lunes, 26 de mayo de 2014

LAS FACULTADES DE UN PADRINO


LAS FACULTADES DE UN PADRINO – ONE SHOT HARRY POTTER

Cuando ya había recorrido cada rincón de la habitación por al menos cinco veces, Harry decidió que era hora de marcharse de Grimmauld Place. Si Voldemort realmente lo estaba poseyendo, entonces lo más justo que podría hacer sería mantenerse alejado de todo aquel que estuviera en riesgo por su culpa.
La acalorada discusión que acababa de tener con el retrato de Phineas Nigellus tan sólo lo había llenado de más dudas. Si todos estaban en riesgo por culpa suya, ¿por qué Dumbledore le habría ordenado que se quedara en Grimmauld Place? Estar cerca de la Orden le daría más oportunidades a Voldemort de obtener información secreta. Además, ¿no había insistido Dumbledore por tanto tiempo en que el lugar donde Harry estaría más seguro era el número cuatro de Privet Drive?
Ignorando la opresión en su pecho al imaginarse despidiéndose temporalmente del mundo mágico para vivir de nuevo con los Dursley, levantó con gran esfuerzo el baúl del suelo y se echó encima la capa de invisibilidad. Deseaba que Moody no estuviera allí abajo para detectarlo con su ojo mágico.
Caminó hasta la planta baja tan silenciosamente como pudo. En numerosas ocasiones la madera crujió bajo él, pero fue una suerte que casi todos estuvieran en sus habitaciones preparándose para dormir. Sólo una silueta hizo vacilar a Harry: fue fácil definir su contorno y ver a Sirius descansando en un sofá de manera tranquila.
Desvió sus ojos de la dolorosa visión, hizo su camino hasta la puerta principal y dio vuelta al picaporte.
*-*-*
Sirius Black se movía inquieto en el sofá, sus puños asiéndose con fervor del cuero desgastado. Molly Weasley discutía acaloradamente con él; o más bien la mujer levantaba en varios decibeles su voz mientras el animago mantenía una lucha interna por no empezar a gritarle a la pelirroja.
—Soy su padrino—gruñó Sirius con la mandíbula apretada—, me parece que entre mis facultades está el buscarlo cuando huye de casa.
—¡Pero qué terco! —repuso Molly—, ¿qué se supone que esperas hacer? ¿Salir como si nada a buscar a Harry por Londres? ¡El Ministerio está sobre ti!
—¡Pues al diablo con el Ministerio! —dijo parándose de un salto—, no voy a quedarme aquí sentado esperando a que ustedes decidan cuándo es más prudente salvarle la vida a Harry.
Habían pasado dos horas desde que regresaron de San Mungo, por lo que el resto de la Orden apenas estaba siendo enterada de la repentina partida de Harry. Ron les informó que habían escuchado la teoría de que Voldemort poseía a Harry, por lo cual todos estuvieron de acuerdo con que el chico había huido.
Dumbledore había mandado a decir expresamente que no hicieran nada hasta que la Orden se hubiese reunido para tomar cartas en el asunto. Pero Sirius sabía que a él no lo incluirían en ninguno de sus planes, y que esperarían que se quedara de brazos cruzados mientras todos los demás buscaban a Harry.
Él era su padrino, el que arriesgaba su muy limitada libertad para hablar con Harry cuando el muchacho necesitaba de su consejo. Era él quien debía salir en su búsqueda.
Salió de la sala de estar con firmes pasos y se encaminó a su habitación. Conocía al número doce de Grimmauld Place mejor que nadie, por lo cual sabía de las salidas de emergencia con las que contaba su casa. Una puerta en su habitación que se suponía que llevaba a un cuarto de baño, en realidad había sido encantada para funcionar como traslador hasta la salida principal de la casa.
Antes de tomar el picaporte se transformó en Canuto, y una vez que estuvo afuera y comprobó que no había nadie observando en la penumbra de la noche, corrió hasta un oscuro y olvidado callejón, donde nuevamente tomó su forma humana y realizó una aparición en la calle de casas cuadradas de Privet Drive.
*-*-*
Los viajes en el Autobús Noctámbulo nunca eran divertidos para Harry. Optar por ignorar al guía Stan Shumpike era una tarea perdida, porque sus constantes preguntas e intentos de conversación eran difíciles de evadir. Fue una suerte que no hubiesen más pasajeros aquella noche, por lo que llegaron a Surrey en pocas horas.
—Aquí estamos —anunció Stan—, Little Whinging.
—Gracias —dijo Harry secamente y pagó el viaje sin contestar a las demás preguntas del guía.
Caminó arrastrando sus pies a través de las casas idénticas de perfectos jardines. La noche se cernía fría sobre él, aumentando la pesadumbre que ya sentía su corazón.
Calculaba que serían más de las 2:00 am, y la calle totalmente vacía y silenciosa confirmaba sus conjeturas.
