miércoles, 6 de agosto de 2014

capítulo 3



Jesús se cambio de ropa, sabía que lo habían pillado. No hacía falta ser ningún Einstein. No había hecho nada malo, nada tan malo que hiciera que sus padres quisieran hablar con él en el despacho. Lo único que se le ocurría que había hecho y podía enfadar  tanto a sus padres era haberles hecho creer que había pasado la noche en la playa junto a los padres de Fran. 
Jesús tenía unas enormes ganas de llorar, y puede que en el pasado lo hubiera hecho. Pero ya tenía 14 años, ya no era un mocoso llorón, además estaba seguro que acabaría llorando, de ese despacho nadie sale con una sonrisa. Su padre les tenía prohibidísima la entrada a su despacho. Y solo entraban para recibir los peores sermones y digámoslo claro para recibir los peores castigos.
Cuando tenía la edad de Samuel, recordaba que cuando su padre llamaba a alguna de sus hermanas al despacho, después estaban varios días que apenas se les oía respirar. Y aunque dos años antes de ir a la Universidad Elena parecía estar de uñas siempre con sus padres solo era cuando realmente la cagaba que acababa en el despacho. Como aquella vez que la pillaron besuqueándose con su novio en el sofá, mientras se suponía que debía de estar vigilando a él y a Samuel.
Aquella fue sonada. Es más Jesús estaba convencido que su hermana Elena estuvo sentándose en un cojín casi una semana entera. Su última experiencia en el despacho fue cuando llamaron de la escuela porque no estaba haciendo sus tareas. Jesús estaba convencido que al estar ahora en el instituto, a nadie le importaría si hacía o no sus tareas, se equivocó, vaya si se equivocó, y como siempre fue su pobre trasero quien pagó por sus errores. Fue entonces a él a quien le tocó comer sentado sobre un cojín. De eso hacía ya 8 meses, se había llevado varias nalgadas y muchas broncas, pero nada que le asegurase un viaje directo al despacho.
Jesús respiró hondo y decidió que no sería buena idea hacerles esperar, al fin y al cabo su tumba ya estaba escavada.
Toc toc (picó Jesús con timidez, quizás se había obrado el milagro y sus padre habían sido teletransportados a otro planeta).
-          Pasa (la voz seca de su padre sonó  a través de la puerta. No, no se había obrado el milagro. Jesús respiró hondo y abrió la puerta. Y allí estaba su padre con cara de perro rabioso y su madre con cara de haber olido un pedo. Jesús entró pero no se alejó demasiado de la puerta, como si esos pocos pasos que le separaban de sus padres le fueran a salvar el trasero).  Hijo, hoy tu madre  al recoger a Samuel de la escuela, se ha enterado de una cosa que espero por tu bien que sea solo una gran mentira (Jesús tragó saliva), porque yo sé que mis hijos no son unos embusteros, ni tu madre ni yo os hemos educado así ¿no? (Jesús lo miraba hipnotizado sin atreverse ni a parpadear. A esas alturas tanto su padre como su madre sabían que no se trataban de ningún chisme mal intencionado, la cara de su hijo gritaba culpable). Te lo voy a preguntar solo una vez  y quiero un si o un no. ¿No hace falta que te diga que quiero la verdad, no?
-          No, señor (si la cara no era suficiente, el hecho que Jesús les dijera señor o señora era ya la señal definitiva que el chico había hecho algo malo, muy malo).
-          ¿El otro día estaban los padres de Fran o de alguno de los otros chicos con vosotros en la playa? (Fran solo bajó la cabeza, no podía mirar a los ojos a su padre, sabía que si lo miraba se desmoronaría y empezaría a llorar. Y ahora sobre todo quería convencer a sus padres que era suficientemente maduro para ir solo a una fiesta en la playa con sus amigos en vez de ser un mocoso llorón). ¿Jesús? Te estamos hablando, es de muy mala educación no mirar a la gente cuando te hablan (dijo Ismael tan seco como una mojama).
-          No (solo le salió un hilito de voz).
-          ¡NO! (puso el santo en el cielo su madre) ¡NO! Pero en que demonios estabas pensando tú, a caso no ves la televisión, cada año hay un montón de heridos en las fiestas patrias. Es por eso que insistimos que vayáis con adultos. Para que os vigilen y sobre todo para que vigilen que no os pase nada malo.
