lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 49: El mal día de Nick



 


Chapter 49: El mal día de Nick
 


Mientras les llevaba en coche al colegio a Chris le pareció que Nick aún estaba un poco triste. Por eso se esforzó por distraerle, pero Nick seguía mirando por la ventana y suspirando cada poco rato. Cuando se despidió de ellos, Chris le retuvo un momento y le dio un abrazo. A Nick no pareció importarle el que estuvieran en la puerta el colegio, porque le devolvió el gesto y lo prolongó unos segundos.
- ¿Por qué tanta tristeza? – preguntó Chris, algo preocupado. – Ya no estoy enfadado, cielo. Lo sabes ¿verdad?
Nick asintió, y le dedicó una sonrisa, aunque seguía mirándole de la misma forma triste.
- Es que…si ésta noche no has conseguido nada…eso quiere decir que hoy vas a volver.
- Necesito saber con qué demonios se ha aliado Barbas, y tal vez logre descubrir por qué tiene tanto interés en vosotros; en especial por tu hermano.
- ¿Eso es que sí? ¿Vas a volver esta noche?
- Me temo que sí, Nick.
- Entonces, ya sabes porque estoy así. No puedes pretender que esté contento si sé que vas a arriesgar tu vida.
Chris le miró con grandes dosis de cariño.
- Soy un hueso duro de roer. No va a pasarme nada. Te prometo que esto en verdad no es peligroso. En una escala del 1 al 10 de todas las cosas arriesgadas que he hecho, lo de estas noches no llegará al cinco.
- Más te vale. Si no, no te lo perdonaré en la vida.
Chris se dio cuenta de la ironía: para decirle que le querían, y que no querían que le pasara nada Peter había amenazado con asesinarle, y Nick con guardarle rencor eterno. ¡Como si él quisiera que le pasara algo! ¡Como si fuera su culpa! Sacudió la cabeza, y sonrió. Le dio un beso en la frente y se despidió de él.
- Que tengas un buen día, Nick.
Se quedó apoyado en el coche mientras le veía entrar. Vio un horrible contraste: Nick se dirigió a un grupo de chavales que estaban en las escaleras de la entrada del colegio: Peter había entrado sólo. Incluso Leo había saludado a algunos amiguitos. Chris suspiró, pensando que al menos Peter tenía a Nick, y a través de él se llevaba con Paul y con Rachel.
Se fue a trabajar casi arrastrándose del sueño que tenía. Se tomó como tres cafés a lo largo de la mañana, y maldijo, porque aquella noche también se la iba a pasar en vela.
- Chris – le dijo Wyatt sujetando unos papeles. – El contrato de Richard habría que renovarlo antes del…¿Chris? ¡Te estás durmiendo!
- Un poco – reconoció él y trató de despejarse.
- Vete a descansar, anda. No eres un superhéroe: no puedes llevar una doble vida.
- Dormir está sobrevalorado – dijo Chris con una media sonrisa. – Si he aguantado cuatro horas aguanto media más.
- Esta noche no deberías volver.
- El tiempo es oro.
- Pues voy yo.
- No voy a dejarte hacerlo.
- Oye, son tus hijos, pero también mis sobrinos.
- Vic y Alex también pueden correr peligro, si vuelven a usarlos de distracción. Es mejor que vaya yo. No será la primera vez que me paso días sin dormir. Ya no tengo veinte años, pero la cafeína sigue siendo cafeína.
- Te odio cuando tienes razón.
- Entonces debes de estar odiándome todo el tiempo. – dijo Chris riendo un poco.
Un rato después se despidió de su hermano y fue a por sus chicos con el coche. Peter estaba con Leo esperándole en la puerta del colegio, pero Nick estaba algo apartado de ellos, sentado, y muy muy abatido. Chris no sabía si seguía con la preocupación o si le pasaba algo más, pero se hizo evidente que su hijo no estaba precisamente alegre. Les saludó, y el viaje a casa fue muy extraño. Chris notó que había cierta tensión en el ambiente, y Nick cada vez parecía más hundido. Estuvo a punto de preguntar varias veces pero no sabía si esperar a estar a solas y en casa…Sin embargo, cuando aparcó el coche, Nick salió volando y se metió en la casa. Chris creyó ver que lloraba. Miró a Peter con la interrogación en los ojos. ¿Qué diablos el pasaba a Nick? Por alguna razón, lo primero que pensó fue que había tenido algún problema con Rachel, y se descubrió pensando cómo ayudar a su hijo con su primer desengaño. Pero cuando Peter habló le descartó por completo ésta posibilidad.
- No te enfades con él, por favor. Está muy triste y lo siente mucho.
- ¿Qué es lo que siente? – preguntó con frustración. Le había castigado esa misma mañana y, por lo visto, había vuelto a meterse en problemas.
- Me hizo prometerle que no te lo diría. Quiere hacerlo él.
Chris resopló y sacó las llaves del contacto. Leo, Peter y él entraron en casa, y tras unos minutos de hablar con ellos, de quitarse la chaqueta y de ir al baño, subió a hablar con Nick. Le encontró sentado en la cama. Había llorado, pero en ese momento parecía calmado. Tenía un papel en la mano, y Chris se fijó en que había dejado el cepillo encima de la cama… Así que Nick se pensaba que le iba a castigar. Era cierto entonces que algo había hecho. Estaba buscando la manera de empezar una conversación, una en la que no sonara enfadado porque no lo estaba, cuando Nick se le adelantó. Se acercó a él y le dio el papel, sin mirarle a la cara. Chris lo cogió, y leyó.
ESTIMADO SEÑOR HALIWELL:
DURANTE LA CLASE DE HOY, SU HIJO NICHOLAS HA UTILIZADO UN LENGUAJE TOTALMENTE INAPROPIADO PARA DIRIGIRSE A MÍ. HA USADO EL TÉRMINO "CAPULLO MALFOLLADO" EN REITERADAS OCASIONES. NORMALMENTE ÉSTE COMPORTAMIENTO HUBIERA SIGNIFICADO UNA SUSPENSIÓN DE TRES DÍAS, PERO EN VISTA DE SU EJEMPLAR EXPEDIENTE ACADÉMICO HA DE TOMARLO COMO UN AVISO. SI ESTO VOLIVERA A REPETIRSE SE TOMARÍAN MEDIDAS DISCIPLINARIAS.
LE RUEGO QUE ME DEVUELVA ESTA NOTA FIRMADA.
RECIBA UN CORDIAL SALUDO,
ELPHIAS COHENEN
Chris dejó el papel en la mesa y miró a Nick, que a su vez miraba al suelo. Durante unos segundos ninguno de los dijo nada, pero Nick comenzó a llorar, bajito.
- Sí, haces bien en llorar porque a mí se me caería la cara de vergüenza.
Nick no dijo nada, pero pareció encogerse, como si estuviese intentando desaparecer.
- No pienso permitir que mis hijos usen ese lenguaje para hablar con nadie; mucho menos con un profesor.
Nick siguió mudo, sollozante, y sin mirarle.
- Nick, mírame. Mírame. Vamos, hijo, levanta la cabeza. ¿Por qué le has dicho eso? – preguntó Chris, intentando no gritar. De hecho, usó un tono bastante suave. Intentó recordar de qué materia era ese profesor. Con cierto esfuerzo, lo consiguió – Es tu profesor de Lengua ¿no? Peter y tú nunca os habéis quejado de él. Nunca he oído que sea exigente, o borde, ni duro….No te equivoques: nada de lo que te haya dicho justifica que tú le hables así, pero trato de entenderlo. ¿Por qué?
- Si es que no me ha dicho nada – respondió Nick llorando. – Si es el profesor más bueno que tenemos…
- Pues entonces, no te entiendo, hijo.
- Yo….yo…
- Respira hondo, y luego me lo cuentas – dijo Chris, con paciencia. A Nick le llevó unos segundos.
- Paul ha suspendido un examen, y se estaba quejando de que era muy difícil, y el profesor muy rebuscado. Yo, para animarle, le he dado la razón, y…he acabado diciéndole que lo que pasa es que es un…un…bueno, eso que has leído. Con tan mala suerte de que el profesor me ha oído. Y…y…claro, se ha enfadado, y me ha dicho algo así como que no se esperaba semejante comentario por mi parte...y me ha exigido una disculpa, y a mí me daba vergüenza y no lo he hecho…me ha insistido, algo enojado….y yo seguía sin decir nada…me echó de clase y a mí no se me ocurrió otra cosa que negarme y volver a llamarle eso.
- Delante de tus compañeros. Yo no te hubiera echado de clase, te hubiera expulsado del colegio.
Nick soltó un sollozo renovado.
- Ya te he castigado esta mañana por desobedecerme, mentirme y ponerte en peligro. Ahora cometes una falta grave de respeto. ¿Hay alguna norma que no hayas roto?
- Lo…lo siento. Lo siento mucho.
Chris orbitó el cepillo de la cama a su mano, y se colocó de lado junto a él, agarrándole de un brazo, pero no le tumbó.
- Nick quita la mano. – le dijo. El chico se había cubierto, dejando la palma hacia afuera. Tras un instante apartó la mano, y soltó otro sollozo.
- CRACK No CRACK se insulta CRACK a los profesores CRACK CRACK CRACK.
Chris le soltó, y dejó también el cepillo.
- Considera esto un aviso. Si se vuelve a repetir añadiré a tu castigo todo lo que hoy te he perdonado. Mañana le pedirás disculpas a tu profesor. Le pediré que me responda por escrito si lo has hecho. Y no podrás salir en dos semanas.
Nick se frotó el trasero, asintió, e intentó irse, sin dejar de llorar, pero Chris le sujetó.
- ¿A dónde vas? Ahora viene cuando te abrazo – le dijo, y acto seguido lo hizo. – Reconozco las lágrimas de arrepentimiento cuando las veo, Nick, y sé que no estás orgulloso de lo que has hecho. Entiendo que esas expresiones malsonantes deben de ser habituales entre Paul y tú y que tu intención no era que el profesor lo oyera. Deberías haberte disculpado, en vez de insultarle de nuevo, pero confío en que lo harás mañana.
Nick asintió otra vez, y apoyó la cara en el pecho de Chris, aun llorando.
- ¿Crees que podrás evitar meterte en más problemas por hoy? Un castigo por día me parece suficiente. Un castigo por mes me parece suficiente. Es más, me encantaría no tener que castigarte.
Nick volvió a asentir, sin despegarse de él. Chris le dejó llorar mientras le acariciaba el pelo y tras un rato el chico se calmó.
- ¿Mejor? – le preguntó, con voz dulce.
- Sí. Perdóname.
- Estás perdonado, mi amor. Lo estabas antes de enseñarme la nota.
- No volveré a hacerlo nunca.
- Me alegro, porque no me gusta que hables así. Un profesor no es un "capullo malfollado" por suspender a alguien en un examen. Podrá darse el caso de que sea injusto, pero hay maneras educadas de expresarlo de ser así.
- Lo sé….es que…no soy del tipo que mide sus palabras.
- Pues harías bien en empezar a hacerlo. En especial cuando se trate de un profesor. Y ni siquiera era tu examen…Por cierto ¿qué tal el tuyo?
Nick caminó hasta su mochila y sacó dos folios. Chris vio un gran 10 en la primera página.
- Enhorabuena – dijo Chris, sonriéndole – Voy a empezar a llamarte matriculín. ¿Qué tal le ha ido a tu hermano?
- Tiene un notable, creo.
- Par de empollones. Me alegro mucho por ti, hijo. Si sigues queriendo hacer Medicina, no vas a tener ningún problema con la nota, ni para elegir universidad.
Nick le sonrió un poco, pero sólo un poco, y luego le dio otro abrazo corto antes de irse.
- Nick – llamó, antes de que saliera - Mi trabajo no es "penalizar" tu mal comportamiento, sino más allá de eso enseñarte el correcto. Por eso realmente quiero que te disculpes mañana con tu profesor, y que lo hagas como es debido.
- Lo haré. Y no te daré problemas ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni en toda la semana.
- ¿Y después?
- Después ya no lo sé. – respondió Nick, sonando cauto y pícaro a la vez. - Tengo la boca más grande que el cerebro ¿recuerdas?
Chris le persiguió para hacerle cosquillas, pero le dejó escaparse. Se quedó un momento en el cuarto de Nick, leyó la nota de nuevo y la firmó. Tal y como había dicho, le pidió por escrito al profesor que le hiciera llegar un aviso de que su hijo efectivamente se disculpaba. Además, le agradeció el hecho de que no le hubiera expulsado. Luego bajó a hacer la comida, maldiciendo el haber pensado con antelación poner pescado aquél día: no quería provocar otro conflicto con Nick. Le dedicó una mirada de advertencia cuando se sentaron a la mesa, pero Nick se lo comió sin protestar, aunque se tomó su tiempo. Cuando acabó la comida, se fue a dormir, recordando lo que Chris le había dicho aquella mañana sobre no quejarse si no quería acostarse a las siete durante un mes. Chris se alegró de que estuviera siendo fiel a sus buenas intenciones y no estuviera dando problemas. No pedía un hijo perfecto, pero se alegraba de que Nick le pusiera las cosas fáciles.
Le observó dormir y le dio un beso. Después él también se echó un rato. Justo cuando se le cerraban los ojos vio que Ariel se subía a su cama. Acarició a la perrita y se dejó vencer por el sueño, tras la noche en vela.
Se despertó cuarenta y cinco minutos después. Al principio no supo qué le había despertado. Luego escuchó la guitarra y la voz de Peter. Su hijo sonaba extraño….como sí….como si estuviera llorando mientras cantaba.
*You, with your words like knives
And swords and weapons that you use against me,
You, have knocked me off my feet again,
Got me feeling like I'm nothing.
You, with your voice like nails on a chalkboard
Calling me out when I'm wounded.
You, pickin' on the weaker man.
Well you can take me down,
With just one single blow.
But you don't know, what you don't know,
Someday, I'll be living in a big old city,
And all you're ever gonna be is mean.
Someday, I'll be big enough so you can't hit me,
And all you're ever gonna be is mean.
Why you gotta be so mean?
You, with your switching sides,
And your walk by lies and your humiliation
You, have pointed out my flaws again,
As if I don't already see them.
I walk with my head down,
Trying to block you out cause I'll never impress you
I just wanna feel okay again.
I bet you got pushed around,
Somebody made you cold,
But the cycle ends right now,
You can't lead me down that road,
You don't know, what you don't know
Someday, I'll be, living in a big old city,
And all you're ever gonna be is mean.
Someday, I'll be big enough so you can't hit me,
And all you're ever gonna be is mean.
Why you gotta be so mean?
And I can see you years from now in a bar,
Talking over a football game,
With that same big loud opinion but,
Nobody's listening,
Washed up and ranting about the same old bitter things,
Drunk and grumbling on about how I can't sing.
But all you are is mean,
All you are is mean.
And a lier, and pathetic, and alone in life,
And mean, and mean, and mean, and mean
But someday, I'll be, living in a big old city,
And all you're ever gonna be is mean. Yeah.
Someday, I'll be big enough so you can't hit me.
And all you're ever gonna be is mean.
Why you gotta be so?
Someday, I'll be, living in a big old city,
And all you're ever gonna be is mean. Yeah,
Someday, I'll be big enough so you can't hit me,
And all you're ever gonna be is mean.
Why you gotta be so mean?.
No había que ser un genio para imaginar que esa canción iba sobre Derek. Chris, sentado sobre la cama, reflexionó sobre algunas de las frases de la canción. "Tú me puedes derribar con tan sólo un simple golpe, pero no sabes, lo que no sabes es que algún día, estaré viviendo en una ciudad grande y antigua, y tú sólo serás alguien cruel. Algún día, seré lo suficientemente fuerte y no podrás lastimarme, y tú sólo serás alguien cruel. ¿Por qué tienes que ser tan malo?"
"Yo sólo quiero sentirme bien otra vez. Apuesto que alguien te maltrató, alguien te hizo frío. Pero el ciclo termina ahora: no puedes llevarme por ese camino. "
Chris se levantó de la cama, y se dio cuenta de que Ariel ya no estaba por allí. Fue al cuarto de Peter y abrió la puerta. El chico estaba llorando, aunque sin sollozos, y estaba abrazando a la perrita, que debía de haberse mudado de un cuarto a otro mientras Chris dormía. Chris se dio cuenta de que abrazar al cachorro le calmaba. Había dejado la guitarra sobre la cama. Chris echó un vistazo al instrumento y luego volvió a mirar a su hijo.
- Una canción dura – le dijo.
- Una buena forma de descargar mi rabia.
- ¿Estás bien?
- Sí. – respondió Peter, secándose las lágrimas - ¿Y tú? He visto que dormías y no he querido despertarte. ¿Estás muy cansado?
- Un poco de sueño no le hace daño a nadie.
- Nick dice que ésta noche vas a volver.
Chris asintió.
- ¿Puedo convencerte de que no lo hagas?
- Soy aún más cabezota que tú. – respondió Chris, con una sonrisa.
- Y yo puedo ser realmente persuasivo si me lo propongo.
- Tengo que hacerlo, Pete.
- Supongo que sí…Pero si te pasa algo…
- Me curarás y luego me matarás, sí, sí, ya lo dijiste. No te preocupes, mi padre y Wyatt te ahorrarán el trabajo.
- Si te pasa algo de verdad habrá un entierro doble. Porque yo no soportaría que te pasara nada.
Chris sintió que el corazón se le llenaba y a la vez se le encogía.
- Eh, eh ¿quién ha hablado de entierros? Soy más escurridizo que una lagartija. Cuando te duermas te daré las buenas noches y cuando te despiertes los buenos días.
Chris le sonrió, le dio un beso, y acarició a la perrita.
- ¿Seguro que estás bien? – preguntó, antes de irse.
- ¿Sabes lo que te diferencia de Derek? Lo pregunto en serio – le dijo Peter.
Chris se quedó pensativo, sin entender a qué venía aquello y cómo iba eso a responder a su pregunta. No dijo nada, pero no hizo falta porque Peter respondió por él.
- La forma en la que me hablas. Lo mejor de que el peque me convirtiera en un crío era que no recordaba todas las veces que me habían gritado, insultado y criticado. Me sentía bien conmigo mismo. Y pensaba que…que tú eras mi padre. Que siempre lo habías sido. Era una certeza que tenía y me hacía sentir seguro. Me hacía saber que no estaba sólo y nunca lo estaría. Cuando le quitaron mi custodia a Derek, por mi cabeza pasaron muchas cosas, pero había una idea que subsistió durante mucho tiempo, hasta el día en el que me dijeron que me iba contigo. ¿Y si Derek había sido mi última oportunidad? ¿Y sí al alejarme de su lado me quitaban al único padre que iba a tener? ¿Quién más iba a quererme?... Me has dejado claro que tú, por alguna razón incomprensible, me quieres. Así que sí, papá, estoy bien, y lo estaré siempre mientras esté contigo y tú me sigas queriendo.
A Chris se le formó un nudo en la garganta. Más que darle un abrazo, le aplastó con mucha fuerza y de forma posesiva.
- Siempre voy a quererte.
Media hora después, mientras se planchaba una camisa, Chris seguía con la sensación de amor profundo que Peter inspiraba en él. No era la primera vez que el chico le decía o le demostraba que lo único que necesitaba era que le quisiera. Lo que Peter no sabía es que Chris no podría no quererle, aunque lo intentara.
Chris tenía una vida bastante buena, pero si pudiera pedir un deseo lo tendría muy difícil para elegir cuál. Que su mujer no hubiera muerto. Que Nick y Peter siempre hubieran vivido con él. Que Peter nunca hubiera conocido a Derek, y nunca le hubieran hecho daño. Que Nick no hubiera pasado ni una sola noche en la calle. En momentos como ese ganaba el deseo de que Peter jamás hubiera sido maltratado, porque tuvo claro que por mucho que lograra curar sus heridas emocionales (como ya lo había hecho en parte) jamás podría hacerle olvidar. Además el mundo parecía obsesionado con que no olvidara, con la sombra de Derek siempre detrás de ellos, de una forma u otra.
En estas reflexiones estaba cuando escuchó un ruido muy fuerte, de algo cayendo contra el suelo. Cuando aún estaba tratando de adivinar qué era, escuchó el llanto de Leo. Hacía mucho que no le oía llorar así, medio gritando como cuando era más pequeño. Orbitó al cuarto de su hijo y vio a Nick que acababa de llegar y le estaba abrazando.
- Sssh….Enano, ya está. ¿Dónde te has dado?
Leo levantó el brazo haciendo un puchero, y Chris se agachó a su lado. Tenía un poquito de sangre, y cuando Chris se lo tocó, con cuidado soltó un grito. Tal vez se lo había roto o se había hecho una fisura. Chris ni siquiera dedicó un segundo a tratar de descubrirlo. Extendió su mano y le curó. Leo dejó de quejarse, pero siguió llorando. Chris le abrazó y trató de calmarle, sabiendo que ahora ya no lloraba por el dolor que sentía, sino por el que había sentido y por el susto. Peter entró en el cuarto, alarmado por el llanto al igual que él, pero se tranquilizó al ver que todo parecía controlado. El chico se puso a recoger la silla, que estaba caída sobre el suelo. Ese tenía que ser el ruido que Chris había oído.
Se puso de pie con Leo en brazos y le meció como cuando era un bebé. Le acarició la espalda y el bracito y notó que poco a poco se calmaba.
- Ya, mi vida, ya. Ya no te duele ¿verdad?
Leo negó con la cabeza.
- Pero me ha dolido mucho…
- Lo sé, campeón. ¿Qué ha pasado?
- Me subí a la silla, y me caí.
- ¿Y qué hacías subido a la silla?
- Quería llegar arriba de la estantería.
Chris suspiró. Dejó a Leo en el suelo y le miró con cara de pocos amigos, preguntándose qué hacer con él.
- Y eso es lo que yo te digo siempre que hagas ¿no? En vez de llamarme a mí o a tus hermanos, que llegamos perfectamente, te digo que cojas una silla y te subas. Porque no te he dicho nunca que no me gusta que te subas a las cosas.
- Pero déjale, joder, que se ha hecho daño. – le dijo Nick, con mucha agresividad.
- Nick, no estoy hablando contigo, y cuida el tono.
- No cuido una mierda. Se ha dado la leche del siglo y tú…
- Sí y por eso intento que entienda que no tiene que hacerlo de nuevo. ¿Me has oído Leo? ¿Entiendes ahora por qué no quiero que vayas por ahí haciendo el mono?
- Sí, papá. No lo voy a volver a hacer…
- Qué puto insensible eres – le espetó Nick, y Chris reunió paciencia.
- Si no vas a ayudar mejor vete a tu cuarto.
Nick se fue, y él se quedó con Leo y con Peter, que se agachó junto a su hermano, y le preguntó:
- ¿Qué querías coger?
- Ese libro morado.
Peter le agarró de la cintura y le levantó y así Leo "llegó" a coger el libro.
- ¿Sabes? Creo que yo tampoco llego – le dijo Peter, y se acercó a él como si fuera a decirle un secreto, pero habló en voz alta – Y papá tampoco.
- Antes lo cogía con mis poderes, pero como…
- Oh, pero así es más divertido – interrumpió Peter para que el niño no pensara en que Chris le había atado su magia. – Cuando quieras coger algo que esté alto llámame y te subo ¿vale?
Leo asintió, y le dio un abrazo.
- Me alegro de que estés bien, hijo – dijo Chris, y le dio un beso en la cabeza. – Cuando te he oído caer me he asustado mucho.
- Y yo también. – dijo el niño – Si no fuera tan torpe…
- Eh, eh, eh. No eres torpe, te lo he dicho muchas veces. Todo el mundo se cae. El problema es que si te caes andando no pasa nada, pero si te caes ahí subido, te haces daño.
Leo asintió, y miró a la silla como si estuviera enfadado con ella. Chris sonrió al verlo. Cuando era más pequeño, con tres o cuatro años, Leo echaba la culpa a las cosas cuando se caía. "Escalera mala" decía, muy convencido de que el objeto le estaba escuchando.
Chris salió de la habitación de Leo, bendiciendo su capacidad de poder curarle, pero maldiciéndola a la vez: a veces le daba la sensación de que sus hijos, sobretodo Leo, eran más imprudentes al pensar que él podía curarle en un segundo.
Fue al cuarto de Nick y entró tras llamar a la puerta.
- No soy un "puto insensible" y no puedes hablarme de esa forma.
- Y tú no puedes castigar al enano después del golpe que se ha dado.
- Y no iba a castigarle. Sólo le regañaba un poco, para que entendiera cómo puede evitar hacerse daño de nuevo. Me gusta que te preocupes por tu hermano, pero no puedes decirme cómo educarle. Tienes que pensar que yo intento hacer lo mejor para él.
Nick le miró intentando ver si decía la verdad. Había estado seguro de que iba a castigar a Leo pero por lo visto Chris no había pensado en hacerlo. No dijo nada, consciente de que había dado demasiadas cosas por supuestas.
- Estoy cansado de que me hables mal, hijo, y de que uses expresiones como "puto insensible" y "joder". Hoy mismo hemos hablado del respeto, y pensaba que estábamos de acuerdo. Quiero que copies cien veces "No diré palabrotas y hablaré a mi padre apropiadamente".
- ¡No voy a hacer eso! ¡No soy un crío!
- La verdad es que no te estaba consultando. E igual que he dicho cien pueden ser mil.
- No pienso hacerlo.
- Entonces, ¿tengo que hacer como el abuelo, y darte unos azotes después de lavarte la boca? Vamos, siéntate y copia. No es un gran castigo, y lo sabes. Ya veo cómo ibas a estar sin meterte en problemas.
Que le recordara eso le pareció un golpe bajo a Nick. No hacía ni tres horas que le había dicho que se mantendría alejado de líos y ya le estaba regañando de nuevo. Nick era consciente de eso, y le molestó que se lo recordara.
- No es mi culpa que tú seas un maniático exigente.
- Vale, Nick, ya he tenido mucha paciencia contigo. Vete al baño.
Tras unos segundos y un pulso de miradas, Nick se levantó e hizo lo que le ordenaba. Chris fue detrás de él, abrió un armario y sacó una pastilla de jabón. Se la enseñó, mientras la abría.
- Esto es lo que consigues al ponerte respondón y maleducado. Abre la boca.
Sorprendentemente, Nick lo hizo. Su abuelo ya le había enseñado que era mejor hacerlo. Chris nunca había lavado la boca a ninguno de sus hijos, pero a él se le habían lavado como mil veces, así que se acordaba de cómo iba. Cuando la boca de Nick estuvo llena de jabón, sacó la pastilla.
- Dos minutos – le dijo – Y no llores, que no es para tanto.
Aquello hizo que Nick, que sólo tenía un par de lágrimas, llorara más, y Chris se sintió mal.
- Nick, no debería haberte dicho eso. Si quieres llorar, llora. Yo voy a castigarte igual, pero no puedo ni quiero impedirte que llores si tienes ganas de hacerlo. No es algo de qué avergonzarse. Y ahora ven aquí – diciendo esto, tiró de él un poquito y le bajó el pantalón – Generalmente, cuando no aceptas un castigo te viene otro mayor. Faltarme al respeto es motivo suficiente para que lleguemos a éste punto pero querías proteger a tu hermano y por eso había sido indulgente contigo. No soy un maniático exigente, Nick. Sólo quiero que mis hijos me respeten. Creo que me lo merezco. Luego hablamos de eso, pero ahora – avisó, y le bajó también el calzoncillo – tú y yo vamos a tratar tus reiteradas faltas de respeto.
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- Voy a ser muy pesado con esto, en vista de que no sólo te olvidas de que yo no soy uno de tus compañeros, sino que lo haces también con tus profesores.
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- Puedes enjuagarte la boca. Un consejo que te doy es que hagas gárgaras. Te lo digo por experiencia. – dijo Chris, y le subió la ropa. Observó cómo Nick lo hacía. Para cuando acabó, el chico ya no estaba llorando. Chris tampoco había sido duro con él aquella vez, en parte porque no había sido tan grave, y en parte porque le interesaba que pudiera sentarse sin incomodidad durante los siguientes minutos – Ahora quiero que vayas, y copies lo que te he dicho. ¿Recuerdas qué era?
Nick asintió y se fue a hacerlo pero cuando estaba en la puerta se giró y fue hacia él corriendo para darle un abrazo rápido. Luego se volvió a ir fingiendo que no había pasado nada. Chris sonrió ante éste gesto tierno y tímido y salió después que él. Observó que se sentaba a escribir y le dejó tranquilo. Al poco rato volvió y Nick ya había acabado.
- Muy bien, hijo. Ahora quiero hablar contigo. – dijo, sentándose en la cama. - ¿Crees que te pido algo muy difícil? Sé que no soy muy exigente en lo que respecta a la forma de hablar. Tan sólo os insisto en que no me llaméis Christopher, y muchas veces no os digo nada con las palabrotas. Te aseguro que yo ni siquiera decía "mierda" delante de mi padre, o mejor dicho, que si lo hacía me metía en problemas. Pero hay un límite en el tono y en las palabras que puedes, que podéis, dirigir contra mí. Y tú en especial, Nick, tienes la manía de hablarme mal delante de tus hermanos, igual que le hablaste mal a tu profesor delante de tus compañeros o aquél día que me mandaste a la mierda delante de tus amigos. Soy una persona bastante orgullosa, Nick, lo reconozco, y no me gusta que mi hijo me pase por encima delante de sus hermanos o de otras personas. Sé que eso del "respeto" suena obsoleto y anticuado, y si quieres lo llamamos de otra forma, pero el caso es que en éste siglo, en el pasado, y en el siguiente, soy tu padre. Que puedes decirme lo que sea, pero cuidando la forma en que me lo dices.
- Tienes razón. Lo siento. – dijo Nick, y a Chris le sonó bastante sincero.
- Bien, pues entonces ya está. Me alegra haberlo aclarado. ¿Has dormido suficiente, o Leo te despertó?
- Ya no quiero dormir más – dijo Nick, poniéndole ojitos.
- Está bien. Pues haz deberes si los tienes, y si no eres libre. Voy a hablar con Peter y no sé cuánto tiempo va a llevarme, pero es importante así que intenta no interrumpirnos. Salvo que ocurra algo urgente, claro.
Le dio un beso en la cabeza y se fue. Tardó aun un rato en ir a la habitación de Peter, sin embargo, porque no sabía cómo se iba a tomar su hijo lo que tenía que decirle. Finalmente reunió valor, y llamó a su puerta. La abrió y le vio en la mesa, escribiendo algo.
- Peter ¿puedo hablar contigo un momento?
Peter asintió, algo inquieto por el tono serio que había empleado su padre. Pensó con celeridad: no, no se había metido en ningún lío que él supiera. Al menos, no era consciente de haber hecho nada malo. Intentó descifrar la expresión de Chris. No parecía enfadado, pero tampoco se decidía a hablar y Peter, pese a considerarse paciente, estaba cada vez más inquieto. Al final, tuvo que preguntar:
- ¿Qué querías decirme, papá?
- Tengo que pedirte algo muy difícil, hijo. En realidad, es algo que he estado evitando hablar contigo, y no debería haberlo hecho…
- Papá, me estás preocupando…
- Peter, supongo que sabrás, porque hablamos vagamente de la fecha, que se acerca el juicio de Derek.
- Sí…
- Quieren que tú declares, hijo. Eres menor de edad, así que han pedido mi consentimiento en vez del tuyo. Consideran que eres suficientemente maduro para ser testigo de la acusación en el juicio.
Chris había evitado decírselo antes, porque Peter parecía haber enterrado y superado su desastroso último encuentro con Derek. No quería verle sufrir. Sabía que ir al juicio no iba a ser algo agradable ni sencillo. Pero, como había dicho el chico en su canción "el ciclo termina ahora". Y para parar a Derek lo correcto era usar la vía legal. A Chris le hubiera encantado desintegrarle y así evitarle a Peter el tener que ir al juicio, pero Derek no era un demonio, al menos no el sentido literal de la palabra. No podía hacer eso. No debía hacer eso. El ciclo debía terminar, y Peter necesitaba pasar página. Y necesitaba hacerlo de la forma correcta.
- No…- dijo Peter, en un tono que era más una petición que una negación.
- Mira, tesoro, voy a ser sincero contigo. Si te niegas, no voy a obligarte. Pero creo que…creo que deberías hacerlo. Tu testimonio puede ser muy importante para que Derek vaya a la cárcel. Y para que ésta vez esté allí bastante tiempo. Una agresión con un arma de fuego, y más con sus antecedentes, es de la clase de delitos que se pagan durante años. Derek se merece eso. Si tú también crees que lo merece, debes testificar. Si no estás seguro de que lo merezca, aunque creeré que estás equivocado, intentaré respetarlo.
Peter lo meditó bien. Empezó a caminar por el cuarto, agarrándose las manos. Chris no recordaba haberle visto tan…¿nervioso? ¿preocupado? ¿indeciso?...pero no se atrevió a intervenir. Esperó, hasta que Peter pareció llegar por fin a una conclusión.
- Yo…sí creo que lo merezca, papá, pero…lo que no creo es ser capaz de hacerlo. No puedo sentarme ahí, mirarle y contar lo que pasó. Ni siquiera creo que pueda estar en la misma habitación que él.
- No voy a dejar que te haga nada…
- No es sólo eso…No puedo mirarle, no …no puedo saber que está cerca…¡No puedo! La otra vez….la otra vez quería ir…quería declarar contra él, pero no me dejaron…¡e hicieron bien! Entonces era muy pequeño y ahora…ahora estoy muy confundido. Y tengo miedo.
- Sé que es difícil, tesoro…
- No, ¡tú no sabes nada! Crees que puedes venir y decirme "haz esto, es lo correcto"…pero ¡no tienes ningún derecho!
- Oye, no la tomes conmigo.
- ¿Por qué no? Eres tú que me pide que haga lo más difícil que he hecho en mi vida. ¿Por qué debería ir al maldito juicio?
- Para que metan en la cárcel a tu maldito agresor. Para que no pueda hacer más daño, ni a ti, ni a otras personas.
Peter gruñó. Pareció estar a punto de golpear la pared, pero se contuvo justo a tiempo. En lugar de eso se apoyó en ella y cerró los ojos.
- ¿Tú vas a estar ahí también? – le preguntó.
- Eso ni se pregunta. Por supuesto. Aunque yo no tuviera que declarar también, allí estaría. Contigo.
Peter guardó unos segundos de silencio.
- Iré. Declararé.
- Gracias, hijo. Y gracias también por haber sabido controlarte.
Chris sabía que Peter tenía un problema con el autocontrol y la violencia. No en el mismo sentido que Nick, que simplemente se dejaba llevar por su rabia, sino en un sentido más profundo. Peter tenía mucho rencor dentro, en algunos aspectos más rencor aun que su hermano, y Derek le había enseñado que la fuerza podía valer para dominar a las personas. Por eso Chris apreciaba mucho los esfuerzos de su hijo por dominarse, y quería que él lo supiera, para motivarle a seguir haciéndolo.
- No es justo, papá.
- Lo sé, tesoro. Muchas cosas que te han pasado no son justas, pero tal vez por fin puedas tener algo de justicia. Justicia, que no venganza. Así…así es como tiene que ser.
Estuvo bastante rato hablando con Peter, explicándole cómo era exactamente un juicio, el protocolo, y demás detalles que ultimarían de todas formas con un abogado la semana siguiente. Luego los dos bajaron a la planta baja, y él y sus hijos disfrutaron de un tiempo juntos antes de que tuviera que irse a "patear demonios", como decía Nick.
Jugaron a un videojuego de música, y sorprendentemente Peter perdió y con una gran diferencia, además. Leo le gastó alguna broma, y Peter supo encajarla. Chris pensó que su hijo estaba distraído, tal vez preocupado por lo del juicio. En cualquier caso, siguió perdiendo partida tras partida. Nick hacía equipo con él, y acabó por picarse.
- Todo el día dando la murga con la guitarra y ahora eres incapaz de jugar a esto. ¿Qué rayos te pasa, Peter?
- Leo es mejor que yo, sólo eso.
- Y un cuerno. Eres un inútil, tío.
Peter abandonó el tono distendido y todo atisbo de broma, y le taladró con la mirada.
- No me llames eso. Tú no.
- ¿Por qué no, si es la verdad? Eres un manta y un inútil.
Chris no entendía por qué a Peter le molestaba tanto que le llamara aquello, cuando estaban de broma. Supo ver que Derek le hablaba así en ocasiones, porque Peter se lo había dicho alguna vez, pero sabía que su hijo podía diferenciar una broma de un insulto. Aun así, en vista de que le molestaba decidió intervenir para apaciguar los ánimos, ya que Nick parecía no haber comprendido hasta qué punto aquello ofendía a su hermano.
- Nick, anda, déjale.
- ¡Pero si ahora no he hecho nada! ¡Sólo estábamos jugando! No he hecho nada malo.
- Y yo tampoco te he regañado. Sólo digo que dejes a tu hermano tranquilo. Qué susceptible eres, hijo.
- Para susceptible él, que no acepta ni una puñetera broma. Y tú siempre te pones de su lado.
- Aquí no hay lados, Nick. A tu hermano le ha molestado la broma, y te he dicho que lo dejes. Punto. No hagas un mundo de una tontería, y vamos a seguir jugando.
- ¡Yo ya no quiero jugar con él! – dijo Nick, y tiró el mando de mala manera. Chris no pudo evitar pensar que aquello era muy infantil, pero evitó decirlo porque aquél era el punto en el que un Nick "picado" se convertía en un Nick enfadado que no controlaba su carácter. Sin embargo, Leo no fue tan prudente.
- No seas tonto, Nick. ¡Para una vez que gano yo! Si quieres cambiamos los equipos, y tú te pones con papá, pero no estropees el juego.
- ¡Tampoco quiero ponerme con papá!
- Bueno, pues te pones conmigo. De verdad, qué cansino eres.
- Tampoco quiero ponerme contigo, enano. Sois los tres iguales.
- ¿Iguales en qué? Nick, no tienes motivos para estar molesto. Ponte con Leo, y juguemos – dijo Chris, sin saber si reírse o si enfadarse ante el espectáculo de niño de cinco años que estaba viendo.
- Ponte tú con Leo y que Peter pierda sólo.
- Oye, Nicholas, ya vale ¿no? – dijo Peter que llevaba un rato en silencio – Papá se va en dos horas y tú estás aquí haciendo el idiota. Estábamos pasando un buen rato.
- Y yo lo he estropeado ¿no? ¿Es eso lo que quieres decir? – dijo Nick, fulminándole con la mirada. Se acercó a Peter y le empujó – Yo lo estropeo todo ¿no?
- Eso lo has dicho tú, no yo. Y no me empujes.
- Te empujo si quiero – replicó Nick, y le empujó otra vez.
- Chicos, basta – dijo Chris en tono tajante, con la triste intuición de que no iban a hacerle caso. Efectivamente Peter le devolvió el empujón a Nick, y así empezaron a pelearse. Chris les separó con algo de esfuerzo. – Dije que basta. Se acabó la videoconsola. Disculparos ahora mismo.
- Lo siento, Nick – dijo Peter, y luego miró a su padre con ojos tristes – Lo siento, papá.
- No más peleas – dijo Chris, dándole un único azote sobre el pantalón. – Y no me gusta repetir las cosas. Digo que paréis y vosotros paráis.
- Sí, papá. – dijo Peter, agachando la cabeza. Siempre le daba mucha vergüenza que le castigara delante de Leo. Al fin y al cabo era su hermano mayor. Chris puso una mano en su hombro, amistosamente.
- Está bien, Peter. Nick, aun espero que te disculpes con tu hermano. Le he regañado a él, pero la culpa es tuya. Has sido tú el que le ha atacado primero.
- Claro, ¡la culpa siempre es mía! – protestó Nick.
- No te he dicho que te hagas la víctima: te he dicho que te disculpes.
- ¡Y yo que te metas tu disculpa por el…! – empezó Nick.
- A tu cuarto. – cortó Chris, autoritariamente. Nick aun tuvo la estúpida idea de ir a contradecirle, pero Chris se puso un dedo en el labio, mandándole callar. – He dicho que a tu habitación. Ahora. Se ha acabado la tontería.
Nick se fue, y en el salón hubo un silencio tenso, que contrataba con las risas de hacía unos minutos. Leo vaciló antes de acercarse a su padre, puesto que estaba enfadado, pero al final le tiró de la manga.
- Papi, ya que has dicho que no podemos seguir jugando…¿puedo ir con Peter a pasear a Ariel?
- Sí, Leo, puedes. Tal vez sea lo mejor. No tardéis mucho que enseguida vamos a cenar.
Esperó a que se fueran, y luego subió a hablar con Nick, intuyendo que aquello iba a acabar mal. Y por desgracia tenía muy buena intuición para eso. Efectivamente al entrar al cuarto de Nick lo vio más desordenado que de costumbre, con cosas por el suelo, papeles….: el huracán había pasado por ahí. En un ataque de ira, Nick lo había tirado todo. De hecho, justo cuando entraba estaba arremetiendo con su estantería. Nick le miró, desafiante. Chris le sostuvo la mirada.
- No tires ese libro, Nicholas.
Nick dudó un poco, pero finalmente tiró el libro al suelo y le dio una patada. Era como si le dijera "esto es lo que opino de lo que me digas".
- Enhorabuena por tu record de hoy, hijo. Nunca he castigado a nadie cuatro veces en un día. Parece que llevas todo el día intentando colmar mi paciencia, pero no te preocupes que por fin lo has conseguido. Bájate los pantalones – le ordenó, y esperó a que obedeciera, pero Nick se limitó a mirarle muy cortado - ¿Qué ocurre? ¿Te da vergüenza bajarte la ropa pero no tener rabietas de niño pequeño, faltarme al respeto OTRA VEZ, pelearte con tu hermano y hacer ESTO en tu cuarto?
- Es mi cuarto ¿no? ¡Que más te da lo que haga!
- ¡Mientras vivas en mi casa no romperás tus cosas, que en realidad son las mías porque las he pagado yo! - dijo Chris. Odiaba usar las típicas frases de padre. Era algo que se había propuesto no hacer hacía mucho tiempo, pero en algunas ocasiones era inevitable. Aun así, quiso matizar. – También es tu casa, Nick, y por eso deberías cuidarla. Comprarte cosas es para mí un placer, hijo, y son tuyas porque las compro para eso, pero no puedes arremeter con todo por un enfado.
- Arremeto contra lo que me da la gana.
Ahí estaba él, intentando ser amable y endulzar aquello de "mi casa, mis normas" y Nick le respondía así. Debía de quererle mucho porque si no, no entendía cómo es que no le estaba estrangulando.
- No te voy a permitir que lo hagas.
- "No me vas a permitir". ¿Qué, te sientes mejor amenazándome? ¡No me asustas!
- No, hijo, eso no era una amenaza. – dijo Chris, con voz muy calmada, pero fría y peligrosa. - Cierra la boca y bájate los pantalones si quieres sentarte en las próximas semanas. ¿Lo ves? Eso sí era una amenaza. ¿Captas la diferencia?
Nick abrió mucho los ojos y no dijo nada. Chris se dio cuenta una vez más que su hijo cumplía a la perfección lo de "mucho ruido y pocas nueces". Mucho gritar, mucho hacerse el machito, pero era inofensivo. Pese a lo que hubiera dicho, sí que estaba asustado, y por eso Chris tuvo algo de consideración con él.
- No me tengas miedo. – le dijo. Se acercó a él, y para acabar ya con aquello le bajó el pantalón. – Nunca va a dolerte durante semanas. Ni siquiera durante horas, si me apuras. Ahora ven aquí, y deja de hacer el tonto.
Nick dejó que tirara de él y que le pusiera sobre sus rodillas. Una vez allí, Chris le bajó también los calzoncillos. Orbitó el cepillo y comenzó el castigo.
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- No puedes pelearte con tu hermano, y mucho menos sin motivo. Él se tomó mal tu broma, ya sabemos que es hipersensible. Si tú no le hubieras dado importancia todo se habría quedado ahí.
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Nick comenzó a llorar, y quiso levantarse, pero Chris no le dejó.
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- No puedes faltarme al respeto y esto es algo que me estoy cansando de repetir. Si te digo que te disculpes te disculpas, y no me sugieres obscenidades.
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Nick se quejaba con gemidos y protestas sonoras.
- Y no puedes pagar tu enfado con tus cosas.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Papá, ya no más.
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Chris dejó el cepillo, y le dejó llorar, pero Nick se levantó, estiró la camiseta para cubrirse, y se frotó el trasero, desecho en llanto.
- Hoy ya te he visto llorar demasiado, cariño, pero pareces empeñado en hacer las cosas mal. Ven que te de un abrazo, anda.
- ¡No! ¡No quiero que me abraces!
- ¿Por qué no, cielo? Anda, ven, no llores.
- ¡Déjame en paz! ¡Te odio!
Chris se quedó congelado por estas palabras, que le tomaron totalmente por sorpresa. Por eso no le impidió salir corriendo de la habitación, pero luego fue tras él, intentando ignorar el latido acelerado de su corazón, que parecía vibrar con el miedo de que su hijo le odiara de verdad. Le costó mucho encontrar a Nick. Si fuera Peter le hubiera buscado debajo de alguna cama, o en algún rincón pequeño. Pero Nick parecía haber desaparecido de la faz de la tierra. Hasta que oyó un estornudo, y supo que estaba dentro del armario de la habitación de Peter. Abrió las puertas del mueble y ahí le encontró.
- ¿Por qué te escondes de mí? – le preguntó. – Vamos, sal de ahí, lávate la cara, recoge tu cuarto y hablemos ¿quieres?
- ¡No, no quiero! ¡Quiero que te vayas!
"Pues sí, sí que me odia".
- Vale, Nick, pero tienes que salir de ahí. Y tienes que recoger tu cuarto.
- ¡Recógelo tú si tanto te importa!
- No, yo no lo he tirado todo.
- ¡Te odio! – insistió Nick.
- Sí, ya lo has dicho, y lo has dejado claro. Yo a ti no. Yo te quiero. Pero aun así tienes que recoger tu cuarto.
Chris le sacó del armario haciendo algo de fuerza. Nick aún estaba llorando. Se cruzó de brazos en plan "no voy a hacerlo" y se sentó en la silla de Peter pero se levantó inmediatamente, tocándose el trasero con dolor.
- Nick cariño, aun te duele. Anda, deja que te abrace.
Alguien orbitó en ese momento justo cuando Nick le estaba respondiendo. Era Leo, el padre de Chris, que venía como la noche anterior a proteger a los chicos mientras él se iba al inframundo.
- ¡Que no quiero tus estúpidos abrazos! ¡Quiero que te vayas, que me dejes sólo, y que te atropelle un tren!
- Cuantos buenos deseos – dijo Leo, justo detrás de Nick, que casi sufre un infarto masivo antes de girarse – Espero que tengas un buen motivo para decirle todo eso.
- Sí, que es imbécil, que le odio, que…
- Que le he castigado – respondió Chris por él, ignorando la sarta de insultos que Nick seguía echando contra él.
- Caray, ¿te han castigado y aun te quedan ganas de hablar así? No han debido de dejarte muy claro el mensaje ¿no? Si tengo que repetírtelo yo vas a llorar, pero con motivos. – le dijo Leo.
He ahí otra "frase de padres" que Chris odiaba con todas sus fuerzas. A Nick tampoco pareció gustarle demasiado.
- Abu…
- No, nada de "abu". El que te quería consolar era él, pero por lo visto "no quieres sus abrazos", así que ahora te aguantas. Y que sea la última vez que deseas que sufra un accidente. Verás tú cómo te sientes si llega a cumplirse.
Entonces, como efecto de esas palabras, Nick pensó que Chris iba a irse a cazar demonios y que lo último que él le había dicho es que le odiaba y que ojalá se muriera. Se imaginó que su deseo se cumplía y que uno de aquellos seres, tal vez uno como el que les atacó en Navidad en su cocina, acababa con él. Volvió a ver a su padre en el suelo, con el pecho ensangrentado, sólo que se imaginó que esa vez la magia de Leo no podía hacer nada para curarle. De pronto Nick empezó a sentirse mal, a un nivel físico, y tuvo que ir al baño. Chris le siguió y llegó justo para ver cómo vomitaba.
- Eh, bebé ¿estás bien?
Nick sollozó y se abrazó a él, y siguió llorando y no sabía qué hacer salvo abrazarle y seguir llorando.
- Papi…- le dijo.
- ¿Qué? – preguntó Chris con voz dulce, apartándole el pelo de la cara, y sonriendo un poco porque le llamara "papi".
- ¡Lo siento! Papi, lo siento, lo siento, lo siento.
- Sssh, Nick, ya está. Tranquilízate, hijo.
- Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento.
- Ya, cariño, vale, no pasa nada, todo está bien. Shh.
Nick soltó otro sollozo. Se oyó el sonido de la puerta principal: Peter y Leo debían de haber vuelto.
- Peter jamás te hubiera dicho eso – se le ocurrió a Nick, de pronto.
- Peter ya me lo dijo una vez. Me dijo que me odiaba. Y no era cierto, igual que sé que no era cierto cuando me lo has dicho tú, ni cuando Leo me dice que ya no me quiere.
- Pero ellos nunca te han dicho que ojalá te mueras. Papá, lo siento.
- Vas a gastar esas palabras, cariño. Ya está. Te perdono ¿vale?
- No, no vale. No puedes perdonarme, ésta vez no. Yo…yo…
Nick sólo lloró durante los segundos siguientes. Chris oyó que su padre hablaba con Peter y Leo y le agradeció mentalmente que le diera un poco de tiempo para solucionar aquello.
- Tú estabas enfadado porque te he castigado. A nadie le gusta que le den unos azotes. No espero que me sonrías y me des un abrazo. Me encanta cuando lo haces, pero sabía que algún día podías reaccionar así.
- Pero es que mi enfado no tenía sentido. Ni siquiera me habrías castigado si hubiera seguido jugando tranquilamente.
- Me alegra que lo hayas entendido, cariño. Hoy has tenido un día muy difícil ¿verdad?
- Porque yo me lo he buscado. Y tú me has perdonado una y otra vez. Y yo te he dicho que te odio. Lo siento…Y si…si te llega a pasar algo…yo…yo…No sólo no te odio sino que…que te quiero tanto…
- Y yo te quiero más, corazón. Vamos, deja de llorar.
- ¿Cómo? ¿Cómo puedes quererme después de lo que te he dicho?
- Yo siempre te voy a querer, Nick. Incluso en el momento en el que me veas más enfadado, párame, pregúntame si te quiero, y te diré que sí. Te quiero cuando eres dulce y cuando te pones sentimental. Te quiero cuando te pones a gritar y cuando colmas mi paciencia. Te quiero al levantarme, al acostarme, al sonreírte, al regañarte. Te quiero, y si algún día tú me dejas de querer a mí, yo te seguiré queriendo.
Nick lloró en silencio durante un rato más, y luego se separó de su padre.
- ¿De verdad?
- Nunca he sido más sincero en la vida.
- ¿Con todo lo que he hecho y dicho?
- Yo he llegado a decirle cosas peores a mi padre…
- Eso es cierto – dijo Leo, entrando en ese momento. – Dios, menos mal que ya dejaste atrás la adolescencia. Aunque a veces tengo mis dudas.
- ¿Disculpa? – dijo Chris, con voz de indignación.
- Lo que oyes, señor Yo-puedo-resolver-todo-sólo. Y ahora quita, y déjame abrazar a mi nieto.
- Abu, le he dicho algo horrible – dijo Nick, aceptando su abrazo.
- Bueno parece que ya te ha perdonado ¿no?
- Pero porque él me lo perdona todo…
- Pues esa suerte que tienes. Ale, deja de llorar, grandullón.
- No puedo. No puedo, abu.
- Te ha dado con lo de "abu" ¿eh? Que me lo diga Leo vale, pero que me lo digas tú es peloteo en toda regla – le dijo y Nick soltó una media sonrisa triste - ¿Ves como sí puedes? Ya está, no más lágrimas.
Nick hizo por recomponerse y se lavó la cara.
- ¿Podemos borrar el día de hoy? – preguntó con voz triste. Chris le dio un beso en la cabeza.
- Borrado.
Nick le abrazó otra vez, y luego fue a recoger su habitación.
- Jesús, ¿qué ha pasado aquí? ¿Un huracán? – preguntó Leo, al ver tanto desorden.
- Sí, eso ha debido de ser – comentó Chris, como si no supiera el motivo, dispuesto a llevar a su última instancia lo de "borrón y cuenta nueva". - Voy a encargarme de la cena, enseguida vuelvo.
- Papá, yo no tengo hambre…
- ¿De verdad? ¿Ni siquiera para cenar pizza? – preguntó Chris, con la certeza de que no se negaría a comer eso. A Nick siempre había que presionarle para comer cuando estaba triste.
- Tampoco quiero pizza. De verdad. Sólo quiero irme a dormir.
Chris le miró, preguntándose si debía insistir. Tal vez no, sobre todo si iba a significar otra discusión.
- Como quieras.
Le dejó para que se pusiera el pijama, y luego se quedó con él hasta que se quedó dormido. Cenó con Peter y con Leo, y se despidió de ellos para ir a su segunda noche de expedición.
A eso de la mitad de la noche, Nick se despertó, entre sudores. Se levantó de la cama y buscó a su abuelo, que tampoco estaba durmiendo. Su abuelo le miró con atención.
- ¿Nick? – preguntó, intentando diferenciar cuál era el gemelo que tenía en frente.
- Sí. – respondió él y se mordió el labio.
- ¿No puedes dormir?
El chico negó con la cabeza y fue directo al grano.
- ¿Y si le pasa algo? ¿Y si no vuelve? ¿Y si el último recuerdo que tiene de mí es el de gritarle que le odio y ojalá le atropellen? Abuelo, me siento tan mal.
Leo le abrazó.
- No va a pasarle nada, va a volver, y sabe que no lo decías en serio.
- ¿Me puedo quedar aquí contigo?
- Sí. Pero intenta dormir, que mañana tienes clase.
Nick durmió algo, malamente, pero cuando llegó Chris estaba despierto. Empezaba a distinguir el leve sonido como de tintineo que se producía cuando alguien orbitaba, así que salió corriendo, le buscó, y se tiró a su cuello.
- Te quiero, te quiero, te quiero. No tendría que haber dejado que te fueras sin decírtelo. No tendría que haber dejado que te fueras.
- Vale, Nick, yo también te quiero, pero déjame respirar. ¿Qué hora es?
- Las cinco.
- ¿Y estás despierto? Te quedan dos horas para dormir.
- ¿Puedo dormir contigo?
- Yo no voy a dormir….Voy a darme una ducha. Pero puedes esperarme en mi cama, si quieres.
- Pero no tardes.
Cuando Chris terminó de hablar con su padre y de ducharse, y fue a su cuarto, Nick ya estaba dormido. Le dio un beso en la frente y se durmió nada más tumbarse. Al despertar, cuando sonó el despertador, tuvo claras tres cosas:
1) A Nick no le despertaba ni una manda de mamuts, porque el chico seguía despatarrado, durmiendo.
2) Él necesitaba dormir como veinte horas seguidas.
3) Tenía mucho trabajo por delante, porque gracias a esa noche sabía que la mitad del inframundo estaba esperando una orden de Barbas para atacar a su familia. El motivo aún se le escapaba, pero quedaba claro que iba a por sus hijos y sólo a por ellos.
4) Su casa iba a convertirse en un campamento de seguridad, y sus hijos iban a odiarle por eso. Pero valdría la pena si con ello lograba mantenerles con vida.
5) Por si acaso, iba a devolverle sus poderes a Leo. Pero para eso esperaría lo máximo posible. Se negaba a aceptar que iba a correr tanto peligro.
Nick aún estaba mimoso y sensible cuando le despertó. Aquella mañana fue un verdadero angelito. No sólo no dio problemas, que difícilmente podría darlos cuando solo tenía que vestirse y desayunar, sino que no dejaba de mirarle, y de sonreírle, y de ser dulce y cariñoso. Les dejó en el colegio, y Nick casi le rompe de un abrazo. Al final, se lo tuvo que decir:
- Nick, me encanta que me abraces, y que me digas que me quieres, pero no estoy enfadado, mi amor. Ayer no pasó nada ¿recuerdas? Lo hemos borrado. Se fue del calendario.
Nick le miró con agradecimiento.
- ¿Eso quiere decir que no tengo que disculparme con el profesor de Lengua?
- Me temo que la pérdida de memoria sólo funciona entre tú y yo. Ese hombre se acuerda de todo, así que sí, te tienes que disculpar.
- Jo.
- Nick…- dijo Chris, poniéndose más serio, pero interiormente estaba encantado de que Nick volviera a la normalidad.
- Vale, vale. Será la mejor disculpa que haya oído en su vida.
La mejor quizá no fuera, pero sí fue bastante buena. Nick realmente quería reparar todo lo que había hecho mal el día anterior. Así se lo dijo al profesor. Le dijo algo así como que no podía retroceder y cambiar lo que había dicho, pero que intentaría reparar su error. Le pidió perdón varias veces, y le aseguró que no volvería a repetirse. Al final, el hombre debió de quedar contento, porque aceptó sus disculpas y firmó la nota de su padre. Nick se tomó eso como el comienzo de lo que para él era un largo proceso para lograr que Chris volviera a estar orgulloso de él, aunque si le hubiera preguntado hubiera sabido que nunca había dejado de estarlo.
 


N.A.: La canción es Mean de Taylor Swift.

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  1. A MÍ HERMANASTRA MAYOR LE DIGO SOY UN ADOLESCENTE REBELDE LISURIENTO Y MALCRIADO Y TÚ ERES UNA MALDITA PUTA BARATA NO ERES NADIE PARA DECIRME QUE HACER MÍ HERMANASTRA MAYOR ME PONE DE RODILLAS Y ME DA LAS PRIMERAS CACHETADAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF MOJA SUS MANOS YO LE DIGO CREE Q TE TENGO MIEDO TUS CACHETADAS NO ME DOLIERON PEGAME MÁS FUERTE MI HERMANASTRA MAYOR ME AGARRA A CACHETADAS CON TODAS SUS FUERZAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFF MI HERMANASTRA MAYOR ME DICE MOCOSO MALCRIADO SI LAS BOFETADAS Q TE DI TE DOLIERON las BOFETADAS Q TE VOY A DAR TE VAN ARDER SE PONE SUS GUANTES DE GOMA Y CON SUS MANOS ENGUANTADAS ME REVIENTA LAS DOS CARAS A CACHETADAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF SUS MANOS ENGUANTADAS se ESTRELLAN EN MIS DOS CARAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF antes de REPONERME MI HERMANASTRA MAYOR MOJA SUS MANOS ENGUANTADAS Y CON TODAS SUS FUERZAS ME REVIENTA EL HOCICO A CACHETADAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF

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