Chapter 33: Preludio a una doble cita
Chris sabía que a
pocos niños o adolescentes les gustaba volver al colegio. A él mismo no le
había gustado demasiado, sobretodo conforme iba creciendo. Pero jamás vio a
alguien que le gustara tan poco como a Nick. Chris no se había dado cuenta de
lo mucho que Nick odiaba el colegio hasta ese primer día después de las
vacaciones de Navidad. Protestó tantas veces que llegó un momento que en la
casa no se oían más que sus quejas. Chris al principio se lo tomó a broma, pero
luego se preguntó si es que pasaba algo malo en el colegio. Le había parecido
que Nick se integraba bastante bien, pero tal vez tuviera problemas con algún
compañero. No sabía bien cómo abordar el tema del bulling, si es que se trataba
de eso, así que buscó la mejor forma de tantearle:
- En el centro
también ibas al colegio, y siempre has sacado buenas notas. No te digo que sea
tu lugar ideal, pero pensé que medio te gustaba.
- Y supongo que
medio me gusta pero….- Nick no terminó la frase.
- ¿Es éste colegio
el que no te gusta?
Silencio.
- ¿Hay alguien que
te moleste?
Más silencio. Chris
no sabía cómo conseguir una respuesta, y en ese momento pasó Peter junto a
ellos, y se les quedó mirando. Hacía unos minutos que se había ido de la
habitación, porque no aguantaba las quejas de Nick. En aquél momento pareció
perder la paciencia por completo.
- Oh, por el amor de
Dios, Nick. El que debería tener miedo soy yo. No pasa nada, papá. Es que hoy
nos dan las notas del primer trimestre.
En el colegio de los
chicos, las notas las daban después de Navidad y no antes. Aunque seguro que a
muchos aquello les "salvaba" las vacaciones, aquello hacía que en vez
de tres trimestres, el colegio de Nick, Peter y Leo tuviera dos semestres. O
sea, solo dos evaluaciones, más la final. Y aquella era la primera. Chris sabía
que los chicos habían llegado con el curso empezado y que habían tenido muchos
cambios a los que adaptarse, así que se había ahorrado los discursos de
"quiero buenas notas", aunque había estado tentado. Por eso mismo le
extrañaba que a Nick le preocuparan sus notas, ya que además sabía que el chico
solía sacar muy buenas calificaciones.
- ¿Por eso no
quieres ir a clase? ¿Para que no te den las notas? – preguntó con algo de
incredulidad, y Nick tuvo que asentir. – Hijo, seguro que son muy buenas.
- Pero…¿y si no?
- Y si no, ya te he dicho
un montón de veces que a mí lo que importa es que lo intentéis.
- Pero Leo dice que
las notas te importan mucho…
- Bastante. ¿Y a qué
padre no? Pero soy razonable. Soy consciente de que habéis aterrizado en un
colegio nuevo, con una nueva forma de estudiar, diferente a la que teníais en
el orfanato donde estabais con niños de otras edades. Sé que te tomas los
estudios muy en serio, Nick, y eso me gusta, pero no te preocupes en exceso.
¿Acaso esperas alguna mala nota?
- No lo sé…
- Ya te digo yo que
no – le dijo Peter. – Pero para él sacar menos de sobresaliente ya es malo.
- Entonces, ¿no hay
ningún otro motivo por el que no quieras ir a clase, Nick? – preguntó Chris,
para estar seguro.
- No. De
hecho…quiero ver…quiero ver a algunos compañeros…
- O compañeras –
entendió Chris, y se rió – Pues ale, que se hace tarde. Sube a lavarte los
dientes, y nos vamos.
Nick fue a hacerlo,
aun sin tenerlas todas consigo. Pero de una manera o de otra la sentencia
estaba echada. Peter se quedó con Chris unos segundos, y éste le miró con
curiosidad.
- ¿Nervioso por las
notas? – le preguntó. No podía interpretar la expresión de Peter.
- No. Sé que van a
ser malas y que vas a enfadarte. No tiene sentido ponerme nervioso.
