Chapter 54: Uso indebido de la magia
Chris no se podía
imaginar que sus servicios de luz blanca serían necesarios tan pronto. Hacía
sólo un día que había hablado con Paul acerca de sus poderes, y había sido más
rápido y fácil de lo que pensaba: el chico sabía que él tenía un don, y había
llegado a sospechar de algunas cosas anómalas alrededor de Nick y Peter. Estaba
más abierto a aceptar la existencia de la magia de lo que cabía esperar. Chris
repasaba su conversación en el P3, con su hermano, mientras ojeaba el móvil.
- ¿Así que, no es un
capullo sin remedio? – preguntó Wyatt, cuando terminó de contarle todo.
- Digamos sólo que
es un Nick elevado a la décima potencia. No parece mal chico. Realmente no.
- Bueno, es un
consuelo. – respondió Wyatt y se puso pensativo. - Levitar. ¿Es su único poder?
- De momento, eso
parece. Toca esperar, supongo. O también podría preguntarle a los Ancianos, si
están por la labor de ser honestos conmigo de una maldita vez.
- Aún me cuesta
creer lo que me has contado. La manera en la que han jugado con tu vida…¿Has
hablado con papá de esto?
- Todavía no. Tiene
que ser violento para él: también es un Anciano.
- Hay una cosa que
no entiendo…¿por qué justo ahora te has convertido en su luz blanca? ¿Por qué
no antes o después?
Chris suspiró.
- Hay algo que no te
he contado. – musitó, y procedió a narrarle su "gran cagada" con el
hermano de Paul. Chris estaba convencido de que tarde o temprano iba a acabar
siendo el guía de Paul, porque los Ancianos así lo querían. Al haber tratado de
curar a su hermano, rompiendo las normas, tan sólo les había dado la excusa
para adelantarlo. Aquella Anciana prácticamente lo había admitido delante de
él. – Supongo que quienes tú sabes no la han tomado conmigo porque esto les
viene muy bien: ahora pueden obligarme a ser el guía de Paul sin quedar
realmente como unos dictadores. Como si no lo hubieran planeado. Como si todo
fuera consecuencia de mi error…
- Tratar de salvar
una vida no es un error. Tú no sabías lo que iba a pasar. No te culpes.
- Tarde para eso –
comentó Chris, y frunció el ceño ante la pantalla de su móvil.
- ¿Malas noticias? –
preguntó Wyatt, a quien el gesto no había pasado desapercibido.
- Creo que Amy está
enfadada conmigo. Me dice algo así como que si esperaba otra reacción a lo de
mi magia debería habérselo dicho, pero que no está bien que la evite de esa
manera. No sé qué quiere decir. ¿Tú la entiendes?
- ¿Cuánto hace que
no la ves?
- …Han pasado
cosas….Hemos hablado por teléfono, pero con Barbas, Derek y Paul pues...
- ¿Cuánto, Chris?
- Dos meses.
- Joder. Pues
entonces no, no la entiendo: yo ya te habría mandado a la mierda.
- ¡He estado
ocupado! Y he mantenido el contacto.
- Escribirse
tonterías por el móvil y llamar para decir que no puedes verla no es mantener
el contacto. Chris, hermano, esa no es forma de tratar a tu novia.
Prácticamente la has echado de tu vida. Ella se merece algo mejor.
Chris sabía que
Wyatt tenía razón pero ¿qué podía hacer? No podía dividirse. Cada vez tenía más
cosas de las que ocuparse, y no tenía tiempo para sí mismo ni para ninguna
relación. Él ya sabía que eso de salir con alguien siendo padre de tres hijos
no era buena idea. Máxime si esos hijos vienen con
ciertas…"complicaciones"….como la de los últimos meses. Suspiró. Iba
a pedir la ayuda de su hermano, cuando sintió una llamada sobrenatural. Algo
tiraba de él.
- ¿Qué ocurre,
Chris?
- Paul. Me llama. –
susurró, e instantes después orbitó.
Apareció en una
habitación grande pero muy vacía. Poco más que una cama, un armario y una mesa.
Sin posters ni decoraciones. No vio a nadie, y eso era extraño: se suponía que
se aparecía en el lugar donde se encontraba su protegido. Buscó desconcertado,
y entonces le vio…a punto de saltar por la ventana. Lo primero que pensó fue
"se va a suicidar" por todo aquello de su hermano y eso. Luego vio
que sus pies no estaban tocando el suelo.
- ¡Paul! – gritó,
llamando su atención.
- Oh. Así que has
venido. Quería comprobar si era cierto que bastaba con llamarte para que
vinieras. Y me apetecía enseñarte lo que puedo hacer.
- ¿Lo que puedes
hacer? ¿Querías enseñarme cómo saltas por una ventana? ¿Estás loco? ¿Y si te
caes? ¡Me da igual que puedas levitar! ¡Es peligroso! ¡Y además podrían verte!
¡Baja ahora mismo!
Paul lo hizo,
lentamente, y sólo cuando le vio alejarse de la ventana, Chris se relajó.
- ¿Qué ocurre? No es
la primera vez que lo hago. Te llamé por si acaso me caía…- dijo Paul, a la
defensiva. En realidad, contaba con caerse. No eran sus habilidades las únicas
que quería probar, sino también las de Chris.
- ¿Y qué quieres que
haga yo si te caes? ¿Darle un digno entierro a tu cadáver? ¡Por el amor de
Dios, pero qué imprudente eres!
Paul no debía de
estar acostumbrado a que le hablaran así, porque agachó la cabeza y pareció
ruborizarse.
- Dijiste que podías
curar. – dijo, muy bajito.
- Si estás vivo. Si
falla tu poder y caes al suelo desde esa ventana….¿qué estamos, en un segundo
piso? ¡Podrías matarte! Además, que pueda curarte no quiere decir que quiera
ver cómo te rompes la columna vertebral…
- Sólo….sólo quería
ver lo que podías hacer – confesó él – Ver si de verdad podías curarme.
Chris parpadeó,
tratando de asimilar el hecho de que Paul había pretendido usarse a sí mismo de
conejillo de indias. Le sorprendía y le enfurecía que le diera igual herirse
con tal de poner a prueba la habilidad de Chris para curar.
- ¿Y para eso
arriesgas tu vida? ¿Tan poco la valoras, chico? ¿Acaso querías hacerte daño de
verdad y ver si yo "puedo arreglarte"? Paul, las heridas auto
infligidas no puedo curarlas. Si hubieras llegado a caerte….¿Te das cuenta de
lo que podía haber pasado?
- No es para tanto…
- ¿Qué no es para
tanto? – exclamó Chris, y sus ojos chispearon de furia - Vuelve a hacer algo
como eso y patearé tu estúpido trasero hasta que no puedas utilizarlo.
