Chapter 68: Declaraciones impactantes
Cuando acabó la
película Leo se había dormido encima de am y Alex estaba medio adormilado
encima de Chris. Daba mucha ternura verles así, la mujer acariciando el pelo
del niño con suavidad. Chris se dio cuenta de que Amy se había encariñado con
Leo. En ese momento, tuvo la certeza de que le quería. También debía de querer
a Nick, y por eso le había defendido, enfadándose con él por pegarle. Recordó
brevemente la discusión que había tenido con ella. Había sido, bajo su punto de
vista su primera "discusión seria". Chris lamentó haber sido tan
brusco, y haber dado aquél golpe en la pared. Todo estaba arreglado ya: ella se
había disculpado y estaban sentados uno al lado de otro, pero había como cierta
tensión incómoda de la que Chris se quería deshacer. No estaba seguro de si era
una tensión furiosa, o de otro tipo...De pronto fue muy consciente de lo cerca
que estaban el uno del otro, y aquello le pareció más como una tensión sexual
no resuelta.
Nick fue el primero
en levantarse, diciendo que tenía que ir al baño, y Chris agradeció la
distracción. Poco a poco todos fueron desperezándose y Chris despertó a Leo con
suavidad. Su hijo abrió los ojos y bostezó.
- Buenas noches,
campeón – dijo Chris, bromeando con una sonrisa. Aún eran las ocho de la tarde
– Vamos, arriba, dormilón. Se ha acabado la película y Amy tiene que
levantarse.
Más dormido que despierto,
Leo se levantó y con mucha naturalidad gateó por el sofá y se hizo un hueco
encima de Chris, de tal forma que él terminó con un sobrino en una pierna y un
hijo en la otra.
- Pero bueno, ¿tengo
pinta de sillón?
- Sip – respondieron
los dos niños, a coro. Chris sonrió y le dio un beso a cada uno. En fin, les
dejaría remolonear un rato, qué más daba.
A su lado Peter
jugueteaba con Victoria, trenzándole el pelo. Lo hacía cada vez con más
habilidad, y la niña se dejaba hacer. Debía de gustarle que le tocaran el pelo.
Mientras tanto, Amy se levantó para ir al otro baño, pero entonces volvió Nick,
trayendo algo en la mano. Era una rosa de papel. Nick se acercó y se la dio a
Amy, que la cogió con sorpresa, si saber qué hacer con ella.
- ¿Y esto?
- Es mi forma de
pedirte perdón. No pienses que me había olvidado. Estoy seguro de que mi padre
tampoco. Yo… siento mucho lo que te dije. De verdad. Si estás aquí es porque
deseamos que estés y no por otra cosa. Y eso que te llamé…no debí hacerlo. Lo
siento.
Nick sonó muy
sincero. Chris sabía que Amy ya le había perdonado antes de que Nick dijera
nada, pero aunque no hubiese sido así, nadie podía resistirse al brillo
arrepentido de aquellos ojos azules. Chris se sintió incómodo, porque lo cierto
es que sí se había olvidado de que el chico aun debía una disculpa. Le gustó
que lo hiciera por sí mismo, y no porque él le presionase.
- Gracias, Nick, es
muy bonita. – dijo Amy, acariciando el papel. Parecía un clínex, o una
servilleta….algo suave y flexible a lo que, mediante nudos y dobleces, se le
había dado forma de rosa. Era un detalle tierno, aunque lo que contaba sobre
todo era la intención.
- ¿Me perdonas? –
preguntó el chico. Sonó tan infantil…Amy abrió los ojos con algo de sorpresa,
descubriendo por primera vez ese rasgo inocente y aniñado en Nick. Le sonrió
con dulzura.
- Sí, claro que sí.
Nick sonrió
entonces, y fue una sonrisa deslumbrante. Amy parpadeó, abrumada. Nick era,
físicamente al menos, un hombre más que un niño, y uno muy atractivo. Cuando
sonreía se hacía muy evidente su parecido con Chris.
- Ahora un abrazo –
ordenó Leo, desde el regazo de Chris, que había sido, como todos, testigo de la
escena. No sabía bien lo que había pasado, aunque intuía que Nick se había
metido en algún lío por lo que estaba viendo, por los gritos que había
escuchado, y por el hecho de que Chris hubiera tardado tanto en bajar.
