lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 86: Copias y originales



 


Chapter 86: Copias y originales
 


REALIDAD 1
- ¿Mejor, bebé? – preguntó Chris en un susurro, sin dejar de mecerse con Leo aún en brazos. El niño asintió, pero no se separó de él. Chris le entendía perfectamente. Él no había tenido ocasión de hablar con Bianca, y aun así se sentía vacío al saber que ya no estaba. El niño la había visto desaparecer, y eso tenía que ser como revivir su muerte. Chris le dio un beso.
- Tanto drama por la desaparición de un fantasma – dijo Peter. - ¿Acaso esperabas que tu mami se quedara para siempre contigo?
Ocurrió en un segundo. Nick se tiró sobre él y le aprisionó contra la pared, poniendo un brazo en su garganta.
- Chris, dile algo – se quejó Peter, con serias dificultades para respirar.
- Suéltate cuando empiece a estar rojo, Nick – dijo Chris sin siquiera mirarle.
Nick pareció un poco sorprendido porque Chris le diera carta blanca, pero los comentarios socarrones de Peter se estaban volviendo crueles y Chris andaba corto de paciencia. Leo había empezado a llorar de nuevo como consecuencia de las palabras de Peter.
Peter se ofendió al no verse defendido y apartó a Nick de un empujón. Era más fuerte que él.
- Vaya mierda de padre estás hecho.
- Y tú vaya mierda de hermano – replicó Chris. - ¿Ni siquiera te conmueves ante un niño llorando?
- Más bien me alegro si soy yo quien le hace llorar.
- No puedo creerme eso.
- Tú mismo.
- No puedo creerme eso, porque entonces me he equivocado mucho contigo. Había visto algo bueno en ti, muchacho, pero parece que te esfuerzas por extinguirlo. – sentenció Chris, y acarició la cabeza de Leo. – Campeón, mamá no podía quedarse ¿lo entiendes?
- Lo que tu padre quiere decir es que no quería quedarse con un niño llorica como tú – ladró Peter, que se había sentido muy dolido por las palabras de Chris. Pocas veces había experimentado lo que se sentía al decepcionar a alguien, y decepcionar a aquél tipo le importaba por alguna estúpida razón. Así que reaccionó con rabia y soltó ese comentario tan cruel.
Antes de que Chris pudiera decir nada, Amy se plantó delante de Peter y puso un dedo acusador sobre su pecho.
- Creo que ya has empezado el día con un castigo pero créeme cuando te digo que te parecerá un viaje a Disney Land como se te ocurra hacer daño a alguno de estos chicos. Ese de ahí es mi pequeño y si no es para consolarle no vas a decir nada ¿he sido clara? – dijo Amy, señalando a Leo, y hablando de una forma que daba miedo. Chris no sabía que ella pudiera sonar tan... autoritaria.
- Sí, señora – respondió Peter, tragando saliva. Chris alucinó, y pensó que tendría que preguntarle a Amy cómo narices había hecho eso.
- Bien. Más te vale. – le aseguró la mujer, y luego se giró hacia Chris y Leo y su rostro se volvió la misma imagen de la dulzura. – Ya, cielo, ya. Tu mamá te eligió a ti porque te quería mucho. Ella te quiere, y te cuida desde el cielo. Y no quiere que estés triste.
Leo sacó la cabecita del pecho de su padre y la miró con ojitos brillantes.
- Yo no quería que se fuera - protestó, en tono quejumbroso.
- Lo sé cariño. Pero… la has vuelto a ver. ¿No crees que eso es algo por lo que alegrarse?
Leo asintió muy despacito, como si cayera por primera vez en ese detalle. Amy le sonrió con calidez, y le acarició la cabeza.
- Ven aquí, mi niño fuere. – susurró.
- ¡Ja! – exclamó Peter, si poderlo evitar. - ¿Fuerte? ¿Esa cosa llorona?
- Peter, el pico cerrado si no quieres que te lo cosa – amenazó Amy sin siquiera mirarle.
Leo se soltó del cuello de Chris y se colgó del de Amy. Le encantó la sensación. Se sintió más pequeño, pero le dio igual. Acarició el pelo de la mujer y se lo puso tras la oreja. Luego apoyó la cabeza en su hombro.
- Amy, cuidado, que pesa mucho…- dijo Chris, con algo de preocupación.
- No soy tan debilucha como aparento. Aunque desde luego más que "pequeño" debería llamarte grandullón. – dijo Amy, y zarandeó a Leo juguetonamente, provocando que sonriera un poco. Chris sintió algo especial al ver que era tan cariñosa con su hijito.
Nick puso una mano en el brazo de Chris, como para llamar su atención discretamente.
- Sé que no es un buen momento pero…
- ¿Sí?
- Son las once menos cuarto y….
- Termina, cariño. ¿Qué ocurre?
- Mmm… Las clases empiezan a las nueve y….mmm…¿debo suponer que no voy a ir hoy al colegio?
- No, Nick. Supongo que no. Ha pasado… muchas cosas…. Y la verdad, dudo que el colegio esté si quiera abierto después de esa extraña lluvia.
- Ya….mmm…. respecto a eso…. ¿oyes las sirenas?
Chris escuchó, y reparó en el sonido de sirenas de policía, de ambulancias y de bomberos. Asintió.
- Me preguntaba si…esto… si vas a hacer algo…Ya sabes, como el tío y el abuelo…
- Nick, no tengo poderes ¿recuerdas? Ahora mismo no le soy útil a nadie. – explicó Chris, algo extrañado por la vacilación de Nick, como si tuviera miedo de preguntar.
- Cierto. Mmm…. Entonces….esto….¿puedo hacerlo yo?
- ¿Qué?
- Yo… si tengo poderes. ¿Puedo…? Nada, olvídalo.
Chris entendió lo que Nick quería decirle, y le levantó la barbilla con delicadeza.
- Hijo, nunca tengas miedo de preguntarme nada. Por favor, termina.
Nick alzó la mirada muy despacio. Él tenía magia. Él leía la mente y hacía hechizos, y si se convertía en demonio podía ser invisible y muy fuerte. Él podía salvar vidas.
- ¿Puedo salir afuera…a ayudar?
- ¿Crees que puedes hacerlo?
- Yo… tal vez.
Chris miró a su hijo con orgullo e indulgencia. Era tan inocente…
- Nick, la policía lo tiene controlado. Por más magia que tengas, no hay mucho que puedas hacer ahora mismo. ¿Puedes curar a quien se haya quemado? No. ¿Puedes reparar los coches y demás cosas que hayan sido dañadas? No. Y tampoco es… tampoco es nuestro trabajo atender los desastres naturales. No podemos interferir cuando hay un terremoto, de la misma forma que yo no debía salvar a Jason…
- ¡Pero esto no es natural! ¡Ha llovido sangre!
Chris entendía la frustración de su hijo. La entendía muy bien, y se conmovía por su altruismo.
- Te diré lo que vamos a hacer: si vuelve a llover, entonces buscaremos la forma de proteger a quien podamos.
Nick sabía que no iba a conseguir nada mejor, y no le apetecía discutir, así que asintió. El cansancio le asaltó de nuevo, y soltó un bostezo.
- ¿Cansado a estas horas? – dijo Chris, levantando una ceja – No hace ni 3 horas que te despertaste.
Nick se encogió de hombros y luego agachó la cabeza. Sabía perfectamente por qué estaba tan cansado. No había empezado la mañana lo que se dice "con buen pie". Miró a Chris como intentado tantear si estaba enfadado. No lo parecía.
- Siento lo que le hice al enano.
- Ya te has disculpado suficiente por eso – dijo Chris, con calma. Nick tenía la manía de reafirmar sus disculpas, como para asegurarse de que estaba perdonado. El Peter bueno a veces también lo hacía.
- Y también… siento…siento….- balbuceó Nick, como peleando con las palabras Respiró hondo, y lo soltó - ¿Yo soy como éste Peter? ¿Soy tan imbécil? – preguntó, con algo de ansiedad. Chris se cercioró de que nadie estaba escuchando su conversación.
- No, Nick. Tú no eres cruel. Jamás te burlarías de Leo con el tema de su madre.
Nick pareció más tranquilo. Peter le había parecido como su propio reflejo, y había llegado a la conclusión de que si él era así, alguien debería ponerle un bozal. Chris le puso una mano en el brazo, con cariño.
- ¿Sabes? Bianca tiene razón. No debería ser tan duro contigo. Te estás volviendo muy responsable. De verdad, Nick: no eres para nada como éste Peter. Pero te pareces al nuestro más de lo que crees. Sólo has tenido que verte hoy con Leo.
Nick sonrió un poquito, antes de ponerse serio otra vez.
- Pero te he decepcionado…
- A eso me refería con lo de ser tan duro. Te has peleado con tu hermano pequeño. Son cosas que pasan. Cosas que NO PUEDEN VOLVER A PASAR – recalcó Chris- pero que son normales, al fin y al cabo. Normales entre hermanos. No estoy decepcionado de ti, Nick. No tengo por qué estarlo. Tengo muchos más motivos para estar orgulloso.
- Pero… él es tu niño… y yo…
- Tú también eres mi niño – dijo Chris, y le dio un beso. – Y no, no me gusta que os golpeéis y menos de la forma en que tú lo hiciste, pero eso no va a cambiar si vuelves a hacerlo. Siempre serás mi niño.
- Pero seré un niño en problemas – afirmó Nick, medio en serio, pero también buscando que Chris sonriera, y lo consiguió porque Chris estalló en carcajadas. Tardó un poco en ponerse serio otra vez, pero luego asintió.
- En muchos.
Nick sonrió un poquito, pero también tragó saliva, porque sabía que era cierto que más le valía no hacer algo como eso de nuevo. Había pocas cosas que enfadaran a su padre "de verdad" pero dañar a otro miembro de la familia era una de ellas. Aún tenía muy presente lo que había sucedido hacía un rato en su habitación.
- Papá…¿cómo lo haces?
- ¿Cómo hago el qué? – preguntó Chris, confundido.
- Enfadarte tanto y aun así… ser capaz de abrazarme, para que no tenga miedo.
- Es muy fácil, Nick – le aseguró Chris, contemplándolo con ternura.
- ¿Ah, sí?
- Sí. Sólo tengo que recordar lo mucho que te quiero.
Cuando Nick sonreía como lo hizo en ese momento, parecía mucho más joven. Era algo que Chris nunca se cansaría de ver, de la misma forma que había una frase que nunca se cansaría de escuchar:
- Yo también te quiero, papá.
Peter, algo alejado de todos ellos, se sentía raro. Allí todos…parecían quererse mucho. Amy y Leo se abrazaban de un modo tan cursi que casi le daban arcadas, y Chris y Nick se sonreían de una forma muy dulce, a pesar de que Peter sabía que Nick se había llevado un gran castigo por golpear a Leo. No lo entendía. Es decir, entendía que Chris se hubiera enfadado (de haber sido él, con su Leo, en su mundo, ya podía darse por muerto) pero no entendía por qué Nick no estaba enfadado también. El chico no estaba ni siquiera molesto. Más bien parecía desesperado por saber que todo estaba bien y le habían perdonado. Eso le desconcertaba un poco, aunque podía llegar a entenderlo. Pero lo que más le extrañaba de todo, era que Leo no estuviera enfadado. ¡Chris había sido injusto! ¡Se había equivocado! Leo tenía la ocasión perfecta para conseguir cualquier cosa de él, y chantajearle. ¿Es que ese niño no tenía cerebro?
…¿o más bien no tenía malicia? Realmente, esa gente era buena. Tanto, que de buenos eran tontos. Y Peter deseaba por momentos encajar entre ellos. Eso le hacía estar más confundido, y le hizo revelarse: él no era como ellos, y no podía dejar que le cambiaran. Era lo miso que pretendió hacer Derek, y a él no se lo permitió. Miró a esa familia como si fueran enemigos, pero ninguno pareció percatarse de esa mirada.
Amy y Chris consiguieron que el disgusto de Leo por lo de su madre se pasara, más o menos. Chris estaba planteándose si encender la televisión, para ver el alcance de la lluvia, cuando empezó a sonar su teléfono. Lo cogió, algo sorprendido, porque quien llamaba era Paul, que supuestamente no tenía permiso para hablar con él. Descolgó.
- ¿Sí?
- Gracias a Dios. Papá, están bien. – dijo la voz de Paul. - ¿Estáis bien? – preguntó luego, con ansiedad, como para cerciorarse.
- Sí, Paul, todos bien.
- Escucha… Nick me dijo lo de Peter…Lo siento mucho….Me hubiera gustado hablar contigo pero… a mi padre no le hacía demasiada gracia.
- ¿Y qué ha cambiado?
- Mejor te pongo con él.
Chris esperó unos segundos, hasta que Patrick cogió el teléfono.
- Haliwell.
- Patrick.
- Escúchame. El primero será Peter ¿entiendes?
- ¿El primero en qué?
- En morir.
Chris dejó de respirar.
- ¿Cómo dices?
- Mierda, Christopher, no tengo mucho tiempo. Mi mujer está en el hospital.
- ¿Qué?
- La lluvia. Ella estaba fuera.
- Lo… lo siento Patrick. ¿Está bien? ¿Puedo hacer algo?
Chris se sintió frustrado. No le deseaba ningún mal a esa mujer, pero aquellas preguntas no habían sido sinceras. Dentro de él, aquello le importaba bien poco. Sólo quería saber qué rayos iba a pasarle a su hijo.
- No tiene nada grave, pero debo ir para allá. No olvides lo que te he dicho. Peter será el primero.
- Espera. ¿Qué quieres decir?
- Lo que he dicho, Christopher, ni más ni menos. La lluvia roja era la señal. Ya ha comenzado.
- ¿QUÉ ES LO QUE HA COMENZADO?
- ¡El mundo yéndose a la mierda! Se supone que no debería estar diciéndote esto, pero te debo una. Tómalo como que estamos en paz.
¿Eh? Pero si era él quien le debía un favor. Chris no entendía nada.
- Patrick, espera…
Pero ya había cortado. Chris se tuvo que sentar. Tenía que asimilar que su hijo iba a morir. Tenía que asimilarlo, pero no pudo. Su cerebro se desconectó. Quedó como en shock. Ni siquiera reparó en que afuera empezó a llover sangre.
Pasaron los minutos. Su familia se movía a su alrededor, sin saber cómo hacerle despertar de ese… trance. Chris sólo despertó con el suave roce de la mano de Amy en su mejilla.
- Chris – dijo ella, suavemente, al ver en sus ojos que volvía a estar con ellos – Está aquí tu padre.
Chris levantó un poco la mirada. Su padre, Leo, estaba junto a ella. Se sentó al lado de Chris.
- Hijo, ¿estás bien?
Chris no respondió. Sus labios no recordaban cómo se respondía.
- Dejadnos solos, por favor – pidió Leo, y todos se fueron, aunque Amy les dedicó una última mirada preocupada. Leo esperó a que no hubiera nadie para hablar – Chris, ¿me escuchas?
- S-sí.
- ¿Qué ocurre hijo? ¿Cuál es el problema?
- Peter.
- Lo encontraremos, Chris. Te lo dije en su día y te lo repito ahora: lo encontraremos.
- Pero muerto.
- ¿Qué?
- No se puede luchar contra el destino.
- Christopher, no te entiendo.
- Patrick sabe algo. Victoria insinuó algo. Y ahora se está cumpliendo. Papá, si mi hijo se muere, yo voy detrás.
Leo se arrodilló delante de él, y puso ambas manos en su rostro, como sujetándolo.
- Eso no va a pasar. ¿Me escuchas? Te lo prometo. Te lo juro.
- No es algo que esté en tu mano asegurar, papá.
- Tu padre lo puede todo ¿ya lo has olvidado? – dijo Leo, y sonrió un poco, pero Chris no le devolvió la sonrisa. – Llevas mucho tiempo soportando demasiadas cosas. ¿También has olvidado quién está a cargo aquí? No importa cuán adulto seas: siempre puedes apoyarte en mí.
Una parte de Chris creía que aquello eran palabras vacías. Que no podía apoyarse en su padre porque siempre estaba muy ocupado, y porque él tenía que poder resolver por sí mismo sus propios problemas. Pero otra parte de él, la parte que llevaba la palabra "HIJO" grabada con letras de sangre, se sintió reconfortada. Aceptó el abrazo que su padre le ofrecía, y automáticamente el corazón le pesó cien kilos menos.
- Todo eso de la lluvia… Creo que es por nuestra causa. Por MI causa. – dijo Chris.
- Ahí fuera todo es una locura. Lleva diez minutos lloviendo y parece que ésta vez no va a parar. Chris, yo… he visto gente…Gente que ya no está….Gente que ha muerto…
- Lo sé. Leo ha visto a Bianca.
- Tenemos que pararlo, hijo. Ahí fuera…Todo se está yendo a pique.
- Lo sé.
- Tu familia no se ha visto afectada. Todos… hemos empezado a gritar, y a dar golpes…
- Ellos también. La primera vez.
- ¿Y tú?
- Yo no. Pero parece que a mí me afecta de otra manera.
- ¿De qué manera?
Chris no respondió.
- Chris.. ¿de qué manera? Dímelo. Tal vez te pueda ayudar.
- No puedes. Yo… voy a volverme malo. De la misma forma que, por lo visto, el otro Chris se está volviendo bueno.
- Eso podría explicar por qué el velo de todas las realidades se está rompiendo. Pero no creo que tú estés cambiando.
- Yo…hay momentos en los que tengo impulsos egoístas. – confesó Chris, recordando la forma en la que no se había preocupado por el resto de la humanidad, ni por Paul, ni por su madre en el hospital…
- Pero no te estás volviendo malo – insistió Leo. – Has visto suficiente maldad como para reconocerla, hijo. Has visto suficiente maldad como para no caer en ella.
Ese era el mejor argumento que Leo podía utilizar, porque Chris pensaba lo mismo. Se había analizado, y no se sentía malvado, ni deseaba el mal de nadie, ni tenía impulsos de ser cruel. No reprimía su egoísmo natural pero eso era…. Era simplemente ser humano. Era pensar "la familia primero, y los demás después". Quizás más que malo, Chris estuviera siendo sincero por primera vez en su vida. Nada de forzarse a ser amable, generoso, y altruista. Él ya le había dado muchas cosas al mundo. Había salvado el planeta suficientes veces en su juventud. Era su momento para disfrutar del mundo al que había salvado. Quería una familia. La tenía. ¿Era tan malo ser un poquito egoísta?
…Sí. Lo era. Él no se lo podía permitir. Él tenía un don (aunque temporalmente Peter se lo hubiera quitado) y eso implicaba que su vida no era suya. Era la marioneta de los Ancianos. Ya se lo habían advertido: no debía luchar contra el destino. Pero no contra el de Peter: sino contra el suyo propio. No podía huir de lo que era. No podía refugiarse en su familia. Él tenía que ser como Nick, y preguntar "Ey ¿qué puedo hacer para ayudar?". Él, tenía que vivir para los demás.
Era lo que hacía su padre. Su padre…elegía al mundo antes que a su familia. Y aun así, no le había abandonado. Chris hubiera deseado pasar más tiempo con él, pero su padre siempre había estado ahí cuando él le necesitaba. Su padre se había metido en muchos "líos mágicos" con "los de ahí arriba" por no renunciar a su familia. Pero siempre había tenido muy claro que tenía un deber y debía cumplirlo. Y se lo había enseñado a Chris. Le había enseñado a Chris algo que él intentaba enseñarle a sus hijos: que ellos no podían permitirse ser malas personas. Porque ellos eran especiales. Suspiró.
- Lo hiciste bien conmigo – dijo Chris, finalmente – Dudo mucho que exista un hechizo, conjuro o equilibrio universal capaz de hacerme olvidar todo lo que tú me has enseñado.
Leo le sonrió. Era la sonrisa de un hombre joven, pero de mucha edad. De un hombre que no podía envejecer. De un hombre que había visto mucho, que había muerto en una guerra, que había vuelto a nacer para meterse en otra…Si él no estaba cansado de vivir, ni de luchar, Chris se dijo que tampoco tenía derecho a estarlo.
- ¿Cuál es la situación ahí fuera? – le preguntó a su padre, con temor de lo que pudiera escuchar. Leo se puso serio, lo que le indicó que era malo, muy malo.
- El ejército ha tomado el país. Las calles están desiertas. La lluvia sigue cayendo, quemando en el proceso todo material orgánico. La gente tiene miedo.
Chris asintió, tomando nota.
- ¿Alguien ha hablado ya con Victoria?
- ¿Para qué? – preguntó Leo, confundido.
- Para que nos diga lo que debemos hacer.
- Chris, ¿aún no lo sabes?
- ¿Saber el qué?
- Victoria lleva inconsciente desde que llovió por primera vez.
Chris parpadeó. Por eso Wyatt no había respondido a su llamada. Todo estaba comenzando. El futuro nefasto que tanto le habían anunciado ya estaba ahí, y tenía que haber sido demasiado para Victoria. Demasiadas cosas para un cerebro tan pequeño. Demasiado peligroso para ella estar consciente cuando la información era algo tan importante.
- En su defecto… ¿alguien ha hablado ya con la tía Phoebe?
- Christopher. Todo el que puede ver el futuro, da igual si es con premoniciones o viendo los posos del café, está en la misma situación. Hubo una visión...una visión de luz…La visión de la Nada. Vieron el fin del mundo, y después perdieron el conocimiento.
- ¿Por qué nadie me dijo nada?
- ¿A quién preguntaste? ¿Qué has estado haciendo?
En la voz de su padre había un ligero deje de recriminación.
- Estuve… ocupándome de algunos problemillas familiares.
- Hace tres horas que llovió por primera vez. ¿No has podido dedicar un minuto de todo este tiempo al GRAN problema que nos afecta a todos?
- Ya te dije que me estaba volviendo egoísta.
- ¿Ni siquiera has podido encender la tele?
- … Iba a hacerlo ahora.
- Christopher…
- ¿Qué?
- … nada. Que a veces me pregunto si no eres tan chiquillo como tus hijos.
- Gracias, papá. – dijo Chris con sarcasmo – Es un consuelo saber que tu padre te tiene en tanta estima. Y ahora, si has dejado de meterte conmigo… ¿qué dicen los Ancianos de todo esto?
- Ahora no tienes poderes. No… puedo decírtelo.
- ¡Sigo siendo un luz blanca!
- A efectos prácticos no.
- ¿Cómo es esto? ¿Me roban los poderes y por eso me "desconectan en walkie talkie"?
- Pues sí, más o menos es así.
- Eres consciente de que no sólo es el fin del mundo, sino el desenlace de la profecía que predice mi muerte ¿verdad? Que es ahora cuando más necesito mis poderes.
- Espero que se lo hagas saber a tu hijo en cuanto le veas – dijo Leo – Porque aunque te he prometido que vamos a encontrarle vivo, no te garantizo que yo no le mate justo después.
- No es culpa suya. - protestó Chris.
- Te ha dejado indefenso.
- Él no lo sabía – insistió.- No sabía que iba a pasar esto. Ni… que le iban a separar de mí.
- Cierto: sólo pensaba matarse llevándose tus poderes a la tumba.
- ¿Crees que mis poderes me importan una puñetera mierda comparado con la vida de mi hijo? – saltó Chris, furioso.
- Bien: veo que sigues siendo tú. Tenía que comprobar si tus prioridades seguían siendo las mismas.
- Familia, poderes, demonios. Ese es el orden, papá. Siempre lo ha sido.
- Hablando de demonios…Hay algo raro aquí.
- ¿El qué?
- Ellos aprovechan el caos. Ellos suelen causar el caos. Pero hasta ahora no han dado señales de vida.
- Tal vez….tengan miedo.
- ¿De qué?
- De la lluvia roja.
- Tal vez. O tal vez saben que algo grande se acerca.
Chris sintió un escalofrío, porque ese "algo grande" le incumbía directamente a él. Iba a responder, pero entonces escuchó unos pasos.
- ¿Chris? – preguntó Peter, tímidamente, desde la puerta del salón.
- ¿Sí?
- Puedo… ¿puedo pasar?
- Pasa.
- ¿Estás mejor?
- Sí. Gracias por preguntar – dijo Chris, gratamente sorprendido por la amabilidad del chico.
- Yo… siento lo de antes. Con Leo. No ha estado bien reírme así cuando lloraba por su madre.
Chris alucinó, directamente. Ni siquiera le había castigado porque pensó que la crueldad era algo inherente al muchacho, del "universo malo". Se dijo que eso había sido un error. Él era de los que pensaban que todo se podía corregir. Por eso jamás iba a rendirse con sus hijos, hicieran lo que hicieran. No debería haberse rendido con aquél Peter. No tan pronto. Acababa de demostrar que no era tan malo. Que tenía un lado bueno.
- No pasa nada. Yo siento lo que te he dicho. No creo que seas un mal hermano. Ni una mala persona. Lo que acabas de hacer es algo muy bueno, y requiere mucha valentía. Te has disculpado por propia voluntad y eso hace que esté muy orgulloso de ti.
Chris vio como el chico miraba al suelo, avergonzado. Ese era un gesto de su propio Peter.
- Yo… me preguntaba sí…. – empezó Peter.
- ¿Sí?
Peter no continuó.
- Dime lo que sea, Peter.
Más silencio.
- ¿Volvemos a lo de no responder?
- No…no, ¡no! ¡Perdona! – se apresuró a decir Peter, como asustado por la posibilidad de que Chris se hubiera enfadado.
- Está bien, Peter, tranquilo. Dime, ¿qué te preguntabas?
- Mmm… ¿Puedo abrazar al abuelo?
Chris miró a Leo, que se mostró un tanto sorprendido de esa pregunta. Había estado observando a ese chico de otra dimensión con curiosidad.
- No tienes que pedirme permiso para eso, Peter – dijo Chris con una media sonrisa. Peter se la devolvió.
- Es que… hace… hace más de tres meses que no veo a mi abuelo y…. él se parece mucho.
Leo se sintió muy conmovido. Se puso de pie y avanzó hacia él. Peter se dijo que aquél era el momento de la verdad. Había tenido que sobreponerse a sus fobias porque su poder requería contacto, y aun así aún se ponía histérico cuando tenía que tocar a alguien. Pero aquella vez debía hacerlo. Ya había llegado hasta allí. Ya había fingido ser un niño bueno, y estar arrepentido, y ser obediente. Acababa de hacer le papelón de su vida, y no podía cagarla en ese momento. Casi le dan arcadas cuando Chris le dijo que era una buena persona.
"Si el supiera…"
Se abrazó a Leo, y entonces lo hizo: le quitó sus poderes a un Anciano. Se sintió tan lleno. Tan poderoso. Lo hizo con cuidado, para que Leo no se diera cuenta. ¡Sí! Supo que lo había conseguido. Ya podía orbitar. Hubiera cogido los de Chris, pero su alter ego se le había adelantado. Al ver a Leo la idea había acudido, luminosa, a su cabeza. Y, por fin, lo había logrado. Pero aún no había terminado de interpretar su papel. Aprovechándose de la euforia que sentía, se esforzó por llenar sus ojos de lágrimas.
- Gracias, abuelo.
El corazón de Leo dio un bote al oírse llamar así por ese chico, que era una réplica de su nieto.
- Volverás a ver a tu familia, Peter. Ya lo verás. Y entonces….tendrás dos. – le dijo. – Siempre estaremos disponibles para ti, para lo que necesitas.
"Oh, sí, ya lo creo. Y tus poderes me van a ser muy útiles" pensó Peter, pero en lugar de eso dijo otra cosa diferente, estratégica.
- Gracias otra vez. Yo… mejor me voy, no quiero molestaros. Parece que papá necesita a su padre… - dijo Peter y se fue.
Chris y Leo se quedaron solos
- Me ha llamado papá.
- Me ha llamado abuelo.
- ¿En qué mundo éste chico es malo?
- No lo es, desde luego.
- Él también lo ha pasado muy mal. Puede que peor que mi chico. Su vida ha sido un infierno. Maltratado durante años…Separado de su padre por tres meses….Secuestrado en el mismo inframundo…. Aunque no me ha contado mucho de eso. Dice que no puede hablar del tema.
- Tal vez sea mejor no saber demasiado. Las dos realidades ya ha tenido más contacto del debido. Es como aquél que conoce demasiadas cosas de su futuro.
- Como yo, entonces – dijo Chris, lúgubremente.
- Tu futuro vamos a cambiarlo. Si cambié el de Wyatt, cambiaré el tuyo. – dijo Leo, y sonó como una promesa. De pronto, frunció el ceño.
- ¿Qué pasa papá?
- He silenciado las voces de auxilio, y a los Ancianos, para venir a hablar contigo. Pero ahora he intentado reestablecer la comunicación, y no he podido. No consigo escuchar a los otros Ancianos.
- ¿Cómo es eso?
- Tal vez estén en peligro. Iré a ver.
Chris esperó unos segundos.
- Pues… ve.
- Eso intento, pero no puedo. Chris, no tengo poderes.
- ¿Qué?
- No tengo poderes. No puedo orbitar. No puedo hacer nada.
Se miraron a los ojos durante un rato, y la misma idea se adueñó de su mente al mismo tiempo.
- ¡PETER! – gritaron a la vez, pero tenían la certeza de que no iban a obtener respuesta.
 


REALIDAD 2
- Papá, ya vale. Se trata de pintar la pared, no mi cara.
- Oh, pero me gusta mucho más tu nariz azul. Pareces un Pitufo.
- Tú siempre tan acorde con tu edad – dijo Nick, rodando los ojos, y Chris se rió. Nick tenía la nariz azul, la mejilla amarilla, y la barbilla verde. Y estaba sonriendo, que era el objetivo.
Siguieron pintando durante un rato, hasta que Chris empezó a mirar escaleras arriba, como si se sintiera dividido. Había dejado a Peter sólo en el desván… Nick pareció notarlo, porque suspiró.
- Si voy a tener que tratar bien a ese medio hermano que me ha salido, tendremos que empezar por estar en la misma habitación ¿no? ¿Por qué no subimos al desván?
Chris le miró con orgullo y subieron las escaleras. Cuando entraron al desván Peter dio un salto, como asustado, alejándose de la bola de cristal.
- Lo siento… - se apresuró a decir.
- ¿Por qué?
- Por… mirar esto sin tu permiso.
- Tampoco te lo prohibí. ¿Has visto algo interesante?
- En… en realidad sí.
- ¿Y bien? – preguntó Nick, dando un paso adelante. Peter le miró unos segundos, como preguntándose se iban a pelear otra vez. Al ver que no, se relajó un poco.
- Pues…para empezar…. Allí ha vuelto a llover otra vez. Cosa que aquí no.
- Curioso. ¿Algo más?
- Sí. Vuestro… vuestro Peter…. Le ha robado los poderes a mi abuelo.
- ¿Qué?
- Lo que oyes. He intentado ver a donde iba, pero no he podido…
- Esa esfera sólo muestra lo que sucede en tu casa. La he hechizado para que haga eso. Más concretamente, para que esté vinculada a tu Christopher. – explicó Chris, y luego frunció el ceño. ¿Por qué había hecho su Peter algo como eso? – Espero por su bien que no haya salido en a la calle con esa lluvia roja. Porque como haya hecho eso, si logra salir ileso, yo lo fusilo.
- ¿Ese es tu padre? – preguntó Nick con curiosidad, mirando la esfera también. No esperó la respuesta de Peter porque era evidente. – Parece… la versión pija de ti, papá. A mí me gusta más tu pelo. Y tu piercing.
- Gracias, hijo.
- Quiero volver – dijo Peter, ignorando la conversación paralela. Se giró para mirar a Chris a los ojos - ¿Por qué no me dejas volver?
- Peter, ahora mismo no puedes volver. Yo no puedo cruzar el portal. Barbas lo impide. Además yo… no quiero hacer nada que te ponga a ti o a mi hijo en peligro…
- Así que se trata de eso. Aún soy una pieza e intercambio, y por eso tienes que retenerme aquí…
- Eso no es verdad. No eres un prisionero, Peter. Pero no puedes volver.
- ¿Por eso no me devuelves mis poderes? ¿Para que no pueda intentarlo?
- Peter, te equivocas. No es así…
- ¡Quiero volver!
- No puede ser, hijo. Lo siento.
- No me llames así. No soy tu hijo sólo soy tu rehén – replicó Peter, y salió del desván. Bajó a su cuarto (o al del otro Peter que allí ni cuarto propio tenía) y se encerró allí, enfadado, frustrado, y sobretodo triste. Siempre triste.
Christopher suspiró. Tal vez dejarle ver a su padre no hubiera sido tan buena idea. Era como enseñarle a un pobre mil dólares, y decirle que no podía cogerlos.
Pasó el resto de la mañana con Nick, y subió para decirle a Peter que bajara a comer, pero el chico no estaba por la labor.
- Tienes que comer.
- No me apetece – respondió Peter, desde dentro de su cuarto. Chris abrió la puerta en ese momento y entró.
- Tienes que hacerlo.
- No quiero.
- Me da igual.
- A mí también.
Chris gruñó. Adolescentes. Chris iba a insistir de nuevo, pero entonces Peter se levantó. Había recordado lo que Chris le había dicho antes, de que si comía y cenaba bien tal vez no le pegara con el cinturón aquella noche, en su castigo diario por haber intentado suicidarse. Bajó y comió algo. Menos de lo que Chris hubiera querido, pero lo suficiente para que le dejara tranquilo. Luego volvió a encerrarse en su habitación, y no bajó salvo para cenar.
Después de cenar subió a su cuarto, y poco después subió Chris también.
- ¿Sabes? Nick estaba dispuesto a empezar de cero contigo, pero no se lo has puesto muy fácil al pasarte aquí todo el día.
- No tenía ganas de empezar de cero con nadie.
- Eres cabezota como tú sólo.
- Lo he sacado de mi padre, así que es lógico suponer que tú también lo eres.
- Touché. ¿Sigues enfadado?
- ¿Sigo secuestrado?
- No estás secuestrado, Peter. Estás… protegido. Y atrapado, pero eso no es culpa mía, sino de Barbas.
- Aunque Barbas no me impidiera salir de aquí, tú tampoco me dejarías.
- No, tienes razón. No hasta saber que tú vas a estar bien, y mi hijo también.
- Y lo que yo opine importa una mierda.
- No, Peter. Eso no es así. Yo sólo quiero evitar que te pase nada, chico, pero no me lo pones fácil.
Peter no respondió. Pese a lo rencoroso que era, no podía estar mucho tiempo enfadado con su padre, ni con aquél Chris. Se le estaba pasando el cabreo, pero no estaba dispuesto a dejar que se notara.
- Lo dices como si hiciera puenting todos los días.
- No, pero sí intentas suicidarte, que es aún más peligroso.
Se estaban acercando al verdadero asunto que había llevado a Chris a entrar en su habitación, y Peter lo sabía.
- Te prometí que no lo haría, y no lo haré.
- Ya me lo habías prometido, y aun así lo hiciste. Me lo volviste a prometer, y cogiste un cristal por su decidías cortarte.
- Pero te lo di…- protestó Peter, como alegando buena conducta.
- Me lo diste – admitió Chris. – Es por eso que el cinturón se queda fuera. – dijo Chris, y orbitó el cepillo.
Peter suspiró, y se puso de pie. Por lo visto, Chris pensaba cumplir rigurosamente lo de "una semana". Se acercó a él mirándole con cara de malas pulgas.
- No pongas esa cara que esto te lo buscaste tú solito. No vas a volver a ponerme en la situación de ver cómo te mueres delante de mí, sin que pueda hacer nada por evitarlo.
Peter volvió a suspirar, y se quedó quieto, a su lado. Christopher se sentó en la cama, y le desabrochó el vaquero a Peter.
- Por cierto, mañana te cambias de ropa, y te das una ducha. Y no voy a dejar que te pases otro día tumbado aquí sólo. No vas a pasar por esto sin ayuda. Si estás triste te apoyas en nosotros, que somos tu familia.
Le bajó el pantalón, y luego tiró un poco de él, para colocarlo encima suyo. Una vez ahí le bajó el calzoncillo. Peter no ofreció ninguna resistencia, aunque se agarró a él con mucha fuerza. Chris lo notó, y por eso primero le acarició la espalda.
- Hago esto porque no puedo dejar que atentes contra tu vida de nuevo, Peter.
Le hubiera gustado escuchar alguna clase de respuesta, pero era demasiado pedir.
- Serán cincuenta, como los dos últimos días.
- ¿Tengo que contar?
- No. Tienes que tener presente que esto no será nada comparado con lo que pasará si vuelvo a verte con un cuchillo, un trozo de cristal o derivados. – dijo Chris, y comenzó.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Fue meticulosamente lento. Chris estaba muy tranquilo, para nada enfadado, y por eso aquello era extraño para Peter. Era extraño ese silencio prolongado, sólo interrumpido por el sonido del cepillo cuando caía.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Qué vas a hacer la próxima vez te deprimas, te sientas culpable y te den impulsos de hacer tonterías?
Peter lo pensó bien, sabiendo que debía dar una respuesta acertada. Era un poco difícil no obstante, dada la situación en la que se encontraba.
- Supongo que… no hacer tonterías.
- ¿A quién vas a acudir?
- A Nick
- Él es tu hermano. Está bien que quieras acudir a él, pero ¿a quién debes acudir si tienes algún problema?
- A Nick.
- Eso no es cierto, y lo sabes. Ya no.
- A… a mi padre.
- Eso es. ¿Y si no está él?
- A Amy.
- Buen punto. Supongo que sí. No lo sé, no la conozco. ¿Y si no está ella?
- ¿A ti?
- No lo preguntes. A mí. A mí, y yo te daré una solución. No un cuchillo, no un cristal, ni pastillas, ni nada. Una solución, Peter. Porque así es como se van los problemas. No huyendo de ellos.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris comenzó a ser más rápido, algo que Peter casi agradeció, aunque así empezó a dolerle más. Soltó algún quejido suave.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris se detuvo, dejó el cepillo, y se levantó. Se preparó para escuchar un llanto, pero Peter estaba en silencio, aunque sí tenía alguna lágrima silenciosa. Christopher se las limpió, un tanto sorprendido.
- No has llorado.
- No ha sido fuerte.
- Ah, ¿quieres que repitamos?
- ¡No!
- Ya me parecía. Ven aquí. – dijo, y le dio un beso. Le subió la ropa, y le abrazó. Peter se dejó abrazar, pero no le devolvió el gesto. - ¿Sigues enfadado?
- No lo sé.
- ¿Quieres que me vaya?
- No – dijo Peter. Ya había probado a quedarse sólo, y no le gustaba. – Quiero que te quedes aquí durante horas.
Chris se rió.
- ¿Durante horas?
- Ahá. Dices que no soy tu prisionero…Pues… si eso es verdad…tú sí eres el mío.
- ¿Ah, sí?

- Sí – dijo Peter, y entonces sí le abrazó. Una vez más, le resultó difícil no olvidar que aquél hombre no era su padre. Físicamente era como él, también le quería, se preocupaba por él, tenía la molesta costumbre de castigarle como a un crío, y le hacía sentir protegido cuando le abrazaba. ¿Por cuánto tiempo iba a tener que estar con él? Tal vez Barbas pensaba que si estaba mucho tiempo con él acabaría olvidándose de su padre… Pero Barbas se equivocaba. Si quería a ese Chris, era en parte porque se parecía al suyo. Y no se puede querer más a la copia que al original.

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