Capítulo 16
-
¿Como va a ser? (dijo César muy seco. Aunque
sabía que no iba a ser para nada agradable no estaba asustado. La culpa que le
reconcomía por dentro hacía que estuviera convencido de merecer cualquier cosa
que Sebastian le tuviera preparada)
-
Buena actitud (dijo Sebastian con una sonrisa.
Sebastian de joven había soñado un millón de veces con estar en esa situación y
ahora que por fin estaba, no era tan placentera como había imaginado. Lo cierto
es que era una situación bastante violenta) seré
rápido, hay pocas cosas que desee menos que
estar contigo a solas (Sebastian sacó una petaquita de su bolsa y
se la lanzó a César que la agarró al vuelo) Bebe
(le ordenó. César la abrió y nada más abrirla el olor del acónito azul le
abofeteó en toda la cara)
-
¿Acónito?
-
Bebe (fue la respuesta de Sebastian. César le dio un generoso
trago a la petaca. Y enseguida noto el ardor del brebaje al pasar por sus
labios, lengua, garganta y estomago era inaguantable, sus piernas fallaron en
menos de 5 segundos y se desplomó en el suelo) Ahora
(dijo Sebastian sacando algunos implementos terribles de la bolsa) vamos a divertirnos tu y yo (había ensayado esa
frase millones de veces y ahora, que al fin la había pronunciado, sonaba
terrible).
MIENTRAS EN CASA DE LOS BOCHA
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Aaaaaaaaaaaaaaaaau
auuuu nooooooooooooooooooo lo siento, lo siento
-
ZWASS (la vara volvió a caer sobre
el mismo punto, ya llevaba tres varazos en ese mismo punto, a caso su padre no
sabía dar en otro lado) Mi propio hijo, robando…que
vergüenza, marcos. ¡Qué vergüenza! No sabía donde meterme cuando tu tío me lo
contó ZWASS (y por cuarta vez volvió a caer en el mismo lugar)
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaau
grrrrrrrrrrrrrr au au no más papá, no más, te juro que no lo vuelvo a hacer
bwuaaaaaaaaaaaaa (dijo Marcos que sin duda esa era la zurra más dura que se había llevado
en su vida y solo acababa de empezar)
-
Zwass por supuesto que no, por supuesto que nunca más
robarás, porque hijo me voy a asegurar que te quede muy claro que les pasas a
los ladrones en esta casa Zwass Zwass
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaau
bwuaaaaaa au au lo siento, perdona, auuuuu
papá, ayyy no porfa vor, bwuaaaaaaaaaaaaa lo sientooooooo
- Zwass Zwass no
tienes necesidad alguna de robar, tienes comida, ropa, educación, un techo y
una cama donde dormir…Robar está totalmente fuera de lugar. ¡Y PARA COMPRAR
JUGUETES!
-
Aaaaaaaaau no
es un juguete aaaaaaaaaaaaaaaaay
-
Es un juguete, o me vas a decir que no lo usabas para jugar (Se detuvo un instante para
que su hijo respondiera. Pero Max solo sollozaba no se atrevía a contestar porque su padre llevaba razón) Zwass Zwass Zwass (y esos tres varazos
fueron a para justo donde las nalgas y los muslos se unen, una zona que Julio
sabía que era especialmente sensible)
-
Aaaaaau ay ay
aaaau ay no, no, no auu au au (dio un respingo después de cada uno de esos tres toques) bwuuuua
bwuaaaaaaaa perdón, perdón auuuuu nunca más, lo juro, papá lo juro
bwuuuuuuuuuuuuuuuuuua
-
Ve y deja la vara en su sitio (Marcos respiró aliviado al
oír las palabras de su padre nunca se había llevado más de 4 varazos y justo le
acababan de dar una buena docena. Marcos se hizo cruces, cómo Max podría
aguantar los castigos de su tío. Él estaba seguro que nunca más se podría
sentarse y que tendría su trasero a rayas el resto de su vida)
-
Sí, señor (dijo y se subió con cuidado
los pantalones y regresó la vara al paragüero del despacho de su tío. Marcos
vio la cara de pocos amigos de su tío al entrar y aunque no le hizo ningún
comentario sabía perfectamente que Alejandro tampoco estaba nada contento con
él)
-
Marcos ven aquí (dijo Julio que estaba sentado en el
sofá. Marcos fue esperando que su padre prosiguiera con el sermón. Pero se
llevo una desagradable sorpresa cuando la mano de su padre empezó a
desabrocharle el botón del pantalón)
-
Papá, por favor
no (suplicó Marcos y de repente vio que
al lado de su padre estaba la paleta de cuero. Marcos había escuchado historias
de esa paleta, pero pensaba que eran solo eso historias para no dormir. Pensaba
que su padre solo la tenía para meterles el miedo en el cuerpo, jamás pensó que
pudiera usarla, y mucho menos contra su trasero) snif snif por favor papá, por favor (ahora
repetía casi histérico) por favor, te lo
suplico, no más, ya aprendí, lo juro (pero Julio acabó de desabrochar el pantalón y con inusual
delicadeza lo bajó hasta los tobillos y repitió la maniobra con la ropa
interior de su hijo pequeño)
-
No solo has robado, MARCOS,
sino que lo has hecho a un miembro de esta casa. Y no solo eso le
robaste una tarjeta que sabías que él no revisaría porque era de cuando vivíamos
en Quickwater y sabías que no podemos acceder a ninguna de nuestras antiguas
cuentas. ¿y sabes porque no podemos acceder a nuestras antiguas cuentas,
muchacho?
