sábado, 2 de agosto de 2014

Samuel y Jesús



Samuel y Jesús estaban de acuerdo en pocas cosas, pero una de esas pocas cosas es que los padres apestaban. Samuel tenía ochos años y estaba en esa difícil edad en que uno deja de ser un niño adorable pero aún no es suficientemente mayor y autosuficiente. Y Jesús estaba en la peor edad de todas los catorce. Una edad en que uno cree que lo sabe todo y que todo le importa una mierda.
Los padres de Samuel y Jesús se lo tomaban con filosofía, ya habían subido a dos chicas que ya estaban en la universidad. Ya sabían que la adolescencia es una batalla constante y que es una edad muy poco agradecida. Pero los chicos siempre habían sido muy distintos a sus hermanas, quizás por eso de ser chicos o por ser los pequeños de la casa…pero Samuel y Jesús habían sido sus pequeños torbellinos de pura alegría y energía.

“Habían sido” sí, en pasado,  porque ya hacía tiempo que se habían convertido en dos pequeños cascarrabias. Sus padres lo llevaban de esa manera, a veces bien, a veces mal y a veces simplemente deseaban estrangularlos.
Aquella misma mañana Samuel había hecho tremendo berrinche cuando su madre le recordó la visita al dentista. A todos los niños les asusta el dentista, pero no por eso los padres descuidan su salud dental. Y los padres de Samuel y Jesús no eran distintos en eso.
La pataleta fue tal que Samuel acabó tirándole encima a su madre el cuenco de los cereales de pura rabia. Por supuesto eso era algo que sus padres no toleraban así que se llevó 4 zapatillazos y se quedó sin televisión y juguetes para el resto del día. Jesús ya había dejado la edad de las pataletas y berrinches. Ahora era un chico que apenas hablaba y cuando hablaba era para quejarse. Pero Jesús llevaba días que no se quejaba, en su cabeza se tejían otro tipo de cosas. Pronto serían las fiestas patrias y este año ya tenían 14 años así que sus amigos habían decidido que irían a la playa a celebrarlas. Es lo usual todo el mundo va a la playa y hacen hogueras y cenan, toman y escuchan buena música. Pero Jesús había decidido que este año ya era mayor para ir solo, sin sus padres o los padres de alguno de sus amigos. Ya no eran niños pequeños que se pudieran perder. Por supuesto, sabía que ni su padre y mucho menos su madre le dejarían ir solo. Así que había planeado que sus padres no se enteraran de su plan para esa noche.

