jueves, 26 de noviembre de 2015

PALABRA EMPEÑADA Capítulo 8


PALABRA EMPEÑADA
Capítulo  8


En cuanto vio a Jason y Tim ponerse con la carta de disculpas, subió a ver a Dick, esperando que Alfred hubiera obrado su magia. Bruce picó tímidamente la puerta del joven, sin animarse a invadir tierra de nadie, que así es el espacio en el que a veces los adolescente ocupan, la frontera de la niñez (y sus arrebatos de crio llenos de mocos y lágrimas) y el llamado de la madurez propia del adulto. Bruce plantado ante el umbral, esperando una respuesta que parecía no se iba a dar, casi tentado a abrir las puertas de una vez, pero tras unos segundos de duda, Dick al fin dijo: ”pasa”.
Alfred estaba sentado en la cama junto a Dick, que seguía con la cara hincada por el llanto y el disgusto. Por la cara que traía Alfred, Bruce pudo deducir que fue tarea titánica lograr que Dick se calmara. ¡Pero si aún estaba con los hipos del llanto! Alfred en cuanto vio a Bruce entrar a la alcoba y a tras cerciorarse que Dick estaba más dócil (Al menos, más dócil que cuando ingresó a ese campo minado de cosas que Dick había tirado en el camino durante su ataque de rabia) decidió dejar las cosas en manos de su padre y puso alguna excusa para dejarlos a solas.
Alfred sabía que aunque él hubiera hablado con Dick, intentando hacerle ver que no se acababa el mundo porque sus dos hermanos pequeños supieran que cuando hacía algo malo su padre también lo castigaba, era imprescindible que fuera su padre quien calmase sus dudas. Debía ser Bruce quien le mostrara, con hechos, que aquello era parte del amor que le tenía y que no tenía nada que ver con la edad que tuvieran sino con la manera que su padre entendía la educación de sus hijos. Eso obviamente no acabó de gustarle a Dick, que tenía la esperanza que pronto Bruce viera que ya era muy grande para ponerlo sobre sus rodillas… Un dato que dejó muy claro al viejo Alfred y que Alfred simplemente oyó moviendo la cabeza mentalmente, recordando esas mismas palabras, pero de boca del señorito Bruce a su misma edad…
El podría tener 15 años, pero la disciplina inglesa era eso, disciplina sin distinción de edad o rango jerárquico de concesiones, las únicas concesiones que se hizo en referencia a la edad fue el método y el instrumento de castigo, pasando del regazo paterno a inclinarse sobre la cama o el escritorio y de la mano a la regla, al cepillo, al cinturón y a la vara… Alfred había educado y corregido a Bruce bajo esa premisa y Bruce haría exactamente lo mismo con sus tres pequeños. Y podría jurar, sobre una biblia ardiendo, que ellos a su vez repetirían el ciclo cuando tuvieran sus propios hijos que educar, cuidar y amar.
Era un simple hecho de la vida.

-     Dick, hijo – murmuró Bruce entre la timidez y la resolución, era un tema puntilloso que tratar después de todo, casi tan controversial como su charla sobre el sexo –  ¿Quieres hablar de lo que ha pasado? – dijo sentándose justo al lado de su hijo, apenas Alfred abandonó la alcoba cerrando tras suyo, era mejor evitar interrupciones, pensó Alfred
-     No veo de qué serviría – Dick se levantó en cuanto su padre de sentó y se fue al escritorio era un acto de rebeldía residual, esa lucha de su fuero interior
-     Bueno, solo quería decirte que no tenía la intención de que tus hermanos supieran de tus castigos – y la cara de Dick se encendió como un foco rojo –  Pero
-     ¡Pero qué! ¿Ahora me dirás que, mejor así, que esto también les servirá de ejemplo a “esos dos”? – dijo enfadado
-     Richard, ese tono – le avisó serio su padre, Richard cerró los ojos y contó hasta diez. Debía de calmarse si no quería empeorar las cosas
-     Lo siento pero es cierto, además creo que tengo derecho a enfadarme – tomó de nuevo aire
-     Vamos Dick calma, sí?, de verdad lo siento – le dijo poniendo su mano sobre la espalda del muchacho, logrando aplacarlo en algo
