Chapter 97: Ángel o demonio
N.A.: Lo que sigue del fic
es complicado. Espero haberme explicado medio decentemente. Para mí tiene
sentido porque está en mi cabeza. Pero claro, vosotros no sois Nicks lectores
de mente, así que depende de mí saber explicarme. xDDD
Por la impresión de
ver que Barbas se reía, Adramelech aflojó un poco el agarre, y el demonio
aprovechó para soltarse. Estaba herido, y miró a su agresor con grandes dosis
de odio, como jurando venganza por haberle provocado aquél dolor. Pero no
estaba muerto. Extendió la mano y paralizó a los allí presentes con el único
miedo que tenían en común: les hizo creer que ninguno tenía poderes. Se metió
en la cabeza de cada uno de ellos, y les hizo temer por la muerte de los que
tenían al lado. Christopher 2 temió por la vida de sus hijos, cuando aún tenía
las manos manchadas con la sangre de Peter, al que había salvado de puro
milagro. Christopher 1 creía que además de a Peter iba a perder a Nick. Y los
chicos temían por la vida de sus padres. Cuando Barbas estuvo seguro de que
todos estaban paralizados, se arregló el pelo, como si ingerir una dosis de
poción mortífera hubiera sido sólo un contratiempo.
- Os voy a contar
una historia. Es la historia de un demonio de nivel alto, atractivo, poderoso y
muy carismático, que se ha ocupado de tener ojos y oídos en todo el inframundo.
Un día, se enteró de algo muy interesante. "Las Embrujadas han
muerto" decían las voces. "Es el fin de las hermanas Haliwell".
Como es natural, el demonio sintió rabia por no haber sido él quien pusiera fin
al reinado de las brujas, pero respiró aliviado al enterarse de la noticia.
Nadie iba a ser capaz de frenarle… nadie excepto las Altas Esferas. El demonio
escuchó una conversación que lo cambiaría todo…El Tribunal discutía sobre el
rumbo que estaban tomando las cosas en el inframundo. Sin el miedo a sus
mayores enemigos, los demonios se habían vuelto más incontrolables que nunca.
Necesitaban un líder. Necesitaban sobrevivir. La especie debía renovarse,
cambiar sus costumbres. Evolucionar o morir. Una cosa llevó a la otra, la
política, las mentiras, ya sabéis cómo funciona esto – atajó Barbas moviendo la
mano para indicar que aquello eran nimiedades de las que no iba a hablar – El
caso es que, años después nació un niño. Un insignificante niño, que debía ser
sólo uno…pero fueron dos. ¿A que ahora ya se pone interesante? Ese pequeño
diablo era el resultado de un plan Maestro. La unión de un poderoso demonio y
un medio luz blanca…Oh, pero se suponía que no tenías que ser tú Christopher.
Se suponía que debía ser Wyatt. Dos Veces Bendito, amo de Excalibur, luz
blanca, brujo, prácticamente inmortal…No me negarás que, entre él y tú, tu
hermano resulta un mejor partido, si se trata de crear una criatura superior.
Pero aquella demonio se encaprichó de ti. Es curioso como los planes maestros
pueden truncarse por esa pequeña cosa que es el amor…. Aunque claro, un demonio
no puede enamorarse. Debiste de parecerle un buen juguete. Tan…tierno e
infantil… - se burló Barbas con rintintín en la voz – Al menos, eso pensaron
Ellos. Yo creo más bien que se debe a que ella podía ver el futuro, y sabía que
si te elegí a ti en vez de a Wyatt tendría gemelos. Sabía que la quitarían a
uno de sus hijos. Que tenía el destino sellado. Y la muy zorra tenía la
esperanza de poder quedarse al menos con uno. ¿Quieres saber la verdad, Nick?
Es…es curiosa, la mente de un demonio – explicó Barbas, haciendo gestos
amanerados con las manos. Juntó amabas manos cerca de los labios y esbozó una
media sonrisa. – Un demonio mataría a su propia madre si con eso consiguiera
algún beneficio… pero ninguno mataría a su propio hijo. Y menos un demonio
bestia, que vive en colmenas, con una gran estructura jerárquica. Tu madre vio
como tu hermano se moría. Vio justo éste día, en éste momento, y supo que no
podía permitirlo. Así que os quitó vuestros poderes. Como si eso fuera a servir
de algo. El futuro rara vez se puede cambiar, sobre todo cuando los Ancianos
tienen tanto empeño en que éste se cumpla. ¿No es irónico que ellos sean los
buenos? Pero Nick, lo único que ni los Ancianos, ni el Tribunal, ni nadie,
podían cambiar, es que aquél día no había nacido un niño, sino dos. No sólo
habían creado el demonio de la Muerte, sino también el de la Vida. Y ahora la
pregunta del millón ¿por qué planear el nacimiento de tu hermano? Pues verás…
existe una cosa que se ha repetido a lo largo de la historia, en manos de
aquellos que tienen complejo de Dios.
En ese punto, el
demonio pareció abstraerse. Paseó a lo largo de una de las vigas del puente, y
se detuvo delante de un paralizado Adramelech. El chico no podía moverse,
debido a lo que Barbas estaba haciendo dentro de él, y esto pareció molestar al
demonio, que le dejó libre al no soportar tanta quietud. Adramelech con gusto
se había tirado a su cuello, pero la historia había captado su interés. Nick
recuperó su forma humana, deseando saber más sobre sus orígenes y los de su
hermano.
¿Te suena el
nazismo? – preguntó Barbas, con cierta guasa. Nick no le respondió, pero no
entendía a qué venía eso. - ¿No me sigues? Ya sabes, culpar a los judíos de los
problemas económicos, acusarles de ser una raza inferior, para así justificar
una matanza. Algo así planeó el Tribunal. Aunque si quieres, lo puedes ver como
un remake del Arca de Noé… Lo llamaron la Purga, y su objetivo era eliminar a
todos los demonios, culpables de todas las desgracias del mundo. Mira chico,
nada me haría sentir más orgulloso que el que eso fuera cierto, pero no lo es.
Si el mundo se va a la mierda es sólo culpa de los humanos. Esos cerdos
planeaban empezar de cero ¿entiendes? Crear una nueva especie de demonios que
pudieran ser controlados. Los demonios somos necesarios, y al fin y al cabo el
Tribunal está formado por demonios, también. Así que no se atrevieron a
simplemente extinguirnos. Y ahí es donde entra tu hermano. El encargado de
acabar con la lucha entre el Bien y el Mal. ¿Cómo? Muy sencillo exterminando el
mal. No habéis roto ningún equilibrio universal, pequeñas hormiguitas
egocéntricas. Esta lluvia no es consecuencia de la ruptura del cosmos, ni un
castigo divino. Lo que ha llovido ha sido la sangre de mis hermanos y
hermanas…De tus hermanos y hermanas, Nick. Esta lluvia ha sido el exterminio de
los demonios. La Purga. Una pequeña lección de humildad para todos: nada de
esto ha sido cosa vuestra, pero tampoco ha sido cosa mía. Yo me he limitado a
cumplir mi parte en un Plan Mayor. Sí, he salvado mi culo en el proceso huyendo
a un mundo donde la Purga no me afectara, pero se supone que yo debía hacer lo
que he hecho. Soy sólo un agente que cumple órdenes. Yo tenía que hacer que
Peter deseara la erradicación de todo mal. Y joder, anda que no me he
esforzado. Anda que no se han esforzado Ellos. El orfanato, padres negligentes,
ese humano sádico, todos esos ataques… pero tu chico, Chris, en vez de desear
la muerte de los que le hacían daño, deseaba la suya propia. Fue ahí que me di
cuenta de que Peter no era consciente de su propio poder. Se suponía que debía
esperar a que fueran adultos, pero temía que entonces fuera demasiado tarde,
así que decidí devolverle su esencia demoniaca, con la esperanza de que su
nuevo poder le hiciera darse cuenta que él no era el dominado, sino el
dominador. Casi lo consigo. Aquella vez que escapó al inframundo…ese deseo de
cargar el peso del mundo sobre sus hombros… eso lo heredó de ti, Christopher.
Pero no era suficiente. No contigo allí contaminándole, conteniéndole…haciendo
que siguiera siendo… bueno. Intenté separarle de ti, hacer que te odiara….Pero
no lo conseguí. Ahí fue cuando decidí improvisar, y le llevé a otro mundo, con
la esperanza de que cambiara las cosas. De que se rompiera el equilibrio del
Bien y el Mal…pero no era eso lo que debía cambiar. Entonces lo entendí. Por
más que Peter deseara que aquél mundo fuera bueno, nunca lo conseguiría. Él
sólo tiene poder sobre las personas… Y entonces, las cosas sucedieron solas. Yo
había plantado mi semilla, pero la planta creció por sí misma. Peter intentó
matarse, y no le dejaron. Y por fin reaccionó como debía…era tal su deseo de
bondad que se transformó en un deseo de autoexterminio…los demonios empezaron a
morir, porque él es el demonio de la Muerte…Aunque los demonios no somos el
único mal del mundo, si somos la maldad por antonomasia. ¿Cómo iba a saber yo
que era necesario que Peter matara a alguien para que se odiara tanto que
deseara su propia muerte, y la de los que son como él? El poder de Peter
despertó por completo el día que descubrió que era el demonio de la Muerte. El
chico deseó que su nuevo anti-padre fuera bueno…La inocencia de un niño. Tienes
un hijo mortalmente adorable, Christopher. No, lo digo en serio. MORTALMENTE,
adorable. Y como siempre, ¿quién tiene la culpa de todos los males? Los
demonios. ¿Entiendes ya ese símil con el nazismo? Peter desea acabar con el mal
en el mundo, y alguien decide que ese mal somos nosotros. Y me saldréis con eso
de "Peter logró cambiar a Christopher con el poder de su
corazón"…¡Ja! ¿En serio? Peter logró cambiar a Christopher con la magia.
Para que él se volviera bueno cientos de demonios tuvieron que morir. Injusto.
Se suponía, no obstante, que sólo debía llover en nuestro mundo los demonios
del mundo malo son buenos, así que el deseo de Peter no les afectaba. Pero sí
el del demonio e la Muerte del otro universo. Tu alter ego aquí presente, Nick.
Él se encontró con que Peter estaba cambiando las cosas. Con que su padre era
bueno. Así que deseó que fuera malo, como él lo conocía. Y por eso murieron los
demonios de su mundo, que son buenos por contraste. Por eso la gente del mundo
malo se volvía pacifica con la lluvia (por efecto de la sangre de demonios
buenos) y la gente del mundo bueno se volvía agresiva (por efecto de la sangre
de demonios malos). Pero Peter es más poderoso. Su deseo era más fuerte: venía
impulsado por sus emociones por su necesidad de redimirse, por su deseo de
morir antes que volver a hacer algo malvado… Así que la lluvia duró, y duró,
hasta la muerte del último demonio.
Barbas dejó unos
segundos para que sus palabras fueran asimiladas. Ellos habían creído que esa
lluvia se debía al continuo contacto entre ambas realidades. Humanos. A veces
tan dispuestos a culparse a sí mismos, y otras empeñados en culpar a los demás.
- Matar a tu alter
ego no restaurará ningún equilibrio, Christopher – continuó el demonio – Tan
sólo servirá para deshacerme de un problema. Y bueno, es la única forma de que
vuelvas a tu universo, eso sí que es cierto. Pero como personalmente no pienso
dejar que salgas de aquí, eso no tiene que preocuparte. Ahora viene la parte
que más me gusta de todo esto. La parte en la que yo saco partido. Veréis, no
me gusta nada ser la pieza de un ajedrez. Seguro que tú me entiendes,
Christopher. El caso es que… todo esto de la Purga… al principio era una
mierda. Me ofrecí voluntario para "guiar" a Peter, pensando que así
podría encontrar una forma de no acabar yo también exterminado. Pero entonces,
cuando se me ocurrió utilizar el otro universo, vi que podía sacar algo más. La
otra parte del pan, la de hacer que Peter cree una nueva raza de demonios…¿y si
conseguía que esos demonios me fueran fieles a mí? ¿y si ponía a Peter de mi
lado y conseguía ser el rey del Nueva Inframundo? Eso sería una clara mejoría
en mi estatus…El caso es que no todos los métodos que he utilizado son,
digámoslo así, del agrado del Tribunal, así que aunque consiguiera salir con
vida, se me echarían encima en cualquier momento. Así que necesito poder. El
vuestro. El de la familia más absurdamente poderosa. Y el del inframundo, en
cuanto tu hijo me allane el camino. Oh, es que ahora viene lo mejor, ¿verdad
Nick? Peter no está muerto. O sea, lo estaba, pero ese era el plan inicial. Yo
tenía que matar a Peter. Esas eran mis órdenes. Hice unas cuantas cosas más por
el camino, pero al fin y al cabo soy un demonio. No puedes confiar en que haga
lo que se supone que tengo que hacer. Por poner un ejemplo, puede que me haya
encargado de que Peter, en vez de elegir ser un luz blanca, decida ser un
demonio. Un demonio completo, y no una absurda mezcla. Puede que haya sembrado
ciertas ideas en su cabecita que le hagan elegir el poder, frente al servicio.
Un luz blanca sirve. Si Peter elige ser demonio, será el puñetero rey de la
nueva raza. Después de la vida de mierda que ha llevado, ¿quién va a culparle
por elegir ser un demonio? ¿Quién, en serio?
Nick, mudo como
todos los demás pero dueño de su propio cuerpo, entendió por fin muchas cosas.
Eso era lo que Barbas quería. Por lo visto, el plan original había sido que
Peter desencadenara la Purga, palmara, y luego volviera a la vida. Pero Barbas
iba a encargarse de que lo hiciera como demonio…para alejarle de ellos. Para
enfrentarles. Para hacer que su hermano fuera su enemigo. Barbas tenía razón:
estaba claro cuál iba a ser la elección de Peter. Su hermano se sentiría
culpable por haber destruido a su especie, así que sentiría que les debía
aquello, que debía ser un demonio y estar al frente. Si Peter elegía ser un
demonio, ya no podrían ser una familia. Le dio rabia. Le dio rabia saber que
Barbas iba a ganar al final, aunque los demonios salieran perdiendo. Se lanzó a
por él, pero de pronto…
"No es un
demonio" pensó Nick, sintiendo algo, como una luz, dentro de él. "Ha
elegido ser un ángel".
Empezó a reír,
histérico, culpable por haber dudado de su hermano. Pero luego pensó que Peter
hubiera sido un buen líder para la nueva raza demoníaca. El primer demonio
bueno. Pensó que su hermano no hubiera caído en las garras de Barbas. Que no se
hubiera dejado manipular, y por eso hubiera sido un buen líder. Y no pudo
evitar pensar que aquella había sido sólo otra mala decisión de Peter.
...
"¿Ángel o
demonio?"
"¿Ángel o
demonio?"
"Todos saben
que los demonios son malvados"
"¿De veras?
Brujos o demonios, da igual. Todos somos juzgados por poseer lo que otros no
tienen: magia."
"¿Ángel o
demonio?"
"Inmortal"
"¿Ángel o
demonio?"
"Tienes poder.
Tu familia lo tiene. ¿Por qué no utilizarlo? ¿Por qué no emplearlo para evitar
que gente como ese tipo o…como Derek…haga daño a nadie nunca más?"
"Eres una
basura Peter. Un mierda. Sólo sabes causar problemas. Nunca haces nada
bien"
"¿Ángel o
demonio?"
"¡Ni siquiera
sabes morir como es debido! ¿Necesitas ayuda para matarte? Yo te voy a ayudar,
no te preocupes. ¡A golpes te voy a matar! No eres más que una piltrafa débil y
llorona…"
"¿Ángel o
demonio?"
"Estás podrido
por dentro, chico. No tienes sangre en las venas. No eres un hombre.
¡Defiéndete! ¡Levanta de ahí y defiéndete si tienes lo que hay que tener"
"¿Ángel o
demonio?"
"Puedes hacer
de éste mundo el lugar mejor que siempre has deseado, Peter. ¿No te das cuenta?
Puedes hacer de este un lugar seguro. Puedes proteger a la gente. Puedes
vengarte de los que son como Derek. Puedes crear más demonios, y
controlarlos…Recuerda a tu madre. Ella es la prueba de que Chris se equivoca.
No sois sólo Nick y tú. Los demonios no son malvados. Óyeles gritar, Peter. Yo
les oigo. Están agonizando. Tú los has exterminado. Repara tu error."
"¿Ángel o
demonio?"
"Óyeles gritar,
Peter."
"¿Ángel o
demonio?"
"Los demonios
no son malvados"
"Óyeles
gritar"
"Puedes
vengarte de los que son como Derek"
"Óyeles
gritar"
"¿Ángel o
demonio?"
"Puedes hacer
de éste mundo el lugar mejor que siempre has deseado, Peter."
"¿Ángel o
demonio?"
"Repara tu
error"
"¡¿ÁNGEL O
DEMONIO!?"
La cabeza de Peter
bullía llena de recuerdos, recientes y antiguos, intensos y dolorosos. En medio
de aquella sala oscura, agonizaba de rodillas con el dolor de la conciencia.
"¡¿ÁNGEL O
DEMONIO!?"
" ¡¿ÁNGEL O
DEMONIO!? ¡¿ÁNGEL O DEMONIO!? ¡¿ÁNGEL O DEMONIO!?"
Ser un luz blanca
como su padre. Le parecía que aquella era la opción fácil. La menos dolorosa.
No tendría que asumir el mando de ninguna legión demoníaca. No tendría que luchar
contra una esencia maligna. No tendría constantemente la tentación del poder. Y
sobre todo, no elegiría un destino que lo opondría inevitablemente al destino
de su familia.
"¡¿ÁNGEL O
DEMONIO!?"
- ¡Demonio! –
exclamó al final, llorando de puro dolor de cabeza. Los recuerdos se apagaron.
Se desvanecieron, como si nunca hubieran existido. Se sintió renacer, mientras
la sala negra se desvanecía a su alrededor
...
- Paul, levántate.
Vamos, Paul, arriba.
Patrick cogió a su
hijo de las axilas e hizo fuerza. ¿Cuándo había ocurrido aquello? ¿Cuándo se
había convertido su hijo en un hombre? Más que un hombre, un armario. Tuvo
serias dificultades para alzarle de suelo a pesar de su propia fuerza.
- Hijo, ¿estás bien?
- Sí. Tengo que
hacerlo otra vez.
- Ni lo sueñes.
- Papá, debo
hacerlo.
- Paul, es un no.
Ahora vas a comer, luego vas a descansar, y si esta tarde no te duele la cabeza
podrás intentarlo de nuevo.
- Lo siento papá, no
puedo hacer eso.
- De acuerdo
entonces: llamo a Chris y le cuento todo.
- ¡No! – gritó Paul,
horrorizado - ¡No puedes!
Pese a la angustia
que sentía en ese momento, Patrick esbozó una media sonrisa por la vehemencia
de su hijo.
- ¿Te niegas porque
es peligroso que lo sepa, o porque tienes miedo de lo que te hará si se entera
de que estás arriesgando tu vida?
Paul se ruborizó un
poco.
- Qué tontería. Yo
no le tengo miedo.
- A él no, pero a su
mano y a ese cepillo sí – chinchó Patrick, y se rió.
- Muy gracioso,
papá. Es la última vez que te cuento un secreto.
Patrick se divirtió
un poco más a costa de su hijo, y luego se puso serio otra vez.
- No vas a volver.
No al menos hasta dentro de un par de horas.
- Pero…
- Paul, no.
Paul resopló, pero
por regla general era obediente y la verdad es que algo cansado y hambriento sí
que estaba. Decidió no discutir. Era mejor tener a su padre de su lado. De
todos modos, no parecía que el grandullón fuera a ceder. Y las cosas estaban
muy bien entre ellos últimamente como para empezar a ser testarudo.
- Está bien. ¿Lo
ves? Sé ser razonable.
- Nunca he dicho lo
contrario.
- Pero me tratas
como a un niño. Y como digas eso de "siempre serás mi niño" vomito.
Juro que vomito.
Patrick sonrió.
- No lo diré,
entonces, pero eso no quita que sea verdad.
Paul no hizo
comentarios. Había tomado la decisión de no ser cruel. De pasar página, como
decía Chris y perdonar del todo. Pero lo cierto es que él nunca había sido
"su niño". Era genial la relación que tenían ahora, pero Paul
anhelaba no haberla tenido desde antes. Se agachó para limpiar el sudor del
suelo. Genial, encima tenía que darse una ducha. Levantó un poco el brazo y
olfateó bajó la axila. Sí, definitivamente necesitaba una ducha. Iba a decirle
a su padre que se iba al baño, cuando llamaron a la puerta. Isabel, la
empleada, fue a ver y al poco entró en el salón.
- Señorito Paul, es
el joven Thomas.
Siempre había sido
chocante que le llamaran "señorito Paul" pero definitivamente era
mejor que "señorito Anderson". Ya estaba cansado de repetir que le
llamara "Paul" a secas.
- Dile que no estoy,
por favor. Y que no sabes cuándo volveré.
La mujer asintió, y
se fue a hacerlo.
- Ese chico no es
tonto, Paul. Es demasiado evidente que le estás evitando. – comentó Patrick,
preocupado por un tema que no sabía cómo tratar: los sentimientos de su hijo.
- Está claro que no
le conoces: sí que es tonto.
- Pensé que te
gustaba.
- Y lo hace. Si
salgo vivo de esta tendrás que ponerte el traje porque pienso ir de cabeza al
primer juzgado y casarme con ese bobalicón.
Patrick tosió, algo
incómodo.
- ¿Entonces por qué
le evitas?
- Ahora no puedo
distraerme. Y no pienso meterle en esto. Cuanto más lejos esté de la magia,
mejor para él. Más seguro.
- PJ… tú mejor que
nadie deberías saber que…es mejor saber la verdad.
- Esto no es como lo
que hiciste tú – zanjó Paul – No le estoy ocultando nada sobre él. Se trata de
algo sobre mí, y lo hago para mantenerle a salvo. Me voy a la ducha. Esta tarde
volveré a intentarlo.
Patrick observó cómo
su hijo subía al baño, notando nuevamente que ya era un hombre. Un hombre
decidido que además hasta tenía planes de boda. Y se lo había soltado así. No
que le pidiera permiso, pero al menos opinión ¿no? ¡Hacía sólo una semana que
sabía que su hijo salía con ese chico, por el amor de Dios! Supuso que ese era
el precio a pagar por haberse mantenido alejado de él.
Paul se duchó, bajó
a comer, y se tomó una pastilla contra el dolor de cabeza. Después fue al
salón, pero antes de poder hacer nada una mujer pelirroja, con un ojo de cada
color, apareció en el sofá por arte de magia.
- Iba a volver. –
protestó Paul.
- Te he ahorrado un
viaje.
- ¿Les has dejado
solos?
- No – repuso la
mujer, sonriendo, y entonces se puso de pie. Paul se fijó en su tripa abultada.
- Ah, ya veo. Eres
la Ariel de antes de que nacieran.
Es irónico el
destino. Paul se había pasado toda su vida deseando poder viajar atrás en el
tiempo, para cambiar el fatídico día del accidente de Jason, sin saber que ese
era su poder. Estaba pensando en hacerse una de esas tarjetas laborales. Paul
Anderson: levitador y viajero del tiempo.
Había descubierto su
nuevo poder hacía una semana. O eso creía: su concepto del tiempo estaba un
poco trastocado después de tanto viaje. Ya no sabía qué era presente, qué era
pasado y qué era futuro, ni si su presente era el futuro o el pasado de los
demás. Sus saltos cronológicos eran cada vez más controlados: ya podía elegir
en qué momento del tiempo aterrizar, aunque le dejaba agotado.
No era la primera
vez que veía a Ariel. Ni la segunda. Ni la tercera. Había visto a la demonio
tantas veces…Había pasado tanto tiempo con ella…Claro que, para su padre, él
sólo estaba fuera unos pocos minutos. Pero la primera vez que viajó al pasado,
no supo volver. Y estuvo allí todo un año. Así que en ese momento Paul tenía
unos 20 años, o eso creía, porque no llevaba bien la cuenta de los meses.
Además, ¿uno cumple años cuando en vez de hacia delante en la línea cronológica
va hacia atrás?
Ariel le sacó
bruscamente de sus pensamientos, cuando se acercó a él para besarle, en actitud
seductora.
- No juego en tu
equipo – repitió, por enésima vez. Paul tenía que reconocer que era hermosa,
pero no se sentía atraído por ella. A él le iban los hombres, y uno en concreto
era el único con derecho de besarle en los labios.
- Me encanta cuando
se resisten – dijo la pelirroja, en actitud juguetona, como si estuviera
convencida de que algún día iba a caer. Paul rodó los ojos.
- Bien, ¿para qué
has venido?
De pronto le asaltó
un recuerdo, de hacía una semana. Aunque para él hacía un año. Y en realidad
había sucedido hacía 18.
Todo estaba oscuro.
La cabeza le daba vueltas. No entendía nada. Hacía dos segundos estaba con su
padre, gritándole enfadado porque no le dejaba hablar con Chris, que acababa de
perder a su hijo porque le habían secuestrado. Le parecía cruel e injusto que
no le dejara estar con ellos en un momento tan difícil: ellos habían estado en
el funeral de su hermano. Pero todo eso dejó de importar, porque en ese momento
ya no estaba en su casa.
- ¿Para qué has
venido? – preguntó una voz femenina, precediendo a una mujer de rizos rojos y
hermosas caderas.
- ¿Quién eres tú?
- Tú eres el
intruso, encanto. Las preguntas debo hacerlas yo ¿no crees?
- ¡No soy un
intruso! ¿Dónde…dónde estoy?
- Eso depende. No
creo que te importe tanto el dónde como el cuándo. Eres un viajero del tiempo
¿verdad?
- ¿Un qué?
- ¡Oh! ¡Y aún no lo
sabes! Un novato, qué mono. Cariño, ¿de qué año vienes?
- ¿Qué de qué año?
Del 2013, por supuesto *
- Ya. Pues estás en
1995.
- ¿Qué?
- Lo que oyes,
encanto. Así que dime, ¿para qué has venido?
- Yo… yo no he
venido…Yo… no sé qué hago aquí…
- Ay, cómo me gustan
los novatos – suspiró ella. – Veamos. Si has llegado aquí por accidente, tienes
que tener alguna relación conmigo. Un vínculo que te ha hecho venir a éste
momento. ¿Cómo te llamas?
- Paul.
- ¿Paul qué más? No
tenemos todo el día, cielo.
Si esa mujer decía
"cielo", "cariño" o "encanto" una sola vez más
Paul iba a estallar. Lo decía en un tono medio lascivo que le ponía nervioso.
- Paul Anderson.
- Anderson,
Anderson…No eres un demonio, así que has de ser un brujo. Anderson, brujas…
¿Powel? Sí, me suena que hubo un Powel Anderson. Un brujo malvado. ¡No me digas
que tú eres de esos! Guapo, viajero en el tiempo, malvado… ¡el hombre de mi
vida! – dijo la mujer, en tono de burla.
- No soy un brujo
malvado.
- Pero eres brujo
¿no? Y desciendes de Powel.
- Eso creo.
- Vale, Paul
Anderson. Y ¿qué tienes tú que ver conmigo?
- ¡Y yo que sé! Yo
estaba con mi padre, pero quería ir a dónde estaba Chris…en concreto quería
encontrar a Peter y…
- Espera un momento.
¿Chris? ¿Peter?
- Sí, eso he dicho.
- ¿Christopher
Haliwell?
- Que sí… -
respondió Paul, en tono cansino. La mujer pareció en ese momento un poquito
menos segura de sí misma. Le contempló en silencio durante un rato. Luego se
llevó la mano al estómago.
- Buscabas a Peter…
Aquí le tienes – comentó, con una sonrisa y un gesto que evidenciaba que se
refería a dentro de ella.
- Espera, espera…¿me
estás diciendo que eres su madre? ¿La demonio que engendró a Nick y Peter?
- Hombre, dicho así
suena casi como algo malo.
- ¿La que engañó a
Chris?
- Que conste que yo
nunca le engañé. No es mi culpa si el crío se enamoró de estas curvas
imposibles.
- ¡Es imposible!
- Lo que tú digas,
encanto – respondió con sorna, y se miró las uñas en un gesto de indiferencia.
– En fin, mucho me temo que Peter no podrá hablar contigo en… unos tres años.
Más, si quieres una conversación profunda. Así que te sugiero que vuelvas a tu
tiempo y busques a una versión más madura de mi hijo.
- ¿Y cómo vuelvo?
Esa fue la pregunta
del millón. Le iba a llevar mucho tiempo dominar su poder. En ese momento
ninguno sabía que tendrían que convivir durante los próximos meses, y contarse
muchas cosas, y entender muchas otras. Dos viajeros en el tiempo, que formaban
parte del mismo tablero de ajedrez.
Paul sacudió la
cabeza, para volver al presente. La Ariel que tenía delante tenía un embarazo
más desarrollado que la de su recuerdo, pero la última vez que la vio ya había
dado a luz.
- ¿Para qué has
venido? – repitió.
- Quería conocer al
hijo de perra de tu padre.
- No le… - empezó
Paul, furioso por aquél insulto, pero le interrumpieron.
- Pues aquí me
tienes – respondió Patrick, entrando en la habitación.
Al verle, los ojos
dispares de Ariel se entrecerraron. Paul presintió que estaba a punto de
saltarle a la yugular.
- Mis hermanos están
en el piso de arriba – dijo Paul, indicando que aquél no era el lugar, ni el
momento. Ariel le fulminó con la mirada. A Paul le asaltó un nuevo recuerdo.
Uno en el que ella también le había mirado así…tres días atrás… dieciséis años
antes…
Cada vez llevaba mejor
lo de los viajes en el tiempo. Reconoció la cueva oscura que era el escondite
de Ariel. Había aterrizado en el lugar correcto faltaba saber si en el momento
deseado. Por la edad de los gemelos, que gateaban alegremente, no podía haberse
equivocado mucho.
- ¿Tienen un año? –
preguntó, sin andarse con rodeos.
- ¡Paul! – saludó
Ariel, con alegría. - ¡Hacía meses que no te veía!
- Yo hace sólo dos
horas que no te veo a ti. ¿Tienen un año?
- ¡Si! ¿No es
maravilloso?
La demonio sonreía
como una madre encantada. Paul lamentaba ser el aguafiestas de turno, pero…
- Va a pasar en
seguida. Nick me contó que llegó al orfanato con un año.
Ariel le miró como
si quisiera matarle.
- ¡No me los
quitarás!
- Eh, que yo no soy
el malo. Me limito a decirte lo que ocurrirá.
Ariel pareció
hundirse. Paul se fijó en que estaba muy pálida y ojerosa.
- ¿Cuánto hace que
no duermes?
No le gustaba ver a
su amiga en aquél estado.
- Eso no importa.
Paul, no pueden…¿Qué haré sin ellos?
Paul se mordió la
lengua para decir "no te preocupes por eso, que estarás muerta". Una
de las primeras cosas que Ariel le enseñó sobre viajar en el tiempo es
"nunca intentes cambiar una muerte que ocurrió en el pasado. No sabes los
efectos que tendrá en el futuro". Así que por esa misma regla de tres, no había
podido revelárselo. Pero ella era muy intuitiva…O tal vez, en alguno de sus
viajes al futuro, se había dado cuenta de que ella no estaba en él. Ariel sabía
muchas cosas sobre el futuro, porque había viajado allí muchas veces.
- Prométeme que si a
mí me pasa algo te harás cargo de ellos – dijo Ariel.
Paul no respondió.
Se quedó mirando a esos bebés que eran sus amigos. Eran dos bolitas rubias muy
risueñas. Paul tenía experiencia con críos, gracias a sus hermanos. Tenía mucho
en qué pensar antes de responder a Ariel.
- ¿Por qué no
duermes un rato? Yo me quedaré con ellos. Te despertaré si suena la alarma.
La cueva tenía
hechizos protectores, por si les atacaban. Había sucedido un par de veces, y
por ello se habían tenido que mudar. Por suerte Paul viajaba vinculado a las
personas, y siempre encontraba el nuevo escondite de la demonio. Ariel pareció
estar de acuerdo con la idea de descansar, y Paul se quedó con los gemelos.
…Pero había una
diferencia con respecto a cuidar de sus hermanos. Sus hermanos no eran semi
demonios. El bebé Nick (le distinguía porque Ariel vestía de verde a Nick y de
azul a Peter) se transformó en demonio, y se puso a perseguir a su hermano.
Paul intentó separarlos, pero Nick tenía la peculiar manía de intentar
electrocutarle. Toda una monada, el crío. Y tenía un voltaje considerable.
- ¡Auch! – exclamó,
cuando le dio un mordisco. Lo que le faltaba. ¡Un año y tenía dientes! Dientes
de demonio: muy, muy afilados. Ariel se despertó por su quejido, y se hizo
cargo de la situación.
- No puedo dejarte
sólo con ellos ni un segundo – protestó.
- ¡Tu diablillo me
ha confundido con una hamburguesa! – replicó Paul, a la defensiva. Ariel se
acercó al mini Adramelech, sin que aparentemente su voltaje la hiciera daño, y
le apartó de Peter. Luego le dio la vuelta, y le dio un sonoro azote (aunque a
Paul le pareció que no muy fuerte)
PLAS
- Eso no se hace,
Adramelech. – regañó Ariel de forma simple. No servía de nada elaborar una
explicación de "no puedes morder a quien te está cuidando, ni electrocutar
a nadie porque es peligroso, ni perseguir a tu hermano para
electrocutarle". El niño tenía un año y no lo iba a entender. A ella le
bastaba con que no lo repitiera.
Mini Adramelech
volvió a su forma humana y empezó a llorar desconsoladamente. Paul le tomó en
brazos mientras Ariel le miraba mal.
- Mira lo que me has
hecho hacer – gruñó, como si todo hubiera sido culpa de Paul. Él no dijo nada.
Meció a Nick, que lloraba de forma muy aguda.
- Va a taladrarme
los oídos.
- Oh, no. Si
estuviera llorando en su forma de demonio entonces sí te los taladraría,
literalmente. El llanto de un bebé demonio bestia podría dejarte sordo.
Paul sacudió la
cabeza. Nunca se acostumbraría a esa clase de cosas. Hizo que el bebé diera
botecitos en sus brazos.
- Mírate, enano. Te
metes en líos ya desde bebé. Saliste peleón ¿eh?
Ariel no pudo seguir
pagando su enfado con él cuando Paul hablaba en ese tono tan amable a su hijo.
Ese chico era un buen amigo para sus hijos. Había tenido la desgracia de nacer
humano en vez de demonio, pero nadie es perfecto.
- Vamos, Adramelech.
Ya no llores – pidió Ariel, tomando a su hijo en brazos.
- No deberías
llamarle así ¿sabes? Si los estás criando como humanos deberías usar sus
nombres humanos.
- Aún no se los he
entregado a los humanos.
- Eso es verdad –
dijo Paul, y se dio cuenta de su error. De que acababa de caer en una trampa.
- Así que los
criaran los humanos.
- Sí.
- ¿Brujos?
- No.
- ¿No les criarás
tú?
- Ariel, yo tengo
sólo dos años más que ellos.
- Aquí no.
- Pero no puedo
quedarme aquí para siempre.
Paul no quería tener
esa conversación, pero era inevitable. Ariel pareció entender que no era
factible que Paul se hiciera cargo de dos gemelos que prácticamente tenían su
edad, pero se había hecho esperanzas. Y entonces hizo la pregunta que Paul no
quería responder.
- ¿Qué les pasará?
Silencio.
- Paul, ¿qué les
pasará?
Paul se dio la
vuelta, incapaz de ser sincero. No lo vio venir. Ariel dejó a Nick en el suelo
y se abalanzó sobre él, transformándose en demonio en el proceso. Le empujó
contra la pared.
- ¿Qué les pasará a
mis hijos?
- Viajas en el
tiempo…¿Por qué no has intentado averiguarlo?
- No quería ponerles
en peligro. Tengo una diana en la frente. Quiero alejar a mis hijos de ella. –
dijo Ariel, y volvió a su forma humana. – Dímelo. ¿Qué les pasará?
Paul suspiró.
- Irán a un
orfanato. Christopher es adoptará cuando tengan 16 años, y descubrirá que es su
padre. Sé que con él son felices.
- ¿Y antes? –
preguntó el demonio, sin dejarse engañar. Paul se había saltado 16 años de un
plumazo.
- No… no sé mucho
sobre esto pero… A Nick trataron de adoptarle varias veces, y no funcionó. Sé
que eso de alguna forma le ha marcado pero no solemos hablar de sentimientos ni
polladas de esas, así que no sé cuánto le afectó…
- ¿Y Peter?
- Ariel, por favor.
- ¿Qué le pasará? –
preguntó ella, sin tregua. Paul cerró los ojos.
- Lo único que sé es
que le maltrataron. Crecieron sin poderes, y a Peter le maltrataron. Jamás
hemos hablado de eso, pero me enseñó una foto…
Ariel le soltó y se
alejó de él. Había dolor en sus ojos. Se agachó junto a la versión lactante de
los gemelos, y les acarició.
- No puedo
permitirlo.
- Estoy de acuerdo,
pero…
- Sin peros. Paul,
prométeme que no dejarás que ocurra. Sé que voy a morir, que no estoy en el
futuro…No puedo dejar que vayan a ese orfanato.
- Pero Ariel, así
sucede…yo…
- ¡Pues haremos que
no suceda así! Es difícil, pero el futuro puede cambiarse.
Paul la miró. Si
cambiaban eso ¿cuántas cosas más cambiarían? Daba igual. A ella le daba igual
el futuro si sus hijos crecían a salvo. Y él la entendía.
- Conozco a alguien
– dijo al final – Alguien que podrá cuidar a tus hijos. Pero tienes que atar
sus poderes de demonio.
- Eso ya lo tenía
pensado. Esos poderes son como carteles de neón para cualquiera que les busque.
No me preocupan sólo los demonios, sino aquellos que han planificado su vida.
Para ellos sólo son piezas. Lo que le sucede a Peter en tu futuro es una prueba
de que su salud y su bienestar no les importa. Ataré sus poderes.
- Bien. Pues
entonces les llevaremos con él. Él... les protegerá.
Paul intentó sacarse
ese recuerdo de la cabeza. Era su culpa. Observó cómo Ariel, la Ariel de su
presente, se abalanzaba sobre su padre con embarazo y todo. De alguna forma, él
ya sabía que no iba a funcionar. El futuro no puede cambiarse. Peter estaba
destinado a encontrarse con Derek e su camino….
- Te los encomendé,
cabronazo. – rugió Ariel, empujando a Patrick – Te encomendé a mis hijos. O lo
haré, en cuanto nazcan. ¡Y tú los abandonaste!
*N.A.: Se supone que
no es el 2013, sino el 2037 y algo, ya que Chris nació en 2004 y tiene 33 años.
Pero todo iba a ser muy complicado si nos ponemos en años futuristas, así que
obviando la cronología de la serie, siempre he hecho como si fueran
contemporáneos a nosotros.
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