Al escuchar a su
hermano, la sonrisa de Nick se volvió vergonzosa, aunque deseaba realmente
abrazar a la mujer. Era sólo que no salía de él, le daba demasiado corte. Amy
acabó con su problema avanzando un paso y abrazándole. Él la correspondió,
contento de poder pasar página. Por alguna razón, siempre que se enfadaba con
su padre terminaba por pagarlo con Amy, como aquella vez que se puso como loco
con Peter y para rematarlo la empujó a ella. Se propuso firmemente no volver a
hacerlo de nuevo.
"Sobre todo si
hacerlo implica que te castiguen delante de ella" dijo la voz de la
vergüenza en su interior, y se ruborizó.
Cuando separaron el
abrazo, ella le miró con sus ojos almendrados y Nick se mordió el labio, picado
por la curiosidad. Sabía que no debía hacerlo, pero no se le había concedido un
don para que no lo usara: se metió en la mente de la chica por primera vez. A
Chris no le gustaría, pero no podía quejarse: llevaba día y medio conviviendo
con ella y no había entrado en su mente hasta entonces. Lo que escuchó le dejó
impresionado:
"Creen que son
especiales por tener magia, y no se dan cuenta de que eso es algo casi normal
comparado con lo que tienen. En in Amy…siempre has querido saber lo que era una
familia: ya lo sabes. Es esto. Es… querer a alguien más de lo que te quieres a
ti mismo."
Y entonces, Nick lo
percibió: bañado con un poco de envidia sana había un fuerte y puro sentimiento
de amor, aunque también percibió algo de oscuridad. Un secreto… algo en lo que
ella no estaba pensando en ese momento, y por eso no pudo ver qué era. Se dijo
que no tenía por qué ser algo malo. Todo el mundo guarda secretos. Y aquél
sentimiento de amor era innegable y sincero. Y no iba dirigido sólo a Chris,
sino a toda la familia. Nick tragó saliva y se la quedó mirando fijamente.
- ¿Qué? – preguntó
ella - ¿Qué tengo?
- Nada – respondió
Nick, con la voz algo tomada. Decidió cambiar de tema y se giró hacia su padre.
– Tengo hambre. ¿Hoy no se cena?
- Aún es pronto –
dijo Chris, observando con curiosidad. Intuía que se había metido en la mente
de Amy y que había escuchado algo intenso. No sabía si regañarle o si
preguntarle qué era. Lo dejó estar por el momento. – Primero ducharos y mientas
preparo la cena.
La ducha tenía que
ser por turnos, puesto que había sólo dos baños. Pensando en que era lo más
productivo, por lo que pudieran tardar en secarse y vestirse, Chris dijo que
fueran primero los pequeños. Así que mandó a Leo y a Alex a la ducha. Pero
cuando subió al piso de arriba a comprobar que todo fuera bien, encontró a Alex
en la habitación de invitados que compartía con su hermana.
- Alex ¿qué haces
aún aquí? Leo ya casi está terminando. Vamos, dúchate, que tiene que pasar Nick.
- Que pase ahora. No
quiero ducharme – respondió Alex, sentado en el suelo, manejando un muñeco de
acción.
- ¿Y eso por qué?
- Porque estoy
jugando.
- Bueno, pues juegas
después. Te tienes que duchar.
- ¡No!
- Alex, no voy a
discutir contigo. Ves al baño y punto.
- ¡No quiero!
- Entonces ¿te tengo
que castigar? Si no me obedeces, te daré en el culo y luego irás a la ducha de
todas formas. – le advirtió, y luego suavizó el tono. – Anda, ve.
- ¡No! – repitió el
niño, y Chris frunció el ceño.
- Cuento hasta tres,
Alexander. Uno…
- ¡No pienso ir!
- …dos…
- ¡Que no!
- Y tres – terminó
Chris, y se acercó a él. Alex dejó caer el muñeco, se puso de pie y se apartó.
Se subió a la cama y se pegó a la pared, como para protegerse de posibles
represalias. No le sirvió de mucho, porque Chris caminó hacia él dispuesto a
bajarle de la cama y le dio un par de azotes cuando se resistió. Alex se estuvo
quieto a partir de entonces, pero empezó a llorar.
- No, tito no…
- Si te digo algo
tienes que obedecerme, Alexander – le dijo Chris con paciencia, y le movió con
facilidad para sentarse en la cama y colocarle sobre sus rodillas. – Te he
avisado.