Paul se ruborizó
más, y a decir verdad Chris también se sintió incómodo. La amenaza le había
salido casi natural, pero no sabía si le había hablado como un luz blanca, como
un adulto que se preocupaba por él, o como qué…No había sido un comentario del
todo adecuado…Aunque una cosa tenía clara: estaba dispuesto a cumplir su
advertencia.
- Vale, lo capto, no
fue una idea brillante.
- No, no lo ha sido
en absoluto. – sentenció Chris, aun triturándole con la mirada.
Paul se rascó la
nuca, visiblemente incómodo y Chris suspiró. Se obligó a calmarse pensando que
no había pasado nada. Nada salvo que había constatado lo poco que importaba que
Paul fuera legalmente un adulto: mentalmente era un crío, y uno bastante
estúpido.
- ¿Esta es tu casa?
– preguntó Chris, al final, echando un vistazo. Paul asintió.
- Mi cuarto.
Chris iba a decir
algo más, pero entonces, se escucharon voces. Paul pareció alarmarse mucho.
- Métete en el
armario – masculló, empujándole.
Chris no supo qué le
impactó más: que le empujara, la extraña petición, o que aquél armario fuera
tan grande como para acoger a tres como él. De pronto le dio por preguntarse si
alguna vez había escondido ahí a alguna chica, y Chris se sintió un adolescente
que invadía la casa de su novia sin el permiso de sus padres. ¿Pero…qué rayos
hacía él metiéndose en el armario? El caso es que, medio empujado por Paul, lo
hizo. Instantes después de que se cerraran las puertas del mueble alguien entró
en la habitación.
- Ah. Estás en casa
– dijo una voz de mujer, fría, insensible. - ¿Qué estabas haciendo? He oído
voces.
- Hablaba por
teléfono – respondió la voz de Paul. Chris sólo veía oscuridad, y sentía el
cosquilleo de alguna prenda suave en la cara.
- ¿No tendrías que
estar en clase?
- Me expulsaron
mamá, ¿no te acuerdas? Estabas ahí.
- Es verdad.
- ¿No vas a decirme
nada?
- Me alego por ti,
hijo.
Chris se preguntó si
la mujer había si quiera escuchado lo que Paul había dicho. "Me alegro por
ti, hijo" no parecía una respuesta adecuada a la afirmación "me han
expulsado". Paul debió de pensarlo también, porque Chris escuchó un golpe
en la mesa. Estuvo tentado de decir que no hacía falta ponerse violentos, pero
eso hubiera delatado su posición.
- ¿Te alegras? Sí
bueno, me lo puedo creer. Sería más habitual en ti que te diera absolutamente
igual, pero quizá hemos pasado a otra fase, en la que te alegras de mi desgracia.
Había tanto
resentimiento, tanto dolor en aquella declaración…Chris quiso consolarle, y
esperó a escuchar cómo lo hacía su madre, pero tal cosa no debió de ocurrir.
- ¿Desgracia? ¿Qué…?
– la voz de la mujer sonaba confundida – Paul, la única desgracia aquí es que
ha muerto tu hermano.
- Lo sé – dijo Paul,
y de pronto sonaba mucho más suave – Jamás podría olvidarlo. Yo…le quería
tanto…
- Aún espero verle
despertar por las mañanas.
Hubo un momento de
silencio. A Chris le hubiera gustado ver lo que pasaba. Le pareció el momento
ideal para que madre e hijo estrecharan lazos, pero tuvo la intuición de que
eso no estaba pasando. Su intuición se vio confirmada cuando volvió a hablar la
mujer.
- Tu padre y yo
vamos al cementerio. A ver a tu hermano.
- ¿Queréis…queréis
que os acompañe?
- No.
Dios mío, qué
sequedad. Fue hasta…cruel.
- ¿Volveréis a la
hora de comer?
- No creo: luego
iremos a trabajar.
- O sea, que hoy
tampoco vas a recoger a los niños del colegio…Jullie necesitaba tu ayuda para…
- Tenemos que ir a
ver a tu hermano, Paul.
- Podéis ir luego. O
ir sólo un rato. O ir todos juntos. Era nuestra familia, también.
- No digas
"era". Jason es nuestro hijo y no voy a olvidarme de mi hijo.
- Jamás te pediría
que lo hagas. Pero tienes más hijos. – dijo la voz de Paul, y sonaba
suplicante.
- Es Jason el que me
necesita ahora.
- ¡Jason está
muerto! – gritó Paul, sonando desesperado - ¡Muerto, mamá! Y duele, claro que
duele…Pero no te negaré que también me llena de paz. Ya está, se ha ido, no
está aquí. Ya no tienes que pasarte más días enteros junto a su cama de
hospital. ¡Ahora puedes estar aquí haciendo de madre, que es lo que tienes que
hacer! – concluyó Paul, y entonces Chris escuchó el sonido de un golpe. Luego,
un portazo. Lentamente, salió de su escondite en el armario, y vio que Paul
tenía una mano en la mejilla. Su madre debía de haberle dado un bofetón. Chris
no sabía qué decir: lo había escuchado todo y él lo sabía. Tal vez el chico
deseara que se fuera. Chris quería ofrecerle consuelo. Quería ayudarle…
- Bueno, esto es un
progreso – dijo Paul, con calma, sacando la mano de su cara. – Es la primera
vez que lo hace. Puede significar que está volviendo al mundo de los que no
somos Jason y aún estamos aquí. Aunque puede que luego a la noche se le haya
olvidado que me golpeó. Lo que no se le olvidará, seguro, es que he osado
mencionar a su querido hijito. Lo sumará a la lista de cosas por las que me
culpa. En fin, yo tampoco he sido muy delicado.
Chris estiró una
mano, como para ponerla en su hombro, pero Paul se apartó. Apretaba los puños
con fuerza, con rabia, sintiéndose lejos de la resignación que expresaban su
voz y sus palabras.
- ¿No sabrás hacer
moños por casualidad? Jullie tiene no sé qué actuación de baile y tiene que ir
arreglada y peinada. Yo no tengo idea de cómo se hace eso. Me sacas de las
coletas y las trenzas que es lo que le hago todos los días, y me pierdo.
Chris no respondió,
y le miró lleno de compasión.
- Paul…- comenzó en
voz baja.
- Porque si no lleva
el moño se reirán de ella ¿sabes? Me lo dice constantemente.
- …Paul…
- Y ya ha pasado por
muchas cosas como para encima tener que enfrentarse a la crueldad de las otras
niñas. Tiene un padre que no la quiere, una madre que se desentiende de ella,
un hermano muerto, otro que finge que sabe lo que hace pero en realidad no sabe
cómo cuidarla…
- ¡Paul! – dijo
Chris, elevando un poco la voz, para llamar su atención. Así consiguió que Paul
le mirara e interrumpiera su monólogo. - ¿Estás bien? – preguntó con
amabilidad.
- Perfectamente.
¿Por qué habría de estar de otra manera?
- Porque eso duele.
- Sólo ha sido un
bofetón. Estoy acostumbrado a los puñetazos de chicos de mi edad, así que esto
no ha sido nada.
