CAPÍTULO 56: AHORA QUE TE HAS ECHADO NOVIA
Cuando papá volvió de casa de Holly, Barie y Hannah le avasallaron a
preguntas. Los demás escucharon con curiosidad, salvo Michael, Harry, Alejandro
y Maddie, que se hicieron los duros y fingieron que aquello no les interesaba,
pero en verdad tenían bien puesta la oreja desde cierta distancia.
Yo decidí dejar las preguntas a mis hermanos
y me dediqué a leer las reacciones de papá para ver si había ido bien o mal. Lo
cierto es que me era difícil decirlo: le notaba algo apagado, como si el
encuentro no hubiera cumplido sus expectativas, pero se esforzaba por sonar
animado.
-
… Y West tiene cinco años, a medio camino entre
Alice y los mellizos.
-
Ya nos dijiste sus edades, papá – protestó Barie. –
Cuéntanos algo más. ¿Cómo son? ¿Qué te dijeron? ¿Qué les dijiste? ¿Estaban
todos? ¿La chica que vimos en el consultorio también?
-
Scarlett. Sí. La verdad es que me recordaba a ti. –
respondió papá.
-
¿De verdad? ¿Por qué?
-
Porque parecía un angelito roba sonrisas como tú –
le dijo.
Barie se sonrojó y soltó una risita, pero a
mí no me pasó inadvertido que aquello había sido un intento de cambiar de tema.
-
Ay, papi… jiji.
-
Y Blaine te envía saludos, Kurt. ¿Me contarás todo
eso del astronauta de vuestra aventura en el zoo?
Kurt apenas le miró. Lo cierto es que el
enano había estado triste toda la tarde. Tal vez sentía un poquito de celos
porque papá se fuera a conocer a otros niños. Aidan había decidido no
ocultárselo, porque según él esconderse no era la forma correcta de hacer las
cosas. No estaba haciendo nada malo, y quería compartirlo con nosotros.
-
No te cuento, es un secreto… - respondió, pero sin
su sonrisa habitual. Papá frunció el ceño al darse cuenta, y le alzó para
sentarle en sus rodillas.
-
¿Por qué le pones ahí, papi? ¿Es que le vas a pegar?
– preguntó Alice.
Papá la miró un tanto sorprendido y abrazó a
Kurt como para dejarle claro que nada más lejos de su intención.
-
Qué cosas dices, princesa. Le senté aquí para
mimarle, como hago contigo. Además, Kurt no ha hecho nada malo. Mi bebé se ha
portado muy bien ¿o no, Ted? – me preguntó.
Aquella vez no había llamado a ningún niñero.
Yo ya me encontraba mejor y papá nos dejó a Michael y a mí a cargo de todos, no
sin ciertas reticencias. Creo que quería demostrarme que confiaba en mí, como
una forma de continuar arreglando la pelea que tuvimos. Además, realmente
Michael y yo podíamos encargarnos de todo, aunque a la hora de “pedir el
informe” papá acudía a mí y no a Michael, pese a que él fuera el mayor. Supongo
que era por la costumbre.
-
Sí, papá. Estupendamente – sonreí, porque de hecho
era cierto. Desde que había empezado a quedarme solo en casa con ellos, creo
que aquella era la primera vez que no me daban ni un solo problema. A decir
verdad, llevaban días portándose bien. Desde el lío de Zach en el colegio,
ninguno de mis hermanos había estado en problemas.
-
Ya lo sabía yo – dijo papá, y le dio un beso al
peque. Kurt seguía tristón, pero se puso cómodo en las piernas de papá, medio
acurrucándose.
-
Jo, papá, sigue contándonos – pidió Barie.
-
Si es que no hay mucho que contar…
-
¿Cómo qué no, si no has dicho nada? ¡Quiero saber
cómo son! ¿Dónde estudian? ¿Qué cosas hacen?
-
Estudian en el San Jonhy…
-
¿El colegio militar? – intervino Alejandro, con
curiosidad. Yo nunca había oído hablar de ese colegio, pero a decir verdad no
conocía muchos más aparte del mío.
-
Sí… Y sacan muy buenas notas, casi todos…
-
No les queda otra… en esa cárcel… Tú no cojas ideas,
¿eh? – le dijo Alejandro.
-
Descuida. – dijo papá.
Alejandro pareció bastante aliviado. Tenía
que preguntarle qué era tan horrible sobre ese colegio.
-
Y no se me pasó la pulla. Qué bajo, papá, las
comparaciones… “sacan muy buenas notas” – repitió Alejandro, en tono burlón.
-
No lo dije por eso, era un comentario, nada más,
porque queríais saber sobre ellos y esa es una de las pocas cosas que averigüé…
Hoy les daban las notas. A vosotros el
lunes ¿verdad?
