sábado, 30 de julio de 2016

CAPÍTULO 17:


CAPÍTULO 17:


Cuando el timbre sonó, marcando el final de la clase, los chicos no salieron corriendo al baño ni se apresuraron por guardar los libros. No tuve claro si era porque había conseguido captar su atención en aquella primera sesión o porque estaban bien acostumbrados a ignorar el timbre si el profesor seguía hablando. Me limpié las manos de tiza y les sonreí.

-         Muy bien, mañana seguiremos. Que tengáis un buen día.  – me despedí. Entonces sí comenzaron a salir de la clase o a hablar entre ellos.

Mientras recogía mi chaqueta y mi maletín, noté que alguien se acercaba a mi mesa. Al levantar la cabeza vi que era Lucas. Me alegré de que viniera a hablar conmigo, porque yo tenía pensado ir a buscarle más tarde para lo mismo.

-         ¿Cómo estás? – le pregunté. Durante la clase le había visto sorprendentemente centrado, aunque también le noté incómodo en la silla. Me hubiera gustado ofrecerle un cojín para sentarse, pero no sabía sí con eso le ayudaría o le avergonzaría aún más frente a sus compañeros.

Lucas se encogió de hombros, como intentando restarle importancia. Esos chicos parecían demasiado acostumbrados a que les trataran así…

-         En realidad venía a hablar de otra cosa. – me explicó.

-         ¿Ah, sí? ¿De qué querías hablar?

-         Bueno, de dos cosas – rectificó. – Lo primero es sobre la clase de hoy. He llegado tarde, así que no sé cómo ha surgido la discusión esa sobre el poder, los dictadores  y demás… - empezó. Me tensé un poco, porque habíamos estado hablando de él y si se enteraba tal vez le hiciera sentir mal. – Pero no estoy de acuerdo con la conclusión a la que habéis llegado – sentenció.

Gran parte de la clase había consistido en continuar esa conversación y luego habíamos hablado de algunos grandes dictadores o emperadores de la historia, a modo de introducción de las distintas épocas que íbamos a estudiar. No era exactamente la introducción que había planeado, pero creo que había conseguido despertar el interés de los chicos.

-         ¿A qué te refieres, exactamente? Hemos llegado a muchas conclusiones…

-         Sí, pero cuando entré, eso que estabais diciendo sobre que una sola persona tenga el poder… ¿No es justo lo contrario lo que pretende la democracia? ¿Que el poder no lo tenga una persona solo, sino todo el pueblo?

Me senté en la mesa, divertido y contento ante la idea de que un alumno quisiera seguir debatiendo sobre algo después de clase. En serio, como profesor de historia, estaba más acostumbrado a las bostezos que a otra cosa.

-         Depende de a qué llames democracia. Lo que hoy en día se llama democracia no lo es, son gobiernos representativos. La auténtica democracia era la de los griegos, y era bastante diferente, por más que la gente se empeñe en identificar una cosa con la otra. Lo veremos en clase dentro de poco, pero en lo que hoy llamamos democracia el verdadero poder no lo tienen los ciudadanos, sino los representantes que eligen los ciudadanos. Representantes que, en mayor o menor medida, toman decisiones por nosotros. Decisiones con las que no siempre estamos de acuerdo, pero no tenemos mecanismos para frenarlos, nada más que las elecciones, que son cada varios años y por lo tanto muchas veces no llegan a tiempo. Por eso les decía también a tus compañeros que nadie debería tener el poder durante mucho tiempo.

-         Ya, pero entonces ¿qué hacemos? ¿Elecciones cada mes? Menudo gasto de dinero, y además así no se puede hacer nada. Las leyes, los cambios, necesitan tiempo para hacerse. ¿Cómo se lo montaban los griegos?

