domingo, 29 de septiembre de 2013

Primos

-         Carlos, Carlos, escóndeme (Bruno entró como un loco en la habitación de su primo que estaba estudiando para los exámenes de acceso al conservatorio).
-         ¿Qué has hecho ya?
-         Nada (dijo enfadado Bruno).
-         ¿Nada? ¿Y porque te escondes? (viendo que le niño se metía debajo de su cama. Bruno sacó un poco la cabecita)
-         Porque papá me quiere matar.
-         ¿Y porque te quiere matar?
-         Porque es malo (dijo en su lógica de niño de 5 años).
-         Y no puede ser que sea  porque has hecho algo que lo haya hecho enfadar ¿Verdad?
-         Papá se enfada por todo. (Entonces ambos escucharon la puerta de casa cerrarse de un portazo). Es él. Tú no me has visto Shhhhhh  (y volvió a meterse debajo de la cama. Al cabo de unos segundos entró Ramón por la puerta con cara de no haber ido al baño en tres semanas).
-         Hola Carlos ¿Y tú primo?
-         ¿Víctor? (que era con quien compartía cuarto) Es miércoles, creo que tenía entreno.
-         No, tú otro primo, uno más bajito, uno en más problemas. Tu primo Bruno (dijo muy serio).
-         No lo sé ¿No estaba contigo?
-         Estaba (dijo aún más serio y se hizo un silencio incómodo. Ramón se quedó mirando muy fijamente a su sobrino. Había venido a vivir con ellos porque en su zona no había buenas escuelas. Y su hermana y él habían acordado que se quedaría en su casa durante la semana para poder asistir a una buena escuela. De eso ya hacía dos años y Carlos ya era uno más de la familia). Carlos, conoces mi política sobre mentiras ¿Verdad? (Carlos tragó saliva, claro que la conocía, al principio de llegar a casa de sus tíos se había llevado bastantes tundas por intentar mentirles). Te lo voy a volver a preguntar ¿Sabes dónde está tu primo?
-         No ¿Por qué tendría que saberlo, estaba en el parque contigo, no? (y entonces Ramón dio uno de sus suspiros famosos, esos que parecían más de un buey que de una persona).
-          Levanta (ordenó muy serio Ramón).
-         Venga, tío, por favor, tengo 16 años, no puedes estar hablando en serio (hacía más de 4 meses que su tío no le tenía que zurrar, ni siquiera un capón).
-         Carlos, si he de levantarte yo sabes que va a ser mucho peor.
-         ¿Dónde? (preguntó cabreado Carlos bajándose los pantalones hasta las rodillas)
-         Sobre la cama (dijo Ramón quitándose la correa mientras Carlos agarraba la almohada para morder) Zwass Zwass Zwass Zwass Zwass (los 6 correazos de advertencia de costumbre. Y Ramón se volvió a poner el cinturón en su sitio. Carlos se secó las lágrimas, se levantó de la cama, se sobó un poco el trasero y se volvió a subir los pantalones). Bruno sal de debajo de la cama de tu primo. Si he de agacharme yo, te daré con la zapatilla de piscina de tu primo. (Bruno miró la zapatilla de piscina de su primo, y le pareció enorme, era un 42 y aquello era como la madre de todas las zapatillas. Así que enseguida asomó la cabecita). Sal de ahí (le dijo no muy contento Ramón. Cuando Bruno salió de su escondite, Carlos no puedo más que sentir pena por el niño, aunque una parte, la parte trasera, creía que el niño se merecía un par de azotes por haberlo metido en problemas).
-         Papá, por favor, no me pegues (dijo ya llorando y poniéndose ambas manos en el trasero para salvaguardarlo).
-         Hijo, no solo me desobedeciste subiéndote en aquel columpio que te he dicho ya muchas veces que no quiero que os subáis porque está muy oxidado y podéis coger algo. Sino que encima cuando te estaba riñendo saliste corriendo del parque y te viniste para casa (Carlos abrió mucho la boca cuando escuchó a su tío, él pensaba que solo había subido las escaleras corriendo mientras que su tío iba en ascensor, como hacen un millón de veces. Pero no el chico había cruzado solo tres calles con sus tres pasos de peatones. Al columpio que le dieran mucho por saco, cruzar solo al calle, eso sí que era peligroso. Ramón miró a su sobrino, con esa mirada de “¿Por qué te creías que estoy tan enfadado?).
-         Pero es que me ibas a pegar.
-         Bruno, te he dicho ya muchas veces que no quiero que vayas a ese columpio, hay muchos otros en el parque. Pero tú tenías que subirte en ese ¿Verdad? Pues si no haces caso a papá sabes que papá se enfada y te calienta el culete (Bruno empezó a llorar con el corazón en un puño).
-         Noooooo , eres maloooooo (Ramón respiró hondo y se armó de paciencia. Agarró al niño por el bracito y tiró de él. Se sentó en la cama de su hijo Víctor y se puso al pequeño entre sus piernas para que lo mirara a los ojos y no volviera a salir corriendo)
-         Te iba a dar solo unas palmaditas en el culete, pero saliste corriendo del parque y cruzaste solo 3 calles.
-         Bwuaaaaaaaaaaa (Bruno ya lloraba a todo volumen) noooooo, noooo, no pasó nada bwuaaaaaaa, miré a los dos lados bwuaaaaaaaaaaa.
-         Hijo, no puedes salir del parque solo y sobre todo no puedes cruzar la calle sin ir agarrado, y mucho menos solo y corriendo (que es como había cruzado las calles. Y sin más Ramón empezó a desabrocharle los tejanos y a bajarle los pantalones, en medio de las protestas  y llantos de su hijo). Bruno, no quiero ver que sales solo, nunca más.  Pobre de ti que vuelvas a cruzar una calle solo. Podían haberte atropellado hijo ¿No  lo entiendes?
-         No pasó nada, papá bwuaaaaaa.
-         Pero podía haber pasado, hijo (y sin más dilaciones se lo colocó sobre una rodilla y empezó darle unos buenos azotes, los más duros que se había llevado hasta entonces Bruno. Bruno lloraba, pataleaba y maldecía, pero Ramón no se dejó achicar y acabó con la zurra solo cuando creyó que el niño ya había aprendido la lección. Lo puso de píe y  de la manita se lo llevó a la esquina del salón y lo dejo allí) No te moverás de ahí hasta que venga tu madre y le cuentes que es lo que has hecho.
-         Noooo papá, por favor, mamá se enfadará mucho.

-         Y no es para menos, Bruno. Lo que hiciste no solo estuvo muy mal sino que también fue muy peligroso  ¿Lo entiendes, hijo? (Bruno asintió. Ramón le plantó un beso en la frente, le enjuagó las lágrimas y le sonó bien los mocos y de un azote lo mandó a la esquina). Y no quiero oírte mientras estás ahí plantado (le advirtió Ramón y se derrumbó en el sofá, estaba  exhausto).

2 comentarios:

  1. querida Little....

    me heleido todos tu cortos, los flahs jajajaj y resumire todo en este que fue el ultimito que lei, ME ENCANTARON TUS PUESTAS EN ESCENA jajajjaja
    me gusta los pequeños que nos regalaste, estan muy lindos gracias little
    Respecto a Rubén........ que te puedo decir, asi mismo odio a tus padres jajajajajajajja
    un besote linda no te olvides de Hans

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  2. oh pobre carlitos por esconder al primo le pegaron!! Y que tremendo el peque le pudo pasar algo feo por salir corriendo que susto debio pasar el papá. Andrea

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