lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 51: Secuelas



 


Chapter 51: Secuelas
 


Chris se apoyó en la pared mientras sentía que los cimientos de su casa temblaban como sí se estuvieran enfrentando a un terremoto. El seísmo perduró durante unos segundos, y luego… nada. Peter, Leo, y Nick, jadearon al unísono, como si algo acabara de dejarles sin respiración. Christopher les observó con recelo, intentando ver en ellos algo diferente. Concretamente, intentando ver algo diferente en los gemelos. Pero delante tenía a los mismos chicos de melena de león y ojos de mar.
- ¿Leo? – preguntó Chris - ¿Puedes mover ese bolígrafo con la mente?
Leo se concentró, y lo hizo. Después le dedicó una enorme sonrisa, mientras movía el bolígrafo delante de él. Parecía decir "tengo poderes de nuevo". Es más, parecía querer gritarlo a todo pulmón. Chris le dedicó una sonrisa en respuesta.
- ¿Nick? – preguntó después. - ¿Sientes algo?
El chico se encogió de hombros. Pareció meditar durante unos segundos, como buscando algo nuevo dentro de él. Chris sabía que la magia no se sentía, salvo cuando la dejabas salir. Y una cosa tenía muy clara: al leer aquél hechizo, la habían dejado salir. Una magia muy poderosa.
- ¿Debería intentar hacer lo mismo que el enano?
- No sabemos si tus poderes son los mismos. Hijo, tienes…tienes que tener cuidado ¿vale? Mi madre explota cosas. Así que, por favor, si mueves tus manos, no apuntes hacia mí o hacia tus hermanos.
Nick tomó nota y escondió las manos tras su espalda. Peter hizo lo mismo, y fue a él a quien Chris dedicó su mirada más larga e insegura. Peter y la magia alternaban entre el amor y el odio, y en aquél momento no debían de estar en un punto muy positivo de su relación, puesto que Peter se había enfrentado a un demonio que le había aterrorizado, haciéndole ver quién sabe qué. Aún tenía que hablar con él sobre eso. Pero eso sería después: antes tenían que solucionar aquello y Chris le miró, esperando a ver cuál era su reacción.
"¿Verá el tener poderes como algo bueno? Creo que Nick lo encontrará muy interesante, pero Peter…Y ¿cómo se tomarán el ser mis hijos? Mis hijos. Mi sangre. Dios, qué bien suena…y qué mal a la vez. Dieciséis años. Dieciséis años separados. Han pasado por tanto…Siempre he deseado haber estado allí, pero es que ahora sé que era mi deber…Yo ERA su padre…Siempre lo he sido y no lo sabía…No lo sabía…"
Chris pensaba esto, lleno de horror. Y entonces, pasó algo muy curioso. Nick se acercó a él, y le dio un abrazo.
- No es culpa tuya. No sabías que tenías dos hijos. Han sido dieciséis años separados, pero…ahora estamos juntos.
La primera reacción de Chris fue abrazarle, lleno de amor, y ternura. Pero luego abrió mucho los ojos. Las palabras de Nick parecían la respuesta de sus pensamientos…pensamientos que no había dicho en voz alta.
"¿Puedes oír lo que estoy pensando?"
Nick abrió los ojos también, dándose cuenta.
"Sí" respondió, en su mente.
Chris sonrió. Con que ése era el poder de su hijo. Bueno, lo habían averiguado pronto. Aunque era un poder extraño. Había muchas cosas que Chris tenía que investigar, como lo que el libro decía acerca de Peter, y si decía también algo de Nick. Caramba, un lector de mentes. Un telépata, más bien, puesto que también podía introducir ideas en la mente de los demás. Iba a decir algo, pero entonces Nick hincó sus dedos en él, haciéndole algo de daño.
"Quítamelo" gritó en su mente, y luego, lo dijo también en voz alta.
- Quítamelo, por favor. ¡Quítamelo!
- Nick, tranquilo. No es algo malo, no te asustes.
- Peter…no quiero escuchar a Peter…Quítamelo por favor. Quítamelo, quítamelo.
Nick se puso muy nervioso. Se revolvió en sus brazos, y parecía a punto de gritar. Chris vio que estaba escuchando algo que le horrorizaba. Miró a Peter de reojo: el chico parecía tranquilo y Chris se dio cuenta de que eso era raro: Leo parecía algo asustado por el repentino ataque de Nick, que no podía entender. Peter parecía como ausente…ALGO había escuchado Nick en su hermano que le había provocado aquél estado. Chris sostuvo la cabeza de Nick entre sus manos.
- Nick. Respira. Eso es. ¿Recuerdas las tablas de multiplicar?
Nick le miró como diciendo "¿a qué rayos viene eso ahora?". En su mente, Chris escuchó la sardónica voz de su hijo, que sonaba exactamente igual que cuando hablaba en voz alta, aunque quizá más profunda.
"Claro que sí, no soy estúpido" le dijo.
- Pues quiero que pienses en ellas. Quiero que las recites todas en tu cabeza, empezando por la del uno y acabando por la del nueve. Cuando acabes las recitas al revés y luego vuelves a empezar. Eso te impedirá pensar en otra cosa. Te impedirá escuchar lo que pensamos.
Nick asintió y se puso a ello.
"Uno por uno, uno. Uno por dos…"
- En tu cabeza, Nick, no en la mía – repuso Chris con una media sonrisa. A su hijo le llevaría un tiempo controlar su poder. Dejó de oírle y asintió, satisfecho.
- ¿Qué le pasa a Nick, papá? – preguntó Leo, sin dejar de mirar a su hermano.
- Ha descubierto su don. Lee la mente, campeón. Y por lo visto ha leído algo que no le gusta en la mente de Peter.
Chris miró inquiridoramente al gemelo en cuestión, con la pregunta en los ojos. Peter parecía no estar allí. Le miraba, estaba seguro de que entendía lo que estaban diciendo y lo que estaba pasando, pero no reaccionaba.
- Peter, tesoro ¿está todo bien?
Peter no dijo nada, pero le miró a los ojos.
"No está en shock. Me ve, me oye, pero me ignora".
- ¿Sientes algo extraño? ¿Algo nuevo? – insistió, en tono amable. Intentaba sondearle a ver si podía llegar a lo que sea que había alterado tanto a Nick. Sabía que la pregunta directa no era la mejor opción.
- Sí. – respondió Peter, y Chris se asombró.
- ¿Sí? ¿Algún poder quizá? ¿Qué sientes, Peter?
