Chapter 58: Invocaciones
Cuando Chris entró
en la cocina seguido de Nick, se llevó la grata sorpresa de ver que Peter y Leo
se habían encargado del desayuno. Él estaba hecho polvo, por la noche tan
peculiar que había tenido, y había dormido hasta tarde. Caminó hacia Leo y le
cogió en brazos para darle un beso.
- Gracias, Peter. –
dijo después.
- Por nada. Llegáis
a tardar un poco más y me desayuno a Leo – comentó el chico, de buen humor. –
Ahora sólo falta Paul, pero me imagino que ya baja. ¿Vas a decirnos como es que
amaneció aquí?
- Se enfrentó a su
primer demonio. Estoy seguro de que a Nick le encantará contaros los detalles:
él fue quien ayudó a derrotarlo.
Nick tomó eso como
la señal para empezar a hablar, y ya no se calló en un buen rato, contando y
volviendo a contar cada mínimo aspecto de lo que había pasado. Sólo se
interrumpió cuando bajó Paul. Le miró, e iba a seguir hablando como si nada
cuando Chris carraspeó. Nick se encontró con los ojos de su padre e interpretó
correctamente lo que quería decirle, que venía a ser algo así como "ya te
estás disculpando por lo de hace un rato". Suspiró, maldiciendo la
capacidad de su padre para estar pendiente de todo.
- Siento haber
estado tan borde, Paul. Me levanto de mal humor. No me importa que uses mi
toalla y puedes acercarte a Ariel todo lo que quieras.
Paul, que había
llegado a pensar que Nick por fin reaccionaba como una persona normal y se
había enfadado por lo que le había hecho días atrás a la salida del colegio, se
sintió muy aliviado. Realmente iba a ser violento si Nick empezaba a odiarle
ahora que Chris y él estaban mágicamente vinculados. No estaba acostumbrado a
que se disculparan con él, sin embargo, y no sabía cómo responder. Si hubieran
estado solos, habría respondido con alguna broma del tipo "usé tu toalla
porque huele a ti, baby", pero le daba corte decir eso delante de Chris.
Así que optó por cambiar de tema.
- Yo… gracias por
dejarme dormir aquí y … bueno, básicamente por salvarme el culo. Ahora debería
irme…
- De eso nada – dijo
Nick, aunque le costó un poco. El día anterior había podido comprobar
empíricamente lo mucho que Chris le quería, al meterse en su cabeza. No quería,
NO PODÍA, renunciar a eso por nada. Había tenido miedo de que la reciente
cercanía de Paul con su padre hiciera que ese sentimiento tan intenso
peligrara: que Paul poco a poco le sustituyera como hijo. En cierta forma aun
tenía ese miedo, y por eso le costó decir esas palabras, pero su padre acababa
de asegurarle que no tenía nada que temer y Nick quería creerlo. Así que se
esforzó por ser razonable. – Primero desayunas y luego ya, si eso, vemos si
dejamos que te vayas.
Chris se sintió
orgulloso de su hijo. Sabía lo mucho que a Nick le había costado.
- ¿Estoy
secuestrado? – preguntó Paul en tono divertido.
- Secuestrado y sin
rescate – intervino Leo, muy serio, como si fuera un secuestro de verdad. –
Pero la próxima vez que te secuestremos podrías traerte también a Paris, y así
juego con él…
Chris dedujo que
Paris debía ser uno de los hermanos de Paul, el que iba a la clase de Leo, y
eso reavivó su ansia por revelar lo que creía haber descubierto.
- El nombre de tus
hermanos también empieza por P ¿verdad?
Paul frunció el
ceño, recordando lo que Chris le había dicho el día anterior.
- Sí, los chicos sí.
Paris, Pierce y Percival.
- Jason no. ¿Por
qué? – preguntó Chris, lamentando tener que nombrar al hermano recién
fallecido.
- Ptolomeo Jason. Si
tú te llamaras Ptolomeo también renegarías de ese nombre.
Chris asintió, y
sonrió un poco. El que el nombre de Jason no empezara por P le había
desconcertado un poco.
- ¿Qué tiene eso que
ver con nada? – preguntó Nick - ¿Es por lo que nos querías contar?
Chris asintió, con
ese entusiasmo desmedido que hacía que pareciera a punto de saltar. Se contuvo.
- Desayunad. Voy a
llamar a mi padre. Cuando él esté os lo contaré todo.
Les dejó haciendo
conjeturas y fue a avisar a Leo. Le necesitaba por dos motivos: como Leo el
Anciano, y como Leo su padre, la persona que más tiempo había dedicado a
estudiar las raíces de la familia de Chris. Su padre no se hizo esperar, y
orbitó casi al instante. Tras decirle que Paul, su nuevo cargo, estaba abajo,
Chris no le contó nada más: quería sorprenderle y, aunque no fuera muy adulto
el reconocerlo, que se sintiera orgulloso de él. Estar por delante de Leo en
cualquier asunto relacionado con la magia era muy difícil, y Chris quería
saborear su triunfo. Entró con él en la cocina, donde todos estaban
desayunando. Paul se puso de pie al verles entrar, se acercó a Leo, y extendió
la mano en un gesto cortés.
- Encantado de
conocerle, señor Haliwell.
- Wyatt. Leo Wyatt.
Chris lleva el apellido de su madre.
- Ah. Pues encantado
de conocerle, señor Wyatt.
Leo estrechó su mano
por automatismo, pero luego frunció el ceño.
- Este chico es
demasiado formal para como tú me lo has descrito, Nick – dijo, mirando a su
nieto.
- Las apariencias
engañan, abuelo.
- Eh, ¿qué has ido
diciendo por ahí de mí, sanguijuela? – inquirió Paul, sintiendo de pronto que
aquél desconocido sabía más de él que a la inversa. Se sentía incómodo por
conocer al abuelo de Nick y Peter y aun no sabía lo que Chris les tenía que
decir.
- ¿Lo ves? Lo de
"señor" lo reserva para el que todavía no le conoce y puede tomarle
por un tipo decente. – chinchó Nick.
- Si habéis acabado
de jugar… - intervino Chris, secretamente encantado de esa escena amistosa. No
estaba acostumbrado a ver a Nick con sus amigos, pero más allá de la mera
satisfacción paternal, aquello era bueno porque a lo mejor Nick tenía que
aceptar que Paul pasara algo de tiempo por allí. O a lo mejor no, todo se
vería. – Tengo algo importante que deciros. Papá, quiero que tomes nota para
luego poder regodearte en mi nombre con los Ancianos. No sé por qué no querían
que lo supiera, pero el caso es que ya lo sé.
- ¿Saber qué, papá?
- Que Paul también
desciende de Melinda Warren.
El primero en
entender las posibles implicaciones de esa frase fue Nick, que se había
estudiado el Libro de las Sombras a conciencia.
- O sea, que es….¿de
nuestra familia?
- Algo así como tu
primo noveno o… mira, yo ya me pierdo en todo el lío del parentesco. Pero en
última instancia, compartís tátara, tátara, tátara, tátara, tátara, tátara
abuela. – declaró Chris, y se detuvo para tomar aire. Sonaba tan…pagado de sí
mismo. Chris no era en exceso prepotente, así que verle tan orgulloso de sus
propios éxitos no era habitual. Iba a continuar, pero su padre le interrumpió.
- ¿Qué quieres decir
con eso? ¿En qué te basas?
- Paul me preguntó
si él también era un Warren. Hasta ese momento yo creía que él era el primer
brujo de "su estirpe" por llamarlo así, igual que Melinda fue la
primera bruja de la nuestra. Pero entonces se me cruzó una idea por la mente.
¿Por qué los Ancianos se habrían tomado tanta molestia por un brujo menor? ¿Por
qué querían que yo precisamente fuera su luz blanca? La Anciana dijo que mi
misión era "desvelarle sus poderes", pero Paul ya conocía su habilidad
de levitar. No era eso lo que yo tenía que desvelarle. Además, me di cuenta de
otra cosa: la levitación es uno de los poderes originales de la dinastía
Warren. La tía Phoebe lo tiene. Se supone que todos nosotros tenemos al menos
un poder derivado del original. Entonces le pregunté el nombre de su padre, y
el de su abuelo, y todos empezaban por P. Era tan evidente…Paul es un nombre
tan normal que nunca lo habría asociado con la tendencia de los Haliwell-Warren
a las P…
- Pero yo no soy
Haliwell… - intervino Paul.
- Ni yo Warren –
dijo Chris – El apellido cambió en un determinado momento, y es ahí justo a
donde voy. Melinda Warren, Prudence Warren, Cassandra Warren, Beatrice Warren,
Brianna Warren, y... llegamos a Pearl Russell. Olvidaros del cambio de apellido:
simple cuestión de leyes y matrimonio. Pearl. Con P. Y después Phoebe,
Priscilla, Penélope, Patricia y Piper. Y después de Piper va Wyatt, que le dio
por nacer hombre porque en él tenía que cumplirse una profecía. Si no hubiera
cambiado el apellido sería mucho más fácil, todos seguiríamos siendo Warren y
ya está. Haliwell o Anderson, olvídate de eso, Paul. Quédate con lo que te voy
a decir: me apuesto el brazo derecho a que tu padre también es brujo.
- ¿Qué? ¿Papá? –
preguntó Paul, incrédulo, pero Leo levantó una mano pidiendo silencio.
- Dejemos eso por
ahora. Aun no te sigo, Chris. ¿Dónde encaja la familia de Paul en todo esto?