Pese a sus palabras,
Chris se dio cuenta de que Peter sí estaba nervioso. El chico era tranquilo, y
no tenía muchos tics, pero tenía el cuello rígido y la expresión inusualmente
seria.
- Me parece que das
muchas cosas por supuestas. No creo yo que te haya ido tan mal.
- Sé que soy una
persona más bien pesimista, pero en esto soy bastante objetivo. Es
materialmente imposible que apruebe matemáticas.
- ¿Y por qué no me
lo has dicho antes? – preguntó, frunciendo el ceño.
- Dudo que creyeras
que iba a sacarte precisamente un 10. Pero si no te lo dije con la rotundidad
con la que te lo digo ahora, es porque quería retrasar el momento – confesó
Peter.
- ¿Por qué? ¿De qué
te sirve retrasarlo?
Peter le miró como
si fuera obvio, pero no le respondió. Chris lo dejó estar, porque Nick bajó en
ese momento y se hacía tarde. Fue a por Leo y se fueron al colegio, pero no
dejó de darle vueltas a la preocupación de sus hijos por las notas. Se despidió
de ellos y se fue a trabajar, dándole vueltas a la cabeza. Tenía un pequeño
dilema. Probablemente lo de Nick fueran sólo exageraciones, y efectivamente el
chico tuviera unas notas excelentes. Pero lo de Peter era más creíble. Y él no
sabía cómo debía reaccionar. Lamentaba no haberle tranquilizado un poco más, o
haberse mostrado más comprensivo, pero no podía evitar que le fastidiara el
saber que, según decía, iba a traer un suspenso. Supo que en vez de preguntarle
por qué no se lo había dicho, tendría que haberle reconfortado o intentado
animarle. Porque la experiencia de Peter ya le había enseñado que suspender
podía meterle en problemas: ahora debería enseñarle que no tenía por qué ser
algo malo, si uno ha dado su mejor esfuerzo. Al recordar cómo había reaccionado
Derek ante el hecho de que Peter suspendiera, encontró un modelo de "lo
que no tenía que hacer". Con ésta idea en mente, decidió dejar de pensar
en el tema: al fin y al cabo de poco servía especular antes de haber visto si
quiera el papel con las calificaciones.
Estuvo haciendo
algunas cuentas en el P3, y volvió a llegar a la conclusión de que detestaba la
contabilidad. Normalmente se las apañaba para que esa parte le tocara a Wyatt,
pero de vez en cuando tenía que hacerlo él. Su hermano aún no había vuelto de
su viaje familiar, por lo que no tenía forma de escaquearse aquella vez. Tras
un par de horas, lo único que veía al parpadear eran números, así que decidió
parar durante un rato, contento por haber avanzado tanto. Se encontró con el
móvil en la mano, trasteando un poco, y tras meditarlo, por fin dio el paso de
llamar a Amy.
- ¿Diga?
- Hola, Amy
- ¿Chris? ¡Hola!
¿Cómo estás?
- Estupendamente…¿y
tú?
- Me pillas en la
hora del recreo.
Chris intentó
imaginársela en algún jardín de infancia, rodeada de niños. Aquello la hizo
sonreír.
- Escucha…no sé si
te debo una cita, o una disculpa.
- ¿Por qué dices
eso?
- Hace mucho que no
te llamo…
…"aunque
también podrías haberme llamado tú", pensó pero esto no lo dijo. Había
estado muy indeciso, y creía que no tenía tiempo para tener una relación. Pero
su conversación con Nick aquél fin de semana le hizo pensar que tal vez debía
intentarlo. Esos habían sido sus motivos para no llamarla, aparte de cierta
inseguridad. Pero ¿cuáles habían sido los de ella?
- Bueno, me estás
llamando ahora. ¿Querías algo?
- Sí…yo…me
preguntaba sí….me preguntaba sí…
- Chris, no tengo
toda la mañana – dijo la voz de Amy al otro lado del teléfono, pero no sonaba
molesta sino divertida. La escucho reír – No sabía que fueras tan tímido.
- No es timidez.
Es…bueno, ¿quieres venir a casa un día de estos?
- Ya lo has pensado
¿no?