A medida que se acercaba a Privet Drive, Harry empezó a sentir la inconfundible molestia de ser observado. Sentía unos ojos desconocidos por detrás de su cuello, y luego el movimiento de los arbustos lejanos al ser rozados por algo más que el viento.
Tragó saliva con nerviosismo, sacó la varita del bolsillo y miró furtivamente a su alrededor. Detrás de él unos ojos grises en el cuerpo del conocido enorme perro negro le devolvieron la mirada.
—Sirius —murmuró con aspereza debatiéndose entre el alivio y el hastío.
Estaba seguro de que la Orden daría con su paradero en cualquier momento. Pero de todos ellos, era Sirius al que menos había esperado ver allí.
—No tienes que estar aquí —gruñó aumentando la velocidad de sus pasos.
Canuto emitió un suave ladrido y siguió caminando tranquilamente.
—El Ministerio podría saber que estás aquí —insistió Harry—, y si lo que quieres es persuadirme de regresar, deberías volver ya mismo por donde viniste.
Harry escuchó con claridad el gruñido de Canuto. Resopló con indiferencia y caminó aún más rápido.
Sabía que Sirius era difícil de disuadir, y el hecho de que cada vez que se girara los ojos grises lo continuaran mirando, sólo hizo bullir con mayor fiereza la rabia contenida.
—¿ACASO ESTÁS SORDO? —gritó volviéndose al perro enorme—. ¡Quiero que me dejen en paz! ¿Es mucho pedir eso?
Se giró sobre sus talones y se dispuso a seguir arrastrando su baúl, pero una mano se envolvió con fuerza alrededor de su brazo izquierdo.
—Deja el escándalo, ¿quieres? —pidió Sirius con malhumor ahora en su forma humana—. No es muy inteligente huir al lugar más previsible y hacer semejante ruido.
Harry forzó su brazo para soltarse del agarre de Sirius. Sostuvo su mirada firme por unos segundos para luego girar su rostro y caminar dando zancadas.
—No lo haría si no estuvieras molestándome —gruñó con acidez.
Sus palabras sonaban incoherentes a ambos oídos. Él nunca había usado ese tono con Sirius, pero realmente en los últimos meses su humor iba en constante declive. Por supuesto, todos comprendían sus razones: la muerte de Cedric, las acusaciones de El Profeta, Umbridge…, todos los problemas habían venido juntos para darle al muchacho un giro abrumador en su vida.
—¿Molestándote yo? —resopló Sirius caminando a su lado. Sabía que el temperamento de su ahijado no daría tan fácilmente una tregua—. Según entiendo, fuiste tú quien decidió huir en medio de la noche y poner de cabeza a todos en la Orden.
—Por supuesto —masculló Harry con ironía—, siempre soy yo el que da todos los problemas, ¿verdad?
—Ya deja este espectáculo de autocompasión. Tú no eres así.
—No hables como si me conocieras. No sabes nada de mí.
Casi al instante, un pequeñísimo brote de arrepentimiento surgió en el interior de Harry. Sirius también detuvo sus pasos de inmediato, pero al segundo siguiente retomó la compostura.
—No, no te conozco —dijo él sin hacer notar cuánto lo habían aturdido sus palabras—, pero ¿acaso me estás dando la oportunidad de hacerlo? Ron ya me contó lo que escuchaste en el hospital, y déjame decirte que estás actuando como un tonto.
Esta vez, fue Harry quien se paró en seco.
—¿Como un tonto, dices? —repitió levantando la voz. Algunos perros del vecindario emitieron ladridos apagados—. Si tanto te molesta, puedes marcharte ahora mismo, nadie pidió tu ayuda.
Por los ojos grises cruzó un destello de profunda ira. Por un momento, Sirius sintió el enorme deseo de hechizar al muchacho frente a él.
Harry mantuvo sus ojos fijos en la nada, hasta que Sirius tomó su barbilla obligándolo a mirarle.
—Tengo muy claro que nadie me pidió venir desde Londres (arriesgándome a que los dementores me atrapen) sólo para buscarte y asegurarme de que estabas a salvo —dijo con voz gélida. Soltó su barbilla antes de continuar—; pero no creas que me voy a quedar aquí escuchando que me hables de esa manera. Soy tu padrino, y además un adulto, así que un mínimo respeto es lo que merezco, y que dejes de actuar como un niño malcriado.
—Genial, ¿ahora eres el padrino mandón? —bufó Harry—. No te pedí que vinieras corriendo, nadando o volando. Podemos terminar esto si te largas ya mismo.
Harry lanzó sus palabras con total soltura, pero lo siguiente no lo vio venir: Sirius había envuelto nuevamente una mano alrededor de su brazo y lo había arrastrado rápidamente hacia una banca sobre la acera.
—¡Oye! —protestó Harry intentando liberarse—, ¡suéltame, me lastimas!
Sirius hizo caso omiso de sus protestas. En serio ¿cómo podía ese muchacho ser tan testarudo? Su cuerpo pareció actuar por sí solo en aquel momento, y antes de que pudiera constatarlo, había llevado a Harry hasta una banca y lo había obligado a doblarse hasta que sus codos fueron los que sostuvieron el peso de su espalda sobre el asiento de piedra.
—¿PERO QUÉ RAYOS HACES? ¡DÉJAME!