-          Mamá, ya no soy un niño pequeño, sé cuidarme bien solo (protestó automáticamente Jesús).
-          Jesús tienes catorce años, quizás te creas todo un hombrecito pero no lo eres. Te queda mucho, y el hecho que nos mintieras a tu padre y a mí para hacer algo que sabía perfectamente que no te dejamos, solo hace que reafirmar que aún te queda mucho para que te consideremos un chico responsable.
-          Pero, no es justo. A todos los dejan ir solos. Y no hicimos nada, y no pasó nada (Jesús empezó a alzar la voz).
-          Jesús, ya estás bajando esos humos. (le amonestó su madre como si fuera un párvulo, cosa que aún lo enojó más) Hijo, no pasó nada por que dios no quiso. Pero no siempre va estar la suerte de tu lado. La playa de noche y en fiestas está lleno de peligros, hay que estar con los 5 sentidos.
-          ¡Y lo estábamos!
-          ¡Jesús! No me chilles, ya estoy muy enfadada contigo, no lo empeores.
-          ¿Empeorarlo? ¿Cómo si no hubierais decidido ya rustirme el trasero? Eres tan hipócrita, mamá.
-          Se acabó (Ismael dio un manotazo en la mesa). Discúlpate con tu madre de inmediato (Jesús volvió a la realidad, se había enfrascado tanto en la discusión con su madre que había olvidado por completo a su padre).
-          Lo siento, mamá (dijo bajando la cabeza pero apretando fuerte los puños, era tan injusto que encima que sus padres lo trataban como a un bebé le fueran a él a quien iban a zurrar)
-          Ayer tuve que lavarle con jabón la boca a tu hermano por faltarle al respeto a tu madre ¿He de hacer lo mismo contigo?
-          No, señor (dijo sin mirarle a los ojos porque ahora mismo odiaba a su padre con tanta intensidad que estaba seguro que iba a decir algo bien gordo que iba a ser su condena).
-          ¿Dime Jesús crees que está bien mentirnos?
-          No, pero no me dejáis más remedio, no me dejáis hacer nada.
-          ¿disculpa? Haces todo lo que quieres.
-          Si, claro (dijo burlonamente)
-          Sí, señorito. Si. El señorito quiere hacer baloncesto, ahí están los tontitos de sus padres pagando cada mes los entrenamientos. El  señorito, ahora quiere una guitarra, y ahí están otra vez los tontitos de sus padres comprándole una guitarra. El señorito quiere ir a esquiar con sus compañeritos de clase, y una vez más y ahí están otra vez los tontitos de sus padres llevándolos a la sierra para que esquíen. El señorito quiere ir al cine a ver los últimos estrenos y  ¿Y adivina, quién corre con los caprichos del señorito?
-          Pues no haberme tenido.
-          Pues mira hijo si me llego a imaginar que me hubiera salido un hijo tan ingrato y tan desconsiderado como tú
-          ¡Ismael! (le riñó su esposa)
-          No, Eugenia, ¿No es tan mayorcito? Pues que vaya enterándose que todos sus caprichos nos cuestan bien caros, que nos deslomamos para que ni a él ni a sus hermanos les falte de nada. Y que no esperemos que nos estén dando las gracias cada 5 minutos, pero que encima tengamos que aguantar desplantes, exigencias y tonterías eso ya es demasiado (Ismael miraba un poco enfadado a su esposa que estaba convencido que por ser los pequeños y varones siempre los estaba consintiendo). Mira Jesús, somos tus padres, nos encargamos de que no te falte de nada, y tu a cambio solo tienes que comportarte y cumplir con tus estudios. Y ni una cosa ni otra. Que no te creas que se me ha escapado que en los últimos exámenes no has pasado del aprobadillo raspado.
- Pero estás siendo injusto, me tratáis igual que a Samuel, ¡Y Samuel tiene 8 años!
- No digas, tonterías Jesús, a Samuel no le dejaría ir a la playa sin nosotros, aunque fueran los padres de todos los demás chicos. A ti en cambio si te dejamos. Además, no dejé a tus hermanas ir solas hasta que no tuvieron 16 ¿Qué te hacía pensar que a ti te dejaríamos ir antes? (Jesús sabía perfectamente que su padre no le dejaría ir a su aire hasta los 16 e incluso en algunas cosas ni entonces. Si a sus hermanas que ya estaban en la universidad aun les pedía explicaciones él como había dicho su padre no iba a ser diferente).