(dijo Julio y Marcos solo lloraba desconsoladamente) Plass (le dio una nalgada
para que contestara no era una pregunta retórica quería oírlo de sus labios)
-
Porque, porque
snif snif porque es peligroso…
-
Exacto es peligroso, porque aquellos que aniquilaron a toda nuestra
comunidad pueden que sigan rastreando posibles supervivientes y no hay forma
más sencilla de hacerlo que revisar los
movimientos bancarios. Marcos tienes 12 años, no eres un niño pequeño, se te
explicó, todos lo aceptamos y vas y tomas una de sus tarjetas, no una de las de
ahora una de las antiguas, de las que nadie debería usar y la utilizas para
comprarte juguetitos (Julio estaba furioso)
-
Bwuuuuuuua bwuuuuuuuuuuua no lo hice por eso, yo, yo, yo, no pensé
en eso, solo pensé que César no lo miraría y no se daría cuenta
-
Plass (le dio otra nalgada) eso no mejora las cosas. Ponte sobre el brazo (le ordenó. Julio dejó que
Marcos se colocara sobre el brazo del sofá y recolocó al chico sobre su regazo.
Marcos ya comenzaba a ser grandecito para ponerlo sobre sus rodillas y en esa
postura era más fácil castigarlo. Tomó la paleta de cuero y alzó su brazo.
Instintivamente Marcos se agarró con todas sus fuerzas al cojín del sofá) PLACK
-
Aaaaaaaaaaaaaaau (Marcos se curvó al sentir
el mordisco de la paleta) nooooooooooo
-
Nos has puesto a todos en peligro, a todos, y por un capricho Plack Plack Plack (tres estocadas seguidas cayeron sobre el trasero de
Marcos)
-
Aaaaaaaaaaau bwuaaaaaaaaa bwua bwuaaaaaaaaa
noooo no papaaaaaaaaaaaaaaaa
-
Es la cosa más irresponsable, estúpida y egoísta que jamás has hecho Plack
Plack Plack
-
Bwuaaaaaaaaaaaaaa
bwuaaaaaaaaa auuuu no no aaaaaaaaau ,
por favor noooooo (era horrible, Marcos no pudo imaginar que algo tan pequeñito pudiera
hacer tanto daño).
-
Ni te haces una idea de lo
decepcionado y enfadado que estoy contigo
Plack Plack
Plack No sabes la vergüenza que he pasado, la vergüenza y la
desilusión. Plack Plack Pensé que ya eras mayorcito para
entender en que situación nos encontramos Plack Plack Plack, pero sigues siendo
un niño pequeño egoísta y egocéntrico. Plack Plack Plack Plack
-
Bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
bwuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa (aunque las palabras de su padre estaban siendo de lo más
duras, lo cierto es que marcos a penas estaba oyendo nada. Estaba demasiado
centrado en su desgracia. Julio se dio cuenta que estaba predicando en el
desierto. Así que paró de zurrarle. Y espero que el chico poco a poco se fuera
calmando).
- Levanta, Marcos (dijo
cuando el chico ya se hubo calmado por completo) como me has
demostrado que no eres aún lo suficientemente maduro, des de hoy hasta que vea
un cambio significativo en tu actitud se te tratará como te mereces, como un
mocoso de tres años
-
¿Qué quieres
decir? (dijo
entre sollozos)
- Pues eso, que no se te dejará nunca a solas, que se te
llevará de la mano a los sitios, que se te dará de comer, se te ayudará a
vestir, a ducharte a ir al baño…¿sigo?
-
No puedes (dijo abriendo mucho los
ojos)
- Soy tu padre y tanto que
puedo. Si fueras un poco mayor en vez de castigarte estaríamos hablando de otra
cosa…afortunadamente tu tío lo ha visto solo como una travesura. Pero te
aseguro que en el futuro no tendrás tanta suerte. Deberías dar gracias a que
todo quede en un castigo infantil
-
¿infantil? Papá
tengo 12 años, no puedes hacerme eso (protestó indignadísimo).