- Tito no me
castigues – lloró el niño. – Me portaré bien.
- Me alegra oírlo,
así será la última vez que tenga que hacer esto. – dijo Chris, y comenzó la
azotaina. En realidad le pegó muy flojo sobre el pantalón, más como un toque de
atención que como un castigo.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
Le levantó, y le
miró. Alex lloraba porque estaba llorando antes de que empezara, pero realmente
no le había dolido.
- ¿Ya está, tito? –
preguntó el niño con sorpresa. Chris le sonrió un poco.
- Ya está. Pero si
vuelves a desobedecerme o a replicarme te daré unos buenos azotes. Y ahora a la
ducha.
- Sí tito Chris –
respondió Alex, limpiándose la cara, y echó a correr al cuarto de baño.
- ¡Sin correr! –
exclamó Chris, sacudiendo la cabeza. Ese niño era hiperactivo (literalmente,
por cierto) y no sabía estarse quieto a andar a un ritmo normal. ¡Cuánta
energía!
Se quedó por allí
por si su sobrio o su hijo necesitaban ayuda para salir del baño y luego les
secó el pelo con una toalla. Chris se sorprendió de que Alex hubiera acabado
tan pronto, a la vez que Leo cuando había entrado mucho después, y se dio
cuenta al mirarle bien de que sólo se había mojado el pelo. Estuvo a punto de
castigarle en ese momento pero decidió darle una oportunidad.
- Alex, ¿te has
duchado? – preguntó en un tono ligero, haciéndose el inocente.
- Si, tito –
respondió el chico alegremente – Estoy mojado ¿no lo ves?
- ¿Del todo? –
preguntó Chris.
- Sí.
Chris siguió
secándole el pelo en silencio, pero luego retomó la conversación.
- ¿Recuerdas lo que
te dije ayer sobre mentir y lo que te he dicho antes sobre desobedecer? –
preguntó, y Alex asintió, repentinamente serio, como entendiendo que de alguna
forma había sido descubierto. – Pues me temo que ahora tengo que darte unos
azotes – comentó Chris, con tranquilidad – porque no te has duchado: sólo te
has mojado el pelo.
- No, tito, lo
siento…
- Más lo siento yo.
Ven aquí, Alexander. – le dijo, sentándose sobre la cama. Alex lloriqueó, pero
se acercó a él. Llevaba puestos sólo los calzoncillos y Chris se los bajó. Le
puso sobre sus rodillas con la facilidad de quien coge algo que no pesa nada. –
No me gustan las mentiras – le dijo, y dejó caer su mano con fuerza moderada.
Alex dio un pequeño respingo pero se estuvo quieto entonces y en el rato que
siguió.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Si me mientes no
podré confiar en ti, y un día me dirás la verdad y no podré creerte.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Si te digo que te
vayas a la ducha, te vas a la ducha y te duchas como es debido.
SWAT SWAT SWAT
- Tito, lo siento.
SWAT SWAT
Chris se detuvo, e
iba a levantarle pero no tuvo ocasión porque Alex se incorporó y se tiró a sus
brazos, llorando. Le abrazó muy fuerte, tanto que Chris se sorprendió y se
preguntó si acaso iba a ser tan fuerte como Wyatt, cuando creciera.
- Perdón, tito, lo
siento.
- Ya lo sé, alex, y
estás perdonado, pero recuerda que tienes que hacerme caso ¿está bien? Vamos,
no llores. Ya está, ya pasó.
Pero Alex siguió
llorando, muy triste, sobre él. Chris le subió el calzoncillo y le dio un beso.
Le hizo mimos en la espalda.
- Vamos, cariño. No
pasa nada. Ahora vamos a ducharnos de verdad ¿eh? ¿O prefieres bañarte? ¿Qué
quieres, mm? – preguntó Chris, con dulzura, pero Alex no respondió y se limitó
a seguir llorando. Al final Chris le cogió en brazos y fue con él al baño,
constatando que pesaba menos que Leo. Llenó la bañera con agua y burbujitas de
jabón, y vita la poca colaboración le desvistió él mismo con delicadeza y le
metió en el agua. Poco a poco Alex dejó de llorar. Se bañó, y al salir Chris le
envolvió en una toalla y Alex le volvió a abrazar.
- ¿No estás muy
mimoso tú? – le preguntó, haciéndole cosquillas. - Ya no hay que estar triste.
