lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 75: No se traiciona a la familia



 


Chapter 75: No se traiciona a la familia
 


Se escuchó un grito ahogado, angustiado, lloroso. Nick despertó con un escalofrío. ¿Qué era esa sensación? ¿Acaso seguía durmiendo? A lo mejor. Tal vez fuera eso, y estaba teniendo una pesadilla. Eso explicaría por qué ya no se encontraba mal, y no se sentía fiebroso: o era una cura milagrosa, o era que estaba soñando.
Pero él se sentía bien despierto. Fuera un sueño o no, decidió levantarse para ver lo que le aguardaba en su subconsciente. Se levantó con cuidado, pero se notó estable. La cabeza no se le iba ni estaba mareado. Estupendo.
Lo primero en lo que reparó, fue en que Peter no estaba en la habitación. Tal vez estuviera en el baño, con Chris, a quien tampoco se veía por allí. Nick recordó con vergüenza que su padre había tenido que llevarle al baño porque no podía tenerse por sí mismo. Con vergüenza y con una sonrisa, porque después del sentimiento de inutilidad que ese recuerdo le producía, quedó una enorme sonrisa por sentirse cuidado y saberse protegido. Cuando era niño no había habido nadie que hiciera esas cosas por él. Tampoco se había puesto enfermo con frecuencia, pero desde luego estar enfermo en el orfanato era una mierda, mientras que estarlo entonces, en su casa, era como unas vacaciones en las que había "sobredosis de atenciones". Hasta Amy había estado mimándole. Nick sonrió más al recordarlo.
Al pensar en Amy se dio cuenta de que ella tampoco estaba. Decidió buscar a algún alma humana no desaparecida, y bajó al salón. En las escaleras notó algo extraño.
"¡Wow! ¿Esa barandilla ha sido siempre tan baja? Caramba, parece como que el suelo esté más lejos…¿y qué le ha pasado a mis pantalones?"
Nick reparó entonces en que la ropa parecía estarle un poco más pequeña, y eso era extraño porque llevaba ropa holgada. Sacudió la cabeza. Le preguntaría a Chris.
Pero cuando llegó a la cocina, toda gana de preguntar nada se extinguió. Al principio no entendió la escena que se desarrollaba ante sus ojos. Pero luego fue quedando claro lo que pasaba: Chris lloraba y abrazaba a algo que estaba en el suelo. Y ese algo era su hermano, rodeado de tanta sangre que a la fuerza tenía que estar muerto. Nick sintió como la sangre le llegaba al cerebro, como si de pronto sus latidos fueran cien veces más audibles.
Pum. Pum.
Peter estaba muerto.
Pum. Pum.
Aquello no era un sueño. Ya no estaba dormido. Era real, y estaba… huérfano. Huérfano de hermano.
Pum. Pum.
De su otra mitad.
Pum. Pum.
De la única persona que había estado en TODOS los momentos de su vida. La única persona sin la que (en ese momento lo supo) no podía sobrevivir. Porque como le dijo a Chris una vez, hay una diferencia entre sobrevivir y vivir. Si a Chris le pasaba algo, Nick estaría muerto en vida, pero estaría vivo. Dudaba ser capaz de ser feliz nunca más, pero estaría vivo (hasta el momento en el que decidiera quitarse la vida). Pero con Peter muerto, Nick también lo estaba. Sencillamente eso. Inevitablemente eso.
Pum. Pum.
En su cabeza resonaron las palabras que Peter le había dicho en una ocasión, cuando se escapó por pensar que Amy iba a estropearlo todo: "Nacimos a la vez, nos vamos a la vez. Somos un pack. Todo juntos. Todo".
"¡Mentira!" pensó Nick, comenzando a llorar, como si sus ojos por fin recordaran cómo se derramaban las lágrimas. "¡Tú te has ido sin mí! ¡Eres un mentiroso!"
Pum. Pum.
"Nunca volveré a verle. Nunca."
De pronto a Nick le dolía el pecho, de una forma física. Le habían arrancado una parte de él. Le faltaba una parte importante dentro del pecho, y por eso le dolía. La sensación se hizo insoportable, y estalló.
Nick sintió como todo su poder salía de él, como una onda expansiva. Fue como una descarga de magia, y de pronto no pudo controlar su don, y empezó a leer la mente de todo el mundo en varios kilómetros a la redonda. Fue confuso y algo doloroso, y gritó.
Encontró la mente de Chris con mucha facilidad, porque ya sabía reconocerla. Su padre estaba sufriendo tanto que Nick tenía miedo de que fuera demasiado. De que fuera una de esas cosas que terminan por volverte loco. Inspeccionar la mente de Chris en ese momento no era una buena idea, porque se sumaba a su propia angustia, pero entonces empezó a percibir algo más que sensaciones, y captó pensamientos más complejos.
"¿Cómo le salvo? Aunque tuviera mis poderes, se ha cortado él mismo. Esas heridas no se pueden curar. ¿Cómo le salvo?"
Todo se quedó en silencio para Nick a partir de ese momento. Su poder volvió a él y permaneció escondido. Sólo una cosa importaba: Peter aún estaba vivo.
Aunque quizás aun fuera la palabra. Nick luchó contra sus labios, y contra su garganta seca, y logró formular una pregunta.
- ¿Qué ha pasado?
