martes, 27 de enero de 2015

Nico... no más travesuras al volante!





Ay, no! Ay, no! Ay, nooo!!! El cinto no, el cinto no... Eso ya nooo... buaaaa...

-Papá, con eso noooo!!! Papiiii, nooooo... buaaaaa....- Lloré con más fuerzas al sentir que mi papá se quitaba el cinturón para seguir castigándome con eso. Hacía un par de horas... bueno, bueno, minutos que me estaba dando palmadas y yo ya no aguantaba más. Me dolía mucho mi colita y papá encima quiere pegarme con esoooo... buaaaaa... Ayúdenmeee!! Díganle que nooo... buuuuaaa... no lo volveré a haceerrr... snif snif!!!

-ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS-

Llovieron incesantes los golpes sobre mis nalgas desprotegidas y maltratadas, mientras yo me movía desesperado por escapar de aquella terrible "tormenta".

-AuuuuUUUU... AUAUAUAUUUUU... Ayyyyyy... YAAAAAAAA.... BUAAAAAA....

Me quejé, moviéndome enérgicamente para liberarme del brazo de mi padre, que me tenía sujeto por la cintura, bajo su brazo, con el trasero hacia adelante, a merced de su implacable cinturón.

-ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS- Sentí el silbido del cuero atravesando el aire una y otra vez para darse paso hacia mi pobre trasero. Buaaaaaa... cómo dolía eso!!

-Buaaaaaa.... Buaaaaaa.... nooooo!!! Bastaaaaaauuuuu.. Ayyyyy... bastaaaaaaaa.... -Grité más fuerte... sorprendentemente más fuerte... cubriéndome uno de mis glúteos con mi manito derecha.

-ZASS ZASS ZASS ...- Quita esa mano, jovencito... aún no hemos terminado... -Me retó mi papá. Su voz aún sonaba muy enojada- ZASS ZASS ZASS... Que quites la mano he dicho... ZASSSSSSS.... -Tronó un chirlo solitario, atravesando de lado a lado mis nalgas coloradas. Yo aullé, grité y pataleé cuando sentí la quemazón en mi piel.

-Ahhhhhhhh.... Noooooo... pa...papiiiiii... Escúchameeeee... Buaaaaa.... Mggggg... Buaaaaa.... -Pedí, sacando mi manito cuando papá me dio un golpecito leve con el cinturón para que la retirara. Creo que no quería dañarme, bueno... más de lo necesario!! Se suponía que me estaba dando una lección, pero con lo enfadado que estaba más me estaba lastimando que otra cosa.

-ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS-

-BUAAAAAAAA... BUAAAAAA... BUAAAAA..AAHHHHHH... AHAHHAHHHHHAHHHHHH... -Sollocé, casi desarmándome contra el agarre firme de mi padre, quien parecía dispuesto a seguir con la entrega de la paliza, sin importarle que ya se estaban formando manchas violáceas en mis posaderas. Él estaba tan enfadado! Y yo... muy asustado!

-ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS-

Ahí sí que demostré la capacidad de mis pulmones, pegando un grito que hasta era raro que los vecinos no estuvieran llamando a la policía... aunque, la verdad los vecinos ya estaban acostumbrados a mis griteríos... es que... es que siempre vivo haciendo travesuras, y... pues, mi padre por detrás mío, ajustando cuentas con mi trasero inocente!

-PAPAAAAAAÁ.... PAPIIIIIITOOOO... AUAUAUAUUUUUU... YAAAA... NO MÁSSS.. SNIF SNIF... DUELEEEEE... BUAAAA... PERDÓNNNNN... PER.. SNIF SNIF PERDOOOOOOÓNNNNNN... BUAAAAAAAAA-

-ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS...

-Auuauuauauuuuuuu... auuuuuuuuuuu.... Yaaaaaaa!!!!

-Cómo se te ocurre beber mientras conduces... ZASS ZASS ZASS... Sabes lo irresponsable que es eso?!! ZASSS ZASS ZASS... El daño que te puedes hacer?! Podrías... podrías... ZASS ZASS...