- Papá sólo se
enfada conmigo cuando le miento. Otras veces hace como que se enfada, y aunque
e castigue a veces le veo sonreír cuando cree que no estoy mirando, como la vez
en que pinté todos los peluches de Victoria con el pintalabios de mamá. Pero
cuando le miento se enfada "de verdad". ¿Tú estás enfadado?
- ¿Vas a volver a
mentirme? – le preguntó Cris, entendiéndole perfectamente. Su hermano detestaba
la mentira casi tanto como él. Lo veía como un signo de falta de confianza.
Alex negó con la
cabeza con mucha solemnidad.
- Entonces no estoy
enfadado. Ni un poquito. Anda, granujilla, ve a tu cuarto a vestirte, que a
Nick van a salirle canas de esperar.
Alex se fue, mucho
más animado. Ese sobrino suyo era un amor. Era mucho más cariñoso con él de lo
que lo eran los hijos de Melinda, aunque quizá tuviera que ver con que con
ellos tenía menos relación. No por nada, sólo que les veía menos. Les quería
igual, y se llevaban muy bien, pero Alex tenía un algo especial para él, quizás
por parecerse tanto a Wyatt.
Fue a decirle a Nick
que tenía el baño libre y escuchó unas risas que venían del cuarto de Peter.
Cuando fue a ver, Peter tenía a Victoria cogida de las manos y le daba vueltas,
para placer de la chiquilla, que reía encantada. Chris sonrió al verles y tosió
para hacerse notar cuando Peter dejó a la niña de pie en el suelo.
- ¿Usted no tendría
que estar en la ducha, señorita? – preguntó Chris.
- Ups – musitó ella,
con una carita adorable – Sí, tío, ahora mismo voy.
Chris la miró con
una máscara de dureza que no pudo mantener.
- Ven aquí, gorrión
– le dijo, y le hizo cosquillas – Te querías escaquear ¿eh?
Victoria rió,
intentando zafarse de él, pero de pronto, cuando puso sus manos sobre las de
Chris, se quedó muy quieta y repentinamente seria, con los ojos ligeramente
abiertos, como ausentes. Chris se dio cuenta y dejó de hacerle cosquillas. Tras
unos segundos ella parpadeó y pareció volver a la normalidad.
- ¿Qué ha pasado,
cariño?
- He visto…he
visto….He visto una boda. La tuya, tío Chris. ¿Vas a casarte con Amy?
Chris abrió y cerró
la boca, como un pez. Empezó a formular una frase, pero se detuvo. Hizo un par
de intentos más y al final preguntó:
- ¿Cómo que
"has visto"? Te refieres a…¿una premonición?
- Sí. Hace unas
semanas que puedo hacerlo. Toco a algo o a alguien y veo cosas. Me pasa sobre
todo con papá. Aun no sé hacerlo bien, así que muchas veces la imagen viene y
se desvanece antes de formarse. Me ha pasado varias veces aquí, pero esto lo he
visto muy bien: vas a casarte.
Chris carraspeó.
- Eso… eso no…Aún es
pronto, Vic.
- Yo no sé cuándo va
a pasar. Sólo sé que pasará. – respondió ella, muy contenta. Parecía orgullosa
de su poder. En realidad, estaba aliviada de que por una vez su visión fuera
algo bueno y no un mal presagio sobre la destrucción de su familia. – Es
curioso – añadió de pronto, pensativa. – Pensaba que veía visiones de cosas que
tenía que impedir, de cosas malas. Pero esto es algo bueno. Además, veo
demasiadas cosas. Constantemente hay imágenes que vienen a mi cabeza, aunque
sólo unas pocas cobran forma…Sé que el poder de Phoebe no funciona así…Mis
premoniciones son casi continuas….Salvo hoy. Prácticamente llevo toda la tarde
con Peter y no he visto nada de nada al tocarle. Ni siquiera un intento de
visión.
Por alguna razón,
aquello sonó inquietante. Peter y Chris se miraron incómodos. Peter más
todavía, sintiéndose fuera de plano. Decidió romper el hielo.
- ¿Eso quiere decir
que no tengo futuro? – preguntó, en tono de broma – En fin, papá, yo no quería
decírtelo, pero planeaba saltar en paracaídas. Tal vez no sea buena idea.
Chris sonrió un
poco, reconociendo el intento y relajado porque sabía que Peter, con su
vértigo, jamás haría eso. Pero se apuntó la ausencia de visiones sobre Peter en
su lista de "cosas sobre las que reflexionar", que era cada vez más
larga.
