lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 78: El buen camino



 


Chapter 78: El buen camino
 



REALIDAD 2:
Peter movía habilidosamente el trozo de hueso de roedor en sus manos, ocultas tras su espalda. Intentaba que su rostro fuera inexpresivo, y que sus movimientos pasaran inadvertidos. Permaneció en silencio como su hermano mientras los demonios hacían planes.
En un determinado momento Barbas se acercó a ellos y les observó como siempre hacía: como si fuera superior a ellos. Nick le habló con la mente, de forma que sólo Peter pudiera oírlo.
"Es fácil mirarnos así cuando no es el quien lleva las cadenas. Que nos quite eso y entonces ni su madre podrá reconocerlo".
Peter estuvo de acuerdo, y asintió imperceptiblemente. Miró a Barbas con mucho odio, pero esa era su manera habitual de mirar, así que no supuso mucha diferencia.
- ¿Por qué habéis destrozado esa rata? – peguntó Barbas, dando una patadita al cadáver del animal. Peter se puso en guardia: no podía dejar que Barbas sospechara que tenía una forma de forzar la cerradura de la argolla.
- Aquí no hay televisión – respondió Peter, aparentando indiferencia. De todas formas, era cierto: aquello era muy aburrido y esa rata no era el primer animal que destruían. Sí era el primero cuyos huesos servían para poder escaparse, y además había sido la primera oportunidad en meses de hacerse con ese tipo de objetos.
Barbas le miró con una mezcla de asco y admiración, como si Peter fuera todo un ejemplo a imitar. Luego sacudió la cabeza.
- Tengo planes para ti, muchacho.
- Es curioso que digas eso: yo también los tengo para ti – respondió, en tono casual, como si esos planes no incluyeran un brutal asesinato. Barbas simplemente se rió.
- Quítale la argolla – ordenó Barbas a su lugarteniente, y Peter alucinó. Abrió mucho los ojos, sin entender por qué.
- ¿Han pagado nuestro rescate? – preguntó con sarcasmo. Sabía que aquello no era un secuestro normal, y que Barbas no buscaba ningún tipo de pago por su persona.
- Simplemente es tu día de suerte. El tuyo, no el de tu hermano.
Peter se horrorizó. Sólo iban a soltarlo a él. Quiso matar a ese demonio con sus propias manos, pero pensó con celeridad y se las apañó para darle discretamente el trozo de hueso a Nick.
"He cogido esto. Úsalo para escapar" le dijo, telepáticamente, sabiendo que Nick estaba en ese momento dentro de su cabeza.
La argolla que rodeaba las cervicales de Peter se soltó y cayó al suelo con un ruido metálico. Peter ladeó el cuello, buscando desentumecerlo.
- Qué pena, empezaba a gustarme – comentó con recochineo.
- Andando – dijo el demonio simplemente, y le empujó.
- ¿Vamos al parque de atracciones? – inquirió Peter, siempre con sarcasmo.
El demonio bufó. El ayudante de Barbas no parecía muy poderoso y Peter le analizó. Barbas pareció adivinar sus intenciones.
- Si te da algún problema rómpele alguna costilla, y después avísame, para que mate a su hermano.
Fue el turno de Peter para bufar. Caminó como un buen chico al lado de ese demonio, y sólo cuando salió de aquella cueva, y Nick ya no podía verle, se permitió derrumbarse.
