Chapter 5: No lo soportaría
Chris entró en las
habitaciones de sus chicos a las nueve de la mañana. Primero entró en la de
Peter, que estaba más cerca de su cuarto, y le encontró ya despierto. El chico
le dedicó una enorme sonrisa desde la cama, y Chris le dio los buenos días, y
le dijo que el desayuno estaría enseguida. Después, fue al cuarto de Nick, que
dormía profundamente, despatarrado sobre la cama. Intentó despertarle con su
voz, pero nada. Subió la persiana, pero tampoco. Finalmente le zarandeó con suavidad,
y el chico abrió los ojos. Le dijo lo mismo que a Peter, y le pareció entender
un "Ahora bajo" mascullado aun entre sueños. Por último, fue al
cuarto de Leo. Por la noche le había llevado a la cama, ya que cuando se quedó
dormido en el sofá no hubo manera de despertarle. El niño dormía de lado,
aovillado con las rodillas casi en el pecho. Esto hacía que la cama pareciera
demasiado grande para él. Le despertó con suavidad, y notó que se hacía el
dormido, así que le hizo cosquillas hasta que tuvo que dejar su farsa para
reírse. No se fue de la habitación hasta que vio que se sentaba en la cama,
porque sabía que si le dejaba tumbado se volvería a dormir.
Estaba sacando del
horno unas magdalenas caseras, cuando oyó los primeros pasos bajando las
escaleras. Esos los conocía muy bien: eran los pasitos de pajarito de su Leo.
El niño entró en la cocina bostezando, aun en pijama.
- ¿Por qué nos
despertamos tan pronto? – preguntó.
- Porque van a venir
los primos, los tíos y los abuelos a conocer a tus hermanos. Además, te
levantas antes para ir al colegio.
Leo se sentó en una
silla y Chris le observaba cada poco, para que no se quedara dormido sobre la
mesa. Los segundos pasos que oyó eran suaves. De no ser porque los escalones
rechinaban, no hubiera podido escucharlos: pertenecían a alguien muy sigiloso.
Se trataba de Peter, que entró la cocina estando ya perfectamente vestido, con
unos vaqueros, una camiseta azul, y un chaleco. Lo del chaleco era extraño,
pero le quedaba bien.
- Buenos días, Leo –
saludó y el niño respondió con la mano. Peter dejó escapar una risa entre
dientes, viendo la carita de sueño del pequeño.
El último en bajar,
aunque no tardó demasiado, fue Nick. El chico bajó sin camiseta, con los
pantalones del pijama, que no eran más que unos pantalones deportivos viejos.
Ahí cada uno bajaba como le daba la gana, pero lo de Nick había sido lo más
original. Que bajara con el torso desnudo indicaba que se sentía cómodo en
aquella casa, y eso a Christopher le encantó. Sin embargo, estaban en Octubre,
y la temperatura no acompañaba mucho. Le pidió que se pusiera una camiseta, y
el chico subió a hacerlo refunfuñando cosas como "mamá gallina" y
"tampoco hace tanto frío".
Cuando ya estaban
todos sentados a la mesa, sirvió el desayuno. Las magdalenas triunfaron, pero
no había forma de que Peter se bebiera la leche. Chris de buena gana le hubiera
ofrecido mezclarla con un poco de cacao, pero se había acabado.
- La leche sola no
me gusta – comentó Peter, muy bajito.
- Sólo será hoy.
Luego iré a comprar cola-cao, pero tienes que tomártela.
Una cosa era que
fuera vegetariano, y otra que se negara a comer algo por que no le gustaba.
Peter suspiró, y viendo que Chris no iba a ceder, se la bebió a sorbitos. Ponía
tal cara de asco que a Christopher le quedó claro que estaba haciendo un
verdadero esfuerzo.
- Tenías que haber
dicho que eres alérgico – le dijo Nick.
- De ninguna manera
– intervino Chris – No me gustan las mentiras. Además, lo descubriría
enseguida. Tengo vuestro informe médico.
- ¿Tienes mi informe
médico? – preguntó Peter, alarmado.
- Sí, eso he dicho.
- No lo leas, por
favor.
- ¿Por qué no?
- Es privado.
- Tengo que saber
tus antecedentes, si alguna vez te llevo al hospital.
- Yo los sé, con eso
vale.
Christopher le
observó con curiosidad. A Nick no parecía importarle. ¿Qué podía haber en esos
informes que no quería que él supiera? Chris deseaba dejarle su espacio, y su
intimidad, pero la cuestión de la salud era importante. Si se hubiera tratado
de otra cosa, le habría complacido, pero…
- Peter, tengo que
verlo. El señor Wright me los dio precisamente para eso, y para que se los
pasara al médico que vaya a atenderte a partir de ahora.
- Se lo puedo dar
yo.
Chris notó que Peter
estaba enfadado, pero luchaba por mantener las formas.
- No, Peter. No es
negociable, lo siento.
Peter le miró
durante un rato. Parecía estar eligiendo con cuidado sus palabras.
- No estoy seguro de
que tengas derecho a decidir eso.
- Pues yo estoy
seguro de que sí. Y no me insistas, que quiero tener el día en paz.
Peter, sabiamente,
guardó silencio. Desde luego, era mucho más razonable que su gemelo, que ya
estaría gritando y blasfemando en arameo. El resto el desayuno transcurrió con
normalidad. Peter se terminó la leche, y Chris contuvo las ganas de decir
"Muy bien, hijo", como habría hecho con Leo. Peter ya no era un niño
pequeño, y hablarle como tal no hubiera sido una buena idea.
Se notaba a la legua
que el chico estaba molesto. No le respondía mal, ni le dedicaba las
"miradas de odio de Nick", como Chris las había bautizado, pero estaba
apagado y con los hombros hundidos. Cuando recogieron los cacharros del
desayuno, Chris les dijo que su familia vendría a la hora de comer. Nick, a
quien ya se lo había dicho el día anterior, sonrió con entusiasmo. Pero Peter
no mostró ninguna reacción. Chris suspiró.