- Vamos, Vic, a la
ducha – dijo únicamente, y la niña obedeció. Antes de que le diera tiempo a
hacer nada más le vibró el móvil. Lo sacó y vio que era Wyatt. Descolgó.
- ¿Sí?
- ¿Cómo está
Victoria?
- Hola, hermano. Sí,
todo estupendamente, gracias por preguntar. ¿Tú? – dijo Chris con sarcasmo La
educación se estaba perdiendo incluso entre hermanos. Rodó los ojos y luego
sonrió, aunque sabía que el gesto no podría verse al otro lado del teléfono –
Ella está bien, Wy. Justo ahora va a meterse a la ducha.
- ¿Te ha dado algún
problema?
- Ni el más mínimo.
Y si lo hace, sé lo que tengo que hacer. Tranquilo, Wyatt, todo está bien.
Aunque… ¿sabías que ella puede ver el futuro? Tiene que ser un nuevo poder…
Entonces la llamada
se cortó y de pronto Wyatt orbitó delante de él y de Peter. Y luego decían que
Chris era sobreprotector. ¡Ja! Ni un día había aguantado sin hacer
"trampas". Oh, como iba a burlarse de él por eso. Era su oportunidad
de demostrarle quién era más nenaza de los dos.
- ¿Qué es lo que ha
visto? – inquirió Wyatt, ansiosamente, por alguna razón mirando a Peter como si
esperara que hiciera algo en cualquier momento. - ¿Qué ha visto, Chris? –
insistió, impaciente, exigiendo una respuesta. Wyatt temía que fuera algo
relativo a Peter, y que ahora ellos supieran como él que el chico era un
peligro para todos.
- Mi boda – dijo
Chris – Dice que ha visto mi boda. Tranquilízate, Wyatt. Yo soy el que tiene
verdaderos motivos para estar alterado: por lo visto voy a casarme.
Wyatt se dio cuenta
de que no pasaba nada malo, y que había reaccionado de forma exagerada. Respiró
hondo, y se relajó.
- Bueno, no todas
las premoniciones se cumplen. – dijo, y eso lo decía casi más para sí mismo,
como para convencerse de que lo de Peter no iba a pasar. – De todas formas, yo
no hubiera necesitado ningún poder para decirte eso. ¡Claro que vas a casarte
con Amy! Estoy esperando las invitaciones. Y me ofenderé mucho si no soy tu
padrino.
- Wyatt, nadie va a
casarse – refunfuñó Chris, muy ruborizado – No todavía. Además, oféndete si
quieres, pero yo tendré madrina, y será mamá. El padrino será quien Amy elija,
dado que no tiene padre.
- Has dicho
"será" – dijo Wyatt, en tono triunfal – Ya has asumido que pasará
algún día. Es el primer paso.
- Papá va a casarse
con Amy, por supuesto. – intervino Peter – Sólo hay que verle los ojos cuando
la mira. Él lo sabe también, lo que pasa es que es vergonzoso.
- Tú tendrías que
apoyarme a mí – protestó Chris.
- Y te apoyo. Con lo
de la boda – respondió Peter, y se rió.
Oyeron entonces unos
pasos acelerados, de alguien que venía corriendo. Era Alex, que había creído
acertadamente oír la voz de Wyatt.
- ¡Papá! – gritó el
niño, y se tiró a su cuello. Wyatt se rió ante tanto entusiasmo y le alzó en
brazos.
- Hola, canijo.
- ¿Qué haces aquí? –
preguntó Alex contento como en la mañana de Navidad.
- Venía a veros. ¿Te
lo estás pasando bien? ¿Has sido bueno?
La sonrisa de Alex
se transformó entonces en una carita de tristeza. Negó con la cabeza.
- El tío Chris me ha
castigado – dijo, en voz baja – No le he hecho caso, y le he mentido. Lo
siento, papi.
- Dicho así suena
muy mal – le ayudó Cris – No ha sido nada importante y no va a volver a hacerlo
¿verdad que no?
- Alex…- dijo Wyatt,
en tono reprobatorio. Su hijo estaba adquiriendo cierto hábito de decir
mentiras que no le gustaba nada.
- Lo siento –
repitió el niño, poniéndole ojitos.