Tenía miedo. No... Estaba cagado de miedo, más bien. Pero no podía dejar que su hermano lo supiera. Debían ser fuertes. Él debía serlo, para que Nick también lo fuera. Pero, Dios, tenía tanto miedo…Tres meses en penumbra, atado como un animal, sin tener muy claro por qué. Con el tiempo y las escuetas explicaciones había entendido que Nick y él estaban ahí porque de alguna forma iban a servir para que Barbas lograra cumplir algún macabro objetivo en una especie de mundo paralelo. Algo de otro Peter y…Peter tenía muchas piezas, pero no quería pensar en ellas para encajarlas. En aquél momento le preocupaba más su propia situación: ¿a dónde le llevaban? ¿qué le iban a hacer? ¿por fin iban a torturarle? Contra su voluntad tenía que admitir que Barbas no les había tratado del todo mal. Les alimentaba, y no habían sufrido ningún daño, a pesar de que algunos demonios subordinados a él habían tenido la intención de divertirse con ellos. Tal vez había llegado el momento…Peter tragó saliva, tensó el cuerpo, y se preparó para lo que le esperara. La sonrisa de aquél demonio no auguraba nada bueno. Por un momento contempló la idea de ofrecer resistencia, pero era la vida de su hermano lo que estaba en juego, y aunque fuera como un grano de pus en la frente, era SU grano de pus. Peter sabía que ninguna tortura sería peor que el hecho de que a Nick le pasara algo, así que sacó valentía de donde no la tenía.
"Te hagan lo que te hagan, recuerda que has pasado por cosas peores, Peter"
… o no. ¿Cómo de malo puede ser lo que te haga un demonio? El propio Peter tenía algunas ideas brillantes, de cosas que algún día tendría que probar sobre alguien, pero desde luego no quería que las probaran sobre él.
A varios kilómetros de allí, otro Peter más aseado, con el pelo algo más corto y la ropa definitivamente menos oscura y gastada, estaba a punto de descubrir cómo eran las peleas en aquél mundo.
Era de noche. El día había sido muuuuuuy largo. Es decir, venga, primero sus habituales riñas con aquél Chris, luego sus conversaciones profundas, después le golpeó y Peter se asustó, después fue a buscarle y demostró no ser un capullo sin remedio, luego había re-conocido a Leo, se había bañado, había pintado en la pared, y por fin, estaba sobre la cama, totalmente agotado.
Esos momentos antes de dormir eran los peores. Era cuando más difícil se hacía seguir adelante. Las frases que se decía todo el rato parecían tener menos efecto.
"Volverás a ver a Chris, al tuyo."
"No te derrumbes"
"Esto no es tan malo"
"Carpe diem"
"Tal vez consigas algo bueno de éste Chris".
Se repetía esas frases, y solía creérselas, pero no cuando estaba en la cama. Cuando estaba en la cama la realidad le golpeaba como un mazo.
"Estás sólo."
"Estas lejos de casa."
"Este no es tu sitio. Esta no es tu vida. Este no es tu mundo."
"No puedes confiar en Chris."
"En realidad…no puedes confiar en ninguno de los dos Chrises. Seguro que tu padre ni siquiera te está buscando..."
Peter intentaba convencerse de que su padre estaba intentando dar con él. Pero no podía culparle si decidía no hacerlo. Después de todo sólo era un crío estúpido lleno de problemas que había intentado suicidarse delante de él. Tal vez Chris se hubiera dado cuenta por fin de que estaba mejor sin él.
…Tal vez su lugar estuviera allí, en ese mundo extraño pero lleno de…gente mala. Gente mala como él. Era un medio demonio cuya mitad humana correspondía a un adolescente impulsivo con mucha mala leche contenida. Era una bomba de relojería, y si tenía que hacer explosión, era mejor que lo hiciera allí, donde no pudiera hacer daño a nadie a quien quisiera…El problema era que empezaba a querer a aquél Chris. Se daba cuenta de eso. Y aquello le asustaba. Le había cogido afecto casi más rápidamente de lo que se lo había cogido al "verdadero Chris".
Peter cerró los ojos, pensando que debía intentar dormir. Pero entonces…
- Vamos, levántate. Tenemos que irnos. – apremió Chris.
- ¿Qué?
Peter se quitó el brazo con el que se estaba tapando la cara y ladeó la cabeza para mirar el reloj. Las 23.55. ¿Dónde leches tenían que ir a las 23.55? Chris no esperó a que reaccionara y se acercó a su cama, a quitarle las sábanas.
- ¿Estás en pijama? ¿Quién te ha dicho que te pongas el pijama?
- ¿Ahora me lo tienes que decir? Chris, son las doce de la noche. El único lugar al que tengo que ir es al País de los Sueños.
- ¿Asumo que te quedas aquí, entonces? El otro Peter siempre me acompaña.