- Peter ¿puedo
hablar contigo un momento?
- Claro.
- Uuuh, estás en
problemas – chinchó Nick.
- No, no está en
problemas. Pero tú sí si no estás vestido en cinco minutos – le dijo Chris. Leo
subió a vestirse también.
- ¿Estoy en
problemas? – preguntó Peter haciéndose eco de su hermano, cuando se quedaron a
solas. Había intentado no ser irrespetuoso, aunque tal vez no lo había
conseguido.
- Sólo quiero hablar
contigo – dijo Chris, apretándose el puente de la nariz. – Sabes que tu
expediente médico es algo importante. El señor Wright me dijo que tienes asma,
y por cierto, quiero saber dónde guardas el inhalador por si acaso, y creía que
si había algo más que debiera saber, me lo habría comunicado. Es evidente que
hay algo te preocupa, algo que pone ahí que no quieres que sepa. Si es una
enfermedad, tengo que saberlo.
- No es una
enfermedad – respondió Peter, y se impulsó para sentarse en la encimera - Tiene
que ver con mi última adopción. Sé que te lo han contado – añadió, para indicar
que podían ahorrarse el juego de las preguntas.
- Entiendo. – dijo
Chris, aunque en realidad no entendía. ¿De qué se trataba? ¿Por qué no quería
que él lo leyera? ¿Tenía alguna secuela por el maltrato al que le habían
sometido?
- No – respondió
Peter – No lo entiendes. No puedes entenderlo. La intimidad de mi cerebro es lo
único que tengo, Christopher, y por lo visto está también en un papel. Si me
quitas eso, no me queda nada.
¿Por qué tenía que
ser tan endiabladamente hábil con las palabras? Casi le hacía sentir una mala
persona, violando la intimidad de la gente. Como el chico parecía capaz de
mantener una conversación civilizada, decidió razonar con él.
- Tienes razón: no
puedo entender por lo que has pasado, pero tal vez pueda hacerme una idea. Como
bien has dicho, ya me lo han contado. No tienes… no tienes por qué enfrentarse
a nada sólo. Puedes…puedes compartirlo conmigo.
- Con todo el
respeto, apenas te conozco. No puedo confiar en ti, no hasta ese punto.
Aquellas palabras le
hicieron mucho daño a Christopher. Sabía que el chico no lo había dicho con esa
intención, y eso sólo hacía que doliera más, porque estaba siendo sincero. Se
marchó de la cocina, para que no viera hasta qué punto le habían afectado sus
palabras, y fue a su cuarto a por una carpeta azul. Extrajo unos documentos de
ella agrupados bajo el nombre de "Peter Adam". El chico no tenía
apellido, y Chris hizo el ejercicio mental de combinarlo con el suyo
"Peter Adam Haliwell". Sonaba bien. Bajó de nuevo a la cocina, y vio
que Peter seguía allí, sentado sobre la encimera.
- No pretendía
herirte – dijo el muchacho, sin mirarle – Me caes bien, Chris, de verdad. Y te
estoy muy agradecido por…lo el otro día. Y por tenerme en tu casa. Realmente
esto se siente como una familia. Pero hay una parte de mí que es sólo para mí.
- No tienes que
agradecerme nada, Peter. – dijo Christopher, que intentó ocultar lo que sentía.
– Y entiendo mejor de lo que crees el que necesites tener secretos.
Al fin y al cabo, él
les estaba ocultando lo de la magia ¿no? Aunque por motivos bien diferentes.
Extendió el informe
para que Peter lo cogiera.
- Toma. Puedes
guardarlo…hasta que estés preparado. No voy a forzarte a que confíes en mí,
hijo – recalcó lo de "hijo"- No lo haré nunca.
Peter le miró con el
más profundo de los agradecimientos. Se bajó de la encimera, y le dio un
abrazo.
- Sé que te he
pedido demasiado. – dijo el muchacho – Para mí es muy importante que me hayas
escuchado.
Christopher suspiró.
Había hecho lo correcto, o eso creía. Tratar con Peter era en algunos sentidos
más sencillo que tratar con Nick, pero en otros muy complicado. Era un chico
muy sensible que decía dos cosas por cada tres que se guardaba.
Peter se marchó, y
Chris lo preparó todo para la visita de su familia. Limpió un poco la casa, y
luego Nick y él hicieron un banquete. Le dedicaron varias horas. Chris estaba
seguro de que Piper estaría encantada. Esta vez se acordaron de hacer algún
plato que no tuviera carne pensando en Peter. Chris recordó algo que Nick había
dicho el día anterior.
- ¿Qué son esas
vitaminas que tiene que tomar tu hermano?
- Un frasquito que
le dio el médico. Como toma huevo y lácteos, en realidad no pasa nada. No es
vegano ni nada de eso.
Los pasos ligeros de
Leo se hicieron notar, y el pequeño entró deseando ayudar. Comenzaron a amasar
hojaldre y masa para empanadillas, y terminaron hasta arriba de harina. Aquello
llegó a transformarse en una auténtica guerra de comida, pero como la cocina
iba a haber que limpiarla igual, Chris decidió que no importaba. Para él era
una delicia verles jugar así, felices con sólo un poco de harina.
Fue a buscar a
Peter, para ver si quería participar en la "batalla". Conforme se
acercaba a la habitación del chico, comenzó a oír cada vez con más claridad el
sonido de una guitarra. Entonces, casi cuando iba a entrar, le escuchó cantar.
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I wanna be where the people are
I wanna see, wanna see them dancin'
Walking around on those - what do you call 'em?
Oh - feet!
I wanna see, wanna see them dancin'
Walking around on those - what do you call 'em?
