Chapter 65: Amor y odio
Estar con Amy
aquella tarde fue extraño e intenso. Nadie se podía olvidar que en un día, o
más bien en unas horas, Amy estaría viviendo allí, en casa de Chris. Demostró
no ser una persona de muchas exigencias nada más llegar:
- ¿Sólo traes eso? –
preguntó Chris tras abrir la puerta, viendo que la mujer portaba una única caja
entre sus brazos. Le parecía poco teniendo en cuenta que iba a abandonar su
vieja casa, liquidando el alquiler.
- Mañana traeré mi
ropa en una maleta, pero sí. Estos son algunos objetos personales y viejos
recuerdos. No tengo mucho más.
Sorprendentemente,
Amy parecía avergonzada. Chris hubiera dado una moneda por sus pensamientos,
pero Nick no estaba en casa ni volvería hasta casi la noche, así que no tenía
forma de adivinarlos. De pronto, se dio cuenta de que estaba demasiado
dispuesto a dejar que su hijo leyera la mente de Amy, cuando justo el día
anterior se lo había prohibido. Pero es que era tan frustrante no saber a qué
venía esa mirada tímida y apocada…Por suerte, ella le dio una pista.
- Sé que es poca
cosa…No estás saliendo con la heredera de ninguna fortuna.
- Porque tú eres una
fortuna en ti misma – le dijo él, y le alzó la barbilla para darle un beso. –
Lo que menos me importa es lo que tengas o lo que dejes de tener. – le aseguró,
y ella le miró con una enorme sonrisa que hizo que Chris se olvidara de todos
sus problemas…
- Así además ocupo
poquito espacio.
… bueno, quizá de
todos no. Seguía estando precisamente la cuestión del espacio: ¿dónde iba a
dormir Amy? ¿Querría ella dormir con él? ¿Por qué le daba vergüenza
preguntárselo?
Les llegó una tos
desde dentro.
- Ejem ejem. – dijo
Peter – Si ya has terminado de acaparar a Amy, estoy seguro de que no ha venido
para quedarse en el umbral de la puerta todo el rato.
Oh, cierto. Chris se
apartó para dejarla pasar, y observó cómo sus hijos la saludaban.
- ¿Y Nick? –
preguntó ella.
- En la escuela de
magia, y en la biblioteca. – respondió Peter.
- ¿Y tú no vas a esa
escuela?
- Estoy castigado –
informó con naturalidad. Pareció que iba a decir algo más, pero Leo tiró de la
manga de Amy, reclamando su atención.
- ¿No te asusta lo
de la magia? – preguntó el niño. Chris se puso en guardia. Ese era un asunto
muy importante para Leo. No le gustaba la gente que pensaba que la magia era
peligrosa. Si creía que Amy tenía algún problema con lo que ellos eran, la
odiaría para siempre. Por otra parte, seguramente tampoco le gustaría que le mintieran.
Sin embargo, Amy fue bastante sincera.
- Al principio sí.
Incluso cuando decidí volver y aceptar todo esto, los primeros días tenía mucho
miedo. Nick y Peter eran niños de cuatro años y eso era…bueno, imposible. Pero
luego estuve días enteros sin saber de vosotros, y sabía que algo iba mal. Ahí
entendí que estaba total y perdidamente vinculada a esta familia, y que no
soportaría que os pasase nada. Cuando tu padre me contó por fin lo que os había
estado pasado me di cuenta de que habías corrido mucho peligro. Y entendí que
el problema no es de la magia, sino de quien la usa. Vosotros no atacáis a la
gente. Una vez se entiende eso, todo lo que puedes pensar es: wow, magia.
Leo sonrió, pero no
fue nada comparado a la sonrisa de Peter, que pensaba más o menos igual que
ella. Y Chris suspiró con alivio. Comprendió que realmente la había preocupado
al no contarle lo que había estado pasando, y supo mejor que nunca por qué ella
había querido vivir con ellos. No quería seguir al margen. Amy estaba realmente
dispuesta a ser una más de la familia. Y él quería que lo fuera.
El resto de la tarde
fue estupendo. Ella pretendía irse en seguida, pero le quitaron esa idea de la
cabeza. Estuvieron hablando durante horas y Chris se dio cuenta de que Peter y
Amy empezaban a coger confianza. Tenían muchas cosas en común: gustos
musicales, libros, etc. Ella era tan joven…No sólo por su edad, al fin y al
cabo Chris sólo la sacaba cuatro años, sino por…su espíritu. Chris se vio
abrumado de pronto por pensamientos muy negativos. ¿Y si él se moría, después
de todo? En esos momentos era más que un miedo irracional inherente a los
humanos: era una posibilidad bastante probable, dado que una profecía había
vaticinado su muerte. Con el tipo de vida que ellos llevaban, morir era algo
que uno siempre tenía en cuenta. Había riesgos, y cada enfrentamiento con el
mal podía ser el último. Pero de algún modo, al formar una familia, los hábitos
cambiaban un poco. Chris dejó de ser abiertamente suicida en sus
enfrentamientos y el riesgo de morir dejó de ser tan elevado. Se centró en una
vida normal, con un trabajo normal, y una familia abiertamente fuera de lo
normal. Y morir dejó de ser un hecho esperable. Ahora volvía a serlo, y ¿qué
pasaría si llegaba a producirse? Dejaría viuda a Amy aun antes de casarse, y
mucho peor que eso…dejaría solos a sus hijos. Evidentemente alguien en su
familia se haría cargo de ellos, pero él les dejaría sin padre.
Por suerte, fue
distraído de estos pensamientos tan negativos antes de que comenzaran realmente
a afectarle. Amy llamó su atención devolviéndole al presente y a la
conversación:
- Tendría que irme
yendo ya. ¿En qué habitación dejo la caja?
Era una forma
indirecta de preguntar "¿cuál va a ser mi habitación?" y Chris se dio
cuenta de eso. La miró intentando sondear lo que ella realmente quería.
- Pues… pues… dónde
tú quieras… quiero decir…hay habitaciones libres – balbuceó, y vio una ligera
chispa de decepción en los ojos de ella. - …y también está mi cuarto…
El rostro de ella se
iluminó. Bien, querían lo mismo. Chris esbozó una sonrisa que se fue
ensanchando.
- Mi habitación es
bastante grande, ya la viste – comentó él, en tono casual.
- La vi…- asintió
Amy, muy cortada.
- Oh, por favor,
esto es absurdo. ¿Quieres preguntárselo de una vez? – intervino Peter – Espera,
que ya lo hago yo: Amy, ¿verdad que quieres dormir con él? Mi padre es tan
especial que es incapaz de preguntártelo él mismo. Ahora, luego no veas como
larga el hombre si tiene que hacer lo de la charla de los pájaros y las abejas.
Ahí no tiene vergüenza en absoluto.
Chris fulminó a
Peter con la mirada, pero antes de poder decir nada, fue distraído por un
sonido maravilloso: Amy estalló en carcajadas. Chris la había oído reír antes,
pero nunca así, prolongadamente. Estuvo varios segundos riéndose, hasta que
tuvo que calmarse para poder respirar bien. Bebió algo de agua y aun parecía
tener que contener la risa.
- Vaya, pues ese no
ha sido de mis mejores golpes de humor – comentó Peter, sonriendo también,
contagiado.
- Es que…es que…-
empezó Amy, y se detuvo para respirar hondo – Es que no me había dado cuenta, o
sí, no lo sé, de que voy a vivir con tres adolescentes.
- ¿Tres? – preguntó
Chris.
- Eso he dicho. Dos
adolescentes de diecisiete años, y un adolescente tardío de treinta y tres.
Chris dejó escapar
el aire con indignación.
- Disculpa, pero soy
mayor que tú.
- Peor me lo pones
entonces: eres un adolescente senil.
Fue el turno de
Peter para reírse, y Chris se dio cuenta de que el sonido de esas dos risas
podría salvarle la vida. ¿Cómo podía estar triste o preocupado teniendo a sus
hijos y a Amy junto a él?
- Esto es
inaceptable – protestó, poniendo su mejor gesto de ofendido, y fingiendo un
acento inglés. Fingir ese acento le hizo pensar en Paul y en su familia.
¿Estaría bien Paul? Hacía algunas horas que se había ido de su casa, y Chris
pensó que quizá no debería haberlo hecho. Paul decía que estaba bien, pero
seguramente no lo estuviera. Era un chico orgulloso e independiente, adulto y
por lo general capacitado para tomar sus propias decisiones que de pronto se
había visto reducido al rango de niño castigado sobre las rodillas de…ni
siquiera era su padre, sino sólo su luz blanca. No, probablemente Paul no
estuviera bien. Quizá sólo necesitara un tiempo a solas… Por eso le había
echado de su casa…
- ¿En qué piensas? –
le preguntó Amy, apretándole la mano. – Te has puesto serio de pronto. Voy a
creer de verdad que eres un adolescente si cambias tan rápido de estado de
ánimo.
Chris le dedicó una
media sonrisa.
- Pensaba en Paul.
Te mencioné que tenía un cargo…
- Si, algo recuerdo.
Explícame una cosa ¿qué es un cargo exactamente?
Hubo un momento de
silencio, mientras Chris reflexionaba. Peter les miró con interés. Leo, por su
parte, estaba muy cansado y casi durmiéndose sobre la silla.
- Verás…técnicamente
es un brujo que necesita protección y consejo. Pero lo cierto es que muchas
veces se desarrolla otro tipo de relación. Casi siempre es también un amigo. Y
en el caso de mi madre y mi padre, se hicieron marido y mujer. Aunque eso es
raro, porque en teoría está prohibido.