- ¿Acompañarte a dónde? – preguntó Peter, conteniendo un bostezo.
- Si vinieras lo verías.
- Si me lo dices a lo mejor voy.
- ¡No seas crío!
- ¡Mira quién habla!
- Vale, Peter, que te den. Buenas noches.
"¿Qué me den? ¿Acaba de decirme ´que me den´? Definitivamente no me acostumbro a que hable así. No será papá, pero lleva su cara."
Chris se fue, y el caso es que Peter se moría de curiosidad. ¿A dónde su suponía que iban Chris y por lo visto también el otro Peter? Por alguna razón, a Peter le gustó que quisiera que él le acompañara. Que…quisiera que ocupara el puesto de compañero o lo que fuera que normalmente ocupaba su hijo. Era, en cierto modo, como una prueba de…confianza. Sólo por eso hizo el enorme esfuerzo de levantarse de la cama. Tardó dos segundos en quitarse el pijama y otros dos en ponerse unos pantalones. Salió al pasillo con la camiseta en la mano.
- Espera. – dijo – Voy contigo.
Christopher le sonrió, y Peter rodó los ojos.
- ¿Leo también viene?
- ¿Estás de coña? ¿De verdad crees que llevaría a mi hijo de ocho años a cometer un atraco?
- ¿¡VAMOS A COMETER UN ATRACO!?
- ¿Qué pensabas, que íbamos al parque de atracciones?
- ¡No puedes ir en serio, Christopher!
- Pues te aseguro que no estoy de broma. ¿Qué te extraña tanto? Hace tres días robé en una tienda. Me miraste mal, así que ya no debería sorprenderte.
- ¡PERO NO ME PEDISTE QUE FUERA CONTIGO! ¿Y QUÉ HARÁS CON LEO, DEJARLE SÓLO? ¿HAS PERDIDO LA CABEZA?
En ese punto Christopher se enfadó también.
- ¡EMPIEZO A CANSARME DE QUE INSINÚES QUE NO CUIDO BIEN DE MIS HIJOS!
- ¡ES QUE NO CUIDAS BIEN DE ELLOS! ¡TUS HIJOS SON MONSTRUOS, HAS PERDIDO A DOS DE ELLOS Y DEJAS QUE EL PEQUEÑO PASE MÁS TIEMPO CON SU TIO QUE CONTIGO!
Peter no quería ser tan brusco. Bueno, en realidad sí, le parecía que ese tipo era un imbécil, pero no tenía la intención de hacerle daño. Sólo estaba cansado, y frustrado y asustado porque estaba en un mundo que no era el suyo, y lo peor de todo, empezaba a acostumbrarse a ese mundo. Así que lo pagó con Chris, que en cierto modo se lo merecía por ser un asesino, un ladrón y una versión corrompida del ser más bueno que Peter conocía. Eso es lo que a Peter le frustraba: que ese Chris corrompía el ideal de su padre.
Pero aun así se arrepintió de decir aquello. Chris se había portado bien con él ese día. Le había hecho sentir mejor cuando se había asustado, y había sido todo lo amable que parecía capaz de ser. Sabía que sus palabras habían sido golpes bajos y es que él era mucho de hacer eso. Era muy intuitivo, así que sabía cuáles eran los puntos débiles de la gente. Y luego se los tiraba encima, como justo acababa de hacer….
La reacción de Christopher no se hizo esperar. Peter pensó que iba a matarle, pero fue mucho peor: le habló como hablaba su padre cuando intentaba mantener la calma. Suave y pausadamente. Salvo que en aquél Chris sonó…peligroso. Peter, instintivamente, supo que tenía que correr.
- Con que crees que soy un mal padre… Bien. Vamos a jugar a ese juego. Si no cuido bien de mis hijos…imagínate lo que haré con una rata de alcantarilla como tú.
Ocurrieron tres cosas en ese momento:
1) Peter recordó que su padre y aquél otro Chris tenían una cosa en común: su amor por sus hijos. Y por lo visto no les gustaba que insinuaran lo contrario. Recién estaba comprobando lo poco que le gustaba a aquél Chris, aunque aquella misma tarde había tenido un primer atisbo.
2) Peter se asustó por el hecho de que Christopher le había insultado. No fue un gran insulto, pero le había llamado "rata de alcantarilla". Él sabía que su padre jamás haría eso.
3) Peter entendió que estaba muerto, y no iba a quedarse para presenciar su funeral. Tuvo el instinto de salir corriendo, pero luego recordó que podía orbitar, y lo hizo.
Se apareció en medio de la calle. En ningún lugar en concreto, sólo en una esquina cualquiera. La calle estaba desierta y oscura, pero aun sí Peter supo dónde estaba: dos calles más allá de su casa. En frente tenía el refugio en el que adoptó a Ariel…En aquél mundo por lo visto no había sucedido aquello, pero Peter tenía miedo de preguntar que había sido del cachorro. Tal vez ese otro Peter tan salvaje se la había comido, o algo.
No tuvo tiempo de relajarse, porque Christopher orbitó tras él, con sus órbitas negras y…¿una ballesta? Joder. Joder, y doble joder. Peter vio que el arma se dirigía directamente hacia él.
- Vale, mira, no ha estado bien lo que te he dicho, pero no necesitas apuntarme con eso…
- ¡Agáchate imbécil! – gritó Christopher, y Peter lo hizo por reflejo. Oyó silbar una flecha, y luego vio cómo le pasaba rozando.
Christopher no se podía creer la estupidez del muchacho. Se había enfadado mucho con aquellas palabras hirientes. ¿Y se suponía que ese chico era del "mundo bueno"? ¡Aquello dolía! ¡Él quería a sus hijos! No había podido evitar que se llevaran a los gemelos, aunque lo había intentado con todas sus fuerzas. Y en cuanto a Leo, estaba más seguro con Wyatt. Él no podía ocuparse de él. Debía encontrar a sus chicos. Así que le veía sólo algunos días, cuando se hacía demasiado duro para los dos el estar lejos.
Tuvo pensamientos no demasiado paternales para con ese chico de otro mundo que tanto se parecía a Peter, y él debió darse cuenta, porque huyó. Christopher le vio orbitar y no estaba dispuesto a seguirle…hasta que sus sentidos de luces negra le permitieron ver que había OTRO luz negra en el sitio donde Peter había orbitado. Y Peter en aquellos momentos, con sus poderes robados, era un luz blanca. Eso era cómo dejar una cebra al alcance de un león. Así que orbitó para salvar el culo de aquél idiota, y llegó justo a tiempo. Su flecha se clavó en el tipo que quería herir al muchacho. La herida no era mortal, pero el tipo se fue. Christopher suspiró, y Peter también. El chico se levantó poco a poco, porque se había agachado ante la orden de Chris.
- De todos los idiotas que he conocido tú debes ser el más estúpido, imbécil y retrasado niñato de todos. – barbotó Chris. Peter tragó saliva.
- Cuánto amor. Oye, yo no sabía que el primo de Drácula iba a estar acechándome.
- ¿Primo de Drácula? – preguntó Chris, a su pesar.
- Vais de negro. Tío, en serio pareces un vampiro.
- No me llames tío. No me llames vampiro. A partir de ahora vas a llamarme papá.
Peter le miró muy sorprendido.
- ¿Por qué?
- Porque sí. Porque lo digo yo. – dijo Chris. "Porque me he llevado un susto de muerte cuando casi te matan así que ha llegado el momento de asumir que tú también eres mi hijo, aunque haya todo un universo de distancia" pensó, pero eso no lo dijo. – Y porque así tal vez, y sólo tal vez, tengas alguna oportunidad de que no te mate.
Peter tragó saliva otra vez.
- En serio que no sabía que aquí había un luz negra…No lo sentí…
- ¡Es peligroso salir SÓLO y a plena luz de las farolas! ¡Mucho más peligroso que en tu mundo! Diablos chico, ¡en la calle muere gente todos los días! ¡Y MÁS GENTE MÁGICA! ¡AQUÍ LOS BUENOS SOIS UNA MINORÍA!
