le ponía un
poco de miedo en el cuerpo a su hermano eso lo ayudaría en no emprenderla a
golpes o insultos con la gente).
-
Toc toc (Tara picó a la puerta de sus hermanos y esperó a oír el “pasa” antes
de abrir la puerta, ella era la única que parecía mantener los modales en esa
casa. Los chicos al ver que no se había abierto la puerta, supieron que era su
hermana).
-
Pasa Tara (dijo David y Tara entró y sonrió con dulzura a Bruno).
-
¿Qué tal está el ñajo? (le preguntó a David).
-
Gruñón, como siempre.
-
El ñajo está bien, Tara. Y tiene boca y oídos (dijo Bruno picajoso) Y no
me llames ñajo, Tara. Ya no soy un bebé.
-
Claro que no eres un bebé, los bebés son adorables (dijo riéndose, Bruno le
respondió sacándole la lengua).
-
Oh, si, esa sí que es una respuesta madura “najo” (dijo David riéndose de su
hermano)
-
Eyyy no le llames ñajo, solo yo le puedo llamar ñajo (Tara riñó a David
y le dio un pellizco en el brazo. Cosa que hizo que Bruno sonriera un
poco, los dos mayores continuaron “pelándose “ un rato par divertir a su
hermano).
Como había pronosticado Moisés, Bruno
estuvo de lo más modosito las siguientes dos semanas. Bruno de vez en cuando le
echaba un vistazo a la web del Mauritania. Y ese centro le ponía los pelos de
punta. La política educativa de aquel centro era como sacado de una novela del
siglo XIX. Si no decían disciplina, rectitud, respecto, viejos valores ...cada
cuatro líneas no lo decían ni una. Las fotos del centro eran deprimentes, aulas
minimalistas y austeras, profesores secos y con cara de haber pertenecido a las
SS más que a un consejo educativo. Y los alumnos, parecían todos unos cyborgs.
Eso le ayudaba a reafirmar su
propósito de portarse muy bien y no meterse en líos. Pero Bruno no era
precisamente del tipo constante, así que a medida que pasaban los días se
fue relajando. David y Tara sabían que era cuestión de tiempo que Bruno no se
metiera en problemas, así que de vez en cuando, le iban recordando la amenaza
de sus tíos. Y parecía que eso estaba funcionando.
Además aunque a Moisés le costara
reconocerlo las sesiones con el psicólogo parecían que estaban dando sus
frutos. El chico parecía que se lo pensaba dos veces antes de hacer las cosas.
Ana María le había comentado que se había maravillado porque un día en la
tienda entraron unos chicos de la edad de Bruno y empezaron a meterse con él y
Bruno sin que nadie le dijera nada, los dejó plantados y se fue a la trastienda
y se puso a jugar con Fran. Moisés sabía que eso no era propio de su
sobrino que respondía a cualquier provocación, mejor dicho normalmente él era
el que provocaba a los demás en busca de pelea.
Ya había pasado más de un mes des de
que Moisés castigara a Bruno y tanto Moisés como Ana María empezaban a creer
que se había obrado el milagro. Incluso Ana María le dijo a Moisés que si el
chico seguía así, podían levantarle le castigo, tres meses eran muchos meses
para un chico de su edad. Y realmente el chico estaba mostrando que se estaba
reformando. Moisés no era muy partidario de desdecirse y mucho menos cuando se
trataba de su hijo o de sus sobrinos, no le gustaba dar ese ejemplo a los
niños. Pero tampoco le gustaba ver tan triste y apagado a su sobrino, ya tenían
suficiente con David. No quería convertir a Bruno en otro David o en otro
Bobby. No, eso jamás. Bruno era como su hermana no como el cobarde de su
cuñado. Así que estaba esperando al fin de semana para decirle a Bruno que y
ano estaba castigado, pero que si volvía a meterse en líos no solo se llevaría
la paliza de su vida sino que lo cambiaría de instituto en menos de lo que
canta un gallo.
Pero esa conversación no se llegó a
dar, una llamada a la puerta estaba a punto de cambiar las cosas.
ESTO ME DA MUY MALA ESPINA, QUE COSAS ESTAS TRAMANDO LITTLE?
ResponderBorrarComo lo dejas asi ,continúala pronto.
ResponderBorrarTaz
ayy y ahora que paso?????????????????
ResponderBorrarLittleeee, por fa, no me tengas en ascuas mucho tiempo! Qué pasará?!! Qué hay detrás de esa puerta que puede cambiar las cosas?!
ResponderBorrarActualiza pronto, sí?!
waaoo que dejaste intrigante esta historia...
ResponderBorrarbuen trabajo como siempre Littte.....