Chapter 34: Límites
Chris no era de esos
padres que premian a sus hijos por las buenas notas. Consideraba que estudiar
era un deber para los chicos. Pero una cosa era no premiar el "haber
aprobado", y otra el obviar que Nick había sacado diez dieces. Además
quería que su hijo se diera cuenta de que debía sentirse orgulloso por eso, y
no molesto por haber sacado un siete. Así que aquella noche, mientras Nick le
ayudaba con la cena y después de que parloteara como un papagayo sobre la
fiesta en la piscina del día siguiente (era el primer cumpleaños al que les
invitaban y estaba nervioso), Chris abordó el tema:
- Oye Nick…estoy
realmente impresionado por tus notas. De verdad.
- Gra-gracias –
murmuró Nick, y se ruborizó un poco. – En general, mis profesores son bastante
buenos con las notas. Tiran para lo alto.
- Y encima modesto.
Tienes esas notas porque te las mereces.
- Gracias otra vez
Nick se hizo
pequeñito. Chris ya se había dado cuenta de que Nick sólo se mostraba tímido
cuando decían algo bueno de él. Era muy mono. Chris pensó que debía decirle más
a menudo las cosas que hacía bien.
- Y también te
mereces una recompensa. ¿No decías el otro día que no habías jugado a muchos
videojuegos? Los de Leo son demasiado infantiles, pero puedo buscar alguno para
gente de tu edad.
- No…no hace falta –
dijo Nick, al entender que Chris se proponía hacerle un regalo. – De verdad.
- Ya lo sé, pero quiero
hacerlo. ¿Quieres un videojuego? A estas alturas ya no debe quedar ningún CD
que no tengas…
- No, de verdad,
papá…Mira…si quieres hacerme un regalo tal vez podrías devolverme mi cuarto. No
me importa dormir con Peter, pero…en el orfanato pasábamos casi todo el día
fuera de la habitación, y aquí casi todo el día dentro. A él le pone nervioso
mi desorden patológico y a mí su orden obsesivo. Y como vuelva a poner uno de
sus discos raros te juro que me explotan los tímpanos.
Chris sonrió: Peter
escuchaba un tipo de música bastante diferente a la que escuchaba Nick; pop el
primero, metal el segundo. A Chris lo que le hacía estallar los tímpanos era la
música de Nick, pero se ahorró el decirlo.
- Está bien.
Realmente dudo que Peter vuelva a escaparse. Será una forma de recompensarle a
él también.
- Hoy le has hecho
feliz – le dijo Nick.
- No he hecho nada –
respondió Chris algo confundido.
- Exacto. No es sólo
que no hayas reaccionado como Derek. Es que has reaccionado mejor que otros
"padres normales".
- Vosotros os tomáis
los estudios más en serio que otros "hijos normales" – contratacó
Chris.
- Toda una vida
mentalizándote de que te quedarías sólo a los 18 te hace darte cuenta que una
beca te viene al pelo si quieres llegar a la universidad.
Chris pudo entender
un poco mejor que fueran tan inusualmente responsables con el tema de los
estudios.
- Pero no os vais a
quedar solos a los 18. Ni a los 20. Ni nunca.
Nick le miró con
mucho afecto, pero luego le sonrió con picardía.
- ¿Quiere eso decir
que puedo empezar a suspender?
- Seguro que ni eres
capaz de hacerlo – respondió Chris, viendo que hablaba en broma. – Pásame el
aceite – pidió, y siguieron cocinando.
Antes de la cena,
Chris cumplió lo que había dicho y cambió la cama de Peter a su legítimo sitio.
Cenaron, y se pusieron al tanto de los diferentes planes. Mañana iba a ser un
día intenso: después de clase, y de la comida, Nick y Peter irían al
cumpleaños. Chris les iría a recoger en el coche, y les llevaría a casa, a
conocer a Amy.
- Pero no os
acostumbréis a salir por ahí entre semana – les dijo. - Esto es sólo porque es
un cumpleaños.
Estaba muy contento
de que les hubieran invitado, sobre todo a Peter, al que parecía costarle un
poco más aquello de relacionarse.
Cuando acabaron de
cenar, Chris les dijo que se acostaran, que al día siguiente había que
madrugar. Las vacaciones ya habían terminado y no podían acostarse tan tarde.
Leo se fue a la cama entre bostezos. Nick se fue también, pero Peter protestó
un poco.
- Aún es pronto.
- Son las once.
- Pues eso.
- Es tarde, Peter.
Anda, hazme caso y vete a dormir. Además, ya no es sólo por ti: yo también
quiero acostarme, que estoy cansado.
- Nadie te impide
que tú te vayas a dormir si quieres.
- No voy a irme y
que tú te quedes despierto. Vamos, a la cama.
- ¡Pero si no me voy
a poder dormir!
- ¡Que te vayas a la
cama!
Peter se sorprendió
un poco de la brusquedad en la voz de Chris.
- Me iré en un rato…
- No, te vas ahora.
- Pero, ¿qué más te
da?
- Peter, a la cama.
Ya.
- Pero…
Chris se levantó y
Peter se alejó instintivamente. Captó perfectamente la mirada de advertencia de
su padre.
- Estoy cansado de
que todo sea una discusión con vosotros. Cuando digo algo quiero que me hagáis
caso a la primera.
- Sí. – respondió
Peter, y se dispuso a irse, antes de que Chris hiciera algo más que mirarle
mal.
- Bien. Pues buenas
noches. Que duermas bien - dijo Chris, con su voz más amable. Peter intuyó
además un ligero tono de triunfo. Suspiró, y aceptó su derrota. Sin pensarlo
mucho, en un gesto impulsivo que había soñado con hacer mil veces cuando era
niño, le dio a su padre un beso de buenas noches y se fue a la cama.
Chris se acostó
apenas unos minutos después, con verdadero cansancio. Se alegraba de que Peter
se hubiera ido a la cama sin haber tenido que castigarle, pero realmente odiaba
que todos en aquella casa (y en especial Nick y Peter) le discutieran siempre
todo. Pensó que él tenía tanta culpa como ellos, por entrar en su juego.
Las primeras horas
del día siguiente fluyeron con rapidez para todos: Nick y Peter querían que
llegara ya la hora de cumpleaños, y Chris quería ver a Amy. En su cabeza,
empezó a planear cosas para agradar a la mujer. En primer lugar, se acordaría
de comprarle por fin "su" ramo de rosas. El único que parecía
sentirse como en un día normal era Leo. A él iban a darle las notas ese día,
pero no estaba preocupado. Lo único que se le daba un poco mal era Conocimiento
del Medio, pero sabía que no iba a suspender. Aún era pequeño para que las
notas fueran un problema.
Chris se pasó la
mañana pegado al teléfono, mensajeándose con Amy. Aquello le hacía sentir que
de pronto tenía diez años menos, pero le daba igual. Amy era muy divertida, y
cada tontería que ponía, cada emoticono, o cada "ja", le hacía
lamentar el haber tardado tanto tiempo en volver a contactar con ella.
Después de comer con
sus tres voraces hijos, que siempre comían como si no hubiera mañana, salvo
quizá Peter que se comedía un poco más, acercó a los gemelos al lugar del
cumpleaños, para saber a dónde tenía que ir a recogerles. Como no iba a dejar
sólo a Leo le llevó con ellos en el coche. Les había regalado uno a ellos, pero
aún no se atrevían a conducirlo demasiado, y a él no le importaba hacer de
"chofer".