-     Da igual papá, lo hecho, hecho está. Esos dos van a machacarme, como haría cualquiera – y Dick dejó patente su enfado con una mueca de pura rabia. Al enfado de que sus hermanitos se enteraran del método de castigo, se le sumaba el miedo que se divulgase fuera de las 4 paredes de la mansión. Si eso ocurría era hombre muerto, mejor dicho hombre joven muerto y de paso virgen – tengo 15 años y mi padre aún me pone sobre sus rodillas – manifestó como un toque de ironía a sí mismo y su padre se dio cuenta de lo que realmente le atormentaba. Bruce prefirió dejar de lado el enfado de su hijo, tenía derecho de estarlo después de todo. Bruce pensó que si él hubiese tenido hermanos menores y hubieran visto como Alfred lo nalgueaba se hubiera muerto de vergüenza. Bruce tenía que reconocer que la experiencia no era graciosa y que dijera lo que dijera un padre, no quitaba la pena ni por asomo
-     He hablado con Tim, y le he dejado claro que no está bien lo que ha hecho – Bruce prefirió hablar de las medidas que tomó al respecto. Aunque no estaba seguro si eso serviría de algo. De haber estado él en el  lugar de su hijo, nada de eso le habría servido ni para limpiarse los mocos, había que reconocerlo
-     Sí, eso lo he oído. Menos mal que vivimos apartados – dijo enfadado porque se había dado cuenta que los castigos eran algo transparente en esa casa (aún con la puerta cerrada o en la estancia más alejada de la casa)  – Además ni que eso fuera a darme alguna garantía de… – y su padre elevó una ceja – Olvídalo ¿si? No quiero hablar del tema – dijo y se fue a sacar un pijama limpio para entrar a bañarse y zanjar el tema con su padre
-     Mira Dick, son hermanos, y es normal que los trate a los tres por igual – definitivo, Bruce prefirió hacer oídos sordos a las indirectas de Dick, cosa que molestaba al muchacho – Aunque no te hubieran visto, poco les hubiera costado hacerse una idea de que cuando te portas mal te castigo. Es lo que hago con ellos, y yo no hago diferencias entre mis hijos – ¡Vaya pavada! Tremendo consuelo era él saber su padre lo seguía tratando como a un niño. Dick pensó que esa era la peor desgracia que podía pasarle. Ser tratado como a sus hermanos, porque ellos ni siquiera estaban en la etapa púber. ¡Eran prepúberes, los dos! Y así su padre lo estaba degradando a él a esa misma escala… ¡¡¡MALDITA SEA!!!
-     ¡Tengo 15, papá! 15, 15 – no pudo evitar gritar con el ceño fruncido y la boca en una mueca de disgusto, estaba empezando a irritarse de nuevo
-     Sé perfectamente la edad que tienes, Richard. Deja ya de repetírmelo – contestó Bruce alzando la voz un poco. Después tuvo que obligarse a un par de respiraciones más largas de lo habitual, al darse cuenta que su hijo estaba aguando los ojos luchando por mantener un poco de su dignidad. Bruce fue de nuevo al lado de su hijo pero esta vez en plan consuelo, como debió ser desde un inicio, un consuelo que dejó inicialmente en manos de Alfred para atender asuntos más urgentes – Dick, hijo volviendo a un tono mucho más suave – lo siento, realmente siento mucho que tu castigo haya sido vox populi en la casa – y dale, dale con lo mismo pensaba Dick, a veces su padre parecía que se comió un libro de modales que le causó estreñimiento –  ¿Sabes que cuando los castigo no es mi intención avergonzarlos, no? – le dijo abrazándolo aun cuando Dick prefirió oponer resistencia dejando los brazos caídos. Bruce respiró aliviado. Algo es algo, pensó. Dick no lo había rechazado de frente y siguió en lo suyo, frotando su espalda –  Por eso suelo llamaros al despacho o hacerlo en la intimidad de vuestros dormitorios – insistió, era un  hecho irrefutable – y nunca te zurré en público, aunque muchas veces me viera tentado de hacerlo en el pasado – Bruce acababa de esclarecerle una  de sus más negros temores. Dick tuvo que agradecer a su padre el favor, pero también sabía que debía cuidarse de jalar demasiado la liga cuando su padre estaba enfadado. Después de todo, su padre, antes de ser un héroe, era un hombre con muchos defectos, y la impaciencia era uno de ellos – Ante todo los respeto mucho como para querer que se sientan denigrados de alguna manera – y bueno eso convenció al muchacho, no del todo pero aplacó su angustia.
-     De acuerdo – dijo secamente, pero Bruce sabía que Dick solo lo decía porque quería zanjar el tema. Y si había alguna duda de ello, lo dejó muy claro, cuando agarró la mochila y empezó a sacar las cosas de la escuela para ponerse a estudiar. Ponerse estudiar era como el salvoconducto, Bruce ni Alfred ni los pequeños podían hacer nada, si se ponía estudiar debían dejarlo en paz.
