CAPÍTULO 4: ENTRENAMIENTO
En la familia Halliwell, los brujos y brujas en crecimiento no recibían
exactamente un “entrenamiento”. Estaba la escuela de magia, donde aprendían
cosas “por las buenas”, pero mayormente todo lo que sabían solían aprenderlo
“por las malas”. Es decir, enfrentándose con alguna criatura que quería
arrebatarles la vida.
Los niños no eran
soldados así que, aunque se les permitía practicar con sus poderes siempre y
cuando no hicieran nada peligroso, no se les forzaba a un entrenamiento
intensivo. No se testaban sus poderes ni se media su potencial, porque los
Halliwell siempre habían tenido la ilusa esperanza de conseguir una vida normal
para sus hijos. Por eso Chris no tenía mucha idea de cómo probar las
habilidades de Peter. Todo parecía indicar que Peter era más sensible al dolor
de lo que era antes de transformarse en un demonio completo, y Chris quería
saber qué otras cosas habían cambiado.
-
Lo mejor
sería que nos dejaras pelear – le sugirió Nick – No en serio, claro, pero yo
puedo transformarme y…
-
Mis hijos
no se enfrentarán el uno contra el otro, incluso aunque sea solo un simulacro –
cortó Chris.
-
Entonces,
otro demonio. – intervino Peter. Chris le echó una mirada tan helada que no
hizo falta responder a aquella sugerencia. Antes muerto que dejar que su hijo
se sometiera a una prueba semejante.
-
¿Y el tío
Thomas? – preguntó Leo – Él enseña a la gente a pelear ¿no? Puede pelear con
Peter sin hacerle daño. Peter no tiene por qué estar en su forma de demonio.
Lo cierto es que, tras mucho pensarlo, aquella fue la mejor idea que
pudieron conseguir, así que Chris se dispuso a llamar a su cuñado. De todas
formas, tenía pendiente hablar con él para decirle que se podían quedar la
casa.
Normalmente Peter hubiera estado feliz ante la perspectiva de ver al
que era su tío favorito, pero aquella vez se sentía también bastante culpable,
por aquello que había sucedido en las visiones de Victoria. Si Nick no hubiera
cerrado el portal, y Peter hubiera llegado a estar en la tierra 2, esas visiones
se habrían hecho realidad, y él habría acabado siendo el asesino de su tío.
Nadie parecía dispuesto a echarle la culpa o a tratarle de forma diferente por
“lo que podría haber pasado”, pero él no podía dejar de verse a sí mismo como
un asesino en potencia y un suicida en acto. No estaba seguro de poder mirar a
su tío a la cara después de aquello.
Thomas no conocía todos los detalles de la visión de Victoria, pero sí
sabía a grandes rasgos que a raíz de eso ni Peter ni Nick estaban pasando por
su mejor momento. Se mostró encantado de poder ayudar, aunque le pareció
extraño que lo que quisieran de él fuera una sesión de entrenamiento.
-
¿Desde
cuándo te gusta el boxeo? – le preguntó a Peter, curioso. Había creído que ese
deporte no iba con él.
-
No es eso…
Papá quiere ver de qué soy capaz. Si soy más rápido, o más lento que antes…
Parece que… que soy más sensible al dolor.
-
Mmm. La
magia es cosa vuestra, pero nunca había oído de un demonio que fuera más
sensible al dolor que los humanos… suele ser al revés…
Thomas le llevó a entrenar mientras Chris buscaba en los libros algo
que pudiera explicar lo que estaba experimentando Peter, pero llevaba días
buscando, sin éxito. Le había pedido ayuda también a su padre, a ver si su
posición de Anciano le permitía averiguar algo más. Leo no le decepcionó,
porque orbitó en el desván con respuestas.
-
Los
Ancianos creen que la hipersensibilidad de Peter se debe a su alma humana.
Están deseosos de ver si presenta alguna otra anomalía.
-
Gracias,
papá. – dijo Chris, evitando decir que ya no sabía lo que era “una anomalía” en
aquella vida de locos que llevaban.
Sin embargo, cuando fue a ver cómo les iba a Peter y a Thomas con un
vaso de zumo y un sándwhich, solo encontró a un adolescente boxeando con su
tío. No había nada de anómalo en aquella escena, excepto que tal vez Thomas
tenía que ser el entrenador menos serio del mundo, porque estaban jugando más
que otra cosa. Chris sonrió al ver a su hijo así. Parecía tranquilo y feliz. Se
quedó un rato observando, hasta que en una de esas Peter lanzó un derechazo
sobrenaturalmente rápido y fuerte, que tumbó a Thomas.
-
¡Tío
Thomas! – exclamó Peter, sorprendido. No había sido a propósito. No sabía de
dónde había salido aquella fuerza y aquella velocidad.
Chris se acercó a ver si Thomas estaba bien. Estaba acostumbrado a
recibir golpes en el ring, así que no era nada que no pudiera aguantar, aunque
sin duda, pese a los guantes, le había dolido.
