Chapter 13: Familia
N.A.: Este capítulo
no es apto para diabéticos, porque contiene alto contenido en azúcar xD Una,
que tiene días cursis, qué le vamos a hacer.
Chris pasó el resto
de la mañana en aquél sofá, leyendo a ratos o viendo la televisión, y siempre
con Peter en el regazo, acariciándole la cabeza mientras dormía. Le maravillaba
la expresión serena y dulce del muchacho, y hubiera podido observarle durante
horas. La vida le había robado a ese niño - porque para Chris era poco más que
un niño aunque por su edad se le pudiera considerar un semiadulto – la
oportunidad de tener un padre. Allí, contemplando la inocencia con la que
dormía, Chris sintió que el mundo había cometido una gran injusticia con aquél
chico, y se preguntó de pronto si él estaba a la altura de la misión que de él
se esperaba: que devolviese la justicia al mundo; que hiciera de padre para
aquél chico. ¿Estaba a la altura? ¿Era el adecuado? Sentía que con Nick no lo
hacía mal del todo: la rebeldía, la testarudez y la imprudencia eran cosas
normales para alguien de su edad y su trabajo era limar esas asperezas con
paciencia a la vez que con firmeza. Con Nick, después de todo, no era tan
difícil: había una línea; si Nick la cruzaba, era castigado. Un mecanismo
sencillo. Pero con Peter….no siempre entendía los motivos del chico para actuar
como actuaba. A decir verdad, a él no parecía moverle la rebeldía, y más que
testarudo era cabezota: fiel a sus principios y a sus ideas, y dispuesto a
defenderlas siempre. En cuanto a la imprudencia….Peter era la cautela personificada,
siempre midiendo sus palabras, siempre tomando las mejores decisiones…y de
pronto cogía y cruzaba la calle sin mirar o se tomaba un frasco de pastillas.
Llegaba a ser tan imprudente que pasaba por estupidez. Pero siempre había una
razón detrás. Siempre parecía haber un motivo. Peter era como una máquina que
actuaba de una forma o de otra en función de los botones que apretaras.
¿Apretaba Chris los correctos? Había llegado a la conclusión de que a Peter lo
que le movía eran los sentimientos; que eran sus emociones lo que le hacían
actuar como lo hacía, y no un espíritu rebelde o una falta de madurez. ¿Hasta
qué punto era lícito que él le castigara por sus decisiones sentimentales?
Aunque esas decisiones fueran erróneas, ¿hasta qué punto se le podía culpar, si
era en gran medida el fruto de su pasado? Y ¿hasta qué punto podía decirle él
cómo actuar? ¿Y si Peter podía valerse sólo, sin su ayuda, tal como él parecía
pensar? En aquél momento, el chico estaba indefenso, descansando sobre él. Pese
a sus inseguridades, Chris tuvo claro que era su padre y que aunque Peter no
fuera un niño inmaduro, había cosas que aun tenía que aprender. Chris se
convenció finalmente de que con Peter no debía hacer nada diferente a lo que
hacía con Nick. Aunque castigarlo le hiciera sentir mala persona. Aunque, para
Chris, la palabra 'MALTRATADO' estuviera tatuada en la frente de Peter. Si
quería que el chico superase sus malas experiencias, debía tratarle como si
estas no hubieran sucedido, aunque sin llegar a olvidarlo nunca. Debía ser para
él el padre que era con Leo y con Nick, y eso quizás implicara exigirle menos a
un nivel de expectativas: no pasaba nada si Peter actuaba de manera
irresponsable. Era, al fin y al cabo, un adolescente. No pasaba nada si tenía
que castigarle.