- Está bien. No hace
falta que pongas esa mirada de cordero. Él ya te ha castigado. Gracias por
decírmelo, canijo. ¿Lo ves? Me gusta mucho más cuando eres sincero. A ver,
aparte de meterte en líos, ¿qué más has hecho hoy? – le preguntó, y Alex le
empezó a contar.
- Con que al
baseball ¿eh? – interrumpió Wyatt en un determinado momento. – Tu hermana
estará encantada.
- ¡Más encantada
está aún con Peter! Creo que se quiere cambiar de hermano – protestó Alex,
medio en broma, medio en serio. Wyatt miró a Peter, que se encogió de hombros.
- No será para
tanto. – dijo Wyatt - ¿Dónde está?
- En la ducha. ¿Te
vas a quedar?
- No puedo. Me he
ido sin decirle nada a Linda. Tengo que acompañarla a no se qué evento de
inauguración que ha organizado ella. Además, estáis con el tío. No debería
haber venido…
- Me alegro de que
lo hicieras – dijo Alex, y le volvió a abrazar.
Wyatt estuvo un rato
más y luego volvió a orbitar. Poco después Vitoria salió del baño. Pareció
entristecerse por no haber visto a su padre, y se puso más triste al saber que
era el turno de Peter para la ducha, y que por tanto no podía estar con ella.
Chris decidió distraerla, satisfaciendo al mismo tiempo su curiosidad.
- ¿Por qué no me
cuentas algo más de esas visiones?
- A veces unas
visiones contradicen a otras, como si el futuro no estuviera claro. En esos
casos no sé lo que va a pasar. Pero cuando veo una cosa sólo, entonces siempre
se cumple.
Chris consideró esto
muy interesante. No estaba seguro pero creía que Victoria tenía razón: no era
exactamente como el poder de Phoebe.
- ¿Ves cosas sobre
ti? – preguntó Chris.
- Sólo una vez –
dijo la niña, y su rostro se ensombreció al recordar cómo Christopher moría a
manos de aquél ser rojo, y ella era salvada.
- ¿Y puedes tener
una visión sin tocar nada?
- De momento no.
Chris hubiera
seguido preguntando, pero entonces vio pasar a Amy, envuelta en una toalla que
la llegaba hasta medio muslo…Sin nada más que esa toalla…con el pelo mojado
cayendo en ondas seductoras. La boca de Chris se secó. Su respiración se
aceleró, y se distrajo por completo.
- ¿Dices que me
casaré con ella? – preguntó Chris con la voz áspera.
- Eso vi, tío.
Chris fue vagamente
consciente de que Victoria le decía algo y se iba. Apenas prestó atención. Todo
en lo que podía pensar era en la mujer que acababa de pasar, y en lo que la
visión de su cuerpo apenas cubierto había provocado en él. Por lo visto iba a
pasar el resto de su vida con ella. Ya había empezado a hacerlo, en realidad, y
de pronto le pareció que cada segundo que no pasaba a su lado era un segundo
que desperdiciaba.
Amy entró al cuarto
de Chris, ahora de ambos, y tras meditarlo un momento Chris la siguió. La había
visto cambiarse el día anterior, pero en semipenumbra. Por eso no estaba
preparado para el cuerpo perfecto que apareció ante sus ojos cuando abrió la
puerta. Amy se había quitado la toalla, dejando ver sus suaves caderas, su piel
pálida y delicada…sus pechos, más grandes de lo que parecían cuando llevaba
ropa. Chris estaba seguro de que en ese momento tenía la boca abierta, pero era
incapaz de cerrarla. Amy se dio cuenta de que era observada. Su primera
reacción fue taparse, pero luego sonrió y dejó caer los brazos. Chris vio que
ella se mostraba juguetona, seductora, sexy…Como si necesitara incentivos. Como
si pudiera hacer otra cosa aparte de mirarla. En ese momento Chris era como la
polilla que volaba sin remedio hacia la luz…y Amy era la luz.
- ¿Te gusta lo que
ves? – preguntó ella, alzando una ceja, y luego soltó una carcajada – Chris,
cambia esa cara. Voy a pensar que tengo algo malo.
- ¿Malo? – consiguió
articular él, sin casi poder reconocer el timbre de su voz por lo grave y ronca
que le salió. Se acercó a ella y rodeó su cintura con un brazo, atrayéndola
hacia sí. – Tienes que estar prohibida – susurró en su oído. Ella se puso de
puntillas, para acercarse a su vez al cuello y al oído de él.
