EN CASA DE
LOS MARTÍN
Hacia tres meses que María y Álvaro habían adoptado a
Luís y Fede y parecía que todo empezaba a asentarse en casa de los Martín.
Luís y Fede eran dos hermanos del orfanato del barrio
de San Bartolomé, habían llegado hacía poco tras perder a sus padres en un
accidente de coche. Luís tenía 10 años y Fede 8, y sorprendió mucho que
encontraran un hogar tan rápidamente. Normalmente a esas edades los chicos se
quedan ya en los orfanatos hasta cumplir la mayoría de edad. Pero Luís y Fede
tuvieron suerte, en eso. Porque María tras sufrir su sesto aborto decidió que
ya no volvería a pasar por aquella pesadilla más, si su cuerpo no le dejaba ser
madre su voluntad si. Álvaro que ya hacía tiempo que le rondaba la idea de la
adopción, solo tuvo que oír las palabras salir de la boca de su esposa para
concertar cita con los del orfanato lo antes posible
Igual que la mayoría, la idea de María y Álvaro era
adoptar a un bebé o a un niño bien pequeñito y moldearlo des de cero, sería un
Martín de píes a cabeza. Para nada pensaban adoptar un niño ya crecidito y
mucho menso dos. Pero al entrar en el orfanato y ver a tantos niños hubo una
especie de flechazo entre Luís y Fede y María y Alvaro. No hay manera de
explicarlo, simplemente sucedió, ellos sabían que de allí saldrían siendo una
familia.
-
Federico, te he dicho que
recogieras tu habitación (dijo María al entrar al cuarto de Fede y ver que seguía
todo esparcido por el suelo)
-
Ayyyy ya va ya va (dijo quejándose y
levantándose de la cama para empezar a recoger sus cosas)
-
Fede ahora ya no, ya tenemos
que irnos, anda, ponte los zapatos (dijo indicándole con el dedo donde estaban los
zapatos de vestir)
-
Pffff ¿no me puedo quedar? No
es a mi ha quien tiene que ver el doctor (se quejó y caminó arrastrando
los píes hasta donde estaban los
zapatos)
-
Hijo, tu padre hoy tiene cena
de empresa y no vendrás hasta ya muy tarde, no te puedo dejar solo
-
¿porqué no? ¿no confías en
mi? (dijo
alzando una ceja)
-
¿cuánto hace que te pedí que
ordenadas todo esto? (dijo su madre con las manos en las caderas y alzando
también una ceja)
-
No es lo mismo
-
Es exactamente lo mismo (sentenció María) Venga,
aligera, voy a ver si tu hermano ya está? Y dejó a Fede poniéndose los zapatos
y Fue hacia la habitación de Luís. Pero Luís no estaba ya en su cuarto, María
miró en el cuarto de baño, en su propio dormitorio y después en el salón, y
allí estaba Luis viendo la televisión a medio vestir) ¡Luís Miguel! ¡Aún estás así! (dio tres pasos grandes y le quitó el
mando de la televisión, la apagó y se puso a acabarlo de arreglar no con mucha
delicadeza)
-
Aaaaaaaaaay mamá, deja, ya lo
hago yo
(protestó Luís)
-
Ya tendría que estar hecho (dijo malhumorada) vais
hacer que lleguemos tarde
-
Mejor (dijo el niño poniendo
morros)
-
Si te crees que por llegar
tarde el doctor no te visitará vas muy equivocado Luisito.
-
Que no me llames así! (dijo dando un pisotón en el
suelo)
-
Perdona, hijo, pero es que a
veces acabáis con mi paciencia (se disculpó mientras seguía abrochándole los botones del
abrigo)
-
Yo no quiero ir al médico,
mamá
-
Ya lo sé hijo, pero hay que
ir (dijo
poniéndole el gorro de lana)
-
¿Qué os falta mucho? (dijo Fede apoyado en el
quicio de la puerta)
-
No ya estamos. Fede, hijo, el abrigo
-
¿Qué? ¡Lo llevo!
-
Que te lo abroches a fuera
hace frío, y al gorra y la bufanda también quiero vértelos puestos (dijo maría con voz cansada)
-
Jooooooooo mamá, yo no tengo
frio
(protesto Fede).