- ¡Pero no es justo, a mis amigos les dejan ir! (dijo Jesús viendo que por ese camino no lograría nada).
- Yo no soy el padre de tus amigos, soy el tuyo, y sabes muy bien que no te dejo ir solo. Lo que hagan o dejen de hacer vuestros amigos me la trae floja, ya os lo he dicho muchas veces. Te diré una cosa Jesús, te diré lo que ha pasado aquí, tú querías ir a esa fiesta y sabías perfectamente que ni tu madre ni yo te dejaríamos, así que decidiste engañarnos y hacer lo que se te antojaba. ¡Nos mientes y nos desobedeces!
- ¡No tendría que hacerlo si vosotros fuerais más razonables! (dijo Jesús ya rojo de rabia).
 - Y ahora encima nos echas en cara que es culpa nuestra. Mira mocoso, en esta casa hay unas normas y se respetan. Sino eres capaz de hacerlo porque tienes la madurez suficiente para darte cuenta de porque están esas normas lo vas a hacer por esto (y Ismael abrió un cajón del escritorio y sacó una pequeña pala. Jesús abrió muchos los ojos e instintivamente se cubrió la retaguardia).
- Jesús de verdad que estamos muy decepcionados contigo (dijo su madre), no esperaba que tendría que estarte vigilando a estas alturas, que pena es saber que no puedes confiar ni en tu propio hijo.
- Mamá, por favor no (mirando a su madre casi suplicando por su vida, o al menos la vida de su trasero). Castigadme, quitadme la paga, ponedme más tareas de la casa, pero por favor la pala no.
- Jesús, eso lo debiste pensar antes de mentirnos y desobedecernos (dijo Eugenia poniéndose las manos en las caderas). No parece que tuviste ningún problema por mentirnos a la cara, como dice tu abuela “Tú hiciste la cama, pues ahora túmbate en ella.” (Jesús ya no pudo más y empezó a llorar).
- Por favor, por fa, no la pala no…duele.
- ¿En serio? (dijo Ismael) Perfecto, porque no estoy pensando en darte caricias precisamente. Ven (le dijo haciéndole una señal con el dedo para que se acercara).
- Por fa, no…juro que nunca más os desobedecerá ni os mentiré.
- Me agrada oír eso, porque así no tendremos que volver a tener esta charla.
- Venga Jesús, obedece, ve (le dijo su madre más dulcemente, porque sabía que si se ponía tozudo y su marido tenía que ir a por él se iba a llevar aún más nalgadas de las que ya se iba a llevar. Jesús volvió a mirar a su madre, todo lloroso, esperando que en el último segundo su madre lo salvara).
- ¿Jesús? (dijo su padre alzando una ceja, la poca paciencia que le quedaba se había esfumado por completo ya)
- Papaaaaá (puso su mejor carita de pena sin importarle ya que eso resultara demasiado infantil para un chico de 14 años).
- ¿He de ir yo a por ti? (esa fue la última advertencia. En aquella casa todos sabían que cuando sus padres tenían que perseguirlos para castigarlos solo se conseguía un trasero aún más adolorido. Así que con el alma en un puño se acercó hasta su padre. Cuando su padre empezó a quitarle el cinturón del pantalón Jesús ya rompió en un sonoro llanto, no quería para nada que su padre lo castigara, pero sobre todo no quería que lo castigara con la pala). Guarda esas lágrimas de cocodrilo, Jesús, que de aquí nada las vas a necesitar de verdad (a Ismael le molestaba mucho que sus hijos siempre intentaran hacerle chantaje emocional, si no había sucumbido a las lágrimas de sus niñitas cuando eran pequeñas, no lo iba a hacer ahora con todo un chavalito de 14 años. Ismael le desabrochó el pantalón sin mediar ni una palabra más y de un tirón le bajó los pantalones hasta la rodilla).
- Por fa nooo, por fa, por fa papiiiii (Jesús no uso el papi para dar pena, simplemente le salió, estaba asustado. Ismael conocía bien a sus hijos y sabía que esta vez no era un papi para sacarle algo, sino un papi auténtico y no pudo evitar pensar que ese mocoso que ahora le llamaba papi hacía ni 5 minutos estaba reivindicando que ya era todo un hombrecito para hacer lo que quisiera sin dar explicaciones a nadie).
- Venga Jesús, antes empecemos, antes acabaremos (como si eso sirviera de algún consuelo. Jesús se recostó sobre las rodillas de su padre y se agarró fuerte a las patas de la silla).

Ismael esperó que el chico estuviera bien puesto y entonces le bajó el calzoncillo. Cosa que hizo que Jesús se pusiera aún más tenso, Ismael miró a su esposa y ella le indicó con la cabeza que estaba de acuerdo. Aquel era el pistoletazo inicial para el castigo de Jesús. Ismael alzó la mano y empezó a nalguear al chico. Jesús no esperaba sentir el contacto de la mano de su padre, eso significaba que no solo iba a recibir con la pala sino que su padre le iba a poner el culo como un tomate con la mano y después aún recibiría con la pala. Jesús estaba convencido que sus padres estaban siendo super injusto y super estrictos, pero en esa posición por supuesto que no iba a decírselo.
Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass plas plass (a diferencia de sus hermanas y de Samuel, Jesús siempre intentaba permanecer estoico ante las nalgadas de sus padres, pero era una ilusión que duraba bien poco) Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass Plass plass (Ismael iba dejando caer su mano sobre las nalgas y muslos del chico asegurándose que no se dejaba ni un pedacito de piel sin calentar)Plass Plass Plass (no llevaba ni 2 minutos azotando el trasero de su hijo cuando Ismael se percató que Jesús había empezado a morder el cuello de la camisa para ahogar los quejidos. El chico tenía demasiado amor propio como para dejar que nadie se enterara que sus padres lo estaban nalgueando). Plass Plass Plass Plass Plass Plass (Ismael siguió un minuto más hasta que vio que el trasero del chico ya estaba de un color rosadito intenso, entonces agarró la pala y respiró hondo, esa era la parte más dura, el niño ya estaba llorando y se le partía el corazón y aún tenía que seguir, porque sabía por propia experiencia que si se deja un castigo a medias es mucho peor).
-       Por favor papá, ya no más, no más, ya duele mucho bwuaaaaa ya aprendí, no lo vuelvo a hacer nunca, nunca lo juro bwuaaaa (Jesús se apresuró a decir viendo que su padre se había detenido y que había agarrado la pala).
-       Jesús, mientras viváis bajo mi techo y mientras sea yo quien paga vuestras facturas (eso iba por sus hijas, que aunque no estaban presentes, ellos siempre las tenían en mente) nos obedeceréis y nos respetaréis. Y sabes muy bien que tanto a tu madre como a mi nos da mucho coraje que nos tomen el pelo.
-       Sí, lo juro, lo juro, seré bueno, seré obediente, nunca más os mentiré, pero ya no más, papá, por favor, te lo ruego.
-       Eso espero porque ya no eres ningún nene pequeño para no entender que todo lo que hacemos tu madre o yo lo hacemos por tu propio bien ( y tras esa frase Ismael golpeó con la pala la zona donde nalgas y muslos se unen, haciendo que Jesús diera un berrido que imposible que Samuel no lo oyera des del salón). PLAFFF
-       Aaaaaaaaaaaaaaaau noooooo bwuaaaaa (la maldita pal dolía horrores, Jesús la aborrecía con todas sus fuerzas, pocas veces su padre la había usado con él, pero las pocas veces que lo había hecho había echo mella en su memoria. No robar dinero a mamá del monedero, no darle patadas a Samuel y no insultar a sus hermanas, ni en broma).
-       PLAFF PLAFF PLAFF
-       Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaau ay ya ya noooo auuu duele, duele
-       PLAFF PLAFF PLAFF
-       Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaau auuuuuuuuu  noooo auuu duele, duele
-       PLAFF
-       Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaau ay ay papi nooo nooo auuu  ya noooo más me duele,
-       PLAFF
-       AHHHHHHHHHH BWUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA (Jesús lloraba a moco tendido, su padre dejó la pala sobre el escritorio y empezó a acariciarle el pelo, para calmarlo. Al cabo de 10 minutos Jesús ya volvía a respirar con normalidad, ya no estaba agitado, en cuanto estuvo más tranquilo su padre aprovecho para subirle los calzoncillos, esa era la señal definitiva que todo había acabado. Jesús se levantó del regazo de su padre y se subió pudorosamente rápidamente los pantalones y corrió a abrazarse a su madre para que lo consolara. Ismael se preguntaba si cuando tuviera 20 años haría lo mismo. Lo más probable es que si y sonrió),
-       Anda deja ya los papelitos (dijo Ismael al cabo de un rato) y ve a lavarte, lo que queda del mes te toca a ti poner y quitar la mesa ¡Y fregar los platos!
-       Pero si me habéis (y la mirada que le echaron tanto su padre como su madre valió más que 1000 palabras) valeeeeeeeeeeeeeeeeeeee (dijo a regañadientes y se fue a lavarse la cara no quería que Samuel lo viera llorar porque sus padres lo había castigado).
-       Y tú decías que los chicos eran distinto de las chicas ¿eh? (le dijo Ismael a su esposa) pues no se donde ves tu la diferencia, cariño (dijo guardando la pala en el cajón).
-       Y por lo general  lo son, pero que culpa tengo yo nuestras hijas han salido a ti.
-       Sí, son muy guapas.
-       Y unas listillas, como todos en esta casa. Anda ve a cambiarte tú también, esta noche te toca a ti preparar la cena (sabiendo que cuando su marido cocinaba dejaba toda la cocina como si fuera un campo de batalla y le tocaba a Jesús recoger).

PS: gracias


7 comentarios:

  1. me gusto mucho este cap, espero mas querida little, vaya que se porto mal jesus, ya me imagino dps a su hermanito chinchandole por el castigo, sigue mas porfiss¡¡

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  2. Little tu eres una de mis escritoras favoritas no sabes cuanto te extrañe y lo feliz que estoy de volver a leer tus historias por fis sigue escribiendo no te olvides de Dick y sus hermanos.

    Gloria

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  3. ¡me gustó mucho! mas,mas,mas!
    pobre Jesús,igual y le salió largo el castigo.
    agradezco el capítulo Little
    cariños Marti

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  4. me encantas estos hermanitos <3 mas capi xfa

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  5. pobecito mi bebe... pero que injustos estos padres como no entienden a mi pequeño incomprendido

    Litlle, un placer, no te olvidesd e mi Hans

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  6. Te quedo increible, me encantan tus historias, todas
    Pero de mis favoritas son las de Supernatural
    Que bueno que regresaste

    estrella

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