martes, 6 de enero de 2015

Ser padre hoy



Todos los años es lo mismo, la vuelta a l cole es dura, dura para ellos y dura para nosotros. Dejando a parte de todo el gasto que ocasiona la compra de material y uniformes, ropa y calzado aparte. La vuelta al colegio es un infierno en  casa.
Los chicos vienen asalvajados del pueblo. Su madre y yo solo tenemos 22 días de vacaciones al año, y eso hace que tengamos que recurrir a los abuelos para cuidar a los niños durante gran parte de las vacaciones. Tanto mis padres como los padres de mi esposa son una maravilla y se desviven por sus nietos, pero son abuelos y los abuelos suelen tener manga ancha cuando se trata de sus nietos. Sin y más lejos recuerdo perfectamente que cuando era pequeño mis padres jamás nos dejaban ir al parque los días de escuela. En cambio, es raro el día en que al salir de la escuela no se los lleven un ratito al parque. Por no hablar de la regla de oro, que no hay postre si no se acaba uno todo lo de la mesa. Y que los pasteles solo son para ocasiones especiales. Pero son sus abuelos, y supongo que quieren malcriarlos, tal y como hacían mis abuelos conmigo.
Pero eso hace que cuando mis hijos regresen de las vacaciones sea una faena titánica lograr que vuelvan a sus buenos hábitos. Lo que su madre y yo nos lleva meses inculcarles parece que a ellos se les esfuma de la sesera en segundos, estoy convencido que en el mismo instante de pisar la puerta de la casa del pueblo, mis hijos mandan sus modales a la Conchinchina.
Por ejemplo hace tres días que regresaron del pueblo y la escuela empezará la semana que viene, y su madre y yo estamos teniendo un auténtica batalla para lograr que los dos pequeños se acuesten a su hora. Cada noche ha sido una pataleta y unos llantos que ni que les hubiéramos dicho que Santa Claus había muerto.
Esta noche, Tino que ya de por si es terco como una mula, se había propuesto si o si, que se acostaría cuando lo hiciéramos nosotros. Y por más que su madre y yo hemos insistido que debía descansar, que estaba cayéndose de sueño y que sino obedecía mañana no habría tele para él, no entraba en razón. Por supuesto si Tino no quiere ir a la cama Teo, mucho menos. Así que a mi mujer y yo estábamos enfrentándonos no a uno sino a dos, pequeños demonios de Tasmania que se negaban a acostarse y que se escabullían cada vez que los metíamos en la cama.
-          Nooo. No tengo sueño (gritó Tino saliéndose de la cama por octava vez en esa noche).
-          Teo tampoco, tele, tele (Teo con un poco más de dificultad que su hermano, se destapó con la intención de salir de la cama, pero su madre, fue más rápida y antes de que saliera, ya estaba volviendo a arroparlo) no mamá, Tele, quero tele (dijo bastante terco, nada de adorable pucheritos, estaba en pleno berrinche).
-          Tino, métete en la cama, ya hace rato que debíais estar durmiendo (le dije, poniéndome lo más serio que pude, ya sabéis manos en las caderas, ojos entrecerrados y voz grave).
-          No, es pronto, no tengo sueño.
-          Tino, he dicho a la cama (dije controlando mi respiración para no cometer un infanticidio).
-          No (dijo imitando mi postura  y con una chulería que no me sentaría bien de una camarada, así que  mucho menos de un mocoso de 5 años)
-          Tino, ya he tenido suficiente de toda esta tontería, voy  a contar hasta 5 y sino estáis en la cama, esta noche os vais a ir llorando a la cama ¿entendiste?.
-          No, papi, no malo (dijo Teo).
-          Venga Teo, ya has oído a papá, a dormir (Teo miró receloso a su madre y después miró a su Tino para ver que hacía él) Mira, cielito, si te acuestas ahora,  mañana llegará  antes y podremos ir al parque a jugar otra vez (mi esposa intentaba convencer al pequeño de la casa a ver si así al menos uno de los dos se iba a la cama esa noche sin llorar).
-          Promételo (dijo alargándole le meñique para hacer una promesa de meñique mi esposa y yo sonreímos aliviados, al menos una batalla estaba ganada).
-          Prometido (dijo cruzando el meñique con el renacuajo). Buenas noches cielitos (y mi esposa le dio un beso en la naricita como hace cada noche, a Teo aún le gustan este tipo de cursiladas, y cruzo los dedos porque le sigan gustando mucho tiempo).
-          ¿Tino? (dije alzando una ceja y sin abandonar mi porte de “estoy hablando muy enserio”) ¿He de contar? (pero ya he dicho que Tino es terco como un a mula ¿no?, así que antes de contar lo intenté por las buenas una vez más)Venga Tino, tu hermano ya se ha acostado, solo faltas tú, anda, que mañana iremos a…(pero el mocoso no me dejo acabar, salió corriendo hacía al salón y se tiró en el sofá para ver la tele).
-          Yo me quedo con este (dijo mi esposa, que ya había agarrado un cuento para contárselo), no lo traigas hasta que se haya calmado, no quiero que me lo despierte (refiriéndose al peque), después de lo que nos está costando que se duerma hoy.
-          Vale ¿cuánto?
-          Unos diez minutos, se cae de sueño (mi esposa es como una encantadora de serpientes, cuando yo les leo los cuentos, raramente se quedan dormidos antes que los acabe).

-          Antonio Javier Miranda (ese niño siempre intenta llevarte al huerto y cuando no lo logra, como esta noche,  hace una trastada mayor. Así que no solo no se acostaba, no solo se ponía a ver la tele, cuando ya no eran horas para que un niño de su edad estuviera viendo tele, sino que encima se estaba comiendo unos chocolates). Se acabó, te he avisado ya muchas veces ( y lo he agarrado del brazo y estirado de él y lo he sacado del sofá de una buena nalgada. Y a continuación,  por supuesto,  viene los insultos, llantos  y promesas solemnes por parte de Tino) PLASS HE DICHO A LA CAMA ANTONIO, PLASS PLASS PLASS Y CUANDO TE DIGO ALGO ME OBEDECES PLASS PLASS A LA PRIMERA PLASS

-          BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAA BWUAAAAAAAAAAAAAA (ahora eran todo llantos, solo le había dado 7 palmadas, pero de las fuertes, Tino llevaba des de que llegó del pueblo de lo más obstinado y rebelde. Y mi paciencia ya se había colmado, además con Tino es igual que con Enrique, parece que no pillan as advertencia. Después de darle la última palmada, Tino se abrazó fuerte a mío y empezó a pedirme perdón y prometer ser el mejor hijo del mundo. Es una pena que al cabo de 10 minutos ya no se acuerde de esas promesas. Estuve consolando un buen rato, más de los 10 minutos que mi esposa me había dicho que tardaría en dormir a Teo.  Con los niños siempre es igual, después de una larga temporada sin haberse llevado ni una palmada, la más pequeña reprimenda es como si fuera el fin del mundo. Otra consecuencia de haberse pasado el verano en el pueblo haciendo y deshaciendo a sus anchas).

-          Ya, Tino, ya shhhhh. Ya está todo perdonado, tu vas a portarte bien y vas a hacer caso a papá y a mamá cuando te digan que hagas algo ¿verdad? (Tino asintió secándose las últimas lágrimas con su puñito) este es mi campeón ( y me lo subí al cuello y en plan caballito entramos en la habitación de nuevo para finalmente acostarlo, una hora más tarde de lo que tocaba. Efectivamente, Teo estaba profundamente dormido, podría haber entrado el séptimo de caballería que ni se hubiera inmutado, ¡Quien tuviera 3 años!) ¿quieres un cuento?

-          Por faaaaa (si ahora se ponía en plan adorable, sino fuera por la última hora que nos había dado me lo hubiera comido, pero solo se ponía así porque sabía que había sido malo y que me había tenido que enfadar y pegarle. Y el muy condenado se ha quedado dormido a los 3 minutos de empezar a contarle el cuento, si es que se estaba cayendo de sueño, pero es terco como su madre).

Al fin su madre y yo nos hemos podido sentar tranquilamente en el sofá y descansar un poquito, y pensaba que habíamos sobrevivido al día de hoy, pero aún no había acabado la noche. Y tengo 4 hijos. Lo sé, había mucho números  para que aún hubieran más gritos. Solo que después de tres semanas sin niños, ellos no son los únicos que se acostumbran a la buena vida fácilmente, supongo.
-          Papá, salgo un momento (dijo Susana, ya con la cazadora puesta y a gran velocidad).
-          Eh, eh, eh alto ahí (miré mi reloj las diez y media).  Son las diez y media de la noche, ya no es hora de salir (aunque su toque de queda es la once, eso no significa que vaya a dejar a mi princesita salir a la calle tan tarde).
-          Aun no son las once, papaaaa (dijo indignada pero sin entrar aun en el salón).
-          Susana (la llamé para que entrara)
-          Es solo un momento, estaré aquí a las once, lo juro (hablaba a mil por hora, estaba claro que le urgía salir).
-          ¿A dónde vas?
-          Un momento, aquí al lado, a casa de Patricia Patricia es una de las amiguitas de Susana, se conocen de toda la vida solo se llevan unas semanas y siempre han sido compañeras de juegos).
-          Es tarde, para hacer visitas, Susana, ya la verás mañana.
-          Oh, venga, es importante, tengo que ir (y puso su mejor carita de pena, pero después de lidiar con Tino yo no estaba para caer en esos viejos trucos).
-          Susana he dicho que mañana, ya es tarde (me puse un poco más serio por que se diera cuenta que esa no era una de esas ocasiones que insistiendo un poco lograría convencerme).
-          Solo es un momento (protestó).
-          Susana ya has oído, es tarde (intervino mi esposa, porque aquello se iba a convertir en una discusión como con Tino).
-          Pero mamá, es solo…
-          Susana (y el tono de advertencia de mi esposa debe de ser mejor que el mío porque, aunque de muy malos modos, mi hija volvió a su habitación). Mejor nos acostamos ya, yo estoy muerta (me dijo mi esposa como si pudiera leerme los pensamientos).
-          Es un poco pronto ¿no? Ya nos acostábamos a las diez y media como si fuéramos nosotros los niños en vez de los padres.
-          No si de tal palo tal astilla, venga que si te vas a la camita pronto quizás te deje jugar (¿y qué  hombre podría negarse a tal proposición? Así que me levanté del sofá y puse la alarma y me cercioré que todas las puertas y ventanas estaban bien cerradas. Después mi esposa  y yo ya podríamos tener nuestros momentos de intimidad)  
Y ha sido al comprobar si el cafre de Enrique se había vuelto a dejar la ventana del balcón de su dormitorio abierta que me ha venido esa bofetada a la cara, un pestazo a incienso que tiraba para atrás. Mis hijos deben de pensar que somos idiotas. Utilizar incienso para tapar el olor a tabaco es el truco más viejo del mundo. Además Enrique no es del tipo místico, eso del incienso no le va para nada. Es más, siempre se está quejando a su madre que esas mierda (las barritas de incienso que a veces pone) lo marean y le dan ganas de vomitar, como cambian las cosas cuando el olor a tabaco es mucho peor que el de incienso ¿no?.
Antes de que se fueran para el pueblo, Enrique, su madre y yo ya habíamos tenido una charla muy seria sobre el tabaco. Sabíamos que había fumado algún que otro cigarrillo, pero pensábamos que era solo curiosidad típica de un chico de su edad, todos pasamos por lo mismo. Pero al descubrirle una cajetilla de cigarrillos en una de las cazadoras, su madre supo que eso no era solo curiosidad, Enrique había empezado a fumar. Así que volvimos a tener la charla sobre las cosas que eran malas para la salud y que no íbamos a permitir que ninguno de ellos se malogran de esa manera. Así que como cualquier otro padre le prohibimos fumar. No somos unos ilusos, sabíamos que seguramente no nos haría caso, pero al menso nos asegurábamos que en casa no fumara y que en la calle tampoco, por miedo que algún conocido lo reconociera y no si viniera con el cuento.
