lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 55: El mejor padre

 


Chapter 55: El mejor padre
 


Viernes por la tarde. Su cita del día anterior con Amy se había visto truncada por la "brillante" idea de Peter de usar sus poderes para lo que no debía. Chris se había pasado gran parte de la mañana intentando contactar con Amy para quedar de nuevo, pero la chica no se lo cogía. Lo primero que pensó es que ella estaba enfadada, pero le había parecido que había medio arreglado las cosas con ella, así que no tenía mucho sentido. Después, empezó a preocuparse, y poco le faltó para presentarse en su casa y comprobar que todo estuviera bien, pero no quería ser absorbente ni actuar como un paranoico. Se obligó a tranquilizarse, aunque no sé despegó del móvil ni un segundo.
Su preocupación le volvía irascible. El verse ignorado le frustraba. Conclusión: era mejor no buscarle las cosquillas aquella tarde. Es algo que sus hijos parecieron entender, porque le dejaron bastante tranquilo. Chris les había puesto algo de merendar y les llamó para que bajaran. Peter se movía de forma extraña, y miró la silla como si fuera un enemigo. Chris le iba a preguntar al respecto, hasta que escuchó a Nick:
- ¿Aun te duele? – preguntó el chico, algo preocupado.
Chris, histérico porque acaba de dejarle a Amy su mensaje número 24 del día, estalló, mirando a Peter algo enfadado.
- Lo que te he dado ésta mañana ni se puede llamar castigo. Te merecías algo mucho peor así que ni se te ocurra quejarte porque es imposible que te duela.
Los ojos de cordero que le puso Peter le hicieron sentir mal casi de inmediato.
- Pero…si…si no me he quejado…- dijo con mucha penita.
Chris suspiró, se levantó, y le abrazó.
- Perdona, tesoro. Tienes razón. Y, si quieres quejarte, hazlo. Sólo estoy un poco nervioso. ¿Te duele?
- Sí, pero no por lo que tú crees. Me he caído saltando el potro y prácticamente me duele todo. Creo que nunca más voy a poder doblar las rodillas.
Chris casi sonrió por el tono fatalista que empleó Peter. Si no sonrió del todo fue sólo porque sintió que había sido un gran fallo de su parte el no darse cuenta que su hijo estaba adolorido.
- ¿Te hiciste daño? ¿Por qué no me lo habías dicho? Puedo curarte en un segundo, ya lo sabes.
- Tampoco fue tan horrible. Me caí, y ahora encima tengo agujetas. La mayoría de mis compañeros están igual que yo.
- Pero ellos no tienen un padre luz blanca. – replicó Chris, y con un movimiento de su mano le alivió cualquier dolor que pudiera tener. - ¿Una clase de gimnasia intensa? – preguntó, con cariño. Tenía a Peter por un buen atleta.
- ¡Brutal! – intervino Nick. – Fue agotador, en serio. No me extraña que Peter no pudiera saltar….¡yo ya no podía moverme para cuando llegamos al potro!
Chris contuvo una sonrisa, para que no le malinterpretaran y se ofendieran. Frotó el hombro de Nick, en un gesto reconfortante.
- ¿Tú también quieres que "te repare"?
- Estoy bien. Sólo tengo agujetas. Nadie se muere de eso.
- Ni yo me muero por quitártelas – respondió Chris, e hizo exactamente lo mismo que había hecho con Peter. Luego les sonrió, aunque no fue su sonrisa alegre y sincera de costumbre.
- ¿Pasa algo, papá? – preguntó Peter. - ¿Por qué decías que estabas nervioso?
- No es nada.
- Sí es algo. – dijo Nick, frunciendo el ceño – Puedes contárnoslo. Si no quieres, no, y tampoco lo leeré de tu mente. Pero realmente nos gustaría poder ayudarte.
Chris le miró con agradecimiento.
- Llevo todo el día intentando hablar con Amy, y no puedo. Estoy preocupado. Normalmente responde a mis llamadas o mensajes de forma instantánea.
- Tal vez esté en alguna reunión en su trabajo. O haya salido con algún amigo…O se haya dejado el móvil en casa…Pueden ser muchas cosas, papá. – dijo Peter, con su voz tranquilizadora.
- Lo sé, pero…
- Quieres orbitar y presentarte ahí mismo para estar seguro ¿no? – adivinó Nick. Chris asintió, como si confesara algo vergonzoso - ¿Qué te retiene?
- El sentido común. El hecho de no querer quedar como un idiota…
Nick tosió, y su tos sonó enormemente parecida a la frase "cada uno queda como lo que es". Chris le miró alzando una ceja, y luego le dio una colleja.
- ¿Por qué te empeñas en creer que estoy sordo?
- Sería lo lógico…Cuando uno llega a cierta edad el organismo se deteriora, ya sabes…
Chris miró a Nick con una creciente indignación, e iba a darle otra colleja, pero Nick le esquivó, riendo.
- ¡Será descarado! ¡Me ha llamado viejo! – exclamó Chris, pero conteniendo una sonrisa. - ¡Debería darte una lección, mocoso deslenguado!
- Pero si te encanta eso de mí – replicó Nick, muy pagado de sí mismo. - Ha funcionado ¿no? Ya no estás preocupado.
- ¡No, pero tú deberías estarlo! – amenazó Chris, y comenzó a hacerle cosquillas.
- Jajaja, ¡no! Jaja ¡para, para!
Peter sacudió la cabeza, y levantó las manos.
- Como críos. El remedio peor que la enfermedad.
Las risas atrajeron a Leo y Chris dejó tranquilo a Nick para servirle al niño su zumo y su sándwich.
- No quiero zumo – dijo Leo, en un tono que a Chris no le gustó demasiado. Frunció el ceño, pero no le dio importancia.
- ¿Y qué quieres?
Solía dejarle elegir en la merienda, dentro de un orden. El zumo podía sustituirse por fruta.
- Chocolate – respondió el niño.
- Tienes que comer algo sano. Tómate el zumo o una pieza de fruta, y si después de eso y el sándwich aun tienes hambre, entonces podrás comer chocolate. – dijo Chris, y como vio la cara que ponía Leo, prosiguió – Ya sabes que siempre es así. Voy a ahorrarnos esto: ahora tú te enfadas, me insultas y yo te castigo. Luego nos abrazamos, y al final te lo comes. ¿Por qué no pasamos directamente a la fase en la que me haces caso?
Leo le miró como echándole un pulso durante varios segundos. Al final, apartó la mirada.
- De todas formas no quería chocolate – dijo al final, con voz resentida - Seguro que es de ese casero que haces tú y entonces estará malísimo.
Chris dudó durante un segundo sobre cómo reaccionar a eso. La intención de Leo había sido molestarle, y quizás hasta "herirle". No había sido un gran insulto, pero a Chris le molestaba particularmente la intención del niño de "voy a decir lo que crea que va a sentarte peor". Por eso se acercó a él, le levantó, y le dio un azote, como signo de advertencia.
- Cuidado, Leo. Eso ha estado muy cerca de ser una falta de respeto.
- Entonces no he debido hacerlo bien, porque quería que lo fuera claramente.
¿Quién y cómo había metido el espíritu rebelde de Nick en el cuerpecito de su hijo? Chris pensó que se le iba a caer la mandíbula, tras la respuesta de Leo. Su niño con formas de adolescente. Chris suspiró, y se sentó en una silla al lado de Leo. Tiró de él un poquito e hizo ademán de bajarle el pantalón.
- ¡No, papi, por favor! – suplicó Leo, al ver sus intenciones.
A Chris casi le sorprendió la vehemencia de Leo, como si le hubieran amenazado con una pistola o algo así. Decidió entonces cambiar de estrategia.