-
Hijo, no discutas, por favor,
que hoy no estoy yo para muchas discusiones (Fede la miró con desganas pero se
abrochó el abrigo y fue al colgador de la entrada donde estaba su bufanda y su
gorro y se los puso (María miró el reloj y respiró hondo)
-
Mejor tomamos un taxi (y agarró a cada uno de una
mano y salieron a toda prisa de casa)
Los niños y María llegaron a tiempo a
la consulta el Doctor Casas, era el pediatra de los niños, lo había sido desde
que nacieron y María y Álvaro decidieron que lo mantendrían aunque tuvieran que
ir un poquito más lejos que el que les tocaría por distrito. La sala de espera,
como cualquier sala de espera de un pediatra era todo menos silenciosa,. Habían
niños de todas las edades correteando de arriba a bajo y revistas de colorear,
ceras de colores, piezas de puzles y
bloques de construcción por todas partes.
-
Bueno Luís, ya hacía tiempo
que no nos veíamos, ven anda y deja que te ausculte a ver como tienes esos
bronquios
(dijo el doctor Casas)
-
Es que estoy bien (dijo muy seco Luís,
mientras María estaba sentada con Fede sobre su regazo)
-
Luís (y María le echó la típica
mirada de madre, que la bordaba para no llevar ni tres meses ejerciendo de tal.
Luís resopló pero fue hacía donde estaba el médico y empezó a quitarse el
abrigo) por las noches sigue teniendo
pitos y eso que me aseguro que tome el inhalador aquel que le mandó.
-
No todas las noches, lo que
pasa es que he estado resfriado, y cuando estoy resfriado siempre me vienen los
pitos (dijo
Luís a la defensiva)
-
¿Y de día qué tal? ¿De día
también tienes tos? ¿Te sientes más fatigado?
-
No y no. Estoy bien, es ella que
lo exagera todo (dijo con muy malos modales)
-
Esta bien, Luis, no es
necesario ponerse así (dijo el doctor en un tono un poco más serio antes que María
pudiera ni abrir la boca) tu madre solo
se preocupa por ti.
-
En gimnasia el otro día tuvo
que usar el ventolin (saltó Fede y Luís lo fulminó con la mirada)
-
Eso no es verdad, idiota
-
¡Niños! (les riñó María)
-
Si, si que lo es ,que te ví,
estábamos jugando a balón prisionero y me mataron y entonces miré a lo que estabais
jugando vosotros y ví como le dabas al ventolin, y estabais jugando a bádminton (dijo Fede muy digno él) No
miento mamá (se giró para asegurarle a su madre que no mentía)
-
Bueno, vamos a ver como
suenan esos pulmones (dijo al ver que Luís ya se había quitado hasta la camiseta
interior. El doctor auscultó concienzudamente) ummmm mmmmm vaya (iba diciendo cuando movió el fonendo) efectivamente, estás bastante cargado, ahora
mismo le diré a la auxiliar para que te ponga el nebulizador durante una horita, después
vuelves y que te vuelva a auscultar, si te noto menos cargado, reajustamos la
dosis del inhalador.
-
¿y sino?
-
Bueno en ese caso creo que
deberíamos hablar de empezar con el tratamiento del que hablamos ya la vez
pasada
-
¡No! (saltó Luís como un loco)
-
¡Luís! (le amonestó muy será María)
discúlpate con el doctor ahora mismo!
-
Ni hablar, él quiere ponerme banderillas, y no pienso dejarle
(dijo aún más beligerante)
-
¿Banderillas? (María no entendía nada)
-
Señora Martín, hará un año ya
les sugería a los padres biológicos de Luís y Federico que Luis podía seguir un
programa de vacunación que estaba teniendo mucho éxito con niños con alergia
asmática como Luís.
-
¿Y porque no lo siguieron?
-
Bueno, entonces los ataques
de Luís no eran tan frecuentes y bueno no le mentiré las vacunas valen 100 dólares
cada una, y son mensuales.
-
Tenemos dinero, ¿y dicen que
funciona?
(maría se mostró interesada por el tratamiento)
-
¡Que no! ¡Que no le hagas
caso! ¡Que no estoy tan mal! ¡que no pienso (Luís estaba como loco)
-
Luís , por favor,
tranquilízate
(le dijo el doctor)
-
Luís, hijo (María intentó calmar a su
hijo pero al ir a agarrarle de la mano para acercárselo y hablar con él, Luís le
dio tremendo empujón que ella y Fede cayeron al suelo).
-
Eso si que no jovencito (y agarró al niño por la
oreja y lo llevó a una esquina de la consulta, después se fue donde estaba
María y Fede y la ayudó a levantarse)
¿Está usted bien, señora Martín?
-
Sí, si. Pude poner la mano ¿Y
tú Luís estás bien?
-
Nooo bwuuuuuuuuuua (enseñándole la mano que la
tenía toda desollada)
-
Por suerte estás en el médico
vamos a curar esa mano (la mano solo estaba pelada un poco pero había que
limpiarla, y ponerle un apósito para que no se infectara) Y tú, jovencito, no quiero verte mover ni un milímetro, voy a curar a tu hermano y después hablaremos de
hombre a hombre de golpear a las mujeres (el doctor curó con sumo cuidado
la mano de Fede y después le dio un caramelo por haberse portado tan bien. Luís
que sabía la fama que tenía el doctor Casas entre los niños no se movió ni un
milímetro. Todos los niños pacientes del doctor sabían que el doctor era muy
amable pero también muy serio y que si le soltabas una pataleta mientras te
examinaba o te ponía una inyección te podías llevar un tirón de orejas o
incluso algunos decían que un buen par de nalgadas) Muy bien Federico, puedes volver con tu madre (y lo ayudó a bajar
de la camilla). Luís (dijo en un
tono muy solemne y muy a poco a poco Luís giró la cabecita para mirar al doctor
que se le veía muy pero que muy intimidador) aquí, frente mío (dijo señalando con el dedo un punto exacto donde
quería que el niño fuese. Ese punto estaba demasiado cerca del doctor y la cara
y la voz del doctor Casas ya no eran la del bonachón que regala caramelos a los
niños al salir de su consulta) ¿te
parece bonito lo que has hecho? ¿empujarle así a tu madre? (Fede bajó la
cabeza y negó) No te oído, Luís
(dijo muy serio alzándole la mandíbula con el dedo)
-
No, señor (dijo con lágrimas en los
ojos) Qué sea la primera y la última vez
que levantas la mano una mujer, y mucho menos a tu madre ¿Entendido?
-
Sí, señor (dijo Luís entre sollozos, y
sin más el doctor lo inclinó sobre la camilla y dejó caer la mano varias veces) PLASS
-
AY
-
PLASS
-
AU
-
PLASS
-
AUUUU
-
PLASS
-
AYYY
-
PLASS
-
AYYY SNIF SNIFF LO SIENTO LO
SIENTO MUCHO LO SIENTO NO VOLVERÉ HACERLO JAMÁS (le dijo al Doctor una vez se dio
cuenta que no iban a caer más palmadas sobre su tradero no sin dejar de
resguardar su trasero por si acaso)
-
No es a mi a quien tienes que
pedir disculpas sino a tu madre (le dijo muy serio el doctor)
-
Lo siento mamá, no quise
hacerlo (y
se abrazó fuerte a su madre y lloró sobre su hombro un largo rato. Una vez el
chico se hubo calmado y se volvió a vestir, el doctor les sonrió y asintió con
la cabeza. Llamó a la auxiliar por teléfono que llegó en menos de 1 minuto)
-
Ahora, quiero que acompañes a
Tatiana, ella te pondrá 3 dosis del nebulizador, ya sabes como va (miró a la auxiliar) 3 dosis de 10 minutos cada una y 10 minutos
de descanso entre dosis y dosis y me lo
traes de aquí una hora, vale
-
Sí, doctor (dijo alargándolo la mano a
Luís para que lo siguiera. Luís salió de allí gustosamente. María Y Fede iban a
seguir a Luis hasta el box donde le pondrían el oxígeno con el broncodilatador
pero el doctor continuó hablando)
-
Señora Martín, si tiene unos minutos
hablaremos del tratamiento del que le mencionaba antes, Federico si quieres
puedes ir a hacer compañía a tu hermano (Y Fede después de ver la cara mala del doctor Casas
no iba a contrariarlo así que siguió a la auxiliar y a su hermano fuera de la
consulta) Lo primero que quería era
darle las gracias
-
¿las gracias?
-
Sí porque los chicos se ven
muy bien, sus padres biológicos los querían con locura pero también…bueno no
eran…digamos que con los pocos recursos que tenían hacían lo que podían. Pero he
visto que Fede ya no es todo huesos y a pesar de que Luís está en plena crisis
asmática, está controlada.
-
Hemos hecho todo lo que me
indicó, con Luís es una auténtica batalla que se tome el inhalador, tengo que
quedarme delante hasta que se lo toma, pero cada vez regaña menos
-
Debe hacerle entender que es
por su propio bien, que solo él se beneficia de seguir el tratamiento.
-
Lo intento, pero aún no acaba
de entender.
-
Ya, tiene 10 años para algunas
cosas parece asombrosamente madura y para otras no difiere mucho de un niño de
párvulos (ambos
sonrieron porque llevaba razón) la
segunda cosa de la que quería hablarle son de las vacunas que creo que podrían
funcionar muy bien para Luís. Son dos años, pero después se olvidaría de esas
crisis, no más visitas nocturnas a urgencias por no poder respirar. No más
inhaladores, no más fatiga.
-
Pídalas, si hemos de pagar
2400 dólares para que el resto de su vida esté bien, los pagaremos gustosamente
-
Tendrá que hablar con Luís,
como muchos niños, la idea de que le pinchen cada mes no suele ser bien
recibida y visto lo visto esta tarde, van a tener que tener mucha paciencia y
firmeza para que venga cada mes a ponerse la vacuna.
-
No sufra, vendrá y se comportará
aunque lo tenga que traer atado y amordazado
-
Jajajaj no mujer, espero que
no tenga que llegar a esos extremos y eso me lleva a la tercera y última cosa
que quería hablar con usted. Yo también adopté a un chico hace quince años (y le mostró la fotografía que
tenía sobre su escritorio. El doctor señaló orgulloso el chico alto de la foto
que había justo a su lado) este es
Samuel, mi hijo, ahora vive lejos, ¡estudió DERECHO! Salió a su madre y no a mi
jajajaja lo adoptamos cuando tenía 12 años, era el hijo de unos amigos dela
infancia de mi esposa y nos robó el corazón desde el primer día (María lo
escuchaba atenta porque a ella le había pasado lo mismo con Fede y Luís). Pero tantos los hijos propios (mirando
a los otros dos chico y a la chica que habían en la foto familiar) como los adoptados necesitan ser educados,
necesitan que s eles muestre el buen camino, que se les dirija hacía ese buen
camino, y lo que encontraríamos tan natural en un hijo natural nos hace dudar
en un adoptado ¿me odiará? ¿sus padres lo habrían hecho así? Permítame que mi
experiencia le sirva de algo, olvídese por completo de esos fantasmas. Y sea su
madre (el doctor se giró de repente y comenzó a trastear en los armarios
que tenía a sus espaldas buscando algo, y de repente se volteó con una especie
de pala de panadero y se la alargó a María)
Mis hijos ya están todos fuera de caso, bueno aún está Matilde que el año que
viene ya empezará la universidad, pero ella es un amor de chica. Y sé que esto
ya no lo necesitaré, en cambio creo que a usted y a su marido esta (mirando
la pala de pino rojo) les puede ser de
mucha ayuda cuando esos dos se alejen peligrosamente de ese buen camino del que
antes hablaba.
-
Doctor yo le agradezco el
gesto pero no creo que nosotros vayamos
-
No le digo que la use, solo
quédesela, puede guardarla en un armario, como la tenía yo, pero por si acaso
no olvide donde la guardó jejeje
-
Bueno, no sé que decir…
-
No diga nada, simplemente
recuerde lo que le he dicho, esos dos son ahora sus hijos, sus hijos al 100x100
y en los hombres felices y de provecho que serán en el mañana en gran parte se
lo deberán a ustedes dos. Ser padre no es fácil, no es agradecido y no está
valorado en ninguna parte, no al menos hasta que ellos mismos sean padres a su
vez. Créame no fue hasta que mi hija Raquel fue madre que empezó a vera su
madre más allá del amor de hija, y empezó a verla como una mujer que se había
sacrificado millones veces por ellos y que siempre lo había hecho con alegría
en el corazón. Pero eso supongo que no nos damos cuenta hasta que somos
nosotros quien lo hacemos (y le sonrió. María sonrió también por las bonitas palabras
salidas de la boca del doctor y metió la pala en el bolso y se levantó)
-
Mejor que vaya a ver que
hacen esos dos
-
Sí, vaya, los demás pacientes
deben de estar subiéndose ya por las paredes (y la acompañó hasta la puerta y se la
abrió) nos vemos en una hora, señora
Martín. El siguiente (llamó sacando la cabeza por la puerta y una señora
con una niña medio adormilada en sus brazos se levantó)
CONTINUARÁ
Ohhhh no se vale Litle quiero mas mira que me encanto este capi, menciona adopcion, hermanos y pequeños, la mezcla exacta y perfecta
ResponderBorrarContinúa! está muy padre tu historia
ResponderBorrarNo me gustó ese doctor. Little, que María y Álvaro no se olviden que Luis y Fede aún son niños y que por más bien que se hayan amoldado como familia, ellos han pasado por una situación terrible.
ResponderBorrarLinda historia.
Nueva historia, con peques esta vez. Parece prometedora espero que continúen pronto
ResponderBorrarAh que consejitos los del Doctor!!
ResponderBorrarUuff cuando ya agarran confianza con tu familia no es nada bonito!!...
Que buen capi!! Ya quiero saber más!!