Chapter 80: Cambio de familias
REALIDAD 1
Christopher se
sintió como si acabaran de volver a coserle un brazo que le habían cortado.
Pero la sensación duró sólo dos segundos porque, cuando abrazó a Peter, notó
algo raro. El chico no le devolvía el abrazo. Y de pronto...
- ¡AAAAh! ¡No, suéltame,
suéltame!
Peter empezó a
gritar, histérico como Chris le había visto pocas veces. Esa reacción se
parecía mucho a la que tuvo al verle después del secuestro de Barbas, o cuando
le vio con un bate en la mano: Peter tenía pánico.
- Tesoro, cálmate
por favor. Soy yo, soy papá. – dijo y le agarró, porque Peter hizo ademan de
salir corriendo. Cielo santo, ¿qué le habían hecho a su niño? ¿Por qué estaba
tan asustado?
- No me toques…no…no
me toques…
- ¿Qué? Tesoro, ¿qué
ocurre? Peter…tranquilo, Peter, tranquilo.
- Suéltame…suéltame…
- De acuerdo,
tesoro, tranquilo. Te suelto ¿vale? Pero no salgas corriendo. – dijo Chris,
sorprendido y preocupado. Poco a poco aflojó el agarre y alejó las manos. Peter
temblaba y sus ojos eran los de un niño asustado. Por unos segundos pareció que
iba a irse, pero finalmente no lo hizo.
El corazón de Peter
latía a mil por hora. Se había visto sólo y atrapado en aquél inframundo
similar al suyo, y en seguida le rodearon los demonios. Se abrió paso a través
de ellos, en una lucha épica hasta que logró recordar el conjuro que le sacaría
de allí. Ya en el mundo exterior, tras tres meses sin ver la luz del día, el
sol le cegó, y la gente se le quedó mirando, pues estaba cubierto de sangre de
demonio. Entró a un servició público, se lavó la cara y las manos, y no
reconoció al tipo del espejo. Era él, desde luego pero tenía el pelo mucho más
corto. Sus rizos seguían ahí, pero estaban bien peinados. El piercing de su
oreja había desaparecido. Y vestía aquella…aquella estúpida ropa de niño bueno…Barbas
había hecho aquello. Barbas le había cambiado, para que se pareciera al Peter
al que tenía que sustituir. Y si no lo hacía mataría a su familia…Ni siquiera
perdió tiempo en contemplar la posibilidad de no hacerlo. Siempre le había
gustado la actuación: era el momento de comprobar si era buen actor. Lo primero
era la caracterización. Peter apoyó las manos en el lavabo de aquél cuarto de
baño, y estudio su nuevo rostro. Su cara era la misma, pero había algo que no
encajaba. Algo que no armonizaba con aquella ropa de sport, que Barbas le había
proporcionado. Sin duda, era la sangre: la ropa estaba manchada, y no podía
presentarse así ante nadie. Pero había algo más: sus rasgos…sus ojos…eran
agresivos…Peter estaba lleno de ira, y algo le decía que su alter ego no
tendría esa expresión de furia en el rostro. Le habían dicho que ese Peter era
bueno, así que él intentó fingir una sonrisa y una cara de amabilidad. Fue
difícil, pero creyó conseguirlo. Bien.
Sólo quedaba el
asunto de la ropa. Un chico entró en el lavabo y Peter le agarró del cuello. Le
observó bien. Pantalones vaqueros, camiseta azul…
- ¿Qué haces,
imbécil?
Peter le ignoró. Le
pareció que aquella ropa daría el pego. No era negra como la que él solía usar.
- Quiero tu ropa –
le dijo.
- ¿Qué?
- Tu ropa. Dámela.
- ¿Estás loco?
Peter le dejó
inconsciente de un solo golpe. Se sintió orgulloso por esa proeza. Luego atascó
el baño, e intercambió su ropa ensangrentada con la de ese chico. Volvió a
mirarse en el espejo. Perfecto.
Salió a la calle y
aun tuvo que protegerse del sol. Cuanta luz…No era sólo que él llevara mucho
tiempo en la oscuridad es que allí había menos contaminación, menos humo…¿dónde
estaban los contenedores volcados, los accidentes de tráfico, los gritos, las
peleas, los borrachos…? Mirara donde mirara veía gente paseando con mayor o
menos tranquilidad, con sus vidas, sus trabajos, de forma ordenada y
civilizada. Los edificios eran los mismos, pero evidentemente aquél no era su
mundo. Necesitó unos minutos para hacerse a la idea.