En esto reflexionaba
cuando llegaron Nick y Leo. Escuchó cómo se abría la puerta, les saludó con la
mano, y les indicó que no hicieran ruido, señalando al "bello
durmiente". Tuvo una especie de conversación con Nick, o al menos un
intercambio comunicativo a base de gestos y miradas. Cuando el chico dedujo que
finalmente no habían ido al psicólogo, bufó y sacudió la cabeza. Se marchó a su
cuarto murmurando cosas como "si ya lo sabía yo" y "sólo es un
maldito médico". Chris cayó de pronto en la cuenta de que Nick ya debía de
estar al tanto de que Peter aborrecía esa clase de doctores. Antes de que
pudiera llamarle para hablar con él, Leo se le acercó, y llamó su atención en
voz baja, para no despertar a Peter:
- ¿Sabes? Me gusta
volver con Nick pero antes venías a buscarme.
- Lo siento campeón.
Hoy tenía que estar con Peter. Mañana iré a por ti, te lo prometo.
El niño asintió en
silencio, mirando dormir a su hermano con cierta curiosidad.
- No me extraña que
esté tan cansado. No duerme por la noche.
Chris le miró con
interés. ¿No dormía?
- ¿Por qué dices
eso? – le preguntó, indicándole un hueco a su derecha para que se sentara. Leo
dejó la mochila en el suelo y se sentó.
- Porque habla en
sueños, y a veces de pronto deja de hablar. Entonces empiezo a oír que se mueve
o que se levanta de la cama, como si ya no pudiera dormir.
- ¿Y qué dice?
- No lo sé, desde mi
cuarto no le entiendo. Pero creo que son cosas malas. A veces grita, como yo
cuando tengo una pesadilla. Ahora en cambio parece muy tranquilo. Deberías
dormir con él por la noche: así seguro que no tendría miedo.
- Peter ya es mayor
para dormir conmigo, Leo – dijo Chris, pero el padre sobreprotector que llevaba
dentro no lo descartó del todo. Con mucho cuidado, se levantó y dejó a Peter
durmiendo. Se fue a preparar la comida seguido de Leo, que empezó a contarle
muchas cosas de lo que había hecho en el colegio.
- …. Y ganamos el
partido, pero se acabó el recreo. Tommy Jhonson no subió cuando sonó la campana
y la profesora se enfadó mucho con él. Luego…
Chris le dejó
hablar, interviniendo en los escasos momentos en los que su hijo se detenía
para respirar. En un determinado momento Leo tuvo que ir al baño y, antes de
que Chris pudiera recordarle que fuera silencioso en el salón, su hijo se fue
como un torbellino, despertando a Peter en el proceso. Chris hubiera preferido
que siguiera durmiendo, pues le preocupaba eso de que sufriera insomnio.
- Hola, dormilón –
saludó, cuando le vio entrar por la puerta de la cocina.
- Hola, Chris – le
sonrió, y concluyó con un bostezo.
- Pareces cansado.
¿Duermes bien?
Chris fue un poco
directo, y quizá sonó demasiado ansioso.
- ¿También me vas a
preguntar si voy bien al baño? – respondió Peter, de buen humor. No estaba
acostumbrado a las preguntas de padre preocupado. Chris, sin embargo, lo había
preguntado en serio, y por eso respondió de una forma un tanto brusca.
- A lo mejor. ¿Qué
hay de malo?
- Nada. ¡Caray, qué
carácter! Es sólo que has sonado como si me hubiera ido de viaje y pensaras que
no puedo sobrevivir dos días sin ti. Todo eso de "¿Duermes bien? ¿Comes
bien? ¿Hace frío?" – Peter sonrió, y Chris se contagió de su sonrisa.
- Es que tengo un
pequeño pajarito que me ha dicho que …
- Eso no es justo,
yo también quiero espías. Le voy a comprar, que lo sepas. Sé exactamente con
qué golosinas puedo sobornarle. – comentó Peter, en tono divertido, pero Chris
supo leer entre líneas.
- No es un espía.
Pero duerme en la habitación de al lado y…
- …me ha oído
gritar. Lo siento, debí avisarte. También soy sonámbulo, pero creo que aquí no
me he levantado ninguna noche. Nick también lo es.