Chris se sobresaltó al oírle. No se había dado cuenta de su presencia.
- Nick, sube a tu cuarto…
- Y una mierda. ¿Qué ha pasado?
- Me quitó mis poderes. No… no pude impedírselo. Intenté orbitar el cuchillo pero… pero…
Chris parecía torturado, demacrado. Histérico.
- ¿Cómo se ha hecho eso? – preguntó Nick, señalando la sangre. Se mantenía a una distancia prudente porque le daba mucha impresión. Chris en cambio estaba manchado con la sangre de su hijo.
- Se cortó.
- ¿Ha intentado suicidarse?
Chris asintió. Respirar le costaba. Seguir vivo le costaba. Tan sólo haber visto que Peter se movía, y por tanto aun no estaba muerto, era lo que le permitía seguir allí un poco más.
Pero, ¡¿cómo podía salvarle!?
 


- No puedo ver cómo se muere – dijo Christopher, aun de pie frente aquella bola de cristal que le permitía ver lo que pasaba en el otro plano. Puede que aquél no fuera su Peter, pero se parecía lo bastante como para que la escena que estaba viendo le angustiara.
- Vaya, ¿hablando sólo? Es el primer síntoma de la locura, según dicen. – dijo una voz a sus espaldas, y Chris se giró bruscamente al reconocerla: era Barbas. El maldito demonio chantajista que se había llevado a sus hijos. El hijo de puta que le tenía cogido por los huevos, casi literalmente. A Chris no le suponía ningún problema moral el cargarse a su otro yo. Era de los que primero disparan y luego preguntan por qué. Pero sabía que matarse a sí mismo podía desequilibrar el mundo más de lo que ya lo estaba por aquella "visita" de Barbas.
- ¿Qué quieres? – le espetó. Orbitó su bayesta de luz negra, ya cargada y lista para ser disparada, y apuntó al demonio con ella.
- Vamos, Chris ¿todavía con eso? Pensé que ya habíamos aclarado lo poco que te conviene dispararme. ¿Qué pasaría con tus hijos entonces?
- Les buscaré, y daré con ellos.
- Como si no les hubieras buscado ya. Has usado todos tus truquitos mágicos y aun así no les encuentras. Tu única posibilidad es mostrarte… colaborador.
- Esta flecha colaborará muy bien contigo cuando te la meta por el culo. – le dijo, y luego echó un rápido vistazo al desván. ¿Dónde narices se había metido Wyatt? En fin, qué más daba. Con Wyatt o sin él, le iba a dar a aquél demonio su merecido. No le clavó la flecha en ninguna parte vital, porque efectivamente necesitaba que siguiera con vida para recuperar a sus chicos, pero le dio en la pierna. Lamentablemente, tal y como ya sabía que pasaría porque ya habían hecho eso mismo una docena de veces, Barbas se sacó la flecha sin muchos problemas.
- Debo reconocerlo, tienes más agallas que tu otro tú. El sentido del humor es igual de escaso, pero las agallas las tienes. ¿No te cansas de ver cómo me saco tus flechas?
- Es un deporte que podría patentar. – replicó Chris. - ¿Para qué has venido?
- Quería comprobar que sigues dispuesto a cumplir con tu parte.
- Mataré a Christopher, ya te lo dije. Pero creo que tu plan se está yendo al traste. Quieres a sus hijos vivos ¿no?
- Es lo único que quiero. Christopher es un obstáculo: por eso tú vas a quitármelo de en medio.
- Como decía, tu plan se está yendo al traste.
- Y eso es así porque… - instó Barbas, para que continuara.
- Porque Peter se está muriendo.
Christopher jamás pensó que pronunciar aquellas palabras pudiera darle tanto placer. Pero sólo por ver la cara de horror de aquél demonio merecía la pena. Barbas reparó entonces en la bola de cristal y se acercó a ver.
- Páralo – le dijo.
- Esto no es una televisión. No puedo simplemente cambiar de canal. Y aunque lo hiciera seguiría pasando. Eso está sucediendo mientras hablamos.
- Escucha murciélago con maquillaje, o traes a ese chico aquí ahora mismo, sano, o te puedes despedir del tuyo. Tu Peter no me sirve para nada. Es prescindible para mí.
Chris apretó mucho los dientes ante aquella amenaza. Estuvo a punto de orbitar una daga y clavársela a ese despojo justo en el corazón, pero hacer eso no hubiera solucionado nada. Siempre había tenido mucho autocontrol, así que respiró hondo y se contuvo. Casi al mismo tiempo le vino la inspiración.
- Hoy es tu día de suerte. Sé cómo salvarle.
- Bien. Hazlo.
- ¿Quieres que mate a Christopher ahora? – preguntó Chris, odiando hablar de esa forma, como un buen soldadito a la espera de órdenes.
- No. Aun no es el momento.
- ¿Y cómo quieres que me lleve a Peter delante de él?
- Apáñatelas.
Christopher gruñó. Caminó hacia el Libro de las Sombras y buscó el hechizo que le haría viajar a la otra realidad. Aquél viaje tendría consecuencias, seguro. El fino velo del equilibrio universal, que ya había empezado a rasgarse, saldría aun más dañado.
Hizo un dibujo en la pared del desván, de una triqueta, y leyó el hechizo. No pasó nada.
- Necesito a mi hermano. Este hechizo es muy poderoso. Sólo se ha usado antes una vez, y fue necesario el Poder de Tres. También fue necesario que las Embrujadas de mi realidad y las de la tuya lo formularan a la vez. No sé si funcionará si lo decimos sólo desde este lado.
Barbas se acercó a él con pasos muy lentos, y entonces, de la nada, clavó un cuchillo en el costado de Chris, que jadeó y abrió mucho los ojos. Aquello dolió.
- Vas a tener que intentarlo tú solo. No voy a quedarme a enfrentarme a los dos a la vez. Ya cometí ese error una ve y Wyatt acabó derrotándome.
Barbas se apartó de él, y Chris recuperó el aliento, y se dio cuenta de que en realidad no le había clavado nada. Había sido una ilusión, pero una bien dolorosa. Se pasó la mano por los labios, pero no tenía sangre, a pesar de que la boca le había sabido a metal.
- Hubiera bastado con pedirlo por favor – replicó, con mucho sarcasmo. Volvió a leer el hechizo sacando todo su poder y sintió cómo se vaciaba. Cayó al suelo de rodillas, mientras el dibujo que había hecho en la pared brillaba. Lo había conseguido. Había creado un portal. Él sólo.
- ¿A qué esperas? ¡Ve y tráelo aquí!
Chris no tenía fuerzas ni para contestarle. Respiró hondo un par de veces y luego se puso de pie. Con cierta vacilación, y con miedo de lo que se pudiera encontrar, cruzó el portal.
Apareció en el desván, pero supo que no era el suyo. Era un desván idéntico, pero en aquél no estaba Barbas. Había cruzado. Estaba en el mundo del otro Chris. Sin perder tiempo en maravillarse en lo increíblemente poderoso que era por haberlo conseguido, bajó a la cocina. Conocía aquella casa porque era como la suya, aunque todo estaba demasiado… limpio. Y olía demasiado bien.
Se quedó de piedra al entrar en la cocina. Allí estaba Nick. No era "su" Nick, pero era Nick. Dios, le echaba tanto de menos. Hacía ya más de tres meses que se lo habían arrebatado. No tuvo tiempo para seguir observando, porque el otro Chris reparó en su presencia.
El otro Chris era un calco de él, con el pelo más corto y más limpio, los ojos son delineador, y sobrio. Eso era un detalle a tener en cuenta. Chris lamentaba haberse bebido aquella botella de whisky a medias con su hermano, porque si tenía lugar un enfrentamiento directo con el otro Chris, podría suponer una desventaja.
Vestía con colores más claros que él, que vestía todo de negro, y de ahí el que Barbas le hubiera llamado "murciélago". Lo cierto es que el Chris malvado parecía poco más que un gótico vestido de sport. Sólo perdía la imagen por la coleta que llevaba. Los dos Chrises se observaron durante un rato, pero el Chris malvado contaba con la ventaja de la sorpresa: el otro Chris y Nick no se esperaban su visita en aquél momento.
Chris orbitó su bayesta negra y decidió dejar las cosas claras.
- Sabes quién soy. Sabes lo que puedo hacer. No te enfrentes conmigo.
- Papá, ¿quién es? ¿Por qué es igual a ti? ¿por qué sus orbitas son negras? – preguntó Nick, asustado.
- Soy yo, Nick. Es largo de explicar. Sus orbitas son negras porque él no es un luz blanca, sino un luz negra. – dijo el Chris bueno.
- Exacto, soy un luz negra, y estas son flechas de luz negra, que es una de las pocas cosas que pueden matarte. – replicó el Chris malo.
- Con que Victoria tenía razón. Voy a matarme a mí mismo – dijo Chris-bueno con mucha calma. Con más calma de la que parecía lógica en aquél momento, pero no podía sentir miedo cuando todo lo que podía sentir era angustia por lo que le estaba pasando a Peter.
- No hoy – replicó Chris-malo. – Ahora aparta.
- ¿Por qué? – preguntó Nick, poniéndose ante su hermano en actitud defensiva. - ¿Quién eres y qué quieres? ¿Qué está pasando aquí?
Nick le escudriñó como intentando escanearle con los ojos. Chris-malo miró aquellos ojos, que eran los de su hijo, y así se dio cuenta de que no lo era. Aquél Nick era…era bueno. Sus ojos eran inocentes. Agh.
- Voy a salvar a tu hermano – replicó Chris-malo y sin estar dispuesto a perder más tiempo orbitó para ponerse junto a Peter, y volvió a orbitar otra vez con él, al desván. Escuchó los gritos de frustración que venían de la panta baja. Traspasó el portal arrastrando a un Peter ensangrentado.
Barbas les esperaba al otro lado. Había estado observando a través de la bola de cristal.
- ¿Cómo funciona esto? – le preguntó, señalando la esfera. - ¿Te muestra cualquier cosa que quieras ver?
- He lanzado un hechizo para que me muestre todo lo que hace el otro Christopher.
- Me sería muy…útil…Tener algo como esto…
- Mira lo mucho que me importa. Ahora, si ya has terminado de admirar mis posesiones, no sé si has notado que vengo acompañado.
Barbas se giró con brusquedad. Casi se había olvidado de Peter, fascinado por poder estar en aquél desván con el que sueñan muchos demonios. Aquél Libros de las Sombras no le repelían, porque sus dueños eran malvados, como él. Aquél mundo parecía hecho a su medida: todo era caos, maldad, y destrucción. Estaba bien para unas vacaciones, pero no era su mundo. Barbas sabía que tenía que volver al suyo, pero quería asegurarse de hacerlo en las condiciones propicias. Si todo salía bien gracias a Peter se haría con el control de todo el inframundo. El chico estaba destinado a destruir el inframundo… o a liderarlo. Barbas se ocuparía de que fuera lo segundo, pero para eso tenía que seguir con vida.
- ¿Puedes curarle?
- Yo no. – respondió Christopher. – Es una herida autoinfligida. Pero él puede curarse a sí mismo. Uno de sus poderes de demonio es la autocuración. Sólo tengo que hacer que se transforme. Pero tal vez tú seas más rápido. Yo tardaría mucho en preparar todo lo necesario para realizar el conjuro.
Barbas entendió, y se sacó el colgante que había usado para transformarle por primera vez. Susurró el nombre de Vraskor, y así el chico ensangrentado que yacía a sus pies se transformó en una bestia enorme, con cuernos.
- No tenían cuernos – dijo Chris, con sorpresa.
- Ahora es un demonio adulto. Es más grande, y más fuerte. Y tenías razón: se está curando.
Chris observo cómo la herida se cerraba poco a poco. Se curó por completo, pero Vraskor no llegó a despertarse. Con toda probabilidad, dormiría aun algunas horas. Chris le observó, y sintió algo que hacía mucho no sentía: su conciencia. En su mundo, sólo había una cosa sagrada: la familia. Christopher mataba, robaba y destruía, a veces por el mero placer de hacerlo. Era un luz negra, era un brujo oscuro, era absolutamente poderoso, y su familia dominaba aquél mundo sumido en el caos. Pero si algo tenían en común él y el otro Chris era la familia. Tanto uno como otro haría cualquier cosa por su gente. Y no se traicionaba a la familia. Puede que aquél chico no fuera "su" Peter, pero era lo suficientemente parecido para que se sintiera una rata rastrera por haberle traído directamente a las fauces de Barbas. Le había dado a ese demonio lo que quería.
Aunque tal vez eso implicara que por fin podía recuperar a sus hijos.
- ¿Y ahora qué? Ya le tienes. Ya no necesitas que mate a Christopher por ti.
- Te equivocas. Mientras Christopher siga vivo será un obstáculo constante. Vendrá a buscarle, y si no lo hace da igual: Peter no puede quedarse aquí para siempre. Tiene que volver a nuestro mundo, y allí tiene que hacer lo que yo quiero que haga. Y para eso Christopher tiene que estar muerto. Y el otro gemelo tendrá que escoger bando. No puede quedar nada que apegue a Peter a su vida anterior. O matas a su familia, o se unen a nosotros. Esas son las opciones.
- ¡El trato era matar únicamente a Christopher!.
- He añadido una cláusula nueva. Vamos Christopher, no te alteres. Sabes que lo harás, si es que quieres volver a ver a tus hijos. Y ahora calla. Se está despertando. Míralo así: es como si te hubiera devuelto un pedazo de tu hijo. Peter se quedará contigo hasta que yo le necesite. Diviértete haciendo de padre - dijo Barbas, y con eso se despidió y desapareció.
Christopher gruñó y observó cómo Vraskor despertaba. El demonio abrió los ojos y enseguida volvió a su forma humana.
- ¿Papá? – preguntó Peter, extrañado. Aquél era su padre pero…¿por qué parecía sucio? ¿por qué vestía de negro? ¿por qué tenía el pelo más largo? Y…¿tenía delineador en los ojos, o eran imaginaciones suyas? Ese Christopher parecía más un vampiro desaseado que su padre.
- Algo así – respondió Christopher.
- ¿Qué ha pasado? Yo…estoy curado – dijo de pronto, recordando su intento de suicido, y reparando en que no tenía herida alguna.
- Autocuración. Eres un demonio, Peter ¿o ya se te ha olvidado?
- No, claro…. ¿Por qué estamos en el desván? Y, en serio, ¿por qué tienes esa pinta? ¿Llevas coleta? ¿Desde cuándo tienes el pelo tan largo? ¡Ay madre! ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?
- Sólo un rato, Peter.
Chris hablaba con sequedad, porque no sabía bien lo que debía hacer en ese momento. Él no era el Chris que ese chico conocía. Peter pareció reparar en su tono áspero.
- ¿Estás enfadado? Yo… siento lo del cuchillo…Sé que me vas a matar….pero volvería a hacerlo. Papá, volvería hacerlo porque no puedo dejar que te pase nada. Tengo que impedir que se cumpla la profecía. No va a pasarte nada por mi culpa…
- El suicido no es la solución. – replicó Christopher, entre dientes y con mucho enfado. Fuera su Peter o no lo fuera, el chico había sido un idiota.
- No me mates – repitió Peter, y entonces intentó abrazarle, pero Christopher se apartó. Chris vio el momento exacto en el que al chico se le rompía el corazón. Sentado como estaba, le miró con unos ojos con los que su Peter no le miraba nunca. Unos ojos puros, dulces, y buenos. Y muy, muy tristes. – Esta vez lo he hecho ¿verdad? Estás tan enojado que no quieres ni abrazarme.
- No es eso, Peter. Es que yo no te abrazo nunca. – respondió Chris, frunciendo el ceño.
- Eso no es cierto, si es casi lo único que haces…
- No, Peter, no lo hago. A ti no te gusta que te toquen.
- ¡A mí me encanta que me toquen!
- En esta realidad, no.
- ¿En ésta realidad? Papá, ¿de qué estás hablando?
- Yo no soy tu padre, Peter.
Peter se enfureció. Christopher se sorprendió de ver ira en aquella mirada de niño. Por un segundo aquél Peter sí pareció el suyo. El chico se puso de pie, y parecía capaz de matar.
- ¡No puedes decirme eso! ¡Por mucho que la haya cagado ese es un golpe bajo, y lo sabes! ¡No me puedo creer que me hayas dicho eso! ¡Siento ser una decepción como hijo, pero es lo que tienes! ¡Sabes que esas palabras duelen! Es lo mismo que me dijo Derek, y lo que siempre he temido que me digas tú. Bien, basta de farsas, entonces. Ya están todas las cartas sobre la mesa. Por fin admites que no me quieres como hijo. Has tardado ocho meses en darte cuenta, pero ya ha pasado. Derek me lo advirtió. Barbas me lo advirtió. Todo el mundo, tarde o temprano, se cansa de mí.
- ¿Quieres dejar de decir tonterías? No es algo simbólico ¿vale? No lo decía por despreciarte, es que literalmente no soy tu padre. No soy tu Christopher.
La furia de Peter se esfumó de golpe, y se transformó en sorpresa.
- ¿Mi Christopher? ¿Qué quieres decir?
- No estás en tu mundo, Peter. – explicó Chris. Rayos, ¿cómo iba a hacer que lo entendiera? Necesitaba beber. Alcohol, sí, eso. Caminó hacia la mesa y sacó una botella de vodka del cajón. Dio un trago. – Mucho mejor. ¿Quieres?
- ¿Me estás ofreciendo alcohol? – preguntó Peter, con incredulidad.
- Sí. ¿No bebes? – dijo Chris encogiéndose de hombros. Su Peter bebía.
- ¡No! ¿Y desde cuándo bebes tú? Voy a avisar a Amy, creo que has perdido un tornillo o algo – dijo Peter, y se levantó. Salió del desván a toda prisa, y bajó las escaleras. En seguida reparó en que todo en aquella casa estaba…sucio. Había botellas rotas, y polvo…Peter se detuvo en las escaleras, shockeado. Chris decía que sólo había estado incosciente un rato, pero debían de haber sido varios meses. Quizá Chris había perdido el juicio, y se había dado a la bebida, a raíz de su intento de suicidio. Eso le hizo sentir culpable. Por primera vez pensó que tal vez con aquello hiciera más mal que bien. Pero luego se dijo que aquello era demasiado ególatra: la casa no estaba en aquél estado por él. Ni su padre se había dado a la bebida por él. No era tan importante.
Entonces, si no era eso, ¿cómo se explicaba aquél desastre? ¿Y dónde estaba Amy? ¿Y Nick? ¿Y los peques? La casa parecía vacía. Notó una mano en su hombro, y se giró para ver a Christopher.
- Amy no está aquí. En esta realidad no estamos juntos. Después de que desaparecierais, no volví a hablar con ella.
- ¿Desaparecer? Papá ¿de qué hablas?
- Yo no soy tu padre, Peter – repitió Chris, recordándose que a aquél chico debía hablarle con cuidado. No sabía cómo iba a reaccionar. No era del todo como el Peter que conocía. – Aunque puedes llamarme así si quieres, pero quiero que lo tengas claro. Estás en otra realidad. En otro universo, si quieres llamarlo así. Yo te he traído aquí, cuando aun estabas inconsciente. Aquí Nick y tú no estáis conmigo. Os secuestraron. Leo está con tu abuelo, viviendo con él, mientras Wyatt me ayuda a buscar la forma de dar con vosotros.
Peter le miró durante un minuto sin decir nada, y sin apenas parpadear.
- ¿Esperas que me lo crea? – preguntó al final.
- Tengo pruebas. Mira, ven. Volvamos al desván.
Peter le siguió y allí Christopher le enseñó la bola de cristal. En ella Peter vio a su padre y a su hermano. Parecían desesperados, angustiados. Christopher murmuró algo y entonces Peter pudo oír a los que estaban dentro de la esfera, además de verles:
- ¡Tenemos que encontrarle!
- No es tan sencillo, Nick.
- Dices que está en otro universo. Si él ha podido venir, tú puedes ir allí.
- No debemos traspasar el velo. Los dos mundos no deben tocarse. El equilibrio no…
- ¡Al infierno el puto equilibrio! ¡QUIERO A MI HERMANO DE VUELTA!
Vale, Peter tenía que reconocerlo: ese sonaba como Nick. Giró al cabeza para mirar a Christopher, preguntándose si la habría dicho la verdad. ¿Estaba en otra realidad? Observó que Christopher se acercaba a una pared, donde estaba pintado el símbolo de la triqueta. Murmuró algo que sonó a un hechizo, y se giró.
- Listo, ahora no podrán venir. No podrán abrir un portal para venir a buscarte.
- ¿¡Qué!? – gritó Peter. Había muchas cosas que aun no entendía, pero eso lo había entendido muy bien. Empezaba a entender que aquél no era su padre, y que estaba impidiendo que el de verdad pudiera encontrarle. Le estaba separando de su padre. Y eso era algo que no iba a permitir… - ¡Escúchame, maldito bastardo! ¡No sé quién eres, ni me importa, pero ya estás llevándome con mi padre porque si no te juro que te mataré y daré con la forma de hacerlo yo mismo!
- No pienso hacer eso – respondió Chris, con calma.
- ¡Cerdo hijo de puta, ya lo creo que vas a hacerlo! – respondió Peter, y le empujó contra la pared. Christopher frunció el ceño. Le gustaba ver esa mirada de odio en Peter, le gustaba que gritara (le recordaba a SU Peter), pero no estaba bien que le empujara. Él era su padre. O algo así.
- No, no voy a hacerlo.
- ¡Mi padre cree que me estoy muriendo! – gritó Peter, zarandeándole. Christopher reparó en que era más alto. Era más alto que él. ¿Era cosa de aquél Peter o se debía al supuesto estirón demoníaco que habían dado? ¿Su Peter también habría crecido?
- Sí, y si cree eso es por tu genial idea de suicidarte – replicó Chris, perdiendo la paciencia. Se libró de su agarre con mucha facilidad, y aunque estuvo tentado de empujarle de vuelta, supo que en el mundo de ese Peter no arreglaban las cosas así. Que no arreglaban las cosas a empujones. - ¿En qué narices estabas pensando?
- ¡No finjas que te importa! – replicó Peter, y le dio la espalda. Christopher le giró con brusquedad y le obligó a mirarle.
- ¡Oye, tú mundo será distinto al mío, pero el suicidio es una gilipollez en los dos! ¡Y a la familia no se le hace eso! ¡A la familia no se le traiciona! ¡Uno no se va y deja a la gente tirada! El suicidio no hace sufrir al que se mata, sino al que se queda. Es una solución cobarde y, maldita sea ¡No es una solución! – grito Christopher, y Peter parpadeó sorprendido, porque aquello sonó mucho a su padre. Sonó mucho a los discursos que él le solía dar. – Aun no me puedo creer que lo intentaras. ¿Acaso has perdido el juicio? Si te pareces en algo a mi Peter, y tu Chris se parece algo a mí, sé que no te dejaría hacer algo como eso. Dime, ¿qué habría hecho tu padre de estar aquí?
Peter bajó la mirada y se apartó. Ese hombre no le gustaba. Gritaba mucho, olía a alcohol, y encima tenía razón. Hizo por irse del desván, pero Chris le agarró del brazo.
- ¡Responde! ¿Qué habría hecho?
Peter no pudo evitarlo: ese hombre se parecía demasiado a su padre como para no contestar a esa pregunta tan directa.
- Me habría… me habría castigado, seguramente.
- ¿Cómo? – insistió Chris.
Peter se negó a responder a eso.
- Ya te lo digo yo: dándote la paliza de tu vida. Que es lo que voy a hacer yo.
Peter no se tomó en serio la segunda parte, por eso se permitió soltar una risa irónica.
- Créeme: no sería la paliza de mi vida.
Lo decía por Derek, porque sabía que su padre jamás llegaría a lo que llegó aquél hombre. En ese sentido estaba tranquilo. Pero Christopher lo interpretó en otro sentido, como si Peter sólo estuviera siendo prepotente.
- Vamos a comprobarlo – le respondió y tiró de él.
- ¿Qué haces?
- ¿No te lo he dicho? Voy a darte la paliza de tu vida, mocoso irresponsable y egoísta. Es en lo único en lo que siempre estaré de acuerdo con tu padre. Todas las demás mariconadas que te enseña me parecen una tontería, pero esto no. Esto es algo que también tiene mi Peter, y los dos vais a aprender a respetar vuestra vida por encima de todo. – dijo Christopher, y después se le puso sobre las rodillas.
- ¡No! ¡Suéltame! ¡Tú no puedes castigarme! ¡No eres mi padre!
- Lo voy a ser por un tiempo, muchacho. Así que vete acostumbrando.
Peter entendió lo que eso significaba: se iba a quedar allí con él. Estaba secuestrado. Estaba obligado a permanecer lejos de su padre, con aquél mal calco como pésimo sustituto. Conocer este hecho le deprimió tanto que ya no se resistió, y dejó que le bajara la ropa. Christopher orbitó el cepillo.
- Debería darte con el cinturón – le dijo – Pero dependerá de ti que lo haga.
Y con esa frase lapidaria, comenzó.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
No se sentía muy diferente a cuando lo hacía su padre. De hecho, era muy difícil acorarse que aquél no era su padre. Tenía su misma cara y se comportaba más o menos igual. Era más maleducado, alcohólico, desaseado, y brusco, pero su comportamiento para con él era más o menos el mismo. Aquél no era momento para reflexiones filosóficas, pero Peter se preguntó qué significaba eso de ser de universos diferentes, y se preguntó también como sería su alter ego. ¿Sería cierto que estaba secuestrado?
Dejó de pensar cuando empezó a dolerle de verdad.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Tu vida por encima de todo. Quiero oírtelo decir, Peter.
Peter se quedó mudo. Una cosa era que no se resistiera, sabiendo como sabía que no le iba a llevar a ninguna parte, y otra que aceptara que ese hombre que era poco más que su secuestrador tuviera autoridad sobre él. Además, no iba a decir algo que fuera mentira. Su vida no estaba por encima de todo, y desde luego no estaba por encima de la de su padre.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Peter, dilo.
Más silencio.
- Está bien, será como tú quieras. Túmbate en el sofá.
Peter sabía lo que significaba: iba a pegarle con el cinturón. Se propuso aguantar estoicamente, por más que le doliera. No iba a darle la satisfacción de mostrar dolor. Se tumbó como le había dicho, y esperó.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
Cayó una ráfaga que no se esperaba. Chris normalmente le pegaba despacio, metódicamente. Y la única vez que lo había hecho con el cinturón no lo hizo a esa velocidad. Aquello dolió horrores, y escoció mucho. Y Peter dijo adiós a su estoicismo sólo con aquellos diez golpes.
- ¡Hijo de puta! – siseó, más como una maldición que como un insulto. Aun así, sabía que a su padre jamás se lo habría dicho. Christopher pareció darse cuenta también, de la misma forma que se había dado cuenta de su intención de resistir y aguantar con impasibilidad.
- Cuidado, Peter. No soy tan escrupuloso como tu padre, y no tengo problemas con los insultos, pero tengo un cinturón en la mano. Y no es muy sensato decirle ciertas cosas a quienes tienen un cinturón en la mano.
Y para demostrarlo, dejó caer otra ráfaga.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
Peter se mordió el labio.
"No llores. Joder, No llores."
Y no lloró. Peter sabía aguantarse las lágrimas. Chris le había enseñado a no hacerlo y además él en concreto tenía la habilidad de hacerle llorar sólo con un regaño, pero aquél no era Christopher. No el suyo.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- En éste mundo, en el otro, y en el de más allá, tu vida es lo más importante. Esa es la única certeza que tienes.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- Lo único que no va a cambiar aunque lo haga todo lo demás.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- Aunque te quedes sin padre, sigues estando tú.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- No te equivoques: Chris también es un imbécil. Os he estado observando y la verdad es que me parece idiota. Pero a mí él me la suda. Si me le tengo que cargar, y todo indica que tendré que hacerlo, me dará igual. Pero tú eres la réplica de mi hijo, y por alguna razón eres importante.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- No voy a dejar que te mates y jodas la única posibilidad de recuperar a mis hijos.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- No voy a dejar que te mates a secas, porque ver cómo te cortabas ha sido como ver cortarse a mi Peter.
Y eso ZAS es algo ZAS que no ZAS va a volver ZAS a pasar ZAS
- No vas a volver ponerte en peligro
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- No vas a volver a infravalorarte a ti ni a tu vida.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
- Y sobre todo, ¡NO VAS A VOLVER A INTENTAR SUCIDIARTE!
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
Peter apretaba las uñas contra la tela del sofá y reprimía las lágrimas que le escocían en los ojos. Se hizo sangre en el labio por mordérselo y se acordó de todos los ancestros de ese energúmeno cuya sola presencia la confundía, por recordarle tanto a su padre.
- ¡Quiero oírtelo decir, Peter! ¡No más suicidios!
Peter no respondió.
ZAS
- Dilo.
Silencio.
ZAS ZAS
Peter no iba a responderle. Christopher pareció darse cuenta de eso, y también de lo duro en demasía que estaba siendo. Le había pegado setenta y ocho veces con el cinturón y sesenta con el cepillo. No estaba cien por cien seguro, pero por lo que había visto, y por lo que él solía hacer con su propio Peter, creía que aquello estaba siendo una paliza memorable. Quería que el chico se comprometiera a preservar su salud a partir de ese momento, pero tiró el cinturón a un lado, sabiendo que no debía seguir utilizándolo. Aunque por alguna razón estaba muy enfadado La salud de aquél chico le importaba, más allá de que fuera o no una posibilidad de recobrar a sus hijos, o de que se pareciera a ellos.
Se sentó y se le colocó en las rodillas. Se asombró de que no estuviera llorando.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- ¿Acabamos con esto? – le preguntó, casi como si fuera algo trivial, un juego. – Promételo, y terminamos.
Esperó unos segundos, y nada.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- El orgullo es algo que me encanta, pero si mi Peter es orgulloso se supone que es porque tú no lo eres. ¿Qué es esto entonces, una prueba de hombría? Sólo te pido una maldita respuesta porque por alguna maldita razón en vez de dejar que te mates quiero que sigas con vida.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
Peter ya no podía más. Conocía su límite y estaba a punto de cruzarlo. Su muro se derrumbó en el mismo momento en el que y no pudo contener más el llanto. Quiso creer que lloraba por el dolor, lo cual era muy posible, pero en su fuero interno sabía que lo hacía porque aquél "quiero que sigas con vida" le había llegado. Aquel desconocido tan familiar sólo pretendía que él siguiera con vida… que es lo mismo que querría su padre…
- No volveré a hacerlo – barbotó al final.
- Bien – respondió Christopher, y se levantó. Y se fue. Y le dejó ahí, llorando tumbado sobre aquél sofá. Y por si Peter tenía alguna duda, comprobó que aquél tipo no era su padre, porque no le había abrazado.
No supo cuánto tiempo estuvo ahí llorando, pero tuvo que ser más de media hora y menos de una. Había evitado frotarse la zona castigada, porque hasta eso dolía demasiado. Tal vez no hubiera sido la paliza de su vida, pero tampoco había estado muy lejos. Hacía mucho que nadie le pegaba tanto.
Cuando se calmó un poco, escuchó pasos, que indicaban que Christopher volvía.
- Eso tiene pinta de doler horrores. – comentó, apoyado en el quicio de la puerta.
Peter no respondió.
- Yo no bromeo chico. Si te digo que voy a darte la paliza de tu vida, es porque voy a hacerlo.
Más silencio. Nuevos sollozos querían apoderarse de Peter, pero logró sobreponerse.
- Vamos, levanta de ahí, no seas niña.
Eso fue un golpe bajo. Peter se tenía por alguien débil y llorica, pero Chris no le veía así. Aquél Chris sí, pero aquella vez no era justo. ¡Aquella vez tenía motivos para llorar, y muchos! Físicamente estaba muy adolorido, Pero mucho, mucho. Y psicológicamente…
- Quiero ir con mi padre - lloriqueó.
- Y yo quiero que llueva chocolate. Hay un hechizo para eso, pero a la larga no resultaría. No siempre se consigue lo que se quiere.
- ¿Estoy secuestrado?
- Si quieres verlo así… Puedes verlo como unas vacaciones con todos los gastos pagados.
- ¿Por qué me has traído aquí?
- ¿Aparte de para salvarte de tu propia estupidez y la de tu padre al que no se le ocurrió transformarte en demonio para curarte? Porque eres una buena moneda de cambio.
- ¿Moneda de cambio? ¿Qué tiene mi padre que puedas querer tú?
- Él nada. Pero eres valioso para el tipo que tiene a mis hijos.
Peter sollozó otra vez.
- Ya deja de llorar. – dijo Chris, en un tono tan brusco, que Peter lloró más. - A la porra Me da igual lo mucho que grites. – dijo, y se acercó a él. Peter se encogió, pensando que iba a pegarle más pero entonces Chris le abrazó. – No grites – le pidió.
Aquello fue tan desconcertante que Peter tuvo que preguntar.
- ¿Por qué iba a gritar?
- Porque te estoy tocando.
Peter no dijo nada. Aquél abrazo se sentía bien. Si se engañaba un poco podía creer que se trataba de su padre. En cualquier caso, le consolaba, y le ayudó a dejar de llorar, como si de pronto le doliera menos.
- ¿Por qué no puedes tocar a "tu Peter"?
- Porque le maltrataron.
- A mí también. Y no me importa que me toquen. – dijo, pero luego lo pensó mejor – bueno, a veces sí. Si hacen movimientos bruscos, como Amy, no me gusta. Me…asusta un poco. Pero no me importa que me toque Christopher, y a mí también me maltrataron.
Chris soltó una risa sarcástica.
- Aun no entiendes que este mundo funciona al revés que el tuyo.
- ¿Qué quieres decir?
- A ti te maltrató un hombre ¿verdad? He escuchado como tu padre lo decía alguna vez. Te maltrató Derek.
- Sí.
- El Derek de este mundo es un santo. Demasiado santo, en realidad. No olvides que aquí Peter es malo, pero aun así fue feliz con él. Pero nuestra justicia está corrupta, y le quitaron su custodia.
- Entonces ¿quién le maltrató?
- ¿Dónde has sido más o menos feliz, o al menos, has estado bien, hasta que llegó Chris?
- En el orfanato.
- Pues ahí tienes tu respuesta. La gente que en tu mundo es buena en el mío es mala.
- ¿Insinúas que le trataron mal en el orfanato?
- A él y a Nick. Durante dieciséis años. Así que lo siento, pero a ti no te voy a compadecer. "Pobrecito Peter, que le han hecho daño y cree que su vida no vale nada porque le trataron mal". Tú no sabes lo que es que te traten mal. Sólo eres un niño mimado. Mis hijos son mucho más duros que tú.
Los ojos de Peter volvieron a inundarse de lágrimas. Chris suspiró.
- Pero eres el niño mimado de Chris. Y por eso voy a cuidar de ti. Voy a devolverte a tu mundo sana y salvo, Peter. Y esto es una promesa. Y voy a cumplirla, porque no se traiciona a la familia.
Peter no respondió nada, y Chris tampoco añadió nada más, pero se quedó allí con él, acariciándole de forma muy parecida como lo hacía su padre. Tal vez aquél hombre no fuera tan malo. No dejaba de repetir que eran mundos opuestos pero la gente no es blanca o negra. Suele ser gris. Estaba claro que aquél Chris era de un gris oscuro, pero no era negro. Al menos, no con él. A él iba a tratarle bien, y por eso tal vez, no fuera tan malo estar allí. Pero… le había separado de su padre.

Aunque…quizá fuera la solución ideal. Quizá, lejos de su padre, en otro mundo, la profecía no pudiera cumplirse. Quizá aquello bastaba para salvar a Chris, y no era necesario que se suicidara. Si era así, si servía para que Chris no estuviera en peligro, aceptaría con gusto, aunque significase pasar toda su vida separado de las personas a las que más quería….

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