- ¿Qué?
- No has dado
señales de vida, por que tenías que pensar si querías iniciar una relación
conmigo. ¿Hoy voy a tener la respuesta?
A Chris le
sorprendió que se acercara tanto a sus motivos. Él sólo hubiera usado el verbo
"poder" más que el "querer". Porque sí que quería.
- ¿Hoy? – preguntó
él – Sí, eso. Hoy. ¿Quieres venir a mi casa?
¿Para qué
retrasarlo? Era tan buen día como cualquier otro, y como se diera tiempo para
pensarlo, volvería a cambiar de opinión.
- ¿A conocer a tus
hijos? Sería estupendo. Pero mejor mañana. Esta tarde trabajo, y además así me
preparas el terreno. Háblales bien de mí ¿eh?
Chris soltó una
carcajada.
- Descuida. Nos
vemos mañana, entonces.
- Chris, te tengo
que dejar. Gracias por llamar, ojos azules.
- Nos vemos, Amy.
- Ciao.
Y colgó. Chris se
alegró de haber llamado. Mantuvo la sonrisa por unos segundos, y luego volvió
al trabajo.
Como siempre, llegó
a casa antes de que los chicos salieran. Por acuerdo tácito, Chris iba a
recoger a Leo, y Nick y Peter se volvían solos, salvo cuando fuera en coche, en
cuyo caso no importaba que les vieran irse con su padre. A Chris le hubiera
gustado que se volvieran los cuatro juntos, pero entendía que los gemelos no
quisieran que sus compañeros pensaran que "papá tenía que irles a
buscar". Tras hacer un par de cosas, se fue a por Leo. Fue de los últimos
de su clase en salir. Chris le sonrió:
- ¿Qué tal el día,
campeón?
- ¡Bien!
- ¿Y ya está? ¿No me
cuentas nada?
- La profe se ha
caído de la silla, pero no se ha hecho daño.
- Menos mal – dijo
Chris, y le cogió la mochila. Le dio la mano y empezaron a andar - ¿Tienes
deberes?
- ¡Es el primer día,
papá! ¡No hay deberes!
- Bueno, sólo
preguntaba.
- Ah, y mañana me
dan las notas. Las tienes que firmar ¿vale?
- Vale. A tus
hermanos se las dan hoy.
- ¿Y a ellos también
se las tienes que firmar?
- No creo, pero les
preguntaré.
- Si se me olvida
recuérdamelo – le dijo Leo – Que mi profe tiene muy mal genio y si no le llevo
la firma se enfadará.
- Te lo recordaré –
dijo Chris.
- Hoy se ha enfadado
conmigo porque no he sabido hacer un ejercicio…- dijo Leo.
- No se habrá
enfadado, campeón. Pero tiene que enseñarte a hacerlo bien. Te habrá dicho que
lo tienes mal, pero no pasa nada.
- No, sí que se ha
enfadado. – respondió el pequeño. – Pero no importa, Lucy me ha enseñado cómo
se hace. Lucy es genial. Es la chica que te dije que me gustaba.
Chris intentó no
reírse. Le hacía cierta gracia que con ocho años el niño pensara en tener una
novia. Siguieron hablando durante todo el camino de vuelta y cuando llegaron a
casa Leo aún tenía cosas que contar. Chris le escuchó sin ningún esfuerzo, a
pesar de que Leo podía llegar a hablar demasiado. Después, el niño se fe a ver
la TV. A los pocos minutos llegaron Nick y Peter. Chris estaba con las manos
ocupadas en la cocina, así que no salió a recibirles y esperó a que vinieran a
saludarle, pero no fue ninguno. Se lavó las manos y les fue a buscar. Les
encontró en el cuarto de Nick, cada uno sentado en su cama.
- "Hola, papá,
¿qué tal el día?" – dijo Chris, intentando imitar sus voces – Bien hijos,
gracias por preguntar, ¿y el vuestro?
Los chicos le
miraron, pero no dijeron nada, ni hicieron el amago de sonreír. Chris suspiró.
- A ver, ¿qué
ocurre? Os han dado las notas ¿no?
