Chapter 64: Profecías (parte 2)
Chris no durmió en
lo que quedaba de noche. Ni siquiera lo intentó. Se encerró en el desván
buscando respuestas en el Libro de las sombras, pero no las encontraba. Era
lógico en cierta forma, puesto que aunque la profecía versara sobre él,
pertenecía a la rama Anderson de los Warren. El Libro de las Sombras sólo
almacenaba los conocimientos de su familia. Frustrado, decidió buscar entonces
información sobre el demonio de la vida y el demonio de la muerte. Pero el
Libro no estaba siendo de mucha ayuda aquella noche. Sólo encontró lo mismo de
siempre sobre Peter, o más bien sobre Vraskor.
VRASKOR.
PODEROSO DEMONIO DE
ORIGEN DESCONOCIDO (¡Ja! Se reía Chris del "origen desconocido"] AL QUE SE
LE CONOCERÁ COMO EL "HIJO DE LAS BRUJAS" [del brujo, si no os
importa]. TODOS LOS DEMONIOS DEL INFRAMUNDO LE TEMERÁN [claro, porque
él creía que debían temerle]. CON ÉL TERMINARÁ LA GUERRA ENTRE LA LUZ Y LA
OSCURIDAD. SUS PODERES SON MUCHOS Y VARIADOS. ENTRE ELLOS SE CONOCE SU
CAPACIDAD PARA CONTROLAR LA ELECTRICIDAD, QUE SE MANIFIESTA EN FORMA DE RAYOS.
Chris leyó todo o
que ponía ahí sobre su hijo sin poder contener los pensamientos sarcásticos.
Una vez más se preguntó quién habría escrito aquella entrada. Tal vez algún
antepasado con premoniciones, que de alguna forma hubiese podido adelantarse al
nacimiento de Peter…Acarició el dibujo que acompañaba al texto mientras se
preguntaba si sería cierto que con él terminaría por fin esa persecución eterna
entre brujas y demonios…No lo entendía: los Ancianos habían dicho que Vraskor
no debía destruir a los de su propia especie. Entonces, ¿cómo se suponía que
iba a acabar con los demonios, y por tanto con la oscuridad, para siempre?
Escuchó un ruido a
sus espaldas y actuó por instinto, tras varios años de experiencia en recibir
ataques de brujos y demonios que buscaban poseer el Libro. Se fijó en una
esfera de cristal en una mesita cercana y la orbitó mientras se giraba, para ir
a estamparla contra la puerta, y por ende contra su atacante…que resultó ser
Nick. Demostrando tener muchos reflejos, Nick se agachó a tiempo de evitar que
la bola de cristal macizo impactara contra él. Chris respiró con alivio cuando
vio que no le había pasado nada.
- Si quieres que me
vaya sólo tenías que decirlo – bromeó Nick, cogiendo la bola del suelo. No se
había roto. - ¿Qué es esto? ¿Se ven cosas en ellas, como en las brujas de la
tele?
- A veces –
respondió Chris, tomando la esfera y poniéndola en su sitio. – Lo siento, no
pensé que podría ser uno de vosotros. Es la costumbre. ¿Qué haces aquí, de
todas formas?
- Escuché ruidos y
subí a mirar.
Chris miró el reloj.
Eran las seis y media de la mañana.
- Aun es pronto para
que estés despierto.
- Lo mismo digo. ¿Cuánto
tiempo llevas aquí?
- Dos horas. Desde
que volví de casa de Paul.
- ¿Has estado en
casa de Paul?
- Sí. Quería obtener
respuestas y he vuelto con más preguntas. Quedamos en que volvería luego.
Le contó a grandes
rasgos lo que había pasado, omitiendo el vergonzoso episodio de su aparición en
el cuarto de Paul en un mal momento. Le habló de la profecía, aunque intentó
restarle importancia para no preocuparle. No debió de hacerlo muy bien, porque
cuando acabó Nick le miraba con el ceño fruncido y expresión seria.
- ¿Así que alguien
predijo tu muerte?
- Eso parece.
- Alguien de la
familia de Paul.
- Patsy ya mencionó
una profecía, aunque cuando ella lo hizo yo entendí otra cosa. No me avisó a
mí, sino que me insistió en que protegiera a Paul. Se supone que moriré
protegiéndole así que tal vez me estaba animando a cumplir con mi destino.
Chris se asombró de
la facilidad con la que podía hablar de su propia muerte.
- No deberías ir a
su casa. Paul tiene razón: tienes que mantenerte lejos de él, para que no exista
la posibilidad de que se cumpla…
- Dudo que sea tan
sencillo. No es una premonición: es una profecía. Las premoniciones son
imágenes de un futuro posible. Las profecías son cosas que se cumplen en TODOS
los futuros posibles. Haga lo que haga, pasará.
- ¿Cómo estás tan
seguro?
- Porque ya ha
empezado. Lo de Jason. Necesito más detalles, pero todo parece indicar que eso
era el primer paso.
Se hizo el silencio
entre ambos. Chris se sintió un estúpido por haber ignorado lo que estaba
pasando. Él planeando una nueva vida, y resulta que tenía los días contados…
- Nick, si me pasa
algo…- empezó.
- ¡NO! ¡Ni siquiera
lo digas! No va a pasarte nada.
Chris le miró con
ternura. Él también quería negarlo. De hecho, aun no había asumido que fuera a
morir y por supuesto no iba a rendirse tan pronto, pero tenía que tenerlo todo
bien atado por si sucedía lo peor. Tenía que asegurarse de que sus hijos
estarían bien. De todas formas, aquél no era el mejor momento para hablarlo,
porque Nick no iba a escucharle.
- ¿Y tú por qué no
puedes dormir? – le preguntó, para cambiar de tema.
- Ah, no sé. Quizás
porque mi padre se ha aprovechado de no sé qué mierda de obediencia demoníaca
para que le prometa que engañaré a mi hermano para que le mate.
- Parece un buen
motivo para no poder dormir. Y también un buen motivo para enfadarse – comentó
Chris.
- Papá, no es
gracioso. ¿te das cuenta de lo que me has pedido?
Nick tenía razón. No
era gracioso en absoluto. Chris le miró con expresión torturada.
- No sabía que un
juramento de sangre implicaba la muerte si lo incumplías. – dijo Chris,
sintiéndose más allá de la culpabilidad. Sentía que sólo por ese error merecía
la muerte que tal iba a llegarle. Había puesto en peligro la vida de su
hijo…fijó la vista en el suelo, convirtiendo sus siguiente palabras casi en una
súplica - Si llega a pasarte algo…yo… moriría mil veces para evitar que te
pasara nada.
- ¡Es que
precisamente es de tu muerte de lo que estamos hablando! ¡Por si la amenaza de
una profecía no fuera bastante, tú me has hecho prometer que si Leo o
cualquiera de la familia se muere yo lo resucitaré a cambio de tu vida! ¡Me has
hecho prometer eso y es lo peor que me han hecho en la vida!
