-Síi, Ariel... acabo de llegar
a mi casa...- Contestó Eduardo a la persona del otro lado de la línea, una
vez que descendió de su vehículo, encaminándose a la puerta principal de su
hogar.- ...ahora mismo estoy por ir a buscar esos papeles, no te preocupes!!-
Dijo el abogado, con suficiencia en su voz, dirigiendo sus pasos a toda prisa
hasta su despacho. Sin embargo, Eduardo estaba agotado aquél día. No se había
sentido muy bien en la mañana y la cabeza parecía querer reventarse. Encima de
todo, tenía dos reuniones en la tarde.
Cuando llegó a su despacho,
suspiró pensando que ni se había detenido a ver si sus pequeños estaban en la
sala. Pero cuando estaba por retroceder, la voz del teléfono se hizo escuchar
con impaciencia.
-Me urgen esos papeles, doctor!!!
Lo estaré esperando a la tarde en su oficina.-Dijo.
-Está bien. Te veo en la tarde
entonces.- Expresó Edú, dando por terminada la llamada.
Eduardo decidió ponerse a
buscar en ese mismo momento los papeles para dejarlos listos y poder, al
fin, disfrutar por lo menos unas horas de la paz del hogar y así se fue hasta
su escritorio, pero cuando quiso mover la silla ejecutiva, se percató del
tierno bultito escondido detrás del respaldo del mueble.
-Mi pichoncito, qué haces ahí,
tesoro?!- Le dijo papá al más pequeñito de sus hijos, cuando lo
encontró acurrucadito atrás del sillón.
-Me etoy econdiendo, papito...-Respondió
Benicio, asomando apenitas los ricitos de su cabeza.
-Escondiéndote?!! Y de qué,
bebé?!!- Tal vez estuviera jugando a las escondidas con Leandro,
pensó Eduardo, pero la carita de Benicio no tenía la picardía típica que lo
caracterizaba a la hora de jugar. Algo le decía que su hijito se estaba
escondiendo porque sentía... miedo? Uhmm... y de qué?! Bueno, lo primero era
sacarlo de allí.
-Ven aquí, tesorito. El piso
está un poco sucio, mi amor. No quiero que ensucies tus manitos.- Le
dijo Edú, sonriéndole un poco. Apartó la silla y se sentó, acomodando a su
mococito sobre sus rodillas.
-Qué hacía mi principito
escondido, eh?! Están jugando a las escondidas?! A Lean le toca buscar?- Le
preguntó, intuyendo que no era por eso que el bebé estaba oculto y no se
equivocó porque Ben movió lentamente su cabecita en negación.
-Ah, no?!- Se
hizo el inocente.- Y qué hacías?! Uhm?..... Estabas buscando algo?!...
Uhmm... Tal vez el tesoro que tengo escondido aquí mismo?!- Dijo con una
voz llena de complicidad y misterio que atrajo de inmediato la atención del
pequeñito.
Benicio abrió sus lindos ojitos
celestes tan grandes que su padre podía verse reflejado en ellos y, con mucha
emoción, el nene preguntó-Tienes un techoro, papito?!!- Su hijito
sonó tan dulce que Edú se quedó mirándolo tiernamente. CLARO QUE TENÍA UN
TESORO!!! Bueno, tenía tres!! Pero ese que tenía sentado en sus piernas en ese
momento era el más preciado.
-Sí, mi cielo. Papá es un
hombre afortunado!- Le respondió, besándole la frente.
-Puedo vedlo?!! Pol fis, pol
fis!!- Preguntó todo ilusionado.
Eduardo miró hacia todos lados
como buscando intrusos en la habitación aún cuando sabía que solamente estaban
ellos dos, y le dijo en modo de secreto -Te lo dejo ver, pero con una
condición...
-Chíiii, qué condichión?!- Dijo
entusiasmado Benicio.
-Me tienes que prometer que
mamá no se enterará, sino nuestro tesoro corre peligro....-
Contestó el papá, guiñando el ojo a su niño.