-
Perdón,
perdón perdón…- barbotó Peter, mientras le ayudaba a levantarse.
-
Está
bien, no es nada. – le tranquilizó Thomas – Pero creo que es el momento ideal
para hacer un descanso. Mira, tu padre trajo la merienda. No sé tú, pero yo me
muero de hambre.
Thomas palmeó su espalda en un gesto cariñoso y cogió un vaso de zumo.
Estaban entrenando en el amplio salón de la casa Halliwell, con los muebles
previamente retirados.
- Pedazo salón tenéis, Chris – dijo Thomas, que ya parecía haber
olvidado el incidente – Yo no puedo hacer esto en casa sin cargarme la tele, o
algo.
-
Eso me
recuerda que hay algo que tenemos que hablar. Ven, vamos a por más zumo y te
cuento…
Chris le planteó a su cuñado la posibilidad de que él y su familia se
quedaran con la casa después de que él se mudara. Lo hizo con cierto cuidado,
porque sabía que Thomas se sentiría ofendido si lo hacía parecer un acto de
caridad.
-
Es muy
amable de tu parte, pero…
-
Escucha,
Thomas, esta casa es y siempre debe ser de los Halliwell. Está vinculada a
nosotros y es nuestra por derecho. Mel es una Halliwell, así que esta casa es
tan mía como suya. Si yo ya no voy a vivir aquí, no hay razón para que no lo
hagáis vosotros. Además… sé que queríais mantenerlo en secreto, pero mamá me
contó que me vais a hacer tío otra vez. Os vendrá genial una casa grande para
cuidar de cuatro niños. ¡Diablos, hasta de seis, si queréis! O siete…
Thomas soltó una carcajada.
-
¿Pero tú
cuántos sobrinos quieres tener? Está bien, está bien… Hablaré con Mel. Ya te
diré algo…
Chris iba a responder, pero se vieron bruscamente interrumpidos por el
ruido de algo al caerse.
-
¡¿QUÉ
NARICES PASA CONTIGO, ANORMAL?!
-
¡SUÉLTAME!
Thomas y Chris corrieron al comedor para encontrar a Nick y Peter
rodando por el suelo. La mesita se había caído a consecuencia de su pelea y
Nick intentaba conseguir ángulo para darle un puñetazo a Peter.
-
¿Qué es
esto? ¡Basta los dos! ¡Quietos!
Nick se subió encima de Peter y le golpeó en la cara. Entonces Peter
comenzó a devolver los golpes, y de nuevo sacó aquella fuerza oculta que hizo
que con solo dos golpes se proclamara el vencedor de la pelea. Thomas y Chris
se apresuraron a sujetar a ambos chicos para que no siguieran golpeándose.
-
¿A qué ha
venido esto? – inquirió Chris, zarandeando un poco a Nick, que era a quien
tenía sujeto.
-
¡Leí su
mente! ¡Le ha pegado al tío Thomas! ¡No sé qué le pasa últimamente, pero quiero
a mi hermano de vuelta! – chilló Nick.
-
¡Fue sin
querer, idiota! ¡No le di aposta!
-
Tu
hermano tiene razón, Nick, fue un accidente. Y esa no es razón para pegaros
como animales. Sabéis lo que opino yo de las peleas. Pídele perdón a Peter.
Ahora.
-
¡No! ¡No
hasta que vuelva a ser mi hermano!
-
¿¡¡Y qué
se supone que significa eso¡¡? – replicó Peter. Thomas y Chris hicieron algo de
fuerza para impedir que volvieran a ir a las manos.
-
¡Bueno,
basta! – zanjó Chris – Nicholas, he dicho que te disculpes. Peter, tú también.
No me interesa quién empezó la pelea, los dos os estabais pegando.
-
Lo
siento… - murmuró Peter. No sonó del todo sincero, pero al menos manifestó la
intención de dejar de discutir.
-
Ahora tú,
Nick – insistió Chris, pero Nick se limitó a bufar y a tratar de darle la
espalda a su hermano – Bueno, sube a tu cuarto entonces. Vamos.
Nick soltó una maldición en voz baja y luego subió, machacando los
escalones con cada paso. Chris suspiró y miró a Peter fijamente, como tomando
una decisión.
-
Tú te
salvas porque te disculpaste, pero tampoco actuaste bien – le regañó. Peter
agachó la cabeza y se encogió un poco. –
Ahora que tienes más fuerza y hasta que aprendas a controlarla tienes
que tener cuidado.
-
Perdón…
Thomas abrazó a Peter y miró mal a Chris para que no le siguiera
regañando.
-
No paso
nada, Pete. Ven, vamos a colocar esta mesa mientras tu padre habla con tu
hermano.
-
No sé si
van a hablar precisamente…
-
Bueno,
entre otras cosas. – respondió Thomas, con una mueca.
N.A.: Hello. Sé que es corto
incluso para lo que vienen siendo últimamente, pero es más bien como la
voluntad de seguirlo xD Así el siguiente cuesta menos. Prometo que actualizaré
más rápido que esta vez u.u
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