- Vendré sobre las
siete – les dijo a Nick y Peter cuando se bajaron del vehículo. - ¡Pasarlo
bien!
Los chicos se
despidieron algo ansiosos y Chris tuvo que contener la risa: a Nick le faltaba
únicamente ponerse a saltar. Parecía deseoso de que se fuera de una vez.
"Debería
quedarme sólo para ver qué cara ponen" pensó, pero arrancó el coche.
- Leo, ¿te apetece
acompañarme a hacer unas compras? – le preguntó al niño, que viajaba en el
asiento trasero. – Tardaremos muy poquito.
- ¡Vale! ¿Qué vas a
comprar?
Chris se sentía
incómodo al tener que decírselo, pero el niño iba a verlo igual, así que…
- Flores, bombones y
una cena especial. Para Amy.
- ¿Y tú crees que
esas cosas la gustarán? A mí no me gustaría que me regalaran flores.
Chris soltó una
risita.
- Me parece que a
ella sí – le respondió.
- ¿A las chicas les
gustan esas cosas?
- Hasta donde yo sé,
sí.
- ¿Crees que yo
debería regalarle flores a Lucy?
Chris suspiró. Todo
el tema de "quiero tener una novia" podía resultar gracioso, pero Leo
era muy joven para esas cosas, y si seguía "riéndole la gracia" podía
alentar al niño a continuar con esas cosas. Tampoco se trataba de algo por lo
que le pudiera regañar. Simplemente tenía que hablar con él, y asegurarse de
que le entendía, y buscó en su mente la mejor manera de hacerlo.
- Campeón, sabes que
hay muchas formas de querer a la gente ¿verdad? Que tú me quieres a mí como
padre, a Peter y Nick como hermanos, a Wyatt como tío…y a tus amigos como
amigos. Dentro de unos años descubrirás otra forma de querer a las personas, y
es entonces cuando tendrás novia. Pero aun eres muy…joven.
Chris evitó usar la
palabra "pequeño" para que Leo no asociara tener novia con ser mayor,
y viera en ello una motivación.
- ¿No puedo tener
novia?
- No es que no
"puedas". Es que lo que tengas ahora no sería una novia, Leo. Hay una
edad para todo. Ahora es el momento de tener amigos y amigas. Si en unos años,
tal vez cuando tengas la edad de Nick y Peter, sientes algo especial por Lucy,
a lo mejor se convierte en tu novia.
- No sé si lo
entiendo – dijo Leo, con toda su atención. Le gustaba cuando su padre le
explicaba las cosas, y por eso se mostró dispuesto a escucharle. Chris vio que
su actitud era muy positiva, y buscó una forma de simplificar las cosas para
él.
- ¿Sabes qué cosas
hacen los novios?
- Se besan. Lo he
visto en las películas. Mamá y tú también os besabais.
- Hay muchos tipos
de besos. A mí a veces me das un beso. ¿Qué más cosas?
- Mmm. No lo sé…
- Exacto. Porque aún
no es el momento para que tengas novia ¿entiendes? Lucy es tu amiga. Y está
bien así ¿no? Lo pasas bien con ella.
- Pero yo quiero que
sea mi novia…
Chris se mordió el
labio. Ya había dicho todo lo que tenía que decir. No podía
"prohibirle" algo como eso, porque sólo serviría para empujarle a
hacerlo. Decidió comerse sus inquietudes. "Su niño" aún era pequeño,
pero "su niño" tenía que experimentar. Y a él no le quedaba otra que
estar ahí, y limitarse a ser un observador en ciertas cosas.
- Yo creo que más
bien es tu amiga. Pero en cualquier caso no deberías regalarle flores. Creo que
a Lucy le haría más ilusión si le regalas chuches.
Leo se quedó callado
un momento, pensativo.
- ¿No te gusta que
tenga novia?
- Ni me gusta ni me
deja de gustar, campeón. Pienso que no es el momento.
- ¿Pero te daría
igual si Nick y Peter la tuvieran?
- Igual nunca me va
a dar. Siempre me sentiré un poco intranquilo. Aunque no lo creas el abuelo
también se preocupa por esas cosas aunque yo ya sea mayor.
- Pero a Nick o a
Peter no les dirías lo que me estás diciendo a mí – afirmó Leo. - ¿Esta es una
de esas cosas que "entenderé cuando sea mayor"?
A Chris le
sorprendió esa forma de plantearlo.
- Supongo. ¿No lo
has entendido ahora?
- Lo he entendido,
pero no estoy de acuerdo.
Leo sonó muy adulto
al decir aquello. Chris no supo qué responder.
- ¿Estás enfadado? –
preguntó el niño. No le podía ver la cara, porque Chris tenía la mirada puesta
en la carretera.
- No, Leo. No has
hecho nada malo. Tan sólo me gustaría saber explicarme mejor.
- Te has explicado
muy bien. Has evitado decirlo, pero piensas que soy muy pequeño para tener
novia. Siempre piensas que soy pequeño para todo. Pero no soy tonto.
"¿Por qué
siempre dirá eso?" se preguntó Chris. "¿Por qué repite tanto lo de
'no soy tonto'? Yo nunca se lo he llamado."
- Sé que no lo eres,
campeón. Y tampoco creo que seas pequeño para todo. Pero para esto sí.
- Te haré caso en lo
de las chuches. Pero Lucy me gusta.
Chris dejó el tema.
A veces tenía una conversación más razonable con Leo de las que tenía con Nick,
por ejemplo. Seguía pensando que ocho años eran pocos para tener novia, pero
tal vez debiera dejarle descubrir ciertas cosas por sí mismo: su niño había
demostrado ser bastante maduro. No pasaba nada porque llamara novia a Lucy, ni
porque la diera la mano y jugaran a ser pareja. Era hasta tierno, y alguna vez
tenía que ser la primera.
Cambió de
conversación, y enseguida llegaron a la tienda. Chris compró todo lo que quería
comprar, y le dio a Leo un bollo de chocolate incluso antes de que lo pidiera.
A veces sentía que podía leerle la mente, aunque otras el niño le seguía
sorprendiendo.
Volvieron a casa y
jugaron un rato. Cuando eran ya cerca de las siete, Chris volvió a coger el
coche para ir a por los gemelos y se llevó a Leo consigo, nuevamente por no
dejarle sólo en casa.
Antes de aparcar, se
dio cuenta de que pasaba algo malo. En primer lugar, los chicos no estaban donde
no habían quedado, pero eso podía ser normal, se podían haber olvidado o
demorado. Lo que le preocupó fue ver un corro de gente en la puerta de la casa.
Aparcó el coche, le dijo a Leo que esperara un momentín en el coche, y se
acercó. Escuchó barullo.
El corro de
adolescentes tapaba una escena violenta. Casi al mismo tiempo que vio que dos
chicos se peleaban tirados en el suelo, se dio cuenta de que esos chicos eran
sus hijos. Tras unos breves segundos de estupefacción, se acercó y se abrió
paso.
- ¿Pero qué pasa
aquí? ¡Nick! ¡Peter!
Nick estaba,
literalmente, machando a Peter. Éste último tenía la cara llena de sangre, y
Chris se dio cuenta de que en realidad la pelea era más bien unidireccional. Un
par de chicos trataron de separarles, y él se les unió. Sujetó a Nick con algo
de esfuerzo.