-
Ya te he dicho que si…pero si prefieres en vez de eso podemos repetir
esto mismo (refiriéndose a la zurra) cada día hasta que
recobre la confianza en ti (Marcos miró con odio a su padre, sabía que esa opción no era
realmente una opción). Lo que creía (dijo al ver a su hijo que
se mordía la lengua) En ese caso… (su padre le subió la ropa
interior y los pantalones y le agarró la mano como si fuera un niño pequeño y
lo llevó hacía una esquina) ¡Quieto! (dijo y agarró una de
las sillas de la mesa del comedor, le puso un cojín y la puso mirando hacia la
pared) Marquitos. Este será
tu rincón de pensar. Ahora quiero que te sientes ahí y pienses bien lo
que has hecho (dijo sentándolo en la silla y respirando hondo.
Realmente habían tenido muchísima suerte)
-
¿Y César? (preguntó Alejandro que había
salido de su habitación en cuanto escuchó la puerta)
-
Tranquilo, no
lo he matado
-
Te he hecho una pregunta, chico (dijo enfadado Alejandro)
-
Ha preferido
quedarse un par de días, ya sabes para descansar (dijo con una sonrisa terrorífica.
Alejandro no había visto esa mirada desde el día que intentó matarlo). Si quieres
puedes ir a lamerle las heridas (dijo lanzándole las llaves.
Alejandro las agarró al vuelo. Y se las devolvió)
-
Cuidadito, Sebastian. No quisiera recordarte
cual es tu sitio (dijo entre dientes)
-
Fuiste tú, el
que me dijo que me encargara de él. Ahora no me vengas con mierdas, Alejandro (dijo molesto Sebastian).
-
No te equivoques, chico. Que te haya dado esa
potestad no significa que te permita hablarme así (y Alejandro se puso a escasos milímetros de la cara de Sebastian
haciendo lo que mejor se le daba…infundir miedo).
-
Me gustaría
irme este fin de semana (dijo apartándose un poco y cambiando
de tema)
-
¿A dónde?
-
Pues no lo sé.
Antonia tiene una especie de trabajo que le ha encargado Leopold y me gustaría
acompañarles
-
No (dijo secamente)
-
Tú siempre tan
comprensible (dijo
con mal humor y siguió su camino hacia su habitación)
-
¡Sebastian! Dile A Antonia que tampoco quiero
que vaya ella
-
No soy su puto
mensajero. Si quieres decirle algo a Antonia, se lo dices tu mismo. Total, te va hacer el mismo caso que a mí (dijo dando una pequeña
risotada antes de continuar su camino. Alejandro gruñó pero tomó su teléfono y
marcó el número de Antonia. Antonia no contestó así que le escribió un mensaje
pidiéndole que se pasara cuanto antes por allí)
-
¡Sebastian! (gritó Julio al ver pasar a su hijo)
-
¿Sí? (lo miró cansado)
-
¿Y César? (preguntó Julio)
-
Descansando (dijo Sebastian de mala gana).
- No debo recordarte que
César…
-
No, no debes
recordármelo (le
cortó tajantemente entonces se percató de la presencia de Marcos. Sebastian
miró a su padre y alzó una ceja) Eso es cruel hasta para ti (dijo refiriéndose
al castigo de Marcos)
-
Ambos sabemos la gravedad de lo que hizo, además la última vez que lo
miré, aquí el padre era yo (esta vez era Julio el que estaba molesto)
-
Cada vez te
pareces más a Alejandro (dijo Sebastian a su padre y estaba claro que era un insulto).
-
Quizás las decisiones de tu tío no sean muy populares pero nunca
fueron injustas (le dijo Julio sabiendo que eso molestaría a su hijo)
-
Al menos dime
que no le has puesto pañales (dijo resoplando)
- Tienes pinta de cansado,
vete a descansar (le dijo su padre muy serio)…después a la tarde quiero hablar con tus hermanos y contigo
-
Jajaja ¿estoy
en problemas? (dijo
entre risas tras echarle otro vistazo a Marcos)
-
No lo sé, hijo. ¿Lo estás? (Sebastian odiaba cuando su
padre se ponía en ese plan. Tenía 27 años y a veces juraría que lo seguía
tratando como cuando tenía 14. Pero lo cierto es que oír de los labios de su
padre llamarlo “hijo” le hacía sentirse querido de nuevo. Sebastian salió del
salón y se tiró en plancha en su cama realmente estaba agotado. Cerró los ojos
y se durmió. Pero cuando justo acababa de quedarse dormido Max entró en su
habitación).
-
¿Lo tienes? (preguntó Max frenético.
Sebastian resopló y se sacó un sobre del bolsillo trasero de su pantalón y se
lo dio. Marcos agarró el sobre como si la vida le fuera en ello) ¿la has leído?
-
Sí (Max puso una
mueca de disgusto). Y es mala idea. (Sebastian miró a su hermano y no pudo
evitar sonbréir) Recuerda tu parte del
trato, mariquita (Marcos asintió
tímidamente y salió de allí pitando. Sebastian sonrió y volvió a quedarse
dormido)
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