- Que me abandonaste. Que tú eres el capullo que me dejó sólo en el orfanato. Y que te odio.
"Bueno, eso te saca de dudas." dijo el subconsciente de Chris, con cierta crueldad. Acababa de descubrir por qué Peter estaba tan rígido, y además había averiguado otra cosa más importante: cómo se siente uno cuando te arrancan el corazón y te lo apuñalan sin contemplaciones, para luego volver a introducírtelo en el pecho. Peter le había hecho tanto, pero tanto daño…Lo peor es que Chris creía, en parte, que tenía razón: él era ese capullo. Aun así, su sentido común le empujó a defenderse.
- Yo…no sabía…no sabía que tenía dos hijos…
- Si no metes lo que no tienes que meter, los hijos no nacen – escupió Peter – Las personas no brotan como setas.
Chris parpadeó. ¿Cuánto veneno más podía echar Peter sobre él? ¿Cuánto más podía soportar? Hacía sólo una hora Peter le miraba muerto de miedo, ahora le miraba con odio, aunque el miedo no había desaparecido del todo en sus ojos.
- ¿Podemos dejar los reproches para más tarde? Realmente quiero hablar de esto contigo, pero considero más importante frenar lo que sea que está atormentando a tu hermano. ¿Puedes dejar de pensar en lo mucho que me odias por un segundo? Para que Nick tenga un descanso.
Le asombró poder decir aquello. Le asombró sonar tan calmado. Le asombró ser capaz de hablar, cuando por dentro se estaba muriendo. Pero Chris estaba acostumbrado a las crisis, y a priorizar. La seguridad de sus hijos estaba por encima de sus sentimientos, y los sentimientos de sus hijos estaban por encima de los suyos propios. Miró a Nick, que parecía concentrarse realmente en la tabla de multiplicar.
- No es eso lo que altera a Nick – le dijo Peter, con rabia – Son mis recuerdos más recientes, y no puedo quitármelos.
Chris entendió que se estaba refiriendo a lo que Barbas había creado para él. Debía haber sido algo tan horrible que Nick no podía soportarlo. Quería abrazar a Peter, pero sabía que su hijo le rechazaría en aquél momento. Intentó asimilar los últimos acontecimientos. Tenía tres hijos biológicos. Nick y Peter eran hijos de una demonio que le sedujo y le utilizó, seguramente con el único fin de quedarse embaraza de él, ya que de su unión habían salido dos criaturas muy poderosas. Esas "criaturas" eran dos de las personas a las que más quería, y al mismo tiempo eran demonios deseosos de matarle. Él les quería con toda su alma. Y al menos uno de ellos le odiaba con todo su ser. Además de criaturas del infierno, eran medio brujos, y a lo mejor hasta tenían algo de luces blancas. Uno de ellos podía leer la mente, y había visto algo horrible en la mente de su hermano. Algo traumático en una mente que ya había sufrido demasiados traumas. Sí, eso era, en retrospectiva, todo lo que había pasado. No era un mal resumen. Luego estaban las preguntas, claro, porque de esas también había muchas. ¿Qué implicaba exactamente la doble esencia de sus hijos? ¿Qué se hacía en aquellos casos? ¿Con quién diablos, y quizá nunca mejor dicho, se había acostado en realidad hacía diecisiete años? ¿Por qué el colgante que le regaló a ese ser semidesconocido había sido esencial para revelar uno de los aspectos de sus chicos? ¿Por qué la mujer con la que se había acostado (Ariel, suponiendo que ese fuera su verdadero nombre) se había llevado a sus hijos, sin mencionarle su existencia? ¿Por qué les tuvo durante cerca de un año y qué hizo con ellos entonces? ¿Cuál era el poder de Peter, si es que tenía alguno además de la capacidad habitual de hacer conjuros y pociones? ¿Por qué el Libro de las Sombras hablaba de él, profetizándole un destino de aterrorizar a los demonios cuando él era en parte uno de ellos? Y, la pregunta más importante…¿Peter le odiaba de verdad? ¿Qué rayos le había hecho ver Barbas, y por qué percibía, además de un odio intenso, un miedo más intenso todavía?
- Nick. – dijo, para llamar la atención de su hijo. Nick estaba muy concentrado y no se dio cuenta, así que caminó hacia él y le rozó la mejilla con el dorso de la mano, en un gesto tierno y suave. – Nick, intenta relajarte. Quiero que…que dejes la mente en blanco. Que intentes no escuchar lo que pensamos ¿vale? Si no puedes, sal de la habitación, mi vida, y ve con el tío y el abuelo.
Nick asintió, e hizo lo que le pedía. Cerró los ojos, y respiró hondo. Puso una mueca, y se estremeció como si le hubieran clavado un aguijón: acaba de percibir algún pensamiento doloroso. Pero luego pareció conseguirlo, y su expresión se serenó.
- Es…fácil – musitó. – No escucho nada ahora mismo. No me cuesta ningún trabajo.
- Me alegro, mi amor – dijo Chris, sonriéndole. Luego se puso serio otra vez. - ¿Qué es lo que has escuchado?
- No sólo lo he escuchado, Christopher. Lo he visto.
- ¿Christopher? ¿Tú también estás enfadado conmigo? – preguntó Chris, con dolor.
- No. Es que…decir "papá" está prohibido…- dijo Nick. Parecía confundido, y no dejaba de mirar a Peter.
- ¿Prohibido? ¿Qué quieres decir?
- Peter…Peter te llamaba así, y tú…él, haciéndose pasar por ti…
- ¿Él? ¿Barbas?
- Sí. Le…le hizo daño. Tenía…tenía tu rostro, tenía tu cuerpo. Tenía tus manos…Y tú…tú le pegabas…No, tú le matabas….tú…le estabas…no sé qué le estabas haciendo, pero…dolía tanto…
Chris abrazó a Nick, con espanto. Parecía contagiado del miedo de su hermano.
- Es…tan...confuso…Verte aquí, ahora, de pie, siendo amable…Es como si esperáramos que en cualquier momento volvieras a gritarnos – dijo Nick, y a Chris le estremecía el uso tan antinatural del plural, como si de pronto fueran una sola mente - ¿Podemos llamarte papá? Sí, sí, podemos…¿O no podemos? Es tan difícil estar aquí...Nuestro cuerpo nos pide que huyamos….que nos protejamos…
Al oír eso, Peter tembló otra vez. Ahí estaba de nuevo: ese miedo horrible que Chris percibía en su hijo. No pudo más y, soltando a Nick con delicadeza, fue hacia Peter y le abrazó. Peter se puso rígido bajo sus brazos.
