lunes, 12 de diciembre de 2016

CAPÍTULO 5: CUSTODIA COMPARTIDA



CAPÍTULO 5: CUSTODIA COMPARTIDA

Los bebés lloran mucho. Eso era algo que Goku ya sabía pero, hacía tanto tiempo que no estaba cerca de uno, que se le había olvidado. Chiyo tenía apenas unas semanas de vida, y todas las noches, sin excepción, les dedicaba un concierto a todo pulmón titulado Llanto en Do mayor. Por el momento, dormía en la misma habitación que Goku y Chi-Chi, en una cuna que años atrás perteneció a Gohan. Debido a esa cercanía, era casi imposible que Goku no se despertara cada vez que el bebé comenzaba a llorar. Se había olvidado de lo que era dormir del tirón y llevaba la falta de sueño terriblemente mal.

  • Mmm… ¿qué quiere ahora? Ya le diste de comer ¿no? – protestó Goku, tapándose la cabeza con la almohada en un intento fallido de aislarse de cualquier sonido.

Chi-Chi no le respondió y se levantó de la cama como un zombie para atender a su pequeño. Ella también necesitaba dormir, pero además estaba irritada porque Goku no estaba siendo de mucha ayuda. Sacó a Chiyo de la cuna y comenzó a pasearle por toda la habitación.

  • ¿Por qué no le traes aquí con nosotros? – sugirió Goku, con un sonoro bostezo.

  • Es muy pequeño y tú te mueves mucho. Le aplastarías.

  • Mm. Deberías aceptar la oferta de Bulma.

Más que responderle, Chi-Chi le gruñó. No iba a dejar que su bebé durmiera fuera de casa. Vegeta podría ser su otro padre, pero Chiyo aún era un recién nacido. Necesitaba a su madre, que le dieran el pecho y estar en un lugar conocido.

  • ¿Sabes? La otra noche me pareció ver a Vegeta husmeando cerca de casa. Es capaz de acampar en la puerta si no dejas que pase unos días con ellos. Y a nosotros nos vendría bien dormir.

  • Vegeta puede verle siempre que quiera – replicó Chi-Chi. – No tiene por qué acechar como los ladrones. Bulma viene todos los días.

  • Ya le conoces, es demasiado orgulloso para admitir que le quiere ver.

  • Si le importa más su orgullo que su hijo es asunto suyo.

  • Chi-Chi, acordamos que viviría aquí, pero que también pasaría tiempo con ellos – le recordó Goku. – Aunque solo sea un día… Gohan también tiene que dormir, ayer casi se cae mientras volaba hacia el instituto.

Chi-Chi le miró con algo de angustia. Sabía que desde que el niño nació Bulma y Vegeta habían tenido mucha paciencia. Chi-Chi actuaba como si el bebé fuera solo suyo y no se podía justificar eternamente tras la excusa de que le tenía que dar el pecho.

No se trataba solo de que no quisiera compartir a su hijo. Eso la molestaba, pero había tenido nueve meses para mentalizarse. Había algo más. Tenía la corazonada de que al bebé le pasaba algo, era un sentimiento de madre que además se amparaba en su experiencia con sus otros hijos.  

Paseó en silencio varios minutos más, hasta que el bebé se calmó.

  • Creo que tiene fiebre – murmuró, cuando le acarició la carita. Goku había vuelto a adormilarse, así que le zarandeó para despertarle. - ¡Goku, Chiyo está enfermo!

  • ¿Lo está? – preguntó, y se incorporó un poco. Se acercó a su mujer y examinó al niño. – Tal vez, no estoy seguro… Bueno, tranquila. Los bebés enferman, es normal…

  • No, Goku, ese es justo el problema: este niño no es normal, es un sayan. Ni Gohan ni Goten enfermaron nunca cuando eran bebés. ¡Tú jamás coges un resfriado! Puedes enfermar del corazón y de otras cosas, pero creo que no te contagias de las mismas enfermedades que los humanos.

  • ¿Tú crees? Yo creo que de niño, alguna vez… Aich, la verdad es que no me acuerdo.

Chi-Chi no esperó a que Goku buceara entre sus recuerdos y fue a coger el teléfono.