-
Es solo la preevaluación – dijo Alejandro. Era una
hoja de notas antes de los exámenes, para que los padres estuvieran informados
de las notas de sus hijos y supieran en qué asignaturas debían esforzarse más
durante las pruebas. Las calificaciones definitivas de este trimestre vendrían
después de los exámenes y las subirían directamente al ordenador.
-
Ya lo sé, pero es importante. Si vais bien, los
exámenes no serán ningún problema.
Solté una risita, sin poderlo evitar. ¿Le
decía eso justo a Alejandro? Su preevaluación estaría llena de suspensos. Papá
me miró mal por reírme, y yo agaché la cabeza. No es que me estuviera riendo de
Alejandro, solo del optimismo de papá… Le miré para ver si estaba enfadado, y
le encontré observándome con algo de preocupación. Supe lo que estaba pensando:
mis notas. Había faltado mucho, y me había perdido cosas importantes. Exámenes,
deberes, clases…Alguna asignatura la llevaba bien antes del accidente, pero
otras iban muy justas…
-
¿Podemos volver al tema y hablar de los hijos de
Holly, por favor? – insistió Barie, impaciente.
-
Aich, enana pesada. ¿A qué tanto interés por ellos?
– recriminó Michael.
-
Papá y Holly están saliendo así que esos chicos y
nosotros…
-
Esos chicos y nosotros nada. Me da igual con quién
se acueste papá, ellos no serán mis hermanos – interrumpió Madie.
-
Madelaine, cuidado, ¿eh? No me gusta ese tono –
advirtió papá.
-
¡Es lo único que he dicho en toda la tarde! ¿Es que
ahora no puedo expresar mi opinión? ¿Qué es esto, una dictadura?
Papá sacudió la cabeza, y suspiró. Decidió
dejar el tema, para que la discusión no pasara a mayores. Se las arregló
también para que Barie dejara de hacer preguntas. Usó las palabras mágicas
“helado” y “chocolate”.
Cuando mis hermanos se dispersaron con sus
helados, yo aproveché para acorralar a papá y hablar con él a solas.
-
¿Tan mal fue que esquivas las preguntas de los
enanos?
-
¿Qué dices? No he esquivado nada…
Le miré fijamente como diciendo “no me lo
trago” y papá pareció resignarse a ser sincero al menos conmigo.
-
No es que haya ido mal. Es decir, algunos de ellos
no me querían allí y lo dejaron bastante claro, pero si me has notado
desanimado no ha sido por eso.
-
¿Por qué es, entonces? – insistí.
-
Por… la vida tan dura que han llevado. Algunos de
los hijos de Holly no están sanos, mental o físicamente – me explicó, y pasó a
contarme una serie de cosas sobre un crío de nueve años sin piernas, un
adolescente ciego, y otras desgracias.
Me quedé sin habla y me tuve que sentar en el sofá. Creo que papá no quería
contarles cosas tan duras a los enanos, pero a mí ya debía de considerarme lo
bastante mejor como para poder encajarlo. No lo era. En mi cabeza, no podía
aceptar que la misma mujer sonriente que había sido como un ángel para mí en el
hospital hubiera pasado por tanto sufrimiento. Que un niño pequeño nunca más
pudiera caminar con sus propias extremidades. Que una niña hubiera sido
arrancada de su hogar…
-
Pobre gente…
-
Me duele por ella, Ted. No hace tanto que la
conozco, y me duele por ella…Sería capaz de cualquier cosa por haber salvado a
su pequeño y… me da miedo pensar así. Me da miedo lo mucho que quiero volver a
esa casa, gritarle cinco cosas a su hermano, abrazar a esos chicos y buscar la
forma de ayudarles…
No entendí muy bien a qué se refería con lo
de “gritarle a su hermano”, pero pillé el sentido general de sus palabras.
-
Eso es solo que te has enamorado, papá….. Es lo mismo
que siento yo respecto a Agustina y su padre… lo mismo que me llevó a pelearme
con Harry o a defenderla de esos matones… Preferiría sufrir yo antes de que
sufra ella – susurré.
-
Eso… eso solo me había pasado antes con…con
vosotros…
-
Supongo que eso es una buena señal. Significa que
ella de verdad es la indicada.
-
¿Tú crees? – preguntó, inseguro.
-
Solo hay una forma de comprobarlo: viendo a dónde
lleva todo esto.
Papá pareció meditarlo durante unos
instantes, y luego asintió.
- Mira
que dónde se ha visto que sea el hijo quien aconseje al padre sobre mujeres… -
bromeé, para hacerle reír un poco.
Aidan se azoró al notar los papeles
invertidos y luego sonrió con algo de timidez. Era raro ver en él aquella
sonrisa tímida que solía reservar para los extraños.
-
¿Y no tendrás algún consejo por ahí sobre cómo
ganarse a los hijos de dichas mujeres, no? – me preguntó.
-
Lo siento, Agustina no tiene hijos. De momento – le
piqué.