Asintieron al
unísono.
- ¿Y son malas?
Volvieron a asentir.
- ¿Quién me las
enseña primero? – les preguntó. Silencio mortal. Chris se dio unos segundos
para asegurarse de que lo que iba a decir era verdad. – Vamos, que no pasa
nada. No se acaba el mundo ¿de acuerdo? Nick, anda, dámelas.
- Está bien.
- ¡Por fin un
sonido! Empezaba a temer que os hubierais quedado mudos.
Chris extendió la
mano, y cogió el sobre que Nick le tendía como si su vida estuviera en ese
papel. Lo abrió, y leyó. Nick se quedó frente a él sin moverse ni un milímetro.
- Nick, creo que vas
a acompañar a tu hermano al psicólogo – le dijo Chris, hablando
mayoritariamente en broma. – No sé en qué mundo esto pueden ser malas notas.
¡Tienes un diez en todo!
- No en todo. ¿Has
visto física?
- Un siete. Y diez
dieces. Nick, como me estés diciendo en serio que esto no te parecen buenas
notas te pido cita mañana mismo.
Chris seguía
hablando en broma, pero empezó a plantearse lo de llevarle al psicólogo en
serio. Esas notas eran mejores de las que él había sacado en toda su vida. Eran
mejor de lo que se había imaginado, y desde luego no es lo que él, y nadie
normal, entiende por "malas".
- Nunca he sacado
una nota tan baja en una evaluación.
- Nick…¡que es un
siete! ¡Y diez dieces! Seguro que has sido el mejor de tu clase. Caray, hijo,
enhorabuena.
Chris le abrazó, aún
sin poder entender que Nick no estuviera contento. Luego le pidió las notas a
Peter, que suspiró antes de dárselas.
- Las mías son malas
de verdad – le advirtió. Chris las cogió sin decir nada.
Música 9
Interpretación 9
Teoría del Teatro 8
Informática 7
Español 7
Filosofía 7
Historia del arte 7
Psicología 7
Matemáticas 4
Lengua 8
Educación física 8
- Peter, malas
tampoco son. Están bastante bien. Tienes una media de notable.
- Pero he suspendido
matemáticas – dijo el chico, realmente preocupado. – No te enfades. Estudiaré
más, te lo prometo.
- Peter, no estoy
enfadado. Sois un par de exagerados, y me hacéis sentir muy culpable, como un
ogro o algo. ¿Pensabais que me iba a enfadar por estas notas? Nick, tú no
podías haberlas sacado mejores, casi literalmente. Y Peter, están bastante
bien. Sé que las matemáticas te cuestan. Trabajaremos en ello: ya estás yendo a
clases de refuerzo. Enhorabuena a los dos. Tengo por hijos a dos empollones.
Peter le dio un
abrazo. Chris se dio cuenta de que había estado esperando que le gritara, y tal
vez algo más. Derek le había dado una gran paliza por suspender. Le abrazó con
más fuerza, y luego fue a hacerle cosquillas a Nick.
- Malas notas, ya
ves tú – le dijo. - ¿Un siete te parece malo? ¿En serio?
- Quiero sacar todo
matrícula. Para que así mi cuota te salga gratis. Es un colegio privado, y sé
que es caro.
- Nick, no tienes
que hacer eso. No tengo problemas económicos.
- Da igual. No
quiero que gastes dinero en mí…
- No es un gasto
cuando lo empleo en vosotros – le dijo.- Tú no pienses en eso ¿vale? Y
enhorabuena otra vez. Caray, lo que daría por ver qué hay dentro de esa cabeza
tuya. Una enciclopedia entera, o algo.
Nick sonrió un poco.
- Estoy muy
orgulloso de ti. De los dos.
- Gracias – le dijo
Peter, y Chris supo que le vino directo del corazón. Le decía
"gracias" por muchas cosas.
"Gracias por no
enfadarte, gracias por no ser como Derek, gracias por ser mi padre, gracias por
no hacerme sentir mal."
- Por nada. Pero
otra vez no esperes al día de las notas para decírmelo. Si sabías que ibas a
suspender antes de las vacaciones, tenías que habérmelo dicho.