- ¿Qué ocurre? – le preguntó a Leo con su voz más inocente.
- Ibas a…ibas a darme unos azotes – dijo el niño, con voz triste.
- Entonces no he debido hacerlo bien, porque aún tengo pensado hacerlo. – dijo, parafraseando a Leo. El niño pareció entender, porque agachó la cabeza. – Te dije que podíamos pasar directamente al momento en el que me haces caso, pero por lo visto te apetecía más desobedecerme un rato y que te castigara. Y si tú quieres eso, pues yo te complazco encantado.
- Yo no quiero eso…
- ¿No? Entonces, he debido escuchar mal ¿verdad? No es posible que me hayas dado una respuesta maleducada. Sólo me estabas diciendo que estarás encantado de tomarte el zumo.
Leo no estaba seguro de cómo debía responder a eso. Le parecía que su padre le estaba dando la oportunidad de hacer las cosas bien y librarse de un castigo, pero no entendía cómo debía responderle. ¿Tenía que "seguirle el juego" y decir que sí, que eso era lo que había querido decir, o que no, y disculparse? ¿La pregunta tenía trampa? Finalmente, encontró una manera de responder que le parecía más o menos acertada.
- Me tomaré el zumo – dijo, con un hilo de voz. – Lo siento.
- Eso era lo que quería oír – dijo Chris, y para confusión de Leo le dio un beso en la frente, y un azote suave. – Es más fácil hacerme caso que discutir conmigo. – le recordó, y luego cambio el tono y la expresión para hablarle de forma mucho más distendida – Te irá mejor si seleccionas las cosas de Nick que vas a repetir. A él nunca le va muy bien con eso de pasarse de listo.
- ¡Eh, que estoy aquí! – protestó Nick, indignado. Él y Peter habían observado en silencio. - ¿Ahora qué se supone que he hecho?
- Nada, pero Leo se parece cada vez más a ti. Me ocuparé que se quede sólo con la parte buena – chinchó Chris. Estaba de broma, pero el comentario pareció realmente ofender a su hijo.
- No sabía que tuviera un lado malo. – musitó Nick. – Bueno, sí lo sabía, pero confiaba en que tú no.
- Nick, sólo era una broma. No tienes en absoluto un lado malo. Sólo un lado respondón con cierta facilidad para meterse en líos. Pero eso sigue siendo parte de tu lado bueno, corazón.
Jesús. ¡Que el hipersensible era Peter!
- ¿Y el bicho rojo que es primo lejano de Hulk? – preguntó Nick - ¿"Eso" también es mi lado bueno?
"Está hablando de Adramelech" entendió Chris. "Siguen odiando su esencia de demonio"
Chris se puso de pie, respiró hondo, y no habló hasta asegurarse de que pensaba realmente que lo que iba a decir era verdad. No quería mentirles, y además Nick podría descubrirlo con cierta facilidad, en alguna de sus intrusiones a su mente.
- "Eso" es parte de lo que eres. Y si es parte de lo que eres, entonces es algo bueno. Esto va también por ti, Peter: no debéis rechazar esa parte de vosotros. Lo importante no es lo que uno es, sino las decisiones que toma. Es…el legado que os dejó vuestra madre, y le costó la vida.
- No quiero nada que venga de ella – replicó Peter con frialdad.
- ¿Cómo puedes decir eso? – acusó Nick. Desde que se enteró que su madre no era una drogadicta, sino algo así como una heroína que les había protegido de otros demonios se había convertido en su mayor fan. Y tampoco es que antes de eso la odiara mucho. Pero Peter siempre había tenido ideas diferentes al respecto.
- Era un demonio, Nick. La palabra no es decorativa. Significa que era un ser repugnante venido del mismísimo infierno y que…
Nick le silenció con un puñetazo.
- No hables así de "ella" – ladró Nick, e hizo que ese "ella" sonara casi como un poema….Lo dijo con veneración.
- Bah! – respondió Peter tras frotarse el mentón. Rodó los ojos como si estuviera hablando con alguien estúpido con quien no se pudiera razonar. Se fue de la cocina.
Todo quedó en silencio por unos segundos. Leo decidió fijar la mirada en su plato, como si fuera lo más interesante del mundo.
- Nick…- empezó Christopher.
- Siento haberle pegado – soltó el chico, rápidamente. – Lo siento. – repitió, y salió corriendo.
Chris suspiró. Iba a seguirle, pero entonces sonó su móvil. Era Amy. El corazón le dejó de latir, y toda la preocupación que había sentido durante la mañana volvió a él, multiplicada por mil. Descolgó el teléfono y se lo llevó a la oreja.
- ¿Amy? – preguntó, con un nudo en la garganta. - ¿Amy estás bien? Por Dios, dime que estás bien.
- Suenas adorable cuando te preocupas. Estoy bien, Chris, pero necesito tu ayuda.
- Claro dime donde estás y aparezco ahí ya mismo. ¿Qué ha pasado? ¿Cuál es el problema? ¿Alguien te ha hecho daño?
- ¡Chris! No es esa clase de problema. Ya te he dicho que estoy bien. Es la clase de problema normal que un novio normal puede resolver para su novia normal sin necesidad de orbitar ni de usar la magia.
- Ah. – dijo Chris mucho más tranquilo. Claro, la ayudaría en lo que fuera. Pero antes…- ¿por qué no cogías mis llamadas? ¡Casi me da algo!
- He sido secuestrada por mi familia. Verás, hoy es…lo que viene siendo mi cumpleaños.
Chris iba a decir algo, pero las palabras no le salían.
"Idiota, idiota, idiota. Es tu novia y no sabes su cumpleaños. ¡Idiota!".
Poco a poco, su cerebro volvió a funcionar.
- Pero, y no te ofendas, creí…que no tenías familia.
- De sangre no, pero tengo buenos amigos que son como mis hermanos.
Una vez más, constató lo poco que sabía sobre ella.
- Amanda, no sé qué decirte. Ni siquiera te he comprado un regalo.
- Para empezar, NO ME DIGAS AMANDA. Y, menos mal que no me lo has comprado, porque no quiero nada.
- Me siento tan…estúpido. Yo…feliz cumpleaños. – dijo, y suspiró. - ¿Para qué querías mi ayuda?
Amy soltó una risita.
- ¿Puedes sacarme de aquí?
- ¿Eh?
- Ven a casa, estamos aquí. Di que me necesitas para algo…no sé, lo que se te ocurra…pero libérame.
- Creí que estabas con amigos…
- Y lo estoy. Pero hay una razón por la que no sabías que hoy era mi cumpleaños, y es que yo no lo celebro. Las fiestas trampas no me gustan nada.
Fue curioso, porque Chris no podía verla pero habría jurado que puso un puchero. Contuvo una risita.
- Lamento no poder complacerla, señorita Evinson, pero no estaría bien privarla de su fiesta de cumpleaños. – dijo Chris, con voz formal, pero a la vez divertida.
- ¡Chris!
- ¿Algo más? No quiero entretenerte y privar a tus invitados del placer de tu compañía.
- ¡Chris ni se te ocurra colgarme o sí que voy a privarte a ti pero no quieras saber de qué!
Sin aguantarse más, Chris soltó una carcajada.
- Chris…- la voz de Amy sonaba suplicante esta vez.
- ¿De verdad lo estás pasando mal o es sólo que te molesta ser el centro de atención?
- Lo estoy pasando fatal – aseguró ella, y a Chris no le cupo ninguna duda de que no era cierto.
- Es una fiesta, no una tortura.
- ¡Para mí es lo mismo!