Chris parpadeó.
Había visto a Nick enfadado, pero nunca así. Estaba bajo control, pero más
enfadado que nunca. Ese autodominio que demostraba su hijo le confería cierta…
autoridad. Nick pareció de pronto mucho mayor de lo que era. Chris tuvo que
apartar la mirada, porque sintió que se quemaba. Trató de explicarse.
- Cuando te hice
prometer aquello pensé que jamás tendrías que cumplirlo: yo puedo curar. Si
algo le pasara a Leo yo podría curarle. No pienso permitir que le pase nada.
Pero si yo me muero...si no puedo estar ahí para proteger a Leo y él se muere
también...La muerte es algo que Wyatt no puede curar. Pero tú sí. Ahora la
promesa se ha vuelto real. Puede que todos corramos peligro, Nick, y a lo mejor
llega el momento en el que tienes que cumplir esa promesa.
- ¿Te estás oyendo?
¿Qué te mate a ti para salvar a Leo? ¿Crees que él me perdonará? ¿Crees que
Peter me perdonará? ¿Crees que yo me perdonaré a mí mismo y te perdonaré a ti?
¡Nadie tiene derecho a decidir quién vive y quién muere! – chilló Nick. –
Aparte de lo …inmoral…de lo indecente de eso que me propones, ¿has pensado lo
que pasaría si tú ya estás muerto para entonces? Dices que sólo podría pasarle
algo a Leo si tú no estás ahí para defenderle. ¿Y si te has muerto? ¿La vida de
quién usaré para salvarle a él en ese caso? ¿Y para salvarte a ti? Porque si
crees, si has creído por un maldito segundo que voy a cruzarme de brazos para
ver cómo te mueres, ¡ES QUE ERES SIMBÉCIL!
Chris se sintió
amedrentado por aquellas palabras, por la vehemencia de Nick, por la fuerza que
irradiaba…En ese momento sólo podía hacer una cosa, y fue lo que hizo. Le abrazó
con fuerza y así se calmaron los dos. La voz de Nick estaba quebrada cuando
habló de nuevo.
- No puede pasarte
nada. Ahora no. No sería justo.
- Nick, yo estaba
bastante tranquilo hace unas horas. Pero si Paul tiene razón, y lo de Jason
formaba parte de todo esto…ya ha empezado. ¿Entiendes, cariño? Me gustaría
poder decirte que no estoy asustado, que no hay ningún peligro y que sé a lo
que nos enfrentamos. Pero eso sería mentirte. Aun no sé de qué tengo que tener
miedo, pero es evidente que no puedo seguir negando que esa profecía nos
afecta. Ahora resulta innegable que nuestra familia y la de Paul estaban
destinadas a encontrarse.
- A la mierda el
destino. Yo no creo en esas cosas. Cada uno escribe su propio futuro.
- En eso, cielo, te
doy completamente la razón. Por eso no podemos dejar que esto nos afecte. Nos
han leído el capítulo de un libro. Ahora nos toca reescribirlo.
Nick se pasó la
manga por los ojos y Chris supuso que era porque debía de estar llorando. Le
separó un poco y le miró. Efectivamente tenía los ojos húmedos.
- ¿Qué es eso?
¿Lágrimas? No será por mí ¿eh? Yo aun me veo muy vivo, no sé tú. Y lo cierto es
que no tengo pensado dejarme matar.
- Sí lo harás. Te
conozco, y sí lo harás. Si es por salvar a Paul lo harás. Tú y tu maldito
sentido del deber.
- Bueno, pues
entonces será mejor que me ocupe de que Paul no se mete en ningún lío ¿verdad?
- ¿Aun piensas ir a
su casa?
- Sí. Pero
tranquilo: no está en ningún sitio alto.
Nick no se rió ni
hizo el amago. Siguieron abrazados un poco más hasta que Chris se separó, con
delicadeza.
- Tengo que pedirte
un favor, Nick. Otro más – dijo, recordando lo de la promesa. – No le digas
nada de esto a tu hermano. No merece la pena preocuparle. Aun no he podido ver
lo que dice exactamente esa profecía. Tal vez nos estemos preocupando por nada.
- De acuerdo.
Una hora después
todos estaban desayunando, listos para ir al colegio. Nick no sonrió ni una
sólo vez, a pesar de que Chris hizo su mejor esfuerzo como bufón de la corte.
Ver a Nick tan preocupado le hizo darse cuenta de que el chico realmente le
quería. Cuando aun se estaba conmoviendo por el amor de un gemelo, el otro le
demostró que no le quería menos:
- ¿Vais a decirme lo
que está pasando? Desde ayer vosotros dos estáis muy raros – dijo Peter.
- ¿Es por lo que
pasó en mi cuarto? – preguntó Leo. Había dormido aquella noche en la habitación
de Peter, porque aun no tenía ventana.
- No pasa nada,
chicos. Es que a Nick no le apetece nada lo de ir a la biblioteca – mintió
Chris, intentando salvar la situación. Peter le miró a los ojos y Chris sintió
que su alma era examinada por dos grandes y profundos espejos azules.
- Me has mentido,
así que tiene que ser algo importante. Y malo. Importante y malo. ¿Me tengo que
preocupar?
- ¿De qué hablas?
Sólo tienes que preocuparte de no llegar tarde a clase….
- Entonces, me tengo
que preocupar. Esperaré a que decidas contármelo. Espero que sepas que puedes
contar conmigo.
- Lo sé, Peter –
afirmó Chris con rotundidad, con amor, y con agradecimiento. No se merecía los
hijos que tenía. Incluso Leo se levantó y le dio un abrazo, y aquél gesto le
reconfortó más que ninguna otra cosa. Sonrió con sinceridad por primera vez en
aquella mañana, y despejó su mente de profecías y malos augurios.
- ¡Venga! Aligerando
que se nos hace tarde…
Cuando acabaron de
desayunar, Chris les llevó al colegio, y observó cómo entraban en el edifico.
Nick se giró para mirarle antes de entrar, y sus ojos se encontraron en la
distancia que los separaba. Chris escuchó algo en su mente:
"Si no dejas
que te maten, prometo no volver a leerte la mente nunca más. Y ésta vez lo
cumpliré."
Chris le sonrió,
aunque no estaba seguro de que Nick pudiera apreciar el gesto desde donde
estaba.
"A veces me
gusta que me leas la mente. Como ahora mismo, y así puedo asegurarte una vez
más que no va a pasarme nada"
Media hora después
Chris estaba en la puerta de la casa de Paul. Había recibido un SMS en el que
el chico le daba su dirección "para que pudiera llamar como la gente
normal en vez de orbitar como un ladrón". Ante sí tenía una casa de tres
pisos, grande, blanca y con un jardín hermoso de extensión considerable. Todo
en aquél sitio decía "rico". Llamó al timbre, y poco después Paul
salió a abrirle. Salió a abrirle en calzoncillos, para ser más precisos.