- Me refiero a…la
frialdad…la indiferencia…y el hecho de que prácticamente tengas que ocuparte tú
sólo de todo.
- Bueno, eso es una
forma bastante acertada de describirlo. Lleva siendo así tres años. No es como
que no esté acostumbrado, aunque tal vez había esperado ingenuamente que la
cosa mejorara tras la muerte de Jason. Que nos uniéramos para superarlo y todo
eso. Pero me sigue culpando, sólo que además ahora no tiene ninguna esperanza
tonta a la que aferrarse. Jason está muerto, y eso es definitivo. Ella ha
elegido no sobreponerse y seguir desatendiendo a su familia. Mi padre hace lo
mismo.
- Eso no es justo
para ti – dijo Chris, con solidaridad – Pero aún no es tarde para…
- ¡CLARO QUE ES
TARDE! - gritó Paul, y Chris pudo ver cómo dejaba salir su rabia por fin.- Fue
tarde en el mismo momento en el que los médicos dijeron que mi hermano estaba
en coma, y no sabían cuándo iba a despertar. Fue tarde cuando entendí que digan
lo que digan los padres sí tienen hijos favoritos, y Jason era el de ésta
familia. Yo, el hijo molesto, era además el culpable de que el hijo bueno
estuviera herido. Hubiera entendido que la tomaran conmigo, yo ya era mayor,
sabía encajarlo pero…¿por qué dejaron solos a mis hermanos? Pensé que era algo
temporal. Que necesitaban tiempo para superarlo. Cuando escucharan llorar de
hambre al bebé recién nacido tendrían que reaccionar. Pero no lo hicieron. Y
ahí me tenías a mí con dieciséis años, calentando biberones y cambiando
pañales. Ahí fue tarde. Ellos nunca van a perdonarme y yo jamás les perdonaré a
ellos.
Chris se dio cuenta
entonces de algo que en realidad ya sabía: todo el mundo tiene problemas, sin
importar la edad. Algunos problemas son más graves y otros son simplemente
matices de una misma cuestión. Y Peter, Nick, y Paul, se habían enfrentado los
tres a un mismo enemigo: el abandono. Sólo que en el caso de Paul tenía que ser
aun más duro. Tenía que ser difícil ver a tus padres todos los días, pero
sentir que no están ahí. Que son como un mueble más, o mejor dicho, que tú eres
un mueble más para ellos. Que no eres el hijo al que quieren tener a su lado en
ese momento, y que no sirves para satisfacer sus necesidades. Cada uno tenía su
propia mierda. Peter tenía a Derek. Nick tenía los padres que le habían
rechazado, y sus malas experiencias en la calle. Y Paul el lastre de ocho
hermanos a los que quería, pero que no estaba destinado a cuidar. Quería hacer
algo para ayudar a Paul, y en ese momento supo que ser su luz blanca era quizá
lo mejor que podía pasarle a ambos. En eso, al menos, la Anciana había tenido
razón. Chris no iba a limitarse a protegerle. Iba a ser –ya era, en realidad-
su amigo.
- ¿No estarás
pensando en darme un abrazo? – preguntó Paul, horrorizado, como adivinando sus
intenciones. – Eh, eh, distancia de seguridad. A ver si todo eso de la luz
blanca va a tener además algún sentido indecente. ¿Qué haces en mi casa,
además? Ya no preciso tus servicios. ¿Cómo va esto? ¿Ahora te esfumas, como un
genio de lámpara? Venga, humo. Largo de aquí.
Quizás, además de su
amigo, Paul fuera un grano en el culo.
- Aclaremos un par
de cosas: soy tu luz blanca, no tu esclavo. Te ayudo, no te sirvo. Y, si estoy
en tu casa, señor Amo-de-la-lámpara, es porque decidiste hacer salto de altura
sin paracaídas y me llamaste. No quieres comprobar hasta qué punto te
interesará realmente mantener una distancia de seguridad si decides volver a hacerlo.
- Bueno, bueno. Qué
carácter. Tienes que tomarte la vida con más filosofía, man.
- Me alegra que lo
de señor Haliwell haya quedado muy lejos, pero definitivamente, no me llames
"man". Soy Chris.
Al decir eso Chris
comprobó lo mucho que había cambiado su relación con Paul en menos de una
semana. De casi desconocidos que mantenían la relación de padre de amigo y
amigo del hijo, habían pasado al desprecio, al menos por parte de Chris, por lo
que Paul le hizo a Nick. Del desprecio a la compasión y la culpa, por la
pérdida de un hermano. De la compasión al sentimiento de protección que se
esperaba de él como luz blanca. De la protección de vuelta a la compasión y a
un sentimiento de empatía. De la empatía a la amistad. Y bajo todas aquellas
cosas estaba esa vocecita en su cabeza que le instaba a cometer Paulcidio.
- Vale, Chris. Ahora
en serio, gracias por venir. Tendré más cuidado y no me acercaré a las
ventanas, pero ahora puedes irte. No quiero retenerte por más tiempo. Imagino
que tendrás un trabajo. Peter dijo algo así como que tenías un club.
- Lo tengo. – dijo
Chris, algo frustrado por la repentina vuelta al "Paul con modales
aristocráticos". ¿Y a él le ponían nervioso los cambios de humor de Nick?
¡No iba a volver a quejarse en la vida!
- Bien, pues no te
molesto más. En verdad yo también tengo cosas que hacer. Puede que nos veamos
más tarde: tengo que ir a recoger a mis hermanos y usted…tú, tienes que ir a
por tus hijos. Vale, esto es raro. Eres el padre de Nick y Peter y estás aquí
en mi casa, donde has llegado teletransportándote, o algo así.
Chris le dedicó una
media sonrisa.
- Te acostumbrarás –
dijo, con cierta arrogancia en la voz, y orbitó, dando la conversación por
concluida.
Chris regresó al P3
y le contó a Wyatt lo que había pasado. Como era de esperar, su hermano estalló
en carcajadas. Quedó claro que se reía total y únicamente de él. A veces Wyatt
era todo solidaridad, hombre. ¿Con hermanos así, quien quiere enemigos? ¬¬
- En menuda te has
metido. Genio de la lámpara. ¡Ja! Creo que ese chico me cae bien.
- Pues no te
encariñes mucho, porque un día de estos lo asesino.
- Matar a tu cargo,
claro Chris. Una buena forma de quedar bien con los ancianos.
- Al cuerno con
ellos. ¡Es exasperante! ¡Es como un crío!
- Es un crío.
- Bueno, ¡pues yo ya
tengo tres!
- Sí, y cada uno de
ellos es tan exasperante como Paul.
- Mis hijos no son
exasperantes – protestó Chris. – Son tiernos, dulces y perfectos. – dijo, y
contuvo sus ganas de sacarle la lengua. Se puso más serio para añadir: - Paul
también tiene un lado así. Quizá no tierno exactamente pero sí…vulnerable. Lo
ha pasado realmente mal. Ha aprendido a hacer cosas de adulto él sólo, y a
cuidar de sus hermanos, pero sigue necesitando a sus padres y no los tiene.