Chris volvió a reír.
- Haremos esto: me pasaré en un rato, cuando hayas disfrutado de tus amigos. Si sigues queriendo irte para entonces, te secuestraré. Y si no, me quedo contigo.
- Eres realmente odioso, ojos azules. – replicó ella, cuando entendió que Chris estaba decidido a hacerlo así.
- Es una cualidad de nacimiento. Hasta luego, Amy. Feliz cumpleaños de nuevo.
Como toda respuesta recibió un gruñido, y el pitido que indicaba que le había colgado. Chris se quedó un rato de pie, sin moverse, embargado de emociones.
Diversión. Sí, Amy le divertía mucho.
Amor. Amor profundo. Vale, eso asustaba. Mejor apartarlo, por el momento.
Culpabilidad. Pero…¿qué clase de novio era que no conocía el día del cumpleaños de su chica? No tenía un regalo…Resolvió conseguir uno antes de ir a verla.
Tras dejarse inundar un poco más por las sensaciones que había provocado aquella llamada, y sin tener ya el peso de la preocupación porque le hubiera pasado algo a Amy, Chris se dispuso a ir a hablar con Nick y Peter. Como solía empezar hablando con Peter, esa vez decidió ir primero al cuarto de Nick.
Le sorprendió ver que su hijo le esperaba con las rodillas entre los brazos, haciéndose muy pequeño sobre la cama, con la espalda en la pared. Aquello le hacía parecer muy vulnerable.
-Hola – dijo, por decir algo, tras varios segundos de silenciosas miradas incómodas. Nick pareció despertar de un letargo mental en ese momento. Parecía a punto de echarse a llorar. Aquello rompió a Chris más de lo que lo hubiera hecho de haber estado llorando del todo. Ese querer y no poder le hacía ver que su hijo estaba sufriendo por algo y su único deseo en ese momento fue ayudarle. Como fuera. Iba a decir algo, pero Nick se le adelantó.
- No lo volveré a hacer. Te lo prometo. No lo haré nunca más pero no me pegues con eso.
"¿Eh? ¿Con 'eso'? ¿Qué quiere decir?" pensó Chris desconcertado, hasta que siguió la mirada de Nick. Su hijo le miraba la cintura, y Chris vio lo que su hijo estaba viendo: el cinturón.
- No, Nick. No voy a hacerlo. – le aseguro. Nick le escudriñó con la mirada, y pareció creerle, porque de pronto se relajó mucho. - ¿Es por eso que estás así, como un conejo fuera de su madriguera?
Nick negó lentamente con la cabeza.
- Mamá – dijo solamente, y Chris jamás se había sentido tan enternecido por su hijo como en ese momento. Nunca había escuchado a Nick o a Peter decir "mamá". Tampoco solía hablar de ella con ellos. Y aunque había creído saber lo mucho que ella les importaba, se dio cuenta en ese momento de que no había tenido ni idea. Salvó la distancia que le separaba de Nick en dos pasos y le envolvió con sus brazos. Así fue como Nick empezó a llorar. - ¿Por qué Peter dice esas cosas de ella? ¡Nos salvó! Ocultó nuestros poderes para que creciéramos como gente normal y estuviéramos a salvo. Dio su vida por nosotros. Tú me lo dijiste.
- Y es la verdad. Pero…tienes que entenderle. Yo lo hago. Esto…es difícil de decir sin que suene doloroso, cariño, pero ella os "planeó". Ella sabía que si os concebía…conmigo….seríais muy poderosos. Realmente creo que llegó a quereros, pero al principio erais un plan, y para ello no tuvo reparos en engañarme y después ocultarme además que era padre. Me alejó de vosotros. Os protegió, pero a la vez os puso en peligro. Todo por…ambición. No me malinterpretes: me alegro de que lo hiciera, de que decidiera tener hijos conmigo, porque gracias a eso existís. Aunque al principio su decisión no fuera por motivos maternales, gracias a ella estáis aquí. Así que yo…os entiendo a los dos.
- Pero eso no lo sabes – protestó Nick. – Ella…ella podía querernos desde el principio. Sé que era un demonio, pero eso no quiere decir que fuera mala. Tal vez…tal vez se enamoró de ti….pero sabía que lo vuestro estaba prohibido y….y por eso luego se fue.
Chris sabía que no era así. Es más, sabía que Nick también lo sabía. Pero decidió no contradecirle, porque el chico realmente parecía necesitar creer aquella pequeña mentira. Necesitaba sentirse querido por esa mujer que le llevara en su vientre. Le apartó el pelo de la cara con cariño.
- Tal vez – respondió tiernamente, y le dio un beso en la frente. – Peter no pretendía hacerte daño, corazón. Él no puede verlo de la misma forma que tú, sólo eso. Desde luego, no escogió bien sus palabras.
Le estuvo mimando durante un buen rato, y pudo sentir como su abrazo le confortaba. Le sintió más pequeño que nunca entre sus brazos, y no le soltó incluso después de que se calmara.
- Gracias – dijo Nick, e hizo algo que no había hecho nunca: le dio un beso en la mejilla. Generalmente dejaba que él le diera besos, pero no solía salir de él.
- ¿Y ahora, con qué fuerzas te castigo yo, después de esto?
- ¿Me vas a castigar? – preguntó Nick y, si pretendía darle pena, lo consiguió.
- No puedes ir por ahí pegando a tu hermano. Esta vez te has controlado. No le has tirado al suelo ni te has ensañado con él, es por eso que te he dicho que no voy a pegarte con el cinturón, pero no puedes darle un puñetazo cada vez que diga algo que te moleste.
Nick asintió. Chris suspiró.
- No quiero que vuelvas a hacerlo. Esta semana te ocupas tú de Ariel en lugar de Peter ¿entendido? Y no verás la televisión por dos semanas.
Nick volvió a asentir, y lentamente esbozó una sonrisa.
- ¿Quiere eso decir que no me vas a…"ya sabes"?
- Esta vez no. Considéralo tu recompensa por ocuparte de todo cuando yo…me vine abajo. Pero, te lo advierto, nada de tocar a tu hermano.
- Eres el mejor padre el mundo. – le aseguró.
- Y tú el pelota menos sutil que conozco – dijo Chris, riendo – Y eres el mejor hijo, también. Ahora, ¿por qué no te arreglas un poco? Creo recordar que hoy vas a ver a Rachel ¿nop? No querrás hacerla esperar: ese es su trabajo. Cuando estés listo baja al salón ¿vale? Quiero hablar contigo y con tu hermano.
Dejó a Nick con cara de concentrado, y fue a hablar con Peter. Se dijo que si apenas había castigado a uno, no podía ser más duro con el otro. Peter ni siquiera había golpeado a su hermano. Llamó a su puerta antes de entrar.
- Hola, Peter. ¿Puedo pasar?
- Bueno, ya has pasado.
Chris parpadeó, sorprendido por esa respuesta antipática.
- ¿Qué quieres? – le ladró Peter.
- Para empezar, que seas más amable. De eso va esto, en realidad. De amabilidad y delicadeza. Has sido muy brusco con tu hermano, al hablar de vuestra madre.
- No es mi madre. Es la mujer que me prestó su cuerpo por nueves meses, ya te lo dije.
- Las cosas han cambiado. Ahora sabemos la verdad. Puedes acusarla de muchas cosas, pero de abandonarte: se murió, y no a causa de la droga.
- ¡Me dejó en un orfanato!