- Sí – admitió Peter
– No va a haber próxima vez, pero si la hay te lo diré.
- Bien. Ahora será
mejor que bajemos a comer. No sé vosotros, pero yo me comería un rinoceronte.
Chris supo que había
reaccionado de forma correcta durante la comida, cuando vio que Peter volvía a
sonreír, al principio con timidez y luego con sinceridad. No habría ganado nada
con enfadarse. Su hijo no se iba a volver más hábil para las matemáticas porque
le gritara y le había visto dedicar más tiempo a esa asignatura que a todas las
demás. Y el resto de sus notas habían sido bastante buenas.
Después de comer,
hubo dispersión general. Nick fue al salón, a ver la TV. Leo estaba castigado
sin tele, así que Peter se subió a jugar con él a la habitación. Aquello era un
gran gesto por parte de Peter, que seguro que prefería hacer mil cosas en vez
de jugar con los muñecos de acción de Leo.
Chris, cuando acabó
de recoger, fue a sentarse con Nick, y vieron una película que era mala no, lo
siguiente.
- Oye, ¿a ti te
gusta esto? – tuvo que preguntar Chris después de un rato.
- Pues no, pero no
hay nada mejor en otras cadenas y me da pereza subir a mi cuarto. Se está muy a
gusto en el sofá.
Chris rió.
- Vago.
- No todos podemos orbitar.
Si te cansas de estar aquí sólo tienes que aparecer en tu habitación.
- Touché.
- La verdad es que
estoy reventado.
- ¿Y eso? Sí la
semana acaba de empezar…
- No me lo
recuerdes. Es que hoy la clase de educación física ha sido agotadora. El único
que ha aguantado el ritmo ha sido Peter. Y por alguna razón el profesor pensaba
que al ser gemelos yo tenía que correr tanto como él. Pero no.
- Y si Peter es
"tan bueno", ¿por qué ha sacado menos nota que tú?
A Chris eso le había
extrañado un poco.
- No se le dan bien
los deportes de equipo. Es demasiado competitivo.
- ¿En serio?
- Ya le conoces. Si
no es el mejor en todo le da algo.
- Oh, espera, que
eso me suena a cierto chico que es demasiado autoexigente con sus notas.
- Vale, yo también
tengo que ser "el mejor" – reconoció Nick – Pero sólo con las notas.
- Pues deberías
tomártelo con más calma. Si te exiges demasiado te perderás otras cosas
importantes, como los amigos y todo eso.
- ¡Ah! ¡Se me había
olvidado! ¿Podemos ir mañana a una fiesta de cumpleaños? Una chica de clase nos
ha invitado a su casa. ¡Tiene piscina cubierta!
- ¿Una chica de
clase, o "la" chica de clase? – preguntó Chris con una media sonrisa,
al notar el repentino interés de Nick.
- "La"
chica – reconoció Nick - ¿Podemos ir?
- Claro. Mañana va a
venir Amy. ¿Crees que estaréis antes de la cena, para poder conocerla?
- ¿Viene Amy? ¡Por
fin! Estaremos, por supuesto. Tengo que ver con qué truco la has engañado para
que salga contigo.
- ¡Oye! Yo no he
engañado a nadie ¬¬ Y no estamos saliendo.
- Jesús, vas más
despacio que las tortugas. Espero que sea joven, porque si no van a salirle
canas de tanto esperarte.
- Muy gracioso. Me
parto. Voy a tomarte yo el pelo con esa misteriosa chica del cumple.
- Haz lo que
quieras. Ya te digo que pasa de mí.
- No te rindas tan
rápido. Oye…¿tenéis bañador?
- Sí. ¿No te molesta
que vayamos a la piscina?
- Hace un poco de
frío, pero dices que es cubierta.
- No lo decía por
eso.
- ¿Sabéis nadar?
- Yo sí. Peter no.
Pero tampoco lo decía por eso.
- ¿Y por qué lo decías?
¿Y cómo es que Peter no sabe nadar?
- Me enseñaron mis
primeros padres. A Peter intentaron enseñarle en el orfanato, pero no había
quien le hiciera meterse en el agua. Y…lo decía porque...a Paul por ejemplo no
le dejan ir. Peter y yo hemos estado hablando sobre si tú nos dejarías.
Chris creyó
entender.
- Me fío de
vosotros. Pero si hay alcohol, que lo habrá, que no soy tonto…
- …no beberemos – le
prometió Nick.
- Bien. Pues
entonces no tengo ninguna objeción. Aunque si Peter no sabe nadar, tendrá que
tener cuidado.
- No creo que se
meta en el agua – le tranquilizó Nick. – Es más, dudo que ni siquiera se quite
la camiseta. Es demasiado vergonzoso. Sospecho que quiere ir sólo porque va una
chica que le gusta.
- ¿No dijo que no le
gustaba nadie?
- Cuando Peter dice
no, en realidad suele querer decir que sí. En eso funciona como las mujeres. Yo
te digo que le gusta alguien, aunque aún no he podido averiguar quién.
- O sea, que
vosotros dos no vais a un cumpleaños: vais a ligar.
- O a intentarlo.
- Hazme un favor, e
intenta mantener las hormonas bajo control. Esa chica se merece que la trates
bien.
- Claro. A ver de
qué otra forma la voy a tratar si no.
- Pues…como un
adolescente. Es decir, con muy poco tacto, muy poca empatía y el pensamiento
puesto en…
- En nada, papá, en
nada. Seré un príncipe azul ¿vale? Sólo espero que no me den calabazas.
- Ya me contarás.
Siguieron viendo la
TV, pero Chris se levantó cuando creyó que iba a dormirse. Nick, directamente,
se quedó dormido. Aquello no fue del todo una buena idea, porque al estar sólo
Chris pudo pensar en el día siguiente, en Amy, y se empezó a poner nervioso. ¿Y
si aquello no era buena idea? ¿Y si se había precipitado?
"Está más
tranquilo Nick que tú" se dijo "Pareces un quinceañero estúpido"
Se chocó de frente
con Peter, que pasó de largo sin siquiera mirarle. Iba a preguntarle qué le
pasaba, cuando vio que Leo salía tras él.
- ¿Qué ha pasado,
campeón?
- Me ha llamado
pesado. Creo que se ha cansado de jugar conmigo. ¿Crees que se habrá enfadado?
- No lo sé…¿os
habéis peleado?
- No. Yo sólo le he
preguntado qué tal sus notas, porque Nick me había dicho las suyas. Pero no me
ha respondido, y cuando se lo he vuelto a preguntar me ha dicho que soy un
pesado, y se ha ido. ¿He hecho algo malo?
- No, Leo. Ya verás cómo
se le pasa en seguida.
Le revolvió el pelo
y se fue a buscar a Peter. Le encontró tumbado en su cama.
- Ey. ¿Ahora soy
invisible? Antes nos hemos chocado y ni siquiera me has mirado.
- Lo siento. No me
fijé por dónde iba.
- Ya lo supongo. Se
te veía molesto. ¿Te has enfadado con Leo sólo porque te ha preguntado tus
notas?
- No, me he enfado
conmigo y lo he pagado con Leo. –reconoció el chico, y suspiró – Voy a hablar
con él.
- Peter, el único
que le está dando importancia al hecho de haber suspendido eres tú.
- Me da rabia que
Nick tenga unas notas tan increíblemente buenas, mientras que yo…
- Cada uno hace lo
que puede, y tiene sus propias habilidades.
- Pues en el reparto
genético Nick tuvo que llevárselo todo.
- Peter, tú tienes
muchos talentos. Vales para el arte, y la música.
- Ya has visto que
no. Ni siquiera en eso he sacado un diez.
- ¿Y vas a dejar que
una nota decida por ti?
- No, claro que no.
- Pues ya está. No
le des más vueltas y…no lo pagues con Leo, que no te hizo nada.
- Lo sé. Lo siento.
- Anda, ve a hablar
con él. Creo que se ha acostumbrado tanto a estar contigo que ya no sabe jugar
sólo.
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