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Roberto hacía un gran esfuerzo por controlar su voz, pero francamente le dolía la situación tanto como a su hijo le debía estar doliendo el trasero. Decidió que pondría un paréntesis en el castigo, porque para él, esos chirlos no habían sido suficiente... Quería dejarle bien PLASmado a su hijo que sacar el auto sin permiso y tomar bebidas alcohólicas mientras conducía estaba más que prohibido para el. Podía perder a su bebé...

-Perdóooname, papiii... buuuu... mmgggg... snif snif... perdóoon, cof cof cof... -Lloraba Nicolás a lágrima viva, haciendo que a su padre se le derritiera el alma y se odiara a sí mismo.

Lentamente, Roberto fue liberando su brazo de la cintura de su niño y ayudándolo para que se parara en frente suyo. Le acomodó la ropa que había quedado por el piso y le levantó la cara para que lo mirara a los ojos.

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No podía escuchar claramente lo que mi papá me decía... pero cuando me ayudó a enderezarme en frente de él, pensé que se había acabado todo, que ya no habrían palmadas y mi papá me abrazaría y consolaría. Yo estaba por lanzarme a sus brazos cuando papá me lanzó una puñalada al corazón.

-Estoy muy decepcionado de ti, hijo. - Me dijo, causándome un dolor tan grande que hasta les puedo jurar que prefería el dolor de los cintarazos que me había dado.Y él lo sabía, pero creo que ya no podía callarlas...

Yo sollocé con el alma destrozada, tratando de esconder mi cara entre mis manos, pero papá no me lo permitió.

-Mírame, Nicolás... -Dijo mi papi, sosteniéndome el rostro entre sus manos grandes para que yo no desviara la vista. Me daba mucha vergüenza mirarlo después de lo que me había dicho- Te quedarás en ese rincón a pensar en lo que hiciste hoy, y cuando regrese vamos a seguir esta conversación... -Abrí grande los ojos y lloré con más ganas- Voy a dejarte bien en claro que tienes prohibido tomar los vehículos y más si estás bebido... Ahora has lo que te he dicho. -Me dijo acomodándome mirando hacia el rincón de la habitación. Y salió del cuarto sin siquiera darme un mísero besito. Me había dado una soberana paliza y ni un mimito se había dignado en regalarme!!

Les juro que sentí que mi corazoncito estaba hecho añicos. Mi padre me odiaba?! Sí. No podía ser de otra forma... y YO me lo había buscado. Me portaba tan mal todo el tiempo... Pero... pero mi papito siempre me perdonaba y mimaba y me daba besitos en la nariz después de cada tunda ganada a pulmón. Por qué ahora no?!! Encima papá me había dicho que esto no se había terminado! Pensaba seguir zurrándome acaso?!!

Cuando sentí el portazo, no pude más que acurrucarme contra la esquina y abrazarme a mí mismo.

Mi papito me odiaba. Saben lo que es sentir eso?! No me perdonaría nunca... y eso... eso no!! Yo qué hago sin él?! Qué?! Es mi papá! Lo amo.... pero el ya se cansó de mí!

Creo... creo que ya sé lo que debo hacer... Me iré de la casa!

Pero dónde?!!!

-Ya sé... - Susurré. La respuesta vino sin mucho esfuerzo a mi cabeza, como si me la hubiesen dictado. Ya sé dónde puedo ir... con mi abuelito del alma. Con Don Julián! Es más, ahora mismo me voy....

Decidí ponerme unos pijamas livianitos para estar un poco más "cómodo" en mi escape. Después puse algo de ropa en una mochila y salí por la ventana de mi balcón, porque si salía por la puerta de adelante, corría el riesgo de que papá me viera y se enojara aún más. Pero cómo me costó esa salida!

Llegué hasta el piso con muchísimo esfuerzo y quejándome bajito todo el tiempo por el dolor de mi colita cuando rozaba con el pantalón... y eso que era de algodón!

Cuando llegué a la casa de Don Julián, me apresuré a tocar la puerta... Quería estrecharme en sus brazos y dejarme consolar con sus besos y caricias, las mismas que papá me negó. Necesitaba con todas mis fuerzas saberme un poquito querido...

-Don Juliii...Snif snif... Toc... toc... toc... Dooon.. sniffff... JULIIIIII.... -Llamaba, pero nada que me atendían.