Chris intentó calmarse, pero no podía olvidarse del hecho de que él mismo habría matado al chico de no saber quién era. Los luces negras mataba a los luces blancas, así de simple. Y en aquél mundo había muchos luces negras, y brujos malvados…
Pese a su enfado, Chris sabía que no era culpa del chico. Que no había hecho nada "malo", salvo huir de él. Que no había sido su culpa que lo atacaran, aunque pareciera tener cierta facilidad para enfrentarse a la muerte. Aquello no había sido su culpa, pero tenía que conseguir que volviera a casa.
- No lo sabía…- murmuró Peter, cohibido por tanta furia.
- ¡No deberías haberte ido en primer lugar!
- ¡Pensé que ibas a matarme!
- Oh, es que iba a hacerlo. Voy a hacerlo. No vas a sentarte en una buena temporada. Y ahora vamos, porque si tengo que ir a por ti de nuevo, te ataré.
- Chris…
- No es así como he dicho que me llames.
- Pues me da igual, no puedo llamarte papá. Entiendo que la he cagado ¿vale? No necesitas amenazarme. No voy a ir a ningún lado. Voy a ir contigo a donde tú quieras y te…te obedeceré. Menos en lo de llamarte papá. En todo lo demás, haré lo que tú digas…Incluso si es…si es un castigo. Especialmente si es un castigo… Así que no necesitas amenazarme.
- ¿De verdad? Cuesta créete cuando has huido de mí DOS VECES en un mismo día.
- Ayudaría un poco si no me hicieras creer que soy un cadáver. Si según tú a tus hijos no les gritas, has cogido práctica en muy poco tiempo porque conmigo eres todo un experto.
- ¡Es que tú provocas que todo el mundo quiera gritarte!
- Tal vez pero… la forma en la que me has hablado…Papá nunca me habla así.
- Eso es porque yo no soy tu padre.
Aquello, por alguna razón, le escoció a Peter un poco, pero fingió que no.
- Exacto. Así que nada de papá. Nada de hacerte el asustado. No necesitas fingir que te preocupas por mí. Tampoco necesitabas salvarme. Tal vez sea mejor para los dos si cada uno sigue su camino. Estoy atrapado en tu mundo, pero nadie dice que tenga que estar en tu casa…
- ¿HACERME EL ASUSTADO? ¿MEJOR PARA LOS DOS? Mira chico, se está rifando una paliza, y tú compraste todas las papeletas. No sólo estoy asustado, sino que también estoy cabreado. Y a un nivel que no va a gustarte nada. Ahora CIERRA EL MALDITO PICO Y ORBITA DERECHITO A CASA.
Joder. Peter obedeció de inmediato, sintiendo el significado completo de la expresión "mearse de miedo". Por suerte, no tuvo ningún accidente vergonzoso, pero eso era sólo porque había bebido poca agua. Apareció en el salón, y se analizó brevemente. Tenía miedo, pero era un miedo nivel "padre cabreado". Sí, Peter se conocía bien y supo que en realidad no tenía miedo de Chris. No "verdadero miedo". Era bueno saberlo, porque cuando quien te amenaza de muerte es un asesino de verdad, uno puede pensar que es algo más que una metáfora. Pero él no tenía miedo de Chris. Aunque una vocecita en su cabeza le decía que a lo mejor sí debía tenérselo. Al menos el suficiente para ser prudente: ese hombre era imprevisible. No era exactamente como su padre…Y eso se demostró cuando Peter dejó de estar sólo…
Christopher orbitó segundos después, y segundos después también se quitó el cinturón.
"Vale Peter, por algún motivo le has enfadado de verdad. Pero de verdad, de verdad. Así que ya estás improvisando algo, porque este tío es capaz de matarte. Y, ya sea en un sentido metafórico o no, ni tú ni tu trasero queréis morir tan jóvenes"
- Papá…
Le salió del alma…Chris había dicho que si le llamaba así tal vez no le mataba. Pero se sintió una sabandija por decir aquella palabra a aquél hombre, que era sólo un pedacito de su padre.
- Buen intento, pero no servirá. Casi consigues que te maten por huir de mí, me has acusado de ser un mal padre, ¡Y HAS LLAMADO MONSTRUOS A MIS HIJOS!
