Moisés, bajó la tapa del inodoro y se sentó, todo estaba mal, todo estaba fuera
de control. Él era un buen padre así que se preguntaba porque esos chicos no
hacían otra cosa que causar problemas. Los amenazas no funcionaban, los
castigos tampoco y unos buenos azotes que siempre obraban milagros, en el caso
de Bruno era milagros de muy poca duración. Además estaba esa quemazón en su
interior porque sentía que estaba fallando a su hermanita.
Ahí sentado mirando las baldosas del baño vio claro él
solo no salía adelante y los únicos que iban a pagar las consecuencias de su
ineptitud eran esos muchachos. Hubiera sido tan bonito que los chicos hubieran
encajado en su casa y que el mayor de los problemas fuera que tuviera que
insistir en que se comieran las verduras, que hicieran las tareas o que no se
peleasen entre ello. El recordaba su infancia y adolescencia y la mayoría de
broncas con sus padres fueron por ese tipo de niñerías.
Moisés perdió la noción del tiempo, no sabía si había
estado sentado ahí, 5 minutos o 5 horas.
Lo cierto es que fuero 20 minutos, 20 minutos en los que Bruno Y David estaban
comiéndose las uñas porque sabían que la habían cagado a base de bien. Además
no eran ciegos, sabían que sus tíos cada vez estaban más cansados de tenerlos
con ellos. Y la amenaza a Bruno de escolarizarlo en un centro de ese tipo solo
hacía que reafirmar sus mayores temores. Aquel no era su hogar, en el momento
en que su padre decidió quitarse la vida se quedaron sin hogar. Era cuestión de
tiempo que no acabaran internados en algún centro, así ya no molestarían a
nadie.
David estaba dispuesto a esperar el año y medio que el
faltaba para cumplir los 18 años, no le costaba aguantarse y no mostrar sus
inseguridades, temores y dolores. Incluso podía fingir ser un chico
despreocupado y alegre como Bruno, aunque eso fuera contra su naturaleza de
chico taimado y más bien depresivo. Pero a Bruno aún le quedaban 5 años, y él
no tenía ningún tipo de autocontrol, no lo había tenido nunca, ni siquiera
cuando sus padres estaban vivos. La larga enfermedad de su madre hizo que el
chico creciera un poco a su aire sin muchas reglas, que digamos, nadie quería
poner más triste al pequeño de la pobre moribunda. Y las semanas después de la
muerte de su madre, su padre estaba demasiado ocupado compadeciéndose de si
mismo como para ocuparse de tres criaturas. David tenía sentimientos
contradictorios hacia su hermano, por una parte lo adoraba y daría cualquier
cosa para ayudarlo y protegerlo pero por otra sabía que si los enviaban a un
reformatorio, hospicio, internado o lo que fuese y los separaban sería en gran
culpa de Bruno. David se sentía fatal por “odiar” de vez en cuando a su
hermanito. Una cosa era cuando sus padres estaban vivos y el puto mocoso le
agarraba las cosas y se las rompía, y otra distinta sentirlo ahora que estaban
ellos 3 solos.
-
Todo esto es culpa tuya, voy a ir a ese puto colegio para
robots, por tu culpa (al fin rompió el silencio Bruno).
-
¿Perdón? (dijo flipando en colores David) Yo no te he dicho
que le levantaras la espinilla de un patadón. Claro que es de esperar de un
burrico sino que dé coces (esa era una de las frases de su madre más sobadas,
cuando los niños se peleaban como animalitos).
-
Cállate imbécil, sino me hubieras echado de MI propia habitación,
yo no me hubiera cabreado y no le hubiera dado la patada al tío, además sea lo
que sea que has hecho lo ha cabreado y lo ha pagado conmigo, es todo culpa
tuya.
-
Mira, cagón, en esta casa estamos todos hartos de tener que
comernos las malas caras de los tío por tu culpa, y nadie antes la ha
emprendido a patadas, solo tú. Si los tíos te envían a ese centro será todo
mérito tuyo y solo tuyo.
-
¡Cabrón! (y se lanzó como un loco contra su hermano, los
chicos estaban enfrascado en plena pelea cuando Moisés abrió la puerta, ni
siquiera oyeron la puerta abrirse, estaban muy ocupados lanzando y esquivando
golpes. Moisés no hice ni el ademán de detenerlos, solo se quedó allí de píe
observando a los dos chicos. Fue Bruno el que se percató de la presencia de su
tío y paró de golpe y se puso más blanco que el papel. Ambos chicos se
levantaron del suelo y se pusieron de píe, mirando hacía el suelo con la mejor
cara de arrepentimiento del mundo).
-
Por mi no os detengáis (dijo agarrando una silla del
escritorio y sentándose y cruzándose de brazos).
-
Ya acabamos (susurró David).
-
¿Seguro? (dijo con una cara de perro que hizo que ambos
chicos tragaran saliva y echó una miradita a Bruno que le puso todos los pelos
de punta).
-
Sí, señor (Bruno le contestó con un hilito de voz).