  • ¿A quién llamas? ¿A un doctor? – preguntó su marido.

  • No, a Bulma. Quiero que cojas a Chiyo y le lleves con ellos – declaró Chi-Chi, con urgencia.

  • ¿Qué? ¿Por qué?

  • Porque ellos viven en la ciudad y tienen los mejores médicos. Nosotros vivimos en medio de la nada y un médico tardaría horas en llegar. Si le aviso ahora, habrá uno en su casa cuando llegues. Y porque Vegeta se ha criado entre sayans, seguro que él sabe si los bebés sayan se enferman.

  • No sé si él sabe mucho sobre niños… - replicó Goku, pero no pudo decir nada más, porque Chi-Chi puso al bebé en sus brazos. - ¿Estás segura?

  • No sé qué otra cosa hacer…

  • ¿Vienes con nosotros? Puedo llevaros a los dos.

  • Te retrasaría…

  • Puedo teletransportarnos. – le recordó Goku.

  • No quiero que Gohan y Goten despierten y vean que nos fuimos… - se debatió Chi-Chi. Un llantito renovado de Chiyo terminó de convencerla. – Está bien, seguramente volveremos antes de que amanezca.

Goku volvió a darle al niño, puso una mano en su hombro y se transportó a sí mismo y a ellos a casa de Bulma. Chi-Chi no había llegado a avisarla, así que nadie les estaba esperando, pero escucharon varios ruidos en el piso de abajo.

  • Vegeta debe estar todavía entrenando – dijo Goku, y le fue a buscar.

Efectivamente, el sayan estaba en la cabina de entrenamiento, ejercitándose. Sintió a Goku mucho antes de que este abriera la puerta.

  • ¡Kakarotto! ¿Has venido a que te gane?

  • No, he venido con Chi-Chi y el niño.

  • ¿De verdad?

Vegeta no dio señales de que aquello le importara, pero Goku sabía que la noticia le había alegrado. Apenas había tenido ocasión de ver a su hijo, y aunque a Trunks le ignoró prácticamente durante su primer año de vida, Vegeta había cambiado mucho desde entonces y estaba ligeramente más implicado en aquél asunto de la familia.

  • Chi-Chi cree que el bebé está enfermo – le explicó Goku.

  • Tonterías.

  • ¿Los sayan no pueden enfermar? – le preguntó.

  • Un hijo mío no se enferma – replicó Vegeta.

  • ¿Pero pueden o no? – insistió Chi-Chi, desde la puerta. Cansada de esperar, había ido en su busca.

  • Bueno, en nuestro planeta también había enfermedades. Pero ni el niño ni nosotros hemos estado fuera de la Tierra recientemente. Así que tiene que ser una enfermedad humana. Supongo que es posible, pero es extremadamente raro. Si el crío tiene un resfriado, entonces es que no es más que un terrícola débil y…

  • ¡Vegeta! – le censuró Goku. No le gustaba que hablara así, y además aquél no era el momento.  – Ve a despertar a Bulma.

  • ¡Si crees que vas a darme ordenes…! – comenzó a protestar el príncipe de los sayans, pero se fijó en Chi-Chi y en su expresión asustada y cerró la boca. Los bebés eran frágiles y delicados y corrían peligro por cualquier tontería, más valía asegurarse de que al suyo no le pasaba nada.

Minutos después, los cuatro aguardaban a que un doctor terminara de examinar a Chiyo, que dormitaba cada pocos segundos y se despertaba lloriqueando.

  • Tiene algo de fiebre – concluyó el médico. – Parece una pequeña infección en el oído, pero no es nada grave. Denle esto cada ocho horas y estará bien en un par de días. – recomendó, y les entregó una receta.

Chi-Chi la cogió casi con devoción y asintió frenéticamente. Bulma se encargó de acompañar al doctor hasta la puerta.

  • Voy a comprarlo ahora mismo – anunció Chi-Chi.

  • ¿En plena noche? – se extrañó Goku.

  • Existen las farmacias de guardia. Pero tal vez tengas razón, y una señorita como yo no deba salir sola a estas horas… Vegeta, ve tú.

  • ¿¡Qué!?