Dijo algo…algo que me ha hecho pensar un poco.
Wyatt supo ver que
ya no estaba bromeando, y le animó a seguir con una mirada comprensiva.
- Dijo que los
padres sí tienen hijos favoritos, y que el de los suyos era Jason.
- ¿Y eso te hizo
sentir culpable por lo que pasó en el hospital? – preguntó Wyatt con
delicadeza.
- ¡No! Quiero
decir…sí…pero no iba por ahí ahora mismo. Me preguntaba si…si tiene razón. Si
es cierto que hay "un hijo favorito".
Wyatt le miró en
silencio.
- Bueno, tu eres
padre también – insistió Chris, que quería una respuesta - ¿Qué opinas?
- Tengo muy claro lo
que siento por mis hijos, Chris. Y también sé lo que sientes por los tuyos. No
es como si lo escondieras.
- Eso no es una
respuesta.
- ¿Qué me preguntas?
¿Si les quiero lo mismo? Alex es mi vida, y Vic es mi corazón. – respondió
Wyatt, y Chris se sorprendió por oírle hablar así. Su hermano solía ser mucho
más reservado con sus emociones. – Les adoro, y daría mi vida por los dos. No
quiero a uno más que a otro, sencillamente porque no es posible quererles más
de lo que ya lo hago.
Chris vio que lo
tenía muy claro y sintió algo de envidia. Él se miró las manos, sabiendo que
era su turno.
- Yo…daría mi vida
por mis hijos, también. Pero eso…eso no quiere decir nada. Daría mi vida por
mucha gente. Por ti, por tu familia, por la de Melinda, por mamá y papá, por
las tías…Adoro a mis hijos. Son mi vida. Pero…no hace mucho tenían celos unos
de otros. Ahora, viendo a Paul, me doy cuenta de que siendo cierto o no, he
podido darles a entender que no son iguales…
- ¿Qué quieres
decir?
- Leo ha crecido
conmigo. Eso es algo que Nick y Peter no han podido hacer. Es un motivo por el
que podrían pensar que a él le quiero más. Y luego…trató a Peter "mejor
que a Nick"…en el sentido en el que soy consciente de que él necesita de
mí otra clase de cosas…Peter es tan sentimental como yo, sólo que a él le
cuesta mucho menos expresarlo. Es muy fácil hablar con él, siempre lo ha sido.
Nick podría pensar por eso que Peter es mi favorito. Y Peter siempre ha pensado
que él es el último de la cadena.
- No creo que estés
dudando de si hay algún hijo al que quieras más que a los demás, Chris. Creo
que dudas de que ellos puedan pensarlo. Quieres a cada uno por lo que es, y
como los tres son hijos tuyos, les quieres igual.
Chris pensó que tu
hermano tenía razón. Tenía muy claro lo que sentía, y siempre se iba a ocupar
de que ellos lo tuvieran claro también. No tenía de qué preocuparse. Él no era
como los padres de Paul.
- Realmente eres
genial cuando se te tira un poco de la lengua, Wy. – le dijo con
agradecimiento.
- Tanto tiempo
contigo ha conseguido volverme una nenaza.
Los dos rieron, y
Chris se sintió mucho más tranquilo. Cuando llegó la hora, fue a buscar a sus
chicos con el coche. Ya se había acostumbrado a hacerlo, aunque el colegio no
estaba tan lejos como para que no pudieran volverse andando. No vio a Paul,
pero posiblemente aquello se debiera a que llegaba un poco tarde. De todas
formas, ya había tenido demasiado Paul para un solo día. No le gustaba lo que
comenzaba a sentir respecto al chico. Quizá fuera por ser su luz blanca, o
quizá por algo más, pero se sentía muy sobreprotector y paternalista. Y Paul,
mal que bien, ya tenía padres.
Bajó del coche y
saludó con la mano a sus hijos, que le esperaban juntos sentados en las
escaleras. Ellos se acercaron y él les sonrió.
- Siento el retraso.
¿Qué tal ha ido el día?
- ¡Bien! – dijo Leo,
y se lanzó a sus brazos con fuerza, haciéndole reír.
- Aburrido –
respondió Nick con menos entusiasmo, pero Chris ya sabía que eso quería decir
que había ido bien. Las clases pueden ser aburridas para todos, y para Nick,
que tenía facilidad para el estudio, a veces lo eran más.
- ¿Peter? –
preguntó, al ver que era el único que no respondía. El chico le ignoró y pasó a
su lado sin decirle nada. Por un segundo Chris creyó que se había confundido de
gemelo y que aquél era Nick, pero había aprendido a distinguirles y sabía que
no era así.
- Está enfadado
contigo – explicó Nick.
- ¿Conmigo? –
preguntó, perplejo - ¿Por qué?
- Porque Rachel
quiere ir a dar una vuelta mañana, y pensaba traer a Hope, pero él no puede
salir, y tampoco puede usar el móvil aunque Rachel le ha dado su teléfono.
- Ah. Bueno, pues
eso haberlo pensado antes, tesoro. No sería un castigo si la idea te gustara. –
dijo Chris, sabiendo que Peter le podía oír, pese a haberse alejado un poco. Lo
sentía por él, sabía que Hope le agradaba bastante, pero las cosas eran así. La
culpa era de Peter y no suya. Además, él no sabía lo de esa salida antes de
castigarle. Aun así, fue amable en el tono, deseando que Peter lo entendiera.
- No me llames así.
– refunfuñó el chico.- Podría oírte alguien.
- A no ser que
tengan super oído lo dudo, tes…digo, Peter. Anda, desfrunce ese ceño, que te
van a salir arrugas. Y ven aquí, que aun no me has saludado como es debido.
Peter se acercó y le
dio un abrazo, aunque aun se le veía algo molesto. Chris entendió que aquél era
el primer castigo que realmente le molestaba. ¿Quién le iba a decir que al
solitario Peter, amante de cosas caseras como los libros, sus instrumentos y la
televisión, lo que más le molestaba era que le dejara sin salir y sin llamar?
El que vivía todo el día para el móvil era Nick….aunque era Peter el que amaba
su independencia. Quizás era por eso. Además, Chris era consciente de que con
todo lo que había pasado en las últimas semanas, habían estado demasiado tiempo
sin poder salir de casa.
- Sé que pretendes
demostrar lo enfadado que estás, pero si sigues frunciendo el ceño así vas a
conseguir que me ría – dijo Chris, en tono animado.
- Me alegra
divertirte – dijo Peter, con mucho sarcasmo. Chris sólo le sonrió, sin estar
dispuesto a entrar en una pelea con él.
- Vamos, subid al
coche. Peter, ánima esa cara, hombre, que hoy tienes piano.