Papá tardó un segundo en pillarlo.
-
¿Cómo que de momento? – preguntó, y yo aproveché
para escabullirme – No, Ted, ven acá, ¿qué has querido decir? ¿No estarás…?
¡Ted!
Solté una risita desde el cuarto de al lado,
semiescondido para que papá no me viera. Le vi pasar sin que se percatara de
dónde estaba y le contemplé detenidamente. Jamás pensé que pudiera sentir celos
si papá se echaba novia, aunque es cierto que nunca contemplé la posibilidad de
que esa novia pudiera tener hijos. Hijos que, según empezaba a intuir, se
estaban abriendo paso hacia el accesible corazón de mi padre, en el que cabían
más personas que en las pirámides de Egipto y que había estado funcionando solo
a media capacidad.
-
AIDAN´s POV –
-
¡Mocoso este!
No hubo forma de encontrar a Ted, aunque a
decir verdad tampoco estaba buscándole muy en serio, porque sabía que solo
estaba bromeando con lo de “hacerle un hijo a Agustina”. Ya le iba a dar yo
broma e.e
En vista de que se había dado a la fuga y de
que yo había pasado gran parte de la tarde fuera, decidí ponerme con las tareas
pendientes: lavadoras, lavaplatos, etc. Sin embargo, cuando iba hacia la cocina
me topé con Kurt, que rodaba tristemente un cochecito de plástico. Ya me había
dado cuenta antes de que estaba abatido, pero no sabía por qué, aunque intuía
que tenía que ver con que hubiera ido a casa de Holly.
-
¿Qué pasa, campeón? ¿Por qué esa carita?
El peque se encogió de hombros. Suspiré, y me
senté con él en el suelo.
-
¿No te gusta que haya ido con Holly? – le pregunté,
aunque lo creía poco probable porque de hecho había intentado acompañarme.
-
No es eso.
-
¿Te preocupa que papá haya ido a ver a otros niños?
-
No es eso…
-
Mmm… ¿hiciste alguna trastadita, tal vez? ¿Y te
sientes mal? – indagué, sin ideas ya, y recordando que a veces se ponía triste
cuando se sentía culpable.
-
He sido bueno
- protestó.
Le puse de pie frente a mí y le acaricié la
carita. Sus ojos estaban brillantes y le noté a punto de llorar. Tenía que
averiguar que le pasaba a mi bebé.
-
Entonces ¿qué es, mi amor? Me lo puedes contar.
Sabes que puedes decirme lo que sea.
-
Es que… snif…. hoy es viernes…snif…y tampoco me
llevaste al parque…snif….y esta semana he sido bueno – lloriqueó.
Parpadeé, confundido. Se me había olvidado lo
del parque por completo. Estaba tan emocionado con lo de Holly… Y mi pequeño
había pagado el precio. Se sentía desplazado, y con razón. Para él el parque
era un momento especial, no solo porque le gustaba mucho, sino porque era un
ratito en el que yo estaba solo con los peques, ya que a mis hijos mayores ya
no les gustaban los columpios y esas cosas. Era un ratito que pasaban conmigo,
especialmente Kurt que venía a buscarme para asegurarse de que le veía todas y
cada una de las veces que se tiraba por el tobogán.
-
Ay, enano… tienes razón… Papá es un bruto y se ha
olvidado. Claro que has sido bueno, bebé, y si no te he llevado no ha sido por
algo que hayas hecho tú ¿mmm? Es solo que a veces los papás tenemos muchas
cosas en la cabeza y se nos olvidan. Pero aún no es tarde… - dije, mirando el
reloj- Podemos ir al parque un ratito ¿qué me dices? Aunque yo tengo osas que
hacer aquí… le puedo decir a Ted que te lleve ¿qué te parece? – pregunté, por
la fuerza de la costumbre. Inmediatamente después me di cuenta de que Ted no
estaba en condiciones de acompañarle. Es decir, ya estaba casi bien, pero yo
aún no quería que saliera solo de casa, y mucho menos con un niño hiperactivo
bajo su cargo.
-
Pero yo quiero contigo….snif – lloriqueó Kurt.
-
Ya sé, mi niño, ya lo sé… Pero… - lo pensé unos
segundos. Muchas veces postergaba la limpieza de la casa, de los platos de la
ropa o de la cocina por dedicarles más tiempo a ellos, pero había veces que no
podía ser. Como no limpiara los cacharros, íbamos a tener que cenar usando
bandejas como platos y las manos como cubiertos. Y si no lavaba la ropa, Harry
y Zach tendrían que empezar a ir desnudos.
Estaba buscando la forma de decírselo a Kurt,
cuando noté que me metía las manos en el pantalón, sin ningún reparo o pudor.
Me extrañé un poco y le aparté, tratando de no ser brusco.