  • Ya has oído, Vegeta. Vamos, haz de padre y compra la medicina – le instó Bulma.

Vegeta resopló. ¿Le habían confundido con el chico de los recados?  Algo en lo que no había pensado es que con aquél segundo hijo de pronto eran dos contra uno: dos mujeres locas y furiosas en contra de él, ya que de buen seguro no podía contar con la ayuda de Kakarotto. Rechinando los dientes, se guardó el papel y alzó el vuelo en busca de la farmacia más cercana.

  • ¡Pamplinas! Un sayan no necesita medicinas – rezongaba, pero aun así sabía que más le valía volver con esa medicina o de lo contrario mejor sería que no volviera en absoluto. Cuando Bulma se empeñaba en algo no había forma de hacer que cambiara de opinión.

Mientras tanto, Bulma guió a Chi-Chi y a Goku hasta una habitación que habían preparado expresamente para el bebé. Chi-Chi se sintió pequeña y avergonzada: ese cuarto era más grande que su casa entera. Estaba lleno de peluches y juguetes infantiles que el Chiyo aún era demasiado pequeño para utilizar. En definitiva, todo en aquella habitación gritaba que ellos le podían dar una mejor infancia o al menos una más cómoda y Chi-Chi sintió su maternidad amenazada.

  • Es…es muy bonita – logró decir - ¿Es el antiguo cuarto de Trunks?

  • Oh, no, lo compré todo de nuevo. Me asesoró una enfermera, tiene todo lo que un bebé pueda necesitar.

  • Menos a su madre… - murmuró Chi-Chi. – Nosotros…deberíamos irnos ya…

  • Es muy tarde, ¿por qué no os quedáis hoy aquí? – sugirió Bulma.

  • Gohan y Goten están en casa…

  • Bueno, pues Chiyo se puede quedar.

  • ¿Qué? Pero si está enfermo – se horrorizó Chi-Chi.

  • Nosotros le podemos cuidar – insistió Bulma.

  • No voy a dejarle aquí solo…

  • ¿Por qué no? ¿Acaso crees que no puedo cuidarle tan bien como tú? – dijo Bulma, alzando una ceja.

  • Es evidente que no, su madre soy yo.

  • ¿CÓMO DICES?

Goku se olió venir una pelea, así que cogió a Chiyo discretamente y se le llevó, poniendo pies de por medio no vaya a ser que de rebote le gritaran a él. Las escuchó discutir desde lejos y suspiró. Qué carácter.

Paseó por la enorme casa con el bebé en brazos, contento porque ya no estuviera llorando y porque no pareciera estar gravemente enfermo. Le pareció escuchar unos pasos ligeros y cuando giró la cabeza descubrió a Trunks, asomándose desde una de las habitaciones.

  • Ah, hola, Trunks. ¿Te hemos despertado?

Trunks se frotó los ojos y asintió con la cabeza.

  • ¿Puedo verlo? – le preguntó, refiriéndose al bebé.

Goku entreabrió la boca ligeramente. Trunks había visto a Chiyo solo una vez y aquello no era justo, puesto que también era su hermano.

  • Claro. Ven, ¿quieres cogerlo?

  • ¿Y si se me cae?

  • Nah, Goten lo coge todo el rato. Solo ten cuidado – le dijo, y se lo puso en los brazos.

Trunks observó a la diminuta criatura con mucha curiosidad.

  • ¿Todos los bebés son tan pequeños?

  • Pues…Chi-Chi dice que sí, pero a mí también se me hace raro – respondió Goku.

  • Ah.

  • ¡Trunks! ¿Qué haces con el bebé! – exclamó Chi-Chi. Ella y Bulma habían salido de la habitación y seguían discutiendo.

  • Yo le dejé cogerlo, Chi-Chi, es que se despertó…

  • ¿¡Y SI SE LE CAE!? – se alarmó ella.

  • ¡Mi hijo es perfectamente capaz de coger un bebé! – replicó Bulma.

  • ¡No es lo bastante responsable! – rebatió Chi-Chi.

  • ¿Ah, no? ¡Pues peor será tu marido, cuando fue él quien se lo dio en primer lugar!

  • ¡No le estoy haciendo nada! – protestó Trunks.