-     Hijo, sé que piensas que eres muy mayor para que siga dándote unos buenos azotes cuando te portas mal, pero…  –  y Dick empezó a abrir un libro y pasar sus hojas ruidosamente como si buscara una en concreto, ausente de todo – hago lo mejor que sé y que puedo dadas las circunstancias del caso… y… –  y ante la indiferencia de Dick, prefirió callar. No tenia caso hablar si no te quieren escuchar. Y aun cuando eso lo frustraba, sabía que no se puede manipular las emociones, no era correcto. Y con eso lo dejó para que estudiara tranquilo, pero antes que llegara a la puerta Dick, se giró y lo miró fijamente sintiéndose mal, después de todo Bruce lo había adoptado, mal que bien le dio un hogar estable, mucho amor, lujos. Le hizo su compañero de lucha, basándose en la lealtad y su gran sentido de justicia, y él estaba ahí comportándose como un mocoso ingrato. Así que decidió cambiar de actitud, se lo debía a su padre. Como le dijo Alfred, castigar es una forma de manifestar amor, porque significa que la persona que te castiga se toma el tiempo para corregir tus errores, porque eres valioso e importante para él
-     Papá, espera – Bruce se detuvo y miró extrañado a su hijo sin entender nada – Sé que no era tu intención que los pequeños se enteraran que ayer me castigaste – confesó soltando un suspiro de alivio al fin – yo solo estoy enfadado porque… bueno me fastidió que supieran que me porté mal y me fastidió aún más, que supieran que mi papito me zurró por eso mismo, por portarme mal – dijo imitando como lo hubiera dicho Tim.
-     Lo entiendo – dijo Bruce, sin entender del todo ese cambio repentino en la actitud de Dick, pero no iba a quejarse. Su hijo estaba hablándole de lo que le disgustaba y resultaba que no era el castigo en sí, o que los pequeños hubieran sido testigos, sino que era su propio comportamiento – yo también tuve 15 años. Y bueno, sé que sabes que no tuve una juventud calmada precisamente – Dick sonrió un poco, cosa que hizo que Bruce se sintiera mejor –También sé que sabes que Alfred lidió con mis estupideces en más de una ocasión. Y ambos sabemos cómo lidia Alfred con las estupideces
-     Con la Vara – dijeron Bruce y Dick a la vez, riéndose por haberlo dicho al mismo tiempo como un eco.
-     Ves, tú también sabes que cuando yo me portaba mal, Alfred me daba una buena zurra. ¿Y me ves hacer un drama por eso? – preguntó y Dick frunció el ceño, no era lo mismo en ningún sentido. A Dick no le daba vergüenza que su padre le viera el trasero para castigarlo. La vergüenza que sentía él era de otro tipo, la de la consciencia por portarse mal y haberse ganado a pulso aquel castigo.
-     No es lo mismo – protestó Dick.
-     ¿No es lo mismo? ¿Qué pasa? ¿Te crees que a mi trasero no le dolían esos azotes? Te aseguro yo que sí – dijo sobándose inconscientemente el trasero y Dick volvió a sonreír.
-     Ya, pero aun así, no es lo mismo – repitió un poco triste
-     ¿Por qué? – quiso saber Bruce sentándose a su lado también – A ver ¿Por qué no lo es?
-     Porqué tú no tienes hermanos, no había nadie con quien te comparasen todo el tiempo – y Bruce frunció el ceño, en casa nadie lo comparaba a él. Más bien era al revés, Dick era el punto de referencia para sus hermanos, en todo caso Jason y Tim deberían sentirse más bien, ofendidos por eso. Bruce obviamente ignoraba que en el colegio Dick era el blanco de retos con relación a Jason – y nadie que luego te pierda el respeto y te haga objeto de burlas – agregó – ya te dije, no perderán la oportunidad de machacarme, cosa que tú nunca viviste ni vivirás – declaró una gran verdad
-     Tus hermanos no harán eso Dick – le aseguró  Bruce cogiéndole el mentón para hablar con él y vea que no mentía
-     ¿Por qué?... ¿Por qué los vas a castigar? ¿O por qué ya los amenazaste con eso? – quiso saber
-     No Dick – le aseguró Bruce – yo no los amenacé con nada
-     ¿Entonces cómo lo sabes?