-
Estos no son tus pantalones – me dijo. Qué
observador, ninguno de mis otros hijos me había dicho nada.
-
No, los míos se estropearon…. Son de Sam, el hijo
mayor de Holly.
-
¿Él también es un nene? – me preguntó.
A veces Kurt usaba un lenguaje demasiado
infantil para su edad. Decía “nene” y “pupa” y yo sabía que los demás niños de
su clase ya no hablaban así. Me preocupaba que pudieran meterse con él por
ello, pero de momento no tenía problemas de popularidad. Sabía que yo tenía
parte de la culpa de que usara esas palabras, porque yo mismo le hablaba como
si fuera más pequeño. Pero una vez había cometido el error de decirle a Ted,
cuando niño, que “ya estaba grande para portarse como un bebé”. Algo dentro de
mí se sintió mal al decirle aquello. Me di cuenta de que, mientras esos
comportamientos no fueran algo malo, como romper cosas o dar manotazos como los
bebés de dos años, no había ningún problema en que quisieran seguir siendo
pequeños un poquito más. Ya se verían obligados a crecer con el tiempo y
entonces extrañaría esos momentos en los que podía cogerles en brazos y darles
besos.
-
Bueno… sí es un chico, pero es un chico grande. Es
mayor que Ted, y que Michael.
Kurt no hizo ningún comentario, pero observó
detenidamente el pantalón, como si quisiera descubrir a través de él cómo era
Sam.
-
Escucha, campeón…. Papá tiene mucho que hacer ahora,
y no sé si voy a poder llevarte al parque, pero podemos ir otro día… o… o puedo
decirle a Michael que te lleve. Ya sé que tú quieres ir conmigo, pero hoy no
puede ser. Mañana sí: mañana papá es tuyo toooodo el día. ¿Está bien?
Kurt estuvo en silencio por un rato. Creo que
estaba decidiendo si aceptaba o no la situación. Si decidía que no, tendría que
enfrentarme a uno de sus monumentales berrinches. Casi estaba esperando que así
fuera. Le vi fruncir el ceño, morderse el labio, y me preparé para escuchar un
grito…
-
Vale. Pero si no vienes entonces quiero natillas
para cenar. – sentenció.
Gratamente sorprendido porque no se hubiera
puesto a llorar, asimilé poco a poco que estaba siendo chantajeado por un niño
de seis años, que me estaba poniendo condiciones.
-
Tendrás morro tú – regañé, sin una pizca de enfado,
en realidad. Le hice unas pocas cosquillas y luego sonreí. – Está bien, bebé.
Habrá natillas para cenar. Pero ahora ¿me regalas una sonrisita? No me gusta
verte triste.
Kurt me rodeó con sus bracitos, me dio un beso y me sonrió. Y en ese
momento decidí que no íbamos a cenar natillas, porque yo me lo iba a cenar a
él.
-
Madelaine´s POV -
Todos se habían vuelto idiotas, empezando por papá. ¿Nadie más se daba
cuenta de que aquello era una locura? Papá saliendo con Holly… No necesitábamos
una mujer, para empezar, mucho menos una con un ejército a sus espaldas. ¿Qué
íbamos a ser, la nueva tribu de los niños perdidos? Encima pensaba que dándome
un helado se me iba a olvidar. Me molestaba que ignorara mis sentimientos de
esa manera.
Lo peor era que ya no sabía si alguno de mis
hermanos me apoyaba. Michael tampoco parecía contento con la idea, pero no le
veía dispuesto a hacer nada al respecto. Harry estaba a punto de pasarse al
club de fans de Holly y Alejandro había cambiado de opinión drásticamente.
-
Escucha, sé cómo te sientes, pero Holly no es lo
peor que nos podría tocar. Yo tampoco quiero que papá esté con nadie, pero si
está pasando por una especie de crisis de la mediana edad, mejor que la pase
con ella o con cualquier otra tipa. No sé si durarán mucho, con tanto niño.
Pero si te metes en medio harás que papá se enfade… Créeme, yo ya lo intenté. Y
le dará igual que seas su princesa, te dará una de las grandes. – me dijo.
Le miré mal, y me di cuenta de que estaba
sola en aquella. Desde luego con Barie no podía contar, si estaba en modo
adoración total.
Papá entró con Kurt en brazos y se acercó a
Michael, que aún no había terminado su helado. Michael se quedó congelado al
notar que papá quería algo. Le miró con desconfianza como pensando “a ver qué
quiere este”.
-
Michael, hijo…. ¿Tú tienes algo que hacer esta
tarde?
-
S…¿No? – contestó, aún desconfiando. La enorme
sonrisa de Kurt solo le hacía desconfiar más, aunque yo ya empecé a intuir lo
que quería papá.
-
En ese caso, ¿podrías llevar a tu hermano al parque
un ratito? Y a Hannah y Alice también, si quieren ir. Yo tengo mucho que hacer
aquí.
Michael le miró como si le acabara de pedir
que matara a un cachorro.
-
¿Yo? ¿Yo solo? ¡Prefiero quedarme aquí y hacer lo
que sea que tengas que hacer!
-
Vamos, hijo, no es nada malo, solo es llevar a tus
hermanos al parque…
-
Sabes que no soy bueno con los niños…
-
Tonterías, solo es que tienes poca práctica – dijo
papá.
-
¿Es que no quieres estar conmigo? - preguntó Kurt, con uno de sus pucheros
perfectos que nunca han encontrado a alguien capaz de resistirlos.
-
Enano, no es eso, no me mires así….
-
Por favor, Michael – pidió papá. Él no puso un
puchero, pero se quedó cerca. Michael suspiró, incapaz de resistirse.
-
Está bien… Me voy a arrepentir, pero bueno…
-
¡Bieeeeen! ¡Parque, parque, parque! – canturreó
Kurt. Dio botecitos en los brazos de papá.
-
Perfecto. Muchas gracias, hijo. Kurt, quiero que te
portes muy bien como lo vienes haciendo ¿eh? Nada de darle problemas a tu
hermano.
-
Sí, papi.
-
Muy bien. Ve a por tus juguetes, corre. Y díselo a
tus hermanitas, seguro que quieren ir también.
El enano desapareció escaleras arriba y
Michael dijo que tenía que ir al baño a ver si se ahogaba bajo la ducha y así
no tenía que ir. Papá le llamó melodramático y él y yo nos quedamos solos.
-
Espero que estés orgulloso – le solté.
-
¿Eh?
-
Ahora que te has echado novia, haces que tus hijos
lleven a tus otros hijos al parque.
Papá me miró con el ceño fruncido y una
expresión seria.
-
No es así. Tengo cosas que hacer y no…
-
No hubiera pasado nada de no haber ido a ver a
Holly. Hubieras tenido tiempo para todo.
-
No estás siendo justa, Madelaine.
-
Lo que te jode es que tenga razón – repliqué.
-
¡Eh! ¿Qué es ese lenguaje? ¿Es esa forma de hablarle
a tu padre?
-
¡Sí!
Papá abrió los ojos con cierta sorpresa y
después puso una expresión que dio algo de miedo, porque parecía que me quería
comer, y no en el mejor sentido de la palabra.
-
Cuidadito, Maddie. No me respondas ni me hables así.
-
Si sigues viendo a esa te hablaré como me dé la
gana.
-
Entonces te ganarás un buen castigo. ¿Es lo que
quieres?
Me quedé callada, porque no se me ocurría
nada ingenioso que responder y papá lo interpretó como una victoria.
-
Eso pensé – zanjó, y soltó un largo suspiro – No
quiero discutir contigo, Mad… Siento que todo esto te haga sentir incómoda.
Podemos hablarlo, si quieres.
-
Háblalo con esa… puta. – me demoré unos segundos en
decir la palabra, porque una parte de mí me aconsejó que no lo hiciera.
Finalmente la ignoré y lo dije.
-
¿Qué has dicho? – gruñó papá, e instintivamente
retrocedí un par de pasos.
-
Puta – repetí, aunque esa vez me tembló un poco la
voz – La he llamado puta.
-
¿Con qué derecho? ¿Qué ha podido hacerte ella, eh? –
inquirió, elevando un poco la voz y se lanzó sobre mí con un movimiento rápido.
Solté un gritito y me aparté, y así comenzó a perseguirme por toda la
habitación. - Ven aquí, te voy a lavar
la boca con jabón. Ven.
Finalmente papá me atrapó, por el brazo y se
aseguró de retenerme para que no me pudiera escapar. Glup. De pronto insultar a
Holly no parecía tan buena idea.
-
¿De verdad me vas a lavar la boca? – pregunté,
porque papá jamás había hecho algo como eso, aunque sí que se lo había oído
decir alguna vez, generalmente a mí porque no soportaba que fuera malhablada.
-
No. Pero te voy a quitar las ganas de volver a decir
esa palabra y de hablar mal de las personas. – me espetó, y tiró de mí. Tuve
muy claro lo que pretendía y me resistí con todas mis fuerzas. – Estáte quieta
– me ordenó.
¡Si hombre! ¡Como que podía quedarme tan
tranquila sabiendo que me quería pegar!
-
¡Acabas de conocerla y ya la pones delante de tus
hijos! – protesté.
-
¡No, no la pongo por delante! – respondió, y pude
notar que más que enfadado estaba dolido - ¡Por delante estáis vosotros, pero
no hago nada malo por quedar con ella! Lamento si no te gusta pero eso no te da
derecho a insultarla.
-
Con lo gorda que es, en un insulto andante.