Intentó ver dónde se
había aparecido. Barbas le había dicho que todo en aquél mundo era físicamente
como en el suyo. Lamentó en esos momentos tener tan mala orientación. Gruñó.
Tendría que preguntar a alguien para tratar de ubicarse…Iba a abordar a un
viandante pero se detuvo en seco: modales. Tenía que mostrar amabilidad y buena
educación. Luchó contra los instintos que le pedían que dijera algo así como
"Tú, gilipollas ¿dónde estoy?" y forzó una sonrisa.
- Disculpe, ¿podría
decirme cómo se llama esta calle, por favor? – preguntó, y quiso darse de
tortas. Pero no perdió la sonrisa.
- Claro, chico.
Estás en Darmon Street.
Peter parpadeó. Eso
le dejaba igual, la verdad.
- ¿Cómo llego a
Angel Ave? * - siguió preguntando Peter, sabiendo que en aquél mundo la dirección
de su casa sería la misma.
- Buff, chico, estás
muy lejos. Tal vez quieras coger un autobús. ¿Llevas dinero?
Peter se palpó los
bolsillos. El pantalón robado que llevaba tenía un chicle, un teléfono móvil, y
una cartera, pero estaba vacía. La agitó con frustración, indicando que no, que
estaba sin blanca. El hombre al que estaba preguntando le miró con compasión y
entonces dijo algo que Peter no se esperaba oír:
- Yo puedo llevarte,
si quieres.
Se quedó a cuadros.
¿Lo decía en serio? En su mundo lo más normal habría sido que ni siquiera se
hubiera dignado a responderle, y desde luego jamás nadie se habría ofrecido a
ayudar a un desconocido de aquella manera. Miró al hombre con desconfianza.
¿Era un truco?
- No soy un asesino
ni nada de eso – continuó el hombre, notando sus reparos – Haces bien en no
confiar en desconocidos, pero lo cierto es que voy hacia allá y no me importa
llevarte. Pareces algo perdido, y tengo un hijo que rondará tu edad.
Tras dudarlo un
poco, Peter accedió a ir con aquél hombre y gracias a eso tuvo más datos de
cómo funcionaban las cosas allí. Tanta amabilidad le daba asco, pero tendría
que tragar con eso si quería dar el pego. El hombre le dejó en la esquina y
Peter se despidió de él. Suspiro, y caminó hacia su casa. Dudó antes de llamar…
…y ahí estaba. Tenía
a una mala copia de su padre frente a él, y le había tocado. Se bloqueó. Entró
en pánico. Era un contacto demasiado íntimo…. Peter padecía afefobia…Miedo a
ser tocado…Y aquél hombre acababa de violar su espacio vital de una forma
exagerada. Supo que tendría que haberse esperado aquél abrazo, pero lo cierto
es que no lo había hecho. Todo había sido demasiado rápido como para pensar en
posibles formas de encuentro.
Sin embargo, esa
muestra de afecto le hizo darse cuenta de que el Peter de aquél mundo no
compartía su problema. Y si quería ser él, tenía que comportarse como él. Hizo
por tranquilizarse, pero se mantuvo alejado y a distancia prudencial de aquella
burda imitación de su padre.
- Tesoro…¿te
encuentras bien? ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde has estado? Dios mío, Peter, estás
bien, estás aquí...- dijo Chris, y apenas podía contener los sollozos. Intentó
abrazarle de nuevo, pero Peter levantó los brazos como para impedirlo. - ¿Por
qué no me dejas abrazarte?
Peter le miró algo
asustado. Tendría que haber dedicado más tiempo a pensar qué iba a hacer con
aquél sujeto. En realidad, no sabía lo que Barbas pretendía de él. Sólo sabía
que tenía que hacerse pasar por el otro Peter. Era su misión. Su objetivo. El
medio de asegurarse de que no hacían daño a su familia.
- ¿Por qué no dices
nada? – preguntó Chris, cada vez más preocupado. – Peter…¿estás enfadado
conmigo? – añadió, con un principio de desesperación. Él había dejado que se lo
llevaran…él no le había encontrado y le había dejado sólo…Chris pensó que Peter
tenía motivos para estar enfadado.
Peter vio que
aquello era una forma lógica de explicar su extraño comportamiento, y decidió
ir por ahí.
- Sí. – respondió,
secamente.
- Lo siento, tesoro.
Hice… hice todo lo posible, te lo prometo. Dios…Cuando ese…cuando te cogieron
yo no podía hacer nada…no tenía poderes…- trató de justificarse Chris, sin
contener el llanto.
- Ya deja de llorar
– replicó Peter, fastidiado. Ese tipo se parecía demasiado a su padre como para
que le gustara verle llorar.
- Tienes razón,
estás bien, es lo único que importa…Ven, pasa. ¿Tienes hambre? ¿Has…has comido?
¿Te…te han hecho daño?
Peter lo pensó bien.
Tenía que elaborar una buena historia. Él llevaba tres meses siendo el preso de
un grupo de demonios, pero se suponía que el otro Peter no. Las palabras de
Barbas habían sido "él está con tu padre". Y Peter no sabía cómo
estaría tratando su padre a su alter ego, aunque deseó que muy mal, por
usurpador de hogares. Aun así, tenía que dar una respuesta, y decidió ser sincero:
- No me duele nada,
pero sí que tengo hambre.
- Te preparé algo de
comer.
No pudieron decir
nada más, porque en ese momento una bolita peluda se acercó a ellos, e intentó
lamer a Peter.
- Quita, bicho…-
replicó Peter, y quiso darle una patada a la perrita, pero Chris no le dejó.
- ¡Peter! ¡Que es
Ariel!
- ¿Ariel? ¿Esta cosa
es tuya?
- Nuestra. Tú la
trajiste, ¿lo has olvidado?
Peter miró a la bola
de pelo con incredulidad. Tuvo la confirmación: su versión de aquél mundo era
imbécil. Pero..¿qué clase de papanatas gilipollas amariconado …?
- ¡PETER! – gritó
una voz infantil, interrumpiendo sus pensamientos.
Leo. O la versión
suave de él, pero era Leo. Su hermano pequeño. Al que llevaba tres meses sin
ver. Ver a Christopher no le había impresionado tanto porque se había intentado
mentalizar para eso. Pero por alguna razón no había pensado que se encontraría
con los clones buenos de toda su familia.
El niño corrió y se
lanzó a abrazarle…y Peter se apartó bruscamente. ¿Pero por qué todo el mundo
quería toarle? ¡Sobones!
Leo casi se da de
bruces contra el suelo, y miró a Peter con los sentimientos heridos. Su padre
había dicho que Peter no se había ido por su culpa. Que él no era malo.
Entonces, ¿por qué no le abrazaba? Se le inundaron los ojos de lágrimas.
- Peter, es tu
hermano. Él no te ha hecho nada. – dijo Chris, en conflicto. Lo último que
quería hacer era regañarle, pero esa forma de tratar a la perrita…y esa mirada
de dolor en los ojos de Leo…Pensó que algo malo le había pasado a Peter, algo
horrible a juzgar por lo que Nick había sentido, y que debía tener paciencia.
Entonces bajó Nick.
Peter se llevó una gran impresión. Estaba acostumbrado a que Nick fuera un
calco de sí mismo, pero aquél chico era diferente…aunque su aspecto era el
mismo que "el nuevo aspecto" de Peter. Nick. Su otra mitad. Acababa
de dejarle atrás, pero aquél no era el mismo…Aun así, Peter se sintió inclinado
a llevarse bien con él. Sintió que iban a entenderse…y por lo visto se
equivocó:
- Hola – dijo Nick
con sequedad.
- ¿Hola? – preguntó
Peter sorprendido. Si no estaba mal informado, el Peter de aquél mundo también
había sido secuestrado, hacía algo más de una semana y estando muy mal herido.
Si hubiera pasado aquello en su mundo, Nick habría dicho algo más que
"Hola". ¿Qué mierda de saludo era ese? - ¿Eso es todo lo que vas a
decir? ¡Métete el puto hola por el culo! Se ha alegrado más éste que tú de
verme…
Chris parpadeó,
sorprendido. ¿Peter le había llamado "éste"? Y aquella forma de
hablar…
- ¡Disculpa si no sé
cómo reaccionar después de enterarme de lo que has hecho!
- ¿Lo que he hecho?
¡Acabo de salvarte el culo, mamonazo! – gritó Peter, pero luego se golpeó
mentalmente: no había salvado a "ese" Nick.
- Chicos, no os
peléis ahora, por el amor de Dios. Peter está bien. ¿Sabéis lo maravilloso que
es eso? – dijo Chris, que no cabía en sí de gozo.
Nick iba a decir
algo, pero en ese momento bajó Amy. Vio a Peter, y corrió escaleras abajo hacia
él. Peter se apretó contra la puerta, asustado, pero ni así evitó el enorme
abrazo de la mujer. Por acto reflejo la empujó, y la tiró al suelo, de forma
brusca.
- ¡Amy! – gritó
Chris, asustado, y la ayudó a levantarse. Comprobó que estaba bien y se giró
hacia Peter. – Escucha. No sé qué es lo que te pasa, no sé lo que ha ocurrido,
ni el daño que han podido hacerte. Mataré al que haya osado ponerte un dedo
encima y durante el resto de mi vida sólo voy a dedicarme a asegurarme de que
nadie vuelve a separarte de mi lado, pero si has pensado…su por un segundo has
pensado que puedes tratar así a Amy estás más que equivocado. Estás siendo
cruel con todos, te hemos echado mucho de menos, ¡Y A ELLA NO LA PUEDES
EMPUJAR! – terminó Chris, gritando un poco, y entonces sucedió: Peter sintió
que el corazón se le paraba.
Su Chris nunca le
gritaba. Y ni siquiera entendía por qué aquél tipo acababa de chillarle. Esa
mujer le había abrazado y él apenas sabía quién era…sólo la había visto una
vez….No sabía si su padre y ella habían seguido saliendo, pero Peter apenas la
conocía. Para él era una estúpida desconocida que había pretendido tocarle.
Empujarla era lo mínimo que podía hacer, y Chris le había gritado…le…le había
gritado. Se asustó. Se asustó mucho. Se asustó más.
Abrió la puerta y
salió corriendo.
- ¡Peter!
Christopher corrió
tras él. Le dio alcance enseguida.
- Peter, para –
dijo, e intentó agarrarle la mano, pero eso hizo que Peter se pusiera aún más
nervioso. Chris se puso frente a él y le cortó el paso, y así pudo ver como se
encogía, totalmente en pánico. – Peter, no puedes irte así – dijo con algo de
enfado, nacido de la incomprensión. Luego suspiró, e intentó abrazarle, pero
Peter pensó que sus intenciones eran otras y se alejó un paso.
- No… no volverá a
pasar, señor…Yo…yo no voy a molestar más…
Los dos Peters
utilizaban a veces la palabra "señor", pero de forma diferente. El
Peter bueno lo hacía cuando creía haber pasado un límite, cuando quería
demostrar obediencia y sumisión, asustado por posibles repercusiones. Pero
también lo hacía a los desconocidos como señal de respeto. El Peter malo lo
hacía sólo cuando estaba muerto de miedo.
- ¿Señor? Peter, tú
nunca molestas. Tesoro…¿Qué ocurre? – preguntó Chris, conmovido, compadecido y
con el corazón en un puño.
Peter no dijo nada e
intentó alejarse más.
- ¿Te he asustado?
Siento haberte gritado…No es así como quería recibirte…Tienes que estar muy
confundido…Seguro que no era tu intención hacer eso. Vamos a empezar otra vez
¿de acuerdo? Vamos, tesoro. Vamos a casa.
Chris extendió la
mano, como una invitación, pero Peter le miró con desconfianza. Chris le devolvió
una mirada de ternura.
- De verdad que
siento haberte gritado…Si supieras cuánto te he echado de menos…Lo mucho que te
quiero….Yo….cuando te sacaron de mi lado…Peter, lo último que quiero ahora es
que estemos enfadados. Quiero abrazarte y mimarte y no soltarte nunca.
Peter ladeó la
cabeza. Ese tono suave le gustaba. Dio un pasito corto hacia delante, y Chris
sonrió. Esa sonrisa también le gustó, así que dio otro paso. Y así, pasitos, se
acercó a Christopher del todo. No dejó que le tocara, pero volvió con él a
casa.
- Gracias a Dios –
dijo Amy, al verle. Esta vez tuvo más cautela y no le abrazó, pero le miró con
mucho afecto. Peter sentía curiosidad. ¿Se suponía que debía incluir a esa
mujer en la idea de "familia"? Quizás eso explicaba el enfado de Christopher:
el Chris de su mundo sólo exigía que tratara bien a la familia. En cambio, le
invitaba a tratar mal a los demás.
- Se te ha perdido
un tornillo – dijo Nick.
- A lo mejor –
respondió Peter, sin nada mejor que decir.
- Nick, déjale en
paz. Ven, Peter. Ven a la cocina. Vamos a comer algo. ¿Qué te apetece?
- Cualquier cosa
estará bien, aunque mataría por una hamburguesa.
Todos quedaron en
silencio, y Leo, algo apartado se rió.
- Qué gracioso.
¡Pero si tú eres vegetariano!
Peter abrió los
ojos. ¿Vegetariano? ¿En serio? ¿Pero quién se suponía que era, Teresa de
Calcuta? Resopló.
- Si quieres comer
carne te lo prepararé, tesoro – dijo Chris con amabilidad. Peter estuvo tentado
de responder que sí, pero sabía que ya estaba excediendo el límite de anomalías.
- No. Leo tiene
razón, sólo bromeaba.
- Bien. Te haré una
ensalada – ofreció Chris con una sonrisa cálida.
Peter se sentó en la
cocina y se sintió observado. Se miró las manos, en un gesto muy suyo.
"Dejad de
mirarme. Dejad de mirarme, joder."
La mujer, Amy, le
puso una mano en el cuello, en un gesto afectuoso. Peter se envaró. Entonces
ella empezó a acariciarle y Peter respiró hondo, recordando que no debía volver
a empujarla.
- No hagas eso –
masculló. Y luego recordó su "nueva personalidad" y añadió – Por
favor.
- Va…vale. Cariño,
siento tanto lo que te ha pasado…Cuando…cuando quieras hablar de eso tu padre y
yo…o tu hermano…cualquiera te escuchará, cielo.
Peter no respondió,
y siguió mirándose las manos.
- Peter….tengo que
saberlo. – dijo Chris, mordiéndose el labio. – Él…Christopher…¿él te trató mal?
- Él nunca me
trataría mal – respondió Peter, sintiéndose en el deber de defender a su padre.
El suspiro de alivio de los allí presentes fue muy audible.
- Menos mal. Eso
pensaba, pero tenía que asegurarme. – dijo Chris - No le conozco, pero sé que
yo jamás haría daño al otro Peter, y confiaba en que él pensara lo mismo…
"¿Será verdad?
¿Él nunca me haría daño?" pensó Peter, esperanzado. No sabía si debía
tener miedo. No sabía si lo tenía. Sólo sabía que quería, por encima de todas
las cosas, confiar en aquél tipo de ojos claros con un inmenso parecido a su
padre.
REALIDAD 2
Christopher se quedó
con Peter mientras dormía. Le hubiera observado durante horas, pero tenía cosas
que hacer. Se levantó, y alternó su tarde entre pasar tiempo con Leo y resolver
algunos asuntos. A eso de media tarde Chris se preparó para hablar con su hijo
más pequeño.
- Campeón – llamó, e
hincó una rodilla en el suelo para ponerse a su altura - El tío Wyatt vendrá en
un rato y te irás con él.
Leo puso una carita
triste, pero no se molestó en preguntar por qué, dado que ya lo sabía: porque
su padre iba a estar muy ocupado buscando a Nick y a Peter y además Chris no
quería que Leo pasara mucho tiempo en una casa donde Barbas se aparecía a
placer, no fuera a ser que quisiera llevarse también al niño. Chris, al ver que
Leo no decía nada, continuó:
- Siento no haber
estado mucho contigo. Yo no contaba con que Peter viniera…
- Lo sé, papá. –
respondió Leo, mirando al suelo. Chris le levantó la barbilla y le dio un beso.
- Sabes que te
quiero ¿verdad?
- Sí, papá.
- ¿Podrías sonreír
un poquito para mí?
Leo hizo un triste
intento. Entonces Chris le hizo cosquillas y Leo rió con ganas.
- Eso está mucho
mejor.
- Hasta que venga el
tío, ¿podemos ver una peli?
- Podemos hacer lo
que tú quieras.
Así que Chris estuvo
viendo una película con su hijo hasta la hora de la cena. Hacía mucho que eso
no pasaba en aquella casa. Concretamente, desde que Peter y Nick
desaparecieron. Al poco de terminar la película vino Wyatt. Por alguna razón
Chris no quiso contarle todos los detalles de lo de Peter…No le habló de los
cambios que se estaban operando dentro de él, porque se avergonzaba de ellos en
cierta forma. Toda su vida había pensado que ser bueno era algo malo, y ahora
ya estaba prácticamente seguro de que no era así. Y todo había sucedido tan
deprisa…no estaba seguro de que su hermano lo pudiera entender.
Cuando Wyatt se fue
y se llevó a Leo, Chris se sintió vacío, como se sentía siempre que se quedaba
sólo…Pero ya no estaba sólo. En el piso de arriba tenía un pseudohijo que había
admitido pseudoquererle. Con tantos sucedáneos y medias tintas, Chris ya no
estaba seguro de nada, salvo de una cosa: cuando Peter había dicho "Yo
también te quiero, Chris", el corazón le había aumentado tres tallas.
Subió a despertarle
para que bajara a cenar y no sabía con qué iba a encontrarse. ¿Enfado?
¿Tristeza? ¿Rencor? Abrió la puerta con algo de inseguridad, y vio que Peter ya
estaba despierto. Parecía triste, pero Chris supo que aún era por todo el
asunto del supuesto asesinato. Él no entendía por qué le afectaba tanto, pero
le enternecía que le afectara. Quería consolarle. Quería hacerle sentir mejor.
Simplemente no sabía cómo. Para él, Peter no había hecho nada malo…
- Vamos a cenar –
dijo, con voz suave.
- Vale.
Y no dijo nada más.
Chris se mordió el labio. En ese momento se arrepintió de las veces que le
había dicho que "hablaba demasiado" porque prefería oírle hablar y
decir tonterías a aquél silencio incómodo…trató de llenarlo.
- ¿Sabes que llevo
todo un día sin beber? Eso es como una especie de record.
- ¿Tu Peter también
bebe? – preguntó Peter, recordando una conversación de días atrás.
- Sí.
- ¿Y a ti te parece
bien?
- ¿Por qué tendría
que parecerme mal?
- Porque no tiene
21.
- ¿Pretendes decirme
que Christopher no te deja beber?
- Ni yo tampoco
quiero.
- Eres raro.
Peter se rió.
- Lo sé. Pero dudo
que lo sea por esto. Hay muchas otras cosas en la lista.
Bajaron a cenar, y
lo cierto es que fue un rato agradable. Chris casi lamentó romper el momento
cuando acabaron el postre, pero sentía que era su deber.
- Peter, necesito
que entiendas que no puedes tratar de suicidarte de nuevo. Por muy mal que se
pongan las cosas, y puede que se pongan peor, no puedes hacerlo. Nunca.
- Yo…ya lo sé Chris.
- Espero que sea
cierto. No siempre va a haber alguien para quitarte el cuchillo, y sé que en
realidad es algo que, cuando estás en tus cabales, no quieres hacer.
Peter se ruborizó, y
deseó estar en cualquier parte menos allí. Christopher le taladró con la mirada
un poco más.
- Ahora a la cama.
Yo subo enseguida y te quiero ver envuelto en las sábanas – dijo, con autoridad
pero con cariño. Le dedicó una media sonrisa, y Peter se la devolvió, antes de
irse. Por alguna razón ese Chris le hacía sentir más como un niño que su propio
padre, pero no podía decir que la sensación le disgustara.
Cuando Chris subió
Peter ya estaba dormido. Le arropó bien, y le dio un beso. Quizás lo que más le
gustaba de ese niño era lo desvalido que parecía y lo fuerte que era en
realidad. Todo lo que había pasado, y ahí seguía, aguantando. Pero todo se lo
guardaba dentro, como el dolor que sentía en aquél momento, a causa del hombre
que había matado. Chris lamentaba no poder hacer nada por quitarle ese dolor.
Al día siguiente
Peter estaba despierto cuando Chris entró. El hombre nunca había ido a
despertarle, pero Peter dedujo que muchas cosas estaban por cambiar, ahora que
los dos habían admitido que se querían.
- Buenos días –
saludó Peter. Se planteó sonreír, pero no creía saber fingir lo suficiente. No
quería sonreír. No podría hacerlo en un tiempo. No tras descubrir que era un
asesino.
- Hola – respondió
Chris.
La tensión casi
podía masticarse. Peter estudió el rostro de Chris. Actuaba como si estuviera
enfadado, pero él sabía que no lo estaba.
- El desayuno estará
en seguida – dijo Chris – Pero antes…¿recuerdas lo que te dije ayer?
- Mm…esto…dijiste
muchas cosas. ¿De qué estamos hablando en concreto?
- Supongo que
hablamos del hecho de que prácticamente admití que te quiero…y de las
consecuencias de que te quiera.
Peter lamentó en ese
momento ser lo suficientemente inteligente como para entender lo que aquello
quería decir. Aun así, no dijo nada, y dejó que Chris continuara.
- Esas consecuencias
son que no te dejaré hacer nada que suponga un peligro para ti, y mucho menos
cuando el peligro eres tú mismo. Estoy más que dispuesto a asegurarme de que
nunca lo olvidas.
Peter siguió mudo.
Pudo ver que aquello para ese Chris era no ser brusco, pero le parecía un poco
cruel de su parte que esas fueran las primeras palabas que le dedicaba por la
mañana…Sobretodo porque sabía lo que venía a continuación.
- Te dije que te
castigaría todos los días durante una semana, y voy a cumplirlo.
"Sí, claro que
vas a cumplirlo" pensó Peter, y suspiró.
- ¿Ahora? – preguntó
con timidez - ¿Por la mañana?
Había pensado que
sería por la noche. Aunque ya no le dolía propiamente, aún tenía demasiado
presente el castigo de día anterior, como una molestia sorda.
- No vas a clase en
éste mundo. Así que sí, ahora.
Era cierto: Peter no
iba a clase ya que se suponía que su yo de aquél universo estaba desaparecido.
Suspiró de nuevo y observó cómo Chris se quitaba el cinturón. Joder, qué frío
era.
- Ya sabes cómo va.
Y tan frío. Ojos de
hielo. Rostro inexpresivo. Y una determinación inquebrantable. Cuando aún no se
había levantado de la cama, Peter se volvió a tumbar.
"Prepárate, que
esto va a doler" se dijo.
Y dolió. Christopher
le hizo volver a contar, y dar la misma respuesta. Y Peter intentó aguantar
estoicamente, sin demasiado éxito.
…
ZAS
- ¡Ah! Treinta. No
volveré a ponerme en peligro. Christopher…por favor…no lo haré nunca, nunca,
nunca más, pero para, por favor.
Christopher respiró
hondo. Se mordió el labio. Respiró hondo otra vez. Pero se había propuesto
salvar la vida de ese chico, y sabía que tenía que dejarle el mensaje claro.
ZAS
No obtuvo respuesta.
Entonces, justo cuando estaba bajando el cinturón otra vez, Peter puso la mano
y le golpeó ahí. Mierda. El chico apartó la mano rápidamente, y no dijo nada.
Comenzó a llorar en silencio. Christopher continuó el castigo con un nudo en la
garganta, y cuando llegó a cincuenta y tiró el cinturón, él también estaba
llorando. Levantó a Peter para hacerle de almohada y le acarició mientras el
chico lloraba.
- ¿Te duele la mano?
– preguntó, y Peter negó con la cabeza. - ¿Seguro?
Volvió a negar.
Chris le siguió acariciando en silencio y comenzó a hablar con suavidad, pero
no obtenía respuesta.
- Ahora si estás
enfadado ¿verdad? – aventuró Chris. – Te has enfadado conmigo.
Más silencio, que
fue su confirmación.
- Está bien. Te
dejaré sólo entonces. Llámame si necesitas algo.
Peter quiso decirle
que no se fuera, pero efectivamente estaba enfadado, y no lo hizo. Y Chris se
marchó.
Fue al desván, en
algo que era ya un ritual para el: abrir el Libro de las Sombras, frustrarse
por no encontrar nada útil, coger la bola de cristal, espiar al otro Chris,
reunir información…Pero aquella vez fue diferente.
Porque, al otro lado
de la esfera, estaba Peter. Y, aunque estaba diferente, Chris sabía que tenía
que ser el suyo.
*N.A.: Curiosidad
friki ... Aunque toda la serie se ambienta en San Francisco, la casa donde se
rodaban muchas de las escenas, la Mansión Haliwell, está en Los Ángeles. La
dirección real es 1329 Carroll Ave, Los Angeles, CA 90026
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