UN PAPÁ PARA SIEMPRE
-Qué mierda vienes a hacer
aquí?! Maldito hijo de puta! Te odio, te odio con toda mi alma, desgraciado!
Odio todo lo que tenga que ver contigo... cómo mierda no te moriste en la
explosión! - Gritó un frustrado adolescente, escupiendo rabia y saliva contra el
intruso que tenía al frente, estrellando sus puños contra su pecho.
-Tani...
hijito, no digas eso, por favor! - Las palabras de su hijo le dolían en lo más
profundo de su corazón, mucho más que aquellos golpes duro que le propinaba su
niño. Pero no podía culparlo. Sabía lo mucho que Estanislao había sufrido por
su ausencia. Cómo podía hacer para borrar ese dolor? Se había quedado sin
respuestas hacía mucho rato. Su hijo sólo veía en él a un enemigo imperdonable,
un ser despreciable que si le permitía quedarse cerca sólo volvería a
lastimarlo, y Estanislao ya no quería sufrir más. Su corazón aún estaba frágil,
le había costado tanto juntar los pedacitos que habían quedado desperdigados
por el suelo con la huida de su papá...
Wenseslao
apretaba sus manos, sintiéndose incapacitado. No habían palabras para explicar
cuánto sentía haber tomado la decisión que tomó. Pero era joven e impulsivo
cuando decidió marcharse. Y el miedo a la cárcel fue más fuerte que cualquier
otra cosa, por lo que tomó sus pocas pertenencias y se fue para no volver nunca
más... Eso hacía 9 años.
Wenseslao
venía corriendo lo más rápido que sus piernas le permitían, cargando un bolso
de cuero negro, bien agarrado a su mano. A su lado, su primo Teo trataba de
seguirle difícilmente la marcha. Él también traía un bolso. A lo lejos, las
sirenas de los móviles policiales daban buena cuenta del por qué de tan
desesperada carrera. Ambos muchachos venían huyendo de la policía. Esos bolsos
eran el jugoso botín que habían conseguido... por el momento.
-Tenemos
que entregarnos, Wen.
-Estás
loco? Para que nos echen 20 años?! Claro que no. Voy por Tani y María. Iremos a
la cabaña de mis abuelos.- Dijo bastante agitado.
Sólo
estaban a unas cuadras de la casa de Wenseslao. Pero antes que cruzaran la
calle, se les atravesó una patrulla.
-Maldición.
Hijos de perra!- Exclamó Teo.
-Por
aquí. -Wen le jaló del brazo, llevándolo por un callejón.
Los
ojos de ambos hombres brillaron esperanzados cuando encontraron un automóvil
con las llaves puestas -Su ocupante justo había bajado a dejar un paquete, no
pretendía tardarse, pero cuando regresó ya no encontró su vehículo-
-Wenseslao,
salgamos de aquí. Ya luego buscas a tu familia. Ahora debemos poner la mayor
distancia de esos cretinos.
-NO! No
me iré sin mi familia. -Decidido como siempre.
-Wennnnn!-
Renegó Teo. Pero cerró la boca, pues sabía que cuando Wenseslao se ponía así de
firme, no había quién lo hiciera cambiar de opinión.
Cuando
llegaron a la casa, Wen bajó rápido del coche. -María. María trae al niño. Nos
tenemos que ir ya!- Gritó entrando a la casa.
-Qué
sucede, Wen? Por qué estás tan nervioso?! Qué hiciste?!- Preguntó angustiada.
-Cariño.
Debemos irnos. Te prometo que todo saldrá bien. Sólo trae a mi hijo. Taniii,
hijito, ven!- Llamó.
El nene
apareció corriendo y se arrojó a los brazos de su papá. -Papiii
Wen
abrazó a su pequeño. Tani tenía sólo 6 añitos. -Ven, bebé. Vamos de viaje.
-Yupiiii....
voy por mi Woody! -Dijo el peque, bajándose de los brazos de su padre
-No, mi
niño. No hay tiempo.
-Pero....
-Shhh...
Tendrás a tu Woody como nuevo, pronto. Ahora, ven con papá. María, salgamos
ya...
-No me
voy a ningún lado. Y no te vas a llevar a mi hijo... Hijo de puta, qué macana
te mandaste!
-María...
-Maldita
sea, Wen. La policía está cerca...- Advirtió Teo, desde la puerta.
Wen
miró con desesperación a su mujer y a su bebé. Quería llevárselos con él. Pero
pensándolo mejor, era más prudente dejar a su familia y luego mandar a
buscarlos, como había sugerido su primo.
Cuando
salieron de la casa, vieron las patrullas que empezaban a llegar. Era imperioso
escapar. Sin dudar más, dio un último vistazo a sus amores y se perdió en el
auto.
-Noooo,
papiiiii, no te vayas!- María logró atrapar al nene antes de que bajara las
escalinatas de su casa. -Papiiiiiiiii.... buaaaaaaaaaa.... no me dejes!-
Wen
estuvo a punto de bajarse pero, en ese momento, Teo arrancó.
Dos
cuadras más adelante, el coche con los dos ocupantes explotó ante la sorpresa
de todos.
-Nooooooooooo!!!
-Gritáron María y Estanislao, con el llanto a viva lágrima.
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Nueve
años después, Tani salía del colegio albergue al cual asistía, acompañado de
uno de sus amigos, que trataba de animarlo.
-Vamos, Tani. Qué te sucede?! Sacaste un diez y traes cara de perro apaleado.
Yo en tu lugar estaría dando saltos!
-No es
nada, Rob, ya se me va a pasar. Quiero estar solo, quieres?!- Dijo, apresurando
sus pasos, dejando atrás a su amigo, quien sólo suspiró. No entendía por qué el
muchacho tenía esa tendencia depresiva.
Tani
caminaba con la cabeza gacha y los hombros hundidos, sintiendo como si cargara
una roca en su espalda. Esa fecha lo hacía sentir el ser más miserable de la
Tierra. Ese era el día en que había perdido a la persona más importante de su
vida, a su padre.
Unos
años después, el cáncer de su madre le arrebató el último pedacito de su
familia que le quedaba, dejándolo en una horrenda soledad, a merced de sus
tíos. Unos buenos para nada que sólo habían aceptado cuidarlo para quedarse con
la casa.
Su vida
no podía ser más desagradable. Era tan infeliz. Sin padres ni hermanos, sin
familia a la cual acudir, sin amor... Dieciséis años tenía, y ya la vida le
había jugado tan chueco que hasta un caracol parecía tener menos curvas. Él ya
estaba cansado de eso. Qué más daba vivir en esa agonía? Para qué
hacerlo?
No supo
en qué momento, las lágrimas bañaron sus mejillas, pero él no permitiría que lo
vieran llorar... aunque, qué le importaba si le hacían burla de eso? Si ya
sabía muy bien lo que iba a hacer!
Cuando
estaba a un par de cuadras de su casa, se giró en sentido contrario. Su
objetivo eran las vías de tren que no tardaba en pasar por allí.
El
muchacho estaba muy ensimismado en su pena. Le podía pasar un tren por encima y
él no se daría por enterado- Y al parecer, ese era el objetivo- Pero no se
percató del par de ojos que venían siguiéndolo, sin perderle rastro, y que
miraba preocupado el camino que ese adolescente había tomado.
No
faltó nada para que la bocina del tren anunciara la llegada de la locomotora.
Pero el chico seguía imperturbable en su andar.
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iiiiiiiiiiiiiiiii.... piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iiiiiiiiiiiiiiiiii.....
Los
maquinistas le hacían señas y gestos para que Tani se quitara, pero el parecía
no verlos.
Para
colmo de males, la maldita máquina era una porquería que el estado había
querido poner en funcionamiento para alivianar los problemas de transporte de
la gente, pero sin preocuparse del estado en el que estaban, por lo que los
frenos tardarían en hacer su trabajo.
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iiiiiiiiiiiiiiiiiiii.... piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iiiiiiiiiiiiiiiiiiiii....
A
escaso metro de la formación, una figura saltó encima del muchacho, quitándolo
al fin de las vías y de su claro y cruel destino.
-Te
tengo, hijo. Te tengo, te tengo... te tengo, pequeño! Shhhhhh.... mi niño
lindo. Qué pretendías hacer?! Qué estabas por hacer, Tani? - Decía Wenseslao,
abrazando con fuerzas el cuerpo de su hijo contra el suyo.
Tani
tenía los ojos cerrados. Aquello era un sueño?! No. Seguramente había muerto y
al fin estaba al lado de su padre. Pero entonces... por qué sentía ese dolor en
su pierna?!
Cuando
Wenseslao y él cayeron al suelo, el chico se golpeó la pierna contra una
piedra, pero el daño era mínimo. Cuando alzó la vista, no podía creer lo que sus
ojos le mostraban. Era él. Su papá!
-Qu..qué..
qué haces? Quién eres? Tú... tú estás muerto! -Susurró con trepidación.
-Wen
quiso abrazarlo nuevamente, pero su hijo se lo impidió.
-Noooo.
Noooo.. Aléjate de mi! - Tani apartó la mano de su padre y se alejó unos pasos
de él. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, al igual que los de su padre.
-Hijo,
déjame que te explique, por favor!
-Explicarme,
papá?! Qué?! Que te desapareciste nueve malditos años?! Que te fuiste a gastar
tú solo el dinero que robaste?! Que no te importó que mamá enfermara?! Que yo
quedara solo?! Que el bastardo de Héctor me golpee casi todas las semanas?!
-Dijo con su voz herida, cargada de rabia. El corazón de Wenseslao se apretó
más en su pecho ante ese último dato.
-Mi
niño- Murmuró. Si tan solo tuviera a ese Héctor en frente suyo, ya vería el
condenado ese cómo le iba. Meterse con un niño indefenso como su hijo! No
le quedarían ni ganas de levantarle la voz!
-Vete...
Vete, por favor! Tú estás muerto para mí... -Fue decir eso, que ambos corazones
parecieron dejar de latir.
Estanislao
no quería que su padre volviera a irse. Él quería correr nuevamente a sus
brazos y esconderse en ellos de todos sus temores. Quería que su papá lo
protegiera y le diera besos en la frente, y ahuyentara sus miedos como cuando
era pequeño y lo asustaban los fantasmas de su imaginación. Pero el dolor de
todo su presente no hacían más que resentirlo.
-Hijo,
déjame hablar, por favor. Tienes que escuch...
-Que no
lo entiendes?! Maldita sea, estúpido de mierda. Vete! -Y Tani se agachó para
alzar una piedra y se la tiró a su padre.
Wen la
esquivó y cuando vio que el propósito de su bebé era recoger otra, avanzó hacia
él y lo tomó en sus brazos.
-Suéltameeee...
déjameeee... déjameee!!! Qué mierda vienes a hacer aquí...- Gritó exasperado,
golpeándolo en el pecho con sus manos cerradas. Wen lo dejó hacer, pensando que
sus golpes dolían mucho menos que sus palabras. Lo tomó de los antebrazos y
esperó pacientemente porque su niño se desahogara.
-Por
qué te fuiste papito?! Por qué me dejaste?! -Lloró al fin, cansado de luchar,
arrojándose a los brazos tibios de su padre. Cuánto lo había necesitado.
-Shhhh....
mi bebé! Llora todo lo que quieras, pequeñito mío, que papá te tiene ahora y no
te dejará nunca más! Me tienes aquí, hijo mío! Estoy aquí, vivo por ti... -Le
decía, acariciando su cabecita, haciendo círculos en su espalda.
-Dónde
estuviste? Por qué no me llevaste contigo...-Lloriqueó. Se sentía un niño otra
vez.
-Estuve...
estuve metido en muchos problemas, cariño.
-Cómo
sobreviviste si yo vi cómo explotó el auto?
-Es una
larga historia, mi rey... y muy triste e increíble también. Sólo... sólo
digamos que no salí muy bien librado...- Dijo y se levantó un poco el pantalón
que llevaba puesto, mostrándole a su hijo de qué estaba hecha su nueva pierna.
Tani lo
miró sorprendido. -Tu pierna, papi... es... es de...
-Sí,
hijito. Pero no te preocupes que ya la siento como propia...- Mintió. Jamás se
acostumbraría, pero al menos daba gracias que no hayan sido sus brazos, porque
se hubiera perdido de tenerlo así de acurrucado en ellos.
-Te
extrañé tanto, papito. Mamá... ella... sniff...mi mamita murió.
-Shhhhh...
lo sé, mi sol. Lo sé y lo siento mucho.
-Y el
tío y la tía me odian... snif snif.. no quiero seguir con ellos, por
favor!
-Claro
que no lo harás! Es más, ellos hoy mismo se van a largar de nuestro
hogar...
-Y.. y
yo con quién viviré?- Tani se sentía aliviado porque sus tíos se marcharan,
pero... entonces con quién estaría él? A su papá se suponía que lo buscaba la
policía!
-Conmigo,
hijo. Con quién más?! - Le respondió sonriéndole-
-Y la
policía?! Ya no te busca?!- Sus pensamientos se habían convertido en palabras.
-No te
preocupes por eso, Tani. Ya estoy libre de toda culpa. Mis abogados se
encargaron de eso.
-Te
amo, papá. Gracias por volver por mi... gracias por... por rescatarme!
Wen
alzó a su hijo en brazos y lo llevó hasta una de las bancas que habían cerca de
allí. Pensaba llegar así hasta su casa, pero aún quedaba un trecho largo para
eso y necesitaba tratar un tema aún con su hijo. Lo que había tratado de hacer
hacía sólo unos momentos era una falta muy grave. No quería ni imaginarse qué
sería de él si no lo quitaba de las vías a tiempo.
-Vamos
a hablar, tesoro. Sé que tu vida ha sido dura. Todo esto es mi culpa, y no
habrá eternidad que me alcance para saldar mi deuda contigo, pero atentar
contra tu vida nunca más lo harás, Estanislao. Por muy dolido que estés, por
muy difícil que parezcan las cosas, lo que intentaste hacer no es la salida.
-Decía muy seriamente Wenseslao,volcando a su hijo sobre sus piernas.
-Papáaaa...
-PLAFFFF
PLAFFF PLAFFF PLAFFFF PLAFFF PLAFFFF PLAFFF PLAFFF FFF PLAFFFF
-Auuuuuuuu......
buaaaaaaaaaaaaa... nooooo... Ayyyyyy... buaaaaaaaaa- Tani comenzó a llorar
enseguida. Su papá estaba castigando su trasero muy duramente.
-PLAFFFF
PLAFFF PLAFFF PLAFFFF PLAFFF PLAFFFF PLAFFF PLAFFF FFF PLAFFFF
-Papiiiiii,
yaaaaaaaaaaaa.... dueeeleee.. snif snif ... dueleeee... buaaaa!!
-Casi
muero al ver ese tren acercarse a ti... -PLAFFFF PLAFFF PLAFFF PLAFFFF PLAFFF
PLAFFFF PLAFFF PLAFFF FFF PLAFFFF- Que sea la última vez, pequeño. Que sea la
última vez! PLAFFF PLAFF PLAFF PLAFFF- Añadió las últimas palmadas,
asegurándose que cayeran en la parte alta de los muslos de su niño.
-AUUUUCHHHH...
Augghhhh,... auuuuuu!! Buaaaaaaaaa... no más, no más, noooo!!! Buaaaaa...
-Shhhhh...
shhhh, ya está, ya está campeón. Es todo, bebé. Shhhhh... ya se terminó, mi
niño. Ya se terminó ésta pesadilla.. Estamos juntos, estás con papá ahora...
shhhhh....-Consolaba el hombre dando vuelta a su hijo para dejarlo sobre sus
rdillas, pero ésta vez acunado en su regazo, como si fuese un bebé.
Tani se
dejó mecer por su padre, adormilándose con el sonido de su voz. No tenía miedo
a dormirse, pues sabía que al despertar, su papá seguiría a su lado,
protegiéndolo y amándolo como siempre lo había hecho.
Feliz cumple, Marambra!!! Que el Señor te regale un gran año!!!
Lady... Que bonito regalo y que bonitos nombres escogiste Estanislao y Wenseslao me han trasladado a mi ninez... Era el nombre de unos vecinod que tenia y casualmente eta hijo y padre... Y eran de Chile. Leer estos nombres me hizo recordar a los dulces que invitaban y a su muñeco que se llamaba petete... Un hermoso recuetdo como el relato
ResponderBorrarMarambra