Oh - feet!
Flippin' your fins, you don't get too far
Legs are required for jumping, dancing
Strolling along down a - what's that word again?
Street
Legs are required for jumping, dancing
Strolling along down a - what's that word again?
Street
Up where they walk, up where they run
Up where they stay all day in the sun
Wanderin' free - wish I could be
Part of that world
Up where they stay all day in the sun
Wanderin' free - wish I could be
Part of that world
What would I give if I could live out of
these waters?
What would I pay to spend a day warm on the sand?
Bet'cha on land they understand
That they don't reprimand their daughters
Proper women sick of swimmin'
Ready to stand
What would I pay to spend a day warm on the sand?
Bet'cha on land they understand
That they don't reprimand their daughters
Proper women sick of swimmin'
Ready to stand
And ready to know what the people know
Ask 'em my questions and get some answers
What's a fire and why does it - what's the word?
Burn?
Ask 'em my questions and get some answers
What's a fire and why does it - what's the word?
Burn?
When's it my turn?
Wouldn't I love, love to explore that world up above?
Out of the sea
Wish I could be
Part of that world*
Wouldn't I love, love to explore that world up above?
Out of the sea
Wish I could be
Part of that world*
Chris se quedó
escuchando al otro lado de la puerta hasta que terminó de cantar. Fue… bueno,
él entendía lo justo de música, pero le pareció bastante bueno. Más que bueno
en realidad. Llamó a la puerta, y pasó. Allí estaba Peter, sujetando la
guitarra acústica.
- Hola- saludó el
chico con timidez, como si le hubieran descubierto haciendo algo malo o
vergonzoso. Chris no respondió, aun algo asombrado, y se le quedó mirando
fijamente. Peter carraspeó, algo incómodo, y rompió el silencio - ¿Sabes que
tienes harina hasta en el pelo?
Chris recordó por
qué había subido, y sonrió.
- Guerra de comida –
explicó – Oye, eso ha sonado realmente bien.
- ¿Me has escuchado?
– preguntó Peter, y se ruborizó. Chris asintió. - ¿Tocaba muy fuerte? Pensé que
la eléctrica, con los altavoces y eso, se oiría más. Si os molesta, ya lo dejo.
- Ey, no he venido a
decirte que pares. No venía por eso en realidad, pero ya que te he oído, te
diré que no lo dejes nunca. Eres bueno, en serio.
Peter adquirió un
color parecido al de un tomate maduro.
- Gracias – murmuró.
- ¿Te apetece bajar?
Eres el único que aun parece una persona limpia y aseada, y eso no está nada
bien. – bromeó Chris.
- En realidad, si tu
familia va a venir a comer, quizá debáis daros una ducha. Ya sabes, para
aparentar que sois personas limpias y aseadas. – respondió Peter, sonriendo.
- Aguafiestas.
Pero tenía razón.
Aún tenía que limpiar la cocina y todos empezarían a llegar en una hora y
media. Tal vez menos, si les daba por ser puntuales.
- ¿Estás nervioso? –
le preguntó Chris. Peter dejó la guitarra a un lado y le miró. Le respondió con
otra pregunta.
- ¿Vamos a dejar de
actuar como si esto fuera normal?
- ¿Qué quieres
decir?
- No vamos a
celebrar un cumpleaños, Chris. Esa gente viene a conocernos. Es raro hacerse a
la idea de que con 16 años me ha crecido una familia.
Chris no sabía cómo
responder a eso.
- Sí, estoy nervioso
– admitió Peter. – No sé lo que debo esperar… o lo que esperarán ellos de mí.
- Sólo esperan que
seas feliz. Igual que yo.
- Soy feliz – le
aseguró Peter – Como no lo era desde hacía tiempo.
Y a Chris no le cupo
ninguna duda de que el chico estaba mintiendo. Lo dijo de forma inexpresiva, y
sus ojos no acompañaron a sus palabras. No dijo nada, porque no tendría sentido
empezar un interrogatorio basándose en simples impresiones. Pero aquella era la
segunda vez en el día en el que el dolor de Peter le hacía daño a él.
Bajó a recoger la
cocina, preguntándose qué estaba haciendo mal. Peter parecía abrirse a él, y
sin embargo sentía que no terminaba de llegarle. Era como si el chico
respondiera a todo con las palabras que Chris quería oír. Suspiró.
Mandó a Nick y a Leo
a la ducha. Sólo tenían dos, así que él esperaría su turno. Mientras sus hijos
se duchaban, limpió la encimera y fregó el suelo. Subió al piso de arriba, por
si Leo necesitaba ayuda, pero su pequeño pajarito estaba ya envuelto en la
toalla.
Chris entró en la
ducha, se lavó el pelo, y se vistió, y para cuando terminó Nick aún no había
salido del baño. Llamó a la puerta.
- Nick, ¿te has ido
por el desagüe?
- ¡Ya salgo!
Nick estaba
disfrutando de un rato a solas, y le estaba dando vueltas a la cabeza. Cinco
minutos después, el chico salía por fin.
- ¿Por qué has
tardado tanto?
- ¿Sabes el gusto que
da tener un baño para ti, sabiendo que no hay nadie duchándose en la cabina de
al lado?
- No lo había
pensado – respondió Chris, recordando que en el centro había un solo baño por
planta.
- No claro que no. –
masculló Nick.
- Eh, ¿a qué viene
eso? No caí, sólo eso.
- Viene a que tú
pareces tenerlo todo. Casa, dinero…¡hasta se te podría considerar atractivo, y
eso que yo soy hombre!
Vale, eso fue
extraño.
- Esto… Tu hermano y
tú también lo sois – respondió Chris, totalmente confundido. - ¿A qué te
refieres?
- A que eres un
triunfador. Tienes una vida perfecta. ¿Cómo encajo yo en ella? ¿Soy tu nueva
obra social?