Una lágrima se me escapó, lamentando mi miserable suerte.

Suspiré frustrado y estaba a punto de volver a mi casa, resignado a más palmadas por haber escapado, cuando la puerta se abrió sola.

Era extraño porque la casa de éste señor siempre fue muy segura. Y además no había sentido los pasos de nadie que me abriera la puerta. Pero en fin... qué más da!

-Don Julián?!!!- Pregunté asomando mi naricita hacia el interior de la casa. Pero como nadie respondió,  me metí igual. Total, ya conocía el camino.

Guiado por mi corazón -y mi olfato- me dirigí a la cocina. Era allí el primer lugar donde Don Julián siempre me llevaba después que... después que yo llegaba con los ojos rojos. Y cuál fue mi sorpresa, cuando me encontré con un enorme pastel de chocolate y crema, esperándome en la mesa! Seguramente mi abuelito me lo había preparado para mí.

Casi corrí hasta la mesa, separando la silla para acomodarme en ella, pero cuando hice el amague de sentarme mi traserito resentido por la paliza se hizo notar y decidí quedarme de pie. Busqué una cuchara y empecé a servirme de la misma bandeja de la torta que tanto me gustaba. Pero no me conformé con unas cuantas cucharadas. No, no, no! Yo estaba muy triste, muy deprimido y necesitaba mucho "consuelo", por eso, ese pastel exquisito, fue desapareciendo poquito a poquito de mis narices, mientras lloraba sin parar, mezclando mis lágrimas con el sabor del chocolate, tratando de olvidarme de las palabras de mi padre, aquellas que tanto me habían dolido, incluso más que la paliza: "estoy decepcionado de ti". Eso me había dicho mi papito querido y yo no podía dejar de lamentarme. Intentaba borrarlo de mi mente cucharada tras cucharada de torta, pero eso no me estaba sirviendo de mucho. Y cuando me di cuenta, la torta ya ni existía, quedando en su lugar un terrible dolorcillo de estómago.

Cuando me di cuenta que no había más tortita me puse a llorar mi miseria, apoyando mi carita sobre la bandeja sucia del pastel. Seguro debía dar asco, enchastrado en chocolate, pero ni eso me importó. Dolía tanto mi cuerpo entero -corazón, pancita y colita incluido-. Buaaaaaa....
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Así estuvo las dos horas que se demoró Don Julián en regresar y encontrar a Nico, sollozante y ardiente sobre los restos del pastel.

El señor, al llegar a su casa, de lo primero que se percató fue de la puerta principal entre abierta. Sobresaltado, asegurándose así mismo que le había puesto llave, y aunque su instinto le decía que se detuviera y llamara a la policía, algo en su corazón lo obligó a entrar.... y hasta puede decirse que una fuerza sobrenatural lo empujó hasta adentro, guiándolo hacia la cocina, donde encontró al niñito de sus ojos, llorando sin consuelo, en una posición muy incómoda, entre medio sentado, medio parado, sucio y embarrado de chocolate.

-.....ni mi abuelito Julián me quiere... -Le escuchó decir a Nico y su corazón saltó en su pecho.
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-Ayyyy... Snif snif... qué..qué voy a hacer.. snif snif... si ni mi abuelito Julián me quiereeee....- Sollocé sin darme cuenta que alguien venía llegando.


-Mi mocoso, qué dices?! Qué dices, mi pequeño sinverguenza?! Escuché que me dijo Don Juli, corriendo a abrazarme.

-....no me quiere, abuelito, no quiere... -Lloré en sus brazos.

-Quién, pequeño?! Quién no me lo quiere a mi bebé?! Shhhh... ya... shhhh!- Me consolaba, meciéndome entre sus brazos. Trataba de levantarme, pero yo ya era demasiado grandecito, así que optó por ayudarme a caminar, hasta llevarme a lavarme la carita.

-...mi papá... mi papá me pegó y me dejó solito... Ya no me quiere, abuelito! Ya no... -Dije, abrazándome con fuerzas a su pecho. Él me abrazó fuerte también. Le dolía verme llorar.

-Shhhh, cariño. Shhhh... ya está, ya está. Ya pasó! Shhh... por qué te pegó tu papá, hijito?!