Pero mi hijo es tonto perdido, y empezó a fumar a escondidas en el balcón. Su madre al ver las colillas, no tardó en `poner el grito en el cielo, y un par de semanas antes de que se fueran para el pueblo, Enrique y yo tuvimos algo más que unas palabritas sobre ese vicio suyo.  Hacía más de dos años que no tenía que pegar a Enrique, por lo que supongo que el chico creyó que solo se comería otra charla y por eso no hizo ni caso de lo que le dijimos. Y hasta hace unos minutos pensaba que aquella zurra con la alpargata le había dejado claro que cuando le prohibimos algo no estamos de broma. Y que sus 14 años, aún no son demasiados para recibir una buena zurra si se pasa de la raya.
-          Enrique ¿Qué te dije de fumar? (le he dicho cabreadísimos, una cosa son las chorradas de no quererse acostar o querer salir cuando ya es de noche fuera y otra distinta es ¡Joderse los pulmones!)
-          ¿Papá? ¿ Qué? ¿Qué dices? Si yo ya no fumo.
-          Mira Enriquito, no me mientas, que ya estoy cabreadísimo contigo. Dame el paquete de tabaco (le ordenado y no estaba dispuesto a recibir ni una excusa ni una negativa).
-          Pero papá, si no tengo, nada lo juro (y ha tenido los santos huevos de mentirme a la cara y ponerme carita de no haber roto un plato en la vida, así que me he ido hacia él, como un toro, de verdad que ese mocoso  me había cabreado mucho).
-          Enrique, el tabaco (he dicho entre dientes y haciendo un verdadero ejercicio de contención para no arrancarle la cara de un guantazo. Afortunadamente Enrique ha sacado el tabaco de la maceta y me lo ha dado, porque llega  a decirme una vez más “no tengo nada” y ahora mismo estamos saliendo en las noticias).
-          Papá, solo ha sido un cigarrillo, es que me costaba dormir y…
-          Enrique, nada de excusas, ya te dije que el tabaco es perjudicial para tus pulmones, maldita sea, Enrique que eres asmático, tu menso que nadie deberías fumar (entonces como cuando era pequeñito bajo la cabeza y se mordió la parte interna de la mejilla izquierda).
-          Lo siento.
-          No, Enrique, esto no es algo que se solucione con una disculpa. En serio esto es veneno (y he aplastado esa maldita cajetilla). Ni te ves más cool, ni mayor ni más interesante, ni relaja ni mierdas. Esto solo hace que matarte (estoy seguro que mi hijo cree que yo lo digo solo para fastidiarle, pero es que hay día que estoy convencido que  tenía más cabeza con 12 que con ahora con  15).
-          Solo fueron un par de caladas, si lo he dejado medio.
-          Pues medio es demasiado. ¿Qué te dije que pasaría si te volvía a pillar fumando?
-          Papá (y ahora me salta con esa cara de indignación, tiene cojones el mocoso. Yo si que estoy indignado.)
-          ¿Qué te dije Enrique? (y ni hijo no solo es sordo y no me oye cuando le digo que no haga algo sino que ahora se había vuelto mudo, menuda desgracia nos ha tocado a su madre y a mí) ¿Enrique, qué dije?
-          Que me zurrarías.
-          Dije algo más que eso ¿no?
-          Grrrrr que  ibas a dar con algo más que con la zapatilla (al final no es ni mudo ni tiene problemas de memoria, bueno su madre se alegrará de saberlo. Entonces me saqué el cinto del pantalón, cuando vi la cara de miedo de mi hijo, me sentí como un monstruo, pero supongo que es mejor sentirse como un monstruo que ver como un hijo se va matando y no hacer nada, al menos eso creo yo y me repetí para armarme de valor y acabar con eso de raíz y de una vez por todas).
