Chapter 61: Lo más valioso
Peter se durmió con
la cabeza apoyada en las piernas de Chris, agotado por todo lo que había
pasado. Su padre le acariciaba el pelo de vez en cuando, y eso le hacía sonreír
en sueños. Christopher hablaba con Wyatt en voz baja por no despertarle.
- Es alucinante –
comentó Wyatt, cuando Chris le repitió las peleas que Peter había reproducido
minutos antes para él, explicándole cómo había vencido a cada enemigo.
- No, no es
alucinante. Es estúpido, arriesgado e irresponsable. – susurró Chris,
airadamente.
- Sólo digo… que
parece increíble que un chico que acaba de descubrir sus poderes sea capaz de
luchar así y salir con vida. Aun no ha desarrollado todos sus poderes como
demonio y lo que cuentas es… es alucinante. – repitió Wyatt, visiblemente
impresionado.
Chris gruñó, y miró
a su hermano como si quisiera asesinarle.
- Ahórrate eso
cuando esté despierto. No necesita que le animen. Peter acabará por conseguir
que le maten. No voy a dejarle sólo ni un maldito segundo. No voy a perderle de
vista.
- Vamos, Chris. Sé
que lo que ha hecho es una tontería, pero no necesitas ser sobreprotector. El
chico no volverá a hacerlo, creo que ya has dejado claro tu punto. Demasiado
claro, en realidad – dijo Wyatt poniendo una mueca.
- ¿Le estás
defendiendo? ¿Wyatt "no-te-pongas-en-peligro" Haliwell está
defendiendo a su sobrino después de que lleve semana y media escapándose al
inframundo a tratar de que lo maten? Siempre te has enfadado con él cuando ha
hecho algo peligroso. No te pega ser prudente, pero me gustaba. Es hipócrita de
tu parte defenderle ahora.
- Chris, claro que
no quiero que se ponga en peligro, pero el único hipócrita eres tú. ¿Cuántas
veces fuiste tú al inframundo sin apenas dormir?
Chris guardó
silencio, malhumorado. Ese no era el rumbo que quería que tomara la
conversación.
- Eso es diferente.
Yo era mayor que él cuando bajé, no lo hice a escondidas, y utilicé mis poderes
desde bebé.
- Pero la forma de
luchar era la misma. Ardiente y desesperada, como si fuera la única misión en
vuestra vida...
- Peter realmente se
cree eso.
- Tú debías de
creértelo también – dijo Wyatt.
- Esto no es sobre
mí.
- ¿No te das cuenta?
Peter es exactamente como tú. Se te parece mucho. Me di cuenta una vez, durante
el viaje que hice con ellos, al mirarle a los ojos. Aun no sabía que era tu
hijo biológico, y ya vi el parecido. Y no sólo en lo físico.
- Me parezco más a
Nick.
- No. Nick se parece
a mí. Peter tiene tus mismas estupideces, filosofías e inseguridades, sólo que
multiplicadas por mil.
- ¿Y qué si es así?
- Pues, que si
quieres que no baje ahí a jugarse el pellejo, tienes que hacer algo más que
castigarle. Con vosotros eso no funciona.
- Sé lo que estás
sugiriendo, Wy, pero no puedo quitarle sus poderes. Ya lo he pensado, incluso
le amenacé con eso cuando me dijo que quería luchar, pero descarté la idea.
- ¿Por qué?
- Porque quitárselos
a Leo no fue una buena idea: no pudo defenderse cuando atacó Barbas. Porque
odio cada vez que Peter me quita mis poderes, lo odio de verdad, es una
sensación de estar incompleto que me vuelve loco, y no quiero hacerle lo mismo.
Porque he visto el precio que se puede pagar por intentar "moldear" a
un hijo con la intención de mantenerle seguro: no quiero obligarle a mantenerse
lejos de la magia, como hizo Patrick con Paul. No da buenos resultados, y Peter
buscaría la forma de recuperar lo que es suyo. Y, sobre todo, porque daría
igual: yo sólo puedo atar sus poderes de bujo. No puedo atar sus poderes de
demonio, y los Ancianos, que tal vez podrían, jamás querrían hacerlo. No harían
nada que interfiriera en su preciosa idea del destino. De hecho puede que estén
encantados con sus recientes escapadas. "Peter, el aniquilador de
demonios" se ajusta bastante bien a lo que pone en el maldito Libro de las
Sombras.
En ese momento,
orbitó ante ellos Leo, con su túnica de Anciano y todo su esplendor de
"vengo a deciros algo malo". Antes de que Chris o Wyatt pudieran
decir nada, Leo estalló:
- ¿¡QUÉ RAYOS ES LO
QUE HA PASADO!?
Chris suspiró,
porque el grito había despertado a Peter. Le acarició el pelo.
- Duerme un poco
más, tesoro. Tus hermanos están a punto de llegar del colegio. Te despertaré
para comer.
Con delicadeza,
Chris se levantó y salió del cuarto, indicando a su padre que hiciera lo mismo.
Wyatt les siguió.
- Parece que al
menos un Anciano no está tan contento – murmuró Wyatt en su oído.
- Porque es su
nieto.
Sin embargo, Chris
se equivocaba. Leo estaba allí como abuelo, pero principalmente estaba como
Anciano, con el encargo de entregar un mensaje. Cuando se alejaron de la
habitación, Leo les abordó.
- ¿Es cierto? ¿Peter
ha estado en el inframundo? – preguntó.
- ¿Cómo os habéis
enterado tan rápido? – inquirió Chris. Aun no había tenido tiempo de contárselo
a su padre, y por tanto a ningún Anciano.
- Fue bastante
notorio cuando los demonios empezaron a morir sin explicación. Me preguntaron
si las Embrujadas estaban detrás de esto, pero yo sabía que no. Luego pensé en
vosotros dos, pero no había ninguna razón para que estuvierais haciendo
incursiones allá abajo. Jamás se me ocurrió pensar en Peter. Cuando me lo han
dicho… Me alegro de que esté bien, así puedo matarle yo mismo.
- Chris te ha
ahorrado el trabajo – dijo Wyatt, intentando aligerar la tensión. Hacía tiempo
que no veía a su padre tan preocupado.
- Los Ancianos están
furiosos, Chris. – siguió Leo, ignorando a Wyatt. – Realmente furiosos.
- ¿Por qué? ¿No es
esto lo que quieren? ¿No es lo que se supone que Peter tiene que hacer?
- Peter es un
demonio, Christopher. ¿En qué mundo se supone que tiene luchar con los de su
propia especie?
- Pero…es….es el
"Hijo de las Brujas"…El Libro dice que "los demonios le tendrán
miedo…."
- Sí, esa parte ya
la ha cumplido a la perfección. Todos los demonios del inframundo temen ahora a
Vraskor, pero creo que se espera de él que haga algo más.
- ¿El qué? – exigió
saber Chris - ¿Qué es lo que se espera que haga mi hijo? ¡Tengo que saberlo!
¡Tiene que saberlo! No somos piezas de ningún juego. Ellos no pueden esperar
que, simplemente, se siente a esperar el siguiente movimiento. Por eso ha hecho
esto. Siente que está destinado a ello, que es para lo único que sirve, que es
lo que se espera de él. Necesitamos respuestas, papá.
- Lo lamento, hijo,
pero yo no las tengo. No sé qué es lo que tiene que hacer Peter, pero si sé que
no se supone que él deba ir por ahí aniquilando demonios sin provocación. Eso
no lo hacemos ni nosotros.
- Lo sé. Él lo sabe
ahora. Pero ayudaría bastante que los de ahí arriba se explicaran mejor.
- Los Ancianos no
sabemos el futuro, Chris. Sólo intentamos construirlo.
- Pues no es vuestro
trabajo. Es mi futuro y el de mi hijo, y elegimos nosotros – espetó Chris, y se
dio la vuelta, furioso, rabioso, y frustrado. Su padre le detuvo, sin embargo,
agarrándole el brazo.
- ¿Cómo está mi
nieto? – preguntó – Espero que sepas que he venido para algo más que para
transmitirte el disgusto de los Ancianos. ¿Cómo está?
Chris se apaciguó
bastante ante la sincera preocupación que su padre demostraba por su hijo.
- Está bien.
Cansado. Creo que convertirse en Vraskor le agota. Apenas ha dormido y ha
estado yendo a dos escuelas y a reiterados combates a muerte. Cansado es un
buen estado ahora mismo. Me alegro de que esté cansado: significa que está
vivo.
- ¿En qué rayos
estaba pensando?
- En ser útil.
- Muerto no será de
ninguna utilidad para nadie.
- ¿Papá? – llamó
Peter, desde su cuarto. Chris fue a ver qué quería. Se agachó junto a su cama,
y le sonrió. - ¿Aun estás enfadado? – preguntó el chico.
- Mucho – dijo
Chris, pero mirándole con ternura. Le colocó un rizo.
- ¿Y ahora qué hago?
¿Qué se supone que tengo que hacer para que dejes de estarlo?
Peter parecía
descolocado. No estaba acostumbrado a que los enfados de su padre durasen mucho
tiempo. Generalmente, después de castigarle hacían las paces. Y que no es que
siguiera regañándole, pero decía que seguía enfadado.
- Cuidarte. No poner
tu vida en peligro. Eso estaría bien, para empezar – respondió Chris, y le dio
un beso en la frente. - ¿Has dormido bien?
Peter asintió.
- ¿Tienes hambre?
- Mucho.
- ¿Esperamos a tus
hermanos o quieres comer ahora?
- Les espero. Pero
tendría que haber ido a…
- Ni lo menciones.
Hoy no has ido a clase porque tenías que dormir, y yo te tenía que matar, pero
de todas formas esta tarde no vas a ir tampoco a la escuela de magia, y me
pensaré lo que haces mañana.
Peter sabía que era
mejor no discutir, así que no lo hizo.
- No me has matado –
dijo luego, con humor en la voz pero a la vez con timidez, en una combinación
tierna.
- Supongo que no.
¿Te duele?
Las mejillas de
Peter se encendieron.
- Sí.
Era el castigo más
duro que había recibido de Chris y, aunque estaba acostumbrado a cosas peores,
desde luego no era algo agradable ni que quisiera repetir.
- ¿Más, o menos que
la quemadura que traías?
- Menos, claro.
Mucho menos. – respondió Peter, sin entender la pregunta de su padre.
- Pues no lo
olvides. La próxima vez, podrías no tener tanta suerte y que la quemadura o el
golpe, o el ataque de cualquier demonio te causara heridas mortales. Así que no
puede haber próxima vez.
- No…no la habrá. No
quieres que me pase nada, lo he entendido. Nada de cazar demonios para mí, ponga
lo que ponga en ningún Libro.
Chris le sonrió.
- Eso es lo que
tenías que decir para que dejara de estar enfadado contigo – dijo, y se
levantó, porque se le estaban cansando las piernas de estar agachado. – Ha
venido el abuelo. Está afuera, hablando con Wyatt. Ve a saludarle, anda.
Peter asintió, y se
sentó en la cama. No fue una buena idea. Se puso de pie en seguida, y luego se
ruborizó. Estaba envuelto en la sábana. No quería ni pensar en la experiencia
de ponerse pantalones. Esperó a que Chris se fuera para ir hacia su armario y
buscar los más suaves que encontró.
Su abuelo le recibió
con una mirada que no supo interpretar. Se acercó a él con timidez y le dio un
abrazo.
- Te voy a prohibir
la entrada a la biblioteca de la escuela – dijo Leo, en primer lugar. – Y te
voy a tener todo el día estudiando las cosas más aburridas que se me ocurran.
- ¿Eso significa que
puedo seguir yendo?
- Si tu padre te
deja…
- Me deja, ¿verdad,
papá?
En ese momento Chris
supo que tenía que decir que no. Por varios motivos: porque quería que Peter
estuviera relajado unos días y se tomara las cosas con calma. Porque quería
pasar tiempo con él. Porque aunque no fuera a atar sus poderes, al menos quería
mantenerlos bajo control e impedir que aprendiera más cosas de las necesarias.
Y, en menor grado pero dispuesto a ser tomado en serio, porque le había dicho
que la respuesta a todo lo que pidiera sería "no". Durante aquellos
días tendría que aprender a sobreponerse a la mirada de cachorro de Peter.
- No, Peter. No
puedes ir a la escuela de magia por un tiempo. Aun no sé cuánto, así que
tampoco me preguntes eso.
Chris pensó que eso
iba a provocar una pelea, y estaba reuniendo paciencia, pero se dio cuenta de
que no hacía falta.
- Vale – respondió
Peter, apenado pero sin discutir. Dio otro abrazo a su abuelo, que ésta vez le
correspondió con ternura, y le besó la cabeza.
- Hay demasiada
gente que te quiere como para que pongas tu vida en peligro de esa forma – le
dijo Leo. – Ven, vamos a por un helado: quiero que me cuentes cómo te las
apañaste exactamente para entrar y salir del inframundo. Ni te molestes en
decir nada, Chris. Es mi nieto y le doy un helado si quiero, aunque sea de tu
nevera. ¿De qué sabor lo quieres?
- De chocolate
blanco – respondió Chris por él, resignado a que su padre destruyera todos sus
esfuerzos de ser inflexible. – Es su favorito, pero sólo puede tomar si me
dejáis uno a mí.
Peter le sonrió, y
se fue con su abuelo.
Wyatt le miraba con
los brazos cruzados y la espalda apoyada en la pared. Estaba demasiado callado
para lo que era habitual en él.
- ¿Qué? – preguntó
Chris, incómodo.
- Esto te ha
molestado más que las otras veces. Más que cuando desafió a un Derek armado, o
cuando fue a buscar a Barbas….Estás mucho más molesto que entonces. ¿Por qué?
- Porque lo ha estado
haciendo durante días. Eso significa muchos días en los que podía haber muerto.
Y porque yo no he dejado de presionarle con toda la cosa de "no rechaces
tu lado demoníaco", pero jamás esperé que hacerlo supusiera un peligro tan
grande para él.
- Entonces, ¿no
tiene nada que ver con que sea más fuerte que todos nosotros?
- ¿Qué tonterías
dices?
- Él sólo. En el
infierno. Sin todos sus poderes descubiertos aun. Luchando contra decenas de
bichos deseosos de matarle. Prácticamente ileso hasta que le tienden una
emboscada. Tu hijo es más poderoso que todos nosotros. Es más poderoso que yo.
- Mira, entonces tal
vez todo esto tenga algo bueno: quizás él pueda bajarte los humos, señor Dos
Veces Bendito – bromeó Chris, porque lo necesitaba. Necesitaba bromear, y
sentir que su hijo no corría peligro.
Nick y Leo llegaron
del colegio, y llamaron a Chris desde abajo. En cuanto le vieron, le
preguntaron ansiosos:
- ¿Está bien Peter?
- Perfectamente –
respondió el propio Peter, saliendo de la cocina con un helado en la mano.
- ¿De verdad has ido
al inframundo tú sólo? – preguntó Leo, que se imaginaba ese lugar como el peor
del mundo, y posiblemente tuviera razón.
- Sí.
- Papá te habrá
matado, pero verás cómo esos idiotas de la escuela dejan de decir que estás ahí
sólo por ser el nieto de Leo…- dijo Nick, con admiración exagerada.
- No voy a ir a la
escuela en un tiempo, Nick. – le dijo Peter.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque no – dijo
Chris, y le quitó la mochila a Leo. - Hola, chicos. ¿Qué tal las clases?
- ¡No cambies de tema!
¿Por qué no le dejas ir? ¡Eso no es justo!
- Me da igual si te
parece justo o injusto, Nick. Peter no va a ir por unos días. Tal vez por unas
semanas. Tal vez por unos meses.
- ¡Por años ya, si
quieres! ¡No puedes hacer eso!
- Puedo, Nick. Y lo
cierto es que no tengo por qué discutirlo contigo. Así que deja el tema, y sube
a cambiarte. Comeremos en seguida, que tu hermano tiene hambre.
- Peter, ¿a ti te
parece bien? – preguntó Nick, indignado.
- Da igual lo que me
parezca, Nick. De todas formas, tal vez me venga bien un descanso.
- ¡Qué te va a venir
bien ni qué nada! ¡No puede hacerte eso! ¡Papá, no es justo!
- Que os quede claro
de una vez: que nadie vuelva a hablarme de justicia. Mi hijo casi se muere
delante de mí. Eso es lo que no es justo, y voy a hacer cualquier cosa para
evitar que pase de nuevo.
- ¡Átale, es lo
único que te falta! Lo que te molesta es que haya pateado a esos bichos,
demostrándote que puede hacerlo.
- ¿PUEDE HACERLO?
¿PUEDE HACERLO? Oh, sí, ya lo he visto. Puede andar como un zombie, vencido por
el agotamiento. Puede orbitar medio muerto y por los pelos…¿Qué va a poder
hacerlo? ¡Si no llega a haberme robado los poderes habría muerto! - rabió
Chris, mostrando lo que de verdad le estaba atormentando en todo aquello: el
hecho de que el que su hijo estuviera vivo fuera cuestión de suerte. Si no
hubiera tenido sus poderes en aquél momento….entonces…entonces…
- Si no le dejas ir
a la escuela entonces yo tampoco iré, y bajaré con él al inframundo a continuar
con lo que ha estado haciendo.
Chris ni lo pensó.
Con sus hermanos ahí, le dio igual, cogió a Nick y lo arrastró al sofá. Se
sentó y se le puso encima.
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- Ai, papá ¿qué
haces? – protestó Nick. Chris se ahorró el contestarle.
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- ¿Crees que esto es
un juego, y que ese sitio se llama "infierno" sólo porque hace mucho
calor?
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- No vuelvas a decir
eso ni en broma. Ninguno va a bajar ahí.
- Vale – dijo Nick,
llorando un poco. Aquella vez Chris sí que estaba enfadado, los tres se estaban
dando cuenta.
- Una vez me
preguntaste que es lo que tenías que hacer para que no te perdonara. Morir,
Nick. Eso es lo que tendrías que hacer para que no pudiera perdonártelo. He
perdido a demasiadas personas. Mantendré a mis hijos a salvo aunque para eso
tenga que ser un ogro.
Nick se abrazó a él
y se limpió los ojos.
- No iré, te lo
prometo.
Chris se relajó
visiblemente, le dio un beso en la cabeza, y sonrió un poco.
- Más te vale
cumplir esa promesa. Tu hermano puede contarte lo que te pasará si no.
Nick hizo una mueca.
- No hace falta. Tu
mente es bastante expresiva.
Chris le dio una
palmada suave.
- ¿Qué te dije de
entrar en mi mente?
- Quería saber si
estabas enfadado.
- No estoy enfadado.
Pero ahora tenéis poderes. No sois dos chicos normales y tenéis que entender
eso. No podéis permitiros el lujo de ser irresponsables, cuando vuestra vida
puede ser el precio. Es un precio que no estoy dispuesto a pagar. Sois lo más
valioso que tengo. Os lo digo muchas veces, pero parece que lo olvidáis. Anda,
Peter, ven aquí. Ven, Leo - llamó, y cuando tuvo a sus tres hijos cerca les
abrazó a los tres. No iba a pasarle nada. A ninguno. Por encima de su cadáver.
Su móvil vibró, con
un mensaje. Pensó que era Amy: se habían estado llamando y Chris la había visto
un par de veces, mientras los chicos estaban en la escuela de magia. Pero era
un mensaje de Paul. Hacía mucho que no sabía de él, y le pareció raro que
contactara con él y no con sus hijos. Lo abrió:
"¿CÓMO DE
PROFÉTICAS SON LAS PROFECÍAS?"
Aunque Chris no
sabía a qué se estaba refiriendo ni a qué venía la pregunta, sintió un
escalofrío.
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