22.
Al cerrar la puerta Armando se sintió
fatal por Rui, de haber sabido que había sido Rui, no hubiera montado tal
espectáculo. Su hermano siempre estaba en líos, y no le gustaba que su padre
siempre estuviera regañándolo, pero es que lo cierto, es que Rui daba miedo,
tenía ideas de gato tuerto. Y no solo es que tuviera ideas de gato tuerto, es
que le condenado, las llevaba a cabo. Armando estaba cansado que la mocosa le
estropeara sus cosas y que su padre solo le dijera un “eso no se hace” y ya
está, era injusto, es como si hubiera dos raseros. Uno el que juzgaba sus
traseros y otro que era de algodones que juzgaba el trasero de la mocosa. Y la
niña lo sabía y se aprovechaba a base de bien. Pero ahora ya era demasiado
tarde, Rui estaba sentenciado y condenado.
Célia estaba en su habitación quitando todos los juguetes que
tenía desperdigados por el suelo. Su padre había dicho que tendrían unas
palabras sobre lo de entrar en la habitación de los chicos sin su permiso y 3
superaba que sólo fuera eso...unas palabras. Si la castigaba por eso le iba a
fastidiar y mucho porque esa semana daban el último capítulo de la temporada de
la serie que todos veían en su clase. Y si se lo perdía, todos iban a hablar de
ello, menos ella, sería una especie de apestada. Célia hizo una montañosa con
sus muñecas y las escondió bajo la cama. No sabía cuanto tardaría su padre con
Rui y no quería que la pillara ordenando su cuarto, cosa que debió hacer el
domingo.
Entrar en el despacho de papá, con un
papá cabreado, nunca era cosa buena. Siempre acababa con un trasero muy
adolorido. Rui lo sabía mejor que ninguno de sus hermanos, ya que era sin duda de
todos sus hermanos el que hacía más viajes al mundo de las nalgadas. Rui a sus
12 años ya conocía los dibujos que hacía la alfombra del despacho de su padre
de memoria.
Francisco entró en el despacho y en vez
de dar vueltas de un lado al otro de la habitación, como solía hacer cuando se
enfadaba con él y lo regañaba, se sentó en su silla. Rui ya leía los gestos de
su padre como si fueran un libro. Eso significaba que su padre ya había
decidido cual iba a ser su castigo, y que iba a ser algo rápido, no se iba a
explayar mucho con discursitos morales. Tampoco hacía falta. Robar está mal es
algo que hasta un niño de párvulos sabe. Y Rui tenía un coeficiente muy alto
como para ni tan solo considerar que no sabía lo que se hacía.
Era en momentos así que Rui se prometía
así mismo que si alguna vez era padre, él jamás castigaría a sus hijo y mucho
menos zurrarles. Él sería un padre enrollado que entendería que sus hijos no
eran perfectos y se equivocaban. Sus hijos lo adorarían y él siempre estaría
jugando con ellos y animándolos para descubrir cosas nuevas. Sí, él sería un padre
fantástico, el padre que todo niño querría tener.
-
(Francisco se aclaró la garganta
haciendo que Rui volviera ala cruda
realidad) Rui, estoy realmente muy decepcionado ¿robar? ¿en serio? A tu propio
hermano.
-
No era robar, solo se lo
-
Si ya lo has dicho, “lo tomaste
prestado” y ambos sabemos que es un bonito eufemismo para decir que se lo
robaste.
-
No lo pensé, de haberlo pensado lo
habría cogido a Oliver, que nunca sabe donde pone las cosas.
-
¡RUI! Ni Armando, ni a Oliver, ni a mí,
ni a nadie. No se coge el dinero que no es tuyo (dijo furiosos Francisco). ¿A
caso tu madre o yo te hemos educado así? ¿Te hemos enseñado que robar esta
bien? ¿Que está bien agarrar el dinero o cualquier otra cosa de otros sin su
permiso?
-
No señor (dijo bajando la cabeza, su padre
llevaba razón y no había manera de discutirle. Aquel día le cogió el dinero a
su hermano porque estaba muy enfadado con su padre y no tenía ni un céntimo
para ir a la feria, no se detuvo ni a pensar lo mal que estaba nada de eso).
-
Dime ¿Qué he de hacer contigo? (dijo
Francisco negando con la cabeza)
-
No lo sé (dijo sin levantar la cabeza)
-
Vas a disculparte con Armando y le vas a
devolver el dinero, no solo le vas a devolver los 20, sino que le vas a dar 20
más de tu bolsillo, ya que los prestamos tienen intereses (fue decir eso y Rui
levantar la cabeza de golpe y mirar a su padre con los ojos abiertos como
platos).
-
Papá, es que…no tengo ni un céntimo, me
castigaste sin paga ¿recuerdas?
-
Y no te queda nada del cumpleaños o del
fin de curso (Rui se mordió el labio y volvió a agachar la cabeza) ¿en que
demonios te gastas el dinero, hijo?
-
Al no tener paga he de tirar de ahorros
(susurró).
-
Ok (Francisco sacó de su propia
billetera el dinero y se lo dio) Se lo darás
a tu hermano y te disculparás (Rui tomo el dinero con timidez, porque no
le apetecía nada acercarse tanto a su padre, porque se olía que en cuanto
estuviera a mano, su padre lo pondría sobre sus rodillas. Rui por lo visto
conocía muy bien a su padre, porque en cuanto el chico se guardó el dinero en el
bolsillo del pantalón. Lo agarró por el brazo) Rui, que sea la primera y última
vez que coges dinero sin permiso.