- ¿Y en tu caso y el
de Paul? – preguntó ella con delicadeza, entendiendo que aquello era importante
para él. Era increíble cómo, sin saber nada de magia, Amy sabía cómo actuar.
Era porque entendía de personas, y eso era algo que también hacía Peter. Otra
cosa más que esos dos tenían en común.
- Pues…mi caso y el
de Paul es extraño. Es amigo de mis hijos. Es muy joven comparado conmigo, y
supongo que eso explica que lleve mis obligaciones casi hasta la
sobreprotección… Pero además me siento obligado a cuidar de él…Por tantos otros
motivos… De forma indirecta somos familia, y se supone que mi rama familiar
tiene que cuidar de la suya. Además de eso, me considero responsable de la
muerte de su hermano. Sé bien que ha estado sólo por mucho tiempo, cuidando de
sí mismo. Supongo que todo eso hace que realmente me preocupe por él, y quiera
protegerle a toda costa.
- Ese chico te
importa – entendió Amy.
- Estamos unidos por
la magia, el destino, los ancestros… y la empatía. También yo era muy joven,
aunque no tanto como él, cuando empecé a ejercer de padre.
De pronto, se oyó un
bufido y Chris recordó que no estaban solos. Se había olvidado de todo, y le
había hablado a Amy con el corazón. Miró hacia Leo, que era quien había
resoplado, y supo que de alguna forma, aunque no sabía bien cómo, había herido
a su hijo. Leo salió corriendo y Chris no entendía nada, pero no podía escapar
de la mirada de dolor que le había dedicado su hijo. ¿Qué había pasado? Se
levantó y fue tras él. Le vio subir las escaleras y le siguió. Le llamó pero
Leo no se dio la vuelta. Le alcanzó, y le dio un abrazo, observándole llorar
sin entender el motivo.
- ¿Qué ocurre,
campeón?
Leo no le respondió.
Trató de soltarse, pero luego se rindió y se dejó abrazar, llorando sobre él.
Chris le acarició el pelo.
- ¿Qué pasa? –
preguntó, con dulzura. Intentó entenderle. Pensó en todo lo que podía haber
molestado al niño y creyó encontrar algo - ¿Es porque Amy va a dormir conmigo?
Cuando dos adultos se quieren a veces…
Pero Leo le interrumpió
al negar con la cabeza. Así que no era eso.
- ¿Qué es, Leo?
¿Cuál es el problema?
- Has dicho que eras
muy joven cuando yo nací. Yo… yo nací y te molesté, a ti y a mamá…
Chris le abrazó muy
fuete.
- ¿Por qué piensas
eso? No es verdad, campeón. Eres lo mejor que nos podía haber pasado a tu madre
y a mí. Leo, nosotros queríamos tenerte. Queríamos tener un hijo, y tú fuiste
la felicidad completa cuando llegaste. Era joven cuando naciste, pero no tanto.
No lo decía por ti, campeón.
- ¿Ah no? – preguntó
Leo, con mucho interés.
- No. Le saco seis
años a la tía Melinda. Wyatt se fue de casa con veintiún años, a vivir en esa
habitación que hay en el P3, y a mí me tocó ser el hermano mayor. Papá
trabajaba mucho, aun lo hace, y yo siempre he sido un poco sobreprotector. Así
que yo cuidaba de Mel. A eso me estaba refiriendo. Lamento si te he hecho creer
otra cosa. No ha sido una buena comparación de todas formas, porque papá
cuidaba de ella, claro que lo hacía. No es como el padre de Paul. El pobre ha
tenido que criar a sus hermanos durante tres años. No pretendía decir que yo
viviera su situación, sino que yo también sentía la obligación de proteger a mi
hermana, por ser pequeña. Paul se preocupa mucho por ellos, como si fuera su
padre, y eso me recuerda a mí ahora, y a mí con su edad queriendo a mi hermana.
Eso es lo que quería decir, campeón.
Leo le miró con sus
grandes ojos oscuros como intentando ver si le estaba diciendo la verdad. Debió
creer que sí, porque pareció relajarse.
- ¿Estás más
tranquilo? – preguntó Chris, acariciándole.
- Sí. – respondió el
niño, asintiendo también con la cabeza, y levantó los brazos para que le
cogiera. Chris sonrió y le cogió en brazos.
- Aprovecha mientras
pueda hacer esto campeón, porque te estás haciendo muy grande para que pueda
contigo.
- Pues entonces no
voy a crecer nunca.
- ¿Pero tú no
querías ser muy alto, e ir a la escuela de magia, y convertirte en piloto y no
sé qué más?
- ¡Lo recuerdas! –
dijo Leo, sonriendo como ilusionado. Chris se enterneció mucho, entendiendo que
Nick y Peter no eran los únicos que necesitaban saber que eran queridos.
- Leo, eres mi hijo.
Lo que es importante para ti es importante para mí. Recordaré todo lo que me
cuentes, campeón.
Leo parecía de
pronto el niño más feliz del planeta. Su hijo era tan normal, tan dulce, tan
pequeño, que a veces olvidaba que no lo era. Que era un niño sin madre que
había visto monstruos y cosas horribles. Lo que para otros niños eran
pesadillas, para él era la vida real. Sentirse seguro era algo vital para él.
Chris pensó de nuevo que si a él le pasaba algo les dejaría solos…Dejaría sólo
a Leo, que ya había perdido una madre…
- Te quiero ¿sabes?
Mucho, mucho, mucho – le dijo, porque necesitaba decírselo. Leo le sonrió y
apoyó la cabeza en su hombro.
- Yo también te quiero.
– le susurró.
Así, con él en
brazos, Chris bajó a donde estaban Peter y Amy. Cuando iba a entrar en la
cocina, sin embargo, les oyó hablar y se detuvo.
- …créeme, Amy,
venir aquí es lo mejor que podías hacer – decía Peter.
- Pero Leo…
- Ya te he dicho que
Leo te adora. No sé lo que le habrá pasado, pero papá lo solucionará en un
segundo. A él se le dan bien las personas. No sólo se le da bien escuchar, sino
que le gusta hacerlo. Creo que en eso me parezco a él.
- En eso y en muchas
cosas. – respondió Amy, y suspiró – Aunque consiga hablar con Leo, ¿qué pasa
con vosotros?
- ¿Nick y yo?
Queremos que papá sea feliz.
- Eso es algo que
tenemos en común, pero…¿vosotros queréis que yo esté aquí? Habla con
sinceridad, Peter. Tu padre no está ahora.
Chris sintió una
punzada de remordimiento. Quizá no debería estar escuchando aquello…
Intercambió una mirada con Leo, que sentía tanta curiosidad como él. Así que
siguieron escuchando, en silencio.
- Aunque le conozco
como a la palma de mi mano, no puedo hablar por Nick, así que esto es sólo mi
opinión. Lo cierto es que más allá de que me caigas bien, haces feliz a mi
padre y le quieres. Esas son las dos únicas cosas que me importan. Sólo por eso
no me opondría a que estés aquí. Pero no se trata de que no me oponga, es que
además quiero que estés porque…verás yo…siempre he querido una familia. Y en
las familias hay un hombre, una mujer, y hermanos. Faltaba la mujer.
Chris se quedó sin
respiración. Peter no había dicho "faltaba una madre" pero era lo
mismo. La misma intención. Leo había tenido una madre, Nick no quería que Amy
sustituyera la que ellos no habían tenido, pero Peter, aunque hubiera aprendido
a perdonar a su madre biológica…él siempre había anhelado una madre. Se lo dijo
una vez, abrazando a Ariel: "yo también quiero una madre que me diga que
me quiere".
El mundo de Chris se
paró ante lo que acababa de escuchar, pero la conversación seguía.
- Lo entiendo
perfectamente. Yo siempre he anhelado una familia, también.
- ¿Y eso por qué?
- ¿Chris no te lo ha
dicho? Me crié en un orfanato.
- ¿Qué? Oh, vaya
Amy, eso es…
- ¿Familiar? Peter,
no hace falta que digas lo típico de "lo siento mucho". Al fin y al
cabo nos ha pasado lo mismo.
- Pero yo tengo a
Chris…
- Ahora. Crecer has
crecido sólo…- dijo Amy, y en su voz había pena – Pero sí, tienes a Chris. Yo
también le tengo. Él es….esto da miedo, pero él es mi familia ahora. Y en mi
familia faltaba alguien también. No sé cómo vamos a hacer esto. Puedes
considerarme una amiga, porque lo soy, pero sería feliz si algún día me ves
como algo más.
Chris decidió que ya
no podía escuchar nada más sin derretirse. Entró en la habitación justo a
tiempo de ver como Peter y Amy se abrazaban. Al verle se separaron. Chris dejó
Leo en el suelo y no dijo nada porque creía que si hablaba le temblaría la voz.
- ¿Estás bien, Leo?
– preguntó Amy con calidez. El niño asintió, y se acercó a ella.
- Oye…¿vas a dormir
con papá? – preguntó.
- Pues…eso parece –
dijo ella con cautela. - ¿Te molesta?
Leo negó con la
cabeza.
- Pero…¿quiere eso
decir que voy a tener otro hermanito?
Amy abrió mucho los
ojos y miró a Chris pidiendo ayuda. Chris soltó una risita.
- Haces demasiadas
preguntas, campeón.
- ¿Pero voy a
tenerlo o no? – insistió el niño.
Sin que Chris
pudiera evitarlo, la pregunta de su hijo creó imágenes en su cerebro. Imágenes
de un bebé. Y supo que la idea le encantaría. Cuatro hijos…Bueno, siempre había
querido una familia numerosa.
- Eso aún no lo
sabemos…- respondió Amy con precaución, al ver que Chris no iba a decir nada.
- Sí, Leo, siempre puede
ser una hermanita - intervino Peter – Somos demasiados chicos aquí.
Amy se ruborizó por
alguna razón que Chris no pudo entender. Él también estaba algo incómodo,
sobretodo porque se daba cuenta de lo claro que lo tenía: realmente quería
formar una familia con ella y daba miedo sentir algo tan fuerte en tan poco
tiempo. No podían hacer esa clase de planes. Todavía no.
- Habláis demasiado,
vosotros dos – dijo Chris. - Dejad a Amy tranquila un rato, que aún tiene que
dejar esas cosas.
Amy miró la caja como
si se hubiera olvidado de ella y asintió. Chris la acompañó algo nervioso,
sintiendo que ese acto simbólico de dejar espacio para otra persona en su
cuarto era el paso definitivo para dejarle espacio en su corazón.
Peter y Leo se
quedaron solos en el salón. Peter se dejó caer en el sofá y medio se tumbó, con
una sonrisa en el rostro fruto de su conversación con Amy.
- ¿Qué ha pasado
antes, peque? ¿Me lo quieres contar?
Leo negó con la
cabeza.
- Bueno, no pasa
nada, no es asunto mío, lo entiendo. Pero…Amy te cae bien ¿verdad? – preguntó
Peter. Quería asegurarse de que no seguía oponiéndose a que ella viviera allí.
- Sí. Pero ella no
va a ser mi mamá. Papá y yo os hemos oído.
- Yo…no he dicho que
vaya a ser mi madre.
- Si lo has dicho.
Con otras palabras, pero lo has dicho. – dijo Leo, y casi sonó a acusación.
- Bueno…Supongo que
yo no he tenido una madre como tú, Leo, y tengo ganas de tener una. No sé si ya
soy mayor para eso, pero también era mayor para tener un padre, y mira…
- Pero no puede ser
tu madre. Entonces también será la mía, porque somos hermanos.
- Eso no es así,
Leo.
- Si es así. No
puede ser tu madre, porque no es la mía.
Peter suspiró.
Intentó explicarlo de forma que el niño lo pudiera entender.
- En realidad, y
estrictamente, somos sólo medio hermanos, peque. Y eso lo que quiere decir es
que compartimos padre, pero no madre. Generalmente los padres no se eligen pero
en mi caso es diferente. La persona que yo elija como mi madre no tiene por qué
ser la tuya.
- ¡Eres mi hermano
del todo! – casi chilló el niño.
- Claro que sí, Leo.
Eres mi hermano. Del todo. Pero tenemos una madre diferente.
- Si mamá estuviera
viva ella también sería tu madre.
- Bueno Leo…lo
siento, pero no. Yo tengo una madre. También murió, pero era mi madre. Pero
estoy seguro de que tu madre era muy buena y quizás me hubiera querido como un
hijo, y entonces acabaría por ser mi madre, al igual que puede que Amy lo
termine siendo.
Entonces, sin que
pudiera preverlo, Leo se lanzó sobre él, y empezó a golpearle con furia.
- ¡No compares a Amy
con mamá!
- Cálmate, Leo, no
pretendía…- intentó razonar Peter, pero no pudo acabar porque Leo le dio una
patada justo "ahí". Peter se aovilló en el sofá alrededor de sus
partes nobles preguntándose como algo tan pequeño puede pegar tan fuerte. En un
impulso cogió a Leo y estuvo a punto de golpearle. Algo le invadió, una ira o
una sed de venganza….un espíritu de violencia. Por suerte recobró la sensatez
antes de hacer algo tan estúpido como darle un puñetazo a su hermano de ocho
años. Leo no tuvo tanto autodominio y siguió golpeándole, hasta que bajaron
Chris y Amy, atraídos por los ruidos.
- ¡Papá, quítamelo
de encima! – pidió Peter. No quería hacerle daño y lo haría si le apartaba por
ejemplo de un empujón. Y lo cierto es que tenía ganas de hacerlo. Algo dentro
de él le pedía que estampara a Leo contra la pared. Peter no sabía qué le
asustaba más: si aquellos instintos que le eran ajenos, o el dolor insufrible
que sentía en los genitales. ¿Seguirían vivos? ¿¡Cómo puede un niño de ocho
años pegar tan fuerte!?
- ¡Leo, para ahora
mismo! – ordenó Chris mientras intentaba, efectivamente, apartarle de Peter. Lo
hizo, aunque le costó más de lo que parecía lógico para un niño de su edad y su
tamaño. Le sostuvo mientras pataleaba en el aire, y le apartó de Peter.
- ¡Suéltame! – gritó
Leo - ¡Se ha metido con mamá!
- Oye renacuajo, yo
no he hecho nada de eso. Lamento si me has entendido mal pero no puedes meterme
una patada ahí abajo cada vez que diga o creas que diga algo que te moleste.
Que Peter llamara
"renacuajo" a Leo impresionó a Chris. Se dio cuenta de que el chico
estaba molesto, y no era para menos, si Leo le había pegado en la entrepierna.
- ¿Qué pasa contigo?
– le dijo Chris, mientras le dejaba en el suelo. No le soltó, por si el niño
decidía tirarse de nuevo a por Peter.
- ¡Se ha metido con
mamá! – repitió Leo, gritando.
- Él dice que no. Y
aunque hubiera sido así, ¡no puedes pegarle de esa manera! ¡Es tu hermano!
- ¡Es un imbécil, y
un capullo, y un mentiroso!
- Leo, ya te has
ganado una buena zurra. ¿Quieres además que te lave la boca con jabón como hace
el abuelo?
Eso bastó para
calmar a Leo, que pasó de tener cara de enfado a poner los ojitos de perfecto
niño arrepentido. Se llevó las manos a la espalda y le miró como con pena.
- Papi…
- Nada de papi. Te
quiero en esa esquina. Vamos. – ordenó con sequedad. Leo se giró, y caminó muy
despacio, arrastrando los pies. – Es para hoy, Leo.
Estaba siendo muy
rudo con él, pero es que lo que había hecho no era para menos. Peter parecía
incapaz de ponerse de pie.
- ¿Estás bien? – le
preguntó al chico.
- Yo sí. Mis
amiguitos de ahí abajo no tanto.
Chris medio sonrió
por esa forma de decirlo.
- ¿Quieres que llame
al abuelo? Es médico, o lo fue...
Peter se puso muy
rojo.
- No…no importa…
- Puede ser más
serio de lo que parece. – dijo Chris, y al decirlo se enfadó aún más con Leo.
Aparte de algo bastante doloroso, determinados golpes en esa zona pueden tener
consecuencias graves. Confió no obstante en que ese no fuera el caso. Él se
había llevado varias patadas "ahí" y ahí seguía, perfectamente.
- Llama a tu padre –
intervino Amy, y sólo entonces Chris recordó que la había dejado en las
escaleras. Ella era tan silenciosa y discreta que casi se había olvidado. Les
observaba con aprensión. – Llámale, por si acaso.
- Ya le llamo yo –
aceptó Peter, con resignación. Como la notó preocupada, hizo por relajar el
ambiente – Ya ves, papá: por si no bastaba con un adulto sobreprotector en la
casa ahora tengo dos.
Chris le dedicó una
sonrisa y observó cómo iba a por el teléfono. Después suspiró y observó a Leo,
que en ese momento volteó la cabeza para mirarle.
- ¿Te he dado
permiso para que te des la vuelta? Si tengo que ir hasta allí no te va a
gustar, créeme.
Leo no estaba
acostumbrado a que le hablara así, así que se puso a llorar mientras le seguía
mirando.
- ¡Que te gires,
Leo! – casi chilló Chris.
El niño se giró, y
siguió llorando. Chris notó una caricia en la espalda y se giró para ver a Amy.
Ella le hizo un gesto para que saliera de la habitación y él la siguió.
- No quiero meterme
donde no me llaman. Son tus hijos, lo tengo muy claro, y tú decides cómo
educarlos. Pero Leo ya se ha calmado. Te ha obedecido y se ha puesto donde tú
le has dicho. Quizá no deberías hablarle así y gritarle de esa forma. Ha hecho
lo que le has pedido: no entiende por qué le sigues gritando cuando te ha hecho
caso. Es normal que se gire un poco para ver si sigues enfadado.
Chris la miró en
silencio durante varios segundos. El tiempo pasaba, y la siguió mirando. Al
final, Amy bajó la cabeza.
- Lo siento… no
debería haber intervenido…
- No deberías
sentirlo. Tienes razón. Normalmente no les hablo así, y menos a él, que es
pequeño. Pero se ha pasado mucho. Quiero que entienda que no puede volver a
hacerlo, y por eso le voy a castigar.
Amy asintió y le
miró con cierta vacilación.
- ¿Le vas a pegar? –
preguntó con cierta timidez. Había oído lo de "ya te has ganado una buena
zurra" y Chris no le parecía de los que hacían amenazas vacías.
Chris se sintió
incómodo. No sabía lo que pensaba ella respecto a sus métodos, y lo cierto es
que no quería ser cuestionado en algo tan importante como la educación de sus
hijos. No le apetecía discutir con ella por algo así, pero si iban a vivir
juntos quizá debiera saber cómo funcionaban las cosas allí…
- Sí. – respondió,
con calma. – Voy a darle unos azotes.
Como siguió un
silencio aún más incómodo que el anterior, Chris siguió hablando.
- Quizá no estés de
acuerdo. Quizá te parezca que no es el castigo adecuado. Pero así es como me
educaron a mí y…
- Chris – interrumpió
ella, muy seria. Quizás más de lo que la había visto nunca. – Yo no tuve
padres. Esa sería mi única referencia sobre cómo educar a alguien, y ni
siquiera la tengo. No soy madre, no crecí en una familia…Sólo soy maestra, y
eso es diferente. Los niños a los que enseño son muy pequeños, y si alguno
tiene un día rebelde basta con sentarle sin jugar con los demás para que se lo
tomen como un castigo. Tú tienes años de experiencia como padre, y los
recuerdos de cómo lo hicieron los tuyos. No me parece que lo hayan hecho mal
contigo, y tus hijos, más allá de todo, son buenas personas. Podrán ser
impulsivos, como cuando Nick se fue de casa y se estrelló con el coche, pero
son buenos por dentro. Hay por ahí muchos chicos obedientes y educados que
tienen el corazón podrido. O chicos que hacen caso a sus padres pero cuando
ellos no están la lían bien. O chicos que tienen miedo de sus progenitores,
porque son demasiado estrictos o incluso crueles. No creo que ese sea el caso
de ninguno de tus hijos. Así que no creo que tú tampoco lo estés haciendo mal.
Ellos te adoran, y tú les quieres por encima de cualquier cosa. No voy a fingir
que no me choca ese tipo de castigo, pero confío en ti, en que sabes lo que
haces, y en que jamás harías daño a Leo. No un daño real.
Chris la miró con
fascinación. Quería decir tantas cosas…pero se había quedado sin palabras, así
que sólo pudo musitar un débil:
- Gracias.
Ella ladeó la
cabeza.
- Respóndeme una
cosa…Cuando tus hijos se convirtieron en niños pequeños y Leo vino a por mí
quejándose de que habías sido injusto, le habías pegado ¿verdad?
Chris asintió.
- ¿Qué debo hacer en
ese caso? Si viene a mí después que le castigues, ¿qué es lo que esperas que
haga?
- No espero nada,
Amy, pero en ese momento lo que él necesita es que le mimen y le consuelen un
poco. Generalmente lo hago yo, pero a veces se enfada conmigo y busca a otro, o
se siente mimoso y quiere asegurarse de que todos le quieren. Su refugio
favorito es Peter.
- Mimos y consuelo.
Lo tengo.
Chris la sonrió, y
le acarició la mejilla.
- Eres maravillosa
¿lo sabías?
- Eso dice mi novio
– respondió ella, sonriente, y le empujó un poquito – Vamos, no le hagas
esperar.
Chris asintió, y
regresó al salón. Leo estaba mirando hacia la puerta, pero al verle se volvió a
girar rápidamente y pareció encogerse, como esperando otro grito. Chris meneó
la cabeza. No debería haberle gritado.
- Leo, ven aquí, por
favor – le llamó, y Leo se acercó de nuevo a pasitos cortos, pero esta vez no
le metió prisa. Cuando le tuvo junto a él se agachó para estar a su altura. Le
observó bien. Ya no lloraba, pero parecía a punto de hacerlo. – Sabes que no
debes pegar a los demás aunque digan algo que te moleste. A tu hermano mucho
menos, y menos de esa manera. Le has hecho mucho daño ¿entiendes? Tú sabes que ahí
abajo duele mucho.
Leo no dijo nada.
- Lo que has hecho
está mal y por eso voy a castigarte. Quiero que demuestres ser un niño mayor y
que vayas a por el cepillo.
Era la primera vez
que le pedía a él que fuera. Se trataba de una forma de conseguir que aquél
castigo le impactara sin tener por ello que ser muy duro con él. Leo se le
quedó mirando un rato, pero Chris tuvo paciencia. El niño estaría pensando
muchas cosas, y probablemente estaría decidiendo si obedecerle o no. Finalmente
decidió hacerle caso y subió las escaleras. Las bajó un poco después, con el
cepillo. Estaba llorando cuando se lo dio.
- Gracias. No
llores, Leo, lo estás haciendo muy bien. Eres un chico valiente. – dijo Chris,
y le cogió de la mano para ir con él al sofá. Se sentó y le puso frente a él,
de pie. Le desabrochó el pantalón y se lo quitó. Luego le bajó un poco el
calzoncillo y le puso sobre sus rodillas. Leo soltó un sollozo y Chris le
acarició la espalda. Luego suspiró, y dejó el cepillo a un lado. Empezaría con
la mano.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Peter es tu
hermano, y no puedes hacerle daño.
Chris tomó el
cepillo e hizo lo posible por ignorar el llanto de su hijo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Tampoco puedes
insultarle y eso te lo he dicho muchas veces ya. Si vuelves a hacerlo te lavaré
la boca.
Leo pataleó y quiso
bajarse, pero no podía. Como precaución Chris le sujetó las manos, para que no
las moviera y le golpease ahí por accidente.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- L-o siento, pap-á
– barbotó Leo entre sollozos.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
Chris dejó el
cepillo, y empezó a acariciarle. Leo lloraba con fuerza y descontrol, así que
Chris le levantó y se fundió en un abrazo con él.
- Ya está. Ya está,
bebé, ya está. Siento haber tenido que hacerlo. Por favor, recuérdalo siempre y
así no tengo que volver a hacerlo de nuevo. Vamos, no llores. Ya pasó, campeón.
Leo no respondió al
principio, pero luego se hundió aún más dentro de él y le preguntó, muy bajito:
- ¿Estás muy enfadado?
- No, Leo, ya no
estoy enfadado. Pero sí que estoy un poco sorprendido. ¿Por qué te has peleado
con Peter así?
Como respuesta, Leo
soltó otro sollozo.
- Vale, no me
respondas ahora. Shh, respira, eso es. Respira hondo para calmarte ¿vale? Este
es mi campeón.
- Papi – lloriqueó
el niño, poniendo los brazos alrededor del cuello de Chris. – Me duele, papi.
Chris le dio un beso
en la frente y decidió hablar de otra cosa para distraerle. Enredó los dedos en
el pelo de Leo.
- Ya tienes el pelo
muy largo, campeón. ¿Es que quieres dejarte melena, como el tío Wyatt?
- ¿Puedo?
- Si quieres…
- Pero a ti te gusta
más mi pelo corto.
- Tu pelo, tus
gustos, campeón. – dijo Chris, y le sonrió. Su sonrisa se ensanchó cuando vio
que Leo también sonreía débilmente. Le subió la ropa interior y Leo protestó un
poco. Le dio otro beso y se estiró para coger sus pantalones.
- Mmm. ¿Cómo vamos a
meter a un niño tan grande en una ropa tan pequeña? – bromeó Chris, poniendo
los pantalones delante de Leo y haciendo como que los medía.
- No es pequeña,
papá.
- ¿Seguro? Mira que
has crecido mucho. Ya eres muy alto…
- Qué va…
- ¿Qué no? – dijo
Chris, y le levantó. Se puso de pie con él, alzándole sobre su cabeza como
cuando era más pequeño. Leo se rió. Le encantaba estar alto. Chris le bajó un
poco y le atrajo sobre su pecho. – Eso está mucho mejor. Así es como me gusta
verte: riendo, y no enfadado. ¿Me cuentas por qué te has puesto así?
- Qué más da…
- Es importante,
Leo. Quiero saber por qué te has enfado y además quiero saber si Peter ha hecho
algo malo. Si es así también tengo que castigarle a él.
Peter no había
vuelto a hacer nada mínimamente malo desde que le castigó tan duramente por sus
viajes al inframundo, pero tal vez ya se hubiera olvidado del castigo lo
suficiente como para volver a liarla un poco.
- ¡Se metió con
mamá! La comparó con Amy. Dijo que si mamá viviera a lo mejor llegaba a ser su
madre también, igual que puede que Amy llegue a serlo.
¿Peter había dicho
eso? ¿De verdad estaba dispuesto a ver a Amy como una madre? El corazón de
Chris quiso salirse de su pecho. Eso era genial…Aunque claro, Leo no podía
verlo igual.
- Eso no fue meterse
con mamá, Leo. Ni siquiera fue en realidad una comparación… Peter sólo estaba
diciendo que podría llegar a ver a Amy como una madre…
- ¡Pero ella no es
su madre!
- Leo, antes de
saber que soy su padre biológico, tampoco "eran mis hijos". Y sin
embargo yo les veía así, y ellos me veían como su padre y a ti como su hermano.
Aunque suele ser y debería ser así, la familia no siempre es quien lleva
nuestros genes.
- Pero yo ya tengo
una madre…No quiero que Amy sea mi madre…¡no lo es!
- Nadie ha dicho lo
contrario, Leo. Tú has tenido una madre. Peter no conoció a la suya. Si él es
capaz, en algún momento, de ver a Amy como su madre tienes que alegrarte por
él, porque habrá encontrado una mamá, pero nadie dice que tenga que ser tu
madre también. Amy es mi novia. Es mi pareja, y voy en serio con ella. Ella os
ha cogido cariño y se preocupa por vosotros. Para vosotros es una amiga que os
puede dar buenos consejos y que os tratará como si fuerais sus hijos. En vez de
enfadarte por lo que Peter o los demás puedan pensar, aprovéchate de la
oportunidad de tener a alguien que te quiera. ¿Acaso no es eso algo bueno?
- ¿Amy me quiere?
- Te apuesto lo que quieras
a que sí.