- Para ti no –
murmuró ella, y luego mordió y tiró del lóbulo de su oreja con excitante
suavidad. Le besó, y de pronto le empujó, tirándole sobre la cama. Amy se subió
a la cama también, y gateó sobre él. Jugó para quitarle la camiseta. Él se dejó
hacer, sin poder dejar de mirar su cuerpo, sus ojos… a ella. Con grandes
esfuerzos de autocontrol, detuvo las manos de Amy un momento.
- ¿Seguro que
quieres hacerlo? – preguntó. No quería que se viera forzada a hacer nada que no
quisiera. La primera vez que durmieron juntos, hacía dos noches, él había
estado tenso, sin saber lo que iban a hacer, pero se limitaron a dormir
abrazados, sin que aparentemente ella necesitara o quisiera nada más. Y él la
respetó. La segunda noche fue parecida, y Chris casi lo había agradecido. No
sabía si iba a recordar cómo desenvolverse en una "situación íntima"
con una mujer, pero en aquél momento se estaba desenvolviendo bastante bien.
Aun así pararía si ella quería parar.
- No hay nada que
haya querido más que esto desde que te conocí – afirmó Amy, con intensidad.
Chris se sorprendió. Él ya no daba tanta importancia a la parte física de una
relación como cuando era más joven. No tener a Bianca le hizo darse cuenta de
que añoraba más a su compañera, a un alma afín, que a su cuerpo. Eso no quería
decir que no tuviera impulsos y deseos, como cualquier hombre, pero le
sorprendía la intensidad de los de ella.
Amy le desvistió
poco a poco, y aquello, lejos de hacerle sentir vulnerable, que es como había
esperado sentirse, le hizo desear más que nunca que se cumpliera la visión de
Victoria. Quería casarse con esa mujer. Quería poder hacer aquello todos los
días. Quería sentir sus manos deslizándose a través de su ropa, buscando el
acceso a su piel…Ella había tomado la iniciativa, y a él no le importaba.
Aquella era la única situación que no necesitaba controlar.
No pudo pensar nada
más, porque sentirse piel contra piel con ella fue de lo más abrumador, y
provocó en él ciertas reacciones que le impidieron concentrarse en nada que no
fueran sus cuerpos conociéndose, explorándose…
Esa fue la primera
vez que hicieron el amor.
…
Chris tenía el brazo
derecho estirado sobre la almohada, sujetando la cabeza de Amy, que yacía de
lado frente a él., con los ojos cerrados, pero despierta. Con la mano izquierda
Chris hacía dibujitos en la cadera de ella.
- Yo venía a hablar
contigo – susurró él, bebiéndola con los ojos. Amy le miró entonces y soltó una
risita.
- ¿Insinúas que tus
intenciones eran castas puras e inocentes, pero que yo te he llevado por el camino
oscuro?
- No lo insinúo, lo
digo abiertamente – respondió él, con una sonrisa.
- Claro. Y por eso
has venido a hablar justo cuando salía de la ducha.
Chris tuvo que
reírse, y la besó.
- Te quiero –
declaró, apoyando su frente en la de ella.
- Sí, no has dejado
de repetirlo hace unos momentos – dijo Amy, con picardía.
- Tú nunca me lo
dices – protestó él. ¿Cuándo se habían invertido los papeles? ¿Por qué era él
quien sonaba como la novia insegura?
Amy se puso sobre él
con un movimiento rápido e inesperado, y en contraste le besó el pecho con
lentitud.
- Te amo – susurró,
y le besó un poco más abajo. – Te amo – volvió a decir, y siguió bajando. – Te
amo – concluyó, fervientemente, mirándole a los ojos. En su mirada había fuego,
pero luego toda ella adquirió un cariz solemne. – si no te quisiera, no
habríamos hecho esto. Me has demostrado que tú me quieres más allá del sexo.
Una parte de mí aún tiene miedo de que ahora vayas a desaparecer. De donde yo
vengo los hombres no son como tú, Chris. Allí no hay príncipes, ni flores, ni
"te quieros".
Chris escuchó esto
algo sorprendido. Claro que no iba a desaparecer.
- ¿De donde tú
vienes? – preguntó – Pensé que eras de San Francisco.
Ella sonrió, casi
con indulgencia.