Pude ver que ahí sí se enfadó de verdad. De
eso último sí que me arrepentí nada más decirlo, pero dio igual, porque papá me
movió con un movimiento rápido y me inclinó sobre una de sus rodillas, ya que
ni siquiera estaba sentado.
-
Ahora vas a aprender a respetar a las personas –
anunció.
Instintivamente, cerré bien fuerte los ojos y
esperé la primera palmada.
-
Aidan’s POV-
No entendía qué le había pasado a mi princesita. Es cierto que no
siempre actuaba como una princesa y que a veces parecía más bien un diablillo
pero, aunque tenía cierta afición por las palabrotas, solía respetar a las
personas, máxime si eran mayores que ella. Entendía que no estaba de acuerdo
con que yo viera a Holly, pero había otras formas de expresarlo. Me hubiera
gustado que ella me hablara sobre sus dudas y miedos, para poder ayudarla… Con
cierta tristeza, me di cuenta de que Maddie no solía compartir muchas cosas
conmigo. Y últimamente Barie parecía seguir ese camino: el de convertirse en
una mujer sin que yo pudiera participar en el proceso. Desde que cumplieron
cierta edad, yo dejé de ser el centro del mundo de mis hijitas mayores, y aún
no me recuperaba de eso.
El tiempo se detuvo por un rato cuando la tuve así, encima de mi
pierna. No me había gustado del todo cómo había manejado la situación con ella,
tal vez podía haber hecho algo más para evitar llegar a aquello…
PLAS PLAS PLAS PLAS
-
Vas a subir a tu cuarto, y allí vamos a continuar –
la dije, con más dureza de la que pretendía, pensando en que estábamos en un
sitio poco discreto y sus hermanos podían interrumpirnos en cualquier momento.
Eso la hubiera hecho sentir fatal.
Madie se puso de pie con movimientos rígidos, y se llevó el dorso de la
mano a los ojos, para asegurarse de que las lágrimas no la traicionaran. Me dio
algo de pena verla así, luchando entre el enfado y la tristeza y esforzándose
porque yo no la viera. ¿Por qué las personas tenemos el instinto de ocultar las
lágrimas? ¿Y por qué nos duele ver lágrimas en los ojos de los demás?
Intenté suavizar aquella horrible escena, y me adelanté para abrazarla,
pero ella retrocedió, pensando que mis intenciones eran otras.
-
Ya subo…. – musitó, y se giró para correr escaleras
arriba. Suspiré.
Decidí darle unos minutos para que se le pasara el enfado y fui a la
cocina para preparar y encender el lavavajillas. Una vez hube colocado todos
los platos, me di a mí mismo valor y subí a su cuarto. No había esperado
encontrarla llorando. Madie estaba tumbada sobre su almohada, y sus hombros
temblaban un poquito por los sollozos. Ella no solía llorar cuando la reñía o cuando
la castigaba. A veces parecía indiferente a mi enfado, pero yo sabía que solo
intentaba mostrarse fuerte. Aquella vez no pareció importarle dejar las
máscaras a un lado. Me senté a los pies de su cama y acaricié su pierna.
-
Qué pelea más tonta hemos tenido, ¿no? – susurré -
¿En serio crees que os he dejado en segundo plano porque quiero ver a Holly?
¿Es que no puedo quererla a ella y a vosotros también?
-
¡No!
-
Vaya… ¿Tan chiquitito tengo el corazón que no me
caben más personas?
-
Snif...¡No me hables así, no tengo cinco años! –
protestó.
-
No, tienes doce… que yo pensé que eran suficientes
para entender que insultar y hablarme mal no es la solución de ningún problema.
Si no hablas conmigo no puedo entender lo que te pasa y no puedo ayudarte.
-
Mi problema eres tú… snif… Y esa.
-
“Esa” tiene nombre. Y no has tenido oportunidad de
conocerla bien…
-
Ni quiero.
Hundí los hombros. No podía forzarla a que le gustara la idea, pero…
-
Respeto eso, pero tú debes respetarme a mí, y a las
personas a las que veo. Tienes que entender que siempre seréis mi prioridad,
cariño. Con Holly aún estoy empezando y no sé a dónde me va a llevar, pero nada cambiará para vosotros…
-
Oh, ¿de veras? – preguntó con sarcasmo - ¿Y si te
casas? ¿Qué pasará entonces? ¿Tendré que llamarla tía, o mamá? ¿Adoptarás a sus
hijos? Y nosotros ¿qué? Tal vez ya tienes planeado dejarnos tirados, por eso
vino Andrew el otro día, a tomar contacto para cuando le toque hacer el relevo.
Parpadeé confundido. ¿En serio pensaba todo eso o simplemente odiaba a
Holly y estaba buscando formas de justificar ese odio? ¿De verdad creía que yo
sería capaz de hacer algo así? A esas alturas, y dado lo inusual que había sido
nuestra vida, pensé que ellos ya entendían que cuando venía alguien nuevo a
nuestra familia se sumaban personas, y nunca se echaba o se sustituía a nadie.
Importándome poco lo mucho que se resistiera, la levanté de la cama
para abrazarla y la sostuve así en una especie de prisión-abrazo, para sentirla
cerca y asegurarme que me escuchaba.
-
Tú siempre vas a ser mi familia. Siempre vas a ser
mi hija y nada podrá cambiar nunca eso. No pensé que pudiera llegar a salir con
una mujer… No pensé que nadie pudiera querer sumarse a esta loca aventura de
tener doce hijos… Y resulta que encontré a alguien casi tan loco como yo. No sé
si esto nos va a llevar a algún lado, pero quiero disfrutar del camino. No creo
que eso sea nada malo… No voy a olvidarme de vosotros por eso… Holly sabe
perfectamente cuál es mi prioridad, así como yo sé cuál es la suya, pero tal
vez llegue el momento en el que todos nos convirtamos en la prioridad de todos…
Pase lo que pase entre ella y yo, funcione o no funcione, tu seguirás siendo mi
hija, yo seguiré queriéndote y jamás dejaré que forme parte de mi vida alguien
que no te quiera como te quiero yo.
-
¡Estamos bien así! – protestó, con la cara medio
escondida en mi camiseta - ¿Es que no te basta con nosotros? ¿No somos
suficiente para ti?
-
Claro que sois suficiente, sois más que suficiente –
acaricié su cara y besé su frente.
-
¡Pues tú también eres suficiente para nosotros! ¡No
necesitamos una madre! ¿Cómo sabes que ella no es mala?
-
La conozco y tiene muy buen corazón… A veces las
personas te sorprenden, pero no creo que con ella me vaya a pasar… Realmente
creo que es buena, si no no la habría dejado acercarse a vosotros. Y… yo… ella
no es… Es decir, si nos llegáramos a casar, tal vez…. Todo el mundo necesita
una madre – dije al final – Yo también la necesito. Pero en cualquier caso si
eso llega a pasar aún queda mucho, muuucho tiempo, si apenas hemos empezado a
conocernos…
-
Algo me dice que no queda tanto – replicó Madie.
Aquello me dio curiosidad, porque ella no solía equivocarse en sus
predicciones. – Ojalá no te equivoques.
No me gustaría que te hiciera daño – murmuró al final.
Entre abrí la boca y apreté el abrazo, agradecido y conmovido.
-
Tengo a mi princesa para que me proteja. Y es toda
una fierecilla ¿eh? – bromeé, y apreté su costado. Ella me enseñó los dientes,
jugando, para demostrar lo fierecilla que podía ser.
Cerró los ojos y yo me eché un poco para atrás, para estar más cómodos.
Me convertí prácticamente en su cama humana y escuché el sonido lento de su
respiración. El pelo le oía a lavanda, por el champú que usaba, y caía en ondas
por sus brazos hasta rozar los míos, haciéndome cosquillas. Cómo quería a ese
diablillo pelirrojo.
-
¿Estamos bien? – pregunté, para confirmar que ya
habíamos terminado de pelear. Ella asintió y selló la paz con un beso en mi
mejilla. – Sé que es difícil para ti. ¿Qué puedo hacer para que sea más fácil?
¿Te sentirías mejor conociéndola un poco más o prefieres guardar las
distancias, y no verla mucho?
-
No verla mucho… por ahora.
Asentí, dispuesto a ayudarla en eso. De todas formas no tenía planeado
que Holly volviera a casa pronto: no queríamos involucrar demasiado a los
chicos.
-
Está bien, cariño. Además intentaré hablar poco de
ella, ¿bueno? Pero tú tienes que hacer un esfuerzo también… No quiero que se
repita lo de hoy.
Se hizo bolita en mi pecho, que era un gesto que también hacía Hannah
ha menudo. Venía a significar “no estoy de acuerdo, pero estoy demasiado mimosa
para protestar”.
Le di palmaditas en las piernas y besé su cabello. Respiré aliviado por
haber podido hablar de aquello de forma pacífica. Por eso me sorprendí un poco
cuando ella hizo por romper el abrazo. Estuve a punto de decir “jo, no, un
ratito más”, pero me quedé observando cómo se movía con timidez y se quedaba a
mi lado con un gesto extraño en el rostro.
-
¿Cómo hacemos esto?
- preguntó, muerta de vergüenza. Tardé en entender que estaba esperando
que la castigara. Decidí hacerla sufrir
un poquito.
-
Mm, no lo sé. Me estoy pensando seriamente cómo de
duro tengo que ser.
Madie puso una carita triste, pero no dijo nada. No se movió cuando la
agarré del brazo y se quedó quieta mientras la tumbaba encima… para hacerle
cosquillas.