"Cada vez entiendo
mejor por qué Nick y él se llevan también" pensó, y controló el impulso de
decirle que hiciera el favor de vestirse no fuera a coger una pulmonía. No era
su casa y no era su hijo. Y él no era una abuela, aunque a veces pensara como
una.
- Hombre, usando las
puertas. ¿Cómo te sientes? ¿Sabías usar el timbre? – preguntó Paul, con cierta
guasa.
- Era ese botón bajo
el cartel de "no pulsar" ¿verdad? – respondió Chris, con el mismo
humor. Paul le sonrió, y le dejó pasar.
A pesar de que Chris
tenía muchas cosas en la cabeza, muchas preguntas y muchas preocupaciones
relacionadas básicamente con la predicción de su muerte, se olvidó de todo al
entrar en aquella casa. El recibidor era gigante. El suelo de mármol. Las
paredes de un material del mismo blanco imposible. Todo era muy amplio, y
lujoso. Casi se sorprendió de que no hubiera un mayordomo.
- ¿Has desayunado? –
preguntó Paul, sin reparar en las sensaciones que su casa producía en Chris.
- Sí.
- Yo no. Así que, si
te place acompañarme a la cocina un momento…
¿Eran cosas suyas o
le había salido acento británico? Modales burgueses, y salía a recibirle en
gallumbos. Desde luego, Paul era un tipo de contrastes. Chris tuvo la extraña
sensación de que el chico le hacía aposta. Que le gustaba aparentar, y confundir.
Por eso hablaba de forma excesivamente culta y luego caía casi en la mala
educación.
La cocina no fue
menos impresionante que el resto de la casa. Le pareció que todo era demasiado
diáfano, pero seguro que daba otra impresión cuando estuviera allí la numerosa
familia al completo…Lo que le recordó…
- ¿Y tu padre?
- Estamos sólo,
Chris. Sino no hubieras podido venir. Ah, bueno, Tom está saliendo de la ducha,
pero se irá en seguida.
- Tom…¿el chico de
…de esta madrugada?
- El mismo. Le
caíste bien, por cierto. Quiero decir que le pareciste guapo. Qué cerdo,
fantaseando con mi propio hermano…
- No… no somos
hermanos…- respondió Chris sin saber qué otra cosa decir. No estaba en su
terreno. Aquello sonó muy estúpido y evidentemente Paul se rió.
- Ya lo sé. Y él
tampoco es un cerdo, en realidad, sólo un poco tonto. De todas formas, me
alegro de no tener motivos para estar celoso. Es MI tonto.
Chris se dio cuenta
de que a pesar de que Paul le trataba como si no le valorara mucho, ese chico,
el tal Tom, era importante para Paul. Que llamarle "tonto" era su
forma de decir "estoy con él y vamos relativamente en serio". No
quiso saber cómo se suponía que se decían "te quiero".
Como si le hubieran
invocado al hablar de él, Tom bajó con el pelo aun mojado. Era un chico de
rostro aniñado, ojos muy claros (demasiado claros, en realidad, como si les
faltara melanina) y pelo castaño, enfundado en unos vaqueros y en una chaqueta
de cuero algo ajustada. El chico le sonrió.
- No hemos sido
presentados formalmente – dijo, extendiendo la mano – Soy Thomas Jefferson,
aunque te aseguro que el nombre es una coincidencia. No aspiro a la política.
¿Cómo estás?
Chris parpadeó.
Vale, ese chico podía gustarle hasta a él, y a él le iban las mujeres. Era
hipnótico en la voz y los movimientos y tenía algo en el porte. Chris se apostó
algo a que era modelo. No pegaba con Paul. Para nada. Tom era muy…. Femenino. Y
Paul… bueno, Chris seguía diciendo que Paul no parecía gay. Se acordó de que se
estaban presentando y le estrechó la mano.
- Chris. Chris
Hal…Anderson – rectificó, recordando que supuestamente Paul y él eran hermanos.
- Eres el primer
hermano que Paul me presenta. Creo que piensa que seré una mala influencia para
sus hermanos pequeños – soltó Tom, con una risita. – Qué irónico ¿verdad? Si
uno de los dos es una mala influencia, claramente es él…
- Tom, ¿tú no tenías
que irte?
- Sí, sí, ya me voy.
Algunos tenemos clase – dijo Tom, guiñándole un ojo a Chris – Estarás deseando
que llegue mañana, para librarte de él y que vuelva al colegio.
Chris sonrió sin
saber qué decir y observó cómo se iba. Paul rodó los ojos, mientras se
preparaba un cuenco con cereales.
- ¿Mañana acaba tu
expulsión?
- Pues sí. Vaya
coñazo. Tom está en la universidad, así que tiene un horario mucho más
flexible. Y si no lo hace flexible él, que se salta clases para estar conmigo.
Lo que pensaba: Paul
estaba total y adolescentemente enamorado.
- ¿Está bien que
piense que soy tu hermano? Tarde o temprano se dará cuenta de que no es
verdad…Lamento haberte puesto en el compromiso de mentirle a tu novio…
- No es mi novio.
Es… un lío ocasional. Viene por aquí, nos divertimos un rato, se va…Ni siquiera
sabe lo de Jason.
Eso explicaba por
qué no había estado en el funeral. En fin, Chris creía que Paul realmente
sentía algo por ese chico y le parecía una tontería negarlo y hacerlo pasar por
algo superficial, pero no estaba ahí para ser su consejero sentimental.
- Hablando de Jason…
Hay algo que tengo que decirte. – dijo Chris, sin saber cómo seguir. Tenía que
decirle lo que había pasado en el hospital, para que entendiera que la profecía
ya estaba en marcha, pero era duro decirle a alguien que eres el causante de la
muerte de su hermano.
- Primero hablo yo –
dijo Paul, mientras se sentaba a desayunar. Chris observó todo lo que se había
preparado: cereales con leche, zumo, tostadas, café, fruta… Caray. – Siento lo
que te he dicho está madrugada. Me has pillado con la guarda baja y he hablado
de más. Sé que te he dejado preocupado.
- Tenía que saberlo,
Paul. Si voy a morir…
- No vas a morir.
Pero ya hablaremos de eso. Llevo semanas sin hablar propiamente con tu familia.
Papá no me deja hablar con Nick, y tampoco con Peter. ¿Cómo están?
Chris le habló de
ellos, de la escuela de magia, de la incursión de Peter al inframundo…Incluso
le contó que Amy iba a ir a vivir con él.
- Así que tienes
novia. ¿Por qué Nick se olvida siempre de los detalles más interesantes? Pues
yo aquí no he hecho gran cosa. Casi sin darme cuenta, progresivamente, me he
visto "relevado" de mis obligaciones. Papá me obligó a dejar el
trabajo, él se ocupa de mis hermanos y está consiguiendo que mamá se recupere
también…. Podría decirse que mi única tarea es hacer los deberes e irme a la
cama pronto. Y como estaba expulsado, no había deberes. Así que esto han sido
unas buenas vacaciones… pero bastante aburridas. Casi me alegro de empezar el
colegio otra vez. Casi.
- ¿Has pensado lo de
la escuela de magia?
- Yo puedo pensar lo
que tú quieras, pero es mi padre el que se niega a dejarme ir. Parece que en mi
carnet alguien ha debido borrar el uno, y para mi padre debo de volver a tener
nueve años.
- En el fondo te
gusta que se ocupe de ti.
- Sí – admitió Paul,
con una sonrisa – en el fondo me gusta. Aunque un término medio tal vez no
estaría tan mal. Cada vez está más encima…Y sigue siendo igual de frío.
- El carácter es el
carácter, supongo…
- Y la costumbre es
la costumbre. Eso de no tocarme en 19 años sin duda ha tenido que influir en
que no seamos muy cercanos. En fin. ¿Nos ponemos al tajo entonces? – dijo Paul,
levantándose y recogiendo.
- ¿Mmm?
- Supongo que
querrás ver nuestro Libro. No tiene un nombre chulo como "el Libro de las
Sombras" pero a su modesta forma no está nada mal. No recoge enemigos.
Recoge sólo hechizos y…. si me lo permites, una historia familiar más completa
que el vuestro. Eso es cosa de mi padre. Resulta que esos viajes de trabajo no
eran tales. Eran investigaciones muy a fondo sobre mi familia y la tuya. Y
sobre ti. Sobre todo sobre ti.
- ¿Qué problema
tiene tu padre conmigo? – preguntó Chris, casi dolido más que molesto.
- Quizá si ves la
profecía lo entenderás. – dijo Paul, y salió de la cocina. Chris le siguió.
Tras recorrer largos pasillos, entraron en una habitación grande, un despacho.
Paul miraba el lugar como si estuviera profanando algo prohibido, así que Chris
supuso que no debían estar en aquél lugar, que debía ser el despacho de su
padre. Paul caminó hacia un cuadro, y lo corrió, mostrando una caja fuerte. No
pareció tener dificultades para meter la clave – También va a ser la primera
vez que yo la lea – comentó Paul. – Nunca he ojeado el libro sin la supervisión
de mi padre. Casi lamento hacer esto, es como traicionar su confianza. Me dio
esta clave para emergencias… Pero – dijo mientras tiraba de la puerta para
abrirla - …no es como si fuera a robarle dinero.
En esa caja de
cincuenta por cincuenta había mucho dinero. Todo eran billetes, salvo un libro
fino que fue lo que Paul sacó, antes de cerrar la caja de nuevo.
- Como ves, es el
hermano pequeño del vuestro. Hay que dejarle crecer – bromeó, y abrió el libro.
Chris no podía hacer sino observar: ahí, de alguna forma, estaba su futuro.
Paul rebuscó entre las hojas, y finalmente puso el libro delante de Chris, que
intentó leer, pero no entendía nada.
- ¿Qué se supone que
es eso? ¿Latín?
- No. Letra de
médico. Ah, y creo que está en irlandés. Sí, ésta página está en irlandés.
- No sé leer
irlandés. Ni siquiera sé leer inglés antiguo. Nuestro libro tiene una especie
de hechizo que hace que el idioma se entienda lo lea quien lo lea…
- Pues éste no. Este
es un libro normal, escrito a mano por mi padre. En momentos como este me
alegro de las lecciones de gaélico de mi abuelo. Trae aquí. – dijo Paul, y casi
le quitó el libro. Ante la cara de póker de Chris, tuvo que explicarse - Papá
es inglés, y sus padres son irlandeses. Supongo que mi padre pensó que ciertas
cosas importantes de este libro estarían más seguras en un idioma que poca
gente habla, y cuya caligrafía desapreció a mediados del siglo XX. Siempre he
pensado que era una estupidez que el abuelo me enseñara a leer un idioma en
vías de extinción, pero es evidente que lo hacía pensando en algo como esto. En
fin, coge papel. Voy a intentar traducírtelo.
Tras decir esto,
Paul se concentró en las letras y empezó a recitarle la profecía. Chris la apuntó
en un papel, aunque los dedos le temblaban. Nunca había oído una profecía. Casi
se esperaba algo poético y metafórico, como lo que uno suele ver en libros y
películas. Se llevó una sorpresa al ver que no era tan enigmático como lo que
uno podría esperar:
PROFECÍA DEL
DESTRUCTOR
EL HERMANO MEDIANO,
HIJO DE LAS EMBRUJADAS, TRAERÁ LA DESGRACIA A NUESTRA FAMILIA. MATARÁ AL NIÑO
QUE COMPARTA EL PODER CON LA MADRE DEL DESTRUCTOR Y SERÁ EL CAUSANTE DE LA
MUERTE DE OTRO. PERO SU HORA NO LLEGARÁ HASTA QUE NO HAYA SALVADO A AQUÉL AL
QUE TIENE QUE MATAR. CAERÁ DESDE LO ALTO POR OCUPAR EL LUGAR DE SU PROTEGIDO.
Chris levantó la
cabeza del papel y parpadeó.
- ¿El destructor?
¿Me llaman el destructor?
- Es un buen mote.
Chris se quedó en
silencio. Dejó caer el bolígrafo, y suspiró. Se apoyó en la mesa, sintiéndose
derrotado. Casi se olvidó de la presencia de Paul, que le puso una mano en la
espalda.
- ¿Qué ocurre? –
preguntó el chico - No es tan malo. Tú has matado a nadie de mi familia, Chris,
y sé que no lo vas a hacer, así que esto no va a cumplirse. Sé que estas cosas
no hay que tomárselas a broma, pero esto es una tontería. Es más o menos lo
mismo que había dicho mi padre, y sólo confirma lo que te decía: es absurdo. No
tengas miedo.
Chris suspiró más.
- Paul, ya se está
cumpliendo.
- Chris, no digas
tonterías…
- "El niño que
compartas los poderes de la madre del destructor". Dijiste que Jason
explotaba cosas. Mi madre tiene ese poder.
- Lo sé, mi padre me
lo dijo. Pero sigue siendo absurdo. Tú no mataste a Jason, fui yo…
Chris cerró los
ojos.
- ¿Chris?
Paul sonó dubitativo
aquella vez.
- Si lo hice, Paul.
Maté a Jason.
- ¿Qué? No, no
hiciste tal cosa. Lo recuerdo, Chris, aquella noche… Le golpeé, y se dio en la
cabeza…
- Fui al hospital –
dijo Chris al final. – Cuando Nick me habló de tu hermano fui al hospital.
Sabes que puedo curar… Pensé… creí que podía curar a tu hermano. Aunque eso…eso
es incumplir las normas… e incumplir las normas tiene un precio. Jason se
despertó, pero…se suponía que no debía hacerlo. Que nunca iba a despertar. Así
que murió. Le… le mate. No sabes… no puedes imaginarte cuanto lo siento. No
fue… no quise… no era mi intención. Yo quería salvarle. Lo hice… Le… le
curé…"Salvé a aquél al que tenía que matar", como dice la profecía.
Intenté salvar a Jason y no pude. Se ha cumplido. Mi hora ha llegado. – confesó
Chris, sintiéndose un miserable. Los remordimientos le mataban. La Anciana
había dicho… había dicho que el niño hubiera muerto igual, o que nunca hubiera
despertado. Pero Chris no dejaba de pensar que había sido culpa suya…y ahora
era también causa de su propia muerte…
No tuvo tiempo para
autoodiarse más, porque sin previo aviso Paul se abalanzó sobre él. Le cogió de
las solapas de su chaqueta y lo empotró contra la pared. Los pies de Chris no tocaban
el suelo y Paul puso su brazo contra su garganta, medio ahogándole. Chris
estaba inmovilizado, contra la pared.
- ¡Ya lo creo que ha
llegado tu hora, cerdo hijo de puta! – bramó el chico. Seguía en ropa interior,
pero por alguna razón eso sólo le hacía más intimidante: hacía que uno se diera
cuenta de lo grandes que eran sus bíceps y de lo marcados que estaban sus
abdominales. Paul tenía un cuerpo ejercitado en el gimnasio. Probablemente era
más fuerte que Chris, y aunque no fuera así, en la posición en la que le tenía
Chris difícilmente se podía defender. - ¡Asesinaste a mi hermano!
- Fue…fue un
accidente – intentó decir Chris. Le faltaba el aire.
- ¡Era un niño!
¿Crees que puedes coger, decir que lo sientes y arreglarlo todo? ¡ERA MI
HERMANO!
Paul apretó más su
antebrazo contra el cuello de Chris justo antes de soltarlo, y dejarlo caer.
Chris cayó al suelo de rodillas. Apoyó una mano en el suelo y se llevó otra a
la garganta, intentando recuperar la respiración. Cuando levantó la cabeza, vio
que Paul estaba junto al escritorio de su padre, con un cajón abierto, y que
sacaba algo de ahí. Una pistola.
"Mierda,
mierda, mierda"
- Paul, cálmate…
- ¿Que me calme?
¿Hará eso que mi hermano reviva de nuevo, Chris? ¿O lo harás tú? El poderoso
luz blanca que se cree Dios, capaz de controlar la vida y la muerte – se burló
Paul, mientras avanzaba hacia él. Aquellas palabras le recordaron vagamente a
algo que había dicho Nick. Tal vez fuera cierto. Tal vez Chris necesitara
controlarlo todo; la vida, y la muerte de quienes le importaban. Tal vez si se
resignara ante los hechos…. Si fuera capaz de rendirse…Si no se creyera
destinado a salvar a los que le rodeaban no hubiera intentado ayudar a Jason…y
no se habría convertido en el Destructor.
- ¿Quieres matarme
Paul? Entonces hazlo. Somos brujos. Hay muchas formas. Seguro que el libro de
tu padre tiene varios hechizos… Lo difícil en nuestro caso no es matar, sino
evitar hacerlo. Se supone que…
- Pues entonces
escojo la opción fácil, Christopher -interrumpió Paul, y le apuntó con el arma.
– Ahórrate los discursos morales.
- ¡Paul, baja eso!
Podrías hacerte daño. ¡Las armas no son un juguete!
"Mierda."
¿Sabía el chico
disparar siquiera? Chris se sorprendió a sí mismo preocupándose por Paul antes
que por él. El ya se daba por muerto. No es que creyera que Paul fuera un
asesino, pero tenía genio, un arma y un motivo para matarle. Y había una
profecía que vaticinaba su defunción. Pero Chris no pude evitar recordar la
otra parte, lo único de toda aquella profecía que no encajaba: "será
causante de la muerte de otro". ¿Y si era el causante de la muerte de
Paul? ¿Y si después de matarle Paul se suicidaba, o su arma se disparaba sola?
Chris odiaba las armas de fuego. Las odiaba tanto…
Paul rió con
sarcasmo.
- ¿Yo? ¿Yo podría
hacerme daño? Es a ti a quien estoy apuntando, hijo de perra.
- ¿De dónde… de
dónde has sacado eso…?
Chris intentaba
ganar tiempo.
- Ya lo has visto.
Del escritorio de mi padre.
- ¿Guarda un arma en
un cajón, cuando hay niños en la casa?
- Mis hermanos ya
saben que no deben entrar aquí cuando él no está. Además, el cajón se
desbloquea a la vez que la caja fuerte.
- ¿Qué hace… qué
hace tu padre con un arma?
- Estamos en EEUU,
Chris. Mi padre caza demonios en sus ratos libros. ¿Qué querías que usara,
margaritas?
- ¡Hechizos!
¡Nosotros peleamos con magia!
- Me parece que una
bala me será más útil ahora mismo que cualquier palabrita mágica. ¿Es eso lo
que quieres discutir? ¿La forma en la que vas a morir? – preguntó Paul,
socarrón, agitando la pistola.
- ¡Paul! ¡Baja eso,
es peligroso! ¡Y no te apuntes al pie, haz el favor!
"…Pero tampoco
hace falta que me apuntes al pecho…"
- Haces demasiado
ruido, Chris. Pero puedes gritar si quieres, que nadie te oirá. Tal vez mi
hermano también gritara. ¿Lo hizo?
¿Por qué sonaba como
un psicópata? Chris cada vez tenía más dudas de que el chico supiera manejar un
arma de verdad. Era un revolver. ¿Los revólveres tenían seguro? Chris lamentó
saber tan poco sobre armas. En ese momento su vida podía depender de ello. Más
que su vida, la de Paul. Quizá él ya estaba condenado…No quería ser el que
"causara la muerte del otro". Con un Anderson en la conciencia ya
tenía suficiente.
- Paul…piensa lo que
estás haciendo…por Dios, ¿sabes si quiera manejar eso?
El chico rió, de
nuevo sarcásticamente.
- No tengo licencia
de armas, si te refieres a eso. Pero sí, se disparar. Desde hace dos días.
¿Patrick le había
enseñado a disparar? Amantes de las armas. ¡Daban asco!
- Paul, tú no eres
un asesino.
- ¡NO ME DIGAS LO
QUE SOY O LO QUE NO SOY! ¡TE ACERCASTE A MI COMO UN AMIGO DESPUÉS DE MATAR A MI
HERMANO! – bramó Paul, y entonces el arma se disparó. Por su cara de susto
Chris entendió que no lo había hecho aposta. Paul dejó caer la pistola y se
llevó las manos a los oídos, porque el ruido le había dejado momentáneamente
sordo. A Chris también: los disparos reales suenan mucho más fuerte que los de
la televisión, y más cuando son en una habitación y no al aire libre. Luego se
dio cuenta de que si estaba pensando en aquello era porque no estaba muerto y sólo
entonces se miró para comprobar que no estaba herido, y Paul tampoco. El tiro
había dado en la pared.
Sin dar tiempo a que
Paul recuperara la pistola, se abalanzó sobre él y pateó el arma para alejarla.
Paul intentaba golpearle y Chris de detenerle. Poco a poco los oídos de Chris
fueron recuperándose y empezó a escuchar de nuevo. Paul le insultaba, pero él
no le prestó atención.
- ¿¡En qué demonios
estabas pensando!? – le gritó - ¿crees que por un par de lecciones ya sabes
disparar? ¡Podías haberte matado? ¿Es eso lo que quieres?
Paul no le
escuchaba. Se cernía sobre él sin tregua. Chris se llevó algún que otro
puñetazo y cayó al suelo. Se golpeó la cabeza y dejó escapar el aire entre los
dientes.
- Maldito mocoso.
Chris también se
estaba enfadando, como era natural. Nunca había sido tan peleón como Wyatt pero
nadie aguanta que le apunten con un arma y que le peguen sin molestarse al
menos un poquito. Paul estaba fuera de control, y más le valía frenarle antes
de que hiciera alguna tontería más. Se levantaron del suelo y sin pensarlo,
Chris le arrastró hacia una silla. Se sentó y luchó para ponerle encima de él.
Pasó una pierna por encima de las de Paul, para impedir que se moviera, y
entonces le golpeó, duro y fuerte, en el trasero. Después de ese vinieron varios
más. Al principio parecía que Paul no se daba cuenta de lo que estaba pasando.
Seguía intentando soltarse haciendo mucha fuerza. Pero ahora era Chris quien
tenía ventaja sobre él, por la posición.
- ¿Qué haces
capullo? – preguntó Paul mientras seguía intentando soltarse. Chris le sujetó
las manos a la espalda con su mano izquierda, y se dio cuenta entonces de que
Paul lo había preguntado en serio, confundido de verdad: nunca debían de
haberle castigado así y no parecía capaz de asimilar lo que estaba pasando.
- Te estoy
castigando – respondió Chris, con tranquilidad, y continuó.
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- ¡Tú no puedes
castigarme!
- Es evidente que sí
puedo.
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PLAS
- No eres nadie ¿me
oyes? ¡No tienes derecho a hacer esto! – bramó Paul, pero ya había dejado de
moverse tanto, entendiendo, tal vez, que no se iba a poder soltar.
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PLAS
Chris hasta sentía
lástima. Tenía que ser muy confuso verse en aquella situación, pero él se lo
había buscado.
- Te dije una vez
que no permitiría que te pusieras en peligro. – le recordó.
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- Tal vez no sea
nadie como tú dices, pero no voy a dejar que manejes un arma.
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- Es peligroso.
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- Es irresponsable
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- Y podías haberte
matado.
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Chris le estaba
pegando fuerte…Paul había intentado matarle y además por poco se dispara a sí
mismo en un pie. Pero sabía que era la primera vez que le castigaban así y no
quería pasarse. Paul no lloraba ni se quejaba en voz alta, así que era difícil
saber si aquella era la intensidad correcta. Una cosa era segura: sólo llevaba
unos calzoncillos, así que aquello debía de estarle doliendo, y bastante.
- Las armas no son
una broma. Esas cosas matan ¡y tú no eres un asesino!
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Paul debía de haber
hecho voto de silencio, aunque Chris oía cómo dejaba escapar el aire tras cada
palmada. Al menos estaba quieto, definitivamente más calmado.
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- Prométeme que
nunca tocarás un arma de nuevo. Al menos sin licencia. Prométemelo.
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Paul no respondía. A
Chris el dolía la mano, debido a la fuerza que había estado imprimiendo en los
azotes. Si a él le dolía la mano al chico tenía que dolerle bastante.
- Prométemelo, Paul,
y paro.
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Nada. Maldito
orgullo.
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- Podemos estar aquí
todo el día, o puedes ser razonable y entender que lo que has hecho es una
tontería, que las armas son peligrosas, y que no puedes volver a utilizar una.
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Situaciones
desesperadas requieren medidas desesperadas. Chris utilizó toda su fuerza en lo
que esperó fueran las últimas palmadas. Nunca le había pegado tan fuerte a
nadie pero Paul no era su hijo ni el de sus hermanos, así que no creía que
debiera pasar al nivel de bajarle la poca ropa que tenía.
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PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
Nada. Era
frustrante. ¿Y cómo podía aguantar sin quejarse?
- Paul, en mi casa
tengo un cepillo y ahora mismo podría orbitarlo. No creo que a ti te convenga
que lo haga. Esto pretendía ser sólo una forma de calmarte y de que entraras en
razón pero si te vas a poner terco puedo aprovechar para enseñarte también a no
insultarme, no pegarme y definitivamente no intentar estrangularme. Así que
dime, ¿vas a volver a utilizar un arma?
Silencio. Chris
suspiró, y orbitó el cepillo.
- Tú lo has querido.
Ahora sí que puedo estar así durante horas, te aseguro que el cepillo no se va
a romper.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Por qué eres tan
terco? Me has insultado, me has golpeado, y me has apuntado con un arma, y lo
único que te estoy pidiendo es que me prometas que nunca tocarás un arma de
nuevo porque no quiero que te hagas daño tú.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- Entiendo que
quieras matarme, te sorprendería saber cuánta gente quiere hacerlo, pero no
pienso permitir que te hagas daño a ti mismo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- Auch.
Aquél fue el primer
semi grito de Paul.
- Sé que duele. Un
disparo duele más. Si quieres que pare sólo tienes que decir que no cogerás un
arma.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- ¡AH!
- Sólo dilo, Paul.
Chris se mordió el
labio. A él le había dicho que podían estar así horas, pero en realidad no
pensaba hacerlo. Acabaría por hacerle daño de verdad, y no quería eso. Tampoco
iba a ser capaz de oírle gritar por mucho más, no era de piedra.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- Está bien, no
volveré a coger un arma.
- Gracias a Dios. –
suspiró Chris, y orbitó el cepillo a su sitio, bien lejos de allí. Soltó el
agarre que tenía sobre Paul, y él pareció entender, porque se levantó.
Tenía la cara muy
roja, como congestionada, pero no lloraba. Tampoco hacía nada. Sólo se quedó
allí, quieto, mirando al suelo, apretando los puños contra el costado.
- ¿Estás bien? –
preguntó Chris, con voz suave.
- Sí. – respondió
Paul, pero no sonaba como si lo estuviera.
- ¿Seguro?
- Sí.
- Ahora voy a
abrazarte – avisó Chris, y se dispuso a hacerlo. Paul ni se apartó ni se lo
devolvió. Siguió allí de pie, quieto, envarado. Chris le abrazó con más fuerza,
y le acarició la espalda. Entonces y sólo entonces Paul empezó a llorar.
Flojito, sin apenas ruido, pero temblando todo él.
- Ya está, ya pasó.
¿Por qué eres tan testarudo? Me habría detenido mucho antes. Quiero que
entiendas que las armas son peligrosas, Paul. Se disparan por accidente, como
ya has comprobado. Sé que la muerte de tu hermano duele, y duele mucho. Puedes
culparme si quieres. Te aseguro que yo lo hago. Pero no soy un asesino, Paul.
No pretendía hacerle daño. Quería sanarle. No puedes reaccionar así. Tú tampoco
eres un asesino.
Paul no le
respondió, pero de pronto Chris notó presión en su espalda, señal de que el
chico le estaba abrazando también.
- Yo si lo soy. Yo
le maté.
- Eso no es cierto.
Fue un accidente. Los accidentes ocurren. Es horrible, es injusto, pero sucede.
No tienes la culpa de lo que le pasó a Jason.
Paul lloró con más
fuerza y Chris sintió que Paul necesitaba oír esas palabras, pero de boca de su
madre y de su padre. Al menos, alguien se las decía y algo es algo.
- Sssh. Ya está.
Vamos, no llores.
Paul gimió y siguió
abrazado a él un poco más. Luego, recuperó la vergüenza y la compostura, y se
separó.
- Me duele –
protestó.
- Bueno, me
extrañaría si no lo hiciera. Estabas fuera de control, tenías que calmarte y
habías hecho muchas tonterías. Y que te quede claro que tocar un arma de nuevo
o ponerte en peligro te llevará sin duda a que te de una azotaina.
Paul miró al suelo,
con vergüenza, y se frotó el trasero.
- Es…es la primera
vez que…
- Ya lo he supuesto.
Anda, ven aquí. La mejor parte de esto es que luego todo el mundo es amable
contigo. Ven que te de un abrazo.
Paul iba a hacerlo,
pero de pronto estar en calzoncillos le daba mucha vergüenza por alguna razón.
El culo le dolía horrores. Estaba seguro de que no se iba a poder sentar por un
buen rato sin acordarse de aquello. Quiso huir a su cuarto, a ponerse unos
pantalones y a llorar donde no le vieran hacerlo. Él era un hombre adulto, no
podía llorar como un crío…Pero es que…¡le habían tratado como a un crío! Chris
le había puesto sobre sus rodillas y le había golpeado como a un bebé. Su padre
jamás le había castigado así…aunque tuvo que reconocer que a su padre nunca le
había apuntado con un arma ni dado de puñetazos... Además del hecho técnico de
que su padre no había podido tocarle hasta hacía unas semanas, y eso como que
dificultaba un poco determinados castigos. Paul por fin vio algo bueno en
aquello de que su padre no le hubiera podido tocar. ¿Cómo se había atrevido
Chris a hacerle eso? Sin embargo, supuso que era mejor "eso" que una
denuncia por golpearle, apuntarle y tratar de matarle. Por qué…no le iba a
denunciar ¿verdad? Tenía varias denuncias como menor, y aquello se consideraba
reincidencia. Ya era mayor de edad y tenía antecedentes, aunque nunca había
ingresado en prisión ni en un centro de menores. Pero si Chris le denunciaba
entraría en la cárcel. De pronto le miró con recelo, como intentando adivinar
lo que Chris estaba pensando.
Chris por su parte
se había quedado con los brazos semilevantados, porque Paul no había querido
abrazarle. Creyó ver que estaba avergonzado, así que puso una mano en su hombro
y se lo frotó cariñosamente.
- ¿Por qué no vas a
vestirte? – le sugirió - Podrías enfriarte.
No hizo falta que se
lo repitiera. Paul salió prácticamente corriendo. Cualquier cosa con tal de
salir de allí. Pero, no pudo evitar pensar que era raro que le sugirieran
cuando vestirse en su propia casa. Era como si entre su padre y Chris se
hubieran propuesto hacerle sentir un niño otra vez, y la sensación no le
gustaba.
Chris cogió la
pistola con dos dedos, como quien coge algo asqueroso, y volvió a meterla en el
cajón. Luego pasó el dedo por el agujero de la pared.
"Eso estuvo
cerca, Chris. Esto es lo que te espera a partir de ahora: a cada momento vas a
esperar tu muerte."
Pero se aferró a una
esperanza: él había matado a Jason, cierto, pero no había causado la muerte de
ningún otro Anderson. Había temido causar la de Paul, pero nadie había salido
herido. La profecía no se había cumplido aun, entonces. No era la hora de su
muerte, y no lo será mientras evitara dañar a ningún Anderson. Cosa que no
quería hacer, así que no tendría que ser muy complicado.
Haber sobrevivido a
ese momento de locura en el que la pistola el apuntaba directamente al corazón
le hizo replantearse a qué cosas valía la pena tener miedo. No temería a unas
palabras, aunque estuvieran escritas en gaélico. Por intentar no cumplir la
profecía, podía acabar cumpliéndola. No debía obsesionarse. Chris acababa de
escapar de la muerte, así que se sentía bastante animado y positivo, además de
cargado de adrenalina.
Cuando Paul bajó de
nuevo, deseó que Chris se hubiera ido, pero por supuesto, no lo había hecho.
Estaba perfectamente vestido, y mucho más sereno, dispuesto a recuperar su
dignidad y su "adultez". Estaba indignado, no sólo por lo que había
hecho Chris, sino también consigo mismo, por haberse dejado vencer tan
fácilmente. Y estaba indignado también por haber olvidado con tanta rapidez el
motivo de todo aquello. De acuerdo, lo de la pistola había sido una locura, y
podía entender que no había sido culpa de Chris, pero se merecía que le gritara
y que le golpearan, por idiota e intentar salvar a su hermano sin conseguirlo.
Ergo si Chris merecía la paliza que había intentado darle, él no merecía ser
castigado. No señor.
- Pienso decirle a
mi padre lo que ha pasado – le dijo, cuando volvió a la habitación - Y también
lo de Jason.
Mmm. Eso muy adulto
no sonó. Quizá ir de acusica no era lo mejor para demostrar que ya no era un
niño. Aun así, intentó mantener la pose, aprovechando además el hecho de ser
más alto que Chris para tratar de imponerse.
- Te deseo suerte.
Le encantaré que le expliques ese agujero en la pared – respondió Chris,
conteniendo una sonrisa.
- ¡Ese agujero
tendría que estar en tu frente! – dijo Paul, pero a Chris le sonó a amenaza
vacía…a rabieta.
- Veo que no estás
de muy buen humor. Te dejaré sólo, entonces.
- Eso, vete, y no
vuelvas.
Chris rodó los ojos.
Como un crío.
- Claro, claro.
Llámame si me necesitas. – dijo, como despedida, y orbitó.
Apareció en el
almacén del P3, donde justo estaba entrando Wyatt cargando unas cajas. Su
hermano dio un respingo y dejó caer las cajas.
- Joder, Chris, casi
me matas de un infarto. ¿Dónde has estado?
- Haciendo de…de…
mira, no sé muy bien de qué. De luz blanca, de hermano y de padre, todo eso a
la vez.
- ¿Con Paul?
- Sí. Es el único
grano en el …digo, el único cargo que tengo por el momento.
Wyatt rió.
- Que yo sepa,
tienes tres granos en el culo más.
- Muy gracioso, Wy.
- Es la verdad,
desde el cariño.
- Mis hijos no son
nada de eso. Son estupendos. Esta misma mañana me han hecho sentir muy bien, y
lo más importante de todo, no me han apuntado con un arma.
- ¿Qué?
- Lo que oyes. Paul
me ha confundido con su nueva diana.
- ¿Hablas en serio?
¿Estás bien? – preguntó Wyatt, ya sin bromear.
- Sí, sí. Creo que
va a crecerme otra cabeza del porrazo que me he dado pero por lo demás estoy
perfectamente. Le conté lo de Jason. Y no…se lo tomó bien.
Le contó lo que
había pasado, y luego Wyatt se empeñó en curarle, a pesar de que sólo tenía un
chichón. Bueno, y la mano le ardía.
- Siento haber
desaparecido, dejándote tirado.
- Estabas muy
ocupado siendo víctima de asesinato. Además, así estamos en paz por el Viernes.
- Cierto, que te
vas. ¿Traerás a los niños el Jueves por la tarde?
- Si te parece bien…
- Estupendo.
- Quizás deba
dejarlos con los abuelos, o con Melinda…
- Thomas está fuera,
y los hijos de Melinda son todos pequeños. Cinco niños son muchos para ella
sola. Yo tengo a Nick y Peter para que me echen una mano, y tus hijos no van a
dar ningún problema.
- Alex puede que no,
estará en su línea, pero Vic….ármate de paciencia.
- Tranquilo.
- ¿Estás seguro? Con
todo lo de Amy…¿cuándo se muda? ¿Mañana?
- Sip.- dijo Chris,
y sintió mariposas en el estómago.
- Y nada más
mudarse, le caen dos sobrinos del cielo. Quita, quita, será mejor que…
- Será mejor que no
discutas y recojas esas cajas. – interrumpió Chris, sonriendo.
- Te veo de buen
humor. ¿No estás preocupado por eso que me has contado de la profecía?
- Ya no. No voy a
causar la muerte ni de Paul ni de sus hermanos. Así que, no voy a morir. Por si
acaso me alejaré además de los sitios altos.
- Que hayas evitado
que le pase algo a Paul una vez no quiere decir que…
- No seas plasta,
¿quieres? Déjame disfrutar del momento. Una buena noticia de vez en cuando no
le hace daño a nadie.
Sin embargo, era
tarde. Chris sabía que su hermano tenía razón. La profecía podía seguir
cumpliéndose, sólo que más adelante. Si "estaba escrito" que iba a
hacer daño a algún otro Anderson, y que se iba a morir, acabaría por suceder.
Cuando regresó a su casa dos horas más tarde, parte del buen humor de Chris se
había extinguido. Esperó a sus hijos tumbado en el sofá, lo cual no era
habitual en él, pero estaba cansado. La adrenalina se había esfumado y en su
lugar sólo estaba el cansancio de haber luchado contra un chico de unos noventa
kilos. Y seguro que lo de haber estado a punto de morir también influía. Aun
así, intentó estar animado cuando vinieron sus hijos.
- Hola papá. – dijo
Peter al entrar. Llevaba a Leo de la mano, y entonces Chris recordó que no
vería a Nick hasta la noche. Eso le deprimió aun más. Vaya mierda. Sin embargo,
Peter le sonreía abiertamente, y su sonrisa era contagiosa.
- Hola - les dijo.
- ¿Todo bien? –
preguntó Peter, receloso por lo que había notado aquella mañana, y por notar a
su padre menos alegre que de costumbre.
- Sí. Bueno, puede
que venga el padre de Paul a darme un puñetazo.
- ¿Y eso por qué?
- He estado con
Paul. Le he contado lo de Jason. Y hemos tenido una pelea.
- Jod…- empezó a
Peter. Luego se fijó en Leo y rectificó – Jolines. Anda peque, vete a cambiar
que además hace calor para ese pantalón tan largo.
Peter esperó a que
Leo se fuera, y luego preguntó:
- ¿Pero pelea en
plan "eres tonto" o pelea en plan "hagan sus apuestas?
- Pelea en plan "hagámosle
un agujero nuevo a Chris". – respondió, intentando trivializar la
situación. – De todas formas, eso ya está arreglado. La cosa es que
después…digamos sólo que le he castigado, por lo que puede que su padre quiera
darme otro puñetazo.
- ¿Qué? Papá, ¿ha
intentado matarte y tú "le has castigado"? Voy a robar un banco.
Seguro que el juez me pone de cara a la pared.
- He hecho algo más
que ponerle de cara a la pared. Sólo es un crío asustado y enojado. Y ahora
mismo, adolorido.
- Vale, vale.
Demasiada información. ¿Has pegado a un amigo nuestro? Papá, no puedes ser tan
controlador…
- ¿Controlador?
¿Controlador? – preguntó Chris. Esa palabra era su punto débil de aquél día.
Era su afán de mantener a la gente a salvo lo que parecía traer los peores
problemas. - ¡Manejó un arma sin saber cómo se hacía1 La pistola se disparó y
casi me vuela los sesos. Y estuvo a punto de darse en un pie. Así que
discúlpame si soy un poquito "controlador".
- Vale, vale. – dijo
Peter, alzando las manos en señal de paz. – Sólo digo que… madre mía, que
locura.
Peter sacudió la
cabeza y se marchó, aun dándole vueltas a lo que le había contado. Notó además
que su padre estaba "de bajón" y sentía que el motivo principal se le
escapaba. Era algo que Nick sabía, eso seguro…
Peter volvió un par
de minutos después, sonriendo.
- Sé de algo que te
va a animar – le dijo a su padre.
- ¿El qué?
- Hay un mensaje de
Amy, que pregunta si puede venir hoy a dejar algunas cosas, pero ya que estamos
al secuestramos y pasamos la tarde con ella.
Chris sonrió. Peter
había estado en lo cierto: aquello le animó bastante.
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