lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 36: Los padres también sienten



 


Chapter 36: Los padres también sienten
 


- Papá, déjale venir, por favor – insistió Peter. Esa noche iba a actuar en el P3 por primera vez. Se había pasado la semana ensayando y estaba muy nervioso, pero también ansioso e ilusionado. Chris le había dado algunas recomendaciones y juntos habían decidido lo que iba a cantar: covers en su mayoría, aunque Peter quería sorprenderle con una canción original suya. Había puesto mucho esfuerzo en aquél día, y ahora Chris le decía que Nick no podía ir. Peter se negaba a aceptarlo.
- No puede ser, Peter – respondió Chris, algo cansado ya de ese tema. Primero había escuchado las protestas de Nick, y ahora Peter se las repetía. Imaginándose que iba a llevarle un rato convencer a su hijo, guardó el móvil, con el que había estado hablando con Amy mediante mensajes. La chica iba a ir al P3 esa noche, a escuchar a Peter, pero le había pedido que no dijera nada, para darle una sorpresa.
- Sé que está castigado, pero no tienes que ser tan rígido, joder.
- Esa boca. No tiene nada que ver conmigo. Es menor. No puede entrar.
- Yo también soy menor.
- Tú estás legalmente contratado, y tu trabajo no está relacionado con el alcohol. Cumples todos los requisitos legales, y además cuentas con la autorización de tu padre. En cambio Nick no puede entrar como cliente, porque no tiene la edad suficiente para ir a un local donde se vende alcohol. – explicó Chris, con paciencia. En realidad creía que Peter ya tenía que saber eso, pero prefería discutir con él como si así pudiera cambiarlo.
- ¡Pero tú eres el dueño!
- No estoy por encima de la ley.
Peter sabía que eso era cierto, pero le dolía mucho que su hermano no estuviera en "su primer concierto". Nick había estado en todos los momentos importantes de su vida. ¿Qué sentido tenía cumplir un sueño si no podía compartirlo con su hermano? Sintió mucha rabia, y estuvo a punto de dar un golpe a la pared, pero hacía menos de una semana que se había dejado llevar por un acceso de ira parecido sin buenos resultados. Logró controlarse y dejó la pared tranquila, salvando a su mano de un dolor innecesario. Pudo contener su cuerpo, pero no su lengua:
- ¡Maldita sea, Christopher, eso es injusto!
- No me chilles. Y no me llames Christopher. – dijo Chris, harto de repetir que él era "papá". Aquello no había sido un despiste sino un acto deliberado de llamarle así para demostrar lo enfadado que estaba. Chris no pretendía que no se enfadara nunca, sino que encontrara la forma correcta de expresar su enfado.
- Christopher – espetó Peter, recreándose en la palabra, como si fuera un insulto. No pretendía negarle como padre, sino más bien decir algo así como "no voy a hacerte caso".
- Peter, no tires de la goma, que la puedes romper. Mira, sé que querías que tu hermano fuera. Lo grabaré ¿de acuerdo? Tengo cámara.
- Mejor no te sugiero lo que puedes hacer con ella, Christopher.
Pese a todo, a Chris le hizo cierta gracia aquella respuesta. Incluso cuando le faltaba al respecto Peter era 'políticamente correcto'. En vez de "te puedes meter la cámara por…[insertar cualquier orificio obsceno]", que es lo que habría dicho Nick de estar en su lugar, Peter usaba esa clase de fórmulas eufemísticas. Aun así, y habiendo tenido que reprimir una sonrisa, Chris sabía que no podía dejar que le hablara así. Además seguía llamándole Christopher y eso era algo que realmente le molestaba. ¡Él era "papá!
- Acabas de quedarte una semana sin televisión. Sigue, y serán dos.
- Lo siento. – dijo Peter, y Chris iba a suspirar aliviado hasta que se dio cuenta que había sido una disculpa sarcástica cuando su hijo añadió - Por lo visto te he hecho creer que me importa. Si crees que me voy a callar porque me castigues, es que le das muy poco valor a mis opiniones. No dejar que venga Nick es injusto, y no voy a perdonártelo. Así que quédate con tu tele y vete a la porra.
Peter llevaba una semana en un estado bastante irascible. Chris sabía que era por Rachel y por eso había intentado tener paciencia, y no había ido mal hasta el momento. Su hijo estaba sometido además a mucha presión por lo de la actuación, y por eso Chris había tenido más paciencia todavía. Pero que le dijera que le daba igual que le castigara le cabreaba bastante, sobretodo porque estaba siendo injusto con él: Chris no podía hacer nada en lo que a leyes se refería, y Peter tenía que saberlo porque no era tonto. Ese "no voy a perdonártelo" le sentó muy mal, y que le mandara a la porra no terminó de sacarle de sus casillas únicamente porque no había sido un "vete a la mierda".
- Veremos a ver si dices lo mismo si decido darte unos azotes.
Utilizó esa palabra aposta, consciente de que a Peter le daba vergüenza. Esperaba que con eso su hijo entendiera que se estaba pasando.
- Haz lo que quieras. Lo sumaré a la lista de cosas por las que te odio.
Chris avanzó hacia él y se sentó en el sofá, obligándole a tumbarse sobre él con movimientos rápidos y algo bruscos. Le bajó el pantalón e intentó contener su rabia.
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- Ahora ya puedes odiarme – le espetó, y le hizo levantarse. Aquella vez no hizo falta que Peter se fuera, porque fue él quien abandonó la habitación. Se fue a la cocina, y aunque en seguida se planteó volver algo culpable porque ni siquiera se había fijado en si había hecho llorar a Peter, ofuscado en su propio enfado. No era así como solía hacerlo: después de castigarles solía arreglar las cosas con ellos, y les consolaba un poco, pero aquella vez seguía enfadado.
Escuchó unos pasos detrás de él, y supo que era Peter. Si le estaba oyendo era porque el chico quería que lo oyera…normalmente Peter entraba en las habitaciones sin hacer ruido. Chris siguió dándole la espalda, fingiendo que había algo que era imprescindible limpiar en ese momento en la encimera.
- Papá…
- ¿Vuelvo a ser papá? – preguntó Chris con ironía.
- Siento haberte dicho Christopher…
Chris suspiró. Peter estaba intentando hacer las paces con él. Probablemente ni siquiera supiera por qué estaba tan molesto así que, entendiendo que él era el adulto de ellos dos, se tragó sus emociones y se dio la vuelta, dispuesto a hablar con él.
- No es eso lo único que me has dicho.
- Siento haberte insistido, y haberme puesto insolente.- dijo Peter.
- Tampoco es eso, aunque sí es por lo que te he castigado.
- Y siento haberte dicho que te odio. ¿Es eso lo que ha hecho que te enfades? No es verdad, ya lo sabes. Yo te quiero mucho.
Aquello terminó de ablandar a Chris, que le dio un abrazo. Peter, viendo que era eso lo que tenía que decir, y sabiendo además que era totalmente cierto, insistió en aquella idea.
- Nunca voy a odiarte por mucho que me enfade contigo, ni por mucho que me castigues cuando "me porte mal". Te quiero, y siento haber pagado contigo mi mal genio. Sé que lo de Nick no es decisión tuya, pero me era fácil usarlo de excusa para gritarte un rato, y así…desahogarme. Además es verdad que me da mucha pena que no pueda venir. Es mi gemelo, y me hubiera gustado que pudiera estar ahí conmigo.
Tanta sinceridad era esclarecedora. Chris decidió que tenía que pagarle con la misma moneda y ser igual de honesto.
- Leo me ha dicho algo parecido en alguna ocasión, Peter, y aunque me duele que me lo diga no me enfado con él, porque sé que es pequeño y que no lo dice en serio. Pero tú eres mayor, y podrías odiarme perfectamente. Podrías odiarme como muchos hijos dicen odiar a sus padres. Y nunca te he oído decir que odias a Derek.
Peter se dio cuenta de dónde estaba el verdadero problema: Chris no estaba acostumbrado a oírle hablar así, y le daba rabia que le hablara a él con tanta dureza mientras que a Derek a veces le defendía. Había hecho pensar a su padre que Derek le importaba más que él, o al menos había generado esa duda en él.
- Pues lávate los oídos ¿eh? Que sí que lo he dicho en alguna ocasión. Pero tienes razón en que muchas veces hablo bien de él. Pues si hablo bien de él, imagínate cómo hablaré de ti. No te odio, papá, y no sabes cuánto siento habértelo dicho. Derek no era mi padre y además era…bueno, un capullo. Pero tú eres bueno y….eres "mi papá". – dijo Peter, usando esa forma infantil para hacerle sonreír. Casi lo consiguió. – Lo que pasa es que no me llega la sangre al cerebro cuando me enfado, y digo tonterías. Al principio me callaba todo, era tímido, y me costaba demostrar mi enfado contigo. Ahora ya no me cuesta nada y …supongo que te he hablado así porque sé que…"puedo hacerlo". Que…me perdonarás. Que hay confianza. Es algo que digo mucho cuando me enfado, y cuando más confianza tengo con alguien, cuanto más importante es esa persona para mí, es más probable que se lo diga.
- Así que…¿cuánto más me digas que me odias, más me quieres? – preguntó Chris alzando una ceja ante tal contradicción.
- No creo que pueda quererte más de lo que ya lo hago – replicó Peter, y volvió a abrazarle. Aquello había sido algo cursi, pero a Chris le encantó oírlo – No volveré a decir eso. Pero si lo vuelvo a decir, estás en todo tu derecho de castigarme, porque te estaré diciendo una gran mentira.
- Yo también te quiero. Y siento que tu hermano no pueda ir a verte.
- Vendrá cuando tengamos la edad, o cuando toque en algún sitio al que puedan acudir menores.
- ¿No podías ser así de razonable antes de que te castigara?
- Cuando me enfado no soy razonable. – le dijo Peter – Por eso nunca he entendido que digas que lo soy.
- Porque no te enfadas a menudo.
Peter no estaba de acuerdo en eso: no se enfadaba antes. Desde que estaba con Chris había muchas cosas, absurdas en su mayoría, que le enfadaban. Y todas ellas se podían resumir en el hecho de que si bien era Nick el que parecía tener problemas con la autoridad, era Peter el que no tenía problema ninguno…mientras estuviera de acuerdo. Peter era bastante consciente de sus propios defectos, y por eso sabía que cuando Chris decidía algo con lo que él no estaba de acuerdo, automáticamente se enfadaba. Como tenía confianza con él, lo que al principio era simple disgusto, o disconformidad, se había ido trasformando en la expresión desmedida de un enfado. Ya no era tan tímido como en los primeros días, y aunque creía que eso era bueno, sabía que tenía que controlarse un poco más. Se propuso trabajar en eso. No quería acabar por romper una estantería, como intentara hacer una vez en el orfanato. Cuando se ponía en ese plan, Nick le llamaba Peter-Hulk. Lo cierto es que esos accesos de ira le venían como consecuencia de su vida con Derek: él le había enseñado a ser violento. Peter odiaba la filosofía de "el más fuerte es el que gana", pero creía que era lo que dominaba en el mundo.
- Intenta relajarte un poco. En dos horas iremos al P3 para hacer la prueba de sonido. Gracias otra vez por hacer esto. Si no quieres…
- Claro que quiero. Gracias a ti por darme esta oportunidad.
Peter sintió un repentino agradecimiento hacia su padre, y volvió a lamentar haber pagado sus frustraciones con él. Toda una vida deseando tener un padre, y cuando por fin lo conseguía, le trataba mal. Peter se dijo que se había acomodado demasiado en esa nueva vida suya: no debía olvidar quién era, de dónde venía, y lo que no iba a permitirse hacer. Recordó una cosa que le había dicho la psicóloga hacia tres días: "el riesgo que corres ahora es el de empezar a utilizar todo lo que te ha pasado como excusa para odiar al mundo." Lo que desde luego no se iba a permitir era usarlo como excusa para odiar a su padre, ni para decírselo. Chris no tenía culpa de nada. Se cosería la boca antes de repetirlo de nuevo.
En vez de ir a relajarse, Peter se fue a ensayar con la guitarra. Estuvo cerca de media hora alternando entre ambas guitarras, hasta que oyó gritos en el cuarto de Nick, como de dos personas que discutían. Al principio pensó que estaría hablando con Chris, pero luego escuchó la voz de Leo. Fue a investigar, y se encontró con que sus dos hermanos miraban un papel con mucha atención.
- La letra de papá es más grande – decía Leo en ese momento.
- Qué más dará el tamaño, enano.
- Él lo notará. Y la primera l de "Haliwell" está demasiado inclinada.
- Oye, ¿quieres hacerlo tú, a ver si lo haces mejor?
- ¿Qué es lo que el peque tiene que hacer mejor que tú? – preguntó Peter, que no deducía nada bueno de lo que estaba escuchando - ¿Qué os traéis entre manos?
- Nada – dijo Nick.
- ¿Por qué no se lo decimos? A lo mejor él sabe hacerlo – dijo Leo.
- Por si no te has dado cuenta ya, enano, Peter es un chivato. Hazme caso que yo he vivido más tiempo con él. Si se lo dices le irá a Chris con el cuento.
- Qué buen concepto tienes de mí – dijo Peter, algo ofendido. – Es algo malo ¿verdad?
- ¿Lo ves? – dijo Nick – Son esa clase de preguntas lo que hace que no quiera contártelo. Ala, prepárate para tu concierto y déjanos en paz.
Peter ignoró a Nick y se centró en Leo, con la esperanza de que el niño no lo viera de esa forma:
- ¿Qué ocurre, Leo?
- ¿Se lo vas a decir a papá?
- Aun no sé qué es lo que tengo que decirle o no decirle.
- Pero…¿se lo vas a decir?
Peter lo pensó muy mucho. Estuvo tentado de responder "no", porque sabía que así conseguiría que se lo dijeran. Pero optó por ser sincero.
- Probablemente, si es algo malo. Pero no porque sea un chivato, sino porque papá se acabará enterando de una forma u otra y eso será peor para vosotros. Si no me lo quieres decir es porque sabes que está mal, Leo, y tú no eres malo. Tómalo como un ensayo: puedes decírmelo a mí para luego ver cómo se lo dirás a papá. Papá se sentirá muy orgulloso si lo haces, y yo también.
- No uses psicología con él, hermano manipulador – protestó Nick, pero ya era tarde. Leo quería que Peter estuviera orgulloso de él, así que cogió un papel de la mesa y se lo enseñó.
- Es la firma de papá – dijo Peter, al principio sin entender. Pero luego unió piezas. - ¡La estáis falsificando!
- Sí – admitió Leo. – Es que… mi profe de "Cono" me ha dado otra nota por no haber hecho los deberes y….si se la doy a papá se enfadará.
- Peque, puede que se enfade, pero se enfadará mucho más si se entera de que has hecho esto. ¿Cómo se te ocurre? Falsificar está muy, pero que muy mal…Nick, ¿en qué estabas pensando?
- Me pidió ayuda con esos ojos que me pone, y no pude decirle que no…
- Pues deberías haberlo hecho. En fin, aun no es tarde. Romper esa hoja y que le dé la nota verdadera.
- Sí que es tarde. – dijo Nick – Eso era un ensayo. Ya la he firmado. Estamos viendo como ha quedado.
Le dio un papel y Peter vio que efectivamente estaba firmado. Vio además que la firma no era ni mínimamente creíble, al menos a su juicio.
- Tenéis que decírselo. Si le decís la verdad no se enfadará mucho.
- Ya, claro. ¿Estás loco? ¿Se enfada por cualquier cosa que se asemeje mínimamente a mentirle, y dices que no se enfadará porque hayamos intentado falsificar su firma? Joder, Peter, que falsificar firmas es hasta un delito.
- ¡Pues si sabes que está mal no sé para qué tienes que hacer nada! Mira, no tenéis más remedio que decírselo.
- Si lo tenemos: no hacer nada, y que Leo le de ésta nota a su profe. Así que ya sabes, enano. Mañana se la das.
- Chicos, no…
- Nadie te ha pedido tu opinión.
- ¡Pues yo voy a dárosla igual! No podéis hacer esto. No podemos empezar a estafar, engañar, mentir y tratar mal a papá.
- No le hemos tratado mal.
- No, eso lo he hecho yo. A lo que me refiero es que…tenemos que parar ¿vale? Está empezando una relación con Amy. No podemos quitarle cada segundo de su tiempo sólo porque se nos antoje hacer nuestra santa voluntad.
- Me parece bien que tengas un ataque de remordimientos, pero guárdatelo para ti.
El sonido de sus voces, que sin darse cuenta se habían ido elevando, atrajo a su padre. Como Peter había dejado la puerta abierta, Chris entró en la habitación.
- ¿Qué ocurre?
- Decírselo.
- ¡Cállate, Peter!.
Nick miró a su hermano con odio infinito, pero Peter le sostuvo la mirada. Caminó hacia la mesa para coger la nota y forcejeó con Nick que la agarró también. El papel se rompió. Chris vio que aquello iba a llegar a más, pues parecían a punto de pegarse.
- ¡Eh! – gritó, para llamar su atención. - ¿Alguien va a decirme que está ocurriendo aquí?
Silencio. Peter no iba a delatarles aunque creyera que debían decírselo, y Nick no pensaba confesar. Pero Leo…
- Ha sido culpa mía, papá.
- ¿El que ha sido culpa tuya, Leo? - dijo Chris, que se había estado preguntando qué pintaba Leo en aquella escena.
- No quería que te enfadaras y…le pedí a Nick que me ayudara. Pero no es culpa suya, no te enfades con él.
- Leo, no voy a enfadarme con nadie sí me decís qué es lo que pasa.
El niño cogió los dos pedacitos rotos de nota, y se los dio a Chris. Chris los cogió y los juntó para leerlo:
Estimado señor Haliwell:
Leo no ha traído los deberes, y ha estado hablando durante la mayor parte de la clase. Le ruego me devuelva esta nota firmada, para saber que está al corriente.
Un atento saludo,
Tara Evans.
Chris iba a decir algo al respecto de aquello, pero entonces se fijó en el garabato que había justo debajo. Se parecía bastante a su firma, aunque él sabía que no lo era porque no era exactamente igual, y porque…
- ¡Yo no he firmado esto! – exclamó con incredulidad. - ¿Habéis falsificado mi firma?
Pese a haber dicho que no se iba a enfadar, Chris lo preguntó con voz inevitablemente enojada, sin podérselo creer. Se sintió…traicionado. Experimentó una fuerte decepción: una cosa que le gustaba de sus hijos es que eran bastante sinceros. Nick más que Leo, y Leo más que Peter, pero ninguno de los tres era un…estafador. Les miró sin poder entender por qué lo habían hecho.
- Si, papá – respondió Leo, mirando al suelo.
- ¿Los tres?
- No, papi. Peter no ha hecho nada, de verdad, y Nick sólo quería ayudarme.
Chris se recordó que había dado su palabra de no enfadarse si le decían lo que pasaba. Se aferró a ese resquicio de honestidad para hablar con firmeza pero sin gritar.
- Pues Nick y tú estáis en un buen lío, señorito. Peter, tú puedes irte.
Tras unos segundos de vacilación, Peter se fue, mirando a sus hermanos con algo de pena. Chris contempló durante un rato a sus dos hijos, preguntándose cuál era la mejor forma de plantear aquél asunto.
- Leo. ¿Acaso te he enseñado yo a mentir? ¿Te he enseñado a engañar?
- No, papá. Siempre me has dicho que eso está mal.
- Entonces ¿por qué lo has hecho? Falsificar firmas es un delito, y en el colegio te podrían hasta expulsar por esto, Leo.
El niño abrió mucho los ojos ¿Expulsarle? No había pensado en eso…
- No quería que vieras la nota…- dijo muy bajito.
- Sabes que tienes que hacer los deberes. Sabes que tiene que estar callado en clase. Si no lo haces tu profesora te da una nota y tú me la tienes que enseñar.
- Pero te habrías enfadado conmigo. Y…me habrías castigado.
- ¿Y crees que ahora estoy feliz y voy a darte un premio?
Leo rompió a llorar ante el tono furioso que empleó su padre. Nick sabía que era el siguiente, y había estado calladito para no recordarle a Chris que estaba ahí antes de tiempo, pero Leo le dio pena y decidió salir de su mutismo para ayudarle.
- Papá, no te enfades con él. Yo debería haberle dicho que no era buena idea.
- Sí, claro que tendrías que habérselo dicho. Él no ha obrado bien en primer lugar, pero estoy seguro de que has sido tú el que ha copiado mi firma. ¿De dónde la has sacado, para empezar? ¿Cómo has sabido imitarla?
- De tu carnet…
- ¿¡Me has cogido el carnet!? – preguntó Chris, sacando la cartera de inmediato.
- Ya te lo he devuelto. Le hice una foto con el móvil.
Nick esperaba un estallido de furia, pero Chris mantuvo la calma.
- Dame el móvil – dijo Chris, y Nick dudó unos segundos antes de hacerlo. Intuía por qué se lo estaba pidiendo, pero decidió que haría mejor en no negarse. – Te has quedado sin él por una semana.
- ¿Qué? – protestó Nick, viendo confirmados sus temores - ¡Nunca me habías castigado sin móvil!
- Para todo hay una primera vez.
A Chris no le gustaba quitarle el móvil, porque era una forma de mantener el contacto cuando estaban fuera, por si pasaba algo. Pero como de todas formas Nick aún estaba castigado sin salir, en realidad eso no era un problema. Y así aprendería a usar el móvil para lo que tenía que usarlo, y no para andar engañándole.
- Pero no puedes hacer eso…¿cómo voy a hablar con Rachel? ¿Cómo voy a explicarle que voy a estar tantos días sin hablar con ella?
- Haberlo pensado antes. Puedes decirle que estás castigado o no, a mí eso me da igual, pero no vas a ver el móvil hasta dentro de una semana. Ahora escuchadme bien, los dos: quiero que os pongáis cada uno en una esquina, y que no os mováis de ahí hasta que me haya tranquilizado lo suficiente para ocuparme de vosotros.
Los chicos obedecieron, pero Chris estaba saliendo por la puerta cuando Leo dejó su esquina y corrió hacia él, llorando.
- Papi, no te enfades, por favor, no te enfades. Sé que soy malo, pero no te enfades.
Chris se derritió como un pedazo de hielo al sol. Suspiró, renunciando a hacerse el duro, y le cogió en brazos.
- No eres malo, Leo, pero sí un poco desobediente, porque te he dicho muchas veces que tienes que hacer los deberes. Si lo hubieras hecho nada de esto habría pasado. No estoy enfadado ¿de acuerdo? Estás arrepentido, así que no estoy enfadado.
Leo lloró un poquito más. Si ya desde el principio había pensado que eso que hacía no estaba demasiado bien, las palabras de Peter, las de su padre, y que le dijeran que podían expulsarle por eso le habían confirmado que estaba muy, muy mal. Lo único que quería era que su padre no se enfadara con él. No soportaba que fuera seco con él o que le hablara con dureza. Y además…
- No regañes a Nick. Él sólo quería ser un buen hermano.
- No. Si hubiera sido un buen hermano te habría dicho que eso no se hace.
Nick se puso rígido en su esquina.
"Genial. ¿A que ahora le haces llorar a él también?" pensó Chris, con frustración. El que tenía que estar dolido era él. Le habían mentido, y engañado, pero claro, se ponían a llorar, y así, ¿con qué corazón iba él a castigarles? Estaba harto de ser el malo.
- Nick es un buen hermano – insistió Leo. – Sabía que podía meterse en un lío y aun así accedió a hacerlo sólo porque yo se lo pedí.
- Yo no dudo que te quiera, Leo, pero lo que ha hecho no ha estado bien. Y él lo sabe. – dijo, y taladró con la mirada la espalda de su hijo. – Anda, ponte en la esquina, y deja que Nick se preocupe de sí mismo.
Leo se puso donde le decía, y a Chris le pareció que estaba un poco menos abatido, más seguro de que su padre no estaba enfadado. Chris salió de la habitación, preguntándose por qué sus hijos tenían que tener tan buen corazón y tan mal proceder. Pensó que al menos era mejor que fuera así a que fuera al revés.
Había creído que encontraría a Peter ensayando en su cuarto, pero le encontró en el sofá, sentado con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, en un claro ejercicio de relajación.
- ¿Nervioso? – le preguntó.
- ¿Sigo teniendo hermanos? – respondió él, abriendo los ojos. Era difícil decir si estaba relajado, enfadado, nervioso o indiferente. Peter tenía el rostro completamente inexpresivo en ese momento. Chris casi sintió un escalofrío al verle tan…frío.
- Sí. No encontré un ataúd de la talla de Leo. Voy a ver si encuentro uno, y luego ya si eso les asesino.
Peter intentó no sonreír, pero no pudo.
- Adiós a seis minutos de meditación – le dijo. - ¿Sabes lo difícil que es dejar la mente en blanco?
- Hombre, hay gente a la que no le cuesta mucho, porque no tienen demasiado ahí dentro...Diría que tu hermano es uno de ellos, pero ha debido de sustituir toda la materia gris por libros y enciclopedias.
- Me alegra que estés de buen humor. Esperaba verte enfadado.
- Los ojos de Leo son anti enfado – respondió Chris.
- Se los pediré prestados, entonces.
Chris sonrió, pero luego se puso algo más serio y se sentó junto a Peter.
- Nick no hace estas cosas. Tiene otras…cualidades. Pero no miente. Ninguno de vosotros miente mucho, en general. ¿Tanto miedo me tiene Leo? – preguntó al final, sacando lo que de verdad le estaba inquietando.
- Leo lo que no quiere es que te enfades con él. Obviamente tampoco quiere que le castigues, pero eso no es tan malo si no le gritas ni te sientes decepcionado. Y lo sé porque a mí me pasa lo mismo.
- Tengo derecho a enfadarme – protestó Chris, permitiéndose sonar infantil por una vez. – Yo también soy humano.
- Y te enfadas. Lo importante es que luego nos perdones.
Chris suspiró.
- Ni siquiera me habría enfadado por la maldita nota. Pero….¡falsificar mi firma…! Al menos sé que no tengo que preocuparme de que algún día firme algo por mí: no era una buena réplica.
- El truco está en no prestar atención a los detalles. Hay que hacer la firma como si fuera un dibujo: la gente no pone mucho cuidado en su firma, porque está acostumbrada a hacerla, así que no suelen salirle siempre iguales.
- ¿Y tú cómo sabes tanto? ¿Has falsificado firmas alguna vez?
- Sí: la del señor Wright. Bueno, y la de Nick, por diversión.
- ¿Quiero saber por qué falsificaste la del señor Wright?
- Mejor no. – dijo Peter, y sonrió con picardía.
Chris sacudió la cabeza.
- Y eso que a ti en el centro te tenían por "el bueno".
- ¡Es que era el bueno! Casi siempre. Ten en cuenta además que estar en el centro era como…como ir de campamento: hay más libertad. Tú eres uno para tres y te parecemos demasiados. Allí éramos una media de cincuenta (a veces más y a veces menos) para tres cuidadores. Había más reglas, pero pasábamos mucho más tiempo solos. No eran nuestros padres…Eran como profesores a tiempo completo. Había que armarla mucho para llamar realmente la atención. Y yo sabía ser discreto.
- ¿Sabes que Nick y tú no sois tan diferentes después de todo?
- Eso dice mi espejo todas las mañanas – rió Peter y luego se quedó con la mirada perdida.- Papá…¿cuánto falta?
- ¿Para ir al P3? Una hora.
- ¿Y si lo hago mal? – preguntó Peter, y Chris le notó preocupado.
- No vas a hacerlo mal.
- Pero…¿y si lo hago?
- Pues…no pasaría nada.
- ¿Y si lo hago tan mal que la gente se va? ¿Y si hago que pierdas dinero?
- Peter, eso no va a pasar…
- ¿Te enfadarías?
- Claro que no. No digas tonterías. Y no pienses en eso: te va a salir genial.
Chris le dio un beso en la cabeza, y subió las escaleras: ya había demorado aquello durante mucho tiempo. Subió a la habitación de Nick, pero se detuvo antes de entrar por una imagen que llamó su atención. Sus hijos no estaban en la esquina, sino que Nick estaba agachado, semiabrazando a Leo en el centro de la habitación. Era curioso porque Leo tenía lágrimas, pero estaba riendo: Nick le estaba haciendo cosquillas. Chris se quedó observando en vez de entrar.
- ¡Vale, Nick, para para jajaja! – dijo el niño.
- ¿Vas a dejar de llorar?
- ¡Sí!
Nick se detuvo.
- Así me gusta.
- Peter me hace reír de otra manera…
- Yo no tengo palabras bonitas, Leo – le dijo Nick, todo tono de broma desaparecido – Ya has vito que soy un poco burro. Yo no te daré buenos consejos, y puede que papá tenga razón, y no sea un buen hermano para ti. Desde luego no soy un buen ejemplo. Pero para eso ya tienes a Peter. Yo soy…el que está ahí. Conmigo puedes contar para cualquier cosa que necesites ¿de acuerdo? Salvo para falsificar firmas. Eso mejor no vamos a hacerlo más.
Leo le dio un abrazo, y Chris, desde su puesto de observador, se enterneció.
- Y ahora vuelve a la esquina, enano, que papá tiene que estar a punto de subir.
Leo lo hizo, y Nick volvió también a su posición. Chris decidió entrar tras unos momentos.
- Nick – le llamó, y el chico caminó hacia él. – Sí que eres un buen hermano. Pero las acciones tienen consecuencias. Y éste señorito – dijo, mientras ponía las manos en los hombros de Leo y hacía que se girara – aun no debe de saberlo. Para otra vez, usa tu sentido común para suplir el que a él le falta.
Chris se agachó y se puso a la altura de Leo.
- ¿No hacer los deberes está mal? – le preguntó, y Leo asintió. Chris le bajó el pantalón y le dio tres azotes.
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- ¿Hablar en clase está mal? – siguió preguntando, y Leo volvió a asentir.
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- ¿No darme la nota de tu profesora está mal?
- Mucho.
- Pues no vuelvas a hacerlo.
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- ¿Falsificar mi firma está mal?
- Sí.
- Las firmas no se falsifican. No lo olvides nunca.
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Chirs le subió el pantalón, y le dio un beso. Leo se tiró a su cuello, casi ahogándole. Lloró un poquito, pero más por lo que sentía que por el castigo: se esperaba algo mucho peor. Ni siquiera le había pegado con el cepillo.
- Has sido muy bueno, papá – le dijo Leo, sin soltarle. A Chris le hizo gracia esa forma de decirlo.
- Porque tú también lo eres. No lo olvides, y no vuelvas a mentirme nunca más.
- Nunca.
- Si eres sincero, no me enfadaré contigo. Puede que te regañe o que te castigue, pero no me enfadaré.
- Eso mismo dice Peter.
- Pues hazle caso. Y a Nick también. A veces se equivoca, pero te quiere mucho.
Eso último lo dijo mirando al aludido. Le había obligado a ver cómo castigaba a su hermano, sabiendo que eso despertaría en él el deseo de impedir que Leo volviera a meterse en líos. Era una forma de hacerle reflexionar. Pero también quería que supiera que era tan buen hermano, y tan buen ejemplo como Peter.
- Ahora ve a desearle suerte a tu hermano – le dijo a Leo – En un rato se va a dar su primer concierto, y está nervioso.
- ¿Peter nervioso? ¡Eso es imposible!
- Peter también siente, campeón. Él también se enfada, y se asusta, y se pone nervioso.
- ¡Pero si canta muy bien!
- Pues ve, y díselo – le dijo con una sonrisa, y Leo desapareció. Chris oyó cómo bajaba las escaleras.
Se quedó a solas con Nick, y durante un rato ninguno de los dos dijo nada. Luego Chris se sentó en la cama de Nick, y le indicó que se acercara. Sin intercambiar una sola palabra, Chris le bajó el pantalón y le colocó sobre sus rodillas
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- No vuelvas a coger mi carnet sin decírmelo, y menos si lo vas a usar para algo que sabes que no puedas hacer.
- No, papá.
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- No vuelvas a falsificar mi firma.
- No, papá.
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- Y no vuelvas a "ayudar" a Leo, cuando ayudar significa tratar de engañarme. Eres lo suficientemente inteligente para saber lo que es correcto y lo que no. Puedo esperar que Leo a veces no lo tenga claro, pero tú sabes perfectamente que falsificar mi firma en una nota no es la solución.
Chris le levantó y captó la mirada de Nick de "¿ya está?", aunque luego el chico la disimuló. Tenía los ojos húmedos, y al parpadear se le escapó alguna lágrima, pero no estaba llorando.
- Sí eres un buen ejemplo para Leo – le dijo.- Os he oído hablar.
- Siento haberme movido…
- Pretendías consolar a tu hermano. ¿Ves? Esa es la clase de cosas que sí puedes hacer por él.
Nick no dijo nada al principio, pero tras un rato, musitó:
- Siento haber copiado tu firma. Sólo quería ayudar al enano, pero sé que no fue la mejor forma.
- El enano, como tú le llamas, tampoco es inocente en esto. Anda, no pongas esa cara de arrepentido. Sólo ha sido una chiquillada. Odio que me mientan, Nick, pero sé que tu intención no era engañarme para beneficiarte a ti. Como tú dices, sólo querías ayudar a Leo, aunque no escogiste la mejor forma.
- Nunca escojo la mejor forma – dijo Nick con voz triste.
- Vas aprendiendo. Por de pronto hoy has mantenido a raya tu enfado. Pensaba que la ibas a tomar con Leo por decirme lo que había pasado.
- No le puedo culpar. Peter le había lavado el cerebro…digo…Peter le hizo entrar en razón. – rectificó, y Chris sonrió.
- Hoy es un gran día para tu hermano. ¿Por qué no bajas a desearle suerte?
- No la necesita. Pero lo haré.
Nick se dirigió hacia la puerta, pero antes de salir se giró y dijo, con cierta inseguridad:
- No…no mires mis mensajes del móvil. Por favor.
- No se me ocurriría. Sé que es tu intimidad, aunque miedo me da lo que puede haber ahí…- dijo, medio en serio, medio en broma.
Nick sonrió un poco, y se fue.
Cuarenta minutos después, Chris y Peter se fueron al P3. Peter estaba muy nervioso, pero no estuvo mal en la prueba de sonido. Todo el mundo se portó muy bien con él, o eso le pareció: su tío Wyatt gastaba bromas y le tranquilizaba, su padre estaba pendiente de él, y la gente que trabajaba allí estaban a su entera disposición. Después de los últimos retoques, y antes de lo que Peter se había imaginado, llegó el momento. Peter salió al escenario hecho un flan, pero como el mismo dijo no tenía vergüenza: sólo nervios.
Chris se sintió muy orgulloso de su hijo, sólo con verle salir. Cuando comenzó a cantar y a tocar la guitarra le quedó claro que había hecho bien al ofrecerle aquello, aunque nunca lo había dudado. Peter era bueno, y no lo pensaba por que fuera su padre. La gente parecía opinar como él. Amy llegó al final de la primera canción.
- Siento el retraso.
- Acaba de empezar – respondió Chris, y durante un segundo dudó sobre si abrazarla, darle un beso, o no hacer nada. Ella decidió por él, y le dio un abrazo y un beso corto.
- Ey, es bastante bueno – dijo Amy tras escucharle un rato.
- Lo sé – respondió Chris, con una sonrisa enorme.
- ¿No han venido a verle sus hermanos?
- No tienen edad para entrar aquí…
- Qué lástima. Aunque Nick al menos se podría haber colado. Puede dar el pego de tener los años…
- ¡Amy!
- No te escandalices, ojos azules, que seguro que tú lo hiciste alguna vez a su edad. Y hubiera sido por una buena causa.
- Pero…no quiero enseñarles que romper las normas está bien. Además...no quiero…no quiero hacer nada que pueda afectar a la adopción. Esos tipos se andan con mucho cuidado, sobre todo con Peter
- ¿Por qué "sobre todo con Peter"?
- No ha tenido lo que se dice unos buenos padres – respondió Chris, inseguro sobre si debía ser del todo sincero en ese tema. Si se hubiese tratado de algo suyo se lo habría contado, pero Peter tenía derecho a elegir cuándo y con quién compartir su intimidad. Amy pareció entender que no iba a decirle nada más.
- ¿Es algo que puedo aspirar a saber algún día?
- Depende de Peter.
- ¡Bueno! Pues entonces apaga y vámonos, que ese chico es más reservado aún que su adre…
- ¿Cómo lo sabes? – preguntó Chris, extrañado. Si apenas Peter y ella se conocían… - Y yo no soy reservado.
- Sí que lo eres. Y lo sé porque en toda la cena no le saqué más que el nombre de un par de grupos que le gustan. Lo pasé mal para ver qué podía regalarle. Con Leo lo tuve mucho más fácil: me contó absolutamente todo.
Tras decir esto, Amy levantó una bolsa que traía.
- ¿Les has hecho regalos? ¡No tenías por qué hacerlo! No puedo aceptarlos…
Chris sabía que Amy no tenía mucho dinero. Había visto dónde vivía sabía de qué trabajaba, y había sumados dos más dos.
- Si no eres tú el que lo tienes que aceptar – dijo Amy riendo. – Aunque para ti también tengo algo.
- ¿Ah, sí? – preguntó Chris, muy a su pesar con mucha curiosidad.
- Sí.
Amy se puso de puntillas y le dio un beso, pero de los de verdad. De hecho, no se separaron durante un laaaaaargo rato.
- Ejem – interrumpió Wyatt con una sonrisa. Amy y Chris se separaron, algo ruborizados.
- Un buen regalo, sin duda – dijo Chris, mirándola a los ojos. Amy se ruborizó más. Chris descubrió que eso le divertía: le gustaba "abochornar" a la chica, porque estaba muy guapa con las mejillas sonrosadas.
- Siento interrumpir vuestra…eh...maniobra de reanimación…pero para otra vez colgad un cartel, o algo.
Lo que a Chris ya no le gustaba tanto es que Wyatt hiciera lo mismo con él. Se puso muy rojo y maldijo a su hermano en silencio, reviviendo durante unos segundos los vergonzosos primeros días con Bianca, cuando Wyatt no dejaba de meterse con él. Ahora ya no eran adolescentes, pero su hermano no había cambiado demasiado. Amy, soltando una risita, decidió cambiar de tema.
- Me alegro mucho de verte, Wyatt.
- ¿A que soy un Celestino estupendo? – respondió él, y la dio un abrazo. - ¿Has venido a escuchar a Peter?
- Es muy bueno. Chris me había dicho que cantaba bien, pero pensé que era cosas de amor de padre: al oírle hablar, cualquiera diría que sus hijos son perfectos.
- Ahora, que parece bueno ahí subido – dijo Wyatt – Por cierto, eso me recuerda…¿Nick se ha hecho mayor de edad, y yo sin saberlo?
- ¿Qué? – preguntó Chris, sin entender.
- Me ha parecido verle entrar hace un rato. Creí que habías dicho que no iba a venir. Podemos meternos en un lío porque esté aquí, Chris.
Chris se dio cuenta que aunque se lo estaba diciendo con buen humor, su hermano estaba un poco mosqueado, porque supuestamente había dejado entrar a su hijo menor sin consultárselo, cuando eran co-propietarios. El mosqueo de su hermano no era nada comparado con el enfado que sintió él:
- En un lío está él: yo no le he dejado venir.
- Ah, bueno, eso me deja más tranquilo.
- Pues a mí no. ¿¡Dónde está!?
- Cálmate, Chris. Esto es lo más normal del mundo. No es la primera vez que un adolescente se nos intenta colar…
- Sí, pero éste es MI adolescente, y además no lo ha intentado, sino que parece que lo ha conseguido.
- Tiene diecisiete años, y es su hermano – apuntó Amy, como para defender a Nick. – Es normal que quisiera venir…
- Le dije claramente que no podía. Y ha actuado a mis espaldas. Me ha engañado. Otra vez.
Wyatt y Amy no entendieron lo de "otra vez", pero sí notaron que Chris estaba bastante enfadado.
- Te lo estás tomando demasiado a pecho ¿no crees? Tu hijo se ha "fugado" para escuchar el concierto de su hermano. Es hasta tierno. – le dijo Amy. Chris la miró a los ojos, dubitativo.
- ¿Qué sugieres que haga?
- Nada. Hazte el sueco. En lo que a ti respecta, Nick no ha estado aquí. Si el chico es un poco listo y te evita, no os cruzaréis, y será perfectamente creíble que no reparaste en su presencia, entre toda la gente que hay aquí.
- Definitivamente, me gusta cómo piensa – dijo Wyatt, riendo. – Rostro inocente, mente perversa. Y tú que parecías no haber roto un plato en tu vida…
- De mente perversa nada. Sólo me da pena el chico. No creo que haya hecho nada tan malo. Aunque, eso sí, encargaros de que en la barra no le sirvan alcohol. Tiene cara de niño, así que es seguro que le pedirán el carnet. Pero por si acaso.
Chris suspiró, y se rindió ante las palabras de Amy. Wyatt pensó, divertido, que parecía una madre intercediendo por sus hijos. Chris dijo que iba a hablar con Richard, el barman aquella noche, precisamente para advertirle por si veía a Nick. Cuando regresó, Amy y Wyatt reían animosamente, y contagiaron su buen humor a Chris, que decidió hacer caso a Amy y no tomárselo como algo personal. Nick no había querido engañarle: sólo quería escuchar a su hermano.
Cuando Peter acabó de tocar, Chris fue al backstage a darle la enhorabuena. Había estado increíble.
- ¡Papá! – dijo el chico cuando le vio, con una sonrisa.
- Lo has hecho genial, Pete. Una de esas canciones…No recuerdo haberla incluido…¿de qué grupo o era?
- No era de ningún grupo.
- Bueno, pues de qué cantante.
- Era mía.
- ¿Tuya? – preguntó Chris, asombrado – Tienes mucho talento, hijo.
- Gracias, papá. – dijo Peter, sonriendo con timidez y con agradecimiento a la vez. Chris le dio un abrazo. Cuando se soltaron, Chris sacó su cartera, y le dio un billete de cien. Era más dinero del que Peter había visto en toda su vida. Se quedó mirando el billete, sin entender.
- ¿Y eso?
- Cógelo. Es tu parte de la recaudación. ¿No leíste tu contrato?
- Era una formalidad legal.
- Nunca firmes nada sin leerlo. Yo jamás voy a estafarte, pero otra gente puede hacerlo. En fin, ahí pone que se te pagaría el 10% de lo conseguido en la noche recaudada. Es lo que solemos acordar con los grupos y artistas que vienen a tocar.
- Pero papá, yo soy tu hijo…
- ¿Y con esa obviedad quieres decir que…?
- A mí no tienes que pagarme.
- El trabajo es trabajo. Precisamente porque eres mi hijo: si pagaría a cualquier otro, con más razón voy a pagarte a ti.
- Los hijos ayudan a sus padres en el trabajo y no les pagan.
- Algunos sí: los que pueden. Yo puedo. Además, esto no es como si vienes a ayudarme: has hecho una actuación. ¿Quieres dejar de poner pegas y coger el dinero? ¡Cualquiera diría que te estoy ofreciendo algo malo!
Peter aun dudó un poco antes de coger el billete. Movió la mano, pero la dejó quieta en el aire:
- Úsalo para pagar el cristal que rompí.
- Un cristal no vale tanto.
- Pues…descuéntalo.
Chris lo meditó un poco. Aquello no le parecía tan mala solución. Era justo, y denotaba sentido de la responsabilidad. Cambió el billete de cien por cuatro de veinte y prácticamente le obligó a cogerlos, cerrándole la mano en torno a ellos.
- Tu primer sueldo.
- ¿Qué tengo que hacer con él?
- Lo que tú quieras. – dijo Chris, y se rió – Es tuyo. Gástatelo, ahórralo, mételo en un banco…
- Gracias, papá.
Peter le dio un abrazo. Chris sonrió, orgulloso de su hijo. En ese momento llamaron a la puerta.
- Ah, sí. Tus admiradores quieren verte.
Peter le miró sin entender, pero sonrió cuando vio entrar a Amy y a Wyatt.
- ¡Tío! – corrió hacia él y le abrazó. Chris se dio cuenta de que Peter estaba eufórico. No era mucho de expresar alegría, pero tenía las pupilas dilatabas, y aquella era la primera vez que notaba que al chico le costaba estarse quieto. Aun así, parecía totalmente tranquilo cuando se separó de Wyatt y se giró hacia Amy. – Muchas gracias por venir.
- Cantas muy bien – respondió ella, sonriendo dulcemente. – Y ahora sé que he acertado al comprarte esto.
Amy sacó un disco de Adam Lambert.
- Te gusta ¿no? Has cantado una canción suya.
Peter se quedó mirando el disco como si fuera la cosa más extraña del universo.
- Sí, sí que me gusta. Pero...no entiendo por qué me lo regalas.
- ¿Necesito un motivo?
- La gente habitualmente no hace regalos porque sí.
- Yo no soy "la gente". Soy Amanda Jade Evinson. Amy, si quieres conservar las piernas. Y hago regalos cuando se me antoja.
Peter se quedó sin saber qué decir durante unos segundos, y luego estalló en carcajadas. Cogió el disco, y le dio un abrazo a Amy, agradado por la espontaneidad y la honestidad de la mujer.
- Muchas gracias.
- No las merece. En fin, será mejor que me vaya ya: sólo venía a felicitarte, pero aunque sea viernes mañana tengo que madrugar.
- Te acompaño – dijo Chris, y Amy y él dejaron a Peter y Wyatt hablando y haciendo bromas mientras ellos iban a la salida.
Chris la miró a los ojos con profundo cariño.
- ¿Con que…."Jade"? ¿Amanda "Jade"?
- Nadie tiene la culpa de los nombres que le ponen.
- Christopher Perry – dijo Chris, levantando la mano como diciendo "culpable".
- Para mí siempre serás "ojos azules" – dijo ella, y le dio un abrazo. Era muy dulce…
- Amy…¿puedo preguntarte algo…y no te enfadas?
- Dispara.
- ¿Cuántos años tienes?
- Veintiocho. ¿Por qué?
- Sé muchas cosas de ti, pero nada sobre los "datos básicos".
- Esos vienen en el carnet. Un día me lo pides y te lo aprendes.
- Lo que quiero decir es que…Te conozco muy poco…pero parece que te conozco mucho. Eres muy transparente.
- ¿Eso es bueno?
- Por eso es por lo que te quiero.
Pudo ver el efecto que esas palabras tenían en la mujer. Se sonrojó un poco, y le miró con ojos ilusionados, como preguntando "¿de verdad?". Despertaba todos sus instintos protectores. Pareció a punto de decir algo, pero en el último momento se limitó a apoyar su cabeza en el pecho de Chris, en una especie de abrazo.
- Treinta minutos contigo son como treinta días en el paraíso – dijo finalmente, y luego se separó de él para añadir – Y borra esa sonrisa de satisfacción. La música de Peter ha ayudado mucho. Si no hubieran sido sólo como veinticinco.
Chris se rió y la dio un beso tierno en la frente. Todo iba tan natural con ella…A veces parecía que todo iba muy rápido, otras que muy lento…pero "todo", simplemente iba.
- Tengo que irme – dijo Amy, y a Chris le agradó ver que la mujer no parecía querer hacerlo. - ¿Le darás esto a Leo y Nick? – preguntó, dándole una bolsa con dos regalos.
- Vas a malcriarlos. – dijo Crhis con cierta diversión. Amy parecía haber adoptado cierto rol maternal, y lo cierto es que a él no le desagradaba en absoluto, pero le hacía gracia.
- Sólo un poco. ¿Se lo darás?
- Claro. Muchas gracias en su nombre y en el mío. Mmm. Te llevo a casa. Le pediré a Wyatt que él lleve a Peter.
Chris acompañó a Amy, y prolongó la despedida hasta que ya se hizo improlongable. Con cierto pesar volvió a casa, no porque no quisiera ver a sus hijos, sino porque disfrutaba mucho de la compañía de Amy. Aunque se había fijado en que ella no le había respondido "yo también te quiero", y eso le inquietó un poco.
Entró en casa, y esperaba encontrarse un Peter eufórico, y un Nick que, habiendo regresado ya, le estuviera contando todo a Leo. Pero en el salón sólo estaba Nick, y no contento precisamente.
- Hola – dijo Chris, casi sintiendo la tensión en el ambiente.
- Hola, papá.
- ¿Qué tal todo?
- Yo...he estado en el P3. Esperé a que te fueras, y…fui a ver a Peter. Sé que estaba castigado sin salir, sé que además no podía ir al P3 y que tenía que cuidar a Leo…Lo sé, y no puedo decir nada en mi defensa.
A Chris le extrañó que se lo contara, pero luego recordó lo sincero que era Nick, después de todo. La intención del chico no había sido la de engañarle en ningún momento. Eso habían sido los "daños colaterales", y para repararlo Nick le estaba diciendo lo que había hecho, aun creyendo que él iba a enfadarse.
- Está bien, Nick. Ya lo sabía. Wyatt te vio. Mira, lo que menos me gusta de todo esto es que dejaras sólo a tu hermano…
- No podía llevarlo al P3.
- No, cierto, no podías. Y técnicamente tampoco podías ir tú, pero escogiste ir por libre.
- Lo siento.
- Más lo siento yo. Nick, el motivo principal por el que no podías ir es porque ya hay bastantes cosas que pueden ponérmelo difícil con los de asuntos sociales. La policía te encontró cuando te escapaste, Peter se encontró con su maltratador…No quería sumarle tu detención por pillarte en un local donde se vende alcohol.
- No me detuvieron. Y no bebí alcohol.
- Lo sé. Pero es mi local ¿entiendes? Si se enteran de que estabas allí podrían usarlo en mi contra. Como si te hubiera dejado entrar.
- Lo siento.
- Sí, lo sientes, pero aun así volverías a hacerlo con tal de ver cantar a Peter. Te dará igual si para eso tienes que salir de casa sin que yo lo sepa o dejar sólo a tu hermano pequeño.
- Papá, ya me siento muy culpable. Sólo…castígame y no me regañes más, por favor.
- No te voy a castigar.
Nick le miró y vio que lo decía en serio.
- ¿Por qué no? Sé que no debería haberlo hecho…
- Si a mí me dicen que no van a castigarme no pregunto por qué. Doy las gracias y desaparezco antes de que cambien de opinión.
- Gracias – dijo Nick, pero no desapareció, sino que en lugar de eso le dio un abrazo. – Pero…en serio…¿por qué no?
- Porque me has dicho la verdad aun creyendo que yo no lo sabía. Quiero que aprendas que tienes que decirme la verdad siempre, y esta me parece la mejor forma. Además, por lo visto tienes una nueva intercesora.
- ¿Eh?
- Amy. – explicó. – También te ha hecho un regalo. Pero te lo doy mañana. Ahora sube a ducharte. Y Nick – añadió cuando el chico se levantaba – si digo castigado sin salir es castigado sin salir.
Nick asintió, y subió escaleras arriba, algo sorprendido por haberse librado de aquella.
Chris subió poco después, a ver a Leo, que estaba ya con el pijama, leyendo un libro.
- Hola – saludó el niño con una sonrisa.
- Hola, campeón.
- Peter ha venido muy contento.
- Lo ha hecho muy bien. El tío Wyatt lo ha grabado. Mañana lo vemos ¿vale?
Leo asintió, y sonrió.
- ¡He hecho todos los deberes!
- Así me gusta, campeón – le felicitó Chris, y le dio un beso en la cabeza. - ¿Qué lees? – le preguntó.
- Un libro viejo. Ya casi me lo sé de memoria, pero ahora mismo no tengo ningún libro nuevo para leer, porque los de Peter tienen mucha letra y muy pequeña.
Chris sonrió un poco.
- Pues creo que yo puedo solucionar eso. Mira lo que me ha dado Amy para ti.
Chris sacó el regalo de Leo, que era, como no, un libro. Leo lo abrazó como si no hubiera visto uno en su vida.
- ¿De verdad? ¿Por qué?
- En sus propias palabras, porque ella hace regalos cuando se la antoja.
- Amy me cae muy bien, papá – comentó Leo, dejando el libro con cuidado sobre la cama. – Me alegro de que sea tu novia.
- Yo también me alegro – dijo Chris. Esas palabras le habían hecho muy feliz. Si sus hijos hubieran tenido algún problema con el hecho de que el saliera con Amy él no hubiera sabido qué hacer.
- Además es muy guapa. – añadió Leo con una risita.
- Oye, ¿y qué haces tú fijándote en esas cosas? – preguntó Chris, y empezó a hacerle cosquillas.
- ¡Es la verdad! – se defendió el niño riendo – La he hecho un dibujo, mira.
Chris le dejó espacio, y el niño cogió un papel de su mesa.
- Caray, te has esforzado mucho – comentó Chris. Más allá de que estuviera mejor o peor, Leo había hecho un fondo entramado que debí de haberle llevado mucho tiempo.
- Es que me he aburrido cuando se ha ido Nick…
- Ah, sí. ¿Qué tal tu primera vez sólo en casa? – preguntó Chris con curiosidad. Leo aún era pequeño, y por eso no le había gustado que Nick le dejara sólo, pero tal vez podía ir empezando a quedarse en casa en ratitos cortos, para ganar independencia y todo eso.
- No quiero quedarme sólo nunca más – le dijo Leo, algo compungido, y luego añadió, en voz bajita – Me da miedo.
- ¿Por qué, campeón?
- ¿Y si no volvéis?
- Leo, claro que vamos a volver. Siempre.
- Pero…¿y si no? ¡No volváis a dejarme sólo! – pidió el niño, y Chris vio que estaba a punto de llorar.
- Está bien, campeón. Tranquilo.
- Nick es malo – declaró Leo.
- Él no quería dejarte sólo, pero quería ir a ver a Peter.
- Sigue siendo malo – insistió el niño, con una cara de indignación tan grande que Chris tuvo que sonreír.
- Se lo diré de tu parte.
Estuvo con Leo unos minutos más, y luego bajó a hacer la cena.
Mientras él hacia esto, Nick estaba en su cuarto, pensando en muchas cosas a la vez. Chris tenía razón: aunque sentía haberse ido, dejando sólo a Leo y desobedeciendo a Chris, volvería a hacerlo por acudir al concierto de Peter. Su hermano había estado increíble, y además…¡era su hermano! ¡Su gemelo! Su otra mitad. De alguna forma Chris lo entendía, y por eso no se había enfadado, aunque decía que Amy había hablado en su favor. Al final que su padre tuviera novia no iba a ser tan malo…
Justo en ese momento oyó una musiquita conocida, y de pensar en la novia de su padre pasó a pensar en la suya propia, o en su "proyecto de", o en lo que fuera. Pensó en Rachel, casi seguro de que era ella quien llamaba. Porque lo que había sonado desde otra habitación era su móvil. Mordiéndose el labio con inseguridad, Nick fue al cuarto de Chris dispuesto a contestar sólo a aquella llamada. Escuchó, y le pareció que el sonido veía del armario de Chris. Concretamente, de encima. Saltó para llegar...pero en vez de coger el móvil, lo tiró. Y también una caja que Chris tenía sobre el armario. El contenido de la caja se volcó y Nick vio muchas fotos. Salían Leo de chiquitín, su padre, y una mujer a la que no conocía.
"Mierda. Mierda mierda mierda".
Nick empezó a recogerlo, pero escuchó pasos y salió corriendo de allí. Chris subía para avisarles de que bajaran a cenar, y para cambiarse de ropa. Fue a su cuarto a ponerse la camiseta vieja y el pantalón con el que solía dormir, y vio la caja en el suelo. Recogió las fotos y las dejó sobre su cama.
- ¡Chicos! – llamó. Tras unos segundos, y extrañados porque les llamara así, en plural, sus tres hijos entraron en su cuarto. - ¿Sabéis qué ha pasado con la caja que tenía en mi armario? ¿Se ha caído?
- Ni, idea, papá – dijo Peter. Leo negó con la cabeza, y Nick hizo lo mismo. Chris suspiró. Sola no se podía haber caído. El contenido de era caja era importante para él. Eran las cosas de su mujer. Chris miró una foto y se entristeció al instante. Se planteó por vez número mil si hacía bien en intentarlo con Amy. Su corazón aún se aceleraba cuando veía una foto de Bianca.
- Papá, no te pongas triste – dijo Leo, y se sentó con él, a mirar las fotos. Acarició la cara de su madre. Fue un momento intenso entre padre e hijo, con el fantasma de Bianca en la memoria de ambos. Chris rodeó a Leo con un brazo.
Nick se sentía fatal. Había estado a punto de decir que él la había tirado al intentar coger el móvil, pero él sabía que aquellas fotos eran importantes y tal vez su padre no pudiera perdonarle que las hubiera tirado. Si él tuviera una foto de su madre mataría al que osara tocarla. No, Nick no iba a confesar. No aquella vez.
Chris suspiró, e intentó ser fuerte. Guardó las fotos con cuidado.
- Está bien. Ya está la cena. Anda, bajemos.
Se pasó la mano por los ojos, para impedir salir a las lágrimas que querían traicionarle. Peter no sabía si darle un abrazo o no hacer nada. Le dedicó una mirada de profundo cariño, y salió de la habitación junto con sus hermanos.
- Nick – llamó Chris, y por un instante Nick entró en pánico, creyéndose descubierto. - No te has duchado.
- N-no.
- Pues muy mal. Mañana por la mañana. A primera hora. Te levantaré a las ocho, por listo.
- V-vale, papá.
Madrugar un sábado era la menor de las preocupaciones de Nick en ese momento.
El principio de la cena transcurrió en silencio, pero luego surgieron algunas anécdotas del concierto. Peter contó que hubo un momento en el que dejó de oírse por un fallo técnico, y cantó totalmente "a ciegas". Chris le aseguró que no se notó. Después de la cena, y como ninguno de sus tres hijos podía ver la TV, cada uno se fue a su cuarto. Chris les dijo que no se acostaran muy tarde, pero no les presionó, porque era fin de semana. Él se fue a su cuarto, y entonces lo vio: el móvil de Nick en el suelo. Y ató cabos. El móvil tendría que estar encima del armario, como la caja. La caja estaba en el suelo…
Chris fue al cuarto de Nick, y le dedicó a su hijo una mirada fría como el hielo.
- ¿Se te ha caído la caja cuando intentabas coger el móvil?
El acero en la voz de Chris le quitó a Nick cualquier intención de mentirle.
- S-sí.
Chris cerró los ojos, profundamente dolido.
- ¿Para esto sirve tratar de ser bueno contigo? ¿Para qué intentes coger un móvil que te he quitado por no hacer buen uso de él y luego me mientas a la cara, después de haberte dicho lo mucho que odio que me mientas? ¿Es que sólo entiendes el lenguaje de los castigos?
Chris no le dejó responder. Avanzó hacia él y se sentó, poniéndolo sobre sus rodillas. Nick se quedó sin respiración por la rapidez casi sobrenatural del movimiento. Chris le bajó el pantalón, y orbitó el cepillo.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Nick comenzó a llorar, sin poder contener más el llanto.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Si te quito el móvil por un castigo, no puedes cogerlo.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Si te hago una pregunta directa como la que os he hecho antes a ti y a tus hermanos…¡NO PUEDES MENTIRME! No puedes mentirme nunca. Pensé que te había dejado claro que quiero siempre la verdad. Pero voy a ocuparme de que te quede claro ahora.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris dejó el cepillo, y levantó a Nick, viendo que el chico estaba llorando mucho y que él estaba realmente enfadado.
- Ponte en esa esquina. – le ordenó, de forma brusca, y Nick obedeció. Chris salió del cuarto realmente frustrado. No tanto con Nick, que también, sino consigo mismo. Había sido muy brusco con él. No solía hablarles en ese tono, y menos después de un castigo. ¿Cómo había sido capaz de dejarle llorando sin hacer nada? Pero estaba enfadado y necesitaba salir de allí, a despejarse. Estaba respirando hondo, para volver y hablar con él, cuando sonó su móvil. Lo sacó del pantalón: era su madre.
- Hola, mamá.
- ¿Cómo que "hola mamá"? ¿Es verdad que estás saliendo con una chica?
"Gracias, Wyatt" pensó Chris, deseando que su hermano pudiera percibir su sarcasmo desde la distancia.
- Pues…sí.
- ¿Y no me dices nada?
- En realidad, hace poco tiempo que…
- ¡Quiero conocerla! – exigió Piper desde el otro lado del teléfono, sin dejarle terminar. Chris escuchó reír a su padre, que debía de estar cerca del teléfono también.
Chris estuvo un rato hablando con su madre sobre Amy, y al final tuvo que prometer que se la presentaría. Le deseó la peor de las torturas a su hermano, y al final se las apañó para colgar: había visto a Leo entrar y salir varias veces, esperando claramente a que terminara de hablar.
- Leo, ¿qué querías, campeón?
- Nick está llorando mucho…Se le oye desde mi cuarto…
Nick. Claro. Chris casi se había olvidado de él. Casi.
"¿Aun está llorando?"
No quedaba ya rastro de su enfado, pero además aquella frase de su hijo pequeño hizo que se le encogiera el corazón. Fue a ver a Nick y vio que aún seguía en la esquina, deshecho en llanto. Se sintió muy mal.
- Nick…- llamó, con voz dulce. Como toda respuesta, Nick sollozó más fuerte. – Nick, cielo. Anda, ven aquí.
Nick lo hizo, primero muy despacito, y luego muy rápido, dándole un gran abrazo. Chris sólo le había visto llorar así en una ocasión, cuando le había pegado con el cinturón, y su sentimiento de culpabilidad aumentó, porque no era consciente de haberle pegado tan fuerte aquella vez. Quiso comprobar si le había hecho algún cardenal, pero Nick tuvo miedo de que fueran otras sus intenciones. Chris le tranquilizó.
- Ya no voy a castigarte. – dijo, y luego suspiró, aliviado porque no vio ninguna señal, aunque Nick aún tenía el trasero algo rojo. - ¿Por qué lloras así, mi vida?
Nick no respondió, y se limitó a abrazarle. Pero Chris creía saber por qué era: como Peter había dicho aquella tarde, refiriéndose a Leo, lo que les entristecía más era que se enfadara. Chris le dio un beso a Nick en la cabeza.
- Siento haberme enfadado tanto, pero odio que me mientas, Nick. Realmente lo odio. Sabes que no podías coger el móvil, pero no me habría puesto así si me hubieras dicho la verdad cuando os lo pregunté.
- No...snif…no…sniff….- Nick respiró hondo para poder hablar - no quería que me odiaras por haber tirado las fotos de tu mujer.
- No se habrían caído si no hubieras intentado coger el móvil. Pero aun así fue un accidente. Si me lo hubieras dicho, lo hubiera entendido. Y jamás voy a odiarte.
- ¿No me odias?
- Claro que no, corazón.
Nick aun lloró un poco más, pero luego se serenó. Chris le acarició el pelo.
- Tú no eres un mentiroso, Nick. No vuelvas a hacerlo ¿de acuerdo? Y tampoco cojas el móvil. Puedes sobrevivir una semana sin él. Me dijiste que antes de venir aquí no tenías.
- Pero tampoco tenía a Rachel…
Muy a su pesar, Chris sonrió.
- Nada va a cambiar entre vosotros porque no tengas móvil
- Claro que sí, ¡va a cambiarlo todo!.
Chris supo ver que Nick no podía evitar ponerse tan melodramático en ese asunto, iba dentro del pack de la adolescencia.
- Aún puedes hablar con ella en clase. Y tú no puedes salir, pero ella puede venir a casa.
- ¿De verdad?
- Si no vuelves a mentirme, sí.
Nick le dio otro abrazo, algo ilusionado por aquella nueva oportunidad de estar con Rachel.
- Papá…- empezó, pero no pudo terminar.
- ¿Sí? – le animó Chris, haciéndole mimos.
- ¿Me quieres? – preguntó Nick, muy bajito. Tan bajito que creyó que Chris no lo habría oído.
- Con toda mi alma.
- Siento haber tirado las fotos de la madre de Leo. No fue muy intención. No soy tan insensible.
- Ya lo sé. Y no te he castigado por eso. Ya te he dicho que entiendo que fue un accidente. Ha sido por mentirme, y por intentar coger el móvil.
- Eso también lo siento. ¿Me perdonas?
- Claro que sí, Nick.
Chris se asombró de lo niño que parecía "su niño" en aquellos momentos. Era como si estuviera oyendo a Leo.
- Anda, métete en la cama. Voy a traerte el regalo de Amy.
- ¿No has dicho que me lo darías mañana?
- He cambiado de opinión. Además, yo también quiero ver qué es.
Chris quería ver sonreír a su hijo. Trajo un paquetito de forma extraña y algo irregular y se lo dio a Nick para que lo abriera.
- ¡Es una tarta de chuches! – dijo Nick, y se rió. - ¡No me puedo creer que lo haya hecho!
- ¿A qué te refieres?
- En la cena me preguntó cuál era mi comida favorita. En ese momento no se me ocurría una sola, así que le dije que una vez me regalaron una tarta de chuches en el orfanato, y pensé que era la mejor comida del mundo. ¡Se ha acordado!
Nick miraba aquella tarta como si fuera un gran regalo. A Chris le encantó verle contento de nuevo, así que fue incapaz de decirle que no comiera hasta el día siguiente. De todas formas, Nick no tenía mucha hambre, así que cogió sólo una nube, y luego le ofreció otra a Chris.
- No, cómetela tú.
- Si hombre, ¡como que me voy a comer yo todo esto!. ¡Ni en una semana entera!
- Pues compártela con Leo. Así a lo mejor consigues que te perdone.
- ¿Está muy enfadado?
- Mañana se le habrá olvidado. Y si le sobornas con esto mucho más.
Nick dejó la tarta en la mesa y luego juntó los dedos de una forma algo graciosa.
- ¿Te quedas conmigo hasta que me duerma?
- Pensaba hacerlo de todos modos.
Nick sonrió, y se arropó casi hasta las orejas, manos incluidas.
- Pareces una momia.
- ¡No empieces con tus comparaciones! ¡Habíamos quedado en que era un lémur!
- Un lémur, que duerme como una momia.
Nick se rió, y le miró de una forma extraña. De hecho, le miró fijamente durante un rato, hasta que al final a Chris le pudo la curiosidad.
- ¿Por qué me miras así?
- Intento averiguar por qué te has vuelto tan imprescindible en mi vida. Si a ti te pasa algo, yo me muero.
- Eso tendría que decirlo yo.

- Dejémoslo en tablas.

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