-
Por favor, papá, por favor, no (sabiendo
lo que venía a continuación. Y Francisco le desabrochó los pantalones y tiró de
ellos para abajo) nooo, juro que nunca más, lo juro (suplicaba Rui).
-
Robar? En serio Rui, eso es muy serio,
ni te haces al idea de lo serio que es…robar no solo es un delito, es una
muestra de la poca importancia que le das al dinero y a tu hermano. Tu hermano
se está de comprarse muchos caprichos para ahorrar ese dinero. Caprichos que tu
si te das por eso no tienes nunca ni un céntimo ahorrado. Es el esfuerzo de tu
hermano. Además deberías saber que tu hermano no es ningún tacaño, de haberle
pedido seguro que te lo habría prestado.
-
Pero es que no estaba…y después de
habérselo dicho me habría preguntado para que lo quería y entonces…(Rui se
mordió el labio, había hablado demasiado, malditos nervios. En ese momento
Francisco se detuvo) te lo habría dicho y te habrías enfadado (finalmente
dijo).
-
Conozco a Armando, la cosa se hubiera
quedado entre vosotros, a menos que ese dinero lo hayas gastado en algo
realmente malo ¿Es así?
-
No, papá. Lo gasté en la feria. No tenía
dinero (dijo Rui asustado y sin atreverse a mirar a la cara a su padre. Pero
reconoció por el gruñido que acababa de hacer Francisco que efectivamente oír
eso no le había hecho feliz).
-
De verdad hijo, cuando te pones, te
pones a lo grande (y tiró de él y lo colocó sobre sus rodillas. Rui cerró los
ojos y se agarró con fuerza a la pata de la silla. Francisco abrió el cajón de
su escritorio y sacó una vieja regla de madera. Que para ocasiones como esa
venía de maravilla- Rui giró un poco la cabeza al oír el cajón cerrarse para
ver que había agarrado su padre y tragó saliva y apretó fuerte la pata de la
silla al ver que era la vieja regla de madera).
-
Plac plac plac
-
Aaaaaaaaaaaaah auuu no ayyy duele, auuu
pica auuuu por favor, no. Lo siento papá, lo siento.
-
Plac plac plac no volverás a robar nada
ni de tus hermanos, ni de mí, ni de nadie ¿entendiste, señorito?
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaauuu ayyyyyyyyyyyy
dueleeeee nunca más, lo juro, nunca más auuuuuu
-
Plac plac plac porque si me entero que
vuelves a coger algo que no es tuyo en vez de la regla será el cinto (amenazó
Francisco, sabiendo que eso era lo más temido por todos sus hijos, aunque no
tenía la intención alguna de cumplir esa amenaza) y de la zurra que te dé
tendrás que sentarte sobre un flotador.
-
Bwuaaaaaaaaaaaaa lo siento, perdón,
bwuaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaaaaay
-
Plac plac plac (dio los últimos tres
reglazos y dejó la regla sobre el escritorio y esperó a que Rui se calmara y se
diera cuenta que se había detenido)
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaau aaaaaaaaaaay
auuuuu nunca más bwuaaaaaaaaaaaa
-
Venga Rui, ya, hijo, ya está. Anda,
levanta (dijo ayudándolo a levantarse). Ve a lavarte esa cara y después haces
lo que te he dicho, te disculpas y le devuelves el dinero a tu hermano.
-
Papá, de verdad que no era mi intención,
solo estaba furioso (dijo subiéndose los pantalones).
-
Lo entiendo, pero estar furioso no ha
sido nunca una excusa valida en esta casa. Hijo, debes pararte, respirar hondo
y contar hasta 40. Es lo que hago yo.
-
Pero tu te enfadas y mucho (dijo
sobándose el trasero).
-
Jejeje me hacéis enfadar y mucho. Pero
hijo, créeme cuando digo que si no me parara y respirará hondo y lo pensara
bien antes de castigaros, hace tiempo que estaría tras los barrotes por
infanticidio.
-
Papá, ¿te puedo pedir algo?
-
Dispara
-
La próxima vez que te enfades conmigo en
vez de hasta 40 cuenta hasta 100.
-
Jajajaja ¿Y si no me haces enfadar y
punto?
-
Hasta 100 papá, tenlo en mente para la
próxima (dijo una vez estuvo fuera del alcance de la mano de su padre).
-
¡Largo de aquí, descarado! Antes que
descubras lo rápido que cuenta tu padre hasta 100 (dijo Francisco con una
sonrisa estremecedora. Rui sabía que su padre estaba bromeando, pero su trasero
aún le dolía para arriesgarse, así que salió corriendo del despacho. Francisco
respiró hondo, para él aún no había acabado. Ahora tenía que subir a hablar con
Célia, por enésima vez, sobre lo de entrar en la habitación o jugar con las
cosas de sus hermanos. Menuda pereza y dolor de cabeza le estaba entrando, con
lo contento que había llegado a casa. Era en días así que
Francisco se preguntaba si algún día sus hijos iban a sentar cabeza...todo
parecía tan lejano aún...Sobre todo teniendo en cuenta que Oliver, el mayor,
que ya tenía 19 la mayoría de veces seguía actuando como si tuviera 13).
Me encanta esta familia.
ResponderBorrarO.o Pobre Rui.... si le hubiese contado a su hermano....
ResponderBorrarYo de pana también tengo a la hermanita atravesada jajajjaa que siempre sale bien librada... jooooo
Me pasa como a Sanha, no sé por qué tengo a la hermanita atravesada xD
ResponderBorrarOye, pero pobre Rui! Cogió el dinero para ir a la feria y ya le castigó por eso, es casi como castigarle por lo mismo xD