Chapter 37: Una más de la familia
A pesar de haberle
dicho a Nick que le despertaría a la ocho, Chris fue a su habitación a las diez
menos cuarto. Le observó dormir durante un rato. Nick estaba soñando algo que
le hacía moverse un poco. Chris no supo decir si se trataba de un sueño
agradable o desagradable, pero tuvo la repuesta en seguida, cuando Nick se
sentó en la cama bruscamente, con los ojos muy abiertos y la respiración
acelerada.
- ¿Una pesadilla? –
preguntó Chris, avanzando hacia él con cuidado de no hacer movimientos bruscos
que pudieran asustarle. Le dio un abrazo y casi pudo oír los latidos fuertes y
acelerados de su corazón.
- No exactamente.
No…sabría decirte.
- ¿Me lo quieres
contar?
- Creo que era…un
recuerdo. Hubo una vez, en una excursión con el orfanato, en la que Peter se
perdió. Lo de su mala orientación le viene de pequeño. Le encontraron en seguida,
pero yo me asusté mucho. De pronto me di cuenta de que él era mi única familia.
Me sentí muy sólo, y me agobié mucho. He…he soñado con eso, pero ya no éramos
niños. Él estaba arriba, en el escenario donde tocó ayer, y yo intentaba subir
con él, pero no podía. Y eso era todo. No ha pasado nada más, pero he tenido
esa misma sensación…como si me faltara una mitad.
Cuando le oía hablar
así, Chris se daba cuenta del vínculo que compartían sus dos gemelos. Un
vínculo que él no llegaba a comprender del todo, porque a veces parecía ir más
allá de lo racional. Como ellos mismos decían, a veces no eran dos hermanos:
eran dos mitades.
- Tu mitad está al
otro lado de esa pared. – le dijo Chris – Durmiendo. Ha sido sólo un sueño.
- Lo sé, pero…¿todo
eso de que los sueños tienen un significado? Pues yo creo que muchas veces es
así.
- ¿Y cuál crees que
es el significado de éste? – preguntó Chris, acariciándole el pelo, pensando
que diría algo así como "tengo miedo de que algo nos separe". Pero la
respuesta de Nick le sorprendió:
- No tiene ningún
significado metafórico. Significa lo que significa: que Peter está más alto que
yo, y yo no puedo alcanzarle. Que Peter es más que yo. Siempre he sabido que
era así, pero creo que ahora eso puede empezar a ser un problema. Tal vez ahora
que…que todo le va bien…no me necesite. Ya no somos sólo él y yo. Ahora te
tiene a ti, y a tu familia, e incluso ha podido cantar delante de muchas
personas que han admirado su talento. ¿Por qué va a querer aguantarme si ya no
tiene que hacerlo?
Si a Chris le
desconcertaba el sentimiento de inferioridad que a veces manifestaba Peter, el
de Nick le descolocaba por completo. Nick no era arrogante, pero tampoco
parecía tener problemas de autoestima. Sin embargo en ese momento se estaba
infravalorando, y mucho.
- ¿Por qué dices
eso? ¿Por qué vas a ser tú menos que él?
- Siempre he sido un
obstáculo para él. De no existir yo, le hubieran adoptado sin problemas siendo
un crío. Y jamás habría intentado que lo devolvieran, porque no tendría que
preocuparse por mí.
- Nick, no vuelvas a
decir eso, porque no es cierto. No eres un obstáculo para nadie.
- Para Peter sí. Y
para Leo también.
- ¿Esto es por lo
que te dije ayer? Eres un buen hermano. Para Leo y para Peter.
- No es por lo que
me dijiste. Es por lo que me dije yo sólo. Es por lo que llevo diciéndome toda
mi vida.
Chris miró a Nick,
sin saber qué decirle. Se dejó llevar, y puso un dedo en la frente del chico, y
empujó un poco.
- ¿Dónde tienes el
botón de borrado?
Nick estiró los
labios, sin llegar a sonreír.
- No tengo.
- Pues deberías. Ahí
dentro hay datos erróneos. Peter te necesita. Yo te necesito. Leo te necesita.
Empieza por ahí y sigue tú sólo, porque la lita es muy larga. No eres un
obstáculo para ninguno de nosotros.
Nick sonrió más
claramente aquella vez, aunque fue una sonrisa más bien triste.
- Gracias – musitó.
Chris no le veía muy convencido, pero no veía que fuera a ganar nada con
insistir. Al menos, se le notaba más animado.
- Anda, vete a la
ducha, que ayer te escaqueaste.
Nick miró el reloj.
- No son las ocho.
- Soy un blando. Y
no quería tenerte todo el día protestando con cara de sueño. – dijo Chris, y le
revolvió el pelo. Aquella tercera sonrisa de Nick fue más sincera.
Nick fue al baño, y
Chris fue a despertar a sus otros hijos. Despertar a Peter no costó nada, como
de costumbre. Leo se hizo el remolón, pero Chris no le dejó en paz hasta que
logró espabilarle.
- ¿Ya estás
despierto?
- Síiiii
- Bien, pues vístete
y baja a desayunar.
- Vale – dijo Leo,
frotándose los ojos.
- Tengo que pedirte
un favor, campeón.
Leo le miró con
interés. Su padre no solía decir cosas como esas.
- Lo que quieras.
- Sé amable con Nick
¿vale? Perdónale por dejarte sólo ayer…Está un poco triste.
- Claro, papá. ¿Por
qué está triste?
- Un mal sueño.
- Cuando yo tengo
pesadillas lo que necesito es un abrazo. – dijo Leo, y sin decir nada más salió
de su cuarto. Chris le siguió con curiosidad, y llegó a tiempo de ver como Leo
se tiraba [literalmente] sobre Nick, que estaba a medio vestir, recién duchado.
Tenía pantalones, pero no camiseta, y el impulso con el que Leo se había tirado
sobre él hizo que los dos se cayeran sobre la cama. Nick soltó una carcajada
totalmente sorprendido.
- ¿Qué haces, enano?
- Darte los buenos
días ¿es que no lo ves?
Leo intentó hacerle
cosquillas a Nick, como hacía él cuando quería hacerle reír, aunque no parecía
conseguirlo del todo. Peter pasó por allí en ese momento y se hizo una idea de
lo que Leo pretendía. Entró y se unió a sus hermanos.
- ¿Torturamos a
Nick? ¡Me apunto!
- ¡No, no, en el pie
no! – suplicó Nick, entre risas, sintiéndose indefenso, con esa especie de
histerismo que provocan las cosquillas. Chris observó todo esto con la
felicidad más absoluta. Decidió entrar él también, pero dudó por unos segundos
sobre a quién debía ayudar en la "batalla". Se decantó por apoyar a
la minoría, y liberó a Nick de sus "agresores". Levantó a Leo sin
mucho esfuerzo y se hizo un hueco. Disfrutó de aquellos instantes, de aquél
coro de risas, y se sintió feliz al ver que Nick sonreía de corazón.
- Ay que ver, panda
de pervertidos…¡que aún no estoy vestido!
Poco a poco, se
fueron incorporando, recuperando la respiración tras las largas carcajadas.
- Tener hermanos
para esto – dijo Nick, fingiéndose el ofendido. - ¡Os habéis quedado sin tarta!
- ¿Tarta? – preguntó
Leo con curiosidad.
- De chuches. Mira,
sobre la mesa. Me la regaló Amy.
- ¿Y me vas a dar un
poco?
- Claro que sí,
enano. Como me coma yo sólo todo eso me da algo. Pero después de desayunar.
Leo fue a vestirse,
y Nick se puso una camiseta. Peter y Chris ya estaban vestidos, así que fueron
los primeros en bajar.
- Si hace cinco
meses me dices que a Nick le iban a regalar chucherías y eso iba a gustarle, no
me lo creo. – comentó Peter.
- ¿Y eso?
- Lo que acabamos de
hacer no hubiera sido posible con "el viejo Nick". Eso de reír así, y
hacer el tonto con unas cosquillas… He recuperado a mi hermano de cuando
teníamos diez años.
- ¿A qué crees que
se debe?
- A que es feliz,
por supuesto.
Chris sonrió.
- Al final, te
saliste con la tuya: te fue a ver al concierto.
- ¿De verdad?
- ¿No lo sabías?
- ¡No! Aunque ahora
que lo dices, Nick estaba raro cuando regresé….¿Así que dejó sólo al peque?
- Pues sí. Estuvo
ahí, el muy…Ya me extrañaba a mí que hubiera aceptado tan bien el tener que
quedarse aquí.
- Vaya. No te
enfades con él, por favor. Me hace muy feliz que estuviera.
- No me enfadé,
Peter. Pero tenéis que tener cuidado con esas cosas…No quiero complicaciones
legales ¿entiendes? Bastantes misterios rodean a mi familia, a menudo implicada
en casos policiales donde los delincuentes desaparecen misteriosamente, porque
resultan ser demonios. No quiero que nada…complique la adopción. Ya sé que
debéis de pensar que me paso el día prohibiéndoos cosas porque sí, pero cuando
digo que no a algo suelo tener un motivo. A veces no puedo explicarlo, a veces
no quiero explicarlo, a veces no podéis entenderlo, pero lo tengo. Y se supone
que vosotros tenéis que hacerme caso.
- Y te lo
hacemos…casi siempre – añadió Peter, al ver la mirada que le dedicó su padre.
Chris puso los ojos
en blanco. Nick bajó enseguida y Leo tampoco tardó mucho. Desayunaron, y Chris
les dijo que después podían ver la grabación de la actuación de Peter.
- No podemos ver la
TV – dijeron sus tres hijos a la vez, en todo de evidente fastidio.
- Para esto sí –
dijo Chris con una sonrisa – Además, Peter, tú ya no estás castigado.
Chris fue a por la
cámara digital y la enchufó. Pasaron un rato muy divertido escuchando a Peter,
hasta que a éste le dio por decir que lo había hecho mal.
- Pero mírame, sí
parece que voy a desmayarme…y ahí he desafinado…de verdad, qué mal.
- Peter, no digas
tonterías. Lo hiciste genial.
- No es cierto. Fue
horrible. Ya no quiero verme más – dijo, e hizo por levantarse.
- Siéntate – ordenó
Chris. Fue amable, pero siguió siendo una orden, así que Peter obedeció casi
sin pretenderlo, como un automatismo. – No lo hiciste mal ¿de acuerdo? Ni
siquiera estuviste pasable. Fue increíble.
Peter no estaba tan
convencido, pero sonrió, contento de que a su padre le gustara. A Derek también
le gustaba su voz, pero no solía alabarle así. Peter era de esas personas que
necesitan que alguien les diga que lo hacen bien. No era del tipo "no me
importa lo que piensen". La opinión de los demás era muy importante para
él; en especial la de su padre.
Cuando el video
terminó, Chris cogió el mando y apagó la tele:
- Oíd. Mi madre, o
sea, la abuela, quiere conocer a Amy. Creo que se la presentaré ésta tarde…
- …y así te libras
ya de ese marrón…- interrumpió Nick, sonriendo.
- No es ningún
marrón, Nick – dijo Chris, aunque no podía evitar estar internamente de
acuerdo. Con quince años con veinte, o con treinta y tres, su madre seguía
siendo su madre. Había sido ingenuo al pensar que se iba a librar del temible
tercer grado. Sólo esperaba que no lo avergonzara mucho delante de Amy. – Pero
sí que creo que es mejor hacerlo cuanto antes. Eso significa que os dejaré sólo
ésta tarde, y no podéis, bajo ningún concepto, dejar sólo a Leo…¿Qué pasa,
Peter? – preguntó, al ver la cara que puso su hijo.
- Es que…esta tarde….yo…Bueno,
no importa.
- ¿Estar tarde, tú
qué? – le animó con voz dulce. - ¿Tenías algún plan?
- Quería dar una
vuelta, y ver un par de tiendas. Pero iré otro día.
- No, Peter, puedes
ir. Sólo necesito que se quede uno de los dos y Nick no puede salir, así
que…Jamás te pediría que te quedes tú por salir yo, hijo. No estaría bien.
Leo permaneció muy
callado, pero no le gustó nada escuchar aquello. Se sintió como una carga para
sus hermanos y para su padre. "El bebé no puede quedarse sólo y por eso
tiene que haber alguien con él". Se enfadó consigo mismo por haber
reconocido ante su padre que estar sólo le daba miedo. Además, aunque había
perdonado a Nick no quería quedarse sólo con él: su anterior experiencia de
"quedarse sólo con Peter" no había ido muy bien, y no veía porque con
Nick iba a ser mejor. Al parecer, sus hermanos mayores pensaban que podían
darle órdenes y tratarle como si fueran su padre, y eso a él no le gustaba
nada. En la mente del pequeño empezó a urdirse un plan, que le permitiera "librarse"
de Nick, y al mismo tiempo demostrar que no era una carga, y que podía quedarse
sólo.
- Tranquilo, Peter,
que ya se encarga el "condenado".
- "El
condenado" no puede salir porque está castigado. – le recordó Chris – Y
estoy haciendo demasiadas excepciones con lo del video y la escapada al
concierto, así que no protestes.
Nick sabía que su
padre tenía razón, así que intentó acabar aquello de forma elegante:
- No necesitamos
salir ¿verdad, enano? Nos lo vamos a pasar muy bien tú y yo aquí en casa mientras
la abuela le saca los colores a papá.
- ¿Y si hago yo lo
mismo contigo y con Rachel? – preguntó Chris, con malicia.- ¿Y si digo que la
traigas a cenar, y no sé…le enseño tus fotos de bebé?
- ¡Ni se te ocurra!
- Tú me las diste, y
ahora pueden ser usadas en tu contra.- dijo Chris, disfrutando de su venganza.
- No eres tan cruel.
- No me pongas a
prueba – le respondió, sonriendo y bromenando. Puede que Piper pudiera
abochornarle un poco, pero él era un hombre adulto y sabía encajarlo. Él sí que
podía sacarle los colores a Nick delante de su "chica", aunque no iba
a hacerlo. No en exceso al menos, porque estaba seguro de que hiciera lo que
hiciera a Nick iba a parecerle que se entrometía demasiado. Era inevitable: él
como padre se preocupaba, y él como hijo deseaba que su novia y su padre no
pasaran demasiado tiempo en la misma habitación.
- Qué culpa tendré
yo de que la abuela quiera cerciorarse de que Amy es buena para ti.
- Ninguna, pero sí
por usarlo para meterte conmigo.
- Qué poco sentido
del humor, de verdad.
- Poco sentido del
humor el tuyo, que solo he mencionado unas inocentes fotos. Pensé que a ti te
gustaban y que el que las odiaba era Peter.
- Una cosa es que me
gusten, y otra cosa que quiera que las vea mi novia.
- Con lo mono que
estabas en pañales.
- Muy gracioso ¬¬
- ¿Lo ves? Tengo
sentido del humor
Chris soltó una
carcajada y, a su pesar, Nick soltó otra. Peter acabó riendo también, divertido
por la escena. El único que permaneció serio fue Leo, maquinando la forma de
demostrar que ya era mayor, que podía estar sólo y no ser una carga.
Peter se fue a
estudiar un rato, y Nick hizo lo mismo, aunque antes le dio algunas chuches a
Leo tal como le había prometido. El "rato" de estudio se prolongó
casi hasta la hora de comer. Chris estaba orgulloso de lo aplicados que eran
sus hijos, pero Leo se aburría mucho, porque se había acostumbrado a pasar su
tiempo libre con sus hermanos. Su padre le había dicho que no podía molestarles
mientras estudiaban. Se puso a leer el libro que le había regalado Amy y se
propuso ser más independiente desde ese momento. No necesitaba a sus hermanos.
No necesitaba que cuidaran de él, y lo iba a demostrar.
Horas después, ya a
eso de la media tarde, Chris se fue a buscar a Amy para llevarla a conocer a
sus padres. Estaba nervioso, y Nick se dio cuenta, porque trató de calmarle:
- Vamos, papá. No es
como si tú fueras a conocer a los suyos. El hombre siempre es el malo, así que
ahí sí tendrías motivos para estar nervioso.
- Creo que Amy no
tiene padres – dijo Chris, de pronto. – Y si los tiene no se lleva bien con
ellos.
- ¿Por qué lo dices?
- Yo le he hablado
de mi familia, pero ella no me ha hablado de la suya. Y sí que es raro que sean
mis padres los primeros en querer conocerla, en vez de los suyos en querer
conocerme a mí.
- Puedes
preguntárselo hoy.
- Tal vez. En fin,
me voy. No quiero llegar tarde.
- Espera papá, que
yo también salgo – dijo Peter, apareciendo por las escaleras. Los dos salieron
de casa y Chris se dirigió hacia el coche. Peter le acompañó, porque iba en esa
dirección.
- ¿A dónde vas? – le
preguntó Chris.
- Sólo a dar una
vuelta. – respondió Peter, con un encogimiento de hombros.
- ¿Tú sólo?
- Nick no puede
salir de casa…
- Me refería a algún
amigo.
- Sólo me llevo con
Paul, y porque soy hermano de Nick.
- Bueno, pues con
Paul. ¿Por qué no has salido con él? – preguntó Chris, con las llaves del coche
en la mano. Intentó no sonar pesado ni insistente, pero le preocupaba un poco
la dificultad de Peter para hacer amigos.
- Está fuera éste
fin de semana. Además, me gusta estar sólo, de vez en cuando.
- Está bien. No
vuelvas tarde ¿vale? Como mucho a las diez.
- Un poco pronto ¿no
crees?
- No te estaba
consultando – respondió Chris, sonando más cortante de lo que pretendía. Lo
suavizó con una sonrisa, pero era cierto que no pensaba negociar la hora de
vuelta.
- Vale. De todas
formas creo que estaré antes. No voy a estar tanto tiempo paseando sólo.
- Pásalo bien, Pete.
– dijo Chris, abriéndose la puerta del coche y metiéndose dentro.
- Y tú también. Amy
es fantástica: la abuela se enamorará e ella nada más verla. No te preocupes.
Chris le sonrió, y
arrancó el coche. Esperaba que Peter tuviera razón.
Peter estuvo dando
una vuelta, tal como había dicho. Revivió en su cabeza algunos momentos de la
noche anterior, sobre el escenario. Se había sentido tan bien… Y su hermano
había estado allí, viéndole. Aquello era muy importante para él. Pensó en
comprarle algo a Nick: se había cogido los ochenta euros que Chris le dio,
según él como "sueldo" por su actuación. Estaba pensando en qué podía
regalarle, cuando vio una especie de refugio de animales. Entró por curiosidad,
ya que le gustaban los animales, y entonces lo vio: un cachorro de Husky
siberiano, marroncito y blanco, con ojos claros. Ese perro parecía mirarle a él
directamente, y al verlo Peter pensó inmediatamente en Nick, y en lo feliz que
sería con ese cachorro. ¿Cómo podía alguien haber abandonado a ese perrito?
Peter vio un paralelismo entre su historia y la de ese cachorro. Supo casi
desde que puso un pie en el refugio, que iba a adoptarlo.
Mientras tanto, en
casa, Nick y Leo se habían quedado solos. Nick le dijo que iba a terminar un
libro para el colegio, y que después jugarían a algo. Eso le dio tiempo a Leo
para llevar a cabo su plan. Cogió el móvil de Nick sin que éste se diera
cuenta, e hizo una llamada a casa. Fingió que hablaba por teléfono, y empezó su
actuación: una actuación por la cual hubiera merecido un Oscar.
- ¿Quién era, enano?
Leo empezó a llorar
en ese momento, con lágrimas totalmente falsas pero que parecieron muy creíbles
a ojos de Nick.
- ¿Qué ocurre, Leo?
- E…Era Peter. Dice
que…que se ha perdido. Y que si puedes ir a buscarle.
- ¿Qué? Peter se
pierde siempre, pero luego se sabe encontrar. No te asustes, enano, que no es
nada.
Leo supo que si quería
lograr que Nick se fuera tenía que ser más convincente y drástico.
- Es que dice que se
ha caído y se ha hecho daño. Y…su móvil se ha quedado sin batería mientras
hablaba conmigo.
- Será mejor que
llame a papá…
- Pero ahora estará
recogiendo a Amy. ¿No sería mejor que fueras tú?
Nick meditó, con
indecisión. No quería molestar a Chris, pero no sabía lo que le había pasado
realmente a Peter. Pensó que de ser algo grave lo hubiera dicho. Tal vez se
hubiera torcido un pie, o algo… No tardaría nada en ir a por él y traerlo a
casa, y si tenía algo serio podía llamar a su padre, o a su tío.
- Si me voy tengo
que dejarte sólo, enano. Pero serán sólo cinco minutos. ¿Vale?
- Vale.
- ¿Dónde está?
- En…
Y Leo le dio una
dirección cualquiera. Peter no estaba ahí, así que Nick tardaría en volver. Y
el demostraría que podía quedarse sólo, y les daría a todos una lección.
Nick se fue, pero
efectivamente no fueron cinco minutos. Peter no aparecía, y él acabó por
asustarse. Suspirando, fue a sacar el móvil, y vio que no lo tenía. Debía de
habérselo dejado en casa [algo con lo que Leo había contado, porque lo tenía
él]. Por suerte llevaba algunas monedas, así que fue a una cabina, y dio
gracias por haberse aprendido el número de su padre.
- Papá, soy Nick.
- Hola, hijo. ¿Qué
pasa? ¿Por qué no llamas desde casa, o desde el móvil? – preguntó Chris, con la
voz divertida, como si acabara de reírse mucho. La "presentación" de
Amy no debía de estar yendo mal.
- Papá no te
asustes, pero…por lo visto Peter se ha caído, ha pedido que le vaya a
buscar…pero no le encuentro.
Nick no debía de
servir para tranquilizar a la gente, porque Chris sí que se asustó.
- ¿Pero está bien?
- Creo que sí. Ha
sido Leo el que ha hablado con él, pero ha sido ya hace media hora. He dejado
al enano sólo, y ya debería de ir volviendo, pero no encuentro a Peter…
- Está bien, Nick,
cálmate y vuelve a casa. Yo estoy allí en seguida. Lo que no entiendo es por
qué Peter no me llamó a mí.
- No querría
fastidiarte lo planes…
- Estoy allí en
cinco segundos. – dijo Chris, y colgó.
Nick sabía que era
algo literal. Probablemente su padre se despediría de Amy rápidamente, y
orbitaría. Fueron algo más de cinco segundos, sin embargo, y cuando Nick llegó
a casa Chris acababa de llegar también: había tenido que asegurarse de que Amy
no le veía orbitar.
- Siento haber
dejado sólo a Leo…
- Era una urgencia,
lo entiendo. ¡Leo! – llamó, y su hijo bajó con celeridad.
- Papá, ¿ya has
vuelto?
- Sí. ¿Qué le ha
pasado a Peter, campeón?
Leo vio la
preocupación de su padre y empezó a llorar. Él no quería que su padre se
enterara tan pronto. Y no quería asustarle.
- Ey, tranquilo,
Leo, que seguro que no es nada. – le consoló Chris.
El pequeño, al ver
que encima intentaba animarle al creerle preocupado por su hermano, se sintió
aún más culpable.
- Vamos, enano, no
llores. Peter se pierde cada dos minutos, no hay por qué preocuparse. Lo único
es encontrarle rápido por si se ha hecho alguna herida o algo, pero si hubiese
sido algo importante hubiera llamado a papá.
- No, no le hubiera
llamado – dijo Leo, e intentó dejar de llorar un poco - No le hubiera llamado
por que no le ha pasado nada.
- ¿Qué quieres
decir?
- Que Peter no llamó
a casa. – dijo Leo rompiendo a llorar de nuevo.
- Sí lo hizo: oí el
teléfono.
- Yo llamé con tu
móvil.
- ¿Qué? ¿Por qué
hiciste eso?
- Quería que te
fueras y me dejaras sólo…
Nick intentó
asimilarlo.
- ¿Te das cuenta del
susto que me has dado? – gritó - ¿Y todo por que querías estar sólo?
Chris puso una mano
en su hombro para calmarle, aunque él mismo sentía la furia crecer en su
interior.
- ¿No era que tenías
miedo a estar sólo?
- ¡Pero no quiero
ser una carga! No quiero que Nick o Peter tengan que quedarse conmigo cuando tú
no estás…Ya soy mayor…
- No, Leo, no lo
eres. Lo que has hecho no es de ser mayor. Es de ser muy pequeño y está muy
mal. No se juega con la salud de los demás. Nos has dado un buen susto.
Estábamos muy preocupados por Peter, y ahora estoy muy enfadado contigo. – le
dijo Chris, y Leo salió corriendo, escaleras arriba, a llorar a su cuarto
porque su papá estaba enfadado con él. Chris suspiró. – Siento haberle hecho
llorar, pero es la verdad. Esta vez se ha pasado – le dijo a Nick, como
buscando su apoyo de alguna manera.
- Me ha mentido – le
dijo Nick, aun asombrado – Me ha hecho creer que Peter estaba perdido,
lastimado y sin batería en el móvil sólo porque quería que me fuera.
- Lo sé.
- Siento haberte
hecho venir por nada.
- No lo sientas.
Siempre que pase algo soy la primera persona a la que debéis llamar, ¿de
acuerdo?
Nick asintió, y
Chris le dio un beso en la frente antes de subir a tratar con Leo. Pasó por el
baño y cogió el cepillo. Suspiró, y se recordó que su hijo tenía ocho años: no
podía hablarle como a Nick o a Peter. Entró en su cuarto y le vio llorar sobre
su cama. Iba a consolarle un poco, a decirle que no estaba enfadado aunque le
fuera a castigar, pero antes de poder decir nada Leo se le adelantó, y no
precisamente para mejorar su situación:
- ¡Eres tonto, papá!
Eres tonto y malo, y yo también estoy enfadado contigo.
Chris le levantó de
la cama y le obligó a mirarle.
- Enfádate si
quieres, pero no me insultes ¿entendido?
- ¡Sí te insulto!
¡Porque eres malo, y tonto, e idiota y….!
Chris le silenció
dándole un azote algo fuerte con el cepillo. Se sintió culpable, porque Leo
soltó un grito: le había dolido mucho. Le dio un beso en la frente.
- No me insultes –
le repitió, ésta vez hablando con más suavidad. – Sé que te he dicho que estoy
enfadado. En ese momento era verdad, pero si me prometes que no vas a volver a
hacerlo se me pasará.
- ¿Y no me vas a
castigar?
- No, Leo, te voy a
castigar igual porque has hecho algo muy malo.
Leo sorbió por la
nariz, con gesto de profunda penita.
- Lo siento. No lo
voy a volver a hacer.
- Me alegro –
respondió Chris, y le dio otro beso. Luego le bajó el pantalón y le puso sobre
sus rodillas. Vio que tenía una marca roja ahí donde le había pegado antes, y
se obligó a tener más cuidado. No podía pegarle con la misma fuerza con la que
castigaba a sus hermanos. Le pegó en la parte baja del muslo, y Leo no dejó de
moverse, pero él le tenía bien sujeto.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- No se dicen
mentiras, Leo, y mucho menos para preocupar a los demás.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- Si lo haces, un
día le pasará algo a Peter de verdad, y pensaremos que es otra mentira.
CRACK CRACK CRACK
Papi, ya no más.
- Has preocupado
mucho a Nick, y a mí también.
CRACK CRACK CRACK
Estaba a punto de
terminar el castigo cuando Leo logró levantarse y salió corriendo. Chris se
quedó muy sorprendido, porque nunca lo había hecho hasta el momento. Leo
corrió, sin pantalones ya que estos se habían caído con sus pataleos. Chris le
siguió, y vio que el pequeño se topaba con Nick, y corría hacia él llorando.
Nick le abrazó por automatismo, algo sorprendido.
- Leo, aún no he
terminado de hablar contigo – le dijo Chris.
- ¡No estabas
hablando, me estabas castigando! – dijo el niño, sin separarse de Nick. Ahí el
niño tenía un punto. Nick le consoló un poco, pero no quería que Leo empeorara
su situación por escaparse mientras le castigaban.
- Ssh, vamos, Leo.
Anda, no llores, y ve con papá.
- ¡No!
Chris tuvo una
especie de flashback de una situación muy similar, algunos años atrás, cuando
él tenía quince años…
- Wyatt, eres como
un grano en el culo.
- Yo también te
quiero, hermanito.
- ¡No me llames así!
¡No me trates como si tuviera cinco años!
- Pues no te portes
como si los tuvieras. No puedes venir, y ya está. Vamos a luchar contra unos
demonios, no al parque de atracciones.
- Pero si yo no
puedo ir, tú tampoco.
- Wyatt ya tiene
dieciocho años – intervino Piper – Y viene con nosotros. Va a estar a salvo: no
os podemos proteger a los dos a la vez.
- ¡No necesito que
me protejas! Yo puedo cuidarme sólo.
- Pues cuídate sólo
en casa – zanjó Piper – Y cómete eso, que se enfría.
- Cómetelo tú.
- Chris, te lo
advierto…
- No, te lo advierto
yo: si no me lleváis esperaré a que os vayáis para orbitar.
- ¿Ah sí? – preguntó
su madre, y se acercó a él – Por lo visto sí que tienes cinco años, y además
pareces querer que te den unos azotes como a uno.
Aquello hizo que
Chris se ruborizara mucho, y le hizo enfadar más.
- ¡No podéis dejarme
aquí!
- Sí podemos, y es
básicamente lo que vamos a hacer. Y te lo advierto, jovencito, nada de orbitar
si quieres volver a sentarte algún día ¿entendido?
- No tenéis ni idea
de lo mucho que os odio.
Piper no dijo nada,
pero aquello la hizo daño.
- Chris, pídele
perdón ahora mismo. – dijo Wyatt, súbitamente muy enfadado.
- Tú no me das
órdenes.
- Si lo hago cuando
te olvidas que estás hablando con mamá. No puedes decirle eso. Sólo intenta
protegerte.
- Déjame en paz –
dijo Chris, levantándose bruscamente, sin querer admitir que su hermano tenía
razón.
- Aun no te has
disculpado. – dijo Wyatt, poniéndose de pie también, como cerrándole el paso.
- Ni voy a hacerlo,
imbécil. – replicó Chris, empujándole.
- Basta. – intervino
Piper, al ver que Wyatt iba a empujarle también. Wyatt pareció dudar si hacerle
caso. – Dije basta, Wyatt, y va para los dos.
- Sí, mamá. –
accedió Wyatt, suspirando.
- Chris, discúlpate
con tu hermano.
- Y con mamá. –
añadió Wyatt.
- Que os den a los
dos.
Chris iba a irse,
pero Piper le agarró por el brazo.
- Se acabó,
jovencito. Orbita el cepillo, vamos.
- Y una mierda.
- Chris, hazlo. –
repitió su madre. Wyatt se fue discretamente, sabiendo lo que iba a pasar a
continuación.
- No.
De estar su padre
presente, no hubiera hecho falta que lo orbitara porque habría podido hacerlo
él, pero de todas forma Chris no se haría atrevido a desafiarle de esa manera
porque si se negaba a traer el cepillo su padre podía traer el cinturón…Él no
se había metido en líos demasiado gordos, pero sí le habían castigado con el
cinturón un par de veces, precisamente por negarse a ir a por el cepillo, y no
era algo que quisiera repetir. Sin embargo, su madre no tenía cinturón, así que
Chris pensó que podía desafiarla. Comprendió que se equivocaba cuando Piper le
hizo apoyarse sobre la encimera de la cocina y le bajó el pantalón. Cogió una
cuchara de madera y le castigó con ella. Chris comprobó que eso dolía más que
el cepillo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Vas a orbitar el
cepillo?
Chris no respondió,
orgulloso.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Sin poder evitarlo,
Chris soltó un gritito.
- Ve a por el
cepillo, cielo – repitió Piper ésta vez sonando más amable. Chris tenía
lágrimas en los ojos, y estuvo a punto de obedecer pero no lo hizo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- Ay!. Mamá, para,
por favor. Orbitaré el cepillo.
Piper le dejó
levantare y le acarició el pelo. Chris orbitó el cepillo y se lo dio a u madre,
que se sentó en una silla y le indicó que se recostara en su rodillas. Chris
siempre se sentía peor cuando le castigaba su madre, porque le daba más
vergüenza y porque además estaba muy unido a ella. No quería decepcionarla.
Piper le colocó bien, y dejó caer el cepillo varias veces mientras le regañaba.
- No puedes insultar
a tu hermano.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris se limitó a
llorar, arrepentido por su berrinche. Aquella era la primera vez que decía algo
como "os odio" a su madre y a su hermano, y de ponto, ya más calmado,
se sintió muy culpable. Empezó a llorar mucho, y de pronto se levantó, haciendo
uso de su fuerza contra la que su madre no era rival, y salió corriendo. Se
encontró con Wyatt, y le abrazó, desecho en llanto.
- Christopher Perry
Haliwell, aún no he terminado de hablar contigo
- ¡No estabas
hablando, me estabas castigando! – respondió Chris, llorando.
- Porque has
insultado a tu hermano y me has faltado al respeto.
Chris no respondió,
y siguió llorando. Wyatt le abrazó, comprensivo. Chris siempre ha sido algo más
pequeño que Wyatt en cuanto a tamaño, y la diferencia se notaba más en aquél
entonces, cuando Chris aún no había terminado de crecer, y de hecho era más
bien bajito para sus quince años.
- Eh, Chris, vamos.
Deja de llorar ¿vale? – dijo Wyatt, hablándole con suavidad. Su hermano se
abrazó a él, con cierta vergüenza por estar llorando así. - ¿Te duele? – le
preguntó con delicadeza. Chris asintió, con más vergüenza aún. – Lo siento,
pero tú te lo has buscado, hermanito. No puedes hablarle así a mamá.
- No lo dije en
serio….No te odio, ya lo sabes.
- Sí que lo sé,
Chris. Y también sé que no quieres quedarte al margen, pero ya llegará tu
momento ¿vale? No tengas tanta prisa…Lo único que mamá quiere es que estés a
salvo. Si por ella fuera, no lucharíamos con demonios ni aun con cuarenta años.
Entiende que no quiera que su hijo de quince corra peligro.
Chris asintió.
Permaneció un poco más abrazado a su hermano, y luego se separó de él, y caminó
hacia Piper, contento de que su madre no le hubiera interrumpido. Llorando un
poco, Chris cogió el cepillo, que había acabado en el suelo, y se lo dio, pero
Piper lo dejó a un lado, y se limitó a darle diez fuertes palmadas.
- No puedes faltarme
al respeto, aunque estés enfadado.
SMACK SMACK SMACK
SMACK SMACK SMACK SMACK SMAKC SMACK SMACK
Después le colocó la
ropa, y le dio un abrazo. Chris lloró un ratito más, pero luego se sobrepuso,
algo sorprendido porque su madre no hubiera seguido castigándole.
- Siento haber
salido corriendo.
- Está bien, cariño,
entiendo que tengas ese impulso. También entiendo que no quisieras orbitar el
cepillo, pero perdiste la razón al hablarme de esa forma. Entiendo el miedo,
pero no el desafío. No vuelvas a hacerlo ¿me oyes?
- Sí, mamá – dijo
Chris, y se abrazó a ella con más fuerza.
- Ya, mi niño, ya.
Vamos, no llores. ¿Te duele mucho?
A Chris le dolía un
poco, pero no lloraba por eso.
- Siento haber dicho
que te odio. No es verdad – dijo, y rompió a llorar con más fuerza.
- Ya lo sé, bebé.
Tranquilo. Eso es, cielito.
En ese momento
orbitó Leo, que había estado revisando unas cosas en la escuela de magia. Al
ver llorar a Chris, el cepillo en el suelo, y a Piper consolándole, le quedó
muy claro lo que había pasado. Se acercó a ellos, y le acarició el pelo a
Chris.
- ¿Qué ha ocurrido,
campeón?
- Me he…me he enfado
porque Wyatt se va con vosotros y yo no y…y…
- Y ha hablado de
más, pero no pasa nada – le ayudó Piper, dándole un beso. – No lo va a hacer
más ¿verdad?
Chris asintió, y
pasó a abrazar a su padre, deseando que éste no le regañara. Pero Leo se limitó
a hacerle mimos.
- Se nota que eres
hijo de tu madre – dijo, sonriendo – Tienes su mismo carácter.
- También es dulce y
bueno - protestó ella.
- Sí, pero eso lo
sacó del padre - bromeó Leo, y rió.
Chris despejó su
mente de estos recuerdos, y observó a su hijo pequeño, aún abrazado a Nick, que
le miraba como diciéndole "anda, no te enfades con él, que es
pequeño". Chris se limitó a mirar, con paciencia.
- Enano, sabes que
lo que has hecho está mal. Vamos, ve con papá. Demuestra que ya eres un niño
mayor, como querías hacer.
Leo estuvo aun un
rato más en los brazos de Nick, y luego se separó de él, para caminar hacia su
padre. Lo hizo muy compungido, mirándose los pies y llorando todavía. Chris le
esperó con los brazos cruzados y gesto serio, pero cuando le tuvo cerca se
agachó para ponerse a su altura. Le alzó la barbilla para que le mirara.
- Ya no voy a
escaparme, papá. – le dijo el niño – Así que no me pegues más con el cepillo,
por favor.
- Ya terminé de
castigarte, Leo. Ya no voy a pegarte. – le dijo Chris, dándole un beso – Sólo
quería decirte que para otra vez, si quieres quedarte sólo, me lo digas. Pensé
que te daba miedo.
- Y…y me lo da…pero
no quiero ser una carga para Nick.
- No eres una carga
– le dijo Chris.
- Claro que no –
intervino Nick, que había permanecido algo alejado.
- Y tampoco quiero
quedarme con él o con Peter. Mi papá eres tú, y ellos son mis hermanos. No
quiero que ellos me cuiden. Es aburrido.
- Yo no soy tan soso
como Peter, enano – le dijo Nick – Había pensado hacer un pastel contigo en
cuanto terminase de estudiar.
- ¿Y aún podemos? –
preguntó Leo, con ojos ilusionados.
- Si papá te deja…
Leo miró a su padre
con ojitos de cordero. Chris fingió que se lo pensaba.
- Sí, claro que sí.
Pero ponte primero unos pantalones.
Leo se ruborizó de
pronto, y corrió a su cuarto de nuevo, a vestirse. Pero asomó la cabecita un
segundo, de forma algo graciosa.
- Siento haber huido
a por Nick.
- Está bien, Leo. No
importa. No espero que permanezcas impasible cuando te castigo.
La cabeza de Leo
desapareció de nuevo, y Leo cerró la puerta.
- Qué bueno que no
te hayas enfadado con el enano. Me ha dado mucha penita cuando ha venido hacia
mí llorando.
- Yo hice lo mismo
una vez, con Wyatt.
Nick abrió mucho los
ojos. Wyatt había dejado caer alguna vez que Chris también se había metido en
líos, pero Nick no esperaba oír lo mismo de su padre. A decir verdad, casi
pensaba que su tío bromeaba al decirle aquello. Chris se rió, al ver la cara de
su hijo.
- ¿Qué? ¿Has visto
lo grande que es Wyatt? Parecía que podía protegerme de cualquier cosa, y eso
que sólo me saca dos años y algunos meses. Aun ahora lo creo, es una de las
personas en quienes más confío.
- No es eso…A ti….a
ti….tú…
- ¿También me metía
en problemas? Pues sí. ¿Qué te pensabas?
Chris se rió un poco
y comenzó a bajar las escaleras, dejando a Nick aun algo sorprendido.
- Anda, que en buena
te has metido: Leo se va a comer el pastel antes de que lo terminéis.
Aún no había
terminado de bajar las escaleras cuando se escuchó la puerta de entrada. Peter
debía de estar de vuelta ya.
- ¡Nick! – llamó el
chico, pero a quien vio fue a Chris, y se quedó congelado. – Pa…papá, ya has
vuelto.
- Pues sí. Luego te
cuento, pero no parece que te alegres mucho de verme.
Peter se quedó más
blanco que la cal. Chris vio que traía algo, escondido tras la espalda.
- No te enfades, por
favor – pidió Peter, y Chris suspiró. Empezaba a odiar aquella frase. Un día le
iban a decir algo así como "No te enfades pero….he atracado un
banco". Vale, sabía que eso era exagerar, pero aquella frase no precedía
nada bueno. A saber qué "maldad" iba a confesarle Peter.
- ¿Qué has hecho,
Peter? – preguntó Chris, con voz cansada.
Peter sacó lo que
escondía tras la espalda…que era un cachorro. Un perrito. La cosa más mona que
Chris había visto en mucho tiempo, eso tenía que reconocerlo. Nick voló
escaleras abajo.
- ¡Peter! – dijo
ilusionado, y corrió a acariciar al Husky, que le lamió la mano entera.
- Lo encontré en un
refugio – empezó a explicar Peter, y desde ese momento siguió hablando muy
rápido – Le vi ahí, mirándome, y ya no hubo nada que pudiera hacer, estaba
condenado a llevarlo conmigo. Le abandonaron, papá, le dejaron solito en la calle.
Es como si llevara el nombre de Nick escrito en la frente. Y es…es ¡más bueno!
La mujer del refugio me dijo que si nadie se lo llevaba en unos días tendrían
que llevarlo a una perrera y me dio mucha penita. ¡Con lo pequeñito que es! Por
favor, no me hagas devolverlo. Castígame, enfádate conmigo si quieres, pero no
me hagas devolverlo.
- Tranquilízate,
Peter. – pidió Chris, al ver que al chico casi le faltaba el aire. Lo último
que necesitaba es que le diera un ataque de asma. – No voy a devolverlo ¿vale?
Tengo mi corazoncito. No has debido traerlo sin consultarme antes, pero tampoco
estoy enfadado.
Peter respiró hondo.
- Entonces, ¿podemos
quedárnoslo? – preguntó Nick, cogiendo al cachorro en brazos y empezando a
hacerle carantoñas. Era un sueño de la infancia cumplido. Chris suspiró. Como
si pudiera decir que no…
- Es vuestra
responsabilidad ¿entendido? No quiero verle lloriquear en las esquinas porque
os olvidáis de sacarle a pasear.
- Sí, papá, lo
prometemos – dijo Peter con una sonrisa tan radiante, que a Chris se le
contagió.
- Bueno ¿y tiene
nombre? – preguntó, acercándose a acariciarle él también. Parecía tan
indefenso…
Peter negó con la
cabeza.
- Es hembra, así que
en el refugio la llamaban "Chica".
- Podríamos llamarla
Ariel – sugirió Nick con un hilo de voz.
Peter se le quedó un
rato mirando. Ese era el nombre de la madre de los chicos. Lo único que sabían
de ella, además de que les había abandonado. Ponerle su nombre al cachorro era
para Nick una forma de honrarla, pero Peter no compartía los buenos
sentimientos de su hermano. Pareció dudarlo, pero al final asintió.
Chris tomó a la
cachorrita en brazos.
- Bueno, Ariel.
Parece que eres la primera chica de ésta familia.
La perrita le lamió
toda la cara…y se hizo pis, mientras aun la tenía así en el aire. Nick se rió,
pero Peter pareció preocupado. Cogió a la perrita y la protegió, como si
tuviera miedo de que Chris la hiciera algo.
- Peter, no tengo
por costumbre comer perritos ¿vale? Así que deja de actuar como si fuera a
hacerle algo.
- Entonces, ¿no
estás enfadado?
- ¿Porque hayas
adoptado a un animal sin consultármelo, trayéndolo a casa a traición,
manipulándome psicológicamente para que sea incapaz de decirte que lo devuelvas
sin sentirme culpable?
- Sí…- respondió
Peter, agachando la cabeza. Estaba dispuesto a asumir cualquier castigo: lo que
le importaba es que su padre echara a la perrita…
- Anda, ven aquí –
dijo Chris, y le dio un abrazo. Luego levantó a la perrita – La próxima vez,
hazte pis encima de él ¿sí? Eso es, de él – le repitió al cachorro, como si
pudiera entenderle.
- Bueno, y esa es
más o menos la cara que pone papá cada vez que se ha idiotizado por algo.
Parece evidente que Ariel forma ya parte de la familia. – dijo Nick – Es lista:
sabe a quién tenía que ganarse para quedarse.
Chris le dio un
capón, y luego le tendió a la perrita para que la cogiera, mientras él iba a
cambiarse de pantalones y a por una fregona para limpiar el "regalo"
del cachorro. Peter le siguió, dejando a Nick disfrutar de la perrita.
- Papá, de verdad,
sé que debería haberte consultado. Es que la vi y…
- Está bien, Peter.
Déjalo ya, no pasa nada. Pero no vuelvas a hacer algo como esto sin consultarme
primero.
- Te lo prometo. ¿Me
perdonas?
Chris iba a
responder que no había nada que perdonar, pero cambió de opinión en el último
momento.
- Sólo si me dejas
ser yo el que se lo diga a Leo.
Peter sonrió.
- Tendría que haber
sido él quien eligiera el nombre, pero no podía decirle que no a Nick…
- Leo sabrá
entenderlo. Además, Ariel es un buen nombre.
Chris fue a buscar a
su hijo pequeño, que de hecho tendría que haber bajado ya, y le encontró
llorando en su cuarto.
- Campeón. – llamó
en tono dulce - ¿Aun te duele?
Leo se acercó a él
extendiendo los brazos como cuando era más pequeño y quería que le cogiera en
brazos. Chris le cogió y le dio un beso en la cabeza.
- ¿A que ya estás
mejor? – preguntó Chris, siguiendo con el infantilismo. Eso solía preguntarle
cuando de bebé se caía y se ponía a llorar. Entonces le daba un beso, y Leo
dejaba de llorar. Si no lo hacía es que se había hecho daño de verdad, y
entonces Chris le curaba usando sus poderes. Aquella vez, como cuando era
pequeño, Leo dejó de llorar, pero no se soltó. Chris le hizo mimos en la
espalda.
- Sé de algo que
podrá animarte – le dijo.
- No quiero hacer pastel
– dijo Leo, haciendo un puchero, en uno de esos momentos de "estoy triste
porque me has castigado y nada de lo que me digas me va a hacer cambiar de
opinión".
- No es eso,
campeón. Pero si quieres ver qué es tienes que dejar de llorar del todo y sonreír
para mí. Eso es.
Chris le llevó, en
brazos como le tenía, hasta el nuevo miembro de la familia. Nick aun la tenía
en brazos.
- Te presento a
Ariel, campeón – le dijo, y Leo sonrió.
- ¿Es nuestra?
- Pues eso parece.
Y así es como se
consigue que un niño alcance la felicidad completa en un segundo.
- ¿De verdad?
- La ha traído Peter
– dijo Nick, sonriendo también.
- Es muy guapa.
Chris rió.
- Bueno, Leo, no sé
si se puede decir si una perra es "guapa", pero sí que es cierto que
es muy mona.
- Y pequeñita. Es un
bebé ¿verdad?
- Sí, campeón. Aun
es un cachorro.
En lo que quedaba de
tarde, la recién llegada fue la protagonista. Adoptó la manía de seguir a Chris
allí a donde iba.
- Pues nada, que
tengo una admiradora – dijo, divertido.
- Hablando de
admiradoras, ¿qué tal con Amy? ¿Por qué has vuelto tan pronto? – preguntó
Peter.
- Por mi culpa –
dijo Leo, y se lo contó. Peter no hizo comentarios, pero le revolvió el pelo
con cariño.
- ¿Entonces, la
abuela ha llegado a conocerla?
- Sí, hemos estado
un rato.
- ¿Y qué?
- Creo que bien. Eso
me recuerda que tengo que llamarla: me he ido muy repentinamente y no quiero
que se preocupen.
Chris llamó primero
a su madre, y le contó a grandes rasgos lo que había pasado.
- Leo, quiere que te
pongas. – dijo Chris, cuando llevaban un rato hablando, pero Leo negó con la
cabeza. – Vamos, campeón, no la hagas esperar.
- ¡Me va a regañar!
- ¿Le vas a regañar?
– preguntó Chris, divertido – Dice que no. Anda, ponte. Seguramente te dirá lo
malo que soy por castigarte. Ponte, y háblale de Ariel.
Leo lo hizo, y habló
durante varios minutos, sobre la perrita. Chris tuvo que acabar quitándole el
teléfono, aunque trató de no ser rudo.
- Caray, campeón,
¿te has tragado una grabadora? En fin, mamá, que voy a colgar, que aún tengo
que llamar a Amy…Vale, mamá, se lo diré…. Sí, claro que la voy a cuidar. ¿Oye,
no se supone que tu hijo soy yo? ¿No debería preocuparte que ella me cuide a
mí? Jaja, vale, adiós mamá. Un beso…. Yo te quiero más.
Chris colgó aún con
una sonrisa: Amy les había caído estupendamente. Iba a marcar el número de Amy,
cuando vio que Peter abrazaba a la perrita como si fuera una almohada,
repentinamente triste.
- ¿Qué ocurre, Pete?
– preguntó.
Pero Peter se limitó
a negar con la cabeza, reteniendo las lágrimas.
- ¿Qué ocurre? –
insistió, hablándole en el mismo tono cariñoso en el que había hablado a Leo
antes.
- Yo también quiero
una madre que me diga que me quiere. – respondió Peter, muy bajito, pero Chris
lo oyó. Se acercó a él y le acarició la cabeza con ternura. Era la primera vez
que Peter decía algo como eso. El nombre de la perrita debía de haberle hecho
reflexionar.
- ¿Y no te vale con
todo lo que te quiero yo? – le preguntó, sintiendo cada una de las palabras.
Peter sonrió, y Ariel le lamió la nariz. Con esto, su sonrisa se hizo más
grande y hasta soltó una carcajada. De pronto la perrita aulló, casi como un
lobo. Los Huskys apenas ladran, sino que emiten este sonido agudo, que llegó al
mismo corazón de Peter.
- Creo que ella
también te quiere – tradujo Chris, acariciando la cabecita del cachorro.
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