-
¡Ay! Jajajaja…¡No, para, tramposo! Jajajaja
Tras unos segundos la dejé respirar, porque se estaba poniendo roja, y
la di una palmadita antes de levantarla.
PLAS
-¡Ay! ¿No estás enfadado?
-
No, ya no. Me molestó un poco que dijeras esas
palabras, por eso te castigué abajo, enana…
-
Pero dijiste que arriba seguirías…
-
Eso fue porque pensé que tú también ibas a seguir.
Me gusta mucho más la forma en la que lo hemos resuelto. ¿O preferías lo otro?
-
¡No! – se apresuró a decir, y se sentó sobre los
talones, como para poner su retaguardia a salvo. Eso lo hacía mucho cuando era
pequeña, y el recuerdo me sacó una sonrisa. Ella también sonrió un poco, al ver
que había salido bien librada, pero luego puso un puchero. – No tengo dinero
para meterlo en el tarro. Me lo gasté en una mascarilla para el pelo…
-
Madie, pero esas cosas pídemelas, cariño, te las
compro yo…
-
Tú me traerías una crema o un champú. Los hombres no
sabéis distinguir esas cosas.
Rodé los ojos. Habíamos llegado a la edad de “es que los hombres no
sabéis nada sobre nosotras”.
-
Bueno, pero te daba el dinero… Tu paga no es para
eso, es para que compres chuches, o una peli, o algo que te guste.
-
No pasa nada… Aunque ahora que somos ricos te dejaré
pagar eso y más cosillas que se me irán ocurriendo ^^
Pero qué morro tenía y qué mona era. Por lo visto, las ganas de comerme
a mis hijos no desaparecían cuando se hacían mayores.
-
Esas cosas que las chicas os compráis para estar más
guapas aunque no las necesitáis, las pagaré yo. La próxima vez te daré el
dinero, pero por esta vez no… Hagamos como que ese fue tu dinero del tarro –
respondí. Me hacía cierta gracia que Madie se autosentenciara a meter dinero
ahí, era la que más en serio se tomaba aquello de “palabrota = multa”. Como
después de todo la había sacado barata, pensé que estaba bien añadir también
aquello. Hasta dentro de una semana no les iba a dar más dinero, y así tendría
unos días para pensar en que podría haberlo tenido de haberse portado como es
debido.
-
Bueno – aceptó, y volvió a recostar sobre mí para
que la siguiera mimando. Aproveché el momento, porque la verdad era que no
tenía muchos como aquél con ella. Sin embargo no duró mucho, porque Kurt asomó
la cabecita por la puerta. Seguramente, venía a despedirse antes de ir al
parque.
-
¿Papi? ¿Puedo entrar?
-
Sí, campeón – respondí, muy orgulloso porque se
hubiera acordado de pedir permiso. Me costaba un poco que los peques
entendieran que no siempre podía entrar en cuartos ajenos sin anunciarse.
Vino hasta nosotros y se hizo un hueco al lado de su hermana.
-
Me dejas un huequito de papá ¿a que sí? – le dijo a
Madie, que no pudo más que reírse y asentir ante la pregunta.
-
Pero qué empadrado estás tú, bebé. ¿Me quieres? –le
pregunté.
-
Muto :3
-
¿Mucho mucho? – insistí, y le levanté por encima de
mi cabeza.
-
Mucho, mucho, mucho – respondió, y me dio un abrazo
de los suyos. Una vez, una madre de las del colegio me preguntó si no me sentía
asfixiado por lo pegajoso que era Kurt. En esa ocasión no supe muy bien qué
responder, pero luego lo pensé con detenimiento y me di cuenta de que
molestarme con él por querer estar a todas horas conmigo no hubiera sido nada
justo. Tenía que trabajar un poco por enseñarle algo de independencia, pero
podía ser todo lo mimoso que quisiera.
Kurt se puso a jugar con su hermana en mi cama, mientras yo les
observaba, feliz por verles así, tranquilos y contentos.
-
¡Mira, papá, se le mueve un diente! – anunció Madie.
– Eso es que te haces mayor, enano.
-
¡No, yo no! Yo siempre seré el bebé de papá :3
Sonreí, deseando que mantuviera ese pensamiento por mucho tiempo más.
Muy bueno el capítulo!
ResponderBorrarPor demas de tierno el capitulo. Kurt provoca comerselo jajaja. El pobre Aidan, definitivamente debe ser extraterrestre.
ResponderBorrarMe encanta siempre la forma en la que Aidan resuelve y piensa las cosas, adoro que sea reflexivo, fue un buen capitulo.
ResponderBorrarMe encantó creo que ahora tengo diabetes jaja muy buen capi
ResponderBorrarMm yo tengo los mismos pensamientos de Madie ...es una locura lo de Holly....
ResponderBorrarO es que ella no me cae bien?!.. mm bueno pero sus chicos si me caen bien... Bueno algunos...
Aunque este capi estuvo muy tierno!!