- ¡Para protegerte de quienes querían hacerte daño! Mira…Te entiendo. De verdad que sí. Nick la idealiza. Era un demonio…Los demonios no tienen alma y actúan por ambición. Xandra, Ariel, o como queráis llamarla, quería poder: el poder que vosotros ibais a darle Pero…mi familia ha visto como algunos QUIEREN conseguir un alma. Algunos lo hacen, a un alto precio. Vuestra madre no se ganó un alma, pero quizá si vuestro perdón, por intentar protegeros. Os quiso, Peter. Tuvo que quereros de verdad para protegeros y renunciar a sus ambiciones al haceros creer como gente normal
- ¡Qué sabrás tú! ¡No era más que una zorra con pretensiones!
Chris estuvo a punto de responderle con la misma ira con la que había hablado Peter, pero luego se dio cuenta de que esa ira era fruto del dolor.
- Puedes…puedes pensar lo que quieras, pero has de respetar lo que piensa tu hermano y no puedes herir sus sentimientos. Y tienes que cuidar la forma en la que hablas.
- Era una zorra. Sólo estaba siendo sincero.
- Me refería a cómo te referiste a ella frente a Nick. De todas formas, lo cierto es que no era eso que la has llamado Peter, y que no quiero que te refieras así a ninguna mujer: mucho menos a la que te concibió.
- Ella no era una mujer. Era un demonio. Y si tanto la querías, haberte casado con ella.
A Chris le estaba costando mucho mantenerse firme en su propósito de no castigarle. Peter estaba echando toda su rabia contra él
- Te aseguro que no soy su mayor fan. Esto no es sobre ti o sobre mí. Es sobre tu hermano, y el hecho de que él la quiere. Cómete el orgullo, y acepta que no deberías haberte expresado así.
- Quizá debería haberme expresado a puñetazos. Ese parece un mejor medio de expresión, por lo visto.
- No, Nick tampoco obró bien y ya he hablado con él de eso. Pero ahora estoy hablando contigo, sobre lo que has hecho tú. Y me estoy cansando de ser el objetivo de tu rabia y tu sarcasmo, Peter.
- Espera que no seas el objetivo de otra cosa…
Chris había tenido suficiente. Se acercó a él, le levantó, y le dio cinco azotes.
- Basta ya. Quiero que vayas a disculparte con Nick. Vamos.
- No voy a disculparme por ser sincero.
- Guárdate tu sinceridad. No puedes ser tan brusco y maleducado. No te pido que renuncies a tus ideas sino que busques la forma de no herir a tu hermano al expresarlas. Baja, y discúlpate.
- Espera sentado – replicó Peter, y Chris se sentó, efectivamente, pero para atraerle hacia sí y bajarle la ropa. Luego le puso sobre sus rodillas.
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Eso bastó para que Peter se echara a llorar por fin, y se abrazara a él, cuando Chris le dejó incorporarse. Lloraba de rabia contenida, de dolor emocional, y posiblemente de pena por ser un niño sin madre. Chris lamentaba haber tenido que castigarle para que el chico encontrara la forma correcta de expresar esas emociones, pero se alegraba de que por fin estuvieran en un punto en el que lo que le dijera no fuera recibido con groserías y malas respuestas. De pronto su intuición habló por él, expresando pensamientos que ni siquiera estaba seguro de haber tenido.
- Sé que duele, tesoro. Ella no está aquí; no ha estado nunca y duele. Ese es el verdadero motivo de todo esto. Te daría igual si fuera un demonio o un extraterrestre si pudieras tenerla aquí a tu lado. Lo entiendo. Es injusto, es mezquino, y es un error. El lugar de un hijo es con su madre. Pero ella no tiene la culpa de eso. Nadie la tiene. Murió. La muerte es lo único que puede separar a una verdadera madre de su hijo. Por eso choca oírte hablar así de ella, porque era tu madre. Se ganó ese derecho al decidir que vuestro bienestar le importaba más que el suyo propio.
Peter sollozó sobre él y Chris supo que había dado en el clavo. Peter no odiaba a su madre. La quería, y ese era el problema: que no estaba ahí parar quererla. Le besó en la frente y dejó que su presencia le reconfortara.
- Me…me he pasado toda mi vida odiándola por ser una drogadicta – dijo Peter al cabo de un rato – Por elegir la droga antes que a nosotros. Y…ahora resulta que nos eligió a nosotros antes que a la magia. Y en vez de hacerme sentir mejor me hace sentir peor. ¿Por qué ya no puedo odiarla? Odiarla era sencillo. Era mala, y se lo merecía. Pero…ahora sé que me quería. Que podía haber tenido una vida junto a ella, y no la tuve. ¿Cuántas cosas habrían sido diferentes?
- Eso no podemos saberlo, tesoro. Pero te quería. Es con eso con lo que tienes que quedarte. Ella te quería, y yo te adoro.
Peter asintió y se quedó un rato recostado contra él.
- Te quiero – le dijo luego. – Eres el mejor padre que se puede tener.
Era la segunda vez que le decían eso en aquél día, y Chris iba a empezar a creérselo.
- Tú eres el mejor hijo. Ahora sé que soy el hombre más rico del mundo, porque tengo tres tesoros y cada uno de ellos es más de lo que podría desear.
- ¡No! ¡Tú tesoro soy sólo yo! – protestó Peter, con infantilismo y casi poniendo un puchero. Chris se rió.
- Sólo tú – le aseguró con cariño. - ¿Sabes por qué te llamo así?
- Nop – dijo Peter, negando también con la cabeza y mirándole con repentino interés.
- Yo tampoco – reconoció Chris – Me salió sólo, y creo que es porque mi alma se dio cuenta de lo valioso que eres para mí, y de lo mucho que tú necesitas sentirte valioso. Sé que piensas que soy yo, que te miro de forma diferente a como lo hacen los demás, pero ahora sabes que tu madre también pensaba así. Eres valioso para muchas personas.
Peter apretó el abrazo con cariño. Tras unos segundos, se soltó.
- Le debo una disculpa a Nick – le dijo.
- Está en el salón. Hay algo que quiero hablar con los dos.
Peter asintió, y bajó. Nick estaba sentado en el sofá, esperándoles.
- Siento lo que he dicho – empezó Peter. – Sé que "ella" es muy importante para ti….y en realidad para mí también.
Nick abrió mucho los ojos al escuchar esto. Luego, miró a su hermano como si acabaran de empezar a compartir algo importante.
- Y yo siento haberte golpeado. En mi defensa diré que tienes una barbilla muy dura, y que creo que yo he salido peor parado.
Peter sonrió, y Nick le devolvió el gesto. Se sentaron los dos juntos, y luego miraron a Chris, expectantes. Christopher había observado, fascinado y encantado, la facilidad con la que los dos hermanos hacían las paces. Empezó a buscar las palabras adecuadas para decir lo que quería decir…
- Los dos conocéis y controláis bastante bien vuestras habilidades de brujo. De hecho, lo habéis hecho con una facilidad y una rapidez poco habituales. Me alego de que…os hayáis adaptado…tan bien. Pero brujos no es lo único que sois. Sois demonios. Y no unos cualquiera. Vosotros podéis…podéis marcar la diferencia. Tenéis alma…tenéis alma de nacimiento…y sé de sobra que tenéis un buen corazón. Así que, por favor…entended de una vez que ser demonios no es algo malo. No en vuestro caso. Me gustaría…me gustaría intentar…Quiero ver cómo podemos hacer que cambies de forma.
- Pero…eso es peligroso – dijo Peter. – La última vez…Yo…nosotros…Podemos hacerte daño.
- Tomaremos precauciones. No tengo miedo de vosotros. Comprended esto, por favor. Confío en vosotros. En los dos. Y sé que esto va a salir bien. Así que, mañana…mañana podemos intentarlo.
