Chapter 90: Cobardes y valientes
REALIDAD 2
- Peter – susurró
Chris, de pie, junto a su cama. Sabía que el chico estaba despierto, y sólo se
estaba haciendo el dormido. En otro momento le habría seguido el juego, pero no
entonces. Peter pareció notar la gravedad de su voz y abrió los ojos.
- Buenos días – saludó,
aunque no sabía que tenían de buenos. Seguía estando lejos de su padre y lo
peor de todo es que ya había renunciado a seguir enfadado con Chris, así que ni
siquiera le quedaba ese consuelo.
- Peter, tenemos que
irnos.
- ¿A dónde?
- A casa.
Peter guardó
silencio por unos momentos.
- ¿A la mía? –
preguntó, para estar seguro - ¿A mi mundo?
- Sí.
- Pero… dijiste que
no era posible. Que Barbas…bloqueaba el portal. Y que además era peligroso.
- El portal ya no
está bloqueado, pero sigue siendo peligroso – respondió Chris, dispuesto a ser
sincero. Cogió una silla y se sentó, cerca del chico. Esperó a que Peter se
sentara sobre la cama y luego le miró a los ojos – No voy a mentirte, y espero
que valores lo que eso significa dadas mis costumbres. Vamos directos hacia una
trampa. Barbas quiero que o lleve, a ti y a Nick, y sólo podré atravesar el
portal si venís conmigo. Así que si me dices que no quieres venir, lo
entenderé. No te obligaré. Buscaré otra forma de llegar hasta mi hijo y luego
daré con el modo de devolverte a tu universo.
Peter observó a
Chris con los ojos muy abiertos. Estaba dispuesto a renunciar a una posibilidad
de recuperar a su hijo… por él. Peter sabía que días atrás eso hubiera sido
impensable. Chris estaba haciendo algo que le costaba mucho, y él agradeció la
franqueza, y el voto de confianza. Sabía que si hacían lo que Barbas quería
corrían muchos riesgos de acabar mal, pero Peter ya había tomado una decisión.
- ¿Cuándo nos vamos?
– preguntó, como si fueran a algún lugar divertido. Chris se sintió muy
agradecido hacia ese chico. Agradecido…y culpable. No le había dicho toda la
verdad. No había mencionado la parte en la que tenía que matar a su padre, para
detener aquella fragmentación entre los universos, que provocaba la lluvia.
Chris recordó que en
una ocasión le había pedido a Peter que confiara en él. En ese momento lo había
hecho. Podría haber elegido otro…Así, a lo mejor, no se sentiría tan culpable.
En apenas media hora
Peter, Nick, y Chris, estaban en el desván, frente a una pared, contemplándola
con aprensión. Sobre la pared había una triqueta dibujada. Chris estaba
asustado. Los dos chicos, gemelos y a la vez opuestos, parecían decididos.
Convencer a Nick no había requerido nada de tiempo. Lo que fuera con tal de
ayudar a salvar a su hermano.
Chris miró a Peter
unos segundos, y luego formuló el hechizo:
Éste chico en otro
universo languidece:
llévanos al lugar al
que pertenece.
El dibujo de la
pared se iluminó. El portal estaba abierto. Sentían un pequeño tirón, como si
algo les llamara para cruzar.
- Tío, tienes que
currarte mejor los conjuros – dijo Nick, como si no sintiera el mismo miedo que
los atrapaba a todos – Eso ha sido más una poesía cutre que un hechizo.
- La próxima vez, te
dejaré a ti que lo intentes, "tío". – respondió Chris, con sarcasmo
en la última palabra, para indicar que no le gustaba que le llamara así. No era
uno de sus colegas. Era su padre. Nick rodó los ojos, y fue el primero en
atreverse en dar un paso hacia el portal. Chris y Peter lo hicieron después que
él. Y luego, todos juntos, lo traspasaron.
Peter no podía saber
que al hacer eso estaba tomando su cuarta decisión errónea.
REALIDAD 1
- En el orfanato…
¿cómo fue? – inquirió Chris. Habían empezado su ronda de preguntas y
respuestas. Estaban sentado el uno frente al otro, en la cama de Peter, con los
pies apoyados sobre el edredón. Peter dio un sorbo a su Coca-cola antes de
responder.
- ¿Cómo fue para tu
Peter? – contraatacó.
- Ah, no. Eso no
vale. Tienes derecho a una pregunta, pero después de responder la mía.
Peter bufó. Se rascó
la cabeza, como si lo meditara, pero Chris sabía que sólo estaba haciendo
tiempo.
- El primer recuerdo
de conservo es de cuando tenía cuatro años. Comía algo que estaba muy rico. No
me acuerdo qué, pero era delicioso. – empezó Peter. Chris asintió, animándole a
continuar. Hasta ahí no sonaba mal. – Acabé de comer en seguida. Era extraño
que la comida me gustara. Allí todo sabía mal, y estaba mal cocinado…y a veces
en mal estado. Así que aproveché que por una vez estaba bueno, y quise repetir.
Me dijeron que no. Y, como yo era un niño, tenía hambre, y siempre he tenido
…mmm… mucho carácter, hice un berrinche.
Peter se quedó en
silencio. Christopher le observó, preguntándose si exageraba con lo de "la
comida en mal estado". Algo le decía que no, y de pronto pensó que era un
milagro que ese chico estuviera ahí, en vez de muerto por una intoxicación
alimenticia.
- ¿Qué pasó después?
– preguntó, al ver que Peter no continuaba.
- Eso depende. Lo
más inmediato fue que me metieron una patada. Me rompieron un diente, menos mal
que era de leche. Después, Nick se abalanzó sobre el tipo que me había pegado y
le dio un mordisco, así que se llevó otra patada. Luego nos pegaron con una
vara.
La primera reacción
de Chris fue penar que no iba en serio. Cuando se dio cuenta de que sí, se
horrorizó. Peter se miró ambas manos, pensativo.
- ¿Te pegaron ahí? –
preguntó Chris cogiéndole una mano, como buscando señales. No encontró nada,
pero no le costó imaginarse una marca violácea cruzando la palma, como había
visto en algunas películas ambientadas en otras épocas.
- Aquella vez, sí. –
matizó Peter y Chris lamentó haber preguntado. No supo qué decir. No podía
decir nada.
Peter apartó la mano
con suavidad y miró al infinito, como recordando…
- Todavía espero hacer
algo que enfurezca a mi padre de tal modo que me dé una patada. Le he dado
motivos, créeme.
- Nada de lo que
hagas merece que…
- No me vengas con
esas, Chris, que ya me vas conociendo un poquito. No niegues que has tenido
ganas de hacerlo…
- No – dijo Chris
con rotundidad – Jamás. Me exasperaste un poco, te lo reconozco, pero nunca se
me ocurría emprenderla a puñetazos y a patadas…
Peter le miró a los
ojos.
- Supongo que no. Tú
eres más de castigos que de venganzas. De palmaditas, que de maltratos…
- Tu padre también –
respondió Chris, con firmeza.
- Sí. Mi padre
también. Aunque repito que le he dado motivos para que hiciera lo mismo, y algo
peor. Cuando le clavé aquél cuchillo…
- ¿Qué pasó? –
preguntó Chris, muerto de curiosidad - ¿Por qué hiciste eso? ¿Y qué hizo él?
- Veníamos de
cometer un atraco. Yo dejé a Nick en la estacada, haciendo que casi le pillen.
En ese momento mi hermano y yo aún no teníamos poderes, así que éramos tipos
normales, robando. En ese mundo la poli está corrupta, y sólo querían detenerle
para quedarse ellos con las joyas que había conseguido mi hermano. Yo no le
ayudé, y por poco le atrapan. Al llegar a casa, mi padre me dijo que no debería
haber abandonado a mi hermano. Le noté enfadado, y no me gustó. Cuando vi que
iba a golpearme en la mano…
- ¿En la mano? –
preguntó Chris con extrañeza.
- Así – respondió
Peter, y le tomó la mano a Chris, dándole un suave golpecito. Se sorprendió de
la facilidad con la que le cogía de a mano, sin pararse a sentir miedo
siquiera. Sonrió un poco, mientras Chris le miraba con confusión.
- ¿Tu padre hacía
eso?
- Así me castigaba.
Aún lo hace por cosas pequeñas. Pero ese día yo me enfurecí, tomé un cuchillo e
intenté clavárselo. Tuvimos una pelea, y cuando noté que perdía, que él era más
fuerte, estaba convencido de que me iba a matar. Yo quedé en el suelo, y cerré
los ojos, esperando que me diera una patada. Pero él me ayudó a levantarme.
Luego pensé que me golpearía con… con cualquier cosa contundente y
dolorosa…pero se limitó a sentarse en una silla y a ponerme encima. Esa fue la
primera vez que me..que…tú sabes. – dijo, demasiado avergonzado para hablar
claro, pero Chris entendió.
- Te dio unos
azotes. Pero no fue lo mismo que lo que te hacían en el orfanato…- dijo Chris,
en la necesidad de defenderse a sí mismo, o a su alter ego.
- No. No lo fue. Él
se ocupó de dejármelo claro. – dijo Peter, y luego agravó la voz, como si
pretendiera imitar la de Chris, pero era más bien burlesco. – "Hago estoy
porque te quiero. Siempre te diré por qué lo hago. Esto me duele a mí más que a
ti"
- ¡Eh! ¡Nosotros no
hablamos así! Yo nunca he dicho esas frasecitas ¬¬
- Puede que la
última no, pero las dos primeras te pegan, y lo sabes. Te aseguro que si eso es
cierto papá tiene que quererme mucho, porque me está castigando todo el día –
protestó, sonando exactamente como un niño de cinco años.
- ¡Estás siendo
injusto! Lo dices como si te castigara por que sí…¡y no es verdad!
En ese momento, fue
Chris el que sonó como un niño, y Peter se rió. Luego se puso serio otra vez.
- Nunca será igual a
lo que me hicieron en el orfanato. Nunca será tan horrible. Nunca será tan
cruel. Nunca será tan injusto. Y nunca será tan doloroso.
Chris le miró mucho
más tranquilo, viendo que entendía. Los ojos de Peter brillaron con humor antes
de añadir:
- A no ser que
tengas una vara por ahí escondida…
Chris se estremeció.
- No.
Peter se fijó en su
expresión horrorizada.
- El cinturón duele
más…
- ¿De verdad? -
preguntó Chris, incrédulo.
- No. – respondió
Peter, y se rió. Chris frunció el ceño, pero luego se maravilló porque el chico
pudiera hacer bromas con eso. Aun así, tuvo la sensación de que se estaba
riendo de él, y no le gustó.
- No le veo la
gracia.
- No, si yo tampoco.
Dudo que exista algo en el mundo que duela más que eso. Algo habrá, digo yo,
pero…
Le tocó el turno a
Peter para estremecerse. Chris decidió cambiar de tema, pero dio gracias al
cielo porque su padre nunca le hubiera pegado con nada peor que con un
cinturón.
- Siento todo lo que
has sufrido. Lo siento de verdad. Con sólo cuatro años…
- Y con cinco. Y con
seis. Hasta que me adoptaron mis primeros padres. Y luego otra vez.
Hasta…Derek.
De nuevo, se hizo el
silencio. Chris se mordió el labio antes de romperlo.
- Háblame de él…-
pidió. Dejó la Coca-cola a un lado, y Peter hizo lo mismo. Se quedó mirando el
botellín antes de hablar.
- Me adoptó. Me
trató de una forma de la que nadie me había tratado nunca…Se preocupaba por mi
bienestar….pero no me quería.
- ¿Por qué dices
eso? – preguntó Chris con curiosidad. Eso era nuevo. Pero lógico, hasta cierto
punto. Buenos o malos, en los dos universos se quiere a las mismas personas.
Chris quería a sus hijos en las dos realidades. Derek no quería a Peter en
ninguna.
- Yo era… su obra
social. Y una forma de intentar salvar su matrimonio. Pero no me quería tal
como yo era. Al principio, intentó enseñarme un montón de cosas con las que tú
estarías de acuerdo. Intentó razonar conmigo, hacerme pensar, pero yo no le
escuchaba. Me llené de ira contra un hombre que, deseando lo mejor para mí, aparecía
ante mí como un dictador con muchas normas. Sólo que… yo podía más que él. Él
no se imponía sobre mí. Yo hacía lo que quería. Digamos que era… justo lo
contrario a ti, y a papá. Derek no creía en el "yo digo y tú haces",
y para mí eso estaba muy bien. Al fin y al cabo, era psicólogo, y era mucho
más…parlamentario. Lo suyo era un "yo aconsejo y tú decides". Pero yo
lo traducía en "él aconseja, y yo hago lo que me salga de ahí abajo."
Me acostumbró a eso. Y un día, crucé una línea. Llegué a casa después de haber
quemado un contenedor, alardeando de mi hazaña…y él se enfadó. Intentó hacer de
padre conmigo. Me echó todo un sermón y yo iba a irme y a darle con la puerta
en las narices, pero él me dijo que no podía salir, porque estaba castigado.
Como nunca me había castigado, pues yo… me reí en su cara. Él se enfadó más, y
me gritó. – explicó Peter. – Yo… me asusté de que me gritara. Me dio miedo.
Derek era muy grande, yo muy pequeño. Él era inofensivo, no iba a hacerme nada
pero…es como cuando me gritas tú ¿sabes? Me asusto. Me trae… malos recuerdos.
Así que…yo…le…le prendí fuego.
Chris abrió mucho
los ojos. Peter le había dicho que en su mundo Derek era bueno, y se había
preguntado por qué no se quedó con él. Conocer la verdad fue desconcertante.
¿Fuego? ¿En serio?
- No le maté, ni
nada de eso. Se echó agua encima. Pero desde entonces me tenía miedo. Y ya…ya
no quiso ser mi padre. Yo tampoco quería ser su hijo. Él estaba convencido de
que había algo malo dentro de mí…y yo también.
Chris reflexionó en
silencio. El Derek de su mundo también creía que había algo malo en Peter. Y su
Peter también. Pero puede que aquél chico de otro universo tuviera algo malo de
verdad…aunque también algo bueno.
- Quiso convertirme
en alguien bueno. Y yo no podía permitirlo. Por eso le quemé.
En ese punto, Chris
se mosqueó.
- Sigue diciéndote
eso todo lo que quieras, pero los dos sabemos que reaccionaste así por miedo,
al igual que al clavarle el cuchillo a tu padre. Derek te gritó, y tú te
asustaste. Tu padre estaba enfadado, y tuviste miedo. No eres malo, chico, sólo
eres un cobarde.
Peter reaccionó como
si le hubiera dado un bofetón, pero Chris no había terminado.
- Creo que eso es lo
que pasa en tu mundo, en realidad. No se trata de buenos y malos sino de
cobardes y valientes. Tenéis miedo de ser amables, de abrir vuestro corazón, no
vaya a ser que os lo cierren de una patada. Pero sabéis serlo perfectamente. Tú
sabes ser simpático, porque me lo has demostrado. Porque con tu familia, que te
hace sentir seguro, lo eres. Lo difícil es ser bueno con los desconocidos. Aquí
también es difícil. Es difícil ser generoso con alguien que ni conoces ni te
importa…y hacerlo requiere valor, sabiendo que pueden hacerte daño. Vosotros no
demostráis ese valor, porque sois unos cobardes. Y os habéis acostumbrado a
serlo.
En ese punto, Peter
la arreó un puñetazo a Chris. Nadie le llamaba cobarde. Nadie. Sobre todo si
después lo argumentaba de forma que parecía que tenía razón.
Chris se frotó el
mentón, y sujetó a Chris antes de que decidiera pegarle de nuevo. Una vez le
hubo frenado, le agarró bien y se le tumbó encima. Trató de bajarle la ropa y
Peter se revolvió.
- ¡No! Chris, por
favor, no.
- ¡Me has dado un
puñetazo! ¿Te vas a disculpar? – preguntó sabiendo que la respuesta sería que
no. Pero entonces…
- Sí. – medio gritó
Peter. – Lo siento. Tienes razón ¿vale? Soy un cobarde. Cuando tengo miedo me
enfado. Eso fue lo que pasó con Derek, por eso le agredí, porque parecía que
ese tipo me quería, y me daba miedo. Pero él se rindió. Papá no se rindió, y
también me asusta que me diga que me quiere. Y tú…¡tú eres el que más miedo das
de todos! ¡Me conoces desde hace sólo unos días y ya me analizas mejor que yo
mismo! Tienes razón ¿vale? Me he enfadado y por eso te golpeé. Es lo que hago
siempre. Lo siento.
Chris se asombró por
esa respuesta que demostraba que Peter había entendido. Le dio un único azote,
bastante fuerte.
PLAS
- Pues no vuelvas a
hacerlo – le dijo, y luego le levantó. Peter le miró mal. Todavía le dolía de
su último castigo. Chris levantó una ceja. - ¿Algo que objetar? Aún puedo darte
la versión completa.
- ¡No! – exclamó
Peter, alejándose instintivamente.
- Ya me parecía. Ya
decía yo que tú eres demasiado listo como para quejarte por una palmadita,
después de haberme dado un puñetazo.
- Perdón – volvió a
disculparse Peter, mirando al suelo. Chris le miró duramente un poco más, y
luego le sonrió.
- Está bien. Has
dado un gran paso. Otro más. Tu padre estará muy orgulloso de ti.
Peter se hundió en
su sitio.
- Lo dudo. Puede que
mi padre…sea incapaz de quererme de nuevo. No cuando sea...no hora que soy
diferente a él. Pero lo he aceptado. Lo que estoy haciendo…realmente creo que
es lo correcto. Que tengo que dejar de hacer daño a la gente. Si mi padre no
puede verlo así yo… tengo que ser consecuente. Creo que debo hacer esto….
- Peter tú padre sí
que puede verlo así. Él también ha cambiado.
- ¿De verdad?
- Eso creo. Sólo
podremos estar seguros cuando nos encontremos…Si todos tienen razón, y esta
lluvia es el punto cero, no puede faltar mucho para que todo esto acabe.
En el piso de
arriba, tres figuras acababan de aparecerse atravesando un portal, como para
poner a prueba esa afirmación.
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