-          Papá, nooo, por favor nooo con el cinto no (nunca antes le he dado con el cinto pero mi hijo no es idiota, no siempre, y sin duda se hizo a la idea rápidamente que el cinto iba a doler mucho más que la alpargata).
-          Yo soy un hombre de palabra, no como otros (y Enrique volvió a bajar la cabeza, aproveché ese instante para agarrarle del brazo y acercarlo a mí, le dí 15 cuerazos y no los 30 que tenía planeados darle cuando le amenacé de que le daría con algo más que la zapatilla si lo volvía a pillar fumando) ) zwass zwass zwass (Sorprendentemente Enrique solo gruñó al recibir los tres primeros, así que puse un poco más de fuerza en los siguientes tres) ZWASS ZWASS ZWASS  ( Entonces ya sentí el quejido inconfundible de Enrique, esa era la medida, los siguientes 4 fueron igual de fuertes) ZWASS ZWASS ZWASS ZWASS (Enrique empezó a prometer que nunca más se acercaría  aun cigarrillo) ZWASS ZWASS ) SE ACABO EL TABACO PARA TI ENRIQUITO, PORQUE SI TE VUELVO A PILLAR FUMANDO, AUNQUE SEA UNA CALADA, TE JURO QUE TE ESTARÁS SENTANDO EN UN FLOTADOR HASTA QUE CUMPLAS LA MAYORÍA DE EDAD , no he sido capaz de darle más, solo espero que sean suficientes para que se le meta en la mollera que no puede fumar) ZWASS ZWASS ZWASS
-          BWUAAAAAAAAAAAAA BWUAAAA  (En cuanto lo he soltado se ha dejado hacer de lado sobre la cama y ha empezado a sobarse el trasero, sé que he sido duro con él, pero no puedo quedarme quieto viendo como se arruina más aún sus pulmones. Cuando ya parecía que el llanto se iba calmando me he sentado a su lado en la cama)
-          Mira Enrique, sé que te parece que soy injusto y muy duro contigo, pero hijo, soy tu padre y me preocupo por ti, y no voy a permitir a nadie que te haga daño, ni si quiera a ti mismo.
-          Pues tu bien que me los hecho ahora (dijo aún gimoteando).
-          Si, duele, lo ´se, pero este dolor es pasajero, el daño que le haces tu a tus pulmones no. Cuando dicen que el tabaco matan, no lo dicen por decir, hijo. Es verdad y no pienso dejar que te mates, así que esto es lo que hay Enrique. Tu vuelve a fumar y yo volverá a zurrarte, pero esta vez más fuerte, hasta que encuentre el punto en que te quede claro que no puedes fumar.
-          Lo he pillado, papá, lo he pillado ( y se volvió a sobar el trasero). No más tabaco, lo juro.
-          Pero esta vez de verdad, Enrique (le dije dándole un beso en la cabeza, y abrazándolo un poco, sé que normalmente Enrique no deja que le besemos, pero después del disgusto que me ha dado lo mínimo es que me deje mimarlo un poco como cuando tenía la edad de Tino o Teo).
Y después de “hablar” con Enrique solo tengo ganas de irme a la cama y acabar ya con esta horrible noche, sin importar que sea pronto para acostarse y que mañana no haya que madrugar. ¡Ostras! Se me había olvidado que mi esposa me había dicho algo de que si me acostaba pronto, podríamos…Buenas noches a todos.


6 comentarios:

  1. Hermoso relato Little. Muy real, como siempre ya nos has acostumbrado!! Síguelo, please!! :D

    ResponderBorrar
  2. Me encanto esta familia ,continúala pronto por favor.

    ResponderBorrar
  3. AAhhh Little muy bueno.... uyyy la que se llevo Enrique....pero la salud ante todo

    ResponderBorrar
  4. Solo espero que haya llegado a tiempo con su esposa jajajaja no es faceil ser padre

    ResponderBorrar
  5. Me encanto la historia jej mas ese par de pequeños niños jeje... y pobre de los padres lidiar con la hora de dormir :)

    ResponderBorrar
  6. Como siempre excelente Little!!!
    Que buena historia y si es muy diícil ser padre!!!
    Pero al leerla recosde los regaños que me hacen las Mosqueteras!!:(

    ResponderBorrar