- ¿Por qué no hoy? – preguntó Peter – Si vamos a hacerlo…si estás seguro…hagámoslo antes de que tenga tiempo de pensar lo mala idea que es esto.
- Tú hermano tiene que hacer de Romeo hoy – explicó Chris – Y yo tengo que rescatar a Amy de su propia fiesta de cumpleaños.
- ¿Es su cumpleaños? – dijo Nick.
- Por lo visto. Lo había ocultado, porque no la gusta celebrarlo. Me ha pedido que la saque de las fauces de sus amigos.
- Pues entonces ¿qué haces aquí? ¡Ponte la armadura y ve a rescatarla! – le dijo Peter, y Chris sonrió.
- En seguida. Primero quiero ver que está todo bien.
- Perfectamente. Los demonios son buenos, lo hemos entendido. Eres un loco idealista, pero lo hemos entendido. Ahora vete. – dijo Nick, enfatizando con las manos, para indicar que se fuera.
- ¿Me quieres echar? – preguntó con diversión. – Está bien. Pásalo bien, Nick. Vuelve antes de las diez. Y Peter, tú…
- Yo no puedo salir, lo sé, lo sé.
- Pues ésta vez recuérdalo, y no salgas. – dijo Chris, pero sin sonar enfadado. Subió a despedirse de Leo y luego orbitó.
Antes de ir a casa de Amy hizo una parada para buscar un regalo. Se encontró dudando entre dos: uno caro y otro más normal. Sabía que Amy no era amiga de los lujos, pero él realmente quería gastarse dinero en ella. Así que decidió comprarle los dos: una cosa tonta y detallista y luego un regalo "de verdad". Con todo listo, se presentó en su casa, y llamó al timbre. Le abrió un chico al que no conocía. Chris vio que era más joven que él…
"De la edad de Amy" entendió, y por alguna razón, se puso celoso.
- ¿Tú eres…? – preguntó el desconocido.
- Christopher. Christopher Haliwell.
- ¡Déjale pasar, Glenn! ¡Es mi novio! – gritó la voz de Amy, desde dentro.
El desconocido abrió los ojos, sorprendido. Luego los entrecerró y no se movió, impidiéndole el paso.
- Así que eres su novio.
- Pues eso parece – respondió Chris, algo incómodo. ¿Ese hombre iba a ser realmente tan directo con aquello de los celos? ¿Ni siquiera iba a intentar ser sutil? Chris no había pensado en que podía tener competidores…Pero entonces…
- Como la hagas daño te descuartizo ¿entiendes, rico? – dijo aquél hombre, y Chris notó algo raro en su voz, y en su forma de moverse.
"Es gay" supo entonces, y suspiró, aliviado. "Vale, ¿por qué te alivias? Este es gay, pero seguro que Amy tiene más amigos. ¿Vas a tener celos de cada uno de ellos?"
- Lo último que quiero es hacerle daño – respondió Chris, con calma. El hombre le escrutó un poco más, y luego sonrió, con unos dientes muy blancos. De pronto, empezó a hablar mucho, y muy deprisa. A Chris le cayó bien casi de inmediato.
- ¿Le traes un regalo? A Amy no la gustan, me encanta que no la hagas caso. A Amy hay que hacerle el caso justo. ¿Qué es? Bueno, es igual, lo veremos ahora. Yo le he regalado un bolso, pero me temo que lo usará de pisapapeles, como todos los demás. Vamos, pasa, pasa, no te quedes ahí. Amy y yo somos amigos desde…desde siempre. Soy su mejor amigo en el mundo, seguro. Y ¿cómo os conocisteis? ¿En qué trabajas? Ella no quiere contar nada. Vamos, hombre, ¡dímelo!
Chris se rió. ¡Pero si era imposible decir nada!
- Llevo un club, junto con mi hermano. La conocí gracias a él.
Ya no hubo ocasión de hablar más, porque Amy se tiró en ese momento a los brazos de Chris. Él se agachó y la dio un beso.
- Cuanto has tardado – susurró ella, en su oído. – Ahora sácame de aquí.
- ¿Tan horrible es? – preguntó, susurrando también mientras hacía como que le olisqueaba el pelo y depositaba un tierno beso en su cabeza.
- Como me digan feliz cumpleaños una vez más…- dijo ella como toda respuesta.
- Ah, sí. Feliz cumpleaños. – dijo Chris, sonriendo, y en voz más alta. Amy le dio un pisotón. - ¡Ay! ¡Qué llevas tacones! – protestó, sin dejar de reír.
- ¡No te hagas el gracioso conmigo! ¡Tienes suerte de que te necesite para sacarme de aquí, porque si no…!
Chris miró, y se dio cuenta de que Glenn les había dejado solos. Podían hablar libremente, sin susurrar.
- ¿Quién te dice a ti que he visto a llevarte? Yo he venido a una fiesta. No secuestro a chicas que me andan pisoteando.
- ¡Chris! – exclamó ella, horrorizada. - ¡No puedes hacer esto!
- ¿Hacer el qué? ¿Celebrar el cumpleaños de mi novia con ella y sus amigos? Por cierto, te he traído regalos. Anda, ábrelos.
- No tenías que haberme comprado nada…
- Pero lo he hecho. Así que, abre.
Amy le dedicó una mirada furiosa más, y luego sacó un paquete de la bolsa que llevaba Chris, a regañadientes. Ese era el "barato". En realidad, era una cadena de oro en la que había pedido que grabaran sus nombres. Amy lo miró boquiabierta. Chris supo, por su expresión, que le gustaba.
- Enhorabuena. Es ya una novia de 29 años, señorita Evinson.
Amy le miró, intentando seguir molesta pero no parecía conseguirlo del todo.
- ¿Y esto que es, para que la edad no me haga olvidarme del nombre de mi tremendamente odioso novio?
- No. Es para demostrarte que eres mía, y que yo soy tuyo. – dijo Chris, con ojos ardientes. Amy abrió mucho los suyos, sorprendida. Chris la atrajo hacia sí, y la dio un beso.
- No sueles hablar así – le dijo ella.
- ¿Y cómo suelo hablar? – preguntó, dándole besos cortos en la comisura de los labios.
- No tan…- empezó Amy, pero Chris no le dejó terminar y la alzó con un solo brazos. Ella pesaba tan poco…- ¡Wow!
- Hoy tengo el día apasionado. Es el efecto que me provoca estar delante de ti. Especialmente cuando te ves tan hermosa.
Amy se quedó sin respiración.
- Me sorprendes, ojos azules. – dijo, mientras le acariciaba.
- Gratamente, espero.
Ella le sonrió.
- Me gusta mi regalo – le dijo, y le dio la muñeca para que le pusiera la cadena. Chris lo hizo, sin dejar de sonreír.
- Tengo otro. – anunció, levantando la bolsa que llevaba colgado del brazo.
- ¿Otro?
- Ábrelo.
Amy lo hizo, con más curiosidad que desagrado. Pero aun así, mientras se peleaba con el papel de envolver, le dijo:
- No quiero que gastes dinero en mí.
- Pero yo quiero gastarlo.
Ella le miró mal, y terminó de abrir el paquete. Ese era el "caro". Dentro había un de estos paquetes de "Vive una experiencia": intercambias la caja por una experiencia única, que varías desde spas de lujo a suntuosos cenas. Amy pareció extrañarse, pero luego curioseó para ver qué era.
- "Bautismo de buceo" – leyó la mujer.