- Me lo apuntaré. Si
me cruzo con vosotros de madrugada, sabré que no sois fantasmas. Pero,
volviendo a lo de los gritos…
- ¿Qué me quieres
preguntar? – se resignó Peter, pensando que algún día tendría que escribir su
biografía para dársela a Chris, y así ahorrarse tanto interrogatorio.
- ¿Tienes
pesadillas?
- Como todo el
mundo.
- ¿Las tenías
también en el orfanato?
- Sí, Chris. Siempre
las he tenido, que yo recuerde. Pero a veces grito con sueños agradables.
Simplemente hablo en sueños. Al menos no ronco – concluyó, y se encogió de
hombros.
Chris se dio por
satisfechos, pero esta vez fue Peter el que se le quedó mirando.
- Chris… - comenzó,
y se detuvo un momento, vacilante. – No tienes que estar tan preocupado por mí.
No tienes…que buscar el trasfondo de todo lo que hago. Mi vida es algo más que
una mala experiencia. Lo que pasó, pasó, y no tiene sentido tenerlo siempre
presente. Olvida lo que…sabes. Nick aprendió a hacerlo.
Chris supo que se estaba
refiriendo a cuando le maltrataron, y le sorprendió que aquellas palabras se
parecieran tanto a la conclusión que había sacado él hacía unos minutos: la de
tratar a Peter con normalidad. El chico tenía razón, tenía que dejar la
sobreprotección de lado. Dijo sólo una cosa más, como para zanjar el tema:
- Vale, pero si
tienes pesadillas, y quieres hablar de ello…
- Me meteré en la
cama de Nick, pero no en la tuya – le cortó Peter, poniendo cara de escándalo,
pero con un brillo de agradecimiento en los ojos. Chris sonrió.
Peter se quedó allí
con él, y Leo se volvió a unir en cuanto salió del baño. Nick bajó al poco
tiempo.
- ¿Qué pasa, que hoy
hay hambre? – preguntó Chris al ver allí a todos sus hijos.
- Yo es que me
aburro – comentó Leo, con sinceridad.
- Y yo no quiero
perderme la oportunidad de comprobar que a Peter también le castigan.
Peter se ruborizó, y
contuvo el impulso de frotarse el trasero. Él permanecía de pie, mientras que
Leo y Nick estaban cómodamente sentados. Eso, y el hecho de que no hubieran ido
al psicólogo le habían dado a Nick una idea bastante acertada de lo que había
pasado
- Nick, no le
chinches. De todas formas ¿qué quieres decir? ¿En el orfanato no le castigaban?
- No, qué va. Si él
nunca hacía nada. Yo me pasaba el día confinado en mi cuarto y él era el rey
del mambo…
- Algún día tendrás
que contarme qué cosas hacías para tener esa mala fama…- comentó Chris, que en
realidad no había visto que Nick fuera tan "difícil" como le habían
dicho.
- Mejor te cuento lo
que hacía él, y acabamos antes. La lista es muy corta o casi inexistente. Pero
eso no es algo bueno: es la prueba de que es un aburrido.
- Que estoy aquí,
¿sabéis? – intervino Peter, apretando los dientes.
- ¿Lo ves? A eso me
refiero. Por mucho que se enfade eso es todo lo que hará: te mirará y apretará
los dientes – prosiguió Nick, como si no le hubiera escuchado.
- El otro día se
peleó contigo – apuntó Leo, lleno de curiosidad por aquella conversación y
queriendo poner su granito de arena.
- Sí, pero porque yo
fui un completo ca…
- Ejem – tosió
Chris, mirando significativamente a Leo.
- ….cafre, fui un
completo cafre.
- Sí, vale, lo he
pillado. Soy un aburrido y no tengo carácter ¿algo más?
- Oh, sí que tienes
carácter. – le contradijo Nick. – Lo que pasa es que no lo sacas. Tú enfadado
eres peor que yo.
- ¿Peor que tú? –
preguntó Chris, pinchando a Nick pero con ciertas dosis de incredulidad.
- En serio. Una de
las pocas veces que se la cargó dentro del centro fue cuando….
- Si le cuentas eso
le diré lo del lavabo.
- ¿Lo del lavabo? –
preguntó Nick, como si hubiera olvidado aquél incidente.
- O lo de la
ventana. O lo del gato de Henry. Elige tú.
Chris decidió
cortarlo entonces que aun estaban de buen humor, antes de que alguno de los dos
se enfadara.
- He cambiado de
opinión. Creo que no quiero saber nada de lo que hicisteis en el orfanato.
- ¡Yo sí! – exclamó
Leo – Yo sí quiero saberlo. No me imagino a Peter enfadado. ¿Qué es lo que
hizo?
- No es apto para
menores, enano – dijo Nick, y Chris se preguntó si lo hacía porque no quería
que Peter en represalia contara una de sus anécdotas, o porque en verdad no era
algo que Leo debiera escuchar. – Digamos sólo que si lo repite aquí, yo pasaría
a ser el bueno de la casa.
Chris les mandó a
lavarse las manos y aun escuchaba a Leo insistirle a Nick para que se lo
contara por el camino. Meneó la cabeza con una sonrisa, pensando que sin sus
chicos la casa estaba demasiado silenciosa. Pasaron los minutos, le dio tiempo
a terminar la comida y servirla en la mesa, y los chicos no habían vuelto. Iba
a subir para ver si se habían ido por el sumidero, cuando escuchó algo que le
hizo arrepentirse de haber criticado la tranquilidad de una casa sin niños.
- ¡DÉJAME EN PAZ! –
esa era la voz de Leo.
- ¡Podrías haberte
matado!
Aquella fue la voz
de Nick. Chris salió de la cocina, y les vio en el rellano de la escalera. Leo
estaba llorando, Nick parecía enfadado y Peter les miraba muy asustado, como si
alguno de los dos se hubiera transformado en el hombre de las nieves.
"¿Por qué
siempre la montan nada más volver del colegio?" se preguntó Chris, más
cansado que preocupado: con un vistazo había comprobado que los tres se
encontraban perfectamente. Aun así, el grito de Nick insinuando que alguien
había corrido peligro le inquietaba, así que se dispuso a averiguar lo que
había pasado.
- ¿Qué ocurre?
- ¡Papi! – gritó
Leo, y bajó las escaleras hacia él, como diciendo "protégeme".
- No, de papi nada.
– dijo Nick, que seguía enfadado, pero no le impidió irse. – Cuéntale lo que ha
pasado.
- Nick me ha pegado,
papá – acusó Leo, y Chris no pudo evitar pensar que aquello le sonaba de algo,
sólo que aquella vez fue a Peter a quién acusó. No obstante, antes de tener
tiempo para pensar que Leo le estaba mintiendo otra vez, el niño continuó – Me
ha dado unos azotes.
Chris le miró,
sorprendido. Luego miró a Nick, y en la expresión ligeramente avergonzada del
muchacho encontró la confirmación a las palabras de Leo. Sin embargo, Nick se
sobrepuso, dispuesto a defenderse.
- Dile por qué –
insistió, aunque ya no parecía tan enojado.
- Porque eres malo.
– respondió Leo, y escondió la cabeza en el hombro de Chris. Su padre se limitó
a frotarle la espalda, sin acabar de entender lo que había pasado.
- Nada de eso. Se
había colgado de la barandilla.
Chris miró a donde
Nick estaba señalando. Había una distancia de unos seis metros con respecto al
suelo: si Leo se hubiera caído desde esa distancia, le podría haber pasado algo
serio. Además, aquella no era la primera vez que el pequeño hacía aquello,
aunque Chris esperaba haber acabado con esa costumbre después de la última vez.
- Leo, ¿qué te dije
que pasaría si volvías a colgarte de la barandilla?
- Que me podría
caer. Y que me pegarías con el cepillo. – respondió el niño, y se hizo aun más
pequeño en los brazos de su padre.
- Si lo recuerdas
tan bien, ¿por qué me has desobedecido?
- Porque tú estabas
en la cocina y no te ibas a enterar – respondió el niño, llorando. A Chris le
fastidió tanta sinceridad. "Si tú no miras hago lo que se me antoja"
venía a decirle. Él no podía estar controlándole las 24 horas, ni creía además
que eso fuera bueno para el chiquillo, que tendría que ser más responsable.
Deshizo el abrazo, le bajó el pantalón, y le dio seis azotes algo fuertes, que
aumentaron el llanto del pequeño.
- Nunca más, Leo –
le advirtió – Ahora ve, y dale un abrazo a Nick.
El niño pareció
pensárselo, pero al final accedió y subió a abrazar a su hermano, que le
estrechó en sus brazos, un tanto sorprendido. Nick le susurró algo que hizo que
el niño se riera y que dejara de llorar. Después se fue con Peter, que parecía
haberse quedado mudo e inmóvil. Lo que sea que Nick le hubiera dicho
probablemente tenía que ver con Peter, porque Leo le cogió la mano y le hizo
bajar las escaleras, como si el hermano pequeño fuera Peter. Chris se quedó mirando
a la pareja algo extrañado, y después miró a Nick como pidiéndole una
explicación para la palidez casi mortal de Peter.
- Vértigo – explicó
el muchacho – Fue él quien encontró a Leo. Intentó cogerle y casi se desmaya.
Si sólo son seis metros de ná….
- Seis metros que
podrían haber sido suficientes para que Leo se matara – murmuró Chris,
apoyándose contra la pared, como si le fallaran las piernas.
Nick acabó de bajar
las escaleras, y se puso frente a él.
- Yo…¿estás enfadado
conmigo? – preguntó Nick, haciendo un gran esfuerzo por mirarle a los ojos.
Chris se lo pensó bien antes de responder.
- Entiendo por qué
le pegaste. No fue una pelea, sino un castigo. Pero no eres tú el que tiene que
castigarle – le dijo, pero intentó no sonar enfadado, porque no lo estaba – Tu
misión es hacerle reír y dejar que yo sea el malo. De todas formas, si hace
algo peligroso como lo que ha hecho ahora, no puedo criticarte por hacer de
"hermano mayor". Al fin y al cabo puede que al haberle castigado tú,
le impacte más el mensaje.
- No volveré a
hacerlo – prometió Nick – Es sólo que me asusté mucho. Ahora….ahora me odiará,
con lo que me costó que me quisiera lo mismo que a Peter…
- No creo que te
odie. Tampoco te martirices. No veo que le hayas dado una gran paliza.
Intentó quitarle
hierro al asunto, pero Nick seguía teniendo un aspecto algo abatido.
- ¿Me odias tú
cuando yo te castigo? – le preguntó.
- Un poco. Pero
luego te quiero.
Chris abrió mucho
los ojos. Era la primera vez que Nick le decía que le quería. "No, si con
Nick no hay problema…pero Peter todavía no me ha dicho papá".
- Pues ahí lo
tienes. Leo no te odia.
Nick sonrió un poco,
agradecido. Chris le dio un abrazo. Que Nick le hubiera dicho "te
quiero" le había emocionado. No es algo que al chico le pegara mucho decir.
El mismo Chris no recordaba que a su edad dijera esa clase de cosas, como si se
diera por sentado. Pero la vida le había enseñado a Nick a no dar nada por
sentado, sobretodo algo tan importante como el afecto.
- ¿Le vas a pegar
con el cepillo? – le preguntó en un tono de "que es mi hermanito, jo"
totalmente adorable.
- No. – respondió
Chris, con voz agotada. Aquél día no quería dar más castigos a nadie. – Tampoco
quiero que me odie a mí.
- El crío te adora.
Se ha tirado a sus brazos como si fueras su salvador, a pesar de saber que te
enfadarías.
- Confía en mí –
dijo Chris, con cierto orgullo. - Sabe que le quiero.
- Tiene que ser una
suerte eso de saber que hay alguien ahí para ti, siempre, que te quiere de
forma incondicional – comentó Nick, con voz repentinamente triste.
- Tú también puedes
confiar en mí – le dijo Chris – Y sabes que también te quiero. De forma
incondicional.
Nick sonrió tanto
como un niño en la mañana de Navidad. Chris a veces pensaba que lo único que
Nick necesitaba es que le dijeran "te quiero" de vez en cuando.
Reaccionaba como si le hubieran salvado la vida, y era muy tierno verle tan
feliz por algo que a él no le costaba ningún esfuerzo.
Le rodeó los hombros
con un brazo, y regresó con él antes de que se les hiciera tarde para comer.
- Y ¿cómo es eso de
que tú me odias un poco? ¬¬
Nick se hizo el
sordo, sonriendo, pero Chris insistió, y le hizo cosquillas.
- Está bien, está
bien. No te odio. Ni siquiera un poquito. Nada, nada de nada, pero no más
cosquillas.
Nick se retorcía
como una lagartija, y pareció aliviado cuando Chris se detuvo.
- Algún día me
vengaré – le dijo. – Y te haré cosquillas durante más de una hora.
- Me gustaría verlo:
no tengo. Mi padre me inmunizó.
- Hablando de tu
padre…- dijo Nick, mientras entraban en la cocina, donde Peter y Leo les
esperaban – ¿es tu padre "padre"?
- ¿Preguntas si soy
adoptado?
- Sí.
- No. Sé que tengo
el pelo negro y todo eso, pero si te fijas mis ojos son los de mi padre.
- No – le contradijo
Leo, su hijo, participando en la conversación – Tú los tienes más grandes.
Chris le miró, y se
dio cuenta de que su hijo tenía razón. Además, el color de los ojos de Chris
era un poco diferente, aunque todo es cuestión de luces.
- Peter y yo
parecemos tus hijos biológicos – dijo Nick, y aquello parecía agradarle. –
Incluso más que Leo. Sin ofender, enano.
- No me ofendo. Yo
me parezco al abuelo, y a mamá.
Aquello les sumió a
todos en un extraño silencio. La ausencia de la mujer de de Chris era extraña
para Nick y Peter, que no la habían conocido. Para ellos aquello era una
familia completa, pero Chris debía de sentir que le faltaba algo. Y así era
justo como se sentía…Pensó que a su mujer le habría encantado conocer a sus
miembros más recientes en la familia, y que se hubiera sentido orgullosa de
cómo estaba creciendo Leo.
- ¿Te acuerdas de
ella? – preguntó Chris, mirando directamente a los ojos oscuros de su hijo.
- Cada vez menos –
reconoció el pequeño - Pero sé que tengo sus ojos, y algo muy especial de su
personalidad.
- ¿El qué?
- La capacidad para sacarte
de tus casillas – respondió el niño, con una sonrisa pícara. Chris se acercó y
le dio un abrazo.
- Tienes algo más
importante: haces que te quiera más que a mi propia vida.
- Bueno, hoy estamos
ñoños – dijo Nick, rodando los ojos – Vamos Peter, súmate, que papá hoy reparte
amor como si fueran caramelos.
"Papá".
Chris seguía asombrándose de lo bien que sonaba esa palabra en los labios de
Nick, pero se abstuvo de decirlo por no resultar más ñoño todavía. De todas
formas, aunque le diera algo de vergüenza hablar en términos tan cariñosos, no
creía que hubiera nada malo en ello. Al fin y al cabo tenía que ser padre y
madre a la vez, y alguien les tenía que decir esas cosas.
- Prefiero
caramelos, gracias – respondió Peter, con una media sonrisa. Entonces Chris,
sin soltar a Leo, atrajo a Peter hacia sí para unirle al abrazo. Nick se sumó
sólo, y Chris vio que tenía los ojos humedecidos.
- Si le cuentas esto
a alguien, lo negaré. – amenazó Nick, que hacía mucho que no era tan feliz. En
realidad, que él supiera, nunca había sido tan feliz.
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