Me separé de a poquito, disfrutando lo máximo que podía del contacto físico con aquél señor al que mi corazón veía como un segundo abuelo.

Le hice un puchero, y él me miró como adivinando lo que pasaba por mi mente. Me agarró del brazo, haciéndome girar un poco y... PLASS PLASS PLASS...

-Ayyyyyyyyyy... auauaauaauuuuuuuu.... Buaaaaaa!!! No me peguesss... buaaaa... dueleeee.... -Lloré fuerte.

Don Juli se asombró de verme llorar con tanta fuerza que decidió bajarme el pantalón. Quería ver el estado de mi trasero.

Vi cómo sus ojos se hacían pequeñitos del enojo. -Eso te hizo tu padre?!- Me preguntó subiéndome la ropita. Yo asentí y él me envolvió en sus brazos nuevamente, como queriendo protegerme.

Me llevó hasta una habitación muy bonita y grande. Yo no quería soltarme de él. Siempre me ha gustado sentirme seguro, supongo que eso de ser hijo único e independiente no va conmigo.

Lentamente, me ayudó a acostarme boca abajo en la cama. Dejé de llorar con las caricias que me hacía en el cabello y fui durmiéndome. Le escuché que dijo algo de una crema... pero para ese entonces yo ya estaba inconsciente.

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Una hora después, el timbre de esa casa cobró vida, sonando varias veces con insistencia.

Julián ya se imaginaba a quién encontraría del otro lado, pero cuando vio a Roberto con la cara roja de enojo y lo que traía en la mano, su primer impulso fue llevarse la mano a su propia cintura y sacarse el cinturón de sus pantalones.

-O arrojas esa porquería a la calle en éste instante, o el que terminará con el trasero morado, serás tú!

-Don Julián, yo....

-Qué mierda te ocurre, muchacho estúpido! Cómo se te ocurre castigar a tu hijo así?! Ni sueñes que vas a entrar a ésta casa con eso en la mano... Ya vas a ver tú en cuanto le cuente a tu padre sobre éste asunto!!! Serás un "mocoso" más triste que tu propio hijo. Realmente estoy decepcionado de ti!- Don Julián no daba tregua a su lengua. Estaba tan enfadado.

Cuando vio las señales de la paliza que Roberto le había dado a su adorado nietecito, tuvo que hacer un esfuerzo olímpico por no salir corriendo a la casa de Roberto y tomarlo de una oreja para ponerlo sobre sus rodillas y darle a él la misma paliza que le había dado a su Niquito! Eso había sido maltrato! No podía creer que el muchachito que él conocía hubiera tenido las "agallas" para golpear así a su propio niño.

Roberto, por su parte quedó sin palabras. Había sido un golpe terrible para él escuchar ese "estoy decepcionado de ti"... lo mismo que él le había dicho a su crío! Se llevó una mano a cubrirse los ojos como los niños pequeñitos que piensan que tapándose los ojitos desaparecen los cucos!

Julián suspiró, avanzando hacia él. Le quitó el cinto con una mano arrojándolo lejos, y con la otra lo atrajo hacia él para abrazarlo. Roberto lloraba miserablemente en su hombro.

-L-lo si-sientooo... snif snif...- Dijo unos segundos después. -Ya- ya no sé qu-qué hacer con él... se a-arriesga todo el tiempo.. snif snif... no quiero perderlo, Don Juli, no quiero... snif... es mi bebé.

-Shhhh... Ya, mi Robi. Shhhh... Entre los dos lo cuidaremos. Shhhh... ya está. Vamos, muchacho! Eso es... Shhhh... -Murmuraba, haciendo círculos en la espalda de aquél hombre joven, niño a sus ojos.

-Se te pasó la mano, Roberto. Lastimaste a tu hijo. Eso no lo voy a dejar pasar... tú y yo tendremos una seria charla... pero ahora quiero que vayas y le pidas disculpas a tu hijo. -Regañó suavemente, pues creía en el arrepentimiento de Roberto.

-Qué- snif snif.. qué va a hacerme?!- Preguntó Roberto, mordiéndose el labio como lo hacía su niño cuando estaba nervioso. Julián no pudo evitar una sonrisa. Pensar que aquél podría ser su hijo, y el niño que dormía en la que fuera la habitación de su hijo, su nieto.