  • Tú no te metas, hijo.

  • Vuelve a la cama, Trunks – añadió Chi-Chi.

  • ¡Tú no me puedes mandar a la cama, no eres mi madre! – chilló Trunks, enfadado.

Chi-Chi le lanzó una mirada herida y Goku adivinó que se iba a poner a dramatizar como hacía a veces.

  • Por lo visto no soy la madre de nadie.

  • ¡OH, POR FAVOR, CHI-CHI, DEJA DE HACERTE LA VÍCTIMA! – gritó Bulma.

Justo en ese momento, Vegeta regresó de la farmacia con la medicina. Estaba bastante irritado, porque había tenido que esperar una cola terrible en la única farmacia de la zona que abría veinticuatro horas. Nada le crispaba más que esperar una absurda cola. Al escuchar gritos, se puso en guardia, pero enseguida vio que solo eran las dos mujeres peleando entre sí.

Decidió mantenerse a una distancia prudencial, porque había aprendido que era mejor no acercarse a una mujer humana enfadada. Lo observó todo apoyado en una pared, sin llegar a entender por qué era la pelea, porque pasaban de discutir por una cosa a discutir por otra.

  • ¡Basta, basta, no le grites a mi madre! – estalló Trunks, encarándose con Chi-Chi. - ¡No eres más que una vieja bruja gritona!

La habitación se quedó en silencio mientras Chi-Chi y Bulma abrían mucho la boca, con sorpresa. Trunks jamás le había hablado así a ningún adulto, y mucho menos a su tía Chi-Chi. Bulma iba a decirle algo, pero en ese momento Vegeta se hizo notar, avanzando hacia ellos con la vena del cuello muy marcada. Estaba de acuerdo en que la esposa de Goku era una bruja chillona, pero eso no significaba que Trunks se lo pudiera decir.

  • ¡Trunks! – le llamó.

  • Pa… papá…

  • Cómo te atreves a avergonzarme de esa manera… - le dijo, mirándole amenazadoramente.

  • Yo…yo….

Vegeta le agarró del brazo y descargó una fuerte palmada sobre su pantalón del pijama. Bulma siempre le decía que no se le ocurriera pegarle en la cara.

¡PLAS!

  • ¡Ay!

  • ¡Vegeta, no la tomes con él! – le defendió Goku. – Bulma y Chi-Chi son las que están peleando. Él sólo estaba defendiendo a su madre, tú le enseñaste a hacer eso, deberías sentirte orgulloso.

Vegeta lo meditó por unos instantes. Ciertamente, Trunks no había reaccionado de forma distinta a como lo habría hecho él… Inconscientemente, le soltó el brazo.

Trunks corrió con Goku haciendo esfuerzos por no poner un puchero. Él no iba a llorar, no era un niño de pañales. Pero eso no significaba que no fuera a esconderse detrás de Goku, por si acaso su padre seguía enfadado.

  • Dejad de pelear ya, es muy tarde – se quejó Goku. – Lo mejor será que Chiyo se quede aquí esta noche. Chi-Chi, quédate tu también si quieres, yo volveré a casa con Goten y Gohan…

  • ¡Ja! ¡Tú no sabes hacer el desayuno! ¡Seguro que harás que Gohan llegue tarde al instituto!

  • Pues les traeré aquí para que desayunen – propuso Goku.

  • ¡Oye, Kakarotto, esto no es un hotel! – replicó Vegeta.

  • Es una idea perfecta – dijo Bulma, ignorando a su marido. – Lo haremos así. Ahora todo el mundo a dormir, que tengo que acostar a Chiyo.

  • YO tengo que acostar a Chiyo – rebatió Chi-Chi.

Goku suspiró y se encogió de hombros. Tal vez nunca iba a conseguir que dejaran de pelear. Y él que pensaba que el mayor problema lo iba a tener con Vegeta.



2 comentarios:

  1. Qué se supone significa el nombre del bebé?? Ya no recuerdo si ya lo dijiste en algún capi anterior...
    Me da risa la inocencia de Goku
    Y Milk es muy egoísta!!

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  2. goku *w* quiero mas capis de vegeta y trunks!! junto con capis de goten, hogan y goku!!!

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