-Jijiji...-Se rió
entre dientes, asintiendo. Y papá abrió el primer cajón de su escritorio para
sacar una caja de alfajores de chocolate, cubiertos con pedacitos de frutos
secos y con mucho dulce de leche en medio... la debilidad de todos en aquella
casa!!
Benicio ahora tenía una linda
sonrisa en sus labios y papá sacó dos alfajores, uno para el nene y otro para
él.
Ambos golosos estuvieron muy
entretenidos comiendo el dulce, hasta que Eduardo recordó los papeles que tenía
que buscar y cuando al fin los tenía, miró a su hijo y le preguntó:
-Por qué estabas ocultándote
aquí, mi cielo?!! Qué pasó?!!!-
Y la carita sonriente de
Benicio cambió nuevamente al recordar qué hacía detrás del sillón.
-Y? No le vas a contar a papá?-
Preguntó ante el silencio del niño.
El pequeño negó con timidez.
-Por qué, bebé?! No confías en
papá?!- Cuestionó con la mirada herida, lo que animó al chiquito a
hablar. No le gustaba ver así a su papá.
-E que chi te cuento, tú
también me vas a pega...- Contestó con los ojos brillosos
de las lágrimas que querían caer.
Eduardo abrió grande los ojos.
Ese 'también' significaba que alguien le había pegado a su angelito. Pero qué
atrevimiento!!
-Te pegaron, mi bebé?!- Ben
asintió.- Quién mi amor?!
-Mamita!- Contestó,
con un adorable pucherito.- Me hicho achí...-El niñito emuló el
golpecito que su mami le había dado más temprano en su colita.
-Uyyy...- Dijo
Edú, con cara de espanto- Y por qué la mamita te hizo así?!!-
Pero antes de que la inocente
criatura pudiera dar una respuesta, Elisa entró como una fiera a la oficina.
-Por Dios del cielo,
Benicio.... qué gran susto me has dado!!! No te dije que te quedaras en tu
habitación?!!... Dios Santo, te estuve buscando por todos lados!!!- Sonó
más disgustada de lo que en realidad estaba. Eli estaba más que nada
asustada.Había dejado al pequeño, castigado en el rincón de su dormitorio
mientras ella intentaba calmarse para no asesinarle las nalguitas, pero cuando
regresó, no encontró a su niño y se desesperó buscándolo por todos lados,
temiendo que se hubiera salido a la calle.
-Ven aquí!-
Exigió Eli, acercándose hasta la silla donde estaban padre e hijo.
-Nooooo... mamiiii, po
favol!!!....-Suplicó el pequeñito- Papiitooo... sálvameee!!!- Gritó,
acurrucándose entre los bazos de su padre.
-Ningún "sálvame",
jovencito!... Y tú, nada de apañarlo ésta vez Eduardo!!! -Le
reclamó a su marido, cuando lo vio apretando a su bebé entre sus brazos,
mientras que con una de sus manos cubría el traserito del niño.
-Sabes lo que hizo tu hijo?!!-
Eduardo la miró interrogante. Elisa inspiró, tratando de calmarse. Lentamente
fue acercándose hasta sus dos amores.- Recuerdas que hoy Leandro tenía
cita con el dentista?- Edú asintió, masajeando la espalda de la
garrapatita que se aferró más a su abrazo.-Bueno, no pude dejar a Benicio en
la guardería porque nos informaron de una epidemia de paperas, así que lo llevé
conmigo a la consulta....
El abogado la miraba atento,
pensando qué podría haber hecho la criaturita para que Eli se hubiera puesto
así de seria.
Pero cuando escuchó las
palabras ´Benicio- solo- y calle´, casi le da un paro.
-Que qué hizo?!!!-
Preguntó Eduardo, apartando a su bebé de su pecho.
Benicio ya lloraba suavecito.
-Lo que te digo, Amor. No sé en
qué momento se me escapó de la mano!!! Me dijo que quería ver los pececitos que
tiene el dentista a la par de la recepción, yo le dije que luego lo haríamos y
cuando me doy la vuelta para llamarlo, ya no estaba....-El
bebé vio la cara de su papito transformarse rápidamente y parecía más enojado
que mamita...Sin dudas, aquella mañana, su colita no iba a sobrevivir a su sana
aventura de explorador.
-Lo encontré en la calle, a
punto de lanzarse entre los autos!!!... Si no fuera por una señora que lo tomó
del brazo antes de que se le ocurra cruzar corriendo, yo no sé qué sería de
él...- Eli no pudo seguir más. Estaba temblando, toda llena de
angustia. Si bien habían sido sólo dos minutos los que perdió de vista a su
ángel, ella había sentido como si fuese una eternidad.
-Benicio...-Y
Benicio empezó a llorar más fuerte.
-P-papiiit-to.. snif
snif...n-no m-me pegueeeesss.... buaaaaaaa!!!
-Shhh.. hijito! No soy yo quien
va a castigarte, mi cielo, sino tu mami...- Le dijo y el pequeñín
sollozó desconsolado, enroscando sus bracitos al cuello de papá.-
-Escúchame, bebé... escucha,
por favor!- Eduardo masajeaba la espalda de su niño, haciendo círculos
para que se calmara.- Sabes por qué tu mamita te va a
castigar?!!- Y Ben contestó entre hipos y balbuceos.
-Po-poque... m-m-me pol- me
polté maaaaaaal... snif snif ummmgg.. buaaaaa
-Así es, mi cielito. Porque no
le hiciste caso a tu mami cuando te dijo que esperaras, porque te alejaste de
ella sin decirle nada y tú sabes bien que cuando sales con mamá o papá, debes
permanecer a su lado, así no corres peligro, mi chiquito... y además porque
quisiste cruzar la calle solito!! Sabes que eso está prohibido para ti,
verdad?!!- Eduardo hablaba con calma, para que su nene entendiera por qué
su mamita iba a darle nalgadas. No quería que sintiera que eran injustos,
después de todo su bebé tenía tres añitos. Ben era muy pequeño y no querían que
pensara que cuando su mami o su papi le daban palmadas era porque no lo
querían, sino todo lo contrario. Porque lo amaban muchísimo, querían que
aprendiera que hay cosas que no se deben hacer y que cuando las haces, hay
consecuencias, además de enseñarle que debía ser más responsable con su propia
vida.
-Por eso tu mamita tiene que
darte unos chirlos, así la próxima vez sabes qué es lo que no debes
hacer...entiendes, hijo?!!- Benicio asintió, con la carita escondida
en el pecho de su padre.
-Shh... te amamos, bebé! Por
eso no queremos que te suceda nada malo... Y, aún cuando te ganes unos azotitos
en la colita, nunca dudes que te amaremos siempre!!!- Eduardo
apretó con delicadeza el cuerpecito de su tesorito contra su pecho y luego Eli
se acercó para retirarlo de sus brazos.
-Ven, cariño. Vamos a terminar
con esto de una vez, si?!- Y Elisa se fue del despacho rumbo a
la recámara del niñito, con Benicio llorando suavecito, recostado en su hombro.
Una vez que estuvo en la
habitación del nene, se sentó en su camita y lo acomodó sobre sus piernas,
dejando la colita redonda a disposición para recibir la dosis de nalgadas que
había decidido.
Sin añadir una palabra más,
mamá estrelló dos veces su mano blanca contra las más blancas nalguitas de
Benicio, quién lloró más fuerte, prendiendo sus manitos a la pierna de Eli.
-Buaaaaaaaa.... nooo,
mamiiitaaaaaaa.... buaaaaa
Elisa, con un nudo en la
garganta y un gran dolor en el pecho, decidió aplicar un recordatorio un poco
más severo ésta vez y procedió a aplicar un golpe más en cada cachete del bebé
que gritó desesperado, como si lo estuvieran matando.
-PLAAAAAFFF....PLAAAAAFFF...-Resonó
fuerte la mano de mamá.
-No vuelvas a intentar cruzar
la calle solito, Benicio. Nunca más!!!- Dijo mamá, y el nenito
respondió entre sollozos
-Buaaaaaaaaaaa... nooo,
mamita!! Lo chiento!!!, nunca más mamiii... Auuuuu... dueleee.... buaaaaaaa...
mamii mamiiiii...
-SHHHHhhh.... Ya mi solcito!!
Ya pasó, mi niño...-Susurró ella, subiéndole el pantaloncito, cubriendo las dos
manchitas rojas que adornaban la colita del angelito.
Eli se puso de pie, acomodando
al bebé entre sus brazos, con la cabecita apoyada en su hombro, paseándolo por
la habitación para que se calmara.
-Te amo, mi niño lindo...shhhh
shhhh...-Le consolaba ella, arrullándolo.
Benicio en respuesta se aferró
más a su cuello y empezó a calmarse, hasta que los sollozos fueron sólo sorbos,
y Eli empezó a cantarle para que se calmara.
-Arrorró, mi niño...
arrorró, mi sol...- Hasta que Ben al fin se durmió.
Eli, continuó acunándolo entre
sus brazos hasta que estuvo segura de que su bebé estaba profundamente
dormidito. Luego lo puso en la cama y lo arropó para que descansara.
Cuando salió de la recámara,
vio a su esposo, apoyado contra la pared del pasillo, esperándola.
-Cómo está Benicio?!!- Preguntó
preocupado.
-Está bien. Lo dejé durmiendo.
Y tú?! Estás bien, cielo?!!
Edú tenía una expresión
cansada y Eli notó signos de temperatura en él cuando le dio un beso en la
mejilla.
-Cariño, estás
enfermando?!!- Le preguntó.
-N-nooo, noo. Cómo crees!! Es
sólo que... aaachuuusssss...-No pudo controlar un
estornudo.
-Sí, cómo no!! Vamos a la cama,
cariño. Voy a llamar al doctor, tal vez necesites una inyección...-Dijo
ella con una sonrisa picarezca al ver la cara de espanto de su maridito.
-Noooo, Eli... mi amorcito, ten
piedad de mí... sólo necesito de tus mimos y verás que me pongo bien...-Elisa
y Eduardo se abrazaron cariñosamente, y luego, la mujer se soltó y le dijo a su
esposo- Ve a descansar, cariño. Pediré que nos suban el almuerzo... -Y
lo impulsó con una palmada en el trasero.
Edú puso un pucherito, pero se
fue sin protestar... al parecer Eli sí tendría que llamar al médico esa
tarde...
Ni modo, si tocaba inyección, ella
estaría para consolar a su tesoro así como lo había hecho con Benicio....
Uffff... suspiró, pensando que el trabajo de una madre y de una
esposa nunca estaba completo!
CASSY: Me has ganado el alma con este corto (dicho con lágimas y mocos incluidos)!!!...Hay pero que lindo!!!...¿Qué y ya se acabó? Otra, otra, otra!!!
ResponderBorrarMe encantó el Angel también y el de Duncan, escribe mas seguido de ellos que tu eres una fábrica de genealidades!!
Feliz 2014 nena linda, ya te he dicho unal mil veces como me gusta tus escritos aunque me tienes abandonada una serie y ya sabes a cual me refiero!!
Espero que este año, el sol brille sobre tu cabeza y no dejes de recibir muchas bendiciones, se te quiere y eso ya lo sabes también. Cuidate y que disfrutes a lo grande la vida!!
Me lo puedo comer a Beni es que es un amor el niño
ResponderBorrarescribe más seguido por fis
Estafaaaaaaaaaa exijo una segunda parte mira que el padre no se salva del pinchazo que se creen torturaran solo a mi pobre bebito noooooooooo a Eduardo le toca poner el poto para le pinchazo sino ZAS ZAS para él
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