Ah. Con que eso era lo que tanto le había cabreado. El pequeño detallito de haber insultado a sus Nick y Peter. Por lo visto, eso era lo que había firmado su sentencia de muerte.
Peter ni siquiera lo intentó. Nunca se resistía mucho, a decir verdad, y además sabía reconocer a un hombre enfadado. Así que se tumbó en el sofá del salón, rezando tan sólo porque le dejara conservar los pantalones. Pero entonces…
- Joder, Peter, levántate. No voy a pegarte.
- ¿Ah no?
- No.
Peter se dio la vuelta y vio a Chris apretándose el puente de la nariz.
- Sólo quería asegurarme de que ibas a comportarte. Basta con que me saque esto para que Peter empiece a obedecerme.
- Pero yo te obedezco sin que me...sin que…
- Empiezo a darme cuenta. Bien. Siéntate. Vamos a hablar. Bueno, más bien yo voy a hablar, y tú vas a escuchar, si sabes lo que te conviene. En primer lugar, si vuelves a usar a mis hijos para atacarme me olvidaré de lo mucho que te pareces a mi Peter, y créeme que eso no es algo que quieras provocar porque es lo único que explica que no te haya matado todavía. Y eso no era una amenaza, sólo la constatación de un hecho. En segundo lugar, NO vuelvas a huir de mí. Si algún día quiero matarte en serio lo haré sin que puedas hacer nada para evitarlo, así que huir no sirve de nada. Te clavaré una flecha en el cuello antes de que puedas orbitar. Pero eso será sólo si se me afloja algún tornillo. Y en tercer lugar, sí que me preocupo por ti, porque supones un medio de encontrar a mis hijos, y porque, maldita sea, ya te dije que el afecto no entiende de bondad ni de maldad. Pero es hora de que entiendas que yo no soy el santurrón de tu padre. Que yo robo, y te amenazo de muerte, y hago cosas peores. Así que acostúmbrate, porque no voy a discutir esto contigo todos los días. Y, si vas a quedarte aquí, y de momento vas a hacerlo, tendrás que ser uno de nosotros. Antes el que me acompañaras era una opción; ahora estás obligado. Vas a venir conmigo, y vamos a atracar esa tienda.
De entre las muchas cosas que Peter quería decir en respuesta a ese alegato tan extraño, en el que Chris había dejado caer que a su modo le quería, sólo acertó a pronunciar:
- ¿Por qué? No necesitas robar…tienes dinero…
- El dueño me cae mal. Estoy estresado, y me aburro.
"Y quiero ver si aún soy capaz de hacerlo. Quiero ver hasta qué punto me estás cambiando, chico." Añadió tan sólo en sus pensamientos.
- O sea, ¿que lo haces por deporte?
- Algo así.
- ¿Y quieres que yo lo haga también?
- Sí, si quieres quedarte aquí.
- Es que…¡NO QUIERO QUEDARME AQUÍ! Parece que te olvidas de que estoy CONTRA mi voluntad.
- No me vengas con esas. Tú también lo has olvidado, chico. En el fondo te gusta esto y no lo puedes negar. Me doy cuenta de que estás a gusto aquí conmigo.
- Eso es así hasta que me doy cuenta de que sólo eres un vulgar ladrón.
Por la sonrisa de Chris, Peter vio que se lo había tomado como un halago.
- Piropéame todo lo que quieras: sigues estando castigado.
- ¿Ah sí? – preguntó Peter. "Bueno, es mejor que una paliza" - ¿Con qué? ¿Y por cuánto tiempo?
- Con lo único que sé que puede molestarte: a venir conmigo a realizar todos esos actos que consideras inmorales. Chico, voy a hacer de ti todo un delincuente. Y al mismo tiempo haré una mala obra, al sacarte del buen camino. Y es por tiempo indefinido.
- Por encima de mi cadáver.
- No me tientes, no me tientes…El infanticidio aún está fuera de mi campo, pero quién sabe…Y ahora, ¿listo para irnos?
- No pienso ir a ningún lado contigo.
- Estás listo, entonces – dijo Chris, ignorándole, y puso una mano en su hombro, para orbitar - Una cosa más: si vuelves a ponerte en el punto de mira de un luz negra te daré una paliza todas las noches durante un mes.
- Estoy en el punto de vista de un luz negra: estoy aquí, contigo.
- Buen punto. Pero yo soy tu padre, así que no cuenta.
- ¡Aclárate de una vez! ¿Eres mi padre o no lo eres?
Chris le miró a los ojos. Se fijó en que Peter estaba algo dolido. ¿Tanto significaba para él que lo considerara su hijo? Los dos estaban algo confundidos en ese aspecto…
- Lo soy y no lo soy, Peter. Lo soy y no lo soy. Y ahora vámonos.
- ¿Y Leo?
- Se queda sólo.
- ¿Eso está bien? – preguntó, esta vez con más cuidado. No quería tentar a su suerte. Si Chris no le había castigado era por…quién sabe por qué, así que mejor no tirar del hilo.
- No es la primera vez que le dejo sólo. ¿En tu mundo no?
- Leo tiene miedo a estar sólo.
- O sea, que Chris os amaricona.
- Venimos amariconados de fábrica. Pero dudo que no querer dejar sólo a un niño de ocho años con miedo sea "amariconar".
Christopher rodó los ojos y orbitó, llevando a Christopher con él. Aparecieron en el interior de una tienda.
- Esto es absurdo, inmoral, punible en muchos aspectos y…
- Ya te dije que hablas demasiado, Peter. Deja de hacerlo, o te pondré una mordaza. Y, por amor de Dios, ¿quién coño usa hoy en día la palabra "punible"? Yo sí que te voy a punir a ti si no dejas ya esa actitud. Estamos aquí para cometer un robo, y si no hubieras tenido curiosidad no hubieras accedido tan fácil.
- ¿Tan fácil? ¡Me has amenazado!
- Como si te importara. Querías venir, y lo sabes, pero engáñate a ti mismo cuanto quieras.
Peter gruñó. Golpear a un padre estaba muy mal, pero…¿a ese "padre" también, o ese Chris era una excepción? Porque Peter lo estaba deseando…
- Vale, ya estamos aquí. ¿Ahora qué?
- Coge lo que quieras: lo demás lo destrozamos.
- No pienso hacerlo.
- Oh, sí lo harás.
- No, no lo haré – dijo Peter muy serio. – No importa lo que hagas, lo mucho que te enfades o que me castigues: jamás conseguirás que robe.
Christopher le sostuvo la mirada y reconoció una batalla perdida. Sintió una ligera …decepción. Había esperado que el chico estuviera más dispuesto. Había accedido a acompañarle. Con ciertos "incentivos", pero había accedido a ir. Y ahora ahí estaba negándose. Y lo peor de todo es que Chris sentía que no iba a ser capaz de hacerlo si él se quedaba ahí mirando como lo destrozaba todo. ¿Esa había sido la intención de Peter? ¿Por eso le había acompañado? ¿Para impedirle hacer aquello? Bufó.
- Te juro que serás mi perdición, muchacho.
Lo dijo enfadado, pero Peter sonrió, entendiendo que Christopher tampoco iba a hacerlo. Había ganado una batalla. Si Chris quería hacer de él un delincuente, él quería hacer de él una buena persona.
En esto estaban, cuando Peter escuchó gritos. Instintivamente abrió la puerta principal para ver qué pasaba en la calle, pero al tocar el pomo saltó la alarma.
- Bravo, genio. Menos mal que podemos orbitar. – dijo Chris, e hizo ademan de irse…
- Espera un momento – dijo Peter – Se oyen gritos. Alguien está en problemas.
- ¿Y qué?
- Que tenemos que ayudarle.
- ¿Por qué?
- Porque podemos. Porque tenemos magia. Porque eso es lo que haces tú, eres un luz blanca.
- No, Peter. Yo soy un luz negra. Yo perseguido a los luces blancas y en ocasiones también a los brujos, pero por dinero o por un trato favorable me cargo a quien haga falta. Yo trabajo con demonios, chico. Yo no salvo a nadie.
Peter quiso golpearlo con más ganas. Es más, le llamaba "chico" otra vez, y lo hacía, en serio. Peter se tragó sus buenos modales, sabiendo que a ese hombre tenía que entrarle de otra forma…Si su padre le escuchara hablar como iba a hacerlo…
- No sabía que te gustara chupar culos.
- ¿Qué quieres decir?
- Un demonio te tiene por los huevos con lo de tus hijos, pero por lo visto es una costumbre para ti. ¿Dejas que te den por culo a menudo? "Christopher Haliwell, esclavo de demonios"
- Eso no es cierto. – protestó Chris, y frunció el ceño tal y como lo haría Leo, su hijo pequeño. – No soy su esclavo. Es… un trato.
- ¿Acaso necesitas hacer tratos con demonios?
- Pagan bien. Si alguno de pasa de listo, me lo cargo.
- Sí, ya he visto como lo has hecho con …Barbas.
Peter evitaba decir el nombre del demonio, como si le diera miedo, pero aquella vez lo hizo.
- Mira chico, no voy a replantearme ahora toda mi filosofía. Vámonos a casa ahora, y date por satisfecho porque no haya arrasado esta tienda.
- Tú vete a casa si quieres. Yo voy a ayudar a quien sea que tenga problemas.
Y, sin esperar respuesta, Peter salió a la calle. Estaban en una vía principal, pero aquello era…aquello era un caos. Había pequeños incendios en alguna papelera, y gente bebida por todos lados. Peter apartó la mirada con desagrado, y entonces encontró a quien gritaba: era una mujer. Era…Joder, era Hope. Mierda, era Hope. Hacía mucho que Peter no la veía, pero se acordaba de ella perfectamente.
Peter escuchó que Chris caminaba rápido para alcanzarle.
- ¿Qué diablos estás…? – empezó Chris, pero Peter le interrumpió.
- Christopher. Esa chica. ¿Peter la conoce?
- ¿Qué?
- Hope. La chica rubia con síndrome de Down. ¿Peter la conoce?
Chris abrió mucho los ojos y miró hacia donde miraba Peter.
- No.
- Yo sí. Al menos, a la de mi mundo.
Peter no dijo nada más, y buscó la fuente del pánico de la chica. La encontró en seguida: un hombre la perseguía. Chris había tenido razón: aquellas calles no eran seguras. No parecía haber nadie decente en aquél maldito lugar. El hombre alcanzó a Hope…y Peter vio que iba a pegarla. Estaba a unos veinte metros de distancia. Sin pensarlo orbitó y se interpuso en medio de ambos.
- No pongas un solo dedo encima de esta chica – gruñó, mientras empujaba al agresor.
- ¡Peter! – gritó Christopher. - ¡Peter detente!
- ¡Jamás!
- Peter maldita sea…¿No lo entiendes? Eso es una puñetera buena acción. ¿Quieres empeorar las cosas? ¿Quieres romper el equilibrio haciendo algo bueno en el mundo malo?
- ¡A la mierda el puñetero equilibrio! – estalló Peter. - ¡Este cerdo iba a pegar a Hope!.
- ¿C-cómo sabes m-mi nombre? – preguntó la chica - ¿Q-quién eres tú?
- Soy un amigo, Hope. Y este hombre no va a molestarte más. No te asustes por lo que vas a ver ¿vale?
Peter habló con ternura, y luego se centró en el agresor.
- Eh, chico, búscate a tu propia zorra.
"¿Zorra? ¿Este tío ha llamado zorra a Hope?"
- Voy a romperte los dientes por eso que has dicho.
- ¿Qué? Pero si yo…¡mírala! ¡Es una zorra! ¿No lo ves?
Peter comprobó, con horror, que el hombre tenía razón. Por como vestía parecía que Hope…que Hope era…. Dios mío…la inocente Hope era una prostituta en aquél mundo. ¡Pero si sólo era una cría! Peter sacudió la cabeza. No era su Hope. No debía olvidarlo.
- ¡Eso no te da derecho a golpearla! – bramó Peter, y le empujó de nuevo. El hombre le devolvió el empujón