-         Yo no he dicho que su solución fuera la mejor. Con los griegos, solo los hombres mayores de veinte años podían votar. Ni mujeres, ni esclavos, etc. Solo digo que lo que ellos llamaron democracia no es lo mismo que lo que nosotros entendemos por democracia, y convendría tenerlo claro. Lo que ellos hacían era una asamblea a la que podían ir todos los ciudadanos, en donde el “político de turno” proponía una ley y ellos votaban para aceptarla  Cada votante se representaba a sí mismo, así que los “políticos” ya no eran representantes, sino solo cargos.  Y esos cargos no eran elegidos por la gente, sino que eran seleccionados por sorteo, entre aquellos que demostraran estar preparados. Así nadie podía decir que le habían otorgado el poder: el poder era prestado, le había tocado por suerte. Pero ellos eran muchas menos personas de las que hay hoy en día en las ciudades. Se conocían entre sí; hoy es imposible que conozcamos a todas las personas de nuestra ciudad, a nada que esta sea medianamente grande. Sería imposible hacer una asamblea en la que estuviera todo el mundo, por eso tenemos que elegir representantes. Y con tanta gente, es más difícil controlar quién se presenta y elegirlo por sorteo. Además, está el pequeño asunto de que los griegos no se andaban con tonterías: si desempeñabas mal el cargo, podías acabar muerto. Y hombre, a muchos les haría felices ver muertos a los políticos corruptos, pero no es plan. Matando gente no se soluciona nada. Así que como ves, su sistema tampoco era perfecto.  Y estoy de acuerdo contigo en que no sirve de nada elegir un presidente cada mes, y quizá tampoco cada año. Tan solo planteo preguntas y problemas, para que os cuestionéis las cosas y no os conforméis con lo que hay sin saber con qué os estáis conformando. Para eso sirve la historia: para saber qué nos ha llevado a ser cómo somos. Qué errores y qué aciertos se han cometido.

Lucas se quedó callado, asimilando todo lo que le había dicho. Al principio pareció frustrado porque no le había dicho una solución al problema de cuál era la mejor forma de gobierno, pero luego asintió, comprendiendo mi punto.

-         Todo es muy complicado – se quejó. – Todos los sistemas tienen fallos.

-         Y no te olvides de que más de la mitad de los seres humanos no viven en democracia. Hay otros sistemas aún peores que el nuestro, que se lo pregunten a los que viven en una dictadura. Pero ya que las personas no somos perfectas, no deja de ser lógico que un sistema político creado por las personas tampoco lo sea.

-         Vaya…. Pareces más un profe de filosofía que uno de historia – me dijo Lucas.

Solté una carcajada y terminé de recoger, antes de que viniera el siguiente profesor. Me acordé de que había dicho que quería hablar de dos cosas.

- ¿Qué otra cosa querías decirme?

-         ¡Ah! Que… que me alegro que seas el guardián de mi hermano. – me confesó, algo avergonzado. – Creo que ha tenido suerte contigo.

-         Vaya, muchas gracias Lucas… Soy yo el que ha tenido suerte: por lo que he visto, todos mis chicos son buena gente. Otros años he tenido alumnos bastante conflictivos, y se hubiera tenido que ser el guardián de sus habitaciones, creo que hubiera envejecido rápidamente. Pero estos chicos no parece que me vayan a dar grandes problemas… Tu hermano de los que menos.

-         A veces es un poco trasto, pero es obediente. – respondió. Esa forma de hablar de Benjamín casi le hacía parecer su padre en lugar de su hermano. – No quiero que este lugar le cambie… Quise que viniera para estar con él y para…para alejarle de mi casa. Pero a veces me pregunto si esto no será peor.

Me sorprendió aquella confidencia y me sentía abrumado porque en tan poco tiempo me tuviera esa confianza. Salí al pasillo con él, para hablar con más tranquilidad y me aseguré de que nadie nos oyera.

-         ¿Querías alejarle de vuestra casa? – repetí. Dada la conversación que había tenido con su padre por teléfono, ya había deducido que no era el padre del año, pero no sabía cómo de mal estaban las cosas.