Samuel siguió todo el día enfurruñado, realmente odiaba ir al dentista y eso que jamás había tenido una caries, pero el solo hecho de sentarse y tener a alguien hurgándole en la boca no le hacía pizca de gracias.
Sobre las seis de la tarde Ismael y Eugenia, los padres de Samuel y Jesús, se empezaron a mentalizar para llevar al peque al dentista.
-          Venga Samuel, acaba de vestirte que aun llegaremos tarde (le dijo su madre que hacía más de medía hora que le había dicho que se vistiera. Pero no hubo respuesta. Ismael solo puso los ojos en blanco viendo lo que le venía encima). Samuel! Deja de hacer el remolón, tienes 1 minuto para acabar de vestirte o te juro que te vestiré yo como cuando eras bebé ¿eso quieres?
-          Noooooo, olvídame, no pienso ir a ese estúpido dentista. Mis dientes están bien, me los cepillo cada vez que como no como Jesús, que vaya Jesús al dentista (chilló a grito pelado Samuel des de su habitación. Jesús que estaba viendo las motos en la tele con su padre rodó los ojos).
-          ¿qué eso que no te lavas los dientes? (le preguntó su padre).
-          Si que me los lavo papá (dijo de mal humor y sin ganas y sin dejar de mirar el televisor).
-          Más te vale, porque es tu boca chico pero es mi bolsillo el que paga los empastes.
-          Que me los lavo, joooo (dijo cruzándose de brazos pero sin dejar  de mirar la tele).
-          Venga Samuel, que llegaremos tarde (dijo Ismael dejando a Jesús en paz y levantándose del sofá).
-          ¡No, no, no, y no, yo no voy! ¡Os odio! (gritó aún más fuerte)
-          Anda cari, ve tú, porque si voy yo no respondo (dijo Ismael poniéndole ojitos a su mujer).
-          SIEMPRE ME TOCA A MÍ GRRRR (dijo con cara de pocos amigos).
-          Papá, recuerdas que antes de las siete me tenéis que llevar a  casa de Fran…hemos quedado allí  para ir a la playa. No quiero que se vayan sin mi por culpa del llorón.
-          Tranquilo te dejamos a ti primero y después iremos al dentista con Samuel ¿necesitas dinero? No quiero que le pidas dinero a los padres de Fran, encima que os llevan.
-          Llevo dinero…¿Pero si quieres darme algo?
-          Anda  toma (y le alargó un billete) sois como sanguijuelas entre tus hermanas y tú me vais a dejar tieso.
-          Que conste que yo no te lo he pedido.
-          Me consta, me consta, disculpa hijo. Pero ya conozco yo tu “llevo dinero” (Jesús solo rodó los ojos, ya tenía 14 años, sabía perfectamente cuanto valían las cosas).
-          Nooooo NOoooo , suéltame, noooo, no voy nooooooo (los berridos interrumpieron la charla de Jesús e Ismael). No quieroooo, aaaaaaaaaaa déjame, nooooo. Suéltame puta (Jesús abrió mucho los ojos y la boca al oír a su hermanito decirle eso a su madre. Es cierto que Samuel se había vuelto muy mal hablado pero eso de insultar a mamá, eso si que no se lo esperaba, y encima la palabra de empieza por P. si la palabra abultaba más que l canijo) Nooooooo, te odio, noooooo (siguió gritando. Entonces Jesús lentamente y casi con pánico miró a su padre que seguía con cara de bobo sin acabárselo de creer. Ambos se miraron unos segundos más como si continuaran si acabárselo de creer). Que me dejes, auuu, nooooo, te odio, sueltaaaa.
-          Samuel! Ya está bien, sal de debajo de la cama, de verdad, que me tienes hasta el moño, sal a la de tres o te saco yo a zapatillazos. No estoy para más tonterías (escucharon a Eugenia amenazarle por enésima vez).
-          Nooooo, no pienso salir de aquí nunca, déjame puta (volvió a gritarle y eso sirvió para que Ismael saliera de su estado de estupor. Ismael dio uno de esos gruñidos que no auguran nada bueno y tres pasos se puso en la habitación de los niños. Sin mediar ni media palabra con su esposa se fue hacía la cama y la alzó con una mano y con la otra agarró por la pierna de su hijo y tiró para fuera de él)
-          NO NOOOOOOO NOOOO suelta, suelta (intentaba liberarse como si fuera una anguililla)
-          Pero que mierdas te has creído tú para hablarle así a tu madre Plaff Plaff  las nalgadas empezaron caer sobre los muslos de Samuel).
-          Aaaaaaaaaaay ayyyy noooooo ayyy
-           PLAFF PLAFF Cómo te atreves a hablarle así a tu madre PLAFF PLAFF Si vuelvo a oírte faltarle al respeto a tu madre te daré tal paliza que no vas a poder sentarte hasta el día del juicio final PLAFF PLAFF PLAFF
- AAAAAAAAAAAAAH NOOOOOO AAAAAAAAAAAAAAU AYYYY DUELE AUUUU.
- ¿DUELE? PLAFF PLAFF PLAFF Más le duele a tu madre oír a su hijo llamarle esas cosas. Plaff Plaff Plaff  (Ismael puso en píe a su hijo de muy malos modos y lo arrastró al baño. Samuel enseguida captó a que lo llevaba su padre al baño iba a lavarle la boca con jabón) Nooooo Noo papá, noooo , no lo digo más, pero jabón nooooo.
- Plaff Plaff (cayeron dos palmadas más) te voy a lavar bien la boca con jabón, se te van a quitar las ganas de ser un deslenguado a ti, llevo tiempo avisándote que no me gusta oírte hablar así, pero no te das por enterado. Está claro que tú solo entiendes a base de palos.
- Nooooo papaaaaaaaaaaaaaaaaaá.
- (Ismael abrió el gabinete del bañó y sacó una pastilla de jabón y la pasó por debajo del grifo para que hiciera espuma) ¡Abre! (Samuel cerró la boca con fuerza). Samuel he dicho que abras la boca, ya me estás cargando mucho. Sino abres la boca, agarro el cinto (Ismael jamás había pegado a Samuel con el cinto pero la sola amenaza siempre obraba milagros, y esa vez no fue distinto. Samuel todo lloroso y sobándose el culete abrió la boca y dejó que su padre le lavara bien la boca con jabón). Y estarás castigado toda la semana sin tele ni juegos. Ve a disculparte con tu madre y acábate de vestir. Y no más tonterías Samuel que no está el horno para bollos (le amenazó con el dedo su padre. Samuel sin dejar de lloriquear asintió con la cabeza) PLASS (una palmada muy fuerte resonó en el baño) ¡Venga! (y Samuel salió disparado a los brazos de su madre mientras mascullaba todo tipo de disculpas. Ismael volvió a entrar en el salón y miró a Jesús que lo miraba con cara de susto y no era para menos, Ismael parecía un basilisco). Y a ti también te lo advierto no quiero más insultos.
- Yo jamás le llamaría eso a mamá (dijo medio asustado medio ofendido)
- No quiero oíros decir ni eso ni ningún otra palabrota ni a vuestra madre ni a nadie ¿estamos?
- Si, si, vale, pero yo no he dicho nada.
- Bueno, igualmente quedas avisado (dijo aún furioso pero dejó a Jesús tranquilo, era cierto el muchacho esta vez no había hecho nada). Anda ve a por la mochila, que salimos en cuanto tu hermano acabe de vestirse.

Al ir a por la mochila Jesús vio a Samuel como acaba de vestirse y se lo quedó mirando, negando con la cabeza. ¿Cómo podía llegar a ser tan idiota?
-       Idiota (le dijo flojito y se sentó en su cama a esperar que se acabara de poner lso zapatos).
-       Le diré a papá que me has insultado, imbécil (dijo fulminando con la mirada a su hermano).
-       Ya, cómo que ahora papá está para oír tus quejas. De verdad Samuel, pareces mongui, mira que llamarle eso a mamá.
-       Es que no quiero ir al dentista.
-       Y yo al cole, y voy.
-       A mi me gusta el cole.
-       Eso es porque a tu edad aún es divertido espera a llegar al instituto.
-       Me seguirá gustando, porque yo soy más listo que tú.
-       ¿Más listo que yo? Pues si eres tan listo ¿Cómo es que es tu culo el que está rojo como un tomate, señor Einstein?.
-       Porque papá me tiene manía.
-       Ya claro…jajaja
-       No te rías (dijo furioso Samuel, pero Jesús no podía parar de reír) ¡Para! (dijo lánzadole una patada que Jesús fácilmente pudo parar).
-       ¡Niños! Si voy para allá lo haré con la zapatilla en la mano (amenazó su padre al oír que sus hijos empezaban a pelearse. Una constante entre hermanos, pero como bien había dicho aquella tarde Ismael no estaba para tonterías).
-       Grrrr te odio (le dijo Samuel a su hermano con todo su odio)
-       Me la suda (dijo Jesús con prepotencia)
-       Te voy a…
-       Niños (se escuchó a Ismael avisar una vez más des del salón, pero era ese tipo de aviso que se da cuando ya se tiene la zapatilla en la mano. Así que Samuel salió corriendo de la habitación y Jesús tomó su mochila y lo siguió pero con paso más tranquilo).

Continuará


9 comentarios:

  1. PERO QUE REGRESO... como siempre una historia a lo grande que ya quede atrapada con esta nueva familia... pero no te olvides de Hans

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  2. LITTLE,QUE FELICIDAD TENERTE DE REGRESO!
    SE TE ECHABA MUCHÍSIMO DE MENOS!,ESTOY MUY EMOCIONADA!
    UN PLACER LEERTE DE NUEVO!
    MARTI

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  3. Tus historias siempre me gustan mucho y tu forma de escribir también, pero tus padres son unos salvajes poco cariñosos u.u

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  4. Waoo Little que bueno que regresaste!!! XD sigue siendo la super escritora.
    Aye

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  5. Waoo Little que bueno que regresaste!!! XD sigue siendo la super escritora.
    Aye

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  6. WAOO LITTLE QUE BUENO QUE REGRESATE !!!XD, y tu historia siempre son super. Aye

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  7. WAOO LITTLE QUE BUENO QUE REGRESATE !!!XD, y tu historia siempre son super. Aye

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  8. Good so good... pero quede picada con mas.....quiero mas

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  9. Realmente te quedo fantastico, me encanta todo lo que escribes eres maravillosa, ya queria leer un nuevo ficc tuyo, y mira que regresas a lo grande, porfa no tardes en continuar con esta nueva familia

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