- No me toques, por favor.
No le pedía aquello por que estuviera enfadado. Realmente le estaba suplicando que no le tocara. Peter seguía teniendo miedo de él, en alguna parte. Chris pensaba que ya había entendido que no se trataba de algo real…que a quien había visto era a Barbas, haciéndose pasar por él. Supuso que conscientemente Peter lo entendía, pero el miedo era demasiado fuerte. El instinto, demasiado básico. Respetando su deseo, se apartó. Gracias a Nick entendía un poco mejor cómo se sentía su hijo. Peter estaba acostumbrado a obedecer a su instinto, y su instinto en ese momento le decía que huyera de él.
- Nada de eso ocurrió de verdad. Todo fue una ilusión.
- Ya, papá, pero era…era tan real…- dijo Nick, con un escalofrío. – No sé cómo lo soporta. No sé…cómo puede estar ahí, de pie, tan tranquilo…Yo….yo habría perdido la cabeza.
- Bienvenido a mi mundo de locura – musitó Peter, sin emoción en la voz – Siéntete como en casa. En la sección derecha de mi cerebro, está Derek. Paséate por allí si quieres y echa un vistazo. Dentro de poco tendré que vaciarla, para dejarle un hueco a este hombre, que acaba de ponerse en cabeza en mi lista de personas non gratas.
Al decir "éste hombre", Peter se había referido a él. Chris aguantó el ataque como pudo, pero le dolía tanto…El odio con el que Peter hablaba de él…Jamás esperó que esas palabras, ese tono, salieran de la boca de su hijo para referirse a él.
- Peter, pero ¿qué rayos te pasa? ¡Que es papá! – dijo Nick, sin entender. Le había costado pillar que, por alusiones, Peter estaba diciendo que odiaba más a Chris de lo que había odiado a Derek.
- Exacto. Nuestro padre. El de verdad. El que tuvo una noche de pasión, y luego se olvidó de nosotros.
- Basta, Peter. Él no sabía que éramos sus hijos.
- ¡Pues debería haberlo hecho! No quiero esto. No quiero la magia. No quiero…no quiero estos malditos recuerdos. Y no le quiero a él – replicó Peter, y señaló a Chris acusadoramente. Después se giró, y salió del desván. Chris no hizo nada por impedírselo, totalmente impactado, dolido, asustado, y preocupado. Nick estaba alucinando, directamente. Y Leo, el pequeño Leo, había estado muy callado.
- Si no supiera todo lo que ha pasado, diría que ese no es Peter. Pero como lo sé, lo que tengo que pensar es que Barbas lo ha conseguido. – dijo el niño, tras algunos segundos de silencio.
- ¿Qué quieres decir? – preguntó Chris, sin entender.
- Quería alejarlo de ti ¿no? Según el tío, quería impedir que cumpliera aquello para lo que está destinado.
- No te sigo, Leo.
- Creo que yo sí – intervino Nick - Peter no es así. Esto es cosa de Barbas. Ha hecho que te tenga miedo. Y el miedo hace que le resulte más fácil odiarte. Peter siempre ha dicho que odiaba a nuestro padre biológico. Que le odiaba por…en fin…tener una relación de adultos no responsable, ya sabes… Pero no ha reaccionado hasta que ha quedado demostrado que también tenemos poderes. Más magia. La magia es mala, tú eres malo, nuestro padre biológico es malo. Todas esas cosas te señalan como su enemigo público número uno. Para él es muy fácil odiarte ahora mismo. Es…menos doloroso. Y hasta cierto punto, necesita vengarse de ti. Peter sabe que el haberte conocido ahora no es tu culpa, claro que lo sabe. Tan bien como yo. No necesito leerle la mente para decirte que mi hermano es inteligente. Pero si te echa a culpa…si…se convence de que te odia…entonces no tiene que tenerte miedo.
- Pero…no tiene que tenerme miedo. Yo…¡yo no le he hecho nada!
- Créeme papá: da igual lo mucho que se lo repitas. Tenías…tenías que haberte visto la cara…
- ¡No era mi cara!
- Ese es el problema: que sí que lo era.
Chris escuchó voces en el piso de abajo. Abatido, salió del desván y sus hijos le siguieron. Abajo estaban todos, todos los miembros de su familia que habían luchado junto a él hacía un rato. Habían vuelto y estaban reunidos en el salón. Leo y Wyatt les estaban poniendo al corriente. Chris no tenía paciencia para aquello. Ya habría tiempo para los detalles. Llamó la atención de todos, y resumió:
- Nick y Peter son mis hijos biológicos. Son mitad demonios, y mitad brujos. Tenían sus poderes atados, y por lo visto su esencia de demonio también necesitaba ser liberada. Nick puede leer la mente. Hemos vencido a Barbas, pero antes de que lo hiciéramos ha aterrorizado a Peter hasta que ha llegado a su límite. Eso es lo que ha pasado. Todo lo demás no me importa.
Dicho esto, Chris abandonó la habitación bruscamente, y se fue a buscar a Peter, pero su madre fue detrás de él. Puso una mano en su brazo, y Chris, a su pesar, se giró para hablar con ella.
- Hijo, ¿estás bien?
- Mi hijo me odia, mamá. Me odia de verdad. Me ha visto hacerle cosas horribles. Sabe que no era yo, pero aparte de esas ilusiones tiene un motivo real para odiarme. Soy su padre, y no he estado ahí. Si hubiera estado ahí no hubiera habido orfanato, ni abandono, ni Derek.
- Chris, nada de eso es culpa tuya. No sabías que eran tus hijos. De hecho…¿estás seguro de que lo son?
- Completamente.
- Aun así, no fue culpa tuya. Ni eso, ni lo que Peter haya creído ver, ni nada.
Su madre le dio un abrazo. Era más baja que él, pero aun así el contacto le reconfortaba. Chris cerró los ojos, y deseó que Peter también llegara a verlo así, algún día. Se separó, y fingió una sonrisa para Piper, pero ésta se quedó muy preocupada. Odiaba ver sufrir a su hijo, y no poder hacer nada para evitarlo.
Chris fue a buscar a Peter. Le encontró en su cuarto, tumbado en la cama. Le observó desde la puerta: Peter parecía intentar mirarle con ira, pero…Chris sólo veía miedo.
- Peter, yo no sabía que tenía dos hijos.
- Pero sí sabes lo que hay que hacer para tenerlos.
- Tuve una relación sin cuidarme. Sí. Eso ya lo sabías. ¿Qué ha cambiado?