-
En ese caso, Bruno te quiero en esa esquina (y Bruno
desconfiado se fue a la esquina sin saber bien bien lo que hacía). No (dijo
Moisés al ver que se ponía en la esquina de cara a ellos) , Bruno, ya sabes
cara a la pared, venga has visto a Fran un millón de veces hacerlo (Bruno abrió
los ojos como platos, ese era un castigo para niños pequeños, él ya era un
adolescente, eso era indignante). No me mires así, Bruno y haz lo que te he
dicho. (Bruno seguía mirándolo sin acabar de creérselo) Bruno voy a contar hasta 5 y sino está tu nariz
plantada en esa esquina…bueno ya sabes que pasa cuando Fran se niega a obedecer
¿no? (Bruno miraba a su tío como si fuera un alienígena) Te daré unos buenos
azotes hasta que cambies de opinión. Uno…(pero no hubo un dos, Bruno obedeció,
no por el miedo sino porque comprendió que su tío no estaba tomándole el pelo,
hablaba en serio). Muy bien. David, siéntate (le dijo indicando que se sentara
en la cama que había enfrente de él). Creo que nos debes una explicación, así
que te escucho. ¿Qué estabas haciendo en ese edificio en vez de estar en la
biblioteca como nos habías dicho? (David respiró hondo no podía contarle a su
tío que hacía allí. No, porque sabía que si se lo decía entonces seguro que lo
echaba de casa y ya no podría estar con sus hermanos. Así que solo lo miraba
como un conejito asustado). David (dijo en tono de advertencia, pero David
parecía que había perdido repentinamente la capacidad de hablar)
-
No sé (David sabía perfectamente que no había nada que le
diera más rabia a su tío que le respondieran con un “no sé”).
-
¿No sabes? (y su voz
subió dos octavas) Mira, David, hace rato que mi paciencia y
comprensión se colmó, así que te
recomiendo que empieces a hablar.
-
No sé (pero no lo dijo para cabrear sino para ganar algo de
tiempo para ordenar sus ideas) supongo que…(David alargaba las palabras en
busca de tiempo)…tenía curiosidad (David rezaba porque su tío se lo tragara).
-
¿Curiosidad? (Moisés estaba tentado de darle una buena hostia
ahí y en ese mismo instante, pero ya había perdido las formas hoy, así que optó
por reprimir ese primer instinto).
-
Sí, bueno los chicos de mi clase siempre están hablando de
ese lugar, que bueno que es un sitio que está genial y no hay ningún adulto que
moleste (era en parte cierto, la existencia de esas oficinas lo había oído de
boca de sus compañeros, pero esos no
eran los adjetivos que había utilizado).
-
¿Y qué eso que tenías que hacer que no podía haber ningún
adulto molestando? (Moisés estaba temblando por dentro, en su época los chicos solo
iban a ese tipo de sitios para una cosa y esa cosa era siempre relacionado con
el alcohol o con huir de casa. David no huiría jamás, sabía que abandonar a la
familia era una tremenda cochinada, así que solo quedaba la otra opción).
-
No es lo que piensas, tío, lo juro, yo no me meto (se
apresuró a aclarar).
-
Ok, ven aquí (dijo pero David no se movió ni un pelo, estaba
petrificado por el miedo. Moisés respiró profundamente para no perder los
nervios y se fue hacía el y lo agarró por el brazo e intentó arremangarlo para
ver si había marcas de pinchazos. David no era Bruno era ya más alto que su tío
y tenía bastante fuerza, ambos estuvieron en un largo estira y afloja) ¡DAVID,
PARA YA! DÉJAME VER LOS BRAZOS.
-
¡NO, NO TENGO NADA, YO NO ME METO. ¡LO JURO! (gritaba con
todas sus fuerzas mientras seguía tratando de mantener sus mangas abajo. Bruno
se giró, pocas veces su hermano se mostraba así de beligerante) .
-
¡David, para ya, solo quiero verte los brazos, para esta
pataleta ahora mismo! (y entonces sin pensarlo le dio tres palmadas en el
trasero como si fuera un niño de 3 años que agarraba unas tijeras y se negaba a
devolvérselas a su padre. David no se lo esperó, eran palmadas propias de un
niño de pañales, ni a Fran le hubiera dado así. Moisés aprovechó que David se
quedó perplejo y le remangó las mangas. David en cuanto se dio cuenta de la
jugada se apresuró a volver a bajarse la manga, pero ya era demasiado tarde,
sabía que su tío lo había pillado. Moisés al ver el brazo de su sobrino lo
soltó de inmediato, como si aquello no fuera real, y aquel no fuera su sobrino.
Pero la magia no existe, así que aquel era su David).
Ay...tenaz
ResponderBorrarme da pena, mucha pena... simplemente eso
ResponderBorrarLittleeeeeeeeeee... no puedes dejarme asíiii... buaaa!!! Dime, por fis, que ya tienes el próximo capi listo, que estoy tan intrigada por lo que hizo David, se me vienen algunas ideas, pero no sé qué habrá pensado tu brillante mente! =P
ResponderBorrarlos brazos... ay dios!!!! ya se que entrara
ResponderBorrarLittle tienes toda mi atención!!!!
ResponderBorrartno m esperaba esto...
Voy a seguir leyendo.....