-Tú qué crees?!- Le dijo, limpiándole las lágrimas con su pulgar. -Anda, ve a ver a tu hijo... Está durmiendo en la habitación de Juli... recuerdas el camino, verdad?!

Roberto se limpió la cara con el puño de su camisa y asintió con la cabeza. Se sentía un crío nuevamente, y no quería ni imaginarse cómo se sentiría luego de la "charla" que tendría con Don Julián.

Decidió que enfrentaría las consecuencias de sus actos lo más digno posible. Después se ocuparía de pensar en sus sentimientos. Ahora lo único que le interesaba era su bebé. Su chiquito.

Con pasos presurosos caminó hasta la que alguna vez fue la habitación de su hermano del alma, abrió la puerta y a sus ojos creyó ver un angelito.

Su niño estaba despierto ya. La inocencia que reflejaban sus ojos celestes, abiertos de par en par, le recordaron lo mucho que ese mocoso le importaba. Era según sus palabras "el mal necesario que hacía que su corazón siguiera latiendo como lo hacía".

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Hacía varios minutos que no sentía tanta paz. Quería seguir durmiendo, pero algo me obligaba a volver de mis sueños, no sé qué sería, pero quería averiguarlo, así que, con gran dificultad, abrí uno de mis ojitos para enfocar mi visión en la mano cálida que acariciaba mi mejilla. Quién sería?! Papá?!....

Cuando al fin pude distinguir algo, yo... no sé si fue mi imaginación o qué cosa, pero les juro que vi un ángel... De veras! Y se parecía a... a Don Julián, pero muchísimo más joven! Estaba a punto de decir algo, cuando sentí que la puerta se abría.

-Mi bebé....

-Papito...-Murmuré con miedo. Papá no lucía enfadado, pero...

Papá no me dio tiempo a nada. Corrió hasta la cama para levantarme en sus brazos y no sé en qué segundo, me tuvo acurrucado en su regazo.

Yo empecé a llorar nuevamente, abrazándome a su cuello. Temía que si lo soltara, aquello resultara ser sólo un sueño. Pero no lo era, porque pude sentir cada uno de los besos que mi papá se dedicó a darme durante varios minutos.

-Te amo tanto, tanto... mi ángel... mi cielo!...Perdonarás alguna ve a papá, mi bebé?!!! Mi chiquitito lindo... cómo te amo, mi rey! Soy un bruto, sabes?!! - Me hablaba, meciéndose cuidadosamente.

-Papito, perdóname... perdóname, por favor!! No quise decepcionarte... sé que me porto mal, pero te prometo que nunca más haré una cosa así, nunca más papito, pero ya no me pegues, por favor...

-Shhhh, mi niño. No más palmadas ni nada para esa colita que ya ha tenido suficiente... Eres mi diablito consentido, sabes?! Y el que debería estar pidiendo perdón soy yo... -Abrí mis ojos enormes. Papá sólo sonrió, dándome un beso en la nariz- Sí, bebé. Perdóname tú a mí, por favor... No quise maltratarte, pero estaba tan enojado y asustado a la vez, que no medí mis actos. No quiero perderte por nada en el mundo.... Eres mi razón de vivir, hijito. Lo sabes! Pero ya no sé cómo hacer para que entiendas que lo que haces es peligroso y podría pasarte algo... Sé que no es excusa para lo que te hice y por eso te pido perdón, Nicolás.

-Te quiero mucho, papito. -Sólo eso pude decir. No necesitaba perdonar nada. Yo amaba más que a nada en el mundo a papá. Mi trasero, sí... dolía. Pero ya pasaría. Lo que más me importaba a mí era saber que el amor de papá hacia mí nunca dejaría de existir.

-Te amo, mi mocoso rico. -Dijo papá, besándome la base de los cabellos, apretándome suavemente contra su cuerpo. Después me alzó en brazos nuevamente para dejarme en la cama, boca abajo. Bajó mi ropa y apretó fuerte los ojos cuando vio el estado de mi colita.

-Fui un estúpido! Pero voy a pagar caro ésta estupidez! -Dijo. No lo entendí. Pero no me dejó preguntar. Salió de la habitación, y a los pocos ratos escuché algo que me hizo estremecer. Era algo así como un ZASSS... y un agggg...

Quise levantarme y salir corriendo al darme cuenta que era papá el que se quejaba, pero no pude. La misma mano cálida sobre mi espalda volvió a hacerse presente, pero ésta vez pude ver bien al dueño de esa mano.

-Tu papi está bien. Tu abuelito no lo dañaría nunca. Él es un buen padre, y puedo ver con agrado que también es un buen abuelo... -Yo no podía articular palabra. Quién era aquél sujeto?! -Tranquilo, niño. Sé que sabes quién soy... no necesitas que te lo diga, cierto?! Sólo quiero agradecerte por hacer tan feliz a mi padre... creo que eres el nieto que él siempre deseó. Estaré eternamente agradecido. Pero quiero que te cuides, jovencito. Ya fue suficiente de travesuras al volante... Haces daño a tu padre y a tu abuelo. Y eso no lo voy a permitir, señorito. Me oyó?- Me regañó. Yo le asentí. Y le puse un puchero gigantesco.

-No más travesuras al volante, Nicolás. -Repitió con toda la seriedad. En ese instante, mi pantaloncito se bajó hasta quedar por debajo de mis nalgas y pude sentir tres sonoros y dolorosísimos chirlos. -

-Auuuuuu... auuuuchhhh... siiiii, lo prometo, lo prometo. No más. Nunca más travesuras al volanteee....- Gimoteé.Y la puerta se abrió nuevamente.

Papá y Don Juli me miraron sorprendidos. Mi papi tenía los ojos rojos y fue acercándose hasta mí con dificultad en sus pasos. Pude reconocer esos signos con facilidad, si yo terminaba en esas mismas condiciones después de una paliza de papá.

-Abuelito, le pegaste a papá?!- Le reproché.

-Sí, señorito! Y la misma paliza que le di a tu padre, te la daré a ti si vuelves a tomar el auto sin permiso, y otra igual si además me llego a enterar que has manejado bebido! Me oyó?!- Já, las mismas palabras que escuché hace un ratito. No cabía dudas que aquél...¿ángel? era el hijo de Don Julián.

-Nunca más, abuelito. Nunca más travesuras al volante, papito... nunca más... -Papá me apachurró contra su cuerpo, y así nos quedamos dormiditos los dos. Mi abuelo nos cubrió con una manta y sé de buena fuente, que se quedó despierto unas cuantas horas, velando nuestros sueños en una silla de aquella hermosa habitación.

9 comentarios:

  1. Fue realmente conmovedora la historia, me encanto como la fuiste narrando... y los personajes me encantaron aunque pobre de las nalguitas de esos dos :S. y me dio un escalofrió algunas partes, bueno la ultima mas que nada... una mesclar de sentimientos. simple mente espectacular.
    Espero otro cortito así de bello :)

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  2. Muchas gracias por tu bello comentario, Mary! Me has hecho muy feliz, jejeje!!! Qué alegría que les haya gustado. Muchas gracias ti también, Taz!!

    Saludos, chicas!!!

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  3. Ariane.... muy bueno la verdad lo disfrute de principio a fin. Nico es por demás encantador como terrible.... osea me encanta... jajajaj y Adore al abuelo. Quiero maaaaas ;)

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  4. Pobrecito Nico..... escelente Ariane...adoro al abuelo

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  5. Ariane, me gusto mucho tu historia, pero pobrecito Nico.....que penita....

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  6. Ariane me hiciste revolver mis sentimientos te quedo de lujo!!!
    disfrute mucho tu historia!! pobre Nico!!!
    jaja que bueno Roberto se merecia ese castigo!!!
    jajaja pero me dio risa cuando lo castigo el ''ángel''
    y si ya no le den más sustos a ese abuelo maravilloso!!!

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  7. Me alegran a montones el corazón sus bellos comentarios. Muchas gracias a todas por el apoyo y como siempre por el tiempo que se toman para leer ésta humilde historia.

    Muchos besos y saludos para todas! :D

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  8. Sinceramente una de las mejores historia. Pero no entendí el final. Quien es Quién en la historia?

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