- El hecho de que omitieras que la mujer con la que te acostaste era un demonio y que, casualmente, era mi madre.
- Si lo omití es porque no lo sabía. Si lo hubiera sabido, jamás os habría dejado solos.
- Sí, ya, claro. Christopher Haliwell: dieciséis años y padre de dos gemelos.
- Sí, Peter. Si lo hubiera sabido hubiera sido así. Habría… Habría cuidado de vosotros. No me hubiera importado mi edad, ni lo que dijera la gente, ni nada. Jamás os habría abandonado.
Le miró a los ojos, con intensidad. Peter le miró también.
- Ya lo sé – dijo el chico, finalmente. – Pero eso no cambia nada.
- ¿Por qué no? – preguntó Chris, sin entender. Le estaba dando la razón, estaba diciendo que no era culpa suya, y aun así decía que no cambiaba nada. Claro que sí: lo cambiaba todo.
- Sé que no es culpa tuya, pero aun así no puedo perdonártelo. Un hombre me concibió y luego no estuvo ahí para ser mi padre. No estuvo ahí para impedir que me llevaran al orfanato, para enseñarme a ser un hombre, para impedir que me separaran de mi hermano, para protegerme de Derek. Siempre he odiado a ese hombre, y ahora resulta que eres tú. La única culpa de ese hombre es haber tenido sexo sin protección. Eso no le eximía de mi odio antes. Su irresponsabilidad fue la causa de mi desgracia. ¿Por qué debo dejar de odiarle sólo porque ahora sé su nombre? Eso no cambia lo que hiciste. Tu noche de diversión me trajo al mundo. Y luego no estabas para enseñármelo.
- No fue exactamente una noche de diversión. Me engañaron, Peter. Ya…ya te dije que fue un error. Uno del que me arrepentía, hasta hace unas horas. Porque, gracias a ese error, eres mi hijo. Y ese es el mayor acierto. De alguna manera, estabas destinado a estar conmigo. Estaba destinado a encontraros, a ser vuestro padre. No fue una casualidad que os encontrara en aquél orfanato. Tú…tú estabas destinado a conocer tu verdadera identidad, y a conocer tus poderes.
- ¡No quiero ningún poder! ¡No quiero ser un demonio! ¡No quiero tener nada que ver con la magia! Y no quiero…no puedo vivir contigo.
Chris cerró los ojos, y respiró hondo.
- Ya nos han robado dieciséis años. ¿Quieres que estemos separados por más tiempo?
- Ahora mismo…ahora mismo no puedo verte como mi padre. Cada vez…cada vez que te miro veo como…veo cosas que Barbas creó para mí. Necesito quitarme esas imágenes de la cabeza. Entonces, tal vez, pueda pensar en nosotros como una familia. Y pasaré al siguiente punto de la lista, que es aceptar cómo fui concebido, por quién, y en qué circunstancias. A uno le gusta pensar que nació fruto del amor, y no por un error. Aunque ya sabía que no era así, tenía derecho a soñar. Me costará un tiempo aceptar eso, pero lo primero es lo primero. No quiero vivir contigo, Christopher. No puedo hacerlo, sin volverme loco.
"¿Qué hago? ¿Qué digo? ¿Le obligo a quedarse conmigo? ¿Es eso lo que tengo que hacer? Es lo que quiero hacer pero…¿debo hacerlo? Peter tiene que volver a sentirse protegido a mi lado. Ahora mismo me tiene tanto o más miedo que a Derek. Sabe que yo soy como él, pero cuando me mira ve lo que Barbas creó para él. Ve al hombre que le abandonó haciéndole daño. La lógica frente a los recuerdos y los sentimientos. No puedo forzarle. No debo."
- ¿Quieres…- comenzó Chris y reunió valor para continuar. Dios, cuánto costaba decir aquello - ….quieres quedarte con Wyatt una temporada? Yo…quiero que estés conmigo. Pero…si necesitas un tiempo…tal vez…A tu tío no le importará.
- Tal vez sea lo mejor – dijo Peter, secamente.
Aquella noche fue la más dura en toda la vida de Christopher. No la peor. Antes que esa estaba la noche en la que murieron sus abuelos, la noche en la que murió Bianca, las noches en las que había temido por la vida de sus hijos cuando estos se escapaban…Pero aquella era la más dura. La más difícil. La noche en la que tuvo que hacer frente a una decisión que él mismo había tomado. La noche en la que dejó que Peter se fuera con Wyatt, porque a su hijo le resultaba demasiado duro seguir viviendo con él. Su hijo le rechazaba. Chris tuvo que aceptar esto y seguir en pie para Leo y Nick.
La semana siguiente no fue mucho más sencilla. Chris no perdió el contacto con Peter, pese a no verle. Hablaba con él por teléfono, y Nick le veía todos los días en clase. Chris notaba que Peter reamente lo intentaba. Que habla con él, e intentaba que todo estuviera bien. Pero de pronto le soltaba algún comentario duro, lleno de odio, y le colgaba. Nicholas también estuvo un tiempo enfadado con él, por haber dejado que Peter se fuera. Pero Nick podía leerle la mente cuando quería, y era el que mejor entendía lo difícil que estaba siendo aquello para Chris, así que le perdonó. La habilidad de Nick para leer mentes le estaba volviendo más empático y comprensivo. Gracias a él Chris pudo realmente sobrevivir a aquella semana. Nick se encargaba de tranquilizar a Leo y de hacer su día a día más sencillo. Y Chris ni siquiera tenía que formular su agradecimiento en voz alta, porque Nick sólo tenía que extraerlo de su cerebro. El que Nick asumiera el peso de la familia aquellos días permitió que Chris, poco a poco, se fuera encerrando en sí mismo. Su vitalidad se apagó por completo. Su alegría pareció extinguirse. Chris, simplemente, se limitaba a existir. Hasta que Nick ya no pudo más. El Viernes, al volver de clase con Leo, le dijo al niño que se fuera a su cuarto, cerró la puerta de un portazo y se encaró con él.
- Basta. Hoy cocinas tú. Te vas a cambiar de ropa y te vas a dar una ducha. Y vas a llamar a Wyatt para que mañana traiga a Peter a comer. No te odia. Te lo digo yo, que he estado en su cabeza. No te odia en absoluto, y te estás dejando llevar por la culpabilidad. No tenías que haber dejado que te hablara así, ni que se fuera. Tú no le hiciste nada. Eres su maldito padre. Tendría que estar contento. Necesita estar contento. Mañana comemos todos juntos, y Peter vuelve con nosotros. Por mis narices. Se acabó eso de verte a ti en casa y a él en el colegio. No quiero más custodia compartida. Él también está sufriendo y se está acostumbrando a tratarte mal. Eso no le desahoga, ni le hace sentir mejor. Así que mañana vamos a arreglar todo esto. ¿Alguna objeción?