- Nick, ¿por qué me
hablas en ese tono? – preguntó Chris. Le hubiera gustado sonar más autoritario,
pero estaba demasiado sorprendido.
- Yo no tengo nada
que ofrecerle a tu familia – respondió el chico.
Chris entendió cómo
se sentía. Debía de pensar que iba a ser rechazado. De alguna manera, se sentía
inferior.
- No necesitas
ofrecer nada. Sólo tienes que ser tú mismo.
- Es fácil decir eso
cuando tienes una vida perfecta.
- No tan perfecta –
respondió Chris, con cierto pesar. Nick le miró con curiosidad. – Mi mujer. –
explicó.
- ¿Estás divorciado?
– preguntó Nick, con toda la delicadeza de la que era capaz, es decir, con
ninguna.
- Soy viudo – aclaró
Chris, y se fue.
Nick se fue a su
cuarto para vestirse, cayendo en la cuenta de que Chris siempre les preguntaba
cosas sobre ellos, pero que ellos no sabían casi nada sobre Chris. Pensó en
Leo, que había perdido una madre. Y pensó también que en la casa no había fotos
de ella, y por eso Nick había pensado que habían tenido un mal divorcio y no se
soportaban.
Aquél no estaba
siendo un buen día para Chris. No conseguía conectar con Peter. Con Nick sí,
porque se parecían bastante y porque cocinaban juntos, pero mencionar la muerte
de su mujer había abierto viejas heridas. Y además, aquella mañana se tuvo que
enfrentar al hecho de que Peter no confiaba en él. Aun le preocupaba lo que
pudiera haber en aquél informe, aunque se fiaba del chico cuando decía que no se
trataba de ninguna enfermedad. Cayó en la cuenta de que no había visto el
informe de Nick. Aprovechando que éste no había puesto pegas, fue a su cuarto y
lo buscó. Nicholas Ariel (¿Ariel? ¿En serio? ¿Pero ese no era nombre de mujer?)
estaba sano como un toro. De hecho, apenas había tenido resfriados. Qué curioso
que un gemelo tuviera asma y otro no. Sin embargo, leyó algo interesante: el
chico era superdotado. Bueno, eso podía explicar la facilidad que decía tener
con los estudios.
- Papi ¿qué lees? –
preguntó Leo, que venía peinándose.
- Nada, cielo. –
Chris guardó el informe, cogió al niño, y le sentó en sus rodillas. - ¿Ese no
es el jersey que te regaló la abuela? – preguntó. Pensaba que el niño odiaba
esa prenda. - ¿Por qué te lo has puesto?
Leo guardó silencio,
y eso era raro en él. Chris ya iba a cambiar de tema cuando el niño respondió:
- Si llevo éste
jersey, a lo mejor la abuela se fija en mí.
- ¿Qué a lo mejor se
fija en ti? Leo, siempre se fija en ti. Eres su nieto, te adora.
Piper estaba como
loca con aquél niño, que no sólo llevaba el nombre de Leo sino que además se
parecía un poco a él.
- Pero vienen a ver
a Nick y a Peter.
Chris entendió el
pequeño ataque de celos e inseguridad. Se dijo que no se tenía que olvidar de
prestarle atención en los próximos días, para que no se sintiera olvidado.
- Tú sigues siendo
el pequeño de la casa. Eso te da el derecho oficial de ser el consentido de
todos. – le dijo, dándole un toquecito en la nariz.
- ¿Tuyo también?
- Mío sobretodo. –
respondió, sonriendo – Salvo cuando hagas alguna trastada. Entonces te
castigaré igual, por más consentido que seas.
- Pues me portaré
bien siempre – dijo el niño, muy convencido.
- Sí, ya, seguro –
rió Chris, que sabía que era casi imposible que el niño cumpliera sus buenas
intenciones. Cogió el peine de púas que Leo tenía en su mano, y terminó de
peinarle.
- Papá, ¿puedo ir al
desván? – preguntó de repente.
Chris se puso en
guardia.
- ¿Para qué quieres
ir allí?
- Para leer el Libro
de las Sombras. – respondió Leo. Le gustaba mucho aquél libro, aunque había
cosas que Chris le censuraba por no considerarlas aptas para un niño.
- No creo que sea
buena idea, campeón.
- ¿Por qué no? – Leo
se enfurruñó.
- Porque Nick y
Peter aún no saben nada.
No quería que les
vieran subir, y tener que explicarles qué era aquella habitación.
- ¡Pues díselo!
- Lo haré, pero no
hoy. Lo siento campeón, ya subirás otro día.
Leo se fue enfadado,
sin despedirse, y de mala forma, pero al menos no insistió.
Chris bajó al piso
de abajo algo nervioso, buscando algo que hacer hasta que todos llegaran. Se
cruzó con Nick, que le dijo que tenía un plato especial que quería hacer para
ese día.
- Y ¿por qué no lo
has dicho antes? Podríamos haberlo hecho cuando…
- Es que quiero que
sea una sorpresa. Y no quiero que tú lo veas.
Chris frunció el
ceño. No le gustaba ser el que siempre decía que no, pero…
- No sé si ya va a
dar tiempo, Nick. Además, no me gusta la idea de que cocines sólo.
- Ya no tengo cinco
años, Chris.
- No tiene que ver
con la edad, sino con la práctica. Otro día, ¿de acuerdo?
- Pero…
- No insistas, Nick.
Ya he limpiado la cocina, hay comida suficiente, y no quiero que te manches.
Están a punto de llegar.
Nick realmente
quería hacer aquello. Se trataba de un plato flameado que había visto hacer por
televisión: no se tardaba mucho, y le hacía mucha ilusión. Había visto que en
la nevera estaban todos los ingredientes que necesitaba. Quería hacer algo para
caer bien a la familia de Christopher, y para compensar al mismo Chris por
todo. Quería hacerles un regalo, y lo único que podía regalar era su incipiente
talento para la cocina. Se estaba esforzando por ser amable, abierto y
simpático. Realmente quería encajar allí, pero Chris no parecía valorar sus
esfuerzos. Decidió no discutir con él, pero cuando Christopher se fue a jugar
con Leo, volvió a la cocina y empezó a cocinar furtivamente.
Quizá esperaba,
ilusamente, que Chris no se diera cuenta. Que no pasara por la cocina o que no
le oyera trastear con los cacharros. Si era así, se equivocó, porque Chris le
pilló con las manos en la masa.
- Nick, te he dicho
que no. Una cosa que me molesta mucho es que me desobedezcan deliberadamente.
Anda, deja eso y ve a entretenerte un rato.
Nick empezó a subir
las escaleras, pero las bajó enseguida en cuanto perdió de vista a Chris.
- ¡Nick! – exclamó
este, que le oyó bajar desde el salón – Te quiero lejos de la cocina ¿está
claro?
El chico pisó con
fuerza, enfadado. Sin embargo, Chris tuvo un momento de distracción cuando
pilló a Leo intentado subir al desván. Mientras Chris se encargaba de Leo, Nick
bajó a la cocina.
Christopher había
llegado justo a tiempo de evitar que Leo entrara en la habitación. Estaba
cerrada con llave, pero el pequeño podía mover objetos, y aunque era un poder
que aun tardaría años en desarrollar, podía bastar para forzar la cerradura
desde fuera.
- Leo, creía haberte
dicho que hoy no podías subir. ¿Es que habéis decidido llevarme la contraria en
todo?
La paciencia de
Chris se estaba extinguiendo, pero no iba a pagar con Leo la pesada insistencia
de Nick, y los nervios por la llegada de su familia. Se acercó al niño, le dio
dos azotes y le mandó para abajo.
Chris bajó poco
después, y escuchó el timbre. Respiró hondo, y fue a abrir la puerta. Se
encontró con que Peter había bajado las escaleras, y estaba a su lado. Ese
chico era silencioso como una sombra.
Piper, Leo (Leo I,
para que nos entendamos), Phoebe, Coop, Wyatt, Linda, Melinda y los hijos de
todos ellos traspasaron la puerta. Paige no había podido ir, porque su hija
estaba enferma. Christopher comenzó con las presentaciones. Nombró a cada uno y
dijo el lazo que tenía con él.
- Todos…éste es
Peter.
Peter se sentía como
un mono de feria. De pronto todos le miraban. Tal vez debería hacer alguna
gracia.
- Esto… hola.
- Hola, chaval –
saludó Wyatt alegremente, rompiendo el hielo. – Me alegro de conocerte. ¿Te
trata bien mi hermano?
- Wy… - protestó
Chris, pero Peter sólo rió.
- Muy bien, señor.
Es estupendo.
- ¿Señor? ¿Señor? Ya
lo has oído, Chris: señor. Podrías aprender modales de tu hijo. Pero tú, chico,
llámame Wyatt.
A Peter le gustó su
"tío Wyatt". Le gustaba su carácter afable y su sonrisa cálida, y le
gustó como sonaba eso de "tu hijo".
- Encantada de
conocerte, Peter – intervino Piper. Tenía ya el pelo canoso, pero seguía
teniendo la sonrisa adorable de su juventud.- Ya era hora de que Chris me diera
algún nieto más…
- Mamá… - se indignó
Chris, débilmente.
- Es la verdad. Por
cierto, ¿dónde está mi nietecito? – preguntó, refiriéndose a Leo.
- ¡Aquí! – dijo el
niño, saliendo de detrás del sofá, contento de que hubieran preguntado por él.
Corrió a abrazar a su abuela.
- ¿No se supone que
venían por duplicado? – preguntó Wyatt - ¿Y mi otro "nuevo" sobrino?
- No lo sé… Peter,
¿puedes ir a buscar a tu hermano? – pidió Chris. El chico parecía abrumado con
tanta gente, y así le daba la oportunidad de respirar un poco.
Mientras tanto, esto
es lo que había estado haciendo Nick: aprovechó la distracción de Chris para
bajar a la cocina, y lo preparó todo tratando de no hacer ruido. Fue una suerte
que el timbre sonara en aquél momento, dando a Nick algo de tiempo para cocinar
lo que tenía que ser su plato estrella. Sin embargo, algo salió mal durante el
proceso de flameado, y el fuego prendió una de las cortinas. Peter entró en la
cocina, con la corazonada de que si no estaba en su habitación estaría allí,
cuando Nick trataba de apagarlo.
- ¡Dios mío!
El grito alarmó a
los demás, que acudieron en seguida. Peter ya había llenado un vaso de agua, y
lo tiró contra la tela, apagando el fuego.
- ¿Estás bien? –
preguntó Chris, tomando las manos de Nick para comprobar que no se había
quemado.
- Sí – dijo el
chico, algo conmocionado.
- ¿En qué estabas
pensando? – estalló Christopher, más furioso de lo que se había sentido en
mucho tiempo.
- No estaba
pensando…- reconoció Nick, abatido. Recordó que cuando flameaban en la
televisión, lo hacían cuando no había nada encima que pudiera quemarse.
- Bien, pues ahora
tendrás mucho tiempo para hacerlo. Quiero que subas a tu cuarto. Ya. Se acabó
la fiesta para ti.
Nick salió corriendo,
llorando. Se había llevado un gran susto, su idea había salido mal, y Chris
estaba muy enfadado. Encima, le había gritado delante de un montón de gente a
la que no conocía, y a la que ni siquiera le habían presentado. Salió de la
habitación como un torbellino, y nadie trató de impedírselo. En la cocina,
todos quedaron en silencio.
- Chris, ha sido un
accidente…- intercedió Leo, su padre. Leo su hijo estaba abrazándose a Piper,
algo asustado por la tensa situación.
- ¡Las narices! –
respondió Chris, alterado. – Sabía perfectamente que no podía estar aquí y ¡por
poco se quema vivo!
- Hemos venido para
conocerle, y tú le has echado sin siquiera presentárnoslo – intervino Wyatt.
Chris miró a su
hermano, y supo que tenía razón. Se sintió algo culpable, y respiró hondo para
calmarse. Podría hablar con él más tarde (y sería una conversación más que
seria) pero en aquél momento donde el chico debía estar era allí abajo.
- Voy a buscarle –
declaró, resignado.
Dejó a todos en la
cocina, y subió escaleras arriba. La puerta del cuarto de Nick estaba cerrada,
y se le oía llorar. Chris entró, suspirando. Había visto llorar a Nick más
veces de las que le gustaría.
El chico no
reaccionó a su presencia. Chris se sentó en la cama, donde Nick estaba tumbado,
y le habló, intentado que su voz no fuera muy dura.
- Lo que has hecho
ha sido estúpido, irresponsable y totalmente deliberado. Podía haber ocurrido
una desgracia y todo por tu cabezonería. Pero hoy tiene que ser tu día. Todos
están esperando conocerte, y porque tú la hayas fastidiado no voy a dejarles
sin nieto o sin sobrino. Baja allí, diviértete, y no hagas tonterías. Después
hablaremos.
Lo de no sonar muy
duro no debió de salirle muy bien, porque Nick continuó sollozando.
- Escucha. Sé por
qué lo has hecho. Sé lo que pretendías. No necesitas demostrar nada, Nick. Baja
ahí y deja que te quieran por tu encanto.
- No me van a
querer, me van a odiar.
- ¿Por intentar
quemar la cocina? – preguntó Chris en tono casual, como si hablaran de algo
trivial – Yo creo que han visto cosas peores. Tu tío Wyatt puede que lo
encuentre hasta divertido.
Nick intentó
sonreír, y se limpió las lágrimas.
-¿Me vas a castigar?
–preguntó, con voz de niño pequeño.
- Oh, sí, ya lo
creo. Pero no ahora. Ahora disfruta de tu momento. Baja, habla con todos,
cuéntales lo malo que soy, y disfruta de la comida, esa que hemos hecho tú y yo
antes de que te diera por ser independiente.
Nick se levantó,
dispuesto a hacer lo que Chris le decía. Se miró en el espejo y trató de
disimular que había llorado.
- Yo no creo que
seas malo – dijo antes de salir de la habitación – Si lo creyera, no estaría
intentando ser mejor persona.
Chris tuvo que
preguntar:
- ¿Mejor persona?
- Pregúntale a
Peter. Si me lo propongo puedo ser realmente insoportable.
"Y ¿no lo estás
siendo?" Estuvo a punto de preguntar, pero se contuvo. Las palabras de
Nick le habían llegado muy a dentro. Estaba intentando ser mejor por él, dando
a entender que Chris era importante para él. Chris ya sabía que Nick era un
buen chico: tan sólo le hubiera gustado que no fuera tan testarudo.
Bajaron con los
demás, y Chris agradeció infinitamente que todos actuaran con normalidad, como
si no hubiera pasado nada. Sirvieron la comida, y Piper prácticamente absorbió
a Nick, contenta de su interés por la cocina. Peter habló sobre todo con Wyatt,
y también con sus primos, aunque todos eran más pequeños que él. Chris ya se
había dado cuenta de que le gustaban los niños.
Después, llegó el
momento de los regalos. Libros, discos…hasta un ordenador. Los chicos le
miraron, como preguntando si debían aceptarlo. Chris asintió: era suyo. Él
también tenía un regalo para ellos. Les dio el móvil que les había comprado,
uno para cada uno, aunque a Nick pareció interesarle más que a Peter.
Habían tenido el
detalle de acordarse también de Leo, y le regalaron un libro enorme. Al chico
le encantaba leer.
- ¿Para mí? Pero…si
yo no si yo el recién llegado…
- Pero tienes dos
nuevos hermanos, y eso también es motivo de celebración – respondió Wyatt.
Chris miró a su hermano con un hondo agradecimiento.
La conversación se
dilató durante horas. Anécdotas, preguntas, trivialidades… Finalmente, a eso de
media tarde comenzaron a irse. Chris estaba contento, Peter parecía algo
aliviado por quedarse sólo, pero Chris creía que se lo había pasado bien. No se
separaba de uno de los discos que le había regalado Wyatt. Chris tuvo que
admitir que su hermano sabía cómo hacer regalos.
Cuando terminaron de
recoger todos los envoltorios, platos, vasos y cubiertos. Peter y Leo se
pusieron a ver la tele. Chris fregó los platos, y luego se fue a buscar a Nick.
El muchacho no estaba lejos: casi parecía estar esperándole.
- Sube a tu cuarto –
dijo, tratando de que su voz no fuera demasiado agresiva. – Yo voy enseguida.
"Enseguida",
se alargó un poco. Chris se pasó diez minutos pensando en lo que había pasado,
en lo que podía haber pasado, en lo que iba a hacer para que no volviera a
pasar, y en lo que iba a decir. Después, fue al baño de la planta baja, y abrió
uno de los armarios. Ahí guardaba un cepillo de cuando tenía el pelo largo: en
realidad, tampoco es que lo tuviera corto en ese momento, pero no eran las
melenas que había llegado a tener, casi tan largas como las de Wyatt. Lo cogió,
y dedicó otros diez minutos a reunir seguridad, determinación, fuerza, y confianza.
Sólo entonces, fue a enfrentarse con su hijo.
Nick fue a abrirle
la puerta cuando llamó, y se quedó de pie. Chris, en cambio se quedó en la
cama. Ninguno de los dos dijo nada al principio. Fue Nick el primero en hablar.
- ¿Vas a pegarme con
eso? – preguntó, señalando el cepillo. Estaba asustado, aunque trató de
disimularlo.
- Sí. – respondió
Chris, decidido a que su voz sonara calmada. – Sé que tus intenciones eran
buenas. Si no te hubiera repetido tantas veces que no podías hacer el dichoso
plato, tan sólo te hubiera regañado, o dado unos pocos azotes. Pero te lo dije.
Te pillé incluso desobedeciéndome, y lo dejé pasar. Y me encuentro con que, no
sólo has seguido con lo que te había prohibido, sino que casi quemas la cocina.
Esperó a ver cómo
reaccionaba Nick a sus palabras. Estaba dispuesto a que sus lágrimas no le
afectaran, pero el chico no lloró, aunque parecía estar a punto de hacerlo.
- Voy a enseñarte a
obedecerme a la primera. Voy a enseñarte a no ser tan testarudo y orgulloso. Y
voy a enseñarte a que pienses dos veces antes de hacer algo que puede resultar
peligroso.
Nick seguía mudo,
aunque Chris casi lo prefería así. No podía saber lo que estaba pensando, pero
al menos no agravaba las cosas con un ataque de ira o excusas inamisibles.
- Ven aquí – le
pidió, y Nick obedeció. – Bájate el pantalón – le dijo. Nick se le quedó
mirando, con los ojos muy abiertos, confuso y avergonzado. En las otras
ocasiones, había sido Chris quien le quitó la ropa. Era incapaz de desnudarse
así, delante de él. Sentía demasiada vergüenza. Chris, con un intercambio de
miradas, lo entendió, y añadió, en un tono suave – Está bien, ya lo hago yo.
Desabrochó el botón
de los vaqueros del chico, y tiró de los pantalones hacia abajo. Luego le
colocó sobre sus rodillas y, cuando estuvo en esa posición, le sacó también los
calzoncillos. Ante él tenía las nalgas blancas de un chico asustado; demasiado
asustado para decir nada u oponer resistencia. Chris se dio cuenta, y por eso
acarició su espalda antes de tomar el cepillo. Cuando notó que la respiración
de Nick se normalizaba, comenzó el castigo.
CRACK.
- Ay.
Nick no se esperaba
que doliera así. Nunca le habían pegado con nada que no fuera la mano y, si
aquello le parecía doloroso, esto era mucho peor. No pudo evitar soltar un grito,
por el dolor y la sorpresa, y comenzó a derramar lágrimas desde ese momento.
CRACK CRACK CRACK
- Au
CRACK CRACK CRACK
Nick intentaba no
gritar, aunque en verdad no sabía por qué lo hacía. ¿Por ser valiente? Pudiera
ser, pero su llanto desesperado tiraba por tierra ese supuesto afán de mostrar
valor.
Chris había
intentado prepararse para aquello, pero aun así estuvo a punto de detenerse en
cuanto escuchó gritar a su niño. Porque era su niño, su niño grande al que sólo
quería abrazar, y darle el padre que nunca había tenido. Pero parte de esa
labor de padre era educarle y velar por él, y era algo que no le agradaba
cumplir en absoluto. La determinación venció a sus instintos compasivos, y se
propuso darle una lección que esperaba no tener que repetir en mucho tiempo.
- Te he repetido
varias veces que cuando te digo algo, lo haces.
CRACK CRACK Au CRACK
Chris, para, por favor.
- No me gusta que me
tomen por tonto, hijo y si digo que no puedes hacer algo, espero que me
obedezcas.
CRACK CRACK CRACK
auu
- No puedes hacer lo
que te de la gana.
CRACK CRACK
Nick dejó de gritar,
y ya sólo lloraba.
- Y no puedes CRACK
bajo ningún concepto CRACK hacer algo que suponga un riesgo para ti. El fuego
no es un juego, Nick, eso es algo que sabe hasta Leo.
CRACK CRACK
- ¿Y si te hubiera
pasado algo?
CRACK CRACK CRACK
Nick intentó
levantarse, probablemente de forma instintiva, pero Chis no le dejó.
- ¿Qué hubiera hecho
yo si te pasa algo?
CRACK CRACK CRACK
Chris tiró el
cepillo a un lado, y empezó a llorar el también. Nick, en cuanto se vio libre
del agarre de Chris, se levantó y se alejó. Chris suponía que no querría verlo
ni en pintura durante algún tiempo. Tal vez incluso para siempre. Pero el chico
estaba torpe, y adolorido, y aún tenía los pantalones y los calzoncillos por
los tobillos, pues se le habían ido bajando conforme se movía. Tropezó y se
cayó, y ni siquiera puso las manos, así que prácticamente se dio de cara. Se
dio la vuelta rápidamente, pero aquello tampoco fue buena idea, porque al
apoyar el trasero en el suelo sintió un dolor que le hizo gritar. Chris le
había pegado bastante fuerte.
Christopher se puso
en pie y se acercó a él, sin saber muy bien lo que debía hacer. No sabía si el
chico quería que lo abrazara, o si saldría corriendo otra vez. Pero Nick resolvió
su dilema cuando se tiró a sus brazos. Chris le cogió y le estrechó contra su
pecho. Le alzó en el aire por un segundo, y se sentó en la cama con él encima,
sorprendido de haber tenido fuerza suficiente para levantar al adolescente.
- Shhhh. Ya, bebé,
ya está, ya está.
¿Bebé? ¿De dónde
había salido eso? En cualquier caso, a Nick no pareció importarle que lo
llamara así. De hecho parecía que nada le importaba, porque lo único que hacía
era llorar.
Nick temblaba como
si tuviera frío. Chris le mecía hacia adelante y hacia atrás y le acariciaba el
pelo.
- Sé que he sido muy
duro contigo. No me has dejado otra opción. Cuando vi cómo Peter apagaba el
fuego yo…yo… pensé que te habías quemado. – Chris limpió sus propias lágrimas
con una mano, mientras sentía las de Nick mojando su camisa. – Sé que no
querías provocar un incendio, pero si me hubieras obedecido, no hubiera pasado
nada.
-
Lo...lo...snif…lo...siento.
- Shhhh. No hables.
Respira, eso es. Estás perdonado, campeón. – sin darse cuenta usó el mismo apelativo
que utilizaba con Leo – No estoy enfadado contigo.
- ¿No?
- No, claro que no.
Sé que lo sientes, y que sólo querías hacer algo bueno por mí y por tus tíos.
Tan sólo tienes que buscar otra forma de hacer las cosas. Algo que no implique
desobedecerme ni…¿qué hiciste exactamente para provocar el fuego?
Nick se había
calmado un poco. Seguía llorando, pero su respiración era más pausada.
- Intenté un
flameado. Pero… no me fijé en que las cortinas estaban muy cerca.
- Por eso quería
estar yo presente, Nick. No es que no confíe en tus capacidades, es que es
normal que cometas un error, al principio. Y los errores en la cocina pueden
ser graves.
- Lo siento –
repitió el chico, y se abrazó él con más fuerza. – Siento haberte estropeado
las cortinas.
- Las cortinas me
importan una mierda, Nick – dijo Chris con vehemencia, y Nick se sorprendió de
oírle hablar así – No soportaría que te pasara nada. Las quemaduras son muy
dolorosas.
Él lo sabía por
experiencia, que se había quemado varias veces luchando contra los demonios.
Cierto que, con tantos luces blancas en la familia habría podido curarle, pero
el dolor que hubiera sentido no se lo quitaba nadie. Y había cosas que ni
siquiera un luz blanca podía curar…
- Mi mujer murió en
una explosión de gas – dijo Christopher de repente. – Estaba en casa de una
amiga. Fue a calentar un café, y al encender el fuego, todo explotó. Cuando
escuché a Peter gritar, y vi que estabais en la cocina, aunque fuera totalmente
irracional porque de haber habido una explosión me habría enterado, no pude
evitar pensar que… que…
No pudo acabar la
frase.
Nick entendió
entonces por qué tanta insistencia en que no cocinara sólo. Se separó un poco
de Chris y vio que estaba llorando. Le dio un abrazo muy fuerte, sin saber por
un momento quién estaba consolando a quién.
Cuando Chris intentó
colocarle la ropa a Nick, éste emitió un gemido. Christopher pensó que la tela
vaquera no era lo mejor para su trasero adolorido, así que le desvistió y le
puso los pantalones del pijama. Nick se dejó hacer, y se dejó mimar el pelo,
mientras permanecía tumbado, de lado, en la cama. Chris creyó que se había
dormido e hizo ademan de levantarse, pero Nick le agarró la mano para que no se
fuera.
- Estoy aquí – le
dijo. – No me voy.
- No me abandones –
dijo Nick, medio dormido.
- Jamás, Nicholas.
Nunca.
Y Nick, tranquilo,
se durmió.
Chris salió de la
habitación, y lo primero que se encontró en el pasillo fue un Peter que lo
miraba de una forma que le hacía sentir un gusano. No era la mirada de odio que
había llegado a ver en los ojos de Nick, sino algo peor. Una mirada de infinito
desprecio y hasta de decepción.
- Le has hecho
gritar – le reprochó el chico.
No hacía falta ser
un genio para saber que les había oído, al menos en la primera parte, donde
Nick se quejaba como no lo había hecho en ningún castigo anterior.
- Sí – reconoció
Chris, que no sabía qué decir. No se esperaba aquello. No tenía por qué dar
explicaciones de sus métodos a su hijo, pero aquella mirada acusadora lo estaba
matando.
- ¿Le has pegado con
eso? – preguntó Peter, señalando el cepillo que Chris llevaba en la mano, con
la intención de guardarlo.
Hablar del castigo
que le había dado a su hermano con él era extraño. Christopher sabía que Peter
se enteraba siempre que castigaba a Nick, pero de ahí a hablar del tema había
un paso. Era violento, incómodo, e innecesario.
- Sí – volvió a
repetir Chris, seguro de que entonces empezarían los reproches. No estaba
seguro de si debía dejar que Peter hablara o decirle que no tenía por qué darle
explicaciones. Sin embargo, tal situación no se produjo.
- Ah. Entonces vale.
– dijo Peter, relajando su expresión, y Chris le miró con cara de no entender.
– Me han pegado con eso. Duele, pero no es para tanto. Pensé que le habías
hecho daño de verdad.
Christopher se dio cuenta
entonces de lo mucho que le había costado a Peter el atreverse a enfrentarle,
con la duda de si había maltratado a su hermano, o no. Ya se había dado cuenta
antes, pero el amor que ese chico sentía por su hermano le conmovió.
- Nunca. Aunque si
le preguntas a él, tal vez no te diga lo mismo.
- ¿Puedo verle?
- Claro, aunque está
durmiendo.
Peter se dirigió al
cuarto de Nick, y puso una mano en el picaporte.
- Peter – llamó
Chris, antes de que entrara. El chico se giró para mirarle. – Gracias por ser
tan rápido en apagar el fuego.
- Eso no se
agradece. Será tu hijo, pero antes de eso era mi hermano.
Peter entró, y Chris
se quedó reflexionando sobre sus palabras. Normalmente, el hecho de ser hijo
venía antes que el de hermano. En su caso no. Después, pensó que aquella era de
las primeras veces que Peter hacía referencia al hecho de que él era su padre.
*N.A.: La canción es
"Part of your world" Sí, de La Sirenita xD
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