- Tranquilo. ¡Nick,
tranquilo! ¿Qué diablos ocurre? ¡Que es tu hermano!
Cuando se vio libre,
Peter se incorporó, sin llegar a levantarse, y se apartó un poco. Respiraba con
dificultad, y Chris temió que estuviera teniendo un ataque de asma, pero luego
se dio cuenta de que era simple fatiga. Seguía lidiando con Nick, que intentaba
echarse sobre Peter una y otra vez.
- ¡Suéltame! – le
dijo.
- ¡No hasta que te
calmes!
Nick forcejeó, pero
Chris le tenía bien sujeto. Finalmente, tras algunos segundos, y tomando
conciencia de que todo el mundo le estaba mirando, Nick se calmó un poco. Los
adolescentes que habían presenciado todo parecían bastante sorprendidos.
- ¿Es usted su
padre? - preguntó uno de los chicos que habían intentado separar a Nick de
Peter. Chris asintió. Observó al chico: parecía el típico quaterback con los
hombros más anchos de lo normal. – Soy Paul, señor – se presentó el chico con
inseguridad. Parecía que iba a decir algo más, pero al final se quedó callado.
- Pensé que no te
dejaban venir. – dijo Chris, sin llegar a soltar a Nick. Con que ese era el
chico que le había roto la ventana. Daba el pego, desde luego, aunque no
parecía mal chico del todo.
- Y no me dejan,
pero eso es lo de menos. Lo importante es que mi padre es médico. Puede venir
en un segundo y echarle un vistazo a Peter.
Chris se dio cuenta
de que con ese ofrecimiento el chico se estaba arriesgando a que le
descubrieran allí, cuando no debía estar. Le gustó el detalle.
- Gracias, pero mi
padre es médico también.
"Y yo curaré a
Peter en un segundo en cuando estemos en el coche"
Comprobó que Nick
estaba bajo control, y tuvo que contenerse para no empezar a gritarle ahí
mismo, delante de todos los asistentes a la fiesta.
- Peter ¿estás bien?
El chico asintió,
pero resultaba difícil creerle viéndole todo lleno de sangre.
- Nick, ve al coche.
Ahora.
- Tengo que
despedirme.
- He dicho ahora.
- Vete a tomar por
culo.
Chris respiró hondo,
consciente de que si le daba unos azotes a Nick allí, delante de sus
compañeros, no haría más que empeorar las cosas. Pero tuvo que hacer un gran
esfuerzo de autocontrol, porque al igual que él no quería avergonzarle, Nick
tampoco debía hablarse así, y menos en público. Antes de poder decirle nada, el
chico que se había identificado como Paul intervino.
- Nick, tío, no sé
qué es lo que te pasa, pero te aconsejo que te calles y te vayas al maldito
coche de una vez. Más que nada porque ya has jodido un cumpleaños, y me parece
que ya está bien. No puedes hablarle así a tu padre.
El verse
"regañado" por un amigo hizo que Nick se avergonzara, y de pronto
estar en el coche, lejos de todas las miradas, le pareció una idea estupenda.
Se fue sin decir nada, y Chris caminó hacia Peter, que aún estaba sentado en el
suelo. Le tendió una mano para ayudarle a levantarse.
- ¿Te mareas? – le
preguntó, y Peter negó con la cabeza, aunque la forma insegura con la que se
movía le hizo pensar a Chris que muy bien tampoco se encontraba.
- Se ha golpeado la
cabeza. No creo que sea nada, pero…
- Gracias por tu
ayuda, Paul – dijo Chris sinceramente, a modo de despedida. – Lamento lo que ha
pasado. No sé quién cumple años pero...lo siento. – añadió, mirando al grupo de
chicas.
- Está en el baño –
dijo Paul.
"Está
llorando" entendió Chris. "Que dos hermanos se peleen de esta forma
en tu cumpleaños no debe ser precisamente el mejor de los regalos".
Chris llevó a Peter
al coche, y le abrió la puerta del copiloto. Nick se había sentado atrás con
Leo, y el niño le miraba con asombro, probablemente preguntándose por qué Nick
parecía tan enfadado. Chris entró en el coche también, y lo primero que hizo
fue curar a Peter. Se dio cuenta de que Paul no exageraba al sugerir que lo
llevara al médico. Peter realmente había recibido una paliza de órdago. Leo
parecía asustado al ver la sangre, pero se tranquilizó al ver que su padre le
estaba curando. Cuando terminó, Chris se apretó el puente de la nariz reuniendo
una paciencia que no tenía.
- Tres segundos para
que me digáis qué ha pasado. Uno.
Silencio.
- Dos.
Más silencio, aunque
Peter parecía incómodo.
- Tres. Está bien.
Cuando lleguemos a casa iréis directos a vuestro cuarto. No quiero oír ni una
palabra hasta entonces.
Chris puso el coche
en marcha, y agarró el volante con mucha fuerza. Estaba tan enfadado que tardó
un poco en darse cuenta de que Peter aún estaba manchado de sangre. Sacó unos
pañuelos de papel de la guantera.
- Límpiate un poco –
le dijo, y le tendió el paquete con sequedad. Gracias a eso Chris notó que a
Peter le temblaba la mano cuando los cogió.
- Papá, Peter parece
muy asustado – comentó Leo, que había permanecido muy callado ante tanta
tensión.
- ¿Estás bien? – le
preguntó Chris, sonando ya más amable. Peter asintió, pero Chris vio que se le
escapaban algunas lágrimas silenciosas. Frenó el coche y lo estacionó
momentáneamente. Se giró hacia Peter y le acarició la nuca. Con la otra mano se
apretó el puente de la nariz de nuevo. – Nick ¿hay algún motivo por el que
hayas pegado a tu hermano hasta hacerle sangre, dejándole en éste estado de
terror casi absoluto?
Nick no respondió.
Se limitó a mirarle con ira a través del reflejo del retrovisor.
- Nick, te he hecho
una pregunta.
Nada.
- Si no me
respondes, voy a perder la poca calma que conservo.
Como con Nick no
tenía suerte, probó con Peter.
- Intuyo que quieres
encubrir a tu hermano, pero no le estás haciendo ningún favor, ni a ti tampoco,
si es que has hecho algo para provocar ésta pelea. Puedo intentar ser razonable
si no me dais motivos para enfadarme más. ¿Qué narices ha pasado?
- Yo…yo sólo la he
preguntado si quería salir conmigo – dijo Peter con un hilo de voz, y sollozó
un poquito. Chris de debatió entre el enfado y el cariño, y finalmente le dio
un abrazo.
- Explícate – pidió,
tratando de no sonar muy seco. Peter no le estaba mirando con el profundo odio
con el que lo hacía Nick, así que tal vez pudiera obtener de él una respuesta
satisfactoria.
- La…la chica del
cumpleaños. Rachel. La pedí salir.
Chris tardó sólo
unos segundos en entenderlo. Esa era la misma chica que le gustaba a Nick. Así
que aquella pelea brutal haba sido…por una chica. Antes de que Chris pudiera
decir nada, Nick estalló:
- ¡Era mi chica,
capullo! Todo este tiempo pensando que le gustaba otro, y resulta que eras tú.
Vaya hermano de mierda estás hecho. ¿Por eso no me querías decir quién te
gustaba? ¡Traidor!
- No….yo….No sabía
que a ti te gustaba Rachel. Nunca me llegaste a decir su nombre ¿recuerdas?
Sólo me dijiste que le habías pedido su teléfono a Paul, y que quedó con
vosotros ese día en vacaciones. Me ocultaste que te gustaba alguien hasta que
se le escapó a papá y luego no has querido hablar del tema. ¿Cómo querías que
lo supiera?
- Cállate, hijo de
puta. No vuelvas a hablarme.
Chris se fijó en la
cara de Leo, que debía de estar alucinando por oír esas palabras si a él le
castigaba sólo por decir idiota. Chris también estaba algo sorprendido, pero
nuevamente se le adelantaron antes de poder decir nada. Esta vez fue Peter, muy
dolido por las acusaciones y por la promesa del eterno vacío. Aquello pareció
bastar para encenderle también a él.
- Llamarme eso no es
muy inteligente, puesto que mi madre es también la tuya. Que sí, que
probablemente fuera una puta, pero eso ¿en qué te convierte a ti? Eres un hijo
de mil padres, y además un arruina cumpleaños. No necesitas que yo te quite a
Rachel: no va a querer mirarte nunca más.
Nick se echó para
adelante desde el asiento trasero, y agarró a Peter por el pelo, tirando con
fuerza y furia. Leo soltó un gritito, y Chris supo que tenía que parar aquello.
Agarró el brazo de Nick para que soltara a Peter, y sujetó a cada uno con una
mano, contento de la separación adicional que proporcionaban los asientos.
- ¡Basta ya los dos!
¡No podéis llamaros esas cosas ni pegaros así! ¿Sois personas o animales?
Sin pensarlo, cogió
a Peter, por ser el que tenía más cerca, y le hizo tumbarse sobre sus rodillas.
Le bajó el pantalón.
SMACK SMACK SMACK
SMACK SMAKC SMACK SMACK SMACK SMACK SMAKC
- Debería lavaros la
boca con jabón.
SMACK SMACK SMACK
SMACK SMAKC SMACK SMACK SMACK SMACK SMAKC
- Estoy muy decepcionado
con vosotros. No podéis ir pegándoos por ahí a la mínima de cambio.
Dejó que Peter se
incorporara y vio que estaba llorando. Supo que era por lo que le había dicho:
a Peter le importaba mucho decepcionarle. Además le había avergonzado al
pegarle delante de sus hermanos.
- Lo siento, Nick –
dijo el chico, limpiándose las lágrimas.
- Pues yo no – le
respondió su hermano – Todo lo que he dicho es verdad, y me he quedado corto.
Me das asco, y agradece que papá te defienda, porque si no…
- Basta Nick. –
cortó Chris bruscamente. Él estaba fuera de su alcance, porque estaba en el
asiento trasero, pero se merecía un castigo mucho mayor que el de su hermano. –
Discúlpate ahora mismo.
Nick no se disculpó.
Chris estaba realmente harto de que no le obedecieran, y supo que ese día tenía
que dejar claras muchas cosas.
- Pídele perdón. Ya.
- Papi, tengo que ir
al baño – intervino Leo, con cierta timidez al ver a su padre tan enfadado. No
había querido hablar por miedo a que le gritara a él, pero llevaban un rato con
el coche parado y se estaba haciendo pis. Chris hizo un esfuerzo de
disociación, entendiendo que Leo no tenía culpa de nada.
- Claro, campeón. Ya
nos vamos a casa.
Arrancó el coche, y
respiró hondo. Por la cabeza se le pasaban muchas cosas, pero sabía que la ira
no era buena consejera. Ya no estaban lejos de casa, así que llegaron en
seguida.
- A vuestro cuarto.
Ya.
- Sí, papá –
respondió Peter, y salió del coche. Nick no dijo nada, pero salió también.
Chris esperó unos
segundos antes de hacer lo mismo. Suspiró. Amy iba a venir en unos cuarenta
minutos. Ese tenía que ser un gran día, y en cambio Nick y Peter lo habían
convertido en una pesadilla.
- Ya puedes ir al
baño, campeón – le dijo a Leo, que tampoco había salido. – Y…supongo que no
puedes olvidar todo lo que has escuchado. Pero no puedes usar esas palabras,
¿de acuerdo?
- Ya lo sé. Si lo
hiciera el abuelo me lavaría la boca.
"Pues quizá yo
deba hacer lo mismo" pensó Chris, sintiéndose derrotado. No sabía que
narices iba a hacer para solucionar aquello. Salieron del coche y entraron en
la casa, pero él se tomó unos minutos antes de subir a hablar con sus hijos.
Después, fue primero al cuarto de Peter, por considerarlo la opción más fácil
en aquella ocasión. Peter tenía la puerta abierta, así que Chris entró y le vio
tumbado en la cama, de lado, y profundamente triste. Antes de poder hacer,
decir, o preguntar nada, Peter le miró con ojitos tristes, y le interrogó:
- ¿Crees que lo
decía en serio? Todas esas cosas…¿crees que Nick las piensa de verdad?
Chris se sentó en la
esquina de la cama, y le acarició el pelo.
- No lo creo. Nick
es bastante bocazas. Te quiere mucho, Peter. Aunque ahora esté enfadado, sois
hermanos. Y nada va a poder con eso.
- Ojalá tengas
razón.
- No podéis pelearos
así por nada y menos por una chica. ¿En qué estabais pensando?
Peter no le
respondió. Chris le miró fijamente, y luego relajó un poco su expresión.
- Está bien. Tú en
realidad no has hecho nada, hasta donde yo sé.
- Te juro que yo no
sabía que Rachel era la chica que le gustaba a Nick.
- Te creo. Y aunque
lo hubieras sabido, las cosas se hablan y no se solucionan a golpes.
Peter guardó
silencio, y se dejó mimar por Chris, que siguió acariciándole el pelo. Cuando
habló, le dijo algo que le encogió el corazón.
- Todo el mundo me
pega. Debo ser realmente insoportable como hijo y como hermano.
Chris le hizo
incorporarse, y le abrazó. De entre todo lo que quería decirle, lo que le salió
fue una pregunta:
- ¿Por qué no te has
defendido?
- Nick me recordaba
a mí cuando me encontré con Derek. Y me recordaba a Derek cuando se enfadaba
conmigo. Me paralicé.
Chris apretó el
abrazo. Nick estaba en un buen lío, desde luego.
- No eres
insoportable, Peter. Me paso el tiempo diciéndote lo mucho que te quiero y lo
orgulloso que estoy de ti. Los insultos y la violencia no son la solución,
quiero que entiendas eso, pero que te regañe no quiere decir que seas
insoportable.
- No me refería a
ti, papá. – le dijo Peter, y se separó de él con delicadeza. – Tú eres el único
que me hace sentir que valgo algo como persona.
- No dejes que nadie
te haga pensar nunca lo contrario. Escucha Peter. No voy a castigarte porque
creo que no has hecho nada malo, pero quiero que te quedes en tu cuarto
pensando en una cosa: no está bien que uséis el recuerdo de vuestra madre para
atacaros. Sé lo que opinas de ella, pero Nick la tiene en un pedestal, y tú le
has dicho que era una prostituta.
- Y él me ha llamado
hijo de…lo que sigue.
- Sí, y eso no ha
estado nada bien, pero él lo ha hecho como insulto. Un insulto que no le voy a
permitir, pero no lo ha dicho con la intención de descalificar a vuestra madre.
Fuera lo que fuera, os llevó nueves meses en su interior. Tú no dices muchas
palabrotas, pero a veces puedes hacer más daño sin hacerlo ¿entiendes?
Peter asintió, y Chris
le miró de forma dulce.
- Podrás bajar en
cuanto venga Amy.
Salió del cuarto de
Peter pensando que eso había sido fácil. Respiró hondo varias veces antes de
entrar en el cuarto de Nick, pero se llevó una sorpresa al ver que la puerta no
se abría. Nick debía de haber puesto algo para taponarla.
- Nick, abre la
puerta – le dijo.
- ¡Jamás!
- Esto es absurdo:
sabes que puedo orbitar y entrar cuando quiera.
- Si lo haces, me
iré por la ventana.
Chris apretó los
puños. Aquello era tan absurdo e infantil…Supo que si entraba en ese momento
era capaz de estrangularle, así que decidió algo por el bien de ambos:
- Voy a volver en un
rato. Cuando lo haga quiero ver la puerta abierta, y me olvidaré de ésta
tontería. Es una buena oferta: yo que tú la aceptaría porque ya estás en muchos
problemas.
Nick no dijo nada, y
Chris lo tomó como una afirmación. Se fue a su propio cuarto y tuvo una de esas
crisis en la que los padres se preguntan qué están haciendo mal, y se echan la
culpa de todo. Nick y Peter podían desobedecerle, podían pelearse de vez en
cuando y hacer alguna que otra imprudencia, pero nunca les había creído capaces
de pegarse de esa manera. Wyatt y él nunca se habían peleado así, que él
recordara. Se habían dado algún que otro puñetazo, pero no habían llegado a los
extremos de Nick. Peter tenía razón: estaba tan fuera de control como él cuando
se enfrentó con Derek. Lo que más le chocaba, y le enfurecía, es que todo
fuera…por una chica.
Había por otro lado
un matiz horrible en todo aquello, un matiz que se resumía con lo que había
dicho Peter: "Todo el mundo me pega". Nick le había hecho revivir sus
peores pesadillas y eso era algo que a Chris le enfadaba particularmente. Pensó
que si hubiera sido al revés, si hubiera sido Peter el que hubiera machacado a
Nick, no se habría enojado tanto. No porque quisiera a uno más que a otro, sino
porque para uno un puñetazo podía significar más que para otro. Y eso era algo
que Nick tenía que saber. Y aun así se había ensañado con Peter.
Además Nick le había
faltado al respeto delante de sus amigos, hablándole de una forma que no podía
dejar pasar, y luego había insultado a su hermano con todo un repertorio de
palabras que Leo no tendría por qué haber oído. En definitiva, Chris sintió que
cada una de esas cosas eran motivos suficientes para sentirse un fracaso como
padre. Algo tenía que estar haciendo mal, aunque realmente había pensado lo
contrario hasta esa misma tarde. El día anterior había sido bastante bueno, se
había sentido orgulloso de sus hijos, y había disfrutado de buenos momentos
cocinando con Nick. Aferrándose a eso, salió de ese fatalismo pesimista, y se
dijo que lo único que les pasaba a sus hijos, en especial a Nick, es que eran
adolescentes. Y él era su padre, por lo que su deber era corregirles.
Convencido de esto, le fue más fácil tranquilizarse
Fue a la cocina a
por un vaso de agua. Se encontró con que Peter estaba allí.
- Te dije que te
quedaras en tu cuarto. – le soltó, con frustración. ¿Es que hablaba en otro
idioma? Luego pensó que Peter podía haber bajado a por lo mismo que él: a por
un vaso de agua.
- Lo siento –
respondió Peter en voz baja y se escabulló.
- Peter, ven aquí.
¿Por qué has bajado?
- A por un vaso…
- Pues cógelo.
Peter bebió en
silencio, y luego se fue, con aquellos pasos sigilosos que le caracterizaban.
Chris se dijo que no estaba haciendo muy bien eso de calmarse si casi le saltó
a la yugular por ir a beber agua. Era difícil desenfadarse con Nick cuando este
le cerraba el paso a su habitación, pero no tenía por qué pagarlo con Peter.
Se dio unos minutos,
y luego subió al cuarto de Nick, pero la puerta del chico seguía cerrada. Chris
se dijo que él lo había intentado por las buenas. Lo había intentado de verdad,
pero estaba visto que tenía que ser por las malas. Decidió no avisar a Nick de
que estaba ahí, o el chico podía cumplir su amenaza de irse por la ventana.
Orbitó directamente al interior del cuarto, y le dio a Nick uno de los sustos
más grandes de su vida. Pero Nick reaccionó rápido, y quitó la silla que
bloqueaba la puerta. La abrió, y se fue.
- ¡Nick!
Chris volvió a
orbitar y le cortó el paso. Nick no sabía hasta qué punto era rápido, pero lo
iba a descubrir. Después de perseguir a tropecientos demonios, Nick no iba a
suponerle un gran problema.
- ¿Quieres dejar de
hacer el idiota y hablar conmigo?
Nick le apartó de un
empujón, y se metió en el cuarto de Peter con un solo pensamiento: "soy
hombre muerto". Lo cierto es que Chris estaba pensando algo parecido,
porque aquella era la segunda vez que le empujaba. Por lo visto no había sido
suficientemente claro en la anterior ocasión. En fin, al menos en el cuarto de
Peter no podía seguir corriendo, así que entró.
- Nick, vamos. Te
estás pasando demasiado.
- Yo no soy Nick –
respondió el gemelo al que le había hablado, y entonces Chris entendió por qué
había entrado ahí. Iban a jugar a lo de "adivina con qué gemelo estás
hablando".
- Quizá os he dado
la impresión equivocada, pero no estoy de humor para jueguecitos.
- Yo soy Peter –
dijo el gemelo de la izquierda. A Chris le pareció que decía la verdad, pero
entonces…
- No, Peter soy yo…
"¿Por qué han
tenido que vestirse igual justo hoy?"
Estaba prácticamente
seguro que Peter era el de la izquierda, pero no podía evitar dudar de su
capacidad para distinguirles cuando uno de los dos gemelos lo negaba.
- Nick, tengo varias
formas de descubrir quién es quién, pero quiero darte la oportunidad de entrar
en razón, y dejar de hacer el estúpido.
Silencio.
- Está bien. Peter,
enséñame tu muñeca, por favor – le pidió al gemelo que había identificado como
tal, y efectivamente ahí estaba la marquita que constituía la única diferencia
física real entre ambos. Lo demás era subjetivo. Peter ya no parecía más
delgado que Nick, aunque sí algo más fuerte, pero la vista podía jugar malas
pasadas en esa percepción. Aquella marquita era irrefutable. Le soltó la mano
con delicadeza. - ¿Qué esperabas ganar con esto, Nick? ¿Tiempo, quizá? Porque
más bien lo has perdido. Vete a tu cuarto. Y – añadió levantando la mano,
cuando vio que iba a replicar. Chris estaba harto – hazlo ahora mismo y sin
rechistar, si no quieres que me quite el cinturón.
Chris se sonó a sí
mismo como si tuviera cuarenta años más de los que tenía, pero fue efectivo,
porque Nick se marchó como un rayo.
- Papá…
Peter quería decir
algo para defender a su hermano, pero la mirada de Chris le hizo ver que
aquella vez era indefendible.
- Te ha dado una
paliza y me ha empujado. Eso obviando la grosería que me ha soltado delante de
vuestros amigos, su inadmisible lenguaje, el bloqueo de su puerta, la amenaza con
escaparse y los jueguecitos de "quién soy". ¿Qué vas a decirme que
pueda justificar eso?
- ¿Qué le quieres? –
preguntó Peter con vacilación.
- Eso por supuesto.
– respondió Chris, y se calmó un poco, pero sólo un poco. Claro que le quería.
Con toda su alma. Por eso se sentía frustrado por esa actitud de Nick, y algo
decepcionado porque hubiera pegado a Peter con tanta saña sólo por una chica.
Fue a encontrarse
con Nick, pero en ese momento llamaron al timbre.
"Amy"
La mujer era
puntual. Demasiado.
"Mierda."
Echó un último
vistazo a la puerta del cuarto de Nick y bajó a abrir a su proyecto de novia.
Ni se había cambiado, ni había empezado a hacer la cena, ni nada. Qué desastre
de cita. Qué desastre de día. Qué desastre de todo.
Abrió la puerta y
trató de sonreír.
- Hola, Christopher
– saludó Amy con una sonrisa. Que dijera su nombre completo lo hizo sonar muy
solemne. Tenía el pelo recogido salvo dos mechones a ambos lados del rostro.
Los ojos delicadamente delineados y no llevaba un excesivo maquillaje. Estaba
guapísima.
- Hola. Pasa, por
favor. Estás preciosa.
Ella se ruborizó.
Leo llegó en ese momento desde el salón, y se acercó con timidez. Se puso al
lado de Chris tirándole de la camiseta.
- Éste es mi hijo
Leo. Campeón, ella es Amy.
- Hola – dijo el niño
moviendo la mano.
- Hola, Leo. Es un
placer conocerte.
Amy se agachó, y le
dio un par de besos.
- Voy a presentarte
a los gemelos. Siéntate y ponte cómoda – le dijo, y se marchó escaleras arriba.
Se reprochó el no haber estado tan cordial como debiera, pero la chica no había
llegado en un buen momento. Llamó a la puerta de Peter.
- Amy está aquí.
Anda, baja a conocerla.
Después fue al
cuarto de Nick. Ahí entró directamente sin llamar.
- Ha llegado Amy.
Quiero que bajes, que la saludes, y que vuelvas a subir. No puedes salir de tu
habitación en toda la noche. Y no pienses que me he olvidado de la conversación
que tenemos pendiente.
Nick salió de su
cuarto, y se encontró con Peter en las escaleras. Chris observó cómo se
comportaba. Si Nick le pedía disculpas, quedaría patente que estaba
arrepentido, y eso era de las mejores cosas que Nick podía hacer en ese
momento. Sin embargo, hizo una de las peores: se chocó con su hermano
intencionadamente, y casi provoca que Peter se caiga por las escaleras. Tras
apartarse un poco de las escaleras, Chris cogió a Nick, e hizo que se
inclinara. Pese a estar muy enfadado, se obligó a controlar su fuerza cuando le
castigó.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
- Si Peter hubiera
llegado a caerse…- dijo Chris, incapaz de terminar la frase. Nick la terminó
por él.
- …habría un imbécil
menos en el mundo.
Chris estuvo a punto
de bajarle el pantalón y continuar, pero Leo y Amy estaban abajo, alertados por
el ruido, y Chris pensó que aquello se estaba desmadrando demasiado. Obligó a
Nick a mirarle.
- Repite eso. Repite
eso mirándome a los ojos. Dime que no te hubiera importando si le pasa algo a
tu hermano.
Nick no pudo
hacerlo. Estaba enfadado, se sentía humillado, y no sabía cómo salir del lío en
el que se había metido él sólo, pero ni aun en ese estado irreflexivo era capaz
de decir una mentira como aquella. Por muy dolido que estuviera con Peter, no
podía decir que le deseaba algún daño, porque no era cierto. Chris se sintió
aliviado. Sabía que Nick perdía los papeles, y mucho, cuando se enfadaba, pero
no tenía malos sentimientos.
- Sube a tu cuarto,
Nick, y por favor, no me hagas tener que castigarte por más cosas.
Pensó que Nick le
haría caso, y en verdad estuvo a punto de hacerlo. Pero ese tono amable que su
padre había empleado de pronto, había sido peor que todos los gritos y
reproches previos. El hecho de que Chris aun tuviera algo de paciencia
reservada para él le hizo sentir culpable. Además, aún seguía muy enojado con
Peter por "robarle" a Rachel, y aunque no quería que le pasara nada
grave, de buena gana le hubiera metido algún que otro puñetazo más. En vez de
subir las escaleras, Nick las bajó, sintiendo que necesitaba salir de ahí. Leo
y Amy le bloqueaban el paso, así que Nick apartó a la mujer de un empujón.
Cogió algo de la encimera de la entrada, y salió de la casa.
- Amy, ¿estás bien?
– preguntó Chris casi en el instante en el que Nick la empujó. La mujer se
había caído, pero se levantó sin mucho esfuerzo.
- Perfectamente.
Coge y ve a buscarle, antes de que haga alguna tontería.
- No podrá ir muy
lejos. En seguida daré con él – dijo Chris, que hubiera orbitado de no estar
Amy delante. Estaba enfadado, pero no preocupado porque Nick no le llevaba
mucha ventaja. Sin embargo, cuando iba a salir tras él, se dio cuenta de algo.
Lo que Nick había cogido de la encimera eran unas llaves. -El coche – murmuró,
y se apresuró en salir, sin coger una chaqueta ni nada. Vio que Nick se metía
en el coche azul que Chris les había regalado por su cumpleaños. Con un coche
sí podía huir y estar fuera de su alcance en seguida. Además los chicos no se
sentían muy seguros conduciendo, y Nick estaba alterado. En aquél estado era
peligroso que condujera. Todo su enfado se esfumó de golpe y fue sustituido por
un miedo terrible. Llegó junto al coche justo antes de que Nick arrancara.
- Nick, por favor. –
le dijo. – Baja del coche.
Su hijo no
reaccionó, pero Chris vio que lloraba de rabia.
- Si quieres ir a
dar un paseo, hazlo, está bien, necesitas calmarte, puedo entenderlo. Pero deja
el coche.
Nick no habló, pero
movió los labios como diciendo "lo siento", y puso en marcha el
vehículo. Chris decidió, mientras veía cómo Nick se alejaba, que en ese momento
iba a mandarlo todo a la porra. Le daba igual que Amy o cualquier vecino
pudieran verle: orbitaría dentro de ese coche, y protegería a Nick de sí mismo.
Pero no tuvo tiempo de hacerlo, porque Nick confundió el freno con el
acelerador, y se chocó con un semáforo apenas veinte metros después de haber
arrancado. Chris corrió hacia él, y abrió la puerta. No se sentía capaz de
hablar. Le miró, y vio que estaba bien. No iba a mucha velocidad, así que no se
había hecho nada, aunque el coche no había salido tan bien parado. A Chris en
ese momento el coche le importaba una mierda. Sacó a Nick del vehículo,
asfixiándolo de un abrazo. El chico se había llevado un buen susto, y si
sumamos eso a lo alterado que ya estaba previamente, se comprenderá que
empezara a llorar como si no hubiera un mañana. Estaba convencido de que Chris
iba a matarle, pero le daba igual. Tenía miedo, y quería a su padre.
- ¿Te duele algo? –
le preguntó Chris, cuando llevaban algunos minutos abrazados y se creyó capaz
de hablar sin que le temblara la voz. Aun así le tembló, y sintió que no quería
soltar a Nick en la vida.
- La conciencia –
respondió Nick tras unos segundos, y se abrazó más a Chris. – Lo siento…
- Ahora no – le dijo
Chris, acariciándole el pelo. – Vamos a casa…
Chris volvió con
Nick, alimentándose del hecho de que no le había pasado nada. Peter les
esperaba en la puerta. Lo había visto todo. Había pasado mucho miedo por su
hermano, y se tiró a su cuello para darle un abrazo. Nick no reaccionó con
violencia, pero le apartó con cierta brusquedad. Ver que después de todo seguía
con esa actitud de rechazo hacia Peter hizo que el cuerpo de Chris se tensara.
- Nick, ¿me harás
caso ahora y subirás a tu cuarto?
Nick asintió.
- Yo subiré en un
rato. – le dijo, y entraron en la casa.
Los ojos de Chris se
cruzaron con los de Amy, que abrazaba a Leo con un solo brazo tratando de
tranquilizarle.
- Mañana tal vez –
fue lo primero que dijo ella. – Mañana tendremos esa cena. De todas formas no
tenía mucha hambre.
Amy no le dejó decir
nada, y se puso de puntillas para darle un beso corto. Luego puso la mano en su
mejilla, y así se despidió. Chris se sintió como un imbécil, porque ni siquiera
fue capaz de decirle adiós.
Cuando Amy se fue se
quedó en el salón con Peter y Leo. Abrazó a su hijo pequeño y miró a Peter como
preguntándole "¿qué hago?".
- Nick está bien,
papá. Nos hemos llevado un buen susto, pero no le ha pasado nada.
Chris se aferró a
aquella frase, y después subió las escaleras, y se dirigió al cuarto de Nick.
El chico le esperaba sentado en la cama, con una expresión indescifrable. Tras
unos momentos de mutua observación, Chris habló primero:
- Casi te pierdo,
Nick. Esta noche casi te pierdo, en más de un sentido. Por momentos no te he
reconocido. No sólo has…perdido las formas por completo… sino que podías haber
perdido la vida.
- Papá, yo…
Chris levantó la
mano.
- No quiero oírlo.
Sé lo que me vas a decir: no querías que pasara esto, estabas enfadado, todo es
culpa de Peter…Me da igual.
- Pero…
- Pero nada. Estar
enfadado no es excusa para todo lo que has hecho.
- Sí lo es, yo…
- No me contradigas.
No hables. Sólo…no digas nada – pidió Chris, que estaba intentando mantener la
calma.
- ¡No podía dejar
que él se la quedara! Sé que he actuado mal ¿vale? Sé que no debería haberme
puesto así. No hace falta que me sermonees.
- A mí me parece que
sí. Túmbate sobre la cama.
- No, papá, no es
necesario…-dijo Nick, consciente de que el sermón estaba a punto de convertirse
en otra cosa.
- Dime que no te lo
mereces y no te castigaré, Nicholas. – le aseguró Chris, muy serio, y Nick se
quedó callado. Tras unos instantes, se tumbó en la cama como le había dicho. La
intuición le dijo que Chris quería que se tumbara boca abajo.
Cuando se hubo
tumbado Chris le bajó los pantalones y los calzoncillos. Después se quitó el
cinturón, y Nick empezó a llorar desde ese momento, aun antes de que empezara
el castigo. Se quedó muy quieto, y oyó el cinturón antes de sentirlo. Cuando lo
sintió, soltó un grito.
ZAS ZAS ZAS
- Te he repetido mil
veces que debes obedecerme.
ZAS ZAS ZAS
- Eso implica no
arrancar el coche si te digo que no lo hagas.
ZAS ZAS ZAS
- Subir a tu cuarto
cuando te lo digo y no salir de casa.
ZAS ZAS ZAS
- Abrir la puerta
cuando te digo que lo hagas
ZAS ZAS ZAS
- Y disculparte con
tu hermano cuando te lo pido.
Nick lloró de manera
muy ruidosa, y se abrazó a la almohada. Era la primera vez que le pegaban con
un cinturón sin la protección de los pantalones, y Nick se enteró entonces de
lo que era un castigo de verdad. Supo que cuando Chris le castigaba en otras
ocasiones lloraba por gusto, porque aquello sí que dolía de verdad y no lo de
las otras veces.
ZAS ZAS ZAS
- Las palabrotas y
el lenguaje de la calle no es algo que te vaya a permitir, pero mucho menos
cuando lo utilizas para insultar a tu hermano, y encima delante de Leo.
ZAS ZAS ZAS
- No puedes faltarme
al respeto, y menos aún delante de tus amigos. Si quieres hacerte el gallito
busca otra manera, porque la próxima vez te repetiré la lección delante de
ellos.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- No puedes
empujarme. Pensé que esto te lo había dejado claro.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- No puedes empujar
a Amy. No te ha hecho nada, es una invitada, es mi novia, y es una mujer. Nunca
ZAS más ZAS le pongas la manos encima ZAS aunque sea para apartarla ZAS.
- Tampoco puedes
empujar a tu hermano, y menos si está al borde de las escaleras.
ZAS ZAS ZAS
- Y nada en el mundo
justifica que le pegues como lo hiciste.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- No puedes ponerte
así con nadie, pero menos con tu hermano.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- Y menos por una
chica.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- Él no quería
hacerte daño. No tenía intención de ir a por la misma chica que tú. Simplemente
no lo sabía. Y aunque así hubiera sido, sois hermanos. No se merece que le
golpees así.
ZAS ZAS ZAS
- No se merece que
le hables con ese desprecio.
ZAS ZAS ZAS
- No se merece que
le trates como en su día lo hizo Derek.
ZAS ZAS
Chris soltó el
cinturón, consciente de que con sesenta cintazos era más que suficiente para
dejar claro el mensaje. Nick se había pasado gran parte del castigo llorando
ruidosamente, pero en aquél momento sólo sollozaba, y se abrazaba a la
almohada. Tenía las nalgas muy rojas y con franjas transversales por todas
partes.
- Nunca más, Nick.
Su hijo no
respondió. Chris sabía que aquella vez le dolía de verdad. Que había sido
considerable e innegablemente más duro que en otras veces y que incluso podía
haberse pasado un poco, porque durante unos minutos Nick se limitó a llorar de
dolor. Pero luego empezó a llorar por algo más y sollozó de forma diferente.
Las palabras de Chris empezaban a hacer mella en él.
- Yo no soy como
Derek – dijo Nick, exactamente ocho minutos después de que Chris dejara de
castigarle: fue entonces cuando su respiración se normalizó, y pudo hablar con
cierta fluidez, aunque no había dejado de llorar. – Aunque te haya empujado a
ti, aunque haya empujado a Amy….aunque haya golpeado a Peter, no soy como él.
No quiero serlo.
- No lo eres. – le
dijo Chris. – Tan sólo no te permitas olvidarlo. Puedes levantarte, Nick.
- No, no puedo –
respondió el chico, y sollozó con más intensidad. Sólo entonces Chris se acercó
a él, aunque todavía no le abrazó.
- Sí, si puedes. Sé
que te duele mucho, pero se te pasará.
- ¿Cuándo? –
preguntó Nick, sin dejar de llorar.
- Mañana. Si te
hubieras chocado con el coche a más velocidad, podrías haber muerto, y mi dolor
no se habría pasado en la vida. Ni el de tus hermanos.
- A Peter no le
hubiera importado.
- Peter
probablemente se hubiera muerto detrás de ti. Te quiere más que a su propia
vida, igual que tú a él, y por eso no voy a permitir que os tratéis como tú le
has tratado hoy.
Nick sollozó, con la
cara apoyada en los brazos, y los brazos envolviendo a la almohada, de la que
no parecía querer separarse.
- Si no quieres
levantarte, no importa. Imagino que tampoco tendrás hambre – siguió diciendo
Chris, y el silencio de Nick le sonó a negación. – No quiero seguir
regañándote, así que voy a ser muy claro para asegurarme de que lo entiendes:
durante un mes no saldrás de casa salvo para ir al colegio, no tendrás
televisión ni ordenador, y de momento olvídate de volver a tocar el coche.
Tengo que llevarlo al taller pero aun cuando lo arreglen no podrás conducirlo
hasta que yo lo considere oportuno. No vas a volver a desobedecerme, ni a pegar
a tu hermano. Nunca. Y te olvidarás de esa manía que estás cogiendo de empujar
a la gente cuando se pone en tu camino. ¿Entendido?
- Sí – respondió
Nick, en tono miserable.
- Bien, y ahora
hazme un hueco, que me he cansado de ser frío contigo. – dijo Chris, en un tono
mucho menos serio, y apartó con delicadeza la almohada para ponerse en su
lugar, de tal forma que la cabeza de Nick quedara apoyada en sus piernas.
Comenzó a mimarle el pelo y la cara con delicadeza. – Ya está, bebé. No llores
más. Has sido muy valiente.
Nick le respondió
con un sollozo, y escondió la cara. Chris empezó a frotarle la espalda.
- Shhh. Vamos, Nick.
Ya está, cielo. Deja de llorar.
Nick lloró aun
durante varios minutos, pero al final se calmó. Siguió así tumbado, de lado,
apoyado en Chris, dejando que lo mimara. Aun le dolía el trasero, y si Chris
había dicho la verdad le dolería hasta el día siguiente, pero se dio cuenta de
que era algo que podía soportar. Ya no era tan intenso como al principio. Dios,
como odiaba el maldito cinturón.
- ¿Quieres dormir? –
le preguntó Chris, y Nick asintió, así que hizo ademan de irse, pero su hijo se
lo impidió. - ¿Quieres que me quede?
Nick asintió de
nuevo. Que se expresara mediante gestos, con esa carita de pena y agarrándole
la camiseta de esa forma le hacía parecer muy vulnerable.
- Está bien, Nick.
Me quedo. Tranquilo. Puedes soltarme ¿eh? Que no voy a ningún lado.
Nick poco a poco
aflojó el agarre, pero no llegó a soltarle. Chris le hizo mimos, y le habló con
suavidad, y cuando ya no sabía que decirle tarareó un poco para él, pero Nick
no se dormía. En eso estaban cuando llamaron a la puerta del cuarto.
- ¿Puedo pasar? –
preguntó Peter.
Chris miró a Nick,
que asintió. Con naturalidad, Chris estiró la sábana y tapó a Nick con ella, ya
que había supuesto, acertando completamente, que quedaba descartado que Nick
durmiera con pantalones aquella noche.
- Adelante – dijo, y
Peter entró. Llevaba un vaso de chocolate en la mano, y lo dejó en la mesa.
- Chocolate negro –
le dijo. – Como el que tomabas antes de dormir cuando éramos pequeños. Yo
prefería el blanco. Y a veces lo mezclábamos y teníamos chocolate normal, o eso
decías tú. A mí la mezcla me sabía rara.
Nick esbozó una
media sonrisa, recordándolo.
- Somos una mezclara
rara, nosotros dos ¿eh? – siguió Peter - Pero somos una mezcla. Eres mi
hermano. Mi otra mitad. Para siempre. Aunque tengas esa absurda manía de
desordenar todas mis cosas, aunque tengas más genio que un troll al que han
despertado de su siesta, eres mi hermano. No podría cambiarte por otro aunque
quisiera. Y tú tampoco puedes cambiarme a mí.
- Ni quiero – dijo
Nick. – Ninguna chica vale tanto como para que merezca la pena pelearme
contigo. Lo siento. Lo siento mucho.
Peter se agachó
hasta quedar a su altura, y apoyó su frente en la de su hermano. Chris se
sintió como si estuviera viendo doble. Realmente los gemelos eran como dos
gotas de agua. Al menos en lo físico.
"Y en lo
emocional también. Hasta cierto punto."
- Le diré a Rachel
que no necesito una respuesta. – le dijo Peter. – Si quieres salir con ella,
adelante.
- No es un trofeo
que nos podemos ceder por cortesía. Tiene que elegir ella.
- La quieres de
verdad – entendió Peter. – Te has enamorado.
- Eso es demasiado
cursi.
- Deja de negarlo,
Nick: eres cursi hasta la médula. Iba a decir que lo llevamos en los genes,
pero viendo que Chris también lo es, tal vez sea más bien un germen contagioso.
- ¿Qué yo soy cursi?
¬¬ - intervino Chris.
- Cursi, ñoño,
sentimental… Hay muchas formas de llamarlo. – dijo Peter, con un encogimiento
de hombros, y una carcajada. Chris se fijó en que Nick también sonreía y sólo
por eso sonrió él también.
- No deberías decir
eso cuando tienes tantas cosquillas – comentó Chris, en tono casual.
- No, ¡Nick
defiéndeme! – dijo Peter, riendo escandalosamente, pero alejándose al mismo
tiempo.
- Lo siento, pero
entonces me hace cosquillas a mí.
- A ti te las voy a
hacer igual – dijo Chris, y comenzó a jugar con ellos. Estuvieron un rato más
riendo y haciendo el tonto, hasta que Nick se durmió.
- Peter…
- Ya sé, ya sé: a la
cama.
- Exacto.
- Pues te va a
costar un abrazo – le dijo Peter, muy serio, como quien negocia un trato muy
importante. – que hoy no me has dado ni uno.
- ¡Pero qué
mentiroso!
- Igualmente, quiero
mi abrazo. Es culpa tuya por ser tan cariñoso: me has hecho codependiente.
- Encima. Anda, ven
aquí.
Le abrazó, y le dio
un beso.
- No sé qué haría
sin ti o sin tu hermano. No cambies nunca ¿vale? – le dijo Chris, sintiendo que
quería mucho a aquellos dos chicos. Era como si a su vida con Leo le hubiera
faltado algo, además de su mujer.
- Y tú tampoco.
Aunque si te haces un poco menos exigente con eso de la hora de acostarse,
tampoco pasaría nada.
Chris soltó una
risita entre dientes, y salió de la habitación, para no despertar a Nick. Pero
Nick se estaba haciendo el dormido, y lo había oído todo. Se durmió con una
sonrisa en los labios.
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