- Hay más de un San
Francisco. Tú no podrías entenderlo. Te has criado en una familia, sin
problemas económicos, y sin desengaños de amor.
- En eso te
equivocas – contradijo Chris, con suavidad, y puso una mano en cada una de sus
caderas. La miró así, sobre él, con el pelo cayendo en cascada a ambos lados de
su rostro, haciéndole cosquillas con las puntas. – He tenido una vida feliz, es
cierto, pero sí ha habido desengaños de amor.
- Wyatt me dijo que
no tuviste más novias aparte de Bianca…
- ¿cómo crees que
nacieron mis hijos, Amy? – preguntó Chris, sonriendo por lo sorprendida que
parecía – Ya te hablé de su adre. La demonio ¿recuerdas?
- Pero… eso no fue
un desengaño. Apenas la conocías. No pudo… no pudo romperte el corazón.
- El corazón tal vez
no, pero sí el autoestima. No eres la única con miedo a que su pareja salga
corriendo después de esto.
Amy se quitó de
encima suyo y se tumbó de nuevo a su lado, colocando una pierna con gran
flexibilidad sobre el vientre de él. Le acarició el brazo.
- No te librarás de
mí tan fácil. "Esto" ha sido maravilloso, pero no es lo único que
quiero de ti.
- ¿Y qué quieres de
mí?
- Todo. Eres mío –
aseguró ella. Chris sonrió ampliamente.
- Con que me he
convertido en una posesión.
- Una muy valiosa.
Los dos sonrieron y
continuaron tumbados uno junto a otro, ella con la cabeza apoyada en el pecho
de Chris, acariciándose de forma distraída.
- ¿Y qué hay de ti?
– preguntó Chris al cabo de un rato.
- ¿Mmm?
- Tus desengaños.
Sólo sé la superficie. Sé que ha habido hombres que no se han portado bien
contigo. Pero no sé la historia…ni sé cuántos.
- ¿El número te
preocupa? – preguntó ella, levantando un poco la cabeza para mirarle.
- Un poco –
reconoció Chris, sabiendo que estaban siendo abiertamente sinceros el uno con
el otro.
- Han sido muchos –
admitió Amy pesarosa – Muchos hombres, y muchos desengaños. Eso no tiene que
preocuparte. Ninguno ha sido importante. Sólo tú.
- Pero quiero
saberlo – insistió Chris, y Amy suspiró.
- ¿Para qué? Eso ya
fue.
- Amy, en realidad
sé muy poco sobre tu pasado.
- Pero lo sabes todo
sobre mi presente. Tú lo construyes.
- Tú sabes todo lo
importante sobre mí, y lo que no sepas sólo tienes que preguntarlo. No tengo
secretos para ti, ya no. Me da la sensación de que tú si los tienes. Nunca
hablas de esos hombres, y aun le doy vueltas a eso que dijiste cuando Nick te
insultó. Lo de "que no estaba desencaminado."
- Bueno, ya has
comprobado que no soy virgen – repuso ella, visiblemente incómoda.
- Ni yo tampoco.
- Pero tú has estado
casado.
- No lo era antes de
estarlo.
- Sí, y eso te
atormenta. – sentenció ella con convicción – Te hubiera gustado ser virgen para
ella.
Tenía razón. Chris
se dio cuenta de que ella le iba conociendo muy bien.
- El caso es que no
fue así. ¿A dónde quieres llegar con esto?
- Nick no dijo
ninguna mentira, Christopher. Eso que me llamó es totalmente cierto.
Antes de que Chris
fuera capaz de salir de su incredulidad para formular una respuesta, llamaron a
la puerta.
- Papá – dijo la voz
de Peter. ¿o tal vez era la de Nick? No, Nick probablemente no habría llamado -
¿Se puede?
- Un segundo –
exclamó Chris, y volvió a la vida real. La vida en la que compartía casa con
tres hijos, momentáneamente con dos sobrinos, y por lo visto con una mujer que
había pasado por las manos de quién sabe cuántos hombres antes que por las
suyas. Se puso unos pantalones y le lanzó a Amy una camiseta del armario, sin
mirarla. No sabía cómo reaccionar a aquella confesión inconclusa, ni si
tomársela de forma literal. ¿Estaba amy diciendo que había tenido relaciones a
cambio de dinero? No quería creerlo. No podía creerlo. Y no lo creyó. Caminó
hacia la puerta y la abrió para atender a Peter.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario