Chapter 86: Copias y originales
REALIDAD 1
- ¿Mejor, bebé? –
preguntó Chris en un susurro, sin dejar de mecerse con Leo aún en brazos. El
niño asintió, pero no se separó de él. Chris le entendía perfectamente. Él no
había tenido ocasión de hablar con Bianca, y aun así se sentía vacío al saber
que ya no estaba. El niño la había visto desaparecer, y eso tenía que ser como
revivir su muerte. Chris le dio un beso.
- Tanto drama por la
desaparición de un fantasma – dijo Peter. - ¿Acaso esperabas que tu mami se
quedara para siempre contigo?
Ocurrió en un
segundo. Nick se tiró sobre él y le aprisionó contra la pared, poniendo un
brazo en su garganta.
- Chris, dile algo –
se quejó Peter, con serias dificultades para respirar.
- Suéltate cuando
empiece a estar rojo, Nick – dijo Chris sin siquiera mirarle.
Nick pareció un poco
sorprendido porque Chris le diera carta blanca, pero los comentarios socarrones
de Peter se estaban volviendo crueles y Chris andaba corto de paciencia. Leo
había empezado a llorar de nuevo como consecuencia de las palabras de Peter.
Peter se ofendió al
no verse defendido y apartó a Nick de un empujón. Era más fuerte que él.
- Vaya mierda de
padre estás hecho.
- Y tú vaya mierda
de hermano – replicó Chris. - ¿Ni siquiera te conmueves ante un niño llorando?
- Más bien me alegro
si soy yo quien le hace llorar.
- No puedo creerme
eso.
- Tú mismo.
- No puedo creerme
eso, porque entonces me he equivocado mucho contigo. Había visto algo bueno en
ti, muchacho, pero parece que te esfuerzas por extinguirlo. – sentenció Chris,
y acarició la cabeza de Leo. – Campeón, mamá no podía quedarse ¿lo entiendes?
- Lo que tu padre
quiere decir es que no quería quedarse con un niño llorica como tú – ladró
Peter, que se había sentido muy dolido por las palabras de Chris. Pocas veces
había experimentado lo que se sentía al decepcionar a alguien, y decepcionar a
aquél tipo le importaba por alguna estúpida razón. Así que reaccionó con rabia
y soltó ese comentario tan cruel.
Antes de que Chris
pudiera decir nada, Amy se plantó delante de Peter y puso un dedo acusador
sobre su pecho.
- Creo que ya has
empezado el día con un castigo pero créeme cuando te digo que te parecerá un
viaje a Disney Land como se te ocurra hacer daño a alguno de estos chicos. Ese
de ahí es mi pequeño y si no es para consolarle no vas a decir nada ¿he sido
clara? – dijo Amy, señalando a Leo, y hablando de una forma que daba miedo.
Chris no sabía que ella pudiera sonar tan... autoritaria.
- Sí, señora –
respondió Peter, tragando saliva. Chris alucinó, y pensó que tendría que
preguntarle a Amy cómo narices había hecho eso.
- Bien. Más te vale.
– le aseguró la mujer, y luego se giró hacia Chris y Leo y su rostro se volvió
la misma imagen de la dulzura. – Ya, cielo, ya. Tu mamá te eligió a ti porque
te quería mucho. Ella te quiere, y te cuida desde el cielo. Y no quiere que
estés triste.
Leo sacó la cabecita
del pecho de su padre y la miró con ojitos brillantes.
- Yo no quería que
se fuera - protestó, en tono quejumbroso.
- Lo sé cariño.
Pero… la has vuelto a ver. ¿No crees que eso es algo por lo que alegrarse?
Leo asintió muy
despacito, como si cayera por primera vez en ese detalle. Amy le sonrió con
calidez, y le acarició la cabeza.
- Ven aquí, mi niño
fuere. – susurró.
- ¡Ja! – exclamó
Peter, si poderlo evitar. - ¿Fuerte? ¿Esa cosa llorona?
- Peter, el pico
cerrado si no quieres que te lo cosa – amenazó Amy sin siquiera mirarle.
Leo se soltó del cuello
de Chris y se colgó del de Amy. Le encantó la sensación. Se sintió más pequeño,
pero le dio igual. Acarició el pelo de la mujer y se lo puso tras la oreja.
Luego apoyó la cabeza en su hombro.
- Amy, cuidado, que
pesa mucho…- dijo Chris, con algo de preocupación.
- No soy tan
debilucha como aparento. Aunque desde luego más que "pequeño" debería
llamarte grandullón. – dijo Amy, y zarandeó a Leo juguetonamente, provocando
que sonriera un poco. Chris sintió algo especial al ver que era tan cariñosa
con su hijito.
Nick puso una mano
en el brazo de Chris, como para llamar su atención discretamente.
- Sé que no es un
buen momento pero…
- ¿Sí?
- Son las once menos
cuarto y….
- Termina, cariño.
¿Qué ocurre?
- Mmm… Las clases
empiezan a las nueve y….mmm…¿debo suponer que no voy a ir hoy al colegio?
- No, Nick. Supongo
que no. Ha pasado… muchas cosas…. Y la verdad, dudo que el colegio esté si
quiera abierto después de esa extraña lluvia.
- Ya….mmm…. respecto
a eso…. ¿oyes las sirenas?
Chris escuchó, y
reparó en el sonido de sirenas de policía, de ambulancias y de bomberos.
Asintió.
- Me preguntaba
si…esto… si vas a hacer algo…Ya sabes, como el tío y el abuelo…
- Nick, no tengo
poderes ¿recuerdas? Ahora mismo no le soy útil a nadie. – explicó Chris, algo
extrañado por la vacilación de Nick, como si tuviera miedo de preguntar.
- Cierto. Mmm….
Entonces….esto….¿puedo hacerlo yo?
- ¿Qué?
- Yo… si tengo
poderes. ¿Puedo…? Nada, olvídalo.
Chris entendió lo
que Nick quería decirle, y le levantó la barbilla con delicadeza.
- Hijo, nunca tengas
miedo de preguntarme nada. Por favor, termina.
Nick alzó la mirada
muy despacio. Él tenía magia. Él leía la mente y hacía hechizos, y si se
convertía en demonio podía ser invisible y muy fuerte. Él podía salvar vidas.
- ¿Puedo salir afuera…a
ayudar?
- ¿Crees que puedes
hacerlo?
- Yo… tal vez.
Chris miró a su hijo
con orgullo e indulgencia. Era tan inocente…
- Nick, la policía
lo tiene controlado. Por más magia que tengas, no hay mucho que puedas hacer
ahora mismo. ¿Puedes curar a quien se haya quemado? No. ¿Puedes reparar los
coches y demás cosas que hayan sido dañadas? No. Y tampoco es… tampoco es
nuestro trabajo atender los desastres naturales. No podemos interferir cuando
hay un terremoto, de la misma forma que yo no debía salvar a Jason…
- ¡Pero esto no es
natural! ¡Ha llovido sangre!
Chris entendía la
frustración de su hijo. La entendía muy bien, y se conmovía por su altruismo.
- Te diré lo que
vamos a hacer: si vuelve a llover, entonces buscaremos la forma de proteger a
quien podamos.
Nick sabía que no
iba a conseguir nada mejor, y no le apetecía discutir, así que asintió. El
cansancio le asaltó de nuevo, y soltó un bostezo.
- ¿Cansado a estas
horas? – dijo Chris, levantando una ceja – No hace ni 3 horas que te
despertaste.
Nick se encogió de
hombros y luego agachó la cabeza. Sabía perfectamente por qué estaba tan
cansado. No había empezado la mañana lo que se dice "con buen pie".
Miró a Chris como intentado tantear si estaba enfadado. No lo parecía.
- Siento lo que le
hice al enano.
- Ya te has
disculpado suficiente por eso – dijo Chris, con calma. Nick tenía la manía de
reafirmar sus disculpas, como para asegurarse de que estaba perdonado. El Peter
bueno a veces también lo hacía.
- Y también…
siento…siento….- balbuceó Nick, como peleando con las palabras Respiró hondo, y
lo soltó - ¿Yo soy como éste Peter? ¿Soy tan imbécil? – preguntó, con algo de
ansiedad. Chris se cercioró de que nadie estaba escuchando su conversación.
- No, Nick. Tú no
eres cruel. Jamás te burlarías de Leo con el tema de su madre.
Nick pareció más
tranquilo. Peter le había parecido como su propio reflejo, y había llegado a la
conclusión de que si él era así, alguien debería ponerle un bozal. Chris le
puso una mano en el brazo, con cariño.
- ¿Sabes? Bianca
tiene razón. No debería ser tan duro contigo. Te estás volviendo muy
responsable. De verdad, Nick: no eres para nada como éste Peter. Pero te
pareces al nuestro más de lo que crees. Sólo has tenido que verte hoy con Leo.
Nick sonrió un
poquito, antes de ponerse serio otra vez.
- Pero te he
decepcionado…
- A eso me refería
con lo de ser tan duro. Te has peleado con tu hermano pequeño. Son cosas que
pasan. Cosas que NO PUEDEN VOLVER A PASAR – recalcó Chris- pero que son
normales, al fin y al cabo. Normales entre hermanos. No estoy decepcionado de
ti, Nick. No tengo por qué estarlo. Tengo muchos más motivos para estar
orgulloso.
- Pero… él es tu
niño… y yo…
- Tú también eres mi
niño – dijo Chris, y le dio un beso. – Y no, no me gusta que os golpeéis y
menos de la forma en que tú lo hiciste, pero eso no va a cambiar si vuelves a
hacerlo. Siempre serás mi niño.
- Pero seré un niño
en problemas – afirmó Nick, medio en serio, pero también buscando que Chris
sonriera, y lo consiguió porque Chris estalló en carcajadas. Tardó un poco en
ponerse serio otra vez, pero luego asintió.
- En muchos.
Nick sonrió un
poquito, pero también tragó saliva, porque sabía que era cierto que más le
valía no hacer algo como eso de nuevo. Había pocas cosas que enfadaran a su
padre "de verdad" pero dañar a otro miembro de la familia era una de
ellas. Aún tenía muy presente lo que había sucedido hacía un rato en su
habitación.
- Papá…¿cómo lo
haces?
- ¿Cómo hago el qué?
– preguntó Chris, confundido.
- Enfadarte tanto y
aun así… ser capaz de abrazarme, para que no tenga miedo.
- Es muy fácil, Nick
– le aseguró Chris, contemplándolo con ternura.
- ¿Ah, sí?
- Sí. Sólo tengo que
recordar lo mucho que te quiero.
Cuando Nick sonreía
como lo hizo en ese momento, parecía mucho más joven. Era algo que Chris nunca se
cansaría de ver, de la misma forma que había una frase que nunca se cansaría de
escuchar:
- Yo también te
quiero, papá.
Peter, algo alejado
de todos ellos, se sentía raro. Allí todos…parecían quererse mucho. Amy y Leo
se abrazaban de un modo tan cursi que casi le daban arcadas, y Chris y Nick se
sonreían de una forma muy dulce, a pesar de que Peter sabía que Nick se había
llevado un gran castigo por golpear a Leo. No lo entendía. Es decir, entendía
que Chris se hubiera enfadado (de haber sido él, con su Leo, en su mundo, ya
podía darse por muerto) pero no entendía por qué Nick no estaba enfadado
también. El chico no estaba ni siquiera molesto. Más bien parecía desesperado
por saber que todo estaba bien y le habían perdonado. Eso le desconcertaba un
poco, aunque podía llegar a entenderlo. Pero lo que más le extrañaba de todo,
era que Leo no estuviera enfadado. ¡Chris había sido injusto! ¡Se había
equivocado! Leo tenía la ocasión perfecta para conseguir cualquier cosa de él,
y chantajearle. ¿Es que ese niño no tenía cerebro?
…¿o más bien no
tenía malicia? Realmente, esa gente era buena. Tanto, que de buenos eran
tontos. Y Peter deseaba por momentos encajar entre ellos. Eso le hacía estar
más confundido, y le hizo revelarse: él no era como ellos, y no podía dejar que
le cambiaran. Era lo miso que pretendió hacer Derek, y a él no se lo permitió.
Miró a esa familia como si fueran enemigos, pero ninguno pareció percatarse de
esa mirada.
Amy y Chris
consiguieron que el disgusto de Leo por lo de su madre se pasara, más o menos.
Chris estaba planteándose si encender la televisión, para ver el alcance de la
lluvia, cuando empezó a sonar su teléfono. Lo cogió, algo sorprendido, porque
quien llamaba era Paul, que supuestamente no tenía permiso para hablar con él.
Descolgó.
- ¿Sí?
- Gracias a Dios.
Papá, están bien. – dijo la voz de Paul. - ¿Estáis bien? – preguntó luego, con
ansiedad, como para cerciorarse.
- Sí, Paul, todos
bien.
- Escucha… Nick me
dijo lo de Peter…Lo siento mucho….Me hubiera gustado hablar contigo pero… a mi
padre no le hacía demasiada gracia.
- ¿Y qué ha
cambiado?
- Mejor te pongo con
él.
Chris esperó unos
segundos, hasta que Patrick cogió el teléfono.
- Haliwell.
- Patrick.
- Escúchame. El
primero será Peter ¿entiendes?
- ¿El primero en
qué?
- En morir.
Chris dejó de
respirar.
- ¿Cómo dices?
- Mierda,
Christopher, no tengo mucho tiempo. Mi mujer está en el hospital.
- ¿Qué?
- La lluvia. Ella
estaba fuera.
- Lo… lo siento
Patrick. ¿Está bien? ¿Puedo hacer algo?
Chris se sintió
frustrado. No le deseaba ningún mal a esa mujer, pero aquellas preguntas no
habían sido sinceras. Dentro de él, aquello le importaba bien poco. Sólo quería
saber qué rayos iba a pasarle a su hijo.
- No tiene nada
grave, pero debo ir para allá. No olvides lo que te he dicho. Peter será el
primero.
- Espera. ¿Qué
quieres decir?
- Lo que he dicho,
Christopher, ni más ni menos. La lluvia roja era la señal. Ya ha comenzado.
- ¿QUÉ ES LO QUE HA
COMENZADO?
- ¡El mundo yéndose
a la mierda! Se supone que no debería estar diciéndote esto, pero te debo una.
Tómalo como que estamos en paz.
¿Eh? Pero si era él
quien le debía un favor. Chris no entendía nada.
- Patrick, espera…
Pero ya había
cortado. Chris se tuvo que sentar. Tenía que asimilar que su hijo iba a morir.
Tenía que asimilarlo, pero no pudo. Su cerebro se desconectó. Quedó como en
shock. Ni siquiera reparó en que afuera empezó a llover sangre.
Pasaron los minutos.
Su familia se movía a su alrededor, sin saber cómo hacerle despertar de ese…
trance. Chris sólo despertó con el suave roce de la mano de Amy en su mejilla.
- Chris – dijo ella,
suavemente, al ver en sus ojos que volvía a estar con ellos – Está aquí tu
padre.
Chris levantó un
poco la mirada. Su padre, Leo, estaba junto a ella. Se sentó al lado de Chris.
- Hijo, ¿estás bien?
Chris no respondió.
Sus labios no recordaban cómo se respondía.
- Dejadnos solos,
por favor – pidió Leo, y todos se fueron, aunque Amy les dedicó una última
mirada preocupada. Leo esperó a que no hubiera nadie para hablar – Chris, ¿me
escuchas?
- S-sí.
- ¿Qué ocurre hijo?
¿Cuál es el problema?
- Peter.
- Lo encontraremos,
Chris. Te lo dije en su día y te lo repito ahora: lo encontraremos.
- Pero muerto.
- ¿Qué?
- No se puede luchar
contra el destino.
- Christopher, no te
entiendo.
- Patrick sabe algo.
Victoria insinuó algo. Y ahora se está cumpliendo. Papá, si mi hijo se muere,
yo voy detrás.
Leo se arrodilló
delante de él, y puso ambas manos en su rostro, como sujetándolo.
- Eso no va a pasar.
¿Me escuchas? Te lo prometo. Te lo juro.
- No es algo que
esté en tu mano asegurar, papá.
- Tu padre lo puede
todo ¿ya lo has olvidado? – dijo Leo, y sonrió un poco, pero Chris no le
devolvió la sonrisa. – Llevas mucho tiempo soportando demasiadas cosas.
¿También has olvidado quién está a cargo aquí? No importa cuán adulto seas:
siempre puedes apoyarte en mí.
Una parte de Chris
creía que aquello eran palabras vacías. Que no podía apoyarse en su padre
porque siempre estaba muy ocupado, y porque él tenía que poder resolver por sí
mismo sus propios problemas. Pero otra parte de él, la parte que llevaba la
palabra "HIJO" grabada con letras de sangre, se sintió reconfortada.
Aceptó el abrazo que su padre le ofrecía, y automáticamente el corazón le pesó
cien kilos menos.
- Todo eso de la
lluvia… Creo que es por nuestra causa. Por MI causa. – dijo Chris.
- Ahí fuera todo es
una locura. Lleva diez minutos lloviendo y parece que ésta vez no va a parar.
Chris, yo… he visto gente…Gente que ya no está….Gente que ha muerto…
- Lo sé. Leo ha
visto a Bianca.
- Tenemos que
pararlo, hijo. Ahí fuera…Todo se está yendo a pique.
- Lo sé.
- Tu familia no se
ha visto afectada. Todos… hemos empezado a gritar, y a dar golpes…
- Ellos también. La
primera vez.
- ¿Y tú?
- Yo no. Pero parece
que a mí me afecta de otra manera.
- ¿De qué manera?
Chris no respondió.
- Chris.. ¿de qué
manera? Dímelo. Tal vez te pueda ayudar.
- No puedes. Yo… voy
a volverme malo. De la misma forma que, por lo visto, el otro Chris se está
volviendo bueno.
- Eso podría
explicar por qué el velo de todas las realidades se está rompiendo. Pero no
creo que tú estés cambiando.
- Yo…hay momentos en
los que tengo impulsos egoístas. – confesó Chris, recordando la forma en la que
no se había preocupado por el resto de la humanidad, ni por Paul, ni por su
madre en el hospital…
- Pero no te estás
volviendo malo – insistió Leo. – Has visto suficiente maldad como para
reconocerla, hijo. Has visto suficiente maldad como para no caer en ella.
Ese era el mejor
argumento que Leo podía utilizar, porque Chris pensaba lo mismo. Se había
analizado, y no se sentía malvado, ni deseaba el mal de nadie, ni tenía
impulsos de ser cruel. No reprimía su egoísmo natural pero eso era…. Era
simplemente ser humano. Era pensar "la familia primero, y los demás
después". Quizás más que malo, Chris estuviera siendo sincero por primera
vez en su vida. Nada de forzarse a ser amable, generoso, y altruista. Él ya le
había dado muchas cosas al mundo. Había salvado el planeta suficientes veces en
su juventud. Era su momento para disfrutar del mundo al que había salvado. Quería
una familia. La tenía. ¿Era tan malo ser un poquito egoísta?
…Sí. Lo era. Él no
se lo podía permitir. Él tenía un don (aunque temporalmente Peter se lo hubiera
quitado) y eso implicaba que su vida no era suya. Era la marioneta de los
Ancianos. Ya se lo habían advertido: no debía luchar contra el destino. Pero no
contra el de Peter: sino contra el suyo propio. No podía huir de lo que era. No
podía refugiarse en su familia. Él tenía que ser como Nick, y preguntar
"Ey ¿qué puedo hacer para ayudar?". Él, tenía que vivir para los
demás.
Era lo que hacía su
padre. Su padre…elegía al mundo antes que a su familia. Y aun así, no le había
abandonado. Chris hubiera deseado pasar más tiempo con él, pero su padre
siempre había estado ahí cuando él le necesitaba. Su padre se había metido en
muchos "líos mágicos" con "los de ahí arriba" por no
renunciar a su familia. Pero siempre había tenido muy claro que tenía un deber
y debía cumplirlo. Y se lo había enseñado a Chris. Le había enseñado a Chris
algo que él intentaba enseñarle a sus hijos: que ellos no podían permitirse ser
malas personas. Porque ellos eran especiales. Suspiró.
- Lo hiciste bien
conmigo – dijo Chris, finalmente – Dudo mucho que exista un hechizo, conjuro o
equilibrio universal capaz de hacerme olvidar todo lo que tú me has enseñado.
Leo le sonrió. Era
la sonrisa de un hombre joven, pero de mucha edad. De un hombre que no podía
envejecer. De un hombre que había visto mucho, que había muerto en una guerra,
que había vuelto a nacer para meterse en otra…Si él no estaba cansado de vivir,
ni de luchar, Chris se dijo que tampoco tenía derecho a estarlo.
- ¿Cuál es la
situación ahí fuera? – le preguntó a su padre, con temor de lo que pudiera
escuchar. Leo se puso serio, lo que le indicó que era malo, muy malo.
- El ejército ha
tomado el país. Las calles están desiertas. La lluvia sigue cayendo, quemando
en el proceso todo material orgánico. La gente tiene miedo.
Chris asintió,
tomando nota.
- ¿Alguien ha
hablado ya con Victoria?
- ¿Para qué? –
preguntó Leo, confundido.
- Para que nos diga
lo que debemos hacer.
- Chris, ¿aún no lo
sabes?
- ¿Saber el qué?
- Victoria lleva
inconsciente desde que llovió por primera vez.
Chris parpadeó. Por
eso Wyatt no había respondido a su llamada. Todo estaba comenzando. El futuro
nefasto que tanto le habían anunciado ya estaba ahí, y tenía que haber sido
demasiado para Victoria. Demasiadas cosas para un cerebro tan pequeño.
Demasiado peligroso para ella estar consciente cuando la información era algo
tan importante.
- En su defecto… ¿alguien
ha hablado ya con la tía Phoebe?
- Christopher. Todo
el que puede ver el futuro, da igual si es con premoniciones o viendo los posos
del café, está en la misma situación. Hubo una visión...una visión de luz…La
visión de la Nada. Vieron el fin del mundo, y después perdieron el
conocimiento.
- ¿Por qué nadie me
dijo nada?
- ¿A quién
preguntaste? ¿Qué has estado haciendo?
En la voz de su
padre había un ligero deje de recriminación.
- Estuve… ocupándome
de algunos problemillas familiares.
- Hace tres horas
que llovió por primera vez. ¿No has podido dedicar un minuto de todo este
tiempo al GRAN problema que nos afecta a todos?
- Ya te dije que me
estaba volviendo egoísta.
- ¿Ni siquiera has
podido encender la tele?
- … Iba a hacerlo
ahora.
- Christopher…
- ¿Qué?
- … nada. Que a
veces me pregunto si no eres tan chiquillo como tus hijos.
- Gracias, papá. –
dijo Chris con sarcasmo – Es un consuelo saber que tu padre te tiene en tanta
estima. Y ahora, si has dejado de meterte conmigo… ¿qué dicen los Ancianos de
todo esto?
- Ahora no tienes
poderes. No… puedo decírtelo.
- ¡Sigo siendo un
luz blanca!
- A efectos
prácticos no.
- ¿Cómo es esto? ¿Me
roban los poderes y por eso me "desconectan en walkie talkie"?
- Pues sí, más o
menos es así.
- Eres consciente de
que no sólo es el fin del mundo, sino el desenlace de la profecía que predice
mi muerte ¿verdad? Que es ahora cuando más necesito mis poderes.
- Espero que se lo
hagas saber a tu hijo en cuanto le veas – dijo Leo – Porque aunque te he
prometido que vamos a encontrarle vivo, no te garantizo que yo no le mate justo
después.
- No es culpa suya.
- protestó Chris.
- Te ha dejado
indefenso.
- Él no lo sabía –
insistió.- No sabía que iba a pasar esto. Ni… que le iban a separar de mí.
- Cierto: sólo
pensaba matarse llevándose tus poderes a la tumba.
- ¿Crees que mis
poderes me importan una puñetera mierda comparado con la vida de mi hijo? –
saltó Chris, furioso.
- Bien: veo que
sigues siendo tú. Tenía que comprobar si tus prioridades seguían siendo las
mismas.
- Familia, poderes,
demonios. Ese es el orden, papá. Siempre lo ha sido.
- Hablando de
demonios…Hay algo raro aquí.
- ¿El qué?
- Ellos aprovechan
el caos. Ellos suelen causar el caos. Pero hasta ahora no han dado señales de
vida.
- Tal vez….tengan
miedo.
- ¿De qué?
- De la lluvia roja.
- Tal vez. O tal vez
saben que algo grande se acerca.
Chris sintió un
escalofrío, porque ese "algo grande" le incumbía directamente a él.
Iba a responder, pero entonces escuchó unos pasos.
- ¿Chris? – preguntó
Peter, tímidamente, desde la puerta del salón.
- ¿Sí?
- Puedo… ¿puedo
pasar?
- Pasa.
- ¿Estás mejor?
- Sí. Gracias por
preguntar – dijo Chris, gratamente sorprendido por la amabilidad del chico.
- Yo… siento lo de
antes. Con Leo. No ha estado bien reírme así cuando lloraba por su madre.
Chris alucinó,
directamente. Ni siquiera le había castigado porque pensó que la crueldad era
algo inherente al muchacho, del "universo malo". Se dijo que eso
había sido un error. Él era de los que pensaban que todo se podía corregir. Por
eso jamás iba a rendirse con sus hijos, hicieran lo que hicieran. No debería
haberse rendido con aquél Peter. No tan pronto. Acababa de demostrar que no era
tan malo. Que tenía un lado bueno.
- No pasa nada. Yo
siento lo que te he dicho. No creo que seas un mal hermano. Ni una mala
persona. Lo que acabas de hacer es algo muy bueno, y requiere mucha valentía.
Te has disculpado por propia voluntad y eso hace que esté muy orgulloso de ti.
Chris vio como el
chico miraba al suelo, avergonzado. Ese era un gesto de su propio Peter.
- Yo… me preguntaba
sí…. – empezó Peter.
- ¿Sí?
Peter no continuó.
- Dime lo que sea,
Peter.
Más silencio.
- ¿Volvemos a lo de
no responder?
- No…no, ¡no!
¡Perdona! – se apresuró a decir Peter, como asustado por la posibilidad de que
Chris se hubiera enfadado.
- Está bien, Peter,
tranquilo. Dime, ¿qué te preguntabas?
- Mmm… ¿Puedo
abrazar al abuelo?
Chris miró a Leo,
que se mostró un tanto sorprendido de esa pregunta. Había estado observando a
ese chico de otra dimensión con curiosidad.
- No tienes que
pedirme permiso para eso, Peter – dijo Chris con una media sonrisa. Peter se la
devolvió.
- Es que… hace… hace
más de tres meses que no veo a mi abuelo y…. él se parece mucho.
Leo se sintió muy
conmovido. Se puso de pie y avanzó hacia él. Peter se dijo que aquél era el
momento de la verdad. Había tenido que sobreponerse a sus fobias porque su
poder requería contacto, y aun así aún se ponía histérico cuando tenía que
tocar a alguien. Pero aquella vez debía hacerlo. Ya había llegado hasta allí.
Ya había fingido ser un niño bueno, y estar arrepentido, y ser obediente.
Acababa de hacer le papelón de su vida, y no podía cagarla en ese momento. Casi
le dan arcadas cuando Chris le dijo que era una buena persona.
"Si el
supiera…"
Se abrazó a Leo, y
entonces lo hizo: le quitó sus poderes a un Anciano. Se sintió tan lleno. Tan
poderoso. Lo hizo con cuidado, para que Leo no se diera cuenta. ¡Sí! Supo que
lo había conseguido. Ya podía orbitar. Hubiera cogido los de Chris, pero su
alter ego se le había adelantado. Al ver a Leo la idea había acudido, luminosa,
a su cabeza. Y, por fin, lo había logrado. Pero aún no había terminado de
interpretar su papel. Aprovechándose de la euforia que sentía, se esforzó por
llenar sus ojos de lágrimas.
- Gracias, abuelo.
El corazón de Leo
dio un bote al oírse llamar así por ese chico, que era una réplica de su nieto.
- Volverás a ver a
tu familia, Peter. Ya lo verás. Y entonces….tendrás dos. – le dijo. – Siempre
estaremos disponibles para ti, para lo que necesitas.
"Oh, sí, ya lo
creo. Y tus poderes me van a ser muy útiles" pensó Peter, pero en lugar de
eso dijo otra cosa diferente, estratégica.
- Gracias otra vez.
Yo… mejor me voy, no quiero molestaros. Parece que papá necesita a su padre… -
dijo Peter y se fue.
Chris y Leo se
quedaron solos
- Me ha llamado
papá.
- Me ha llamado
abuelo.
- ¿En qué mundo éste
chico es malo?
- No lo es, desde
luego.
- Él también lo ha
pasado muy mal. Puede que peor que mi chico. Su vida ha sido un infierno.
Maltratado durante años…Separado de su padre por tres meses….Secuestrado en el
mismo inframundo…. Aunque no me ha contado mucho de eso. Dice que no puede
hablar del tema.
- Tal vez sea mejor
no saber demasiado. Las dos realidades ya ha tenido más contacto del debido. Es
como aquél que conoce demasiadas cosas de su futuro.
- Como yo, entonces
– dijo Chris, lúgubremente.
- Tu futuro vamos a
cambiarlo. Si cambié el de Wyatt, cambiaré el tuyo. – dijo Leo, y sonó como una
promesa. De pronto, frunció el ceño.
- ¿Qué pasa papá?
- He silenciado las
voces de auxilio, y a los Ancianos, para venir a hablar contigo. Pero ahora he
intentado reestablecer la comunicación, y no he podido. No consigo escuchar a
los otros Ancianos.
- ¿Cómo es eso?
- Tal vez estén en
peligro. Iré a ver.
Chris esperó unos
segundos.
- Pues… ve.
- Eso intento, pero
no puedo. Chris, no tengo poderes.
- ¿Qué?
- No tengo poderes.
No puedo orbitar. No puedo hacer nada.
Se miraron a los
ojos durante un rato, y la misma idea se adueñó de su mente al mismo tiempo.
- ¡PETER! – gritaron
a la vez, pero tenían la certeza de que no iban a obtener respuesta.
REALIDAD 2
- Papá, ya vale.
Se trata de pintar la pared, no mi cara.
- Oh, pero me gusta
mucho más tu nariz azul. Pareces un Pitufo.
- Tú siempre tan
acorde con tu edad – dijo Nick, rodando los ojos, y Chris se rió. Nick tenía la
nariz azul, la mejilla amarilla, y la barbilla verde. Y estaba sonriendo, que
era el objetivo.
Siguieron pintando
durante un rato, hasta que Chris empezó a mirar escaleras arriba, como si se
sintiera dividido. Había dejado a Peter sólo en el desván… Nick pareció
notarlo, porque suspiró.
- Si voy a tener que
tratar bien a ese medio hermano que me ha salido, tendremos que empezar por
estar en la misma habitación ¿no? ¿Por qué no subimos al desván?
Chris le miró con
orgullo y subieron las escaleras. Cuando entraron al desván Peter dio un salto,
como asustado, alejándose de la bola de cristal.
- Lo siento… - se
apresuró a decir.
- ¿Por qué?
- Por… mirar esto
sin tu permiso.
- Tampoco te lo
prohibí. ¿Has visto algo interesante?
- En… en realidad
sí.
- ¿Y bien? –
preguntó Nick, dando un paso adelante. Peter le miró unos segundos, como
preguntándose se iban a pelear otra vez. Al ver que no, se relajó un poco.
- Pues…para
empezar…. Allí ha vuelto a llover otra vez. Cosa que aquí no.
- Curioso. ¿Algo
más?
- Sí. Vuestro…
vuestro Peter…. Le ha robado los poderes a mi abuelo.
- ¿Qué?
- Lo que oyes. He
intentado ver a donde iba, pero no he podido…
- Esa esfera sólo
muestra lo que sucede en tu casa. La he hechizado para que haga eso. Más
concretamente, para que esté vinculada a tu Christopher. – explicó Chris, y
luego frunció el ceño. ¿Por qué había hecho su Peter algo como eso? – Espero
por su bien que no haya salido en a la calle con esa lluvia roja. Porque como
haya hecho eso, si logra salir ileso, yo lo fusilo.
- ¿Ese es tu padre?
– preguntó Nick con curiosidad, mirando la esfera también. No esperó la
respuesta de Peter porque era evidente. – Parece… la versión pija de ti, papá.
A mí me gusta más tu pelo. Y tu piercing.
- Gracias, hijo.
- Quiero volver –
dijo Peter, ignorando la conversación paralela. Se giró para mirar a Chris a
los ojos - ¿Por qué no me dejas volver?
- Peter, ahora mismo
no puedes volver. Yo no puedo cruzar el portal. Barbas lo impide. Además yo… no
quiero hacer nada que te ponga a ti o a mi hijo en peligro…
- Así que se trata
de eso. Aún soy una pieza e intercambio, y por eso tienes que retenerme aquí…
- Eso no es verdad.
No eres un prisionero, Peter. Pero no puedes volver.
- ¿Por eso no me
devuelves mis poderes? ¿Para que no pueda intentarlo?
- Peter, te
equivocas. No es así…
- ¡Quiero volver!
- No puede ser,
hijo. Lo siento.
- No me llames así.
No soy tu hijo sólo soy tu rehén – replicó Peter, y salió del desván. Bajó a su
cuarto (o al del otro Peter que allí ni cuarto propio tenía) y se encerró allí,
enfadado, frustrado, y sobretodo triste. Siempre triste.
Christopher suspiró.
Tal vez dejarle ver a su padre no hubiera sido tan buena idea. Era como
enseñarle a un pobre mil dólares, y decirle que no podía cogerlos.
Pasó el resto de la
mañana con Nick, y subió para decirle a Peter que bajara a comer, pero el chico
no estaba por la labor.
- Tienes que comer.
- No me apetece –
respondió Peter, desde dentro de su cuarto. Chris abrió la puerta en ese
momento y entró.
- Tienes que hacerlo.
- No quiero.
- Me da igual.
- A mí también.
Chris gruñó.
Adolescentes. Chris iba a insistir de nuevo, pero entonces Peter se levantó.
Había recordado lo que Chris le había dicho antes, de que si comía y cenaba
bien tal vez no le pegara con el cinturón aquella noche, en su castigo diario
por haber intentado suicidarse. Bajó y comió algo. Menos de lo que Chris
hubiera querido, pero lo suficiente para que le dejara tranquilo. Luego volvió
a encerrarse en su habitación, y no bajó salvo para cenar.
Después de cenar
subió a su cuarto, y poco después subió Chris también.
- ¿Sabes? Nick
estaba dispuesto a empezar de cero contigo, pero no se lo has puesto muy fácil
al pasarte aquí todo el día.
- No tenía ganas de
empezar de cero con nadie.
- Eres cabezota como
tú sólo.
- Lo he sacado de mi
padre, así que es lógico suponer que tú también lo eres.
- Touché. ¿Sigues
enfadado?
- ¿Sigo secuestrado?
- No estás
secuestrado, Peter. Estás… protegido. Y atrapado, pero eso no es culpa mía,
sino de Barbas.
- Aunque Barbas no
me impidiera salir de aquí, tú tampoco me dejarías.
- No, tienes razón.
No hasta saber que tú vas a estar bien, y mi hijo también.
- Y lo que yo opine
importa una mierda.
- No, Peter. Eso no
es así. Yo sólo quiero evitar que te pase nada, chico, pero no me lo pones
fácil.
Peter no respondió.
Pese a lo rencoroso que era, no podía estar mucho tiempo enfadado con su padre,
ni con aquél Chris. Se le estaba pasando el cabreo, pero no estaba dispuesto a
dejar que se notara.
- Lo dices como si
hiciera puenting todos los días.
- No, pero sí
intentas suicidarte, que es aún más peligroso.
Se estaban acercando
al verdadero asunto que había llevado a Chris a entrar en su habitación, y
Peter lo sabía.
- Te prometí que no
lo haría, y no lo haré.
- Ya me lo habías
prometido, y aun así lo hiciste. Me lo volviste a prometer, y cogiste un
cristal por su decidías cortarte.
- Pero te lo di…-
protestó Peter, como alegando buena conducta.
- Me lo diste –
admitió Chris. – Es por eso que el cinturón se queda fuera. – dijo Chris, y
orbitó el cepillo.
Peter suspiró, y se
puso de pie. Por lo visto, Chris pensaba cumplir rigurosamente lo de "una
semana". Se acercó a él mirándole con cara de malas pulgas.
- No pongas esa cara
que esto te lo buscaste tú solito. No vas a volver a ponerme en la situación de
ver cómo te mueres delante de mí, sin que pueda hacer nada por evitarlo.
Peter volvió a
suspirar, y se quedó quieto, a su lado. Christopher se sentó en la cama, y le
desabrochó el vaquero a Peter.
- Por cierto, mañana
te cambias de ropa, y te das una ducha. Y no voy a dejar que te pases otro día
tumbado aquí sólo. No vas a pasar por esto sin ayuda. Si estás triste te apoyas
en nosotros, que somos tu familia.
Le bajó el pantalón,
y luego tiró un poco de él, para colocarlo encima suyo. Una vez ahí le bajó el
calzoncillo. Peter no ofreció ninguna resistencia, aunque se agarró a él con
mucha fuerza. Chris lo notó, y por eso primero le acarició la espalda.
- Hago esto porque
no puedo dejar que atentes contra tu vida de nuevo, Peter.
Le hubiera gustado
escuchar alguna clase de respuesta, pero era demasiado pedir.
- Serán cincuenta,
como los dos últimos días.
- ¿Tengo que contar?
- No. Tienes que
tener presente que esto no será nada comparado con lo que pasará si vuelvo a
verte con un cuchillo, un trozo de cristal o derivados. – dijo Chris, y
comenzó.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Fue meticulosamente
lento. Chris estaba muy tranquilo, para nada enfadado, y por eso aquello era
extraño para Peter. Era extraño ese silencio prolongado, sólo interrumpido por
el sonido del cepillo cuando caía.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- ¿Qué vas a hacer
la próxima vez te deprimas, te sientas culpable y te den impulsos de hacer tonterías?
Peter lo pensó bien,
sabiendo que debía dar una respuesta acertada. Era un poco difícil no obstante,
dada la situación en la que se encontraba.
- Supongo que… no
hacer tonterías.
- ¿A quién vas a
acudir?
- A Nick
- Él es tu hermano.
Está bien que quieras acudir a él, pero ¿a quién debes acudir si tienes algún
problema?
- A Nick.
- Eso no es cierto,
y lo sabes. Ya no.
- A… a mi padre.
- Eso es. ¿Y si no
está él?
- A Amy.
- Buen punto.
Supongo que sí. No lo sé, no la conozco. ¿Y si no está ella?
- ¿A ti?
- No lo preguntes. A
mí. A mí, y yo te daré una solución. No un cuchillo, no un cristal, ni
pastillas, ni nada. Una solución, Peter. Porque así es como se van los
problemas. No huyendo de ellos.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris comenzó a ser
más rápido, algo que Peter casi agradeció, aunque así empezó a dolerle más.
Soltó algún quejido suave.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris se detuvo,
dejó el cepillo, y se levantó. Se preparó para escuchar un llanto, pero Peter
estaba en silencio, aunque sí tenía alguna lágrima silenciosa. Christopher se
las limpió, un tanto sorprendido.
- No has llorado.
- No ha sido fuerte.
- Ah, ¿quieres que
repitamos?
- ¡No!
- Ya me parecía. Ven
aquí. – dijo, y le dio un beso. Le subió la ropa, y le abrazó. Peter se dejó
abrazar, pero no le devolvió el gesto. - ¿Sigues enfadado?
- No lo sé.
- ¿Quieres que me
vaya?
- No – dijo Peter.
Ya había probado a quedarse sólo, y no le gustaba. – Quiero que te quedes aquí
durante horas.
Chris se rió.
- ¿Durante horas?
- Ahá. Dices que no
soy tu prisionero…Pues… si eso es verdad…tú sí eres el mío.
- ¿Ah, sí?
- Sí – dijo Peter, y
entonces sí le abrazó. Una vez más, le resultó difícil no olvidar que aquél
hombre no era su padre. Físicamente era como él, también le quería, se
preocupaba por él, tenía la molesta costumbre de castigarle como a un crío, y
le hacía sentir protegido cuando le abrazaba. ¿Por cuánto tiempo iba a tener
que estar con él? Tal vez Barbas pensaba que si estaba mucho tiempo con él
acabaría olvidándose de su padre… Pero Barbas se equivocaba. Si quería a ese
Chris, era en parte porque se parecía al suyo. Y no se puede querer más a la
copia que al original.
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