- Nuestra familia ha
contado, hasta que nació Wyatt, únicamente con brujas en femenino. Yo digo que
hay otra rama de los Warren que sólo tiene brujos, en masculino. Brianna Warren
tenía una hermana, de la cual nunca se ha sabido nada. Siempre nos han
interesado los ancestros que nos llevan a Melinda, pero no conocemos los
"eslabones perdidos". Ni siquiera estamos seguros de quién fue el
padre de los hijos de Melinda. Y ahí está el otro gran grupo olvidado en
nuestra familia: los hombres. Bueno pues, como hombre, me niego a que siga así.
A ninguna Warren le ha ido bien en el amor, salvo a las Embrujadas. Quizá por
eso nadie se ha preocupado nunca por recoger nada de los hombres con quienes
las brujas contraían matrimonio. Nosotros descendemos de Brianna y no de su
hermana, así que nadie se ha preocupado nunca de ella. Y entonces … Mirad lo
que encontré en el Libro de las Sombras – dijo Chris, y, aun con su sonrisa
triunfal, orbitó el Libro. – Patsy Warren (la hermana de Brianna por si os lo
preguntáis) contrajo matrimonio con…redoble por favor…Pippin Anderson*. Si,
Paul, sé que el apellido te suena. Aquí no dice más de ellos, peeeeeero, si
pasamos las páginas, vemos otro Anderson. Powel Anderson. Vivió hace cien años,
más o menos. Aparece aquí porque fue un brujo malvado que se enfrentó a nuestra
familia. Y, diablos, sólo hace falta ver el dibujo para saber que es calcadito
a ti, Paul. Esa es otra cosa que tiene nuestra familia: las vidas pasadas. Pero
eso es otra historia. Algo que además mi madre puede contaros mejor que yo. El
caso es que éste tipejo de aquí es tu antepasado, Paul. – concluyó Chris, como
quien revela la fórmula secreta de la Coca-cola.
La habitación se
sumió en el silencio más absoluto. La cabeza de todos hervía en estado de
ebullición, al intentar seguir las deducciones de Chris al ritmo tan rápido al
que las había soltado. Chris sólo miraba a su padre, y en la cara de este vio
que no lo descartaba como posible. Su padre creía que podía tener razón.
- Pero…eso son sólo
conjeturas – dijo Paul por fin, al cabo de un rato. – Deducciones baratas.
Puede ser verdad, tiene una base lógica, y ésta claro que el tal Powel Anderson
se parece a mí. Desciendo de él, pero no tengo por qué tener que ver con
vuestra familia. Pippin Anderson podía ser …cualquiera. No tiene por qué tener
que ver conmigo. Y lo de las P no deja de ser una bonita coincidencia. Hay algo
que te dejo muy claro: mi padre no es brujo.
- Bueno, vale, vale,
la explicación tiene algunas fallas – reconoció Chris – pero hay una manera de
saber si estoy en lo cierto, que es la segunda cosa para la que os he reunido
aquí. Concretamente, es por lo que estás aquí tú, papá.
- Chris, no creo que
los Ancianos estén dispuestos a sacarte de dudas. Si hubieran querido que lo
supieras, ya te lo habrían dicho…Por más que yo les pregunte, no me lo dirán.
- No es eso lo que
quiero pedirte. Quiero que consigas permiso para traer a un espíritu de vuelta,
durante un rato. Lo hemos hecho antes, con la abuela y la bisabuela, pero me
temo que nadie ha invocado desde hace mucho a Patsy Warren.
En varias ocasiones,
la familia de Chris había invocado a algún antepasado difunto que les había
ayudado a resolver algún problema mágico. Pero si iba a ser durante mucho
tiempo, el espíritu tenía que adquirir una dimensión corpórea, y para eso se
necesitaba la bendición de los Ancianos. Chris pretendía hacer justo eso con
Patsy, la fuente directa que podía aclararle si estaba en lo cierto. Leo
pareció entenderlo, porque asintió con la cabeza y orbitó, a ese lugar que sólo
les estaba permitido a los Ancianos. Chris se quedó a solas con sus tres hijos
y con Paul.
Peter no estaba tan
puesto en la historia de su familia como para haberse enterado de algo. Había
leído el Libro de las Sombras, pero para él había tenido más interés la
información que reunía el libro sobre enemigos mágicos que sobre sus
antepasados. Total, para él eran sólo nombres.
- Simplificando,
¿Paul es descendiente de la hermana de una de las brujas de las que descendemos
nosotros? – preguntó.
- Justo eso, Peter –
asintió Chris, contento de que lo hubiera entendido.
- Supuestamente –
matizaron Nick y Paul a la vez.
- Supuestamente –
admitió Chris, de mala gana – Pero confiad en mí, tengo una corazonada.
- ¿Y…qué más da si
es verdad? – preguntó su hijo Leo, que también había leído mucho el Libro y
recordaba al igual que Nick los detalles de algunos de sus ancestros - ¿Qué
importancia tiene si Paul desciende de esa mujer?
- Bueno campeón,
parece que para los Ancianos alguna importancia tiene que tener, y por eso
querían que yo fuera su luz blanca.
Varios minutos
después, Leo I regresó. Su cara no revelaba nada. Sólo estaba pensativo.
- Me ha costado que
den su permiso, ya que no podía decirles el motivo de la invocación. Chris,
¿seguro que quieres hacerlo? Si los Ancianos no han querido contártelo, por
algo sería…
- Mira papá, sé que
eres uno de ellos, pero estoy harto de que controlen mi vida y me oculten
cosas.
Leo asintió,
comprendiendo y todos se fueron al desván. Allí, Chris dio algunas
instrucciones básicas, mientras iba haciendo un círculo con unas velas y unos
cristales.
- Todos fuera del
círculo. Distancia de seguridad: dos pasos. No se toca, no se mete la mano, no
se mueven las velas.
Los chicos
asintieron, algo impresionados.
- Chris, ¿qué vas a
hacer exactamente? – preguntó Paul.
- Voy a traer de
vuelta a un muerto – dijo Chris, consciente de que esas palabras impactaban. –
Por un rato. Vas a conocer a tu antepasada Patsy.
Tras algunas
preparaciones previas, Chris leyó el conjuro de invocación:
Escucha estas
palabras. Escucha mi plegaria. Espíritu del otro lado. Ven a mí, te invoco,
cruza ahora la Gran División.
Jadeó, porque aquél
hechizo era potente, pero sintió que merecía la pena cuando el interior del
círculo de velas empezó a llenarse de lucecitas…Una mujer, mejor dicho, el
espíritu translúcido de una mujer, fue cobrando forma.
- ¿Dónde estoy? –
preguntó el espíritu - ¿Qué es éste lugar?
- Patsy – dijo Chris
– Patsy, somos los descendientes de tu hermana.
- ¿De Brianna?
Chris asintió. La
mujer pareció enfurecerse. Chris no había contado con eso.
- ¿Y qué queréis de
mí?
- Queremos
respuestas.
- ¿Respuestas?
Preguntarle a ella entonces. ¿No sois su familia?
- También la tuya.
- ¡NO SOIS NADA MÍO!
– rugió el fantasma, y lo cierto es que dio miedo. Quizá porque estaba muerta,
y todo aquello no dejaba de dar un poco de mal rollo, quizá porque tenía un
aspecto muy dulce y no le pegaban los gritos, pero dio miedo. El pequeño Leo se
abrazó a las piernas de Chris. Al verle, el fantasma pareció aplacarse. – Un
niño. Yo también tenía un niño. Un niño hermoso…
De pronto hablaba
con nostalgia, y por alguna razón Chris sintió pena.
- ¿Un hijo? – animó
Chris. Descendientes. Justo lo que necesitaban saber…
- Powel.
- ¿Era un brujo como
tú?
- Sí. – respondió el
espíritu de Patsy, y Chris estaba eufórico. Sin embargo Patsy no había
terminado… - Pero no pude verle crecer.
Oh. Pobre. Chris se
dio cuenta de que la mujer cuyo espíritu tenía delante no sobrepasaba los
veinticinco años. Había muerto muy joven.
- ¿Qué pasó? –
preguntó con delicadeza.
Patsy les contó su
historia. Como todas las brujas Warren, ella y su hermana habían estado muy
unidas. En esa unión residía su poder. Pero entonces Patsy conoció a Pippin y
se enamoró de él… Pippin Anderson era un hechicero, y su familia ya había
tenido malas experiencias con ellos, pues Matthew Tate usó a Melinda para
conseguir poder. Brianna, la hermana de Patsy, se opuso a aquella unión, y por
ello las dos hermanas se separaron. Patsy tuvo una vida feliz junto a Pippin,
tuvieron un hijo, que resultó tener magia también. Y así surgió una nueva
generación de brujos, siendo ésta vez hombres todos ellos, quizá porque el
propio Pippin era un hechicero. La profecía de Melinda Warren hablaba de tres
hermanas brujas, pero no decía nada de ningún brujo. Patsy aprovechó éste
desconocimiento para proteger a su hijo. Si nadie sabía que tenía magia, nunca
nadie codiciaría su poder, nunca tendría que enfrentarse a ningún demonio y
nunca tendría que correr peligro…Se ocupó de que no quedaran registros de su
familia, y eso mantuvo a salvo a la rama Anderson - Warren, al contrario de lo
que había pasado a lo largo de los años con la rama Haliwell. Todo parecía ir
bien, hasta que un día Brianna se vio atacada por un enemigo al que no podía
hacer frente. Pese a llevar años sin hablarse, Patsy acudió en su ayuda,
y…falleció en una pelea mágica contra los enemigos de Brianna, junto con su
esposo. Su última voluntad fue una petición a su hermana, para que protegiera a
su hijo, a su familia. Para que nadie supiera nunca que eran brujos.
Chris pensó que esa
promesa se seguía manteniendo. Por eso no sabían nada hasta ese día de su parentesco
con la familia de Paul ni de la magia de estos, y por eso él era el luz blanca,
el protector de aquél chico que era un Anderson. Los Haliwell después de todo,
seguían protegiendo a los Anderson. He ahí, por fin, el motivo de que él fuera
el luz blanca de Paul. Cuando Patsy acabó su relato, estaba conmovido.
- Ella… ella lo
cumplió. No hay… no aparecéis en el Libro de las Sombras, más que nombrados…Ha
guardado vuestro secreto…
La expresión del
fantasma Patsy se dulcificó, pero parecía triste.
- Brianna quiso
honrarme. Mi petición la prohibía contar la verdad de lo que había sucedido,
pero ella no quiso que el mundo me olvidara. Mi hijo se llamaba Powel. Mi
esposo Pippin. Yo Patsy. …P. Todos sus descendientes con magia, y todos los
míos, llevan la letra P en memoria nuestra.
Chris hizo una
"o" con los labios. Así que de ahí venía la tradición…Qué…hermoso.
- Me temo que mi
madre puso fin a esa costumbre. – dijo al cabo de un rato de silencio. – Pero
es tan…bonito…No alcanzo a entender por qué te has enfadado cuando he
mencionado su nombre. Tu hermana cumplió con su palabra, y se ocupó de que de
alguna forma estuvieras presente en nuestra familia, a lo largo de los años.
- Es evidente que en
algún punto olvidó su promesa. No protegió a mi hijo. Powel se entregó a la
magia negra.
Él sí aparecía en el
libro. No lo relacionaban con ella…si no hubiera tenido los rasgos físicos de
Paul, Chris jamás les habría relacionado sólo por el apellido. Era cierto que
había sido malvado, y se había enfrentado a "la rama Haliwell". Chris
se estremeció. No sabía qué decir.
- Me preguntaba sí…
Tal vez quieras… Puedo darte un cuerpo corpóreo, por unas horas.
Tenemos…Realmente tenemos muchas preguntas.
- Ya he respondido
todo lo que yo sé.
- Pero….todos los
eslabones…Desde tu familia, hasta éste chico…- balbuceó Chris, y cogió a Paul,
que observaba desde el extremo más alejado de la habitación. Tiró de él un
poquito hasta ponerle frente al fantasma. – Él es tu descendiente directo. No
de Brianna, sino tuyo.
Patsy se quedó
mirándole, toda emoción, toda dulzura. Paul por su parte estaba básicamente
alucinado.
- Te pareces tanto a
él…
- ¿A Powel? –
preguntó Paul, con tacto. Ciertamente se parecía a ese tipo, al que sólo había
visto dibujado en aquél libro.
- No. A Pippin. A mi
Pippin.
El fantasma extendió
la mano, como si quisiera salir del círculo protector donde la habían invocado
y acariciar a Paul. Detuvo su mano en el aire.
- Si es verdad que
eres el descendiente de Brianna tienes que cuidarle – le dijo Patsy a Chris –
Debes hacerlo.
- Lo haré – le
prometió.
- Tu rama de la
familia no es la única que tiene que cumplir una profecía. Recuérdalo. – dijo
el fantasma, y luego desapareció. Los espíritus eran cabezotas y caprichosos. A
Chris le hubiera encantado darle un cuerpo, y seguir hablando con ella, pero al
parecer Patsy se había cansado de su compañía. O tal vez le resultara
emocionalmente demasiado doloroso. Porque los fantasmas, cuando les invocas a
éste mundo, también sienten.
Todo se quedó en
silencio durante un minuto. Durante dos. Cuando pasaron tres, Leo II le tiró de
la manga. Chris bajó la cabeza para mirarle, aun algo aturdido.
- Tenías razón,
papá. Eres muy listo.
Chris le sonrió, sin
ser capaz de decir nada. Miró entonces a su padre, que no parecía menos
impactado que él.
- ¿Papá? – le
preguntó a Leo I - ¿Qué opinas?
- ¿Sobre qué? Como
dice tu hijo, tenías razón. Paul es un Warren.
Automáticamente
todos se giraron para mirar a Paul. El chico aguantó como pudo el largo
escrutinio, pero tenía los puños apretados, luchando contra alguna emoción
indescifrable. Como no decía nada, fue Chris quien habló primero.
- Paul, convendría
preguntarle a tu padre sí…
- ¡MI PADRE NO ES
BRUJO! – gritó Paul, como adivinando lo que Chris quería decir, y salió del
desván. Todos se quedaron tan impresionados por verle así de enfadado…Esperaban
muchas emociones: confusión, quizás miedo, incomprensión… pero no enfado. ¿Por
qué habría de estar enfadado?
- Papá, que se va –
instó Peter.
Chris reaccionó
entonces y salió tras él. Demasiado tarde, se dio cuenta de que la intención de
Paul era salir de la casa. Estaba en el piso de abajo. Iba a orbitar para
cortarle el paso, pero Nick le había seguido y puso una mano en su hombro.
- Deja que se vaya –
le dijo. – Lo necesita.
Tras unos segundos,
Chris decidió confiar en su hijo y en sus dones telepáticos, y asintió. Escuchó
cómo se cerraba la puerta principal con algo de inquietud. Paul estaba lejos de
su casa, aunque seguramente sabría volver en autobús o incluso a pie si se lo
tomaba con calma, con mucha calma. Pero…¿por qué se había ido así?
El resto de la
mañana la pasaron reajustando ideas y conocimientos. Chris había descubierto
algo muy importante en la historia de su familia, y su padre se ofreció a
comunicárselo al resto de los Haliwell. Chris por su parte intentaba buscar la
respuesta a una pregunta: ¿por qué él precisamente había sido el elegido para
volver a la tradición de que los Haliwell protegieran a los Anderson? ¿Tenía
algo que ver con la profecía que Patsy había mencionado?
- ¡La magia es tan
frustrante! – oyó exclamar a Nick, y eso le hizo salir de sus pensamientos.
Reparó entonces en que su hijo estaba buscando algo en internet.
- ¿La magia o la
tecnología? – le preguntó.
- ¡Las dos!
- ¿Qué haces?
- Busco información
sobre la familia de Paul.
- ¿Y?
- Sobre su madre
todo lo que quieras. Sobre su padre apenas nada. Algún trabajo como médico,
pero poco más.
- ¿Y eso te
sorprende? ¿Qué esperabas encontrar? ¿"Marido de consejera de educación
descubierto haciendo brujería"?
- Guárdate el sarcasmo,
papá. Esto es importante. Por mucho que Paul lo niegue, ahora sabemos que su
padre tiene que ser brujo.
- No tiene por qué.
Puede tener sus poderes atados, o haberse saltado una generación. A veces pasa.
- Entonces ¿por qué
ha reaccionado así? Yo creo que Paul sabe algo…
- ¿Lo has leído en
su mente?
- No. Era muy
confuso en ese momento, y yo estaba distraído. Los pensamientos no son frases,
sino imágenes e ideas y no siempre son cosas coherentes. En otras ocasiones,
son conceptos básicos y muy claros. Ahora mismo tú por ejemplo estás pasando de
mí y estás pensando en el móvil que tienes en el bolsillo derecho.
Chris se ruborizó un
poco.
- Perdona. Es que…
tendría que llamar a Amy.
- ¿Por qué?
- Porque es mi
novia, y no está bien que la mantenga al margen como he estado haciendo estos
días.
- La viste ayer.
- Tras dos meses de
sólo llamarnos. No sé ni cómo quiere saber de mí todavía. Quiero compensarla. E
involucrarla en mi vida. La he contado muy por encima todo lo que ha estado
pasando, y ahora tengo cosas nuevas por decirle.
Nick dio un respingo
sobre el asiento y apartó la mirada de la pantalla del ordenador.
- No le habrás dicho
que somos demonios ¿verdad?
- Pues…sí, eso he
hecho.
- ¡NO! – chilló
Nick.
- Sí, hijo, lo he
hecho. ¿Cuál es el problema?
- ¡No podías
hacerlo! ¿Con qué derecho?
- Pues, con el que
me da ser tu padre, supongo – respondió Chris, totalmente desconcertado. ¿Se
acostumbraría algún día a ser el objeto de la furia de sus hijos? Probablemente
no.
- ¡No tenías que
decírselo!
- ¿Por qué no? Nick,
hijo, deja de gritar. Voy a entenderte igual, incluso mejor, si me hablas a un
volumen normal.
- ¡No puedo creer
que lo hayas hecho! – bufó Nick, al parecer sin entender lo de que no hacía
falta elevar la voz. Se levantó de la silla y siguió gritando, pero ésta vez
dentro de la cabeza de Chris, lo cual le provocó un inmenso dolor en las
sienes.
"¿Qué más le
has contado?"
- Nick, no hagas
eso. No me hables con…con la mente, y menos si vas a chillar. Vamos, sal de mi
cabeza – ordenó, y no esperó a que le hiciera caso, sino que le obligó a salir
construyendo una pared mental. – Ahora escucha: le he contado todo lo que creo
que, como mi novia, debía saber. ¿Me explicas por qué te molesta tanto?
Chris estaba
dispuesto a ser razonable y estaba teniendo paciencia con los gritos de Nick.
Pero entonces el chico cruzó los brazos de una forma muy grosera, levantándole
el dedo corazón.
- ¿Me has hecho un
corte de mangas? – preguntó Chris, más incrédulo que enfadado.
- ¿No lo has visto
bien? ¿Quieres que te lo repita? – desafió Nick.
- Nick, a veces creo
que realmente buscas la forma más rápida de conseguir que te castigue. ¿Es eso
lo que quieres?
- No sé, ¿se lo
contarás luego a Amy? – le preguntó, con infinito sarcasmo.
- ¡Nick, vale ya!
Mira, no sé qué hacer contigo ahora mismo. Mejor ve a buscar a tus hermanos,
que quiero hablar con los tres, y así te despejas un poco y empiezas a pensar
con la cabeza.
- Oh, yo pienso con
la cabeza, papá. Eres tú el que parece haber empezado a pensar con otra cosa.
¿Tan bien folla que ya estás comiendo de su mano?
Mientras salía de su
boca, Nick ya se estaba arrepintiendo. Llevaba varias y su padre se lo estaba
pasado por alguna razón. Le había dejado gritarle, había empezado a enfadarse
con el corte de mangas, y con aquella frase había sobrepasado el límite pero de
una forma exagerada. Nick se dio cuenta sin necesidad de leerle la mente: los
ojos de Chris y la mirada que le echó se leían por sí solos. Sin pensarlo, Nick
salió corriendo. Eso era una de las pocas cosas capaces de sacar a Chris de su
reciente estado de ira en ese momento. Se quedó parpadeando, con la vista fija
en el punto donde hacía unos segundos había estado Nick. Luego salió y se puso
a buscarle, pero no le encontraba. ¿Dónde podía haberse metido? Se cruzó con
Peter, que frunció el ceño al darse cuenta de que algo le pasaba.
- ¿Qué ocurre, papá?
- Nick se está
escondiendo de mí, y no le encuentro.
- ¿Por qué? – el
asombro en la voz de Peter era palpable.
- Porque se habrá
escondido bien, supongo.
- No, que por qué se
esconde.
- Porque sospecha, y
no sin razón, que se la ha cargado.
Peter le miró en
silencio durante varios segundos.
- ¿Has mirado en los
armarios? Es su lugar cuando algo le asusta o le preocupa, como mi hueco debajo
de las camas.
- Pero ¿qué tenéis
vosotros con los escondrijos?
- No todos podemos
orbitar a lo alto de un puente.
- Cierto. –
reconoció Chris, y luego suspiró. - Se ha pasado tres pueblos.
- Lo imagino. Huir
no es su estilo. Debe de pensar que estás realmente enfadado.
- Estoy realmente
enfadado.
Peter se encogió de
hombros.
- Te enfadas tanto
con él que ya tendría que haber perdido su efecto. Si vas a hablar con él hazlo
ahora. No le dejes pensar que estás tan enfadado que no quieres verle o
dirigirle la palabra.
Chris respiró hondo,
y se dio cuenta de que Peter tenía razón. Buscó a Nick armario por armario y le
encontró en el de la propia habitación de Chris. El chico le miró, aguantando
la respiración.
- Vamos, sal. – le
dijo en tono seco. Nick no lo hizo, así que Chris le sacó y luego cerró las
puertas del mueble. El chico se alejó de él un poquito.
- ¿Cómo de enfadado
estás? – le preguntó muy bajito.
- En una escala del
1 al 10 estoy más o menos en "¿le ahorco o le estrangulo?"
Nick tragó saliva.
- No lo dices en
serio ¿verdad?
Chris se ablandó un
poco por esa pregunta.
- No, Nick, no lo
digo en serio. Pero nada va a librarte de un castigo.
Nick no dijo nada, y
Chris se sentó en su cama.
- ¿Por qué en mi
cuarto? – tuvo que preguntar - ¿Por qué te has escondido aquí?
- Tú estabas en el mío.
Fue el primer lugar que se me ocurrió.
Chris le observó con
expresión insondable.
- ¿Qué ha sido lo de
hace un rato? ¿Crees que puedes hablar así de lo que hace o deja de hacer mi
novia, y que puedes hacerme esos gestos?
Nick negó con la
cabeza.
- ¿Estás mudo? –
preguntó Chris, irritado.
- No, señor.
- No voy a olvidarme
de lo que has dicho y hecho porque ahora me llames "señor". Es papá
para ti, Nick. Papá. Y eso implica una forma de hablarme. Sin gritos, sin
cortes de manga, y sin malsonancias. Ahora ven aquí – le llamó y en cuanto le
tuvo cerca comenzó a desvestirle. Nick le ayudó con el botón del pantalón,
demasiado estrecho y difícil de manejar.
- ¿Papá? – le
preguntó, llorando ya. Chris tuvo que endurecerse por dentro para no reaccionar
a ese tono y a esas lágrimas.
- ¿Sí?
- ¿Me perdonas?
- Voy a castigarte,
Nick. Sé que tienes que intentarlo, pero no voy a dejarte pasar lo que has
hecho. – respondió Chris, con paciencia, que había interpretado la pregunta en
el sentido de "¿me perdonas el castigo?"
- Pero…¿me perdonas?
– insistió Nick, y Chris se dio cuenta de que lo preguntaba en otro sentido.
- Sí, Nick. Te
perdono, claro que sí.
Cuando Nick se ponía
en plan "sé que la he cagado" le resultaba mucho más difícil
castigarle. ¿Por qué no podía simplemente pensar antes de actuar? Se respondió
a si mismo, y se dijo que su "hombrecito" aun era muy niño. Eso tenía
sus cosas buenas, y sus cosas malas. Haría lo posible por reducir las malas. Le
puso sobre sus rodillas y le bajó el calzoncillo.
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- No será porque no
te he repetido que debes tener cuidado con lo que dices. No vuelvas a dirigirte
a mí de esa manera, y mucho menos utilices a Amy para ello.
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- Y que sea la
última vez que me haces un gesto como ese. Sobre todo cuando sólo estoy
intentando ser paciente y entender por qué me gritas.
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Chris se detuvo, y
le levantó. Nick lloraba, pero no empezó a sollozar de verdad hasta que le dio
un abrazo.
- Quiero qué me
digas cuál es el problema con que Amy lo sepa – le pidió, acariciándole el
pelo. Nick no le respondió. – Tenía pensado orbitar el cepillo, y no lo he
hecho. No me hagas cambiar de opinión. Respóndeme.
Creyó que Nick
continuaría negándose pero entonces, tras unos segundos, Nick se secó las
lágrimas con más o menos éxito y trató de hablar con él.
- A ella le caigo
bien. Por alguna razón le caigo bien a pesar de que lo primero que hice cuando
la conocí fue empujarla. ¿Qué pensará de mí ahora que sabe que soy un demonio?
¿Qué pensará todo el mundo?
Chris le acarició la
cara con suavidad. Había llegado a pensar que Nick no quería que Amy lo supiera
por no considerara de "su círculo de confianza", pero su negativa iba
por lo visto mucho más allá. Nick se avergonzaba de lo que era. Quería mantener
en secreto su mitad demoníaca, como quien esconde una enfermedad vergonzosa o
un delito.
- Pensarán que eres
perfecto tal y como eres, y si no lo piensan el problema es suyo. Por eso mismo
quería hablar contigo y tus hermanos. Tenemos que acabar con esto de una vez.
No podemos seguir huyendo de "vuestra otra mitad". Hoy ya he hecho
una invocación: estoy en racha. ¿Por qué no traer a Vraskor y Adramelech, tal
como os dije? Así os demostraré que no es algo que tengáis que rechazar.
Nick asintió. Chris
iba a levantarse, pero Nick no le dejó.
- Aún no – musitó el
chico. – Quiero que me mimes un poquito más.
Chris se rió, por la
forma tan natural y directa de pedirlo. Le dio un beso, y le acarició el pelo.
- Off de record, no
sé cómo es Amy o cómo deja de ser en la cama – dijo al cabo de un rato – pero
sí es verdad que me tiene comiendo de su mano.
Nick se ruborizó un
poquito, recordando lo bestia que había sido.
- ¿A ella no le
importa que seamos demonios? ¿Tanto te quiere?
- Me gusta pensar
que me quiere, pero eso no tiene nada que ver, Nick. Ser un demonio no es algo
de lo que debas avergonzarte ni por lo que debas ser rechazado. Ella ha
entendido eso. Me gustaría que lo entendieras tú.
Nick no respondió al
principio. Se quedó allí, disfrutando de las atenciones de su padre y Chris ya
pensó que no iba a decir nada. Pero Nick había estado cavilando.
- Si puedo llegar a
controlarlo, entonces tal vez tengas razón. No puedo dejar que esa cosa me
domine.
- Eso no va a pasar,
cielo – le aseguró Chris, y apretó un poco el abrazo justo antes de soltarle. –
Ahora vamos: no sé cuánto tiempo nos puede llevar. Te confieso que es la
primera vez que hago algo como esto.
Mientras iban a
buscar a Peter, y a Leo, porque quería que estuviera presente, Chris pensaba
interiormente si algún día podría encajar a su novia mortal con su familia de
brujos, sus hijos demonios, y su cargo irascible y dotado de poderes delos
Warren.
*N.A.: Patsy Warren
no aparece nunca en la serie, y tampoco aparece ningún Pippin ni ningún
Anderson. Es cierto que Brianna tiene una hermana, pero no se sabe nada de
ella. Siento ser tan horriblemente rebuscada. Si alguien se pregunta quién
narices tiene tanto tiempo como para coger y buscar "eslabones
perdidos" de un árbol genealógico ficticio de una familia ficticia de una
serie de televisión ficticia, os diré simplemente que fue algo accidental. Me
estaba releyendo la historia de Charmed, porque hay cosas que no recuerdo bien,
y cuando llegué al trozo de las diferentes generaciones de Haliwell me vino
como una revelación, porque lo cierto es que era justo lo que necesitaba para encajar
a Paul como yo quería.
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