Podía lidiar con el
Peter "enfadado". No sonreía ni bromeaba como de costumbre, pero no
era desafiante y agresivo como Nick, ni hiriente como podía serlo el mismo
Peter cuando se enfadaba "de verdad". Aquél era un nivel de enfado
casi gracioso, semi infantil. Algo que Chris no había visto nunca en él. Le
había visto gritar y romper cristales, pero nunca había demostrado esa especie
de…¿indignación?...ante la cual Chris tenía que hacer esfuerzos para no reírse.
Para cuando llegaron
a casa, a Peter parecía habérsele pasado en gran parte. Subió a cambiarse de
ropa cuando Chris se lo dijo y cuando bajó, ya sin el uniforme, su enfado
parecía extinguido.
- ¿Puedo llamar a
Hope desde el fijo?
- Claro, Peter. Te
he quitado el móvil, pero no te he prohibido las llamadas.
- Gracias – musitó,
y se fue a llamar.
Tardó media hora, y
cuando volvió, estando ya casi lista la comida, estaba sonriendo.
- Por fin. Pensaba
que me habías condenado a no volver a ver esa sonrisa – le dijo Chris, mientras
aliñaba la ensalada. Peter le sorprendió al acercarse y abrazarle por detrás,
con mucha fuerza. Tanta, que le dejó sin respiración. – Ah, eso está mucho
mejor. Voy a enfadarte más a menudo si luego vas a abrazarme así.
Peter le dedicó una
enorme sonrisa, y Chris sacudió la cabeza. Un rato hablando con Hope, y el
chico recuperaba su alegría. La medicina de la adolescencia.
El resto de la tarde
transcurrió más o menos en paz. Chris decidió llamar a Amy para ofrecerle algo
así como una disculpa pero la mujer no se lo cogía. Tras tres intentos, se lo
cogió, pero sólo para decirle:
- Ya no voy a hablar
más contigo por teléfono, ojos azules. Ya sabes donde vivo, así que si quieres
algo conmigo tienes que venir en persona. – ordenó, y le colgó. Chris no pudo
evitarlo: sonrió al aparato al imaginarse la cara de Amy al decir eso. Oh,
l'amour. Incluso enfadada era adorable. No obstante, sabía que más le valía
hacerle caso, así que decidió ir aquella misma tarde a arreglar las cosas con
ella.
Se lo dijo a sus
hijos, se aseguró de que todo estaba bien, y se convenció de que no era el fin
del mundo porque les dejara solos por una tarde. Había mucho tiempo para estar
con ellos. No tenía que sentirse culpable ¿cierto?. Cogió el coche…hubiera
podido orbitar, ya que Amy ya sabía su secreto, pero tenía pensado llevarla a
algún sitio y no sabía si aun era muy pronto para que ella se animara a orbitar
con él. Tal vez la diera miedo.
Cuando llegó a su
casa, llamó a la puerta algo inseguro: ¿cómo de enfadada estaba? ¿Enfadada
nivel "voy a ser difícil" o en plan "no quiero saber nada más
contigo"? Le había dicho que fuera…no podía ser lo segundo ¿verdad? …La
Amy que le abrió la puerta, desde luego, lucía enfadada. Y hermosa. Y enfadada.
E intimidante. Y más hermosa. Chris se la quedó mirando por un rato,
preguntándose cómo podía haber estado tanto tiempo sin ver aquél rostro.
- Di algo ¿no? –
espetó ella tras unos segundos.
- Algo.
- Muy gracioso, ojos
azules. Pero tu público no está de humor esta noche.
- No, ya lo
sé…Siento…Siento haber estado desaparecido…pero…hemos hablado por teléfono.
- Oh, pues entonces
pídele al teléfono que salga contigo. – dijo ella, e hizo ademan de ir a cerrar
la puerta.
- ¡No! Jo, no estás
siendo justa…Estos dos meses han sido una locura. Si me dejas contártelo…
- ¡Tenías que
habérmelo contado antes! Si tienes problemas, tengo que saberlo. Es así como
funciona una relación.
Chris sabía que
tenía razón, así que se limitó a asentir, y ella suspiró. Se apartó para
dejarle pasar, y Chris supo que estaba perdonado. Aun así, se esmeró en darle
una disculpa adecuada, y le contó todo lo que había pasado. Para ello, tuvo que
hablarle de Derek, esperando que a Peter no le molestara. Le habló también de
Barbas, y de lo que había pasado. Cuando le dijo que Nick y Peter eran sus
hijos biológicos, Amy dejó caer un vaso por la impresión. Chris estuvo rápido
de reflejos y se dispuso a orbitarlo para impedir que se cayera, pero…no pudo.
Frunció el ceño. Amy se agachó para recoger el vaso, que afortunadamente no se
había roto al dar contra la alfombra, y le miró.
- ¿Qué ocurre?
- Traté de orbitarlo
y no pude. Espera un momento. – dijo, y lo volvió a intentar. Nada. Su rostro
se volcó en la furia, a medida que una certeza se apoderaba de él. - ¡Peter! –
masculló.
- ¿Eh?
- Me ha robado mis
poderes.
- ¿Puede hacer eso?
- Es su habilidad.
Su habilidad de brujo. Va en el pack de ser mi hijo. Ya te contaré con más
detalle, aun me faltan muchas cosas, pero ahora tengo que cerciorarme de que no
tengo que matarle. Voy a llamar a casa un momento. – dijo, y sacó el móvil.
¿Por qué iba a Peter a quitarle sus poderes? Rápidamente, se sintió como si
hiciera un examen tipo test.
A) Para impedirle
orbitar
B) Para orbitar él
C) Para ambas cosas.
Su intuición le
decía que la respuesta correcta era la C. Marcó el número de casa y se lo
cogieron al segundo toque.
- ¿Diga?
- Hola.
- Ah, papá. Soy
Nick.
- Hola, hijo. ¿Está
tu hermano en casa? Peter – aclaró, al ver que la pregunta era ambigua.
- Sí, claro, en su
cuarto.
Eso aplacó un poco
la furia de Chris. Quizá estaba sacando conclusiones precipitadas.
- ¿Puedes decirle
que se ponga?
- Claro, papá. ¿Todo
bien?
- Sí. Sólo quiero
hablar con él.
- Voy a buscarle.
Chris esperó. Le
pareció que Nick tardaba demasiado. Amy le miraba algo confusa, pero no dijo
nada.
- ¿Papá? – preguntó
Nick, para ver si seguía ahí. Sonaba alarmado.
- Dime.
- Esto…Peter no
está. No sé…no sé dónde se ha metido…por la puerta no ha salido…
- Ha orbitado – dijo
Chris, entre dientes, furioso.
- ¿Cogió tus
poderes?
- Sí. Voy para allá.
No sé lo que tardaré. Si le ves, tienes mi permiso para estrangularle.
Chris cortó la
llamada, y se recordó que no estaba sólo, así que no debía dejar salir su
rabia. ¡Peter estaba quién sabía dónde, haciendo quién sabía qué, con SUS
poderes! Aparte de lo mucho que esto le pudiera molestar, era muy peligroso.
Orbitar sin control suponía que podía aparecer en cualquier sitio. Incluso a
miles de metros de altura…Chris quiso confiar en el hecho de que la habilidad
de Peter parecía implicar el inmediato control del poder que robaba. Pero aun
así, estaba nervioso.
- ¿Christopher? –
preguntó Amy. - ¿Qué sucede?
- Peter está desparecido
con mis poderes. Es peligroso. Voy a matarle.
- Las dos primeras
cosas me preocupan. La tercera no me la creo.- dijo con suavidad, y le acarició
la mejilla - ¿Te vas? ¿Quieres que te ayude a buscarle?
- No, pero…te
llamaré si necesito algo…¿puedo?
- Debes.
Chris trató de
sonreírle, y se despidió con un corto beso. Salió por la puerta, qué remedio,
si no tenía poderes. Cogió el coche y regresó a casa.
Aquél camino de
vuelta fue un infierno. No dejaba de pensar en cosas horribles que podían
pasarle a Peter. El hecho de que pudiera orbitar le situaba en cualquier
posible lugar del mundo, lejos de su alcance. ¿Y si luego no sabía volver? ¿Y
si aparecía en un sitio peligroso? Tras lo que parecieron horas, pero que en
realidad fueron sólo minutos, llegó a casa. Y justo cuando traspasaba el
umbral, le vio orbitar, frente a él.
- ¡Peter!
Fue un suspiro de
alivio, casi una plegaria, una oración de agradecimiento a todos los cielos del
mundo por haberle devuelto a su hijo sano y salvo. Le asfixió en un abrazo muy
fuerte.
- Así que lo sabes…-
murmuró Peter – contaba con que no te hubieras dado cuenta.
- ¿De que me habías
quitado los poderes? – masculló Chris, comenzando a enfadarse de nuevo, una vez
su preocupación se vio combatida. Peter estaba bien: eso significaba que ahora
él podía matarle. - ¿Cuándo lo hiciste? ¿Al abrazarme, tras hablar por
teléfono?
Peter asintió.
- ¿Por qué lo
hiciste? ¿Dónde has estado? ¿TE DAS CUENTA DEL PELIGRO QUE HAS CORRIDO? –
preguntó Chris, gritando cada vez más – No, no me respondas. Sube, tranquiliza
a tus hermanos, y luego quédate en tu cuarto.
Peter se dio la
vuelta, y salió corriendo, pero Chris le llamó una vez más.
- ¡Antes devuélveme
mis poderes!
- Ya lo hice – dijo
Peter, con ojos acuosos. – Puedo hacerlo sin que te des cuenta, al tocarte, sin
que sientas nada.
Chris comprobó que
era verdad al orbitar y volver a aparecer en el mismo sitio.
- Bien. Pues
entonces, ¿a qué esperas? Sube. Desaparece. ¡YA!
Cuando Peter
desapareció escaleras arriba, Chris empezó a sentirse mal, al punto en el que
sentía que las manos le temblaban. No era sólo el miedo que había pasado por su
hijo. Era algo más. Era…la última mirada que le había echado Peter antes de
subir las escaleras. Sólo entonces fue consciente de cómo le había hablado. De
cómo le había gritado. Peter le tenía miedo: en algún lugar dentro de él aún se
lo tenía y aquella forma de hablarle lo alimentaba. Las poquísimas veces que le
había regañado desde lo de Barbas, lo había hecho en otro tono. Con voz dura,
pero sin gritar. Chris se dio cuenta de que Peter interpretaba sus gritos como
una amenaza. El chico era consciente de que le iba a castigar, y le tenía
miedo. Suspiró. Contó mentalmente hasta cien. Fue a beber agua. Pensó en cosas
relajantes. Sólo entones, quince minutos después, cuando estuvo seguro de que
no iba a volver a gritar, subió a ver a Peter.
Le escuchó llorar
antes de entrar en su cuarto. Corrió hacia él, le levantó de la cama, y le
abrazó.
- Tenía tanto miedo
– susurró contra su oído, y le dio un beso en la frente. - ¿Qué hago yo si te
pasa algo?
Peter no respondió.
Chris le acarició el pelo hasta que notó que lloraba con un poco menos de
intensidad.
- ¿Por qué lo
hiciste? ¿Dónde has estado?
- Llamé a Hope, la
dije que no podía verla, y se puso triste. Estuve hablando con ella, y me dio
su dirección para que la fuera a buscar, cualquier día, cuando yo quisiera.
Parecía creer que si no iba…que yo….Creo que pensaba que yo sólo estaba
poniendo excusas. Entonces, sin pensar, la dije que la vería esta misma tarde.
Que iría a por ella. Y supe que tenía que cumplir esa promesa, o la
destrozaría. Así que…cuando te abracé…te quité los poderes. Sabía que si quería
irme necesitaba dos cosas: una forma de llegar a su casa, rápida e instantánea,
y una forma de impedir que tú pudieras buscarme con la misma rapidez. Todo eso
se resolvía al quedarme con tu capacidad de orbitar. Se volvió más sencillo
cuando dijiste que te ibas a ver a Amy. Aproveché…aproveché mi oportunidad. He
estado con ella esta hora y media. Y he vuelto. Esa es toda la verdad. Te juro
que no me dejo nada.
Christopher percibió
algo extraño en el discurso de Peter. No supo qué era hasta que el chico guardó
silencio. Peter solía hablar muy despacio, con calma. Sólo hablaba deprisa
cuando creía que él iba a enfadarse. En ese momento, Peter le creía, y no sin
razón, muy enfadado. Lo lógico hubiera sido que hablara deprisa. Pero habló muy
despacio. Casi como si le estuviera contando una historia, y no un suceso. Y el
hecho de que le jurara que estaba siendo sincero justo al final…
- Mientes – aventuró
Chris. – Por omisión. Hay algo que no me estás contando.
Peter le miró con
cara de "no me obligues a decirlo", pero luego bajó los ojos, como
asustados, y habló.
- Es posible que…al
volver…me equivocara.
- ¿Te equivocaras?
- No aparecí en
casa. Sino en…en…no sé dónde. Pero no era casa. Y estaba oscuro. Y
había….cosas…con ojos rojos…y….diría que eran demonios.
- ¿¡Apareciste en el
inframundo!?
- Creo…creo que sí.
Pero yo no quería ir allí…Yo pensé en casa…Pensé "casa"….y aparecí
allí. Eso es…¿es porque ese lugar es mi casa? Porque soy…¿uno de ellos?
Chris dejó escapar
el aire. Consolar a alguien estando enfadado con él no es una tarea fácil.
Estaba muy enojado con Peter y tenía que ser amable porque el chico estaba
preguntándole indirectamente si lo que había pasado quería decir que era un
monstruo.
- Eres un demonio,
Peter. Pero también eres un brujo. Y por encima de todo eso, eres mi hijo. No
eres uno de ellos, porque eres uno de nosotros. Y por "nosotros"
debes entender toda la gente que te quiere. Si necesitas un criterio objetivo,
tú tienes alma, y ellos no. No rechaces lo que eres: conviértelo en lo que
quieres ser. Buscaremos la forma de que tu lado demoníaco sea algo positivo. –
dijo Chris, recordando la recomendación de los Ancianos, sobre que Peter tenía
que seguir su camino, aceptando lo que era. Suspiró, y luego prosiguió. - Tu
casa está donde tú quieras que esté, pero en este momento has perdido el
derecho de decidir y tu casa está donde yo lo diga, que es aquí, conmigo. Y
creo recordar que no podías salir de ella. – concluyó, hablando con rabia de
nuevo y taladrándole con la mirada.
- No, señor.
- Papá, Peter. Es
papá. Sigue siendo papá, aunque estés en un lío de pelotas.
Peter pareció
relajarse un poco. Gracias a Nick, Chris sabía que Barbas le había hecho creer
por unos segundos que no podía llamarle papá. El Chris de su visión estaba tan
enfadado que no le dejaba usar esa palabra. El hecho de que el Chris real no
sólo le dejara, sino que le invitara a ello, marcaba una diferencia. Una
diferencia tranquilizadora.
- Repasemos la lista
de tus logros – dijo Chris, separándose de él un poco. Fue enumerando cada cosa
con los dedos de la mano – Has salido de casa sin avisar, lo que puede
considerarse escaparse. Has salido de casa estando castigado. Me has robado los
poderes. Para ello, has usado la magia irresponsablemente. Me has mentido. Y te
has puesto en peligro. Seis. Seis grandes cagadas. ¿Tienes algo que añadir?
- También…también he
engañado a Nick, haciéndole creer que estaba en casa. – dijo Peter, muy bajito.
- Eso lo incluyo
dentro de mentirme. Peter, ¿entiendes el peligro en el que te has puesto?
¿entiendes que la magia no es para jugar? ¿entiendes que lo que has hecho está
mal, desde el mismo momento en el que decidiste saltarte el castigo y salir de
casa?
Peter asintió, muy
despacito.
- Entonces,
entiendes que te tengo que castigar.
Peter volvió a
asentir.
- En ese caso, no
demoremos esto. Ven aquí, hijo. – llamó, al mismo tiempo que se sentaba en la
cama de Peter. El chico se acercó a él sin mirarle, temblando. Chris le alzó la
barbilla y vio lágrimas en los ojos de su hijo. Vio miedo, y un fuerte intento
por superarlo. Peter estaba intentando ser valiente. – Ya sabías que estaba
mal. Sabías que íbamos a terminar aquí. ¿O acaso esperabas que no me diera
cuenta?
Peter no respondió.
Chris inspiró hondo, y orbitó el cepillo. Se lo enseñó a Peter, para
demostrarle que era con eso con lo que le iba a castigar, y no con lo que había
visto en la maldita alucinación. Luego, le bajó el pantalón con movimientos
lentos. Peter empezó a temblar más. Sin darle tiempo a pensar, Chris le puso
sobre sus rodillas y una vez allí le bajó también el calzoncillo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Castigado sin
salir es castigado sin salir. Se supone que no tiene que gustarte y que te
tiene que hacer pensar en lo que has hecho para que se te quite ese privilegio.
Ahora quiero que pienses en por qué estás recibiendo éste castigo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Por qué es Peter?
- Por escaparme. –
respondió él, con lágrimas en los ojos.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Nunca más. Tú
mismo experimentaste lo que se siente con Leo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Por qué más?
- Por…por…salir
estando castigado.
Peter lloró e
intentó moverse, pero Chris le tenía bien sujeto.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- El por qué no
puedes hacer eso es obvio.
- CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Por qué mas?
Peter sollozó con
fuerza y Chris esperó a que le respondiera, con paciencia. Pero la paciencia se
agotaba y Peter no le respondía.
CRACK
- ¿Por qué más,
Peter?
- Por…snif…por
robarte los poderes.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Un gran no. Esto
va a sonar muy posesivo, pero son MIOS. Son parte de mí, y no puedes
quitármelos sin mi consentimiento.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris entendió que
Peter ya no podía responderle, así que no se molestó en hacerle ninguna
pregunta. Con cinco azotes más, concluyó el castigo. Empezó a acariciarle con
ternura, mientras Peter lloraba, pero le advirtió:
- Ahora hemos
tratado lo menos importante. Mañana por la mañana te repetiré el mensaje de que
no puedes ponerte en peligro. Y si vuelves a arriesgarte, en vez de dos
azotainas te llevarás dos cada día de la semana. De alguna forma tengo que
conseguir que dejes de jugarte la vida.
Como respuesta Peter
sólo sollozó más. Chris le acarició y le incorporó, envolviéndole en un gran
abrazo. Se meció con él hasta que su respiración se normalizó un poco.
- ¿Me…me vas a
castigar más? – preguntó el chico.
- Mañana. Ahora sólo
voy a mimarte. He pasado tanto miedo, al saber que podías estar en cualquier
parte, lejos de mí…
- No…no quería
preocuparte. – dijo Peter, con un nuevo sollozo.
- Ssh. Ya está,
tesoro.
Le costó mucho que
Peter dejara de llorar. De hecho, no descartó la posibilidad de que lo hiciera
porque ya no le quedaban más lágrimas. Tras media hora de susurros y frases dulces,
Peter se durmió, y Chris se quedó con él, acariciándole el pelo mientras
dormía.
Despertó una hora
después, y Chris aún estaba con él. Peter se sentó, e hizo una mueca. Un dolor
sordo le recordó otro dolor mucho más intenso. Había pasado un rato y por eso
le dolía menos, casi nada a decir verdad, pero Chris le había castigado y decía
que al día siguiente lo haría otra vez. Quizá por pensar esto, quizá porque
había tenido tiempo para reponer líquidos, Peter comenzó a llorar otra vez.
- Eh, tesoro. ¿Estás
despierto? ¿Por qué lloras? Ya, mi niño. – le calmó Chris, con voz dulce, y le
envolvió con sus brazos. Chris tenía el corazón en la garganta. Sabía que había
sido duro con él, pero también sabía que ya no podía dolerle tanto, y que no
era del todo lógico que llorara así después de tanto rato. Era como si sólo
hubiera interrumpido el llanto para dormir.
- Estabas enfadado.
– dijo el chico. – Me gritaste.
- ¿Lloras por eso?
Lo siento, Peter. Pero no es la primera vez que te grito. No es que esté bien,
pero no es tan malo. Yo también siento ¿sabes? Y como dices, estaba enfadado.
Por eso grité. Sin embargo, matizo el "estaba". Ya no llores, tesoro.
- Pero…- empezó
Peter, sin llegar a concluir.
- ¿Pero?
-
Pensé…pensé…Estabas enfadado – repitió.
Chris entendió que
había algo que se le estaba escapando. Había aprendido que con Peter muchas
veces funcionaba mejor el lenguaje no verbal, así que le apartó el pelo de la
cara y le acarició la espalda mientras esperaba a que el chico se explicara.
- Estabas enfadado,
y no me hiciste daño – dijo el chico, por fin.
- Ah, entonces ¿te
he hecho cosquillas? – preguntó Chris con incredulidad, casi de forma
involuntaria. Estaba bastante seguro de que dolerle sí le había dolido.
- No, pero…Yo…tenía
miedo – admitió Peter, y Chris le dio un beso, cerrando los ojos. De hecho,
Peter se lo había tomado mejor de lo que creía. Hubo unos días en los que ni
siquiera se podía acercar a él sin que le temiera. El hecho de que le castigara
tenía a la fuerza que revivir los temores que había experimentado en aquella
cueva.
- Nunca tengas miedo
de mí. Te lo he dicho muchas veces. Aunque sí tienes que tenerle miedo a esa
cosa de ahí – dijo Chris, señalando al cepillo – y a lo que haré con ella si
vuelves a hacer algo que suponga el más mínimo riesgo para tu salud o tu
integridad física. Como aparecerte en medio del inframundo por tratar de
escapar de un castigo para ver a tu proyecto de novia. La segunda parte es muy
romántica y adolescente, pero la primera se podía haber transformado en una película
de terror.
- No es mi proyecto
de novia – musitó Peter, escondiendo la cabeza en el pecho de Chris. Creyó ver
que se ruborizaba, aunque era difícil decirlo porque Peter llevaba un rato con
la cara algo sonrosada.
- Ah, con que Romeo
es tímido. Ahora puedo vengarme de todas tus pullas con Amy – dijo Chris,
contento de haber encontrado una forma de hacerle sonreír otra vez. Sin
embargo, consiguió justo el efecto contrario, porque Peter lloró otra vez.
Pero…¿cuánto puede llorar una persona sin descanso? Y…¿por qué lloraba ahora?
- He estropeado tu
cita con Amy. – dijo Peter, aun con la cara escondida. Chris le separó un
poquito para limpiarle las lágrimas.
- No, no lo has
hecho.
- Sí, lo he hecho y
era importante para ti…No te enfades, por favor…
Chris supo que con
negárselo simplemente no bastaría.
- ¿Aparece en algún
lugar de las normas que Amy esté por delante de mis hijos? – preguntó entonces
Chris. – Te dije que nunca me enfadaría por nada que no saliera en ese papel.
Me gustaría que hubiera sido por otros motivos, pero si tú me necesitas, da
igual que esté con el mismísimo rey de Francia, que yo vendré corriendo (u
orbitando, si no me lo has quitado ¬¬) a atenderte. Aunque sea del tipo de
atención que no te gusta, como lo de hace un rato.
- En Francia no hay
rey – dijo Peter, al cabo de varios segundos, como única respuesta.
- Ya está el
listillo. No le quites el puesto a Nick ¿quieres? – dijo Chris, y le revolvió
el pelo. - ¿Mejor? – le preguntó luego, y Peter asintió. – No me extraña, con
todo lo que has llorado…Sabes que te lo podías haber evitado ¿no? Quedándote en
casa, como tenías que hacer. Dejando mis poderes tranquilos. Diablos, si ibas a
escaparte, haberlo hecho a la antigua usanza, por la ventana o algo así. No es
que eso fuera a hacer irte de rositas, pero al menos no te habrías puesto en
peligro.
Peter asintió.
- ¿Quieres cenar? –
dijo Chris, tras unos instantes.
- ¿Es una pregunta?
- No, en realidad
no. Veo que ya lo vas pillando.
- Sí, el nuevo plan
es cebarme para que un día yo me convierta en la cena.
Peter le sonrió, y
Chris le sonrió de vuelta. Le empujó un poquito para que se levantara.
- Vamos, sal de
aquí, que sino luego no duermes. ¿Me ayudas con la cena? Así puedes hablarme de
Hope, mientras tanto.
Aquello terminó por
distraer a Peter del todo, y empezó a contarle lo que había hecho con ella.
Hablaba de la chica con mucha ternura, y Chris sólo esperaba que no se hicieran
daño mutuamente.
A la mañana
siguiente fue Peter el que despertó a Chris en vez de al revés. El chico le
hizo cosquillas y soltó una risa juguetona. De pronto parecía tener diez años
menos, y a Chris le encantó. Le siguió el juego y le tiró hasta que
intercambiaron los papeles, y de pronto era Chris quien le hacía cosquillas.
Escuchó la risa de Peter hasta que se apagó, sintiendo que podía sobrevivir
únicamente alimentándose de ese sonido. Sin embargo, se puso algo serio para
hablar con él.
- Tú y yo tenemos
una conversación pendiente. Da igual lo tierno que te pongas: va a suceder
igual.
- Sí, sí, ya lo sé.
– dijo Peter, reconociendo el cambio de ambiente. Se levantó.
- Bien, pues
entonces…¿por qué voy a castigarte, Peter?
- Por ponerme en
peligro.
- Y por usar la
magia de forma irresponsable, lo que siempre, de una forma u otra, te pondrá en
peligro. Ven aquí.
Peter
definitivamente se haría amo del universo algún día sólo para prohibir esas dos
palabras. Cada vez que Chris decía "ven aquí" las cosas terminaban
muy mal para cierta parte de su cuerpo. Se acercó a él con resignación. Sabía
que si Chris había separado los dos castigos era porque iba a ser duro. Pero
Peter ya no tenía miedo. No le gustaba, evidentemente, pero no tenía miedo.
Efectivamente, la
intención de Chris había sido la de dejar claro de una vez por todas que no
podía ponerse en peligro. Era algo que ya se había cansado de repetirle, igual
que a Nick el que fuera respetuoso, con la diferencia que cada vez que Peter le
desobedecía en aquello, arriesgaba su vida. Así que había pretendido ser
tajante, y ejemplar…pero cuando Peter se acercó a él, se limitó a darle diez
palmadas. Peter le miró con la pregunta en los ojos. Ese no era el gran castigo
que se esperaba.
- Supongo que no da
igual lo tierno que te pongas – dijo Chris, encogiéndose de hombros. – Anda,
pequeño manipulador, baja a desayunar.
Peter se dirigió
hacia la puerta, pero se detuvo en el umbral y aún le dedicó una mirada
incrédula.
- ¿Qué esperas? ¿Una
frase de absolución? "Vete y no peques más" – citó, y le dio un
empujoncito. – Y por el bien de tu trasero, no vuelvas a hacer algo tan estúpido
como quitarme los poderes.
Peter se fue y Chris
sacudió la cabeza, mientras se sacaba la camiseta del pijama. "Su
niño" a veces parecía realmente un crío.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario