domingo, 25 de mayo de 2014

Capitulo seis



Capitulo seis

Ricardo ordenaba la casa mientras Helena preparaba la última merienda, ya que sus hombrecitos favoritos eran unos tragones y se excusaban en estar creciendo para pedir comida a cada rato.

-Se puede saber dónde ponen ustedes toda esa comida?!!!- Dijo divertida la joven mamá, sirviéndoles unas buenas porciones de panqueques a los chicos.

-Ay mamita, es que a éste paso gasto mucha energía llorando- Respondió Rafita, haciendo un pucherito tan gracioso que Helena no pudo evitar abrazarlo y pellizcarle las mejillas. -No es justo. Se la pasan pegándome-

-Y tú te la pasas buscando problemas....- Gritó papá desde la sala, donde estaba muy ocupado pasando el plumero a los muebles.

-No estoy hablando contigo, señor manos largas- Dijo sacándole la lengua.

Ricardo tiró el plumero en el sillón y salió dando pasos largos hasta donde estaba su bebé. Se paró en frente suyo y lo miró con un ceño fruncido. -A quién le habla así usted, jovencito?!!-

-A ti... no me das miedo papá- Le sonrió y le dio un beso.

-jajajaja.... Ay, mi bebé, si yo no quiero que me tengas miedo, sólo que me trates con respeto-  Y se inclinó para darle un beso sonoro en la frente -Estamos?!-

-Y yo que no me pegues, ¿Estamos?-

-Pórtate bien y asunto arreglado, principito-

-Así no tiene gracia- Se quejó con un puchero... Martín aprovechó la mini discusión para desaparecer.

-Uf, mi niño! Si eres terrible- Dijo mamá, acercándose para darle un jaloncito de orejas que arrancó un gritito exagerado a su hijo.

-Mi poto... mis orejas... No hay derecho!!- Replicó, tomando un panqueque y llevándoselo a la boca.

Los padres se miraron complacidos y Ricardo aprovechó para darle un besito a Helenita.
-Hey, que hay menores presentes- Reclamó descaradamente Rafín.

-Menores?... dónde está tu hermano?!- Preguntó Helena.

-Uhmm, no sé!!- Miró hacia los lados buscando a Martín, pero al parecer no estaba en el comedor.

-Voy a verlo- Dijo Ricardo, que en segundos estuvo frente a la habitación del mayor de sus hijos -Martín?! Cariño, puedo pasar- Dijo después de tocar un par de veces la puerta.

Pero Martín no respondió.

Ricardo suspiró un tanto indeciso. Martín siempre había sido muy firme en todo lo que respecta a su intimidad. Pero como no contestaba a su llamado, decidió entrar igual.

Abrió la puerta, pero no encontró a su hijo en la pieza. Estaba por irse cuando notó que la puerta del baño estaba junta y como su hijo no respondía, entró.

Martín estaba de pie, mirándose al espejo, todo sudoroso y con la cara roja. 

-Martín. Hijo, qué tienes?!- Preguntó Ricardo, preocupado.

-Papáaaa... qu-qué haces aquí?!!- Respondió el muchachito, entre asustado y enojado.

-Qué pasa, Martín?!- Dijo intuyendo que algo no cuadraba. Si su hijo hubiese estado enfermo, no se habría molestado.

-Pasa que no deberías entrar así a mi habitación- Replicó el chico, ahora sí, decididamente molesto.

-Martín. Qué carajo está pasando?!- Dijo en un grito.

-Nada!!! Apártate, por favor!- El niño se escabulló de las manos de su padre y salió del baño.

Ricardo lo tomó con fuerza de un brazo -Me dices ya mismo qué está pasando, hijo.

-Ahhhh!! Déjameeee!!! Qué te pasa?!! Suelta, papá!-

-ZAS!!

-Ahora, Martín- Exigió, levantando la mano para dejarla caer en el trasero, de ser necesario un mayor incentivo.

-Auuuu... Noooo... si no hice nada!!- Gritó, intentando soltarse del agarre de papá. 

-¡ZAS!!- Le pegó otro manotazo, arrastrándolo al baño para ver qué es lo que escondía su hijo.

-Ahhhhh... Papiiiii- Se quejó Martincito, pasándose la mano libre por la zona donde la manota de su padre había chocado ya tres veces. -Noooo, papito, noooo...-

-No qué, Martín? Habla ahora!-

Martín ya estaba comenzando a llorar y a Ricardo le desesperaba más esa reacción.

Qué demonios le sucedía a su hijo?! 

Lo tomó por los dos hombros y lo zamarreó un poco –Martín, que me digas ahora- Le gritó.

-Yo...yo... no tengo nada que decirte- Dijo al fin, liberándose de su padre para salir corriendo de la habitación.

Ricardo corrió tras él y cuando lo alcanzó, lo llevó de una oreja al baño. Por su cerebro pasaban mil posibilidades, y no sabía cuál era la peor.

-Aaaaayaaaa... ayayayayyy... yaaaa!!... Papá!! Sueltaaaaa...- Pedía el niño, queriendo aflojar la presión que su papito ejercía en su orejita. -Buaaaaaaaa... Rafaaaaa- No supo por qué, pero decidió que era buen momento para buscar ayuda de su hermanito.

Rafael, ni lerdo ni perezoso, corrió como un loco por las escaleras, al rescate de su hermano... Helena no lo había dejado ir cuando comenzó la discusión para darles privacidad, pero ahora Martín lo estaba llamando, así que dejó a su mamá con la palabra en la boca y corrió a rescatar a su hermano.

-Qué haces, Ricardo? Te volviste loco?!- Le gritó, tratando de soltar a su hermano del asimiento de su padre. El hombre aflojó la presión en el bracito que sostenía, un tanto sorprendido por la intervención de Rafín.

Martín se aferró fuertemente a su hermanito lo mismo que hizo Rafael, sólo que él lo hacía con la intención de defenderlo. -No te atrevas a tocarlo- Le gruñó.

-Rafael, sal de aquí y me esperas en tu pieza-

-NO!!! No voy a dejar que lastimes a mi hermanito- Contestó, mirándolo con furia. 

-Tesoro, jamás los dañaría... espera en tu habitación, hijito. No le haré daño a tu hermanito

-Nooooo!!! No, Rafa... no me dejes solo- Por mucho que Martín deseaba verse fuerte -o como él suponía que debían ser los hermanos mayores- no podía menos que acurrucarse entre los bracitos de su hermanito menor.

-Se sientan los dos- Ordenó Ricardo, al ver que no conseguiría nada –Helena, ven por favor- Dijo. Ésta era una situación que no quería enfrentar solo.

-Qué sucede, amor?! Por qué tantos gritos?!- Preguntó Helenita, apenas entró al cuarto y vio a sus niños con carita de espanto.

Sus hijitos se veían tan vulnerables los dos abrazaditos.

-Es lo que intento averiguar…. ¿Martín? ¿Qué estabas haciendo en el baño?- Preguntó por enésima vez, pero el adolescente ni abrió la boca. -¿te estabas drogando?-

Martín levantó la mirada. -Claro que no, papá!! Yo no hago eso- Le dijo ofendido.

-Ya no lo sé, Martín. Cuando vaya al baño ¿con qué me voy a encontrar?- Le gritó.

-Qué ha sucedido, Ricardo?! Por el amor de Dios, cuenta de una vez por qué el escándalo- Cuestionó Helena, algo preocupada por la acusación que se le hacía a Martincito. 

-Que qué pasa?!... No tengo idea qué pasa, porque Martín pasa todo el día encerrado, porque no me contesta, porque lo encontré como lo encontré… y porque no quiere que vaya al baño- Ricardo estaba desesperado a esta altura, ya casi prefería que fueran drogas a lo que se temía.

Mientras, Rafa seguía con un brazo alrededor de los hombros de Tincho, como intentando confortarlo. Pero cuando pasó su manito por la espalda de su hermano, sintió cómo se le notaban las costillas. –¿Martín? – Preguntó - ¿Qué hacías, hermanito?!!- 

-Nada- Dijo, haciéndose chiquitito.

-Hermanito... dime la verdad!- Rafael tomó el rostro de su hermano entre sus manos.

-Nada!!! Váyanse todos de mi cuarto- Respondió, soltándose de Rafael para correr al baño a tirar la cadena.

-Jovencito, a dónde crees que vas?- Ricardo volvía a apresarlo de la muñeca.

-Suéltame... suéltame- Se puso alterado no quería que su papá supiera lo que había estado haciendo éste último tiempo.

-Quieto, ya!!- Dijo papá, inclinándolo bajo su brazo y bajándole el pantalón que traía - su hijo estaba tan delgado que apenas sí se sostenía en sus caderas- y aplicó una buena tanta de palmadas.

-Noooooo!!! Papá!! Qué haces?!!- Gritó.

-Te doy unas nalgadas!!!- ¡ZASS!! ¡ZASS!! ¡ZASS!! ¡ZASS!! ¡ZASS!! ¡ZASS!! -y si no quieres que te dé ahora mismo con el cepillo, vas a decirme qué es lo que está sucediendo, hijo?!- ¡ZASS!! ¡ZASS!! ¡ZASS!!S ¡ZASS!! 

-Ayyyy!!! Nada!!!... Uno no puede ir al baño en paz en ésta casa?!-

-Muy bien... tú lo has pedido, hijito.... Helena, alcánzame el cepillo, por favor- 

-Noooooo!!! No, papi... mamá, nooooooo!!-

-Noo, mamiiii... no se lo traigas! Martín, diles qué estabas haciendo... no seas tonto!- Instó Rafael. Él tenía sobrada experiencia con el cepillo y no quería que su hermanito tuviera que pasar por  eso.

-No hice nada... Naaadaaaaa!!- Y se puso a llorar desesperanzadamente.

-Shhh!! Ya, cariño!! Shh! Shhhh!!!... Qué sucede, pequeño?!- Consolaba papá 

-No quiero!! Buaaaaaaaaa!!! No quiero que veas- Tanto llorar, Martín se soltó de los brazos de papá y partió al baño a vomitar.

-Buaaaaaaa... papiiiiii.... veteeee...- Gritaba entre arcadas Martín. Estaba con el cuerpo sudoroso, pero frío y la cara pálida, lo contrario de sus mejillas, que estaban rojas y calientes por el esfuerzo que hacía. 

-Tranquilo, bebé!! Papi te tiene- Dijo, poniéndose en cuclillas para sujetar el cuerpo de su hijo que parecía quebrase en cualquier minuto...

Para Ricardo fue como estrellarse contra un poste y salir disparado del asiento... su peor pesadilla se estaba haciendo realidad...

Ése era el motivo por el que, con su mujer, no habían dicho la verdad. En cuanto supieron de Rafael, iban a divorciarse pero cuando Ricardo se iba a ir de casa, Martin empezó con vómitos; el médico le diagnosticó bulimia nerviosa, por lo que decidieron dejar todo como estaba. Al poco tiempo -y después de muchas sesiones de terapia- Martín se recuperó, pero él le jamás superaría el ver a su hijo entubado en una cama de hospital... sobre todo, si era por su culpa.

-Shhh.... Ya está, cielo. Respira lentamente... así... eso es mi bebé- Susurraba Ricardo, empezando a levantar a su hijito en brazos. 

-No quiero... No quiero vete...- Lloraba avergonzado

-Basta, hijo. No me pidas eso.... no puedo dejarte, menos si estás enfermito, tesoro- 

-No te quiero aquí- Por qué su padre no lo entendía?! Estaba avergonzado… éste era su secreto... su oscuro y sucio secreto!!

Ricardo lo acercó a la pileta para ayudarlo a enjuagarse la boca. Luego tomó una toalla y la empapó para pasársela en la carita. -Lo siento, papito... snifffff- Martín se abrazó con ansias al pecho de su padre, llorando toda su vergüenza en su camisa.

-No pasa nada, Marticito- Le besó la frente -No pasa nada, mi sol- Dijo, mientras le caían las lagrimas por las mejillas.

-Lloras por mi culpa.... yo soy el- el culpa-culpable de todoooo- Sollozó amargamente. 

-No, mi sol... mi vida... es mi culpa. Debí darme cuenta antes, mi principito- Le abrazaba con fuerza... en esa escena no se sabía quién de los dos estaba más roto.

Ricardo apretó con desesperación el cuerpecito de su niño contra el suyo. Necesitaba saber que Martín estaba ahí con él... vivo… respirando… no se perdonaría nunca si a su niño le sucedía algo.

-No lo hago más... sólo no llores papi-

-Te amo, Martín... no sabes cuánto te amo! Por eso lloro, cariño... porque no quiero perderte!- 

-Que no lo harás, papá. Te dije que no lo haré más-

Ricardo sonrió -Eso espero, muchachito... porque no creo que quieras recibir otra paliza como la que recibirás en cuanto salgamos de aquí-

-No, papi... Por qué?... No es justo-

-Lo que no es justo es que no me hayas contado que tenías problemas, hijo. Juegas con tu salud y eso yo no lo consiento-

-No tenía por qué contártelo...es mi vida... y tú no tenías por qué entrar a mi pieza!! Es MÍA - Dijo enojado

Su padre no dijo nada, sólo se limitó a arrastrarlo fuera del baño hasta su cama. -Dame el cepillo, Helena- Dijo, extendiendo la mano.

-Ricardo? Estás seguro?- Ella sólo quería abrazar a su pollito.

-No quiero hacerlo...- Expresó -Pero debo-

-Ricardo no voy a dejar que le pegues a mi hermano- Le volvió a gritar Rafael

PAFFF... La mano delicada de mamá cayó en la nalguita de Rafín. 

-Auch!!! Y eso por qué? -  Se quejó indignado Rafa.

-No quiero que hables así a tu padre, me has entendido?!- Dijo con la mano en alto, en modo amenazante.

-Yo le hablo como quiero a ese animal- Le gritó muy enfadado -y si tú dejas que él le pegue a mi hermano, no vas a ser más mi mamá-

-Hijo, entiende que tu padre no lo hace porque quiera hacerle daño a tu hermano, sino porque Martín tiene que saber que lo que hizo está muy mal... pudo poner en peligro su vida... Por eso tu papi quiere que aprenda ésta lección- Le explicaba con paciencia, tomándole de la mano para sacarlo de la habitación -Ven tesoro, luego puedes entrar a ver a tu hermanito-

-Pero mi hermano no quiere que me vaya- Se puso a llorar Rafael.

-Shhhh... Ven, amor! Vamos abajo, sí?! Y me ayudas a preparar algo rico...-

-Para qué? Si Martin lo va a vomitar!!- Dijo, frustrado, por no entender por qué su hermano hacía eso.

-No lo hará...- Dijo papá, ubicando a Martín boca abajo sobre sus rodillas. 

-No le pegues, papi- Corrió Rafita a abrazar a Ricardo... -Si quieres, pégame a mi... es mi culpa... todo es mi culpa- Dijo, creyendo que Martin vomitaba por saber que él era su hermano.

-Nooo, Rafael, no es tu culpa!!- Gritó Martín, dándose la vuelta para abrazar al chico.

-Basta, hijitos.- Dijo Richi, abrazando a sus niños -Esto no es culpa de nadie -más que mía, pensó, pero se abstuvo de decirlo en voz alta- Rafa, sal del cuarto, bebé... tu hermanito estará bien- 

-No me dejes sin hermano... y no lo dejes sin potito, papi- Trató de sonreír.

-Sal ya, mocoso manipulador- Dijo Ricardo, sonriéndole.

Por fin se quedaron solos -No me pegues, papito!!- Jugó su última carta Tingo.

-Lo siento, pichoncito, pero tu potito no tiene escapatoria... ven aquí-

-Pero despacito, papi- Dijo con un puchero cuando se acercaba.

Ricardo apenas pudo tragar el nudo que se formó en su garganta cuando tuvo nuevamente a su niño boca abajo. Estaba tan delgadito que temía dañarlo con tan siquiera una palmadita.

Martín cerró los ojitos esperando a que su padre le bajara el pantalón y dejara caer -sin piedad- el cepillo sobre sus nalgas.

Pero si bien papá le bajó el pijama, sorprendentemente no hizo uso del cepillo. Sólo se limitó a dar unas palmadas algo pesadas a la colita de su niño. -PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS... nunca más, mi chiquito PLASS PLASS

-Ayyyy…. Buaaaaaaaaaa!!! Nunca más, papito. Lo prometo… Auuuuu… No mássss!!!! Yaaaa!!!-

-PLASSSSS!!!!- Antes de darlo vuelta, Ricardo añadió una última palmada que fue mucho más fuerte que las otras y arrancó un alarido a su niño-

-Auuuuuuuuuu!!! Papiiiiiii... esa dolióooo- Gimoteó su bebé.

-Serás fresco... si debieron doler todas!! Creo que tendré que usar el cepillo para que duela!!

-Nononononononononoooooo... papiiii, no seas maliiito! Que me dolió mucho- Respondió con un tono infantil, dándose la vuelta, haciéndole pucheros a su padre. 

-Mi niñito...- Ricardo lo envolvió protectoramente entre sus brazos, besándole la frente, llorando de amargura… odiaba con toda su alma ver a su hijo así: enfermo, con ese desánimo por la vida.

-No llores, papito! No llores, por favor!! Es mi culpa todo esto… soy un idiota!! Yo….Auuuuu!!!

Su papá le había dado una palmada en el muslo.

-No vuelvas a hablar así de ti nunca más, hijo!!! – Le dijo, mirándolo serio, pero no pudo menos que sonreírle ante la carita de asombro de Martín -Sabes que tendremos que volver al médico-

-Noooo, papiiiiii- Martín se colgó al cuello de su padre a llorar su amargo destino. La última vez que fue al doctor por ese motivo pasó una de las peores experiencias.

-Lo siento, pero hay que ver qué tanto daño te hiciste, campeón- Le dijo triste... -Desde cuando, Tingo?! Si pareces un pollito-

-No te enojes conmigo, papito lindo- Él no quería responder. La verdad es que había perdido la cuenta del momento en que su pesadilla recomenzó.

-No me enojo, mi vida. Sólo necesito saber-

-Es que no sé! Creo que antes de que viniéramos aquí- Tingo se pasó las manitos por sus ojos. Ante su padre, ese gesto lo hizo ver como un niñito pequeño. -No sé por qué lo hago...- 

-Pero ¿por qué no me dijiste, mi príncipe?-

-Porque...- Martín se miraba los deditos -porque no quería que te enojaras más!.... Vi cómo te pusiste la última vez... y no quería verte enojado de nuevo...-

-No me enojo, mi rey. Debes decirme para poder ayudarte y protegerte-

-Es que me daba vergüenza que lo supieras... buaaaaaa... y ahora ya lo saben todoooos... Buaaaaa!!!-

-No lo saben todos, hijo, lo sabe tu familia-

-Pero qué dirá Rafa de mí?! Pensará que estoy loco o le daré asco, papito- Murmuró acurrucándose contra el cuerpo tibio de su padre, se sentía débil y su calorcito lo ayudaba a sentirse seguro.

-Tu hermano te ama mucho antes de saber que eras su hermano, y te protegerá y apoyara… o, ya olvidaste cómo te defendió?

-Soy un tonto-

-No, hijo. Eres humano- Le sonrió papá

Martincito hizo una mueca y estiró su mano para sobarse una nalguita -Y tú me pegaste como si mi colita fuera de acero!!!- Se quejó.

-No te di ni una de las que te mereces-

-Ay, papito. Pero sí me dolieron- Dijo de lo más caradura. 

-Cuidadito, caradura, que te doy las que te mereces- Le despeino el cabello

-Noooo!!!- Gritó -No hace falta, papiiii, de veras!!- Y bajó la mirada -Promete que no me dejarás en esa clínica, papito, por favor-

-No puedo prometer eso, hijito… pero sí que si debes quedarte, yo me quedaré contigo- Dijo el padre, destruido. Ahora tocaba hacer las maletas.

-Todo estará bien, tesoro... papá estará contigo! No lo dudes nunca- Le susurró al oído.

Ricardo rezaba poder volver con su hijo a casa. Le besó la naricita y lo hizo levantar de sus piernas -Vamos con mamita, Tingo-

-Me va a castigar también- Dijo preocupado.

-Uhmmm... no lo sé, mi niño. Pero sí quiero que le ofrezcas una disculpa a ella y a Rafín-

-Y por qué, papi?! Yo no les hice nada-

-Eso piensas, hijo? Ellos te aman tanto como yo, y se preocupan por ti... Tú crees que es justo hacerlos pasar por esto?! Te aman, Martín. Helena te ha visto siempre como un hijo más y sabes que Rafita te ha querido como a un hermano desde que te conoció, así que piensa de nuevo y dime: de veras crees que ellos no sufren al ver que te haces tanto daño?!-

-Es que no es mi culpa... yo no quería hacerle daño nadie... y es mi vida y no me disculparé... Y tú no tenias que saber nada!!! Eres un entrometido- No era Martín el que hablaba sino la enfermedad, que movía los labios del jovencito sin su consentimiento.

-Basta ya, Martín... - Le dijo Ricardo, sosteniéndole el rostro para que lo mirara a los ojos cuando hablara –No soy un entrometido, mi niño. Soy tu padre y me preocupo mucho por ti, y por eso lo hice... es más, esto debí hacerlo antes, mucho antes, mi bebe y no sabes lo mucho que me arrepiento de no haberme “entrometido” como dices tú, mucho antes, para evitarte males mayores...pero eso ahora va a cambiar, porque no voy a permitir que sigas haciéndote daño-

-Qué fastidio, papá!! Es un poco de vómito... me pudo haber caído mal el almuerzo- Ahí estaba nuevamente la negación.

-Sabes que no fue así... mírame a los ojos y dime que tú no lo hiciste- 

-No te digo nada- Dijo, parándose con brusquedad para alejarse de su papá- Lo que pasa es que tú quieres deshacerte de mí para quedarte con Rafael y con Helena- Le escupió con ira.

Ricardo sabía que no era su hijo el que hablaba pero no podía evitar que las palabras le dolieran.

-Hijo, por Dios. No vuelvas a decir semejante locura... sabes que eres parte de mi corazón... no quiero que repitas eso nunca más, jovencito- Decía Ricardo, intentando acercarse a su pequeño, que retrocedía un paso por cada uno que daba su padre. -Deja que te ayudemos, Martín. Esto no es tu culpa y yo jamás te la echaría a ti. Sólo quiero ayudarte... déjame hacerlo, por favor... deja que te ayude, mi chiquito... te quiero tanto, tanto, tanto, Martín-

-Buaaaaaaa!!! No sé por qué digo esas cosas, papá- Le confesó -No las siento!

-Shhh, amor, no eres tú... es la enfermedad. Déjame que te ayude, sí, mi cielo?! Vamos al doctor-

-Pero no quiero que me dejen- Lloró.

-Mi bebito, jamás. Nunca estarás solo. Yo iré contigo-

-Vamos antes de que cambie de opinión- Dijo, resignado.

Cuando salió, se encontró con que su hermanito lo estaba esperando en la puerta y se echó a sus brazos -El papá me quiere internar! No lo dejes- Le lloró amargamente.

Papá lo abrazó y le puso una camperita por encima para abrigarlo, y lo llevó casi a los empujones hasta las escaleras.

-Papi. Dónde lo llevas?- Preguntó Rafa, asustado de que fuera verdad lo que decía Martín.

-Vamos al doctor, hijo-

-Pero vuelven ¿verdad?- Dijo afligido.

-Sí, mi amor. Eso espero. Pero, por las dudas, prepárame una maleta con ropa mía y de Martín, Helena. Por favor!-

-Vamos todos!!- Dijo Helena. Ella no dejaría a su hijito -Ricardo, sin maletas- Agregó, dándole a entender que había que tener fe que los cuatro volverían a casa. Si no era así, pues buscaban lo que necesitaran pero Martín necesitaba confianza.

-Mamita, no dejes que mi papi me deje ahiiii...- Gimoteó Martín, corriendo a los brazos de su madre.

-Vamos a ir a una consulta, hijo. Sólo a eso. Si después hay que hacer algo, lo veremos mañana… hoy sólo iremos a la consulta- Dijo abrazándolo tiernamente.

-Me lo prometes?!- Preguntó el niño, mirándola con ojos tristes.

-Te lo prometo, mi sol- Le besó la frente y miró a Ricardo como diciendo: Pobre de ti que lo dejes ahí! Si había que internar a Martin, podía esperar un día para hablarlo con él con calma… hoy no era el momento.

-Bueno, vamos. Se hace tarde y quiero que el doctor lo vea hoy. Ven Martín. Tranquilo, sí?! Estamos a tu lado, mi principito.

-Vamos, hermano, yo estoy contigo- Le sonrió Rafael y lo llevó de la mano al auto - Saldremos de ésta, hermanito-

-Espera, Rafa... hay algo que quiero decirte- Martín Suspiró hondo, como buscando valor -Siento que esto arruine nuestras vacaciones, hermano... te juro que no lo hice a propósito... yo-

-No arruinaste nada, hermanito… si no lo hice yo con todas mis escapadas- Le sonrió -Ahora iremos al médico, te revisarán, nos darán un tratamiento y ya seguimos disfrutando-

-Eres el mejor hermanito de todos- Le respondió Martín, dándole un abrazo rápido, antes de escuchar el llamado insistente de su padre.

-Estoy listo, papá- Dijo más tranquilo.


Ricardo y Helena lo tomaron de las manitos y Rafín puso una mano en su hombro. Martín no pudo evitar sonreírles, feliz de sentirse seguro en compañía de los suyos. 

8 comentarios:

  1. Aich, tengo un conflicto de sentimientos!! Por un lado como está enfermo quiero defenderle como Rafa.... por otro lado me da tanta rabia que se haga daño que hasta creo que fue blando!! xD

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  2. Wow que capitulo!!
    Fue como un sube y baja de emociones :D auch! Por un segundo yo también creí que de drogas se trataba :S pobre pequeño :/ lo bueno que tiene a su familia con el y. genial la trama de la historia :)
    Me encantó
    Saludos

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  3. Opino igual que Dream.... la llevo barata atentar asi contra su vida.... grrrrrrr

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  4. Esa enfermedad es tan delicada de tratar... y bueno yo supongo que generalmente se les pone mas atención a las chicas con los síntomas, ya que es mas frecuente en su género, me alegra un montón que sus padres ya estén informados y sean tan comprensivos, Rafita defendiendolo es un sol pero estoy del lado de los padres ahora mas que nunca deben ser atentos, esa enfermedad requiere mucho control y supervision y por supuesto apoyo y amor filial.

    Me gusto mucho chicas, como siempre.

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  5. me gusta mucho esta historia,, solo espero que no sea mui grave la enfermedad de el peque cuidenmelo mucho porfis que no quiero que esta familia se separe
    estrella

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  6. Pobrecito mi pequeño, con Anorexia nerviosa, sabes? en mi pais es super raro, se ve pero mas en chicas que andan queriendo igualar a las modelos, el modelaje resulta ser una profeion muy peligrosa para algunas personas, y la verdad no deberia, despues de todo... en la variedad esta el gusto y un poco de carne nunca hace daño a nadie, yo apoyo la nutricion balanceada como medico, pero hay un tope para cada cuerpo
    Y mi niño hermoso con esto, espero que el calor familiar lo conforten y arropen en tan feos momentos

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  7. Me alegro que les haya gustado... a mi me encanta escribir con Ariane ya vendrán más capítulos

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  8. Excelente noticia..me encanta esta historia

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