-         No es… no es el lugar ideal para que crezca alguien… Tampoco es tan malo, pero mis padres trabajan mucho por muy poco dinero, y somos seis hermanos. Mi padre cuando no trabaja está en el bar y…y nos criamos prácticamente solos. Mi hermana mayor se largó hace dos años, en cuanto tuvo ocasión, y no hemos vuelto a verla. Sin ella, y sin mí, Benja no tiene a nadie que cuide de él, ni que se preocupe lo más mínimo sobre cómo se encuentra. Comida no le iba a faltar, pero….Allí pasa mucho tiempo solo y no es un buen barrio. No quiero que se meta en líos serios como bandas o cosas así. Y no quiero que se sienta tan solo como me sentía yo. Aquí puedo cuidarle. Más o menos. Dentro de poco cumpliré dieciocho y entonces…

Lucas guardó silencio y no me rebeló sus planes, pero pensé que tal vez iba a hacer como su hermana mayor, y romper con su familia o tal vez buscaría la forma de ayudarles económicamente. Si no me lo había querido contar, no iba a presionarle por el momento, pero lo sentí mucho por la vida que había llevado. Tal y como había pensado, eran pobres y aquél internado tal vez fuera su única oportunidad de encontrar un buen trabajo cuando fueran mayores. Salir del círculo de la pobreza era complicado.

Me hubiera gustado decirle algo, pero en ese momento llegó el profesor de la siguiente clase y Lucas tuvo que entrar de nuevo en el aula. Ya tendría ocasión de hablar con él…

Pensé en Benjamín y en lo que había averiguado de él gracias a su hermano. Podía entender un poco mejor por qué era un chico tan fuerte emocionalmente para sus once años: porque había tenido que crecer deprisa. Aun así, aún se permitía ser infantil, y eso me gustaba. Pero solo le había visto llorar de pena por su hermano; apenas se inmutó cuándo yo le castigue a él, o cuando el director iba a hacerlo. Entendí que aquellos dos hermanos estaban muy unidos por las circunstancias y eran uno la prioridad del otro.

Mi siguiente clase no era hasta dentro de dos horas, dado que solo era profesor de dos grupos. Por eso volví con calma al dormitorio para dejar mi maletín e incluso me planteé la posibilidad de salir del internado por un rato para conocer un poco los alrededores. Sin embargo no hice nada de eso, porque cuando entré a la habitación un huracán había pasado por ella. Había sábanas en el suelo, cuando los chicos habían dejado las camas hechas, y varias cosas tiradas por todos lados.

Me llevé un susto cuando escuché un ruido, porque había creído que estaba solo en la habitación. Pero allí, al fondo, revolviéndolo todo como un desesperado, estaba Borja.






N.A.: Pido perdón si a alguien le ha aburrido la “discusión política” en estos dos últimos capítulos. Quería poner un ejemplo práctico de cómo es Víctor como profesor, pero no os preocupéis, que esto no va a ser frecuente. No me centraré en sus clases ni nada, solo ha sido ahora, para ir conociendo todos los aspectos de su forma de ser. Ah, y solo por si acaso, ni afirmo ni desmiento que mis ideas políticas sean las mismas que las de Víctor xDDD. Aunque lo de que la democracia de hoy en día en realidad no es “democracia” tal y como la concibieron los griegos es totalmente cierto, y si alguien tiene curiosidad al respecto le invito a ver los videos de Youtube de #WHYMAPS, que lo explica bastante bien (aunque tampoco hay que creerle al cien por cien, como si tuviera la razón absoluta, que el chico también es un poco manipulador… que cada uno se quede con lo que quiera xD)

6 comentarios:

  1. Este capitulo no es nada aburrido! Me encanto! Me recordaste una frase muy buena "Quien no sepa la historia, esta condenado a repetirla" me encanto! Deberias ser mi maestra :D xD
    Me encantan lucas y benjamin, su union me recuerda muchisimo a mi y a mi hermano mayor :)

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  2. Dreamgril estuvo lindo especialmente esa parte en de Victor esta historia me recuerda mucho a una película se llama la sociedad de los poetas muertos

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  3. Dreamgril estuvo lindo especialmente esa parte en de Victor esta historia me recuerda mucho a una película se llama la sociedad de los poetas muertos

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  4. Me encanta la dinámica de Víctor. Muy buenos capítulos e interesantes!

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  5. Hubiera querido que mis maestros de historia fueran así como Víctor...
    Muy buen capítulo y para nada aburrido!!

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