—Así que ya tengo tu atención —masculló Sirius regulando su respiración—. Podré haber estado doce años desactualizado, pero sé que ni siquiera hoy en día se toleraría un comportamiento como éste.
La posición era en extremo incómoda para Harry. Intentaba levantarse impulsándose con sus brazos doblados, pero la presión que ejercía Sirius en su espalda le limitaba cualquier movimiento.
Y cuando creía que ya nada más podía suceder, Sirius había sacado su varita y murmurado un hechizo.
¡Accio cinturón!
Harry creyó haber escuchado mal, pero comprendió que las palabras fueron aquéllas cuando la hebilla de su cinturón se soltó por sí sola y la gastada correa se deslizó hasta quedar en manos de Sirius. ¿Acaso él pensaba…?
—¡No! ¡SIRIUS, NO! —protestó con pánico creciente cuando comprendió la situación.
Sirius intentó mantener su cabeza fría. Lo consideró por un momento, pero sabía que ya no había marcha atrás. Dejó caer el cinturón al suelo, colocó su mano libre en la cintura de los pantalones de Harry y los bajó rápidamente. Dando un pesado suspiro, lanzó un sólido golpe con su mano abierta sobre la parte trasera recubierta por unos bóxer ligeros.
—¡Ay! ¡Suéltame ahora mismo! —gritó Harry con voz ronca. Parecía no importarle que todo el vecindario pudiese escucharlo.
—Sigue gritando si quieres despertar al barrio entero y que tus vecinos te vean recibir una paliza.
Harry gimió con frustración. Esto no podía estar pasando. De todas las cosas extrañas que le habían sucedido en toda su vida, ésta parecía llevarse el premio mayor. Estaba en medio de la noche, con su cuerpo inclinado sobre una banca, sus pantalones en los tobillos y un padrino muy enojado golpeando su trasero.
—¡No… no puedes hacerme esto! —se quejó Harry sin bajar su voz mientras fuertes golpes seguían lloviendo.
Sirius conjuró rápidamente un par de hechizos de protección y de silencio que los dejaron aislados e invisibles a ojos de Privet Drive.
—Si mal no recuerdo, disciplinarte está entre mis facultades como padrino —repuso aumentando la fuerza de los azotes—. Te advertí que dejaras de actuar como un niño.
—¡Sirius! —siseó cuando un golpe especialmente duro cayó cerca de sus muslos—, ¡Esto… esto no está bien!
—¿Que no está bien? —repitió, incrédulo—, lo que no está bien es que te largues así sin más, cuando sabes que los mortífagos y el propio Ministerio te quieren borrar del mapa, y que yo trate de ayudarte y me respondas de semejante manera.
Harry se mordió el labio inferior. Jamás habría esperado que unos simples azotes pudieran arder tanto y mucho menos que vinieran de la mano de su padrino.
—Yo sólo quería mantenerlos a salvo —dijo conteniendo un gemido—. Moody dijo-
—Lo que Moody dijo es sólo una tonta suposición —interrumpió Sirius sin detener los golpes. La mano empezaba a picarle, pero quería hacer llegar el mensaje a su ahijado—. Una suposición que desde luego ya descartamos. ¿En serio puede caberte en la cabeza que Voldemort te hubiera poseído?
—Pero el Señor Weasley-
—Tú no atacaste a Arthur —interrumpió Sirius—, eso fue sólo una visión porque Voldemort y tú comparten una conexión. Creí que ya te lo había dejado claro.
—Pero-
—¿Y qué me dices de Ginny? —interrumpió nuevamente—. Ella fue poseída hace tres años, ¿verdad? Y está claro que lo que sucedió con ella no es en lo absoluto similar a lo que ahora pasa contigo.
Harry guardó silencio por un momento, con el ruido de los azotes resonando en sus oídos. Ahora se pateaba mentalmente por lo tonto que fue.
—Y sobre irte de esa manera de casa —reprendió Sirius—, ¿sabes lo preocupados que están todos? ¡Por Merlín! ¡¿Sabes lo asustado que me tenías a mí?!
Harry soltó un gemido. Definitivamente actuó como un idiota. Y ahora su trasero estaba pagando las consecuencias.
—Está bien, fui un tonto, pero ¿podemos parar con esto?
Sirius soltó una risa carente de humor.
—Oh, no. Lo siento, Harry, pero nos queda un largo camino aquí.
Harry gruñó ante el creciente ardor. Podía sentir el calor que irradiaban sus glúteos y muslos.
—Tal vez no te hayas dado cuenta —continuó Sirius repartiendo tres azotes en un mismo lugar antes de cambiar a otro—, pero somos muchas las personas que nos preocupamos por ti. Personas que te queremos.
Harry tuvo que cerrar con firmeza sus ojos cuando empezó a sentir, con horror, que la humedad se acumulaba en ellos.
—¿Puedes imaginarte lo angustiados que están todos? —recriminó manteniendo el ritmo de sus golpes—. Hemos tenido que darle pociones tranquilizantes a Molly, ¡por poco le da un ataque!
El muchacho tragó con dificultad. Sabía que el nudo en su garganta no tenía que ver en su totalidad con el dolor físico.
—Sé que no estás acostumbrado a compartir abiertamente tus inquietudes —continuó Sirius—, pero deberás aprender a confiar más en los que te quieren. Sabes que yo mismo te entrego toda mi confianza.
—Lo siento… —murmuró Harry finalmente.
—Lo sé, Harry —repuso Sirius con suavidad—, también yo lamento hacer esto, pero si un poco de amor duro te ayudará a entrar en razón, que así sea.
Sirius sonrió para sí mismo con nostalgia. Esas mismas palabras se las había dicho el Señor Potter, padre de James, en algún momento de su vida que ya creía haber olvidado. Por primera vez, pudo comprender su significado.
Tomó el cinturón que yacía en el suelo y murmuró un conjuro para transformarlo en un cepillo para el pelo.
Harry debió haberlo escuchado, porque de inmediato sus hombros se tensaron.
Sirius tuvo un repentino debate mental. Por experiencia, sabía cuánto podía picar un inofensivo cepillo como ése. Pero también por experiencia, sabía cuánto podía persuadir una lección como ésa. Harry significaba demasiado para él; no podía imaginar perder a la última familia que le quedaba.
Levantó el cepillo y lo bajó con fuerza al centro de sus glúteos.
Harry arqueó la espalda y lanzó un gruñido que se habría escuchado en todo Privet Drive si Sirius no hubiese encantado el lugar alrededor de ellos.
El corazón de Sirius se encogió en cuanto vio el rostro de Harry contraído de dolor, con el labio inferior atrapado entre los dientes y las pestañas mojadas por las lágrimas. Dio tres golpes más, y la frente de Harry ahora se apoyaba sobre la banca.
Por el rostro de Harry ya corrían las lágrimas, y el muchacho hacía un esfuerzo descomunal por reprimir sus sollozos. Alrededor del séptimo golpe, los hombros de Harry empezaron a temblar.
Sirius empezó a sentirse realmente culpable. Su ahijado estaba llorando y él era el motivo de su dolor. Aquel muchacho era el mismo niño que hacía quince años había sujetado en sus brazos y al que le había prometido que jamás le pasaría nada malo si él podía evitarlo. Y ahora lo estaba haciendo llorar…
…Pero luego imaginó cómo se habría sentido si aquella noche hubiera perdido a Harry, y se dio cuenta de que aquellos azotes no eran nada en comparación de lo que su corazón habría sufrido.
Entregó los últimos tres golpes bajo los glúteos y transfiguró el cepillo para regresarlo a su estado natural.
Harry lloraba en silencio. El dolor que provocaba el pequeño cepillo lo había tomado por sorpresa. Le costaba trabajo dejar de llorar; y no era sólo porque su trasero se sentía en llamas, sino porque el imaginarse regresando a Grimmauld Place, donde todos seguramente estaban buscándolos a ambos, le causaba mucho remordimiento. Había sido un tonto en todo el sentido de la palabra. Sintió que sus pantalones se subían con un hechizo y que el cinturón volvía a su lugar. El roce de la ropa aumentaba considerablemente el escozor.
—¿Puedes levantarte? —preguntó suavemente Sirius, apoyando una mano sobre su hombro.
Harry irguió su espalda y concentró la mirada en sus zapatos.
—Lamento todo esto, Harry —dijo Sirius atrayéndolo con uno de sus brazos y sentándose con él en la banca—. ¿Te sientes bien?
—Creo que ya sabes la respuesta —respondió con una risita, haciendo una mueca cuando su trasero se apoyó—. Lo siento mucho, Sirius. Por… todo.
—Que todo quede perdonado, ¿te parece?
—¿Deberíamos volver ya?
—En un segundo. No arruines el momento.
Harry asintió recostándose ligeramente sobre el hombro de su padrino. A pesar de las circunstancias, un agradable calor recorría su pecho; podía decirse que por primera vez en su vida había sentido el amor de un padre.
—Sabes que te quiero, ¿eh, cachorro?
Harry frunció el ceño y giró su rostro al de Sirius, encontrándose con su mirada risueña.
—¿Cachorro? —resopló Harry con una risita—, sinceramente, Sirius, es el apodo más ridículo que me han puesto.
—Siendo así, estoy seguro de que a todos les agradará escucharlo.
—¡Ni lo pienses! —protestó Harry, sin tener que fingir mucho su horror—, no me avergonzarías de esa manera.
Sirius se relajó aún más en su asiento.
—¿Qué te puedo decir? —murmuró con gracia—. Según tengo entendido, está entre mis facultades de padrino avergonzarte con apodos ridículos.
Hora mis queridas lectoras :3
Como les prometí, les entregaría algún one shot mientras tomaba un receso con la otra historia debido a todo el asunto de la universidad. Una aclaración: el one shot tiene lugar en el quinto libro después de que visitan a Arthur en San Mungo y Harry escucha que se cree que está siendo poseído por Voldemort, y más tarde piensa huir de Grimmauld Place. Me encanta escribir historias de Sirius y Harry, por lo que espero que les haya gustado este relato. Un saludo y un beso para todas, muchas gracias por leer.

Sol. 

10 comentarios:

  1. ¡Pero qué es esta maravilla *_*! De los mejores one shots que he leído de Harry Potter versión Spank :D
    Está fabuloso, ojalá pudieras seguir dándonos estas maravillas.
    Yo también amo las historias paternales entre Sirius y Harry.
    Un saludo
    Evie.

    ResponderBorrar
  2. Muy buen cortito, Sol, pero extraño la otra historia no te tardes porfa, cuando leo tus capis siempre tengo una retroalimentación de la lectura de los libros en verdad es genial leerte y a Harry y a Sirius magnifico!

    ResponderBorrar
  3. Que cortito tan estupendo Sol :D
    Es genial el universo que has creado para Harry a lado de Sirius que por cierto es lo que esta loca quería pasara en las películas :3
    Me encanta que Harry pueda sentir ese amor paternal aunque en ocasiones duela :D
    Entiendo eso de la Uní nena, cuando puedas actualiza plis que escribes genial
    Saludos

    ResponderBorrar
  4. Sol....demasiado COOL... me encanta... te quedan muy buenos... ;D

    ResponderBorrar
  5. Sol!! eres una genio al escribir amo tus fic en especial los de Harry y a mi también me encanta como ver a Sirius en plan de padrino con Harry y muero cuando le dice "cachorro" es tan dulceee!! anda no seas mala actualiza más seguidito siii?! (aquí carita de gato con botas)
    Ah por cierto quiero saber que pasará cuando regresen mira que el chico tiene a todos con el Merlin en la boca y a Molly pobre Molly o será pobre harry ????
    no me dejes con la duda sol porfis

    ResponderBorrar
  6. SOOOOOLLLLLLL

    estoy encantada con HArry Poter y su nueva cara, el spank jjjjjj, no sabes lo que me divierto con esta dimension magica que creaste a partir de tan singular personaje, espero mas cortos o largos, mejor si son larguisimos pro favor

    ResponderBorrar
  7. Me encanta como escribes.
    AMO la historia.
    Exijo que continues....vale, no lo exijo, lo suplico e.e

    ResponderBorrar
  8. He de confesar que no soy fan de Harry pero esta historia me tiene atrapada

    ResponderBorrar
  9. Excelente Sol, actualiza por fa..... y pronto

    ResponderBorrar
  10. Me encanta tu historia sigue escribiendo por favor no pares, es genial

    ResponderBorrar