viernes, 18 de julio de 2014

EL REGALO


EL REGALO


La casa estaba sumida en ese silencio tenso propio de las películas de terror. Sabía que con ocho niños en la casa el silencio no era normal y por tanto nada bueno.  Arropé al bebé Dylan y a Cole, que estaban durmiendo una siesta, y fui a ver qué hacían los demás.




Me tranquilicé un poco al ver que Ted y Alejandro estaban tranquilamente jugando con la arcilla. Se estaban poniendo perdidos, pero habían puesto papel para no manchar el suelo. Estaban haciendo un regalo de cumpleaños para una amiguita que les había invitado. Eran unos pájaros de colores que sin ser perfectos  estaban considerablemente bien para ser obra de unos niños de nueve y siete años.


Estuve con ellos un rato, calladito porque sino “no les dejaba concentrarse” y luego fui a buscar a Barie y Madie. Las encontré jugando a una combinación extraña entre casita de muñecas y barco pirata. No entendía como podían fusionar algo así, pero para ellas parecía tener mucho sentido. Me quedé con mis nenas por un ratito y finalmente me fui a ver qué estaban haciendo los gemelos.

No encontré a Harry y a Zach por ningún lado. Busqué por toda la casa, y cuando quedó claro que no estaban dentro, pensé que podían estar en el jardín. Me asomé a la puerta trasera y efectivamente allí estaban, jugando a la pelota. Ellos sabían que no podían salir solos y sin avisarme…Me acerqué a ellos algo airado, porque la preocupación una vez aliviada había dado paso al enfado. Ellos reían ajenos a todo y sólo me vieron cuando paré la pelota con el pie.

-         ¿Os ha dado papá permiso para salir? – inquirí, quizás en un tono algo más duro del que solía emplear con ellos. Zach me miró con sus ojitos brillantes y ahí recordé que eran mis bebés de cinco años y yo estaba biológicamente incapacitado para enfadarme con ellos. Cogí la pelota bajo el brazo – A casa los dos, venga, peques.

Zach puso un puchero y se sentó en el suelo, y Harry le imitó.

-         ¡Estamos jugando, papá!

Suspiré. Yo no podía salir para estar con ellos porque tenía que estar con los bebés que aun dormían, y realmente no les quería dejar solos porque desde dentro no podría ver si les pasaba algo.

-         Luego jugamos, Zach. Ahora entra en casa cariño.

-         ¡No es justo! – protestaron al unísono y entraron muy enfadados.

Me pregunté si estaba siendo sobreprotector, pero nos habíamos mudado hacía relativamente poco y aun no sabía al cien por cien si era un barrio seguro, o si alguien podía venir y llevarse a mis bebés si  estaban solos en el jardín.

Entraron mucho más rápido que yo, que me quedé cerrando con llave la puerta del jardín, y de pronto escuché ruidos y luego una pelea en el piso de arriba. Subí los escalones de dos en dos y llegué a tiempo para ver como Alejandro se peleaba con los gemelos. Era mayor que ellos, pero no tenía ninguna ventaja porque eran dos contra uno.

-         ¡Eh, eh! ¿qué pasa aquí?

-         ¡Han roto nuestro regalo! – gimoteó Ted. No iba a llorar por eso pero se notaba que tenía ganas de hacerlo. Le habían puesto mucha ilusión.

-         ¡Bueno ya! – ordené, y separé a mis pequeños boxeadores - ¿Qué es eso de pelear así? Alejandro, a esa esquina. Zach, tu a esa, y tu a la de allí, Harry.

Alejandro me miró triste levantando los pedazos rotos de arcilla e hinqué una rodilla en el suelo para hablar con él.

-         Luego lo arreglamos, corazón – le animé, y le di un beso – Pero  la próxima vez le dices a papá y no te peleas. Anda, ve a la esquina.

Se fue donde le dije, y los gemelos también. Estuvieron allí por cuatro minutos, los cuales empleé para pensar. Aunque no me gustaban nada las peleas, entendía a Alejandro perfectamente, así que cuando le saqué del rincón le cogí en brazos y volví a prometerle que arreglaríamos  el regalo. Ted y él se llevaron los restos de la arcilla y yo me quedé con los gemelos.

-         Zach ven aquí.

-         ¡No!

-         Hoy os estáis portando muy mal, ¿eh? – regañé, al recordar que estaba teniendo problemas con ellos casi desde por la mañana, cuando tuve que perseguirles para que recogieran los juguetes. Igual si les hubiera castigado entonces  nos habríamos ahorrado algunas escenas, como la de la comida con las verduras. Fruncí el ceño, más dispuesto aun que antes a hablar con mi pequeño. -  Que vengas aquí.

Zach no vino, así que fui yo a por él.

-         ¿Cómo se rompió el regalo, mm? – pregunté, tratando de mostrarme conciliador, pero no quiso responderme - ¿No me lo dices?

-         ¡Lo rompió el pie de Harry! – me gritó.

-         Oh. ¿Sin querer, campeón?  - le pregunté al aludido, extrañado por esa forma de decirlo. Tal vez todo había sido un accidente.

-         ¡No fue sin querer papiiii! ¡Le dio una patadaaa! – protestó Alejandro, asomando la cabeza.

-         Alejandro cariño, métete en tu cuarto. Papá va ahora mismo a ayudarte. – le dije, y volví  a mirar a los gemelos – Eso no se hace. Si estáis enfadados porque os mandé entrar en casa lo siento, pero no podéis romper las figuritas de vuestros hermanos, ni pelearos tampoco.

Zach puso un puchero, porque captó el tono de regaño e intuyó lo que venía después. Le agarré del brazo con cuidado y le di dos palmadas.

PLAS PLAS

- ¡Ay! Bwaaaaaaaaaaaa

Zach lloró con todas sus fuerzas a pesar de que no le di muy fuerte. Le cogí en brazos y di botecitos con él para calmarle.

-         Ya bebé, ya. Sabes que tienes que portarte bien, campeón. – le dije, y le di un beso. Se frotó los ojos con ambos puñitos.

-         ¡Eres malo!

-         No, cariño, papá no es malo. Anda, ya no llores.

-         Snif….¿tas enfadado?

-         No bebé, sabes que yo no puedo enfadarme contigo. – respondí, y le apreté junto a mí.

Escuché un “do sento” con la vocecita que ponía Zach cuando quería ser tierno, como si no lo fuera ya de fábrica.

-         No pasa nada, tesoro.  ¿Ayudamos a tus hermanos a hacer un nuevo regalo? – pregunté, para distraerle y darle algo que hacer. Solía funcionar para que prácticamente  se le olvidara que le había castigado. Zach asintió. – Pues venga, campeón, ve con Ted y yo ahora mismo voy.

Zach salió corriendo y yo me quedé con Harry.  Mi enano inteligente se tapó el pantalón con ambas manos, en un gesto que por poco me hace sonreír. Luché por mantenerme serio, pero realmente me costó. Me acerqué a él y me puse a su altura.

-         Te digo lo mismo, Harry. No podéis romper las cosas de vuestros hermanos ni pelearos.

-         ¡Humpf!

-         ¿Estás enfadado con papá? – pregunté, aunque  parecía evidente que sí. – Luego salimos al jardín  un ratito, Harry, pero no puedes portarte mal porque papá te prohiba algo. Eso es un capricho y no me gustan nada.

-         Perdón… - susurró, y estiró las manos para que le cogiera “ a upa”.  Lo hice algo sorprendido, porque Harry no solía disculparse. Me costaba mucho que pidiera perdón, de la misma forma que me costaba que Alejandro dijera “gracias”, pero aquella vez lo había hecho él solito. Después de eso no quería castigarle, pero no habría sido justo para su hermano. Así abrazado le di dos palmadas flojas, como a Zach, pero Harry no lloró.

PLAS PLAS

- Aich…

-         Ya no lo hacemos más, ¿bueno? Estás perdonado, campeón, claro que sí. – le dije, y le di un beso. Harry sonrió un poquito y pidió otro. Le di un beso en la punta de la nariz, y se rió. Zach nos miró desde la puerta del cuarto y para que no tuviera celos dejé a Harry en el suelo y les perseguí a  los dos para hacerles cosquillas. Les escuché reír, y Zach siguió riendo incluso mucho después de que parara.

-         Venga, trastos, vamos a hacer un regalo para el cumpleaños de Sanha.

-         Pero no queda más arcilla – dijo Ted.

-        

¡Pues los hacemos de “pocholate”!  *-*  -  sugirió Harry, y la idea fue bien acogida, así que mis bebés y yo nos pusimos el delantal de pasteleros.





N.A.:  FELIZ CUMPLEAÑOS, SANHA!!!  SIENTO EL RETRASO -.-   DE HECHO PENSÉ QUE NI SIQUIERA IBA A PODERTE HACER UN REGALO.  AUNQUE A MÍ NO ME LO ROMPIERON :P

5 comentarios:

  1. JAJAJAJA Bello me sentí dia de navidad...después de la rumba de ayer despertar y encontrar regalos BIIIIIIIIEEEEN... que alguien me diga luego que un buen berrinche no sirve JOOOO... si..no pregúntenle a LADY.... jajjajaja

    Waooo los Whitemore son unos artistas...ese nido y pajaritos de chocolate quedo bellísimo... GRACIAS por el regalo, me encantan estos niños los adoro y peque son unas ternuritas.... ;P

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  2. Aaaaaaaaaaaaahhh Dream no sé como le haces pero cada que leo un relato tuyo me explota el corazón!!...si tengo que usar un marcapaso a mis...15 años, será tu culpa!!!

    Adoro a estos chicos en todos sus tamaños, felicidades a Sanha por su cumple y a ti por esa mente tan maravillosa que tienes!!

    Espero leer mas de ti pronto!!!

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  3. DReam adoro a tus niños tengan la edad que tengan, siempre es una dulzura leerte, y estos gemelitos se han lucido, par de amores
    trambien te agradezco que hayspublicado a mis demonios duplicados, ya estaba perdiendo la esperanza de que retomes la historia, porque no me puedes dejar asi a medias, ya estaba por pedir asesoramiento legal con LAdy por crueldd mental jajajjaja

    pero retiro la acusacion inmediatamente........ aunque si no actualizas protno sea los italianitos, o a mis chicos por docena seguire con la demanda jajajajja

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  4. Dream me mataste con la dulzura de los niños... puedo cumplir años de nuevo... es que yo también quiero CHOCOLATEEEEE

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  5. Woooaau Cassy tienes sólo 15 años (bueno ahora ya debes tener 19) pero en serio eso no me lo esperaba tanto talento a tan corta edad.

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