Chris negó con la cabeza, incapaz de hablar por miedo a que le fallara la voz. Nick resopló, al ver que su padre seguía con esa actitud consumida.
- Te hablaré en un lenguaje que puedas entender: tu hermano está cuidando de tu hijo. Ese no es tu estilo, papá. ¿Cuándo has dejado que otros solucionen tus problemas? Peter no es el único que se engaña: él no te odia, pero tú no le quieres.
Aquello bastó para que Chris reaccionara. Le fulminó con la mirada.
- ¡Eso no es cierto! Le quiero, claro que le quiero.
- ¿Sí? – preguntó Nick, que en realidad no lo dudaba pero que necesitaba enfadarle para que volviera a la vida – Pues demuéstralo. Mañana. Comida. Ya estás llamando.
- Peter no va a querer…
- Tengo una noticia para ti: da igual lo que Peter quiera. Bienvenido al mundo en el que eres su padre. Siempre has llevado bastante bien lo de dar órdenes. No veo por qué ahora que eres "nuestro padre legítimo" eso va a cambiar en algo. Deberíamos de estar disfrutando del tiempo perdido, contando anécdotas estúpidas, y hablando sobre la magia y lo que somos. Y no aquí sufriendo porque al niño se le ha antojado independizarse con diecisiete. Haz que vuelva.
- Si Peter no quiere verme, no le puedo obligar…
- Oh, sí, claro que puedes. Y debes hacerlo. Debes hacer que te mire, y que sepa que tú estás aquí. Porque, déjame que te diga que con esto que estás haciendo le estás dando la razón. Le estás dejando sólo ahora, cuando más te necesita. Necesita saber que puede confiar en ti y que no tiene que tenerte miedo. Si te dijo que quería alejarse de ti, no sé para qué le haces caso. Lo que tendrías que haber hecho es retenerle, y atarle a la cama si hacía falta. No estaba hablado Peter el adulto, sino Peter el adolescente. Peter el niño asustado, que puede conseguir lo que sea de su padre con unas pocas palabras bien elegidas. Siempre has hecho lo que él ha querido cuando creías que estaba asustado, como cuando no quería que le dieran puntos. Esto no es diferente.
Chris le miró con atención, guardando silencio por unos segundos, mientras dejaba que las palabras de Nick calaran en él. Y calaron muy hondo.
- Y ahora el que está hablando es Nick el adulto – dijo Chris, y por primera vez en una semana, sonrió. Fue una sonrisa triste, pero era más de lo que había hecho hasta entonces. Nick sintió que había ganado una batalla. Sintió que podía ganar la guerra cuando vio que Chris se levantaba, y se dirigía al teléfono.
- Hola, Wyatt. ¿Puedes ponerme con Peter, por favor? Gracias…Hola, hijo. Mañana vienes a casa….No, vienes a comer, y luego ya te quedas….No te estaba preguntando…Tu lugar está aquí, conmigo.
Chris se separó del teléfono un momento, con cierta sorpresa, y luego volvió a marcar. Nick dedujo que le había colgado.
- Wyatt, ¿puedes decirle a mi hijo que no me cuelgue el teléfono? …No, no hace falta….Dile solamente que si no se pone orbitaré ahora mismo para allá...Sí, ya me imaginaba que diría eso…Bueno, es igual. Que no se ponga si no quiere…Ya le he dicho lo que le tenía que decir. Ahora te lo digo a ti: mañana venís a comer, y luego Peter vuelve a casa. Gracias por cuidar de él, y disculpa lo de estos días. Ya hablamos luego ¿vale? Gracias, Wy.
Así que, al día siguiente, sábado, la familia de Wyatt se presentó a comer, llevando a Peter con ellos. También fueron Leo y Piper. Chris necesitaba el apoyo de sus padres, y además había estado una semana incomunicado, sin hablar con ellos. Se lo debía. Sabía que Leo tenía noticias para él: información de los Ancianos sobre sus hijos que él no había tenido fuerzas para escuchar.
Todo fue muy tenso al principio. Peter estaba muy callado, y los demás hicieron como que aquello era una reunión normal. Nadie hablaba de lo que había pasado, como por un acuerdo no formulado en voz alta. Cuando ya estaban en la mesa, Chris carraspeó:
- ¿Qué tal fue tu clase de piano, Peter?
Silencio.
- Peter, responde a tu padre – dijo Wyatt.
- No fui. – respondió Peter de malos modos, como queriendo zanjar el tema.
- Sí fue. Peter, no le mientas.
- Bueno y…¿cómo estuvo? – insistió Chris, intentando sonar tranquilo y relajado.
- Bien, porque tú no estabas allí.
- No es necesario ser hostil, Peter – dijo Leo I, su abuelo, en tono de advertencia.
- No es necesario que yo esté aquí – respondió él.
- Sí lo es: eres mi hijo. – declaró Chris, con firmeza.
- No: eres el donante de esperma.
- Peter, te estás pasando mucho – intervino Wyatt. De buena gana le habría enseñado un poco de modales y de respeto, pero Chris le había dicho que no quería castigarle físicamente después de lo que Barbas le había hecho, y él mismo no se sentía cómodo con la idea.
- Sólo estoy siendo sincero. La sinceridad es algo que escasea por aquí.
- Nadie te ocultó nada. Tu padre no sabía quién era tu madre – dijo Piper, frunciendo ceño. Wyatt le había contado que Peter había estado en esa actitud toda la semana. Y podía ver cómo con cada palabra Chris se iba hundiendo más y más.
- Sí, y aun me pregunto cómo es eso posible. ¿No lo pensaste cuando te dijimos que se llamaba Ariel o es que ya ni te acuerdas de su nombre? – le espetó Peter a Chris.
- Me dijo que se llamaba Karen, Peter. Te aseguro que tampoco se presentó ante mí como un demonio. Y ya te dije que en seguida desapareció de mi vida.
- No me extraña: huiría de ti.
- Peter, ya vale. Te estoy oyendo. – dijo Nick, y se señaló la cabeza con el dedo índice - En tu mente estás buscando la respuesta más agresiva posible, pero eso no te va a servir de nada. Vas a quedarte aquí, así que dejar de ponerte escudos y vamos a tratar esto de forma razonable.