- Una tarde nadando entre delfines y ballenas – explicó él. – Tal vez…tal vez habrías preferido algo como dos noches en un hotel pero…pero….Estas experiencias son para dos personas y….y yo no puedo rime ahora, por mis hijos. Y no pensaba dejar que nadie más fuera contigo. – dijo, en un tono posesivo que le sorprendió hasta él. - A…a bucear puedes ir con quien quieras – añadió, de pronto muy nervioso, pensando que ella no tenía por qué querer ir con él. Amy le acarició la mejilla con el dorso de la mano.
- Me encanta cuando te pones nervioso, y autoritario y en plan "eres mía y yo soy tuyo". No me habías enseñado ese lado tuyo antes. No quiero ir con nadie más que contigo, Chris. Gracias por esto. Es…es de veras un gran regalo – le dijo, y le sonrió, pero aquella sonrisa no le llegó a los ojos.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Chris, preocupado.
- No quiero pensar cuánto te ha costado todo esto. Pero puedo hacerme una idea. Es… mucho dinero. Demasiado.
- No es nada que no te merezcas – le dijo él con dulzura.
- No me conoces tanto. Soy sólo… una chica que quizá te agrade. No puedes coger y gastarte una fortuna en mí…
- No vuelvas a decir eso – dijo Chris, casi enfadándose – Eres mucho más que una chica que me agrada. Eres la mujer a la que amo.
Y Chris se sorprendió de decirlo tanto como Amy de escucharlo. Se miraron a los ojos y se besaron. De pronto, el beso se fue transformando en otra cosa. Más…fuerte. Más…intenso. Ella le sorprendió al morder el lóbulo de su oreja.
- ¿Aún quieres que nos vayamos? – la preguntó.
- Me temo que si me secuestra ahora, señor Haliwell, sus intenciones no serían del todo puras.- respondió Amy, con un brillo de picardía en los ojos. - Además, aun no te he presentado a nadie. No me lo perdonarían si te dejo salir de aquí sin que te interroguen.
Chris sonrió, y se dejó llevar hasta el salón donde estaba todo el mundo. Y ahí fue presentado, y vuelto a presentar, y se sintió una atracción de feria. En verdad, Amy tenía muchos amigos. El casi no tenía ninguno…su mejor amigo era su hermano, y no sabía hasta qué punto era no era un poco triste. Pero el hecho de tener que guardar un secreto como el que el guardaba dificultaba un poco tener verdaderas amistades. Había gente con la que se llevaba bien. Algún amigo del instituto con el que aun hablaba…pero todos se acababan cansando tarde o temprano de que cancelara los planes a última hora sin poder dar una verdadera explicación.
Lo pasó bien. Era un plan muy…normal. Dos novios celebrando un cumpleaños con amigos, tranquilamente en casa hablando, riendo y con música. En ese momento al mundo no le importaba su magia, o que tuviera tres hijos de los que ocuparse. Se sintió normal y joven.
Cuando volvió a su casa eran las diez y media. Sonreía como un idiota, estaba seguro. Orbitó en el salón, y al primero al que vio fue a Peter, viendo la TV con Leo encima. El niño estaba dormido, por lo que Peter se llevó un dedo a los labios. Se levantó con cuidado de no despertarle, y fue a abrazar a Chris.
- Se te ve feliz – le dijo el chico.
- Ha sido…divertido.
- Me alegro. ¿Qué tal estaba Amy?
- Menos molesta de lo que quería hacerme creer. Tiene amigos que se preocupan por ella. Es bueno saberlo.
Peter le sonrió. Se le veía cansado: tal vez él se hubiera dormido también.
- ¿Y Nick? ¿Qué tal se lo ha pasado? – preguntó Chris.
Peter se puso serio de pronto, y le miró con cautela.
- Aún no ha vuelto – le dijo.
La burbuja de felicidad de Chris se reventó.
- Le dije a las diez. – musitó, mirando el reloj. 22.35. Más de media hora tarde. Chris había llegado después precisamente para no ver si Nick llegaba unos minutos tarde, y así hacerse el sueco, dándole un poco de manga ancha.
Peter vio que su padre comenzaba a enfadarse e intentó calmarle.
- Se le habrá pasado la hora. No te enfades con él, vendrá en seguida.
- Más le vale.
Recordó la regla cuando él era adolescente. En su casa era clara: media hora es un castigo; una hora es una paliza; más de una hora…en fin, nadie había llegado más de una hora tarde, ni él ni sus hermanos.
Chris sacó el móvil y llamó a Nick. Y ese sería el ritual que repitiera durante los minutos siguientes, sin resultados. Nick no se lo cogía. Chris paseaba por el salón inquieto. Peter entraba y salía, sin saber si era mejor hablar con él o no.
- Llévate a Leo a su cama, por favor – le dijo Chris en un determinado momento.
Peter asintió, y cogió al niño en brazos. Bajó unos minutos después. Chris estaba aun más nervioso si cabe, y soltó un improperio tras colgar el teléfono por vez número quinientos.
- Son las once. ¿Dónde narices está? – preguntó Chris. - ¿Y si le ha pasado algo?
- ¿No te lo coge?
- Apagado o fuera de cobertura. ¿Para qué se lleva el móvil si no va a usarlo?
- Algo le habrá retrasado…
- ¿Y tanto le cuesta llamar para avisar?
Media hora después, Chris estaba considerando seriamente salir a buscarle.
- Lleva una hora y media de retraso. Ya puede haberle pasado algo, porque si no le haré desear que le haya pasado – dijo, y luego fue consciente de la burrada que había soltado. Si a Nick le pasaba algo de verdad él se moría. Miró a Peter, y vio que él sabía, como él, que no lo había dicho en serio. La presencia del chico le tranquilizaba. Era como un talismán para la paz y le agradecía que estuviera allí con él, esperando. – Por Dios, ¿es así cuando se sentían mis padres cuando les hacía esto?
- ¿Llegabas tarde a menudo? – preguntó Peter para distraerle.
- Bueno, lo cierto es que me pasé gran parte de mi adolescencia castigado sin salir. – confesó Chris, y Peter le miró para que continuara. – Yo no solía meterme en líos muy gordos, así que me castigaban sobretodo sin salir, sin Tv o sin teléfono. Si te digo la verdad a mí no me importaba. El único lugar al que yo quería salir era al inframundo a…bueno, ya sabes a qué. Sólo empecé a ser "un chico normal" cuando conocí a Bianca, y para entonces era un poco mayor que tú ahora. Pero sí, cuando salía volvía más tarde de mi hora. Y como consecuencia eventualmente, además de una paliza, solía estar castigado sin salir los días siguientes. Así que era un ciclo.
A Peter le fascinaba la facilidad con la que su padre le hablaba de un tema del que hasta entonces son había hablado con él. Tal vez eran los nervios, que le volvían más comunicativo, pero decidió aprovecharse. El tema era demasiado "jugoso" como para dejarlo. Su padre en líos…
- ¿No te metías en líos gordos? – preguntó, basándose en lo que él había dicho.
- Generalmente no. Ese era Wyatt. Yo estaba entre medias de Wyatt, que la armaba casi todas las semanas, y Melinda, que no rompía nunca un plato y los pocos que rompía los escondía yo.*
- Así que tú eras el bueno.
- En mi opinión sí, pero seguro que papá no opina lo mismo – opinó Chris, casi riendo. Casi. – Gracias por intentar distraerme, Peter, pero no funciona. Algo tiene que haberle pasado a tu hermano. Está tardando demasiado.
Peter también se estaba preocupando, y le estaba costando mucho no exteriorizarlo. No quería poner a su padre más nervioso. Chris intentó llamar una vez más, pero nada.
- Es de noche. Las ciudades de noche son peligrosas. Ha podido atropellar un coche, o atracarle o cualquier cosa. Y eso sin contar los "peligros mágicos". Es improbable, pero quien sabe. Tal vez el rumor de vuestra existencia haya corrido por el inframundo. Tal vez más demonios os codicien, y no sólo Barbas.
- Papá, cálmate. Vamos a pensar con la cabeza. No estoy acostumbrado a este tipo de cosas, pero creo que lo normal en estos casos es llamar a la gente con la que él esté. ¿Has llamado a Rachel?
- Mierda. No.
- Vale. Toma su teléfono. – dijo Peter, y sacó su móvil para mirar en la agenda. Chris lo copió y llamó, pero tampoco se lo cogió. Los dos resoplaron a la vez.
A las doce menos diez, una hora y cincuenta minutos después de la hora que Chris le había dicho, oyeron como se había la cerradura y vieron entrar a Nick. Peter se preparó para impedir que Chris estrangulara a su hermano, pero no hizo falta porque Chris se limitó a abrazarle, aunque casi le asfixia por la fuerza que puso en el gesto.
- ¿Estás bien? ¿Dónde has estado? ¿Por qué vienes tan tarde?
Al principio, Nick no respondió. Se sintió abrumado por la preocupación que reflejaba la voz de su padre. Sabiendo que estaba mal, no pudo evitarlo e hizo algo que llevaba un par de días sin hacer: le leyó la mente. En la mente de Chris había muchas cosas en ese momento. Estaba el eco de un miedo insoportable…algo que hizo que Nick sintiera miedo también y de pronto se dio cuenta de que ese miedo era por él. Su padre realmente se había asustado. Sintió algo más, y jadeó ante la intensidad de ese sentimiento. Chris…le quería tanto…En ese momento estuvo seguro. Nick nunca había sentido algo así. ¿Era posible querer tanto a alguien? ¿Y de verdad ese sentimiento era por él? A Nick se le saltaron las lágrimas.
- Papá, no quería preocuparte.
- ¿Qué no querías preocuparme? ¿¡Qué no querías preocuparme!? ¿Y qué pensabas que iba a pasar al ver que no volvías ni respondías mis llamadas? – bramó Chris, cada vez más alto, y gritaba también en su mente, provocándole a Nick dolor de cabeza. De pronto percibió un sentimiento notablemente menos positivo. Era claramente enfado, y mucho. Su padre sí que tenía carácter. Nick salió de su mente inmediatamente, porque no era agradable. Pero escapar de los pensamientos de su padre no iba a hacer que escapara a su enfado, y lo sabía muy bien.
- Yo…yo…
- ¿Por qué llegas tan tarde? – exigió saber Chris. Nick miró a Peter, que observaba en la distancia. Le pidió ayuda con la mirada, pero su hermano se mantuvo indiferente. Nick no necesitaba leerle la mente para saber lo que pretendía decirle: "estas sólo en esto, a mí también me has asustado, idiota".
- Se me pasó la hora…
- ¿Se te pasó? ¡A UNO SE LE PASAN DIEZ MINUTOS, NO DOS HORAS!
- Me lo estaba pasando bien…- dijo Nick, muy bajito, y supo que hubiera hecho mejor en no decirlo. En vez de gritar Chris entrecerró los ojos y habló muy, muy bajo. Tanto que Nick casi tuvo que esforzarse para oírle.
- Eso espero. Porque no vas a volver a salir en tres semanas. ¿Por qué no cogías el móvil?
Nick supo que más le valía decir la verdad. Total. ¿Qué iba a cambiar ya?
- Suponía que ibas a gritarme y a enfadarte conmigo y que me harías volver…
- ¡NO LO COGISTE APOSTA! ¡Serán cuatro semanas! Cuatro semanas sin salir de casa y me estoy planteando que sea todo tu maldita vida. Ve a tu cuarto, vamos.
- Papá, lo siento…
- ¡ME DA IGUAL! ¡NO ME IMPORTA QUE LO SIENTAS! ¡NO VAS A VOLVER A HACERME ESTO! – le aseguró, y eso bastó para que Nick subiera corriendo a su cuarto, antes de enfadarle más. Chris respiró hondo varias veces. Peter se acercó a él, despacio, sin saber si era mejor que él se fuera también.
Con los gritos, habían despertado a Leo, que bajó las escaleras poco después de que Nick las supiera. Entró al salón frotándose los ojitos.
- ¿Qué pasa, papá?
- Nada – respondió Chris, con demasiada sequedad.
- Va-vale. Buenas noches, papi…
Chris respiró hondo una vez más. La culpa no era de Leo.
- Buenas noches, campeón. Ven aquí que te de un beso. ¿Estás cansado? – preguntó mientras le envolvía entre sus brazos y le llenaba de besos. El niño asintió.
- Peter y yo hemos jugado al escondite, y a un juego de la play, y hemos enseñado trucos a Ariel y….y…más cosas de las que no me acuerdo.
- Vaya, suena como una tarde muy divertida – comentó Chris.
- He oído que no se me consideraba una compañía muy entretenida y hecho lo posible por cambiar eso – dijo Peter, con una sonrisa. Se acercó a Leo para darle un abrazo. – Ale, a dormir, peque, que se te van a caer los párpados.
- ¿Habéis cenado?
- Por supuesto. A ver si te crees que voy a matar a mi hermano de hambre. Pero lo que hemos comido es un secreto ¿verdad? – dijo Peter, guiñándole un ojo a Leo. El niño asintió, soltó una risita y se fue a dormir – Ha comido el pescado que me dejaste, pero como sabía que me iba a hacer una escena lo desmenucé y lo hice croquetas – explicó cuando se hubo ido. – La bechamel es una de las pocas cosas que sé cocinar.
- Qué tramposo.
- Dijiste que se lo comiera. El como ya era cosa mía.
Intercambiaron una sonrisa.
- ¿Y tú qué has cenado? – preguntó Chris, sabiendo que Peter y su filosofía de no comer animales jamás cenaría pescado.
- Yo no tenía hambre…
Chris le gruñó, casi literalmente.
- De verdad que no tenía hambre, papá. No estoy delgado…¿a qué tanta cosa con que coma?
- Tienes antecedentes de dejar de comer durante largos periodos de tiempo. Y no pienso dejar que lo hagas de nuevo.
- Pero…ha sido sólo una noche…
- Eso te lo aseguro yo, porque mañana vas a comer doble.
Peter rodó los ojos.
- Buenas noches, papá. Mi estómago vacío y yo nos vamos a dormir.
Peter se escabulló escaleras arriba antes de que pudiera haber represalias ante su descarado comentario. Chris sacudió la cabeza. Estaba más tranquilo, su preocupación por Nick aliviada y su enfado visiblemente disminuido por la interacción con sus otros dos hijos. Pero cuando se quedó sólo de nuevo sintió que la ira quería volver a salir de su interior. Nick se había retrasado ¡dos horas! Sin ningún motivo más allá que el de la mera diversión. Era tan irresponsable, inmaduro y tan…tan "Nick", en definitiva. Suspiró. Subió al cuarto del chico, que le esperaba con el pijama puesto, sentado sobre la cama.
- Cuando subo aquí a esta hora, lo que me apetece es darte las buenas noches, no castigarte. Pero esta azotaina te la has ganado a pulso. – le dijo.
Nick no respondió. Era consciente de que su padre tenía razón. Había leído en su mente cuánto le había preocupado. Se obligó a no entrar en su mente en ese momento, porque posiblemente lo que encontrara no le iba a gustar.
- ¿Tienes algo que decir? – preguntó Chris, y Nick negó con la cabeza. – Bien, pues entonces…
Nick se levantó de la cama, y Chris se sentó en ella. Le bajó el pantalón, orbitó el cepillo, y tumbó a Nick sobre sus rodillas. Una vez allí, le bajó el calzoncillo. Era ya un ritual que Nick conocía muy bien. Cerró los ojos, esperando lo inevitable.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Si te doy una hora de volver tú estás a esa hora o antes. Nunca después. Nunca.
Nick empezó a llorar.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Nick soltó grititos dispersos, pero intentó quedarse quieto, con más o menos éxito.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Si te llamo al móvil, lo coges. ¡No puedes ignorar mis llamadas!
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Nick se mordió la lengua para no pedirle a su padre que parara. ¿Por qué rayos tenía que doler tanto? Picar. Sobre todo picaba.
- ¡No vuelvas a preocuparme así en tu vida!
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris dejó el cepillo y comenzó a acariciar la espalda de Nick, con movimientos automáticos. Suspiró, y empezó a ser más cariñoso, consciente de que ya le había castigado. Además, le parecía que Nick había entendido que no podía volver a hacer algo como eso…El chico no se había rebelado ni se había mostrado desafiante. Chris le dejó llorar sin dejar de mimarle, y luego le sentó en su regazo.
- Sh, ya está, cariño. No vuelvas a hacerlo ¿de acuerdo? Me he asustado mucho. Podía haberte pasado cualquier cosa…
Nick asintió, y se abrazó a él, sollozando.
- Lo siento.
- Ya, bebé. Vamos, deja de llorar. Estás perdonado, ya lo sabes.
- Yo no quería asustarte…Lo siento…
- Sé que lo sientes. Tienes que pensar en los demás aunque te estés divirtiendo, cariño, pero sé que la próxima vez lo harás. No te pongo una hora de volver porque sí, Nick. Es un acuerdo, para saber cuándo tengo que esperarte, y una hora que me parece segura, cuando aún hay gente en la calle y sé que no es peligroso.
Quería hablar de eso con él, pero no parecía posible porque Nick aun lloraba mucho.
- Papá, déjame levantarme…- pidió.
- ¿Por qué, mi amor?
- ¡Porque me duele! – dijo Nick con vergüenza. Chris aflojó el abrazo, Nick se levantó, y se frotó el trasero. Chris contuvo una sonrisa. Nick se tumbó entonces boca abajo en la cama, junto a él, y dejó que Chris le acariciara el pelo. A Chris le pareció que lloraba un poco menos y probó entonces a decir lo que quería decirle.
- La hora de volver es más que una norma de convivencia ¿entiendes? Es una norma de seguridad. Tienes que obedecerme porque soy tu padre, pero también hay hora para mí. Si yo digo que voy a volver a las once, y llego dos horas después, vosotros os asustaréis. Pensaréis que ha podido pasarme algo. Y yo soy un adulto y "puedo" hacer lo que quiera aunque no deba.
Nick asintió. Lo entendía perfectamente. Aun así, y puesto que estaban hablando con libertad…
- Las diez es muy pronto…Rachel no tiene hora de volver – dijo Nick. Chris alzó una ceja, dándose cuenta de que mentía y le dio una palmada suave, reavivando el dolor del reciente castigo.
- ¡Auch! Vale, vale…sí tiene hora. Pero vuelve más tarde, y eso es verdad. No tiene que volver hasta las once y media. ¡Y ella es chica! ¡Sus padres tienen más motivos para tener miedo de lo que puedan hacerle!
- Eso no vale conmigo, cielo. Seas chico o chica voy a preocuparme igual. Hablando mal y pronto, crees que a ti no te pueden violar ¿verdad? Bueno, te equivocas, pero además eso no es lo único que pueden hacerte. Y, aunque se supone que los hombres "se pueden defender" y todo eso, si viene un tipo con una navaja Rachel y tú tenéis que hacer lo mismo: alejaros de él todo lo que podáis. Nunca te enfrentes directamente a un atracador, por lo que pueda pasar. Eso es algo que no hace ni la policía, si no van armados, y ellos están entrenados. Es cierto que tú tienes las ventajas de tus poderes, pero eso casi es un motivo más para ser precavidos. Puedes asustarte y usarlos en público, y eso te metería en muchos problemas. Aparte de que el hecho de que tengas problemas puede hacer que tus atacantes no sean simples humanos.
- Entendido – dijo Nick, con un suspiro. – La calle de noche no es segura para nadie.
- Sobre todo si vuelves sólo.
- Sobre todo si vuelvo sólo. Pero…
- ¿Pero?
- Sigue siendo cierto que Rachel puede volver más tarde que yo.
Chris casi sonrió por la insistencia del muchacho.
- Este es el trato. Cuando puedas volver a salir, y aún queda mucho para eso, podrás volver a las once sí y sólo sí volvéis en grupo. Concretamente, me tranquilizaría mucho saber que vuelves con Paul. Es algo así como un armario con piernas, y veo poco probable que alguien en su sano juicio intente atracarle a él. Cuando vuelvas sólo tu hora seguirán siendo las diez. ¿Entendido?
Nick sonrió.
- Pero…¿y si vuelven a invitarme a una fiesta?
Chris alzó una ceja.
- No sabes cuándo parar ¿no? ¿Crees que éste es el mejor momento para que haga concesiones?
Nick se hizo pequeñito, entendiendo que no, que acababan de castigarle. No podía estar pidiendo favores y privilegios. Negó con la cabeza. Chris suspiró.
- A ver, ¿qué pasa si te invitan a una fiesta? – preguntó, con voz cansina.
- Pues que…suelen empezar justo a la hora a la que me tengo que volver.
- Sí, Nick, y terminan al amanecer – dijo Chris y luego se dijo que no era culpa de chico: que no estaba acostumbrado aún a ciertas costumbres de "gente de su edad". – En esos casos lo que no puedes es volver antes de que salga el sol. Pero vamos, eso suponiendo que alguna vez te deje ir a alguna – terminó, intentando sonar firme. No debió de conseguir el efecto del todo, porque Nick sonrió de nuevo y se arrastró sobre la cama para acercarse aún más a él.
- Sigues siendo el mejor padre del mundo aunque me hayas castigado – le dijo.
- No sería buen padre si te dejara hacer lo que quisieras. – respondió Chris, y se levantó de la cama. Nick protestó, como una cría a la que le quitan el calor de su madre. – Hora de dormir – explicó, y le arropó. Se inclinó para darle un beso en la cabeza. – Que duermas bien, Nick. Mañana me cuentas qué tal te lo has pasado, aunque ya veo que "demasiado" bien.
- Buenas noches, papá.
- Te quiero, hijo.
- Lo sé. Lo oí…antes.
Chris detuvo su mano en el interruptor de la luz, movido por la curiosidad.
- ¿Lo oíste?
- En tu cabeza. Y fue…fue muy bonito. Gracias. Yo…yo también te quiero.
Nick sonó muy tranquilo, como si tener la certeza de que él le quería en serio hubiera sido algo muy importante y sin confirmar hasta hacía poco. Christopher sonrió, viendo un lado increíblemente bueno en todo aquello de la habilidad telepática de Nick. Apagó la luz y salió del cuarto. Fue a ver y Peter y a Leo, pero los dos estaban dormidos ya, en sus respectivas habitaciones. Le dio un beso a cada uno, y luego se fue a su propio cuarto.

Se estaba acostando, agotado él también por un día largo e intenso, cuando sintió que le llamaban. Sintió que algo tiraba de él, y aunque podía ignorarlo, sabía que no debía hacerlo. Era Paul, que como cargo suyo, le llamaba. Y aunque fueran la 1.00 de la mañana, él tenía que acudir. Con la ropa vieja que usaba como pijama, orbitó, deseando que no estuviera pasando nada malo.

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