-     Porqué son tus hermanos, son mis hijos y ninguno de ellos hace algo tan bajo – añadió 
-     Pero lo han hecho, Tim lo hizo –masculló
-     Tim es un niño que ve muy normal que un castigo es sobre las rodillas de papá, porque es así como los reprendo a él y a Jason. Y obviamente ambos ya tenían una idea de que también te trato igual, Dick mucho antes de haber visto u oído nada. Es de cajón, hijo. Pero dime ¿Por qué piensas que te van a molestar con eso?, ¿Acaso tú haces lo mismo con ellos? ¿Acaso te burlas cuando yo los castigo? – le preguntó dándole en que pensar – no ¿no ves? No lo haces y ellos no lo hicieron. Es más ambos habían hecho un promesa, de jamás decir lo que vieron porque tienen miedo a que tú te enojaras y no quisieras jugar o divertirte con ellos nunca más. Ellos te aman – y lo abrazó con fuerza, acababa de contarle lo que él había oído antes de que sus hijos se pusieran en plan puñete
-     ¿Una promesa, eh? Pues tras esa promesa Tim dijo lo que dijo. Seguro él ya no me verá igual que antes – realmente su mente le estaba jugando una mala pasada, como todo adolescentes se ahogaba en un vaso de agua
-     Si crees que Tim va a dejar de besar el suelo que pisas estás muy equivocado – metió sus dedos en la mata de su pelo despeinándolo – ese pequeño te idolatra. Incluso creo que ahora te respeta más, porque después de la zurra que le di, debe pensar que debes estar hecho de acero, porque no hiciste ni la mitad de escandalera que hizo él.
-     ¿LE PEGASTE CON EL CINTURÓN? – exclamó con los ojos abiertos como platos mirando a Bruce como si fuera un salvaje.
-     Eso no es asunto tuyo, pero como él fue testigo de tu zurra, te lo diré, y solo por esta vez – y Dick escuchó atento – No sufras, no le pegué con el cinturón ¡Como crees, hijo, Tim es aún un niño! – le aseguró Bruce pensando que aquello era abominable, su pequeño apenas tenía 10 añitos. Dick quedó satisfecho, quizás su padre no lo veía como a un nene pequeño, después de todo él sí que se había llevado más de un cuerazo. Dick le indicó con la cara que quería más detalles – y ya está, Dick… ¿Qué no eras tú el que decía algo de no entrar en detalles y cotillear sobre las zurras entre hermanos? – le preguntó pero no le dio tiempo a pensar en nada – Además, ¿Tú No te estabas poniendo con tus estudios? – dijo muy pícaro Bruce y Dick puso una mueca de fastidio pero sabía que no iba a sacar ni una palabra más al respecto. Así que se dio por vencido y se puso de nuevo con los libros, pero esta vez, leyendo en serio.

Pero a decir verdad, Dick no tuvo que preguntar de nuevo a Bruce nada al respecto para enterarse de cómo había ido el castigo, esa misma noche, tras entregarle una carta muy sentida de disculpas, Tim (que parecía incapaz de ser discreto en nada, y mucho menos, en sus desgracias y aventuras) le contó con todo tipo de señales lo que había vivido en las manos viles de su padre. Le contó con sumo detalle lo duro que había sido papá con él y con Jason. ¡Y por supuesto lo duro que fue con el propio Dick! Papá fue un villano con todos ¬¬, ¡Que incluso a Jason le dio unas cuantitas con el cinturón! Y aunque Tim era muy consciente que la zurra que se llevó a Dick con la chancla fue de campeonato… las más sentida era la suya, al fin y al cabo, había sido su pobre trasero quien se la había llevado. Y es que papá a él le había dado 40. No 24 como a Jasón y no 15 como a Dick. Y Tim se quejó que por eso no podría sentarse nunca más de lo magullado que tenía el trasero. ¡Pero ojo, eh! Él no era ningún bebé, él era todo un hombre y había tomado el castigo como tal… aguantándolo en completo silencio. Tim por lo visto pensaba que los aullidos que dio (que casi revientan las ventanas de la mansión) no los había oído nadie. Y Dick lo miró alucinando, porque el niño se lo estaba diciendo justo después de haber saltado sobre su cama y haber caído unas cuantas veces sobre ese “supuesto dolorido” trasero.
Para cuando Tim terminó su relato, Dick ya había perdonado a Tim, incluso mucho antes de que el pequeñajo le entregara la carta de disculpas. Tim tenía eso, uno era incapaz de estar enojado con él por mucho rato. Tenía un encanto especial, un aura de bondad y dulzura que era toda una brisa de aire fresco en aquella mansión. Jason por otra parte era un grano en el culo, pero parecía entender mejor que Dick, la naturaleza de las personas. Y obviamente entendía el dilema de su hermano mucho mejor que él mismo, así que sabía que a nadie le gusta que le recuerden que no son perfectos pero reconocía con gran madurez que ellos tres aún eran niños. Y que de vez en cuando necesitan una mano firme que los guiase y eso era lo que hacía Bruce, por eso había hecho jurar a Tim no mencionar nada de lo que vieron en el dormitorio de Dick… Y Dick, estaba consciente de que Jason en algún momento haría chistecitos sobre la posibilidad que su padre le calentara el culete siempre que le surgiera la ocasión. Pero que ninguno de esos chistes los haría en público, pensando equivocadamente que era por temor a Bruce, sin saber que en realidad era por pura lealtad entre hermanos.


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