- No me leas la mente.
- No pienses tan alto.
- ¡Atajo de imbéciles! ¡Todos vosotros! ¿Creéis que podéis sentarme aquí y solucionarlo todo por fingir que no ha pasado nada?
- Creo que podemos solucionarlo todo al sentarnos y aquí y hablar como gente civilizada. Sin insultos – dijo Piper, endureciendo el tono hacia el final de la frase.
- Yo no quiero hablar.
- Es una lástima, pero tienes que hacerlo igual – intervino Wyatt.
- Porque tú lo digas.
- Pues sí, básicamente por eso. Y porque estás haciendo daño a tu padre.
- Me alegro. Se lo merece.
- Basta Peter – dijo Piper que había llegado a su límite con aquella última frase – Discúlpate ahora mismo.
- No.
- Discúlpate con tu padre. –le repitió.
- No.
- De acuerdo, ve a por el cepillo.
La actitud de Peter cambió por completo, de desafiante a asustado, pero se levantó y fue a hacer lo que le pedía.
- Mamá…-comenzó Chris.
- Está siendo malcriado. Le hemos dejado ir demasiado lejos, pero esto se va a acabar ahora. Sé por todo lo que ha pasado, y por eso necesita de nosotros que le tratemos justo como antes. No puede salirse con la suya, y menos cuando lo que está haciendo es dañarse a sí mismo mientras te hace daño a ti.
Chris iba a replicar, en defensa de su hijo, pero en ese momento llegó Peter con el cepillo. Parecía muy compungido.
- ¿Delante de todos? – le preguntó a Piper, con la cabeza gacha.
- Tú has sido insolente, maleducado e injusto con tu padre delante de todos ¿no? – replicó Piper. Peter asintió, aun mirando al suelo. Aquella actitud, mucho menos rebelde, y el hecho de que Peter hubiera ido a por el cepillo como le había pedido ablandaron a Piper. – Vamos a tu cuarto – le dijo, y se fueron.
A Peter nunca le había pegado una mujer. Sentía mucha vergüenza por lo que iba a suceder y no dijo nada. Entró en su cuarto seguido de Piper, y esperó. Intentaba dejar la mente en blanco, para no morirse ahí mismo.
- Ya he visto suficiente de esa forma de tratar a mi hijo. Le has hecho pasar una semana horrible, y ahora no sólo le hablas de forma inadmisible sino que pretendes hacerle daño. Pero eso se acaba ahora. Ven aquí – le dijo, después de sentarse en la cama. Peter se acercó, dócilmente. Piper le hizo tumbarse sobre sus rodillas y luego le bajó el pantalón, pero no el calzoncillo. Aun así, Peter se sonrojó, y agradeció que Piper no pudiera ver eso. Involuntariamente, tembló, al verse en aquella situación. Al saber que iban a pegarle. Piper se dio cuenta de que Peter estaba asustado, así que le acarició la espalda para tranquilizarle. No era Piper a quien Peter había visto en las alucinaciones de Barbas, así que Peter pudo tranquilizarse, más o menos. Su abuela cogió el cepillo, y empezó a castigarle.
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Peter estaba realmente avergonzado. Por alguna razón, para él era peor que le castigara Piper a cuando lo hacía su padre, su tío, o su abuelo.
- Chris es tu padre. No te abandonó. Tú lo sabes, así que deja de echárselo en cara.
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- No puedes hablarle como lo has hecho ni mostrarte así de insolente.
Peter llevaba tres semanas sin recibir un castigo. Quizá fuera por eso, o quizá porque de todas formas se suponía que aquello tenía que dolerle, pero le dolió. Y eso le sorprendió: pensaba que después de lo que había sentido en aquella cueva, nada podría volver a dolerle de nuevo.
Sentía ganas de llorar ¿por qué? No dolía tanto como para eso. Peter sabía que sus emociones querían salir, empujando en la puerta de su corazón para hacerse un hueco. Pero él no iba a permitirlo. Cerró los ojos con fuerza, y contuvo sus lágrimas.
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Peter empezó a llorar, y sintió rabia por hacerlo y eso le hizo llorar más. Piper se detuvo y puso una mano en su espalda.
- Sé que lo has pasado muy mal, y lo siento mucho. Cuando quieras hablar de ello puedes contar con cualquiera de nosotros. Entiendo tu dolor, entiendo tu rabia, pero no puedes pagarlo con tu padre. Él no te ha hecho nada. Él ha sufrido tanto como tú…
- ¡Eso no es cierto! – dijo Peter, con rabia. - ¡Él no ha sufrido nada! ¡Él ha tenido su familia perfecta durante dieciséis años! ¡No sabe lo que es no tener a nadie! No sabe lo que es DESEAR no tenerlo, porque la otra opción es peor. Nadie le ha hecho daño nunca. Nadie le ha hecho sentir como una basura.
- Sí, si hay alguien que le haya hecho sentir así. Tú, ésta última semana.
- Pues si es así me alegro, porque recién acabo de empezar.
Piper suspiró, y retomó el castigo.
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- Tu padre no se merece tanto odio.
- ¿Se merece más?
Piper sintió rabia. Le oía llorar. Lo único que quería en ese momento era abrazarle, pero Peter se empeñaba en seguir con esa actitud desafiante.
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- ¿Por qué no puedes simplemente alegrarte por tener una familia?
- ¡Porque no es MI familia! La familia es algo más que los genes.
- En eso estoy totalmente de acuerdo. Pensaba que en estos últimos meses Chris se había ganado el derecho a ser tu padre. Que te gustaba la idea.
- Y yo pensaba que tenía que estarle agradecido por sacarme del orfanato, y no guardarle rencor por haberme dejado en él.
- ¡Él no te dejó! No lo hizo, y tú lo sabes. No sabía de tu existencia.
- ¿Eso tiene que hacerme sentir mejor? ¿Qué mi padre no supiera que yo existía?
- Eso tiene que hacer que no le odies. Tú creciste sin él, y él ha vivido sin ti. Los dos sois víctimas.
Peter iba a responder, pero le traicionaron los sollozos. Piper se relajó visiblemente, y le hizo mimos. Sabía que tenía que dejar que se desahogara. Le dejó llorar mientras le frotaba los hombros, y le acariciaba la cabeza.
- Ya, mi amor, ya…Échalo, eso es…Tranquilo ¿vale? Todo va a estar bien, ya lo verás.
Peter siguió llorando aun después de que Piper le incorporara y le diera un abrazo. Dejó que el colocara la ropa, y no le importó el dolor que sintió cuando le rozaron los pantalones. Era mil veces preferible al dolor que sentía dentro de él.
- Yo…yo sé que no es culpa de papá.
- Sé que lo sabes. Por eso no entiendo por qué le has tratado así.
- Porque no…no puedo verle…no puedo…Yo…
Peter empezó a temblar en los brazos de Piper, y ella le dio un beso y le apartó el pelo de la cara, conmovida por su miedo.
- Tienes que dejar de pensar en eso. Es tu padre, jamás te haría daño…
- Debería. Debería hacérmelo. No es…tan difícil pensar que fue real, porque sería lógico…
- ¿Por qué dices esa tontería?
- Porque le ataqué. Le lancé un rayo. Yo no quería esto. Yo no quería tener magia.
- Lo sé, mi amor. Pero no es algo malo. Y no tienes, escúchame bien, no tienes que culparte por eso ¿de acuerdo?
- ¿Y a quién voy a culpar sino?
- A Barbas.
- Barbas lo liberó, pero esa cosa estaba dentro de mí.
- Uno no puede elegir cómo es, pero sí cómo se comporta. Peter, no pienses en eso. Ahora en lo único que tienes que pensar es tu padre, que está ahí abajo, sufriendo porque le odias y le tienes miedo.
- No le odio…pero sí le tengo miedo…
Piper le estrechó entre sus brazos, y le siguió mimando. Peter se estaba curando a sí mismo a fuerza de lágrimas, y ella le sostuvo durante todo el rato. Al final, Peter se calmó del todo, y se levantó.
- Lo siento mucho. Siento haber hecho daño a tu hijo.
- Y yo siento que hicieran daño a mi nieto. – le dijo Piper, y le dedicó una sonrisa cálida. Tan cálida, que Peter creyó que realmente podía hacer aquello. Que realmente podía intentar tener una familia, y que Chris formara parte de ella. Se lavó la cara, y bajó al piso de abajo. Todos se quedaron mirando, en silencio, cuando Piper y él volvieron al comedor. Peter cogió un cojín, y con toda la naturalidad del mundo lo puso en su asiento, mientras se sentía observado por muchos pares de ojos. Se sentó, muy concentrado en sus manos ya que odiaba ser el centro de las miradas.
- Mamá, ¿cómo has podido? – acusó Chris.
- No, papá. Yo…me…me merecía…- empezó Peter. No podía decir "Me merecía esos azotes" sin morirse de vergüenza, así que no lo dijo – Yo me lo busqué.
- Sí, claro que te lo buscaste – dijo Leo, su hermano pequeño, que apenas había cruzado unas palabras con él en aquella horrible semana. Se sentía olvidado por todos salvo por Nick, pero especialmente se sentía olvidado por Peter. – Has estado una semana fuera. Dijiste que nunca te irías, y lo has hecho. Así que espero que te duela, porque eres un mentiroso.
Peter parpadeó, como si sólo en ese momento se hubiera dado cuenta de la presencia de Leo en el comedor.
- No me he ido a ningún sitio, peque. Estaba con el tío.
- Exacto. Estabas con el tío en vez de aquí, con papá, donde tenías que estar.
Peter le miró con cariño, a pesar de que Leo le miraba a él con enfado. Luego miró a su padre.
- Tienes razón, peque. Es aquí donde tengo que estar. Sólo…necesito tiempo…
- Claro, mi amor – dijo Piper, y le dio un beso en la cabeza, aprovechando que estaba sentado y llegaba sin problemas. Peter sonrió.
- Me gusta que me llames así.
- A Chris también le gustaba.
Chris observó esto sin poder creérselo. Su hijo estaba de vuelta. Aquél sí era Peter. Aun le miraba con cautela, pero no estaba enfadado con él, ni le huía. Chris no apartó la mirada de él por varios minutos. Peter se dio cuenta de esto y se sintió un poco incómodo, pero no dijo nada.
- ¿Quién quiere helado? – preguntó Nick, levantándose para ir a la cocina.
- ¡Yo! – dijo Peter de inmediato.
- Para ti no hay – respondió Nick y le sacó la lengua.
Peter puso un puchero.
- Papá, dile algo…
Le salió tan natural. Como si aquél fuera un día más en familia, y Nick y él se estuvieran chinchando. Peter se dio cuenta de que había metido a su padre en el juego, como hacia siempre, y de que no le había costado nada hacerlo. Se rió. Y ese fue el sonido que Chris necesitaba oír.
- Si quieres helado tienes que darle un abrazo – dijo Nick, señalando a Chris con la cabeza. Todos se quedaron congelados por un momento. Peter podía negarse. A lo mejor era demasiado pronto…Pero Peter se levantó y medio aplastó a su padre en el abrazo más grande que nunca le hubieran dado.
- ¿Tanto entusiasmo por un helado? – preguntó Chris, sonriéndole, y devolviéndole el gesto.
- No. Tanto entusiasmo porque te quiero – dijo Peter, y entonces se puso serio – Tienes tantas cosas que perdonarme…
- Yo también te quiero, tesoro, y no hay nada que perdonar. Me alegro de que me des una oportunidad.
- Eres tú el que tiene que dármela a mí, papá. Te lo he hecho pasar mal, y lo siento. No es contra ti. Nunca lo ha sido. Y no es cierto que te odie. No lo es. No podría.
Chris le abrazó con mucha fuerza, con el corazón lleno de nuevo, y le dio un beso.
- Iros a un hotel – dijo Wyatt, mientras Nick fingía tener arcadas. Peter se dio cuenta de que no estaban solos y trató de conservar un poco la compostura. Sólo un poco, porque luego abrazó a Wyatt.
- Gracias por todo, tío. Y perdóname tú también. Siento haberte dado problemas.
- No me has dado problemas, Peter. No me dirigías la palabra, así que no podías decirme nada malo.
- Eso también lo siento. No estaba enfadado contigo, es sólo que no me apetecía hablar.
- Lo sé. Ya está. No pasa nada, Peter. Últimamente han pasado muchas cosas. Cada uno lo encaja como puede.
Siguieron comiendo, y Peter comió tres trozos de helado. A decir verdad, había comido mucho aquél día, y de pronto Chris observó, con horror, que parecía más delgado. Cuando expresó su preocupación, Peter se encogió de hombros. Fue Wyatt el que le aclaró:
- Apenas ha comido estos días.
- ¿Qué? ¿Y tú le has dejado?
- Me dijiste que le diera espacio, y que no le castigara. Y eso es lo que hice. – se defendió Wyatt, que había aguantado esa semana pensando que Chris se equivocaba por no obligarle a quedarse en su casa. Había hecho lo que Chris quería, porque era su hermano, pero agradecía que por fin estuviera haciendo las cosas bien.
- Peter Adam Haliwell, quiero ver tu plato lleno de comida ¿estamos? – dijo Chris amenazadoramente.
- Pero si ya he terminado de comer, papá
Aquél era el Chris de siempre: sobreprotector, autoritario, y con algo en la voz que te hacía querer complacer lo que sea que te estuviera pidiendo.
- Con razón no querías que orbitara. ¡Agradece que no lo haya hecho o te hubiera obligado a comer aunque tuvieras que hacerlo de pie!
Peter tragó saliva, y trató de ver aquello como una de las amenazas habituales de Chris. Trató de no asustarse. Chris estaba enfadado, pero no era peligroso. Se repitió eso para convencerse.
- No tenía hambre…
Chris le fulminó un rato más con la mirada, y luego su expresión se dulcificó.
- Bueno, pues a partir de ahora quiero verte comer con apetito.
Peter asintió, algo ruborizado. Durante aquella comida el habían regañado, castigado y vuelto a regañar delante de mucha gente. Aun le dolía un poco el trasero y se sentía muy estúpido. Pero estaba en casa. Chris ya no iba a dejarle que se fuera y él…él en realidad no quería irse. Miró a su padre, y le dedicó una sonrisa tímida. En esos pocos segundos en los que "le había enfadado", había comprobado como difería el Christopher real del Christopher que Barbas le había hecho ver. Tenía un motivo más para no temerle.
Cuando todos terminaron de comer, Leo I se llevó a Chris aparte.
- ¿Ahora me vas a escuchar? – le preguntó, algo molesto porque Chris había estado ignorando sus llamadas: tanto las "normales" como las de luz blanca.
- Sí, papá. Siento haber estado desaparecido.
- No importa. Pero he averiguado cosas que quizá te interesen.
- ¿Cómo qué?
- El colgante. Era el único objeto personal de Xandra que era posible encontrar, y por eso lo necesitaba Barbas. Necesitaba un objeto personal para realizar el hechizo.
- ¿Quién es Xandra?
- La madre de tus gemelos. Ese es su verdadero nombre.
- ¿Es un demonio?
- Creo que eso ya ha quedado claro. Pero tal vez deberías decir "era". Xandra murió hace quince años. Cuando otros demonios empezaron a perseguirla, dio a tus hijos en adopción. Creo que intentaba protegerles.
- ¿Por qué la perseguían?
- Porque tus hijos son muy poderosos, Christopher. Leo, Peter y Nick forman el primer Poder de Tres masculino…Y creo que incluso pueden superar a tu madre y a tus tías. Leo tenía razón: Peter, o Vraskor, su lado demoníaco, sale en el libro de las sombras. Y los demonios harán bien en temerle. Tu hijo es muy poderoso, Chris.
Chris sintió mucho orgullo, pero se dio cuenta que lo que su padre sentía era preocupación.
- ¿Eso es algo malo?
- Depende del bando que escoja.
- ¿Acaso estás insinuando que mi hijo es malvado?
- Estoy insinuando que tu hijo es un demonio muy poderoso, un brujo muy poderoso, y una persona muy carismática. Puede liderar el infierno, o intentar destruirlo. Y más nos vale que escoja lo segundo. ¿Sabes ya si tiene algún poder?
- ¿De brujo? No. Aun no lo hemos averiguado. Puede que no tenga…sólo es brujo en una tercera parte…Tal vez sólo sea capaz de hacer hechizos y pociones…
- Sinceramente lo dudo. Pero todo se verá. Tampoco es que el poder de Nick sea muy corriente. Un telépata…
- Y además, lo controla bastante bien, para haberlo descubierto hace tan poco. – reflexionó Chris - Tenía atados sus poderes y su esencia de demonio. ¿Por qué?
- Por protección. Los Ancianos creen que Xandra sabía acerca de lo que Peter estaba destinado a hacer. Creen que se acostó contigo sabiendo lo que pasaría si lo hacía…Alejó a tus hijos de ti, y de la magia, quizá esperando llevarles por el camino demoníaco, pero cuando empezaron a perseguirles les protegió…les protegió con su vida…Ocultó sus poderes y les hizo crecer como niños normales…Ella les quería, Christopher. Sé que te usó, y que se llevó a tus hijos…pero les quería…
- A los chicos les gustará saberlo – respondió Chris, con frialdad. Sabía que tenía que estarle agradecido a esa mujer por haber protegido a sus hijos pero…no podía. Simplemente no podía. – Entonces, ¿no se llamaba Ariel?
- Ariel era su nombre de humana. Ya sabes que algunos de ellos viven entre nosotros. Sospecho que ella te estuvo observando desde la distancia, cerciorándose de quién eras…Debía de ser un demonio muy poderoso, para tener conocimientos proféticos.
Chris guardó silencio, meditando todo esto. Su padre había evitado decir lo más importante.
- ¿Qué piensan "Ellos" de que sean mitad brujos y mitad demonios? La unión está prohibida…
Con ese "ellos" se estaba refiriendo a los Ancianos.
- Nuestra familia ha roto ya muchas de esas reglas. No sé lo que opina cada uno de ellos, pero no van a hacer nada como grupo si es lo que me estás preguntando.
- Me alegro. Bastante tengo con luchar contra los demonios para tener que luchar también con los de nuestro bando.
- Aun así, no te confíes. Recuerda a Guideon.
Guideon era un Anciano que había intentado, muchos años atrás, matar a Wyatt cuando era un bebé para impedir que se volviera malvado, sin saber que con ello había provocado justo lo que quería evitar…Tal vez algún Anciano quisiera entonces ocuparse de Peter. Pero él no lo pensaba permitir.
Resueltas sus inquietudes mágicas, se dirigió a su padre con otra clase de preocupaciones…
- ¿Peter llegará a olvidar algún día lo que Barbas le hizo ver?
Leo le miró con cariño y le puso una mano en el hombro.
- Peter nunca olvida. Pero lo superará. Ya lo está haciendo. Él sabe que no eras tú…sólo tienes que esperar…darle tiempo…ser paciente…estar ahí para él.
- Eso puedo hacerlo.
- Pues entonces, no te angusties.

Leo le dio un abrazo, y Chris se sintió seguro. Daba igual tener quince que treinta y tres años. Su padre era su padre. Y Chris agradecía más que nunca el poder contar con él para lo que fuera.

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