"Al menos, se
preocupa por ti" pensó Chris "Realmente espero que te quiera, porque
algún día pienso casarme con esa mujer, pero no lo haré si no es buena para
vosotros."
Chris se sorprendió
de pensar así, pero se dio cuenta de que lo había pensado en serio. Quería a
Amy. La amaba. Y al mismo tiempo no haría nada que pudiera perjudicar a sus
hijos.
- Yo no quiero hacer
daño a Peter. Estaba enfadado y quería pegarle pero no quiero hacerle daño…
- Enfadarse no es
malo, campeón, pero hay que saber expresar el enfado. ¿Entiendes?
Leo asintió, dejó
que Chris le vistiera y luego se frotó el trasero.
- Odio el cepillo –
dijo, haciendo un puchero.
- Yo también – le
dijo Chris, y le acarició la cara. – Pero si te portas mal te castigo, ya lo
sabes.
- Sí, y no sé por
qué siempre lo paga mi culito, cuando el pobre no hace nada.
Chris le miró
durante un segundo y luego estalló en carcajadas. Entendió perfectamente esa
frase de "qué salaos son los niños".
- Pero no te rías –
protestó Leo, que sin embargo sonreía.
- Qué cosas tienes,
hijo. – dijo Chris, y dejó de reír poco a poco mientras le acariciaba el pelo
con ternura. – Si te pego ahí es porque sé que no te voy a hacer daño. –
explicó Chris, aunque suponía que Leo en realidad estaba bromeando. Su hijo le
miró con los ojos entrecerrados – Bueno, no mucho daño, al menos. – rectificó,
ante aquella mirada – El suficiente para que me hagas caso y recuerdes lo que
no debes hacer.
- Pero me duele
mucho – protestó Leo, y Chris se dio cuenta que no lo decía en serio. Le puso
un puchero y sobreactuó de una forma adorable. Aun así, el corazón de Chris se
encogió un poquito. Le dio un beso.
- ¿A que ahora te
duele menos? – le preguntó, y Leo fingió pensárselo antes de asentir. Chris le
dio otro beso, y otro más, y siguió así durante un rato, mientras Leo se reía.
- Vale vale. Jo,
papá, qué pesado.
- ¡Encima! Anda
campeón, ve a lavarte la cara, que yo voy a ver cómo está tu hermano.
Chris fue a buscar a
Peter que estaba sentado al teléfono aun, hablando con su abuelo. Tenía a Ariel
encima, y la estaba acariciando.
- …vale, abuelo. Ya
hablamos otro día. Te quiero. Adiós.
Peter colgó y le
sonrió.
- Pensé que le ibas
a pedir que viniera para ver que no tienes nada.
- Sólo ha sido una
patada, papá. Estoy bien.
Chris decidió no
discutir. Peter y su manía de no pedir ayuda para nada.
- Leo me ha contado
lo que pasó.
Peter acarició a la
perrita, muy concentrado en esta tarea.
- Sí quieres me
disculpo, pero no sería sincero. Creo que no he hecho nada malo.
- No he venido a
pedirte que te disculpes. Yo tampoco creo que hayas hecho nada malo. De
hecho…creo que has hecho algo muy bueno. Me alegra que…te lleves tan bien con
Amy.
Peter le sonrió.
- Es imposible no
llevarse bien con ella. He pensado que podríamos hacerle un regalo de bienvenida.
- Eso sería
estupendo. ¿Has pensado en algo?
- La verdad es que
sí, pero necesito tu permiso.
- Te escucho.
- Hace tiempo grabé
un disco…
- ¿¡Qué!?
- Con un ordenador y
un micro. Cogí la guitarra, y me grabé.
- Caray Peter, eso
es genial. Algún día tienes que enseñármelo.
Peter sonrió.
- Algún día –
concedió – Pero el caso es que lo presenté a un concurso, y he ganado. Son tres
entradas para un concierto de Jessie J.
- ¿De Jessie J? –
preguntó Chris, alucinando.
- ¿Sabes quién es?
- Claro. Aparte de
que estás hablando de ella todo el día, yo tengo mis propios gustos musicales
¿sabes?
Peter sonrió.
- Guay. Pues eso.
Que tengo tres entradas.
- Pero, ¡son casi
imposibles de conseguir! Caray, es increíble. Aunque no entiendo…¿por qué
necesitas mi permiso para eso?
- Porque tendría que
ir a recoger las entradas esta tarde, para dárselas mañana como regalo.
- ¿Y? – insistió
Chris, sin entender.
- No puedo salir,
papá. ¿Recuerdas?
- Oh. Bueno, supongo
que puedes ir.
Peter pareció muy
aliviado.
- Son pases también
para el backstage. Leo va a alucinar.
- ¿Leo?
- Bueno, son tres
entradas. Creo que lo mejor es que vayáis Amy, Leo y tú.
- ¿Tú no quieres
venir? – preguntó Chris, suspicaz. Era una de las cantantes favoritas de Peter,
eran entradas que había ganado él, y tenían pases para el backstage. Era como
un sueño por cumplir para Peter, así que no entendía aquello de que se
excluyera del plan.
Peter le miró de
pronto como un cachorro mira una galleta.
- Oh, papá, ¡me
encantaría! – dijo, mordiéndose el labio.
- ¿Pues entonces?
- ¿Puedo?
Chris le contempló
con una mezcla de ternura y diversión. Era cierto que le había dicho que la
respuesta a todas sus peticiones sería "no", pero Peter se lo había
tomado demasiado en serio.
- Mira Peter, sé que
soy bastante estricto a veces, pero si crees que soy tan cruel como para no
dejarte ir al concierto que es básicamente el sueño de tu vida adolescente es
que debes de pensar que soy un monstruo o algo así.
De pronto Peter dejó
a Ariel en el suelo con movimientos muy lentos, y al segundo siguiente estaba
sobre él, casi tirándole al suelo de un abrazo.
- Un regalo para
Amy. Sí, claro. Como que yo soy tonto – murmuró, y le revolvió el pelo. - ¿Así
que ganaste un concurso?
- No debió
presentarse mucha gente porque las canciones son una tontería…
- Mira que eres
tonto. Mi chico tonto y con talento. Será mejor que quites esa sonrisa de
felicidad plena o Amy sospechará. ¿Podrás aguantar hasta mañana? – le chinchó,
y Peter se rió en respuesta.
Fueron al salón, y
Chris puso el brazo delante de Peter para frenarle en cuanto vio que Leo estaba
con Amy. Quiso dejarles solos. Le interesaba ver cómo Amy se relacionaba con
sus hijos.
- Odio que papá se
enfade conmigo – dijo el niño, de pie en frente de Amy que estaba sentada.
- Él te quiere
mucho, Leo.
- Ya lo sé, por eso
no quiero que se enfade.
- ¿Te ha castigado?
Leo puso un puchero.
- Sí. Me ha pegado.
Amy le acarició el
brazo, como para reconfortarle.
- ¿Te duele?
- No, porque me ha
dado un beso.
- Más de uno creo
recordar – intervino Chris, entrando en ese momento. – Qué, ¿quejándote de lo
malo que soy? No estarás ganando aliados ¿eh? – bromeó Chris, acercándose a él
y cogiéndole por detrás, para sentarse luego en el sofá con él encima. Leo
sonrió y se dejó levantar, pero no dejó de mirar a Peter, de pie algo alejado
de ellos. Peter no dijo nada.
- Lo siento – dijo
Leo. Peter inclinó la cabeza, como asintiendo, pero eso no debió ser suficiente
para Leo, que hizo por bajarse de las piernas de Chris. –Lo siento, Peter, de
verdad.
- Vale peque, no
pasa nada. Pero quiero que entiendas que yo no me estaba metiendo con tu madre.
- Lo sé. Amy puede
ser tu mamá, si quieres.
Peter se ruborizó, y
Amy también. Los dos miraron para otro lado.
Tras unos minutos
más, Amy se despidió porque al final se le estaba haciendo tarde. Chris cerró
la puerta y miró el reloj. Quedaba media hora para que volviera Nick. No sabía
nada de Paul desde su "encuentro" aquella mañana, y no quería dejar
pasar el tiempo antes de hablar con él. Tenían que hablar de lo que había
pasado, y de Jason y de la profecía, y de tantas y tantas cosas...Quizás el
chico estuviera de mejor humor y no volviera a echarle...
- Escuchad chicos,
creo que voy a ir a Paul mientras viene vuestro hermano. Peter, luego vas a por
"eso" – dijo Chris enigmáticamente para no desvelarle a Leo lo del
regalo de Amy aun – pero ahora quédate con Leo, por favor.
- Claro.
Chris se despidió de
ellos momentáneamente, y se dispuso a orbitar. Decidió aparecer en el cuarto de
Paul, por parecerle el lugar más seguro para no ser visto por otros miembros de
la familia Anderson.
Paul estaba tumbado
boca abajo sobre su cama. Chris se quedó helado al ver que estaba llorando. En
ese momento parecía calmado, pero tenía que haber llorado mucho porque su
almohada tenía un manchurrón oscuro de humedad.
- ¿Paul? – preguntó
tímidamente. El chico ni se giró. Chris no supo si le estaba ignorando, o si no
le había oído. Se acercó a él muy despacio.
"Esto no puede
ser por lo de esta mañana ¿verdad?"
- Paul, ¿qué ocurre?
De nuevo sin
respuesta. Chris se agachó junto a su cama y le miró directamente a los ojos.
El chico estaba tan…deprimido…
Cuando Chris ya
pensaba que Paul no iba a decir nada, le oyó decir:
- El disparo se
escuchó en la casa de al lado. Hay un jardín en medio, pero se escuchó.
Chris se sintió como
un niño. Tenía que haber pensado en eso. ¿Cómo había sido tan estúpido? No
sabía qué decir, pero no hizo falta, porque Paul continuó:
- Por suerte el
vecino llamó a papá antes que a la policía. Papá se presentó aquí y mintió a la
poli. Dijo que la pistola se le había disparado al sacarla del cajón. Él tiene
licencia, así que legalmente puede portar armas. Pero cuando la policía se fue
yo tuve que contarle la verdad a papá, y no le gustó nada. Nunca le había visto
tan enfadado. Puso el grito en el cielo al enterarse de que había cogido su
pistola, de que había desbloqueado su caja fuerte, de que había sacado el
libro, de que te lo había enseñado, de que habías estado aquí….Puso el grito en
el cielo por tantas y tantas cosas que pensé que nunca iba a dejar de gritarme.
Llamó a mi madre para que fuera a buscar a mis hermanos y él me siguió
gritando. Durante horas.
Chris le miró con
compasión. Paul debía de haberse llevado una buena bronca, y lo sentía por
él…pero lo cierto es que no era para menos. Chris estaba acostumbrado a las
cosas extrañas, mágicas y sobrenaturales, y un disparo no le parecía ya tan
malo, pero en realidad se trataba de algo bastante grave. No quiso pensar en lo
que haría si en vez de Paul hubieran sido Nick o Peter los que hubieran tocado
una pistola…
Además, el padre de
Paul estaba enfadado también por el hecho de que Chris hubiera estado en
aquella casa, cuando se lo había prohibido, y porque le hubiera enseñado el
libro con la profecía, abriendo para ello su caja de seguridad. Sí, sin duda la
bronca tenía que haber sido de campeonato.
- Ya se le pasará,
Paul. Seguro que ya no está enfadado, pero tienes que entender que se haya
preocupado.
- Sí que está
enfadado. – respondió con un hilo de voz. Chris estiró el brazo para
acariciarle la espalda y Paul se giró para apartarse. Hizo una mueca de dolor
al rodar sobre la cama, y Chris se alarmó.
- ¡Paul! – exclamó,
y de pronto se sintió un monstruo. Le había pegado fuerte pero no había
imaginado que tanto…- Paul, ¿aun te duele así? Lo siento mucho…Yo…te pegué muy
fuerte…
Cielos, habían
pasado diez horas desde que le pegara, y el chico aun no podía rozarse sin que
le doliera. ¿Qué clase de animal era? Con lo fuerte que le había dado quizás
aún pudiera dolerle un poco, pero ¿tanto?
"Cómo te has
pasado, Chris." se reprochó a sí mismo, dándose asco.
Sin embargo, Paul
soltó algo parecido a una risa sin humor.
- Aunque me encanta
ver que te sientes culpable, esto no me lo has hecho tú.
- No me siento
culpable exactamente…- empezó Chris, pero luego reparó en el cinturón que había
junto a la cama de Paul. – No te lo he hecho yo. ¿Quieres decir que tu padre te
ha pegado?
Paul asintió.
- ¿Con el cinturón?
Volvió a asentir.
Chris no supo qué decirle.
- Es… la primera vez
que me pega – murmuró Paul – Claro que es la primera vez que toco un arma sin
su permiso, y que desobedezco una orden directa, y que desvelo una profecía
secreta…Además, antes no podía tocarme. Pero a mis hermanos nunca les ha
pegado.
Paul parecía
sentirse realmente mal. Más allá del dolor físico, Chris entendió que se sentía
dolido. Se sentó a su lado en la cama. Le acarició la espalda, y esta vez Paul
no se apartó.
- No sé si tu padre
ha hablado contigo, pero si ha hecho esto es porque le importas y no quiere que
hagas algo tan peligroso como coger una pistola. Algo que además puede meterte
en problemas legales. Ha dado la cara por ti. Eso es una prueba de que te
quiere.
- Pero…estaba tan
enfadado…- dijo Paul, y su voz se quebró en la última palabra, con renovados sollozos.
- Los padres nos
enfadamos a veces. Y luego nos desenfadamos. Tú estás acostumbrado a que tu
padre te ignore pero por lo que me has dicho siempre ha estado ahí cuando has
hecho algo mal. Ya deberías saber que aunque te castigue lo hace sólo porque
quiere lo mejor para ti.
- ¿De verdad? –
preguntó con mucho sarcasmo. - ¿Era lo mejor para mí que se mantuviera alejado
para que no pudiera tocarle y así enterarme de que me han ocultado algo tan
importante como la magia durante toda mi vida? ¿Era lo mejor para mí que me
culpara la muerte de mi hermano cuando yo ni siquiera sabía que había sido
culpa mía?
- Tu padre ha
cometido errores, Paul, y muchos, pero no puedes juzgarle eternamente por
ellos, o jamás pasaréis página. Elegiste perdonarle. Quizás yo hubiera elegido
otra cosa, pero tú le perdonaste y decidiste volver con él. Cuando se perdona a
alguien no se debe seguir guardando rencor, porque eso en realidad no es
perdonar, y te hará daño a ti, y le hará daño a él. Tú ya sabías cómo
era...Decidiste tener un padre, aunque sea uno como él.
- No sabía que iba a
hacer esto.
- Lo siento, pero
quizás esto es lo único que ha hecho bien en mucho tiempo. Cogiste un arma de
fuego que estaba escondida bajo una clave y se te disparó. Creo que cualquier
padre te habría castigado por eso.
- Tú no estabas
aquí… no lo entiendes…No fue como cuando me pegaste tú. Eso fue humillante y
algo doloroso, pero pude entender que sólo pretendías…darme una lección. No me
gustó que lo hicieras y algún día me vengaré de ti por eso, pero luego me
abrazaste y fuiste amable conmigo. Él…él sólo estaba descargando su enfado.
Chris empezó a
escuchar con más atención y a ponerse más alerta, pero se negó a alarmarse
todavía.
- Fue más duro que
yo, pero porque es tu padre y…
- ¡Me pego con eso!
– gruño Paul, señalando el cinturón.
- Paul – dijo Chris
con calma – Yo he pegado a mis hijos con un cinturón alguna vez, cuando han
hecho algo muy grave o peligroso. No es algo que me guste hacer, pero en alguna
ocasión he tenido que hacerlo. Creo que lo que has hecho tú puede considerarse
tanto grave como peligroso.
Paul no dijo nada,
pero seguía con aquella mirada triste que estaba matando a Chris. ¿Qué era?
¿Enfado por haber sido castigado? ¿Humillación por ser tratado como un niño en
vez de como el hombre que se consideraba? De alguna forma, Paul parecía
entender que había actuado mal, incluso entendía más o menos que Chris le
hubiera castigado, pero no creía merecerse lo que su padre le había hecho. Eso
a Chris le chocaba, y le hacía preguntar qué era lo que había hecho Patrick
exactamente. Decidió salir de dudas.
- Eres un hombre
adulto. Sé sincero, y dime sí crees que ha sido injusto contigo. Dime si crees
que ha sido más duro de lo que te merecías. Te creeré, Paul.
- No ha sido más
duro de lo que me merecía, pero sí más de lo que podía soportar – respondió el
chico tras unos instantes. – Me ha pegado hasta cansarse y luego me ha dejado
aquí, llorando, hasta que has venido tú.
Chris abrió mucho
los ojos. Paul se había llevado una paliza importante, aun no sabía cuánto, y
era la primera vez que su padre le castigaba así. ¿Y se había ido sin más,
dejándole llorar? Eso era extremadamente frío, y hasta cruel y explicaba la
enorme tristeza de Paul. Debía de pensar que su padre ya no le quería. Debía de
sentirse... vacío. Chris sabía, por experiencia en ambos lados de un castigo,
que lo que uno necesita después es que le demuestren que sigue siendo apreciado
y querido. Uno necesita saber que ha sido perdonado, y que todo va a estar
bien. Paul no había tenido eso. No le habían consolado y por eso estaba triste
y llorando aun. Chris se conmovió cuando el chico comenzó a llorar más fuerte
otra vez.
- Sssh. Mira, te
diré lo que vamos a hacer. Vamos a esperar a que te calmes un poco, y vamos a
ir a que te laves la cara. Luego vas a ir a hablar con tu padre y a hacer las
paces con él. Seguro que él también lo está deseando.
- No puedo volver a
mirarle a la cara. No después de lo que he hecho, y de lo que ha hecho él… mi
padre apenas me había gritado hasta el día de hoy…Tampoco me había pegado…y yo
he llorado como un crío…Debe de pensar que tiene por hijo a un idiota, y a un
débil….y…
- Eh, Paul, no sigas
por ahí. No eres nada de eso. Y no creo que tu padre lo piense. La verdad, no
voy a pretender que entiendo aunque sea una mínima parte de lo que hace o dice
Patrick. A veces pienso que es un buen padre y a veces creo que es un imbécil.
Pero creo que realmente te quiere. Se equivocó al tenerte engañado toda tu
vida, pero lo hizo porque te quería. Y no se habría enfadado porque tocaras la
pistola ni habría mentido por ti si le dieras igual.
Oyeron ruidos y Paul
se puso rígido.
- Es mi padre.
Estará subiendo la escalera. Métete en el armario.
- ¿Qué?
- Chris, por favor.
Si te ve aquí me matará.
- Vale, vale. Pero
esto se está haciendo una costumbre.
Chris se metió en el
mueble sin poder evitar pensar cuántas veces habría estado allí Tom. Recordó
cuando pensaba que Paul escondía chicas ahí dentro. Justo cuando cerró la
puerta del armario, se abrió la de la habitación de Paul.
- Paul – dijo la voz
aterciopelada de Patrick. No obtuvo respuesta. Chris no escuchó nada desde su
escondite, pero el padre de Paul tuvo que acercarse a él, porque oyó el gemido
del chico.
- No, papá, por
favor…
- No voy a pegarte
más, hijo. Sólo he venido a ver cómo estas.
Silencio.
- Creo que me he
pasado un poco – comentó Patrick. – Déjame ver.
- ¡Papá!
- Paul, además de tu
padre soy tu médico.
- Eso es mentira, mi
médico es el doctor Simon…
- Vale, pero eso es
porque antes no podía examinarte yo. Ahora puedo tocarte. Soy tu médico. Y tu
padre. No debe darte vergüenza.
Más silencio. Chris
se sentía estúpido dentro de aquél armario. Escuchó un siseó, como de dolor.
- Sí que me he
pasado. No sabes cuánto lo siento. No pretendía pegarte así, es sólo que nunca…No
medí mi fuerza.
Más silencio. Chris
gruñó. No le gustó cómo sonó eso. Si ese hombre se había sobrepasado con Paul,
entonces él…
- Entiendes por qué
lo hice ¿verdad?
Paul no respondió.
- No puedes coger un
arma ni apuntar a nadie con ella. Es peligroso para ti y lógicamente para la
otra persona, y no es algo que te vaya a permitir. Podrías haber ido a la
cárcel. Además me desobedeciste deliberadamente: te dije que no hablaras con
Christopher Haliwell y le trajiste aquí…le enseñaste la profecía de la que NO
podías hablar y le dejaste ver el libro que guardaba en la caja fuerte, cuya
clave te di sólo para emergencias. No estoy acostumbrado a que desobedezcan mis
órdenes Paul. Nunca lo has hecho y espero que no lo hagas de nuevo, pero
sobretodo nada de armas. Nunca.
Paul gimió.
- Perdona. No
debería regañarte ahora. Es sólo que… cuando me llamó el vecino diciendo que
había oído un disparo….Dios, Paul, pensé cualquier cosa.
- ¿Te preocupaste?
- ¿Qué clase de
pregunta es esa? ¡Me puse histérico! Paul, tenía una operación en quince
minutos y lo mandé todo al carajo para venir aquí y comprobar que estabas bien.
Aun no sé cómo se te ocurrió coger un arma…
- Él mató a Jason…
- Él trató de curar
a Jason. Es un luz blanca. Esos imbéciles no hacen otra cosa que meterse donde
no les llaman y dárselas de ángeles. Yo le habría dado algún que otro puñetazo,
pero no merece que le mates…
- Pensé que le
odiabas…
- No quiero que haga
daño a mi familia. Esa profecía dice que matará a dos de mis hijos. Pero le he
investigado, y no es una mala persona. Lo de Jason fue un accidente. No quiero
que te acerques a él para que no ocurra "otro accidente" pero no le
considero un asesino.
Chris se sintió
extraño al oír que hablaban así de él, pero se sintió más raro todavía cuando
escuchó la respuesta de Paul, en un tono afectuoso de "sé que me estás
oyendo Chris así que abre los oídos".
- Yo tampoco. Es un
buen tipo. Tiene la manía de tratarme como si fuera su hijo, pero es un buen
tipo.
- Buen tipo o no, no
puedes volver a verle, Paul, o me enfadaré.
- Pero si ya estás
enfadado.
- ¿Y te extraña?
- La verdad es que
sí. Estoy más acostumbrado a tu indiferencia.
- Vale, eso me lo
merecía. Pero ya no va a ser así nunca más. Y ahora déjame curarte. Seguramente
vas a tener marcas en los muslos. Te daré un antiinflamatorio, y voy a ponerte
un poco de pomada.
- Papá, no…
- No era una
pregunta, Paul.
Chris oyó cómo se
cerraba la puerta y quiso salir de su escondite, pero sabía que no debía
hacerlo. En menos de medio minuto escuchó que Patrick volvía, seguramente con
la pomada. Pero entonces alguno de sus hijos le llamó desde el piso de abajo, y
el hombre suspiró.
- Vuelvo en seguida,
hijo – dijo Patrick, y se marchó de nuevo.
Chris ni lo dudó.
Abrió el armario, y salió. Se sorprendió de lo que vio. Paul no estaba ni
desnudo ni vestido. Se había quitado la camiseta y estaba en calzoncillos.
Tenía la espalda y los muslos con franjas coloradas que empezaban a ponerse
moradas, y tenía puntos rojos, como de sangre acumulada. Eran sólo tres o
cuatro marcas, no más fuertes que un cardenal, pero a los ojos de Chris fueron
algo horrible.
- Oh…Dios…mío –
jadeó Chris.
- Te dije que me
pegó hasta cansarse. – murmuró Paul, que yacía tumbado de lado, dándole la
espalda a Chris.
- Paul, vámonos de
aquí. Ahora mismo.
"Cabrón. Hijo
de puta. Bestia mal nacida" pensaba Chris, y sentía que con cada insulto
se quedaba corto.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque ese hombre
es un animal y no voy a dejar que vivas con él un segundo más.
- Dijiste que tú
también pegas a tus hijos con el cinturón…
- Jamás les he
dejado marcas. Nunca les he pegado en la espalda. Si alguna vez…si alguna vez
les hago esto yo mismo me encerraré en una celda y tiraré la llave. Dios…
Chris pensó en
Peter, y en los maltratos a los que había sido sometido. Aun así, su mente le
dijo que no era lo mismo. Primero, las heridas de Peter habían sido más graves,
le habían pegado con otra cosa y por algo insignificante como vomitar en una
moqueta. Paul en cambio se había pasado, y sus heridas no eran tales sino
cardenales leves por golpes más fuertes de lo debido. No iba a tener ninguna
clase de secuela, pero aun así, aquello era…era demasiado.
- No es para tanto.
– dijo el chico.
- No lo entiendes,
Paul. Una vez mi hermano se movió cuando mi padre le estaba castigando por algo
realmente grave y le dio en el brazo sin querer. Se odió a sí mismo durante
semanas e hizo lo imposible por compensarle, y eso que no le dejó ni una sola
marquita. ESO no fue para tanto. Esto es...esto es...
Chris sabía que con
el cinturón doblado era imposible hacer esas marcas. A Paul debían haberle
pegado sin doblarlo…el control de esta manera disminuye enormemente porque la
punta del cinturón puede llegar a enroscarse y golpear en lugares donde no se
pretendía, llegando a provocar heridas de diversa consideración. Era de cajón.
Pegar sin doblar el cuero era casi una flagelación, dolía cien veces más…Chris
era consciente en alguna parte dentro de su mente de que estaba exagerando,
pero le dio igual. Objetivamente Patrick se había pasado y se merecía todas las
cosas oscuras que Chris estaba pensando.
- Cerdo
descontrolado. ¡Te ha hecho daño!
- No me hagas mucho
caso, pero creo que eso es lo que se pretende con esta clase de castigos.
- Te equivocas. No
es eso lo que se pretende. Tenías razón. Lo que ha hecho tu padre es desahogar
su enfado contigo, y eso no se debe hacer. Eso no sirve para nada. Vámonos,
Paul…
- No pienso ir a
ningún lado, Chris. Mi padre no es todo eso que le llamas. Nunca nos ha puesto
la mano encima y si no toco una pistola dudo que lo vuelva a hacer. Lo que he
hecho ha sido muy grave, tú mismo lo has dicho, y por eso me ha castigado así.
Chris iba a
replicar, pero entonces escuchó pasos y supo que el padre de Paul volvía. Tras
dudar unos momentos, volvió a meterse en el armario, porque de otra forma
provocaría un enfrentamiento directo y no estaba seguro de poder controlarse y
no partirle la cara a ese neandertal.
- Ya estoy aquí –
oyó decir a Patrick. – Paris había tirado la televisión de su cuarto.
- ¿Qué? Joder con el
enano. Papá, no te enfades con él, es sólo que no sabe estarse quieto…
- No me he enfadado.
No mucho, pero le he dicho que la tele nueva sale de su paga. Con eso no hay ni
para empezar, pero así quizás entienda lo que cuestan las cosas, y tenga más
cuidado. ¿Y sabes lo que me ha dicho?
- Algo gracioso,
seguro.
- No exactamente. Ha
dicho que prefería cuando le castigabas tú. Dice que nunca le dejabas sin
dinero.
- Hay que ver, ocho
años y tan tacaño como su padre.
- ¿Yo tacaño? En tus
sueños. En fin, el caso es que me ha dado curiosidad. ¿Cómo le castigabas?
- Como tú a mí,
básicamente. Sin tele, sin postre...Lo que se me iba ocurriendo. Al principio
te preguntaba al respecto. Luego me di cuenta de que no iba a obtener respuesta
así que me guiaba por la intuición.
- Has sido un buen
hermano. Has sido más que eso: un padre.
- Pues no sé cómo he
sabido serlo, dado que yo no he tenido uno.
Eso fue muy frío.
Chris casi sintió que la habitación se cubría de una escarcha imaginaria. Le
dio un aplauso mental a Paul.
- Estábamos
avanzando. Empezábamos a ser una familia. – dijo Patrick en un susurro. A Chris
le costó escucharlo.
- Sí bueno, el
cinturón no entraba en el trato.
- Paul, siento
haberme excedido, lo siento de verdad, pero lo que has hecho merecía que te
castigara.
- Que me castigaras,
tal vez. Que me dieras esta paliza, lo dudo. Sé que he hecho muchas tonterías
pero tú no me has pegado por eso. Me has pegado porque estabas enfadado, y
frustrado y querías desahogarte.
- ¡Claro que estaba
frustrado! Más que eso, estaba desesperado, enloquecido,
aterrorizado…Preocupado. ¡Mi hijo ha usado un arma para intentar matar a su luz
blanca! Medio luz blanca, si no estoy mal informado, y por tanto no es inmune a
los disparos. ¡No eres un asesino!
- ¡SI LO SOY! Por si
ya lo has olvidado, YO MATÉ A JASON.
Después de ese grito
ninguno de los dos dijo nada en lo que a Chris le pareció una eternidad.
- Eso no es cierto,
Paul. Fue un accidente. Sé que querías a tu hermano, y que lamentas su muerte
más que nadie. No eres un asesino.
- ¿Y NO PUDISTE
DECIRME ESO ANTES? ¿HACE TRES AÑOS, QUIZÁ? ¿TIENES QUE ESPERAR SIEMPRE A QUE YA
NO PUEDA MÁS PARA MOLESTARTE EN HABLAR CONMIGO Y SER UN PADRE?
Era el turno de Paul
de desahogarse, y el chico tenía mucha mierda dentro. Chris le oyó dar un golpe
en la mesa, y eso más que alarmarle le alivio: tanto no debía dolerle; tan mal
no se debía encontrar físicamente si podía hacer eso. Se había dejado asustar
por las marcas, pero Paul se movía y no tenía lesiones. Darse cuenta de esto
fue un alivio para Chris.
- Sé que gran parte
de esto es culpa mía. Por eso nunca voy a castigarte o a regañarte si quiera si
decides desquitarte conmigo. Pero contra ti no hagas nada. No te pongas en
peligro ni te conviertas en algo que no eres, porque no podría soportarlo.
- Palabras vacías,
papá. Todo lo que puedo pensar es que son palabras vacías.
- Pero aún me llamas
papá.
- A falta de una
palabra mejor. Se me ocurren muchas otras, pero no parecen adecuadas para
decirlas delante de los niños.
- Piensa lo que
quieras, pero te aseguro que no son palabras vacías. Hacía tiempo que no tenía
tanto miedo como cuando me han dicho que había habido un disparo en mi casa,
donde se suponía que estabas sólo tú.
- Cuando has venido
parecías asustado, eso te lo concedo.
- No soportaría que
te pasara nada.
- Tienes una forma
curiosa de demostrarlo…
- Yo me he llevado
palizas peores. Pero sí, tienes razón, me he pasado. Por eso tengo que curarte.
Acércate, cariño.
- No me llames así.
- Sólo era un apodo
afectuoso…
- No tienes derecho
a llamármelo.
- Me odias ¿no es
así? – preguntó Patrick.
- Ahora mismo, sí.
- No me extraña.
Puede que me odie hasta yo. Ahora necesito que estés quieto y dejes que te
cure.
Hubo un minuto, más
o menos, de completo silencio, y luego Chris escuchó un siseo y un gemido.
- Puedes quejarte,
Paul, o llorar... Sé que escuece mucho.
- Llorar no es de
hombres.
- Aquí sólo estamos
tú y yo. Si quieres llorar, hazlo.
- No voy a darte esa
satisfacción.
- No estoy haciendo
esto para que llores. Lo hago para que te baje la inflamación. ¿Notas que te
alivie?
- Bastante.
- Bien.
Más silencio.
- Has dicho que te
llevaste palizas peores…- dijo Paul al cabo de un rato, la curiosidad en su
voz.
- El abuelo odiaba
que entrara en su despacho. Esa fue la vez que peor me fue. En su momento no
entendí por qué. Luego descubrí lo de la magia, y supe que no me dejaba entrar
porque allí escondía cosas que me hubieran revelado la verdad. Pero aun así no
creo que le diera motivos para darme la paliza que me dio...Juré que nunca
castigaría así a mis hijos y aquí me tienes.
- Si tocas a mis
hermanos, te mataré. - advirtió Paul, y Chris consideró que iba totalmente en
serio.
- Si tus hermanos no
tocan una pistola, yo no les tocaré a ellos. – replicó Patrick. – Prefiero que
me odies y estés un poco adolorido a tener que enterrar a otro hijo.
Había tanto dolor en
la voz de Patrick que Chris pudo entenderle. Pudo entender que se hubiera
excedido…El miedo a sufrir la pérdida de otro hijo debería ser muy intenso.
Chris no había perdido un hijo, pero sí una mujer y por eso entendía de
sobreprotección. Patrick había sido un bestia, pero no parecía un hombre muy
delicado por lo general y además era inexperto en esa clase de castigos. Tal
vez y sólo tal vez, no fuera un maltratador.
- Ya he terminado.
Mañana tendrías que estar bien, o casi.
- Eso espero, porque
tengo clase.
- Si no es mucho
pedir, no te pelees. Los exámenes están muy cerca y lo que menos necesitas es
otra expulsión.
- Da igual, papá.
Voy a perder éste año, seguramente. Y no sólo por la expulsión, sino ya de
antes…
- No te rindas tan
fácil. Eres listo, y trabajador. Sé que puedes hacerlo. Has estado cargando con
mucho tú sólo. Ahora sólo tienes que preocuparte por estudiar y yo te ayudaré
en todo lo que necesites. Y si aun así no superas el curso no pasa nada. El año
que viene podrás comenzar de cero, sin presiones.
- ¿Sabes? No va a
ser tan malo que me pegues si luego vas a estar tan amable y comprensivo.
- No voy a volver a
pegarte, Paul. No si no tocas una pistola.
- No te preocupes
por eso. Entre Chris y tú lo habéis dejado muy claro.
- ¿Entre Chris y yo?
- Él también me pegó
¿sabes?
- ¿Qué? ¡Será mamón!
- ¡Papá!
- ¿Qué?
- ¡Nunca te he oído
decir un taco!
- Bueno, pues ya lo
has hecho. Y oirás más seguramente. Que hijo de su madre. ¿Te hizo daño?
Chris estaba
alucinando. ¿Patrick se estaba quejando de lo que él le había hecho a Paul?
¡Pero si había sido mucho más suave que
Don-sólo-voy-a-pegarte-si-tocas-una-pistola!
- Dolió un poco,
pero intenté estrangularle, le di de puñetazos, y le apunté con un arma. Creo
que salí demasiado bien parado. Ah, y le insulté.
- ¡Y te quedaste
corto! ¡Maldito cabronazo!
- Papá, me estás
asustando. No fue para tanto, de verdad. Lo cierto es que… después de nuestra
"conversación" lo suyo parecen caricias…
- Pues no te cuento
lo que le va a parecer a él cuando le ponga las manos encima…
- Basta, papá. Chris
se ha portado muy bien conmigo. Yo no he hecho más que darle problemas a él y a
su familia y él ha sido un amigo, casi un hermano.
- ¿No estarás
saliendo con él?
- ¡Papá! ¡Me saca
catorce años!
- ¿Y eso qué
importa? ¿Sales con él?
- ¡No! Claro que no.
Por Dios. Casi te prefería cuando no te interesabas por mi vida.
- ¿Casi?
- Sí. Antes no podía
hacer esto.
Y, aunque no les
vio, Chris supo que se estaban abrazando.
- Te quiero, Paul.
Sé que no te lo digo mucho, y que tal vez te cueste creerlo, pero te quiero.
- Y yo también a ti,
papá. Odiarte cansa demasiado.
- ¿Me quieres?
- Me has oído
perfectamente.
- Pero quiero oírlo
otra vez.
- Te quiero. –
repitió Paul, y se rió.
De nuevo silencio. A
Chris le mataba la impaciencia.
- Lamento romper el
momento, porque sé que el buen humor no va a durarte mucho… - empezó Paul –
…pero tengo algo que decirte.
- ¿El qué?
- Es posible que
haya vuelto a ver a Chris. De hecho, es posible que haya estado en esta
habitación, después de que me castigaras.
- ¿Es posible?
- Vale, más que
posible. Ha estado. Pero no te enfades. Hoy ya me has gritado mucho…
- No voy a gritarte,
Paul. No me gusta, pero no voy a gritarte. Tienes que entender que no es un
capricho. Estar cerca de él puede ser peligroso para ti. Puede suponer tu
muerte ¿es que no lo entiendes? Lo siento, PJ, pero estás castigado. No puedes
salir más que para ir a clase. Y de clase aquí, y de aquí a clase. Hasta que
acabe el curso.
- ¡Pero eso son más
de dos meses!
- Lo sé.
- Tengo 19 años…
- No me vengas con
esas. No me importa la edad que tengas.
- Sí, me estoy dando
cuenta.
- No te enfurruñes.
En realidad no es un castigo. Es la forma de asegurarme de que no le vuelves a
ver.
- Puede orbitar...
- Tendré un ojo
encima de ti.
- Genial, adiós a mi
libertad.
- Mala suerte. Me
gusta que me lo hayas dicho. Significa que empiezas a confiar en mí otra vez.
- Me has demostrado
que te importo.
- Siempre me has
importado.
Chris decidió que
era el momento de irse y dejarlos solos. Pero supo que jamás podría dejar de
odiar a Patrick Anderson. Y le dio rabia que Paul no le odiara también, porque
eso le obligaba a dejarle en paz. No podía hacer nada si el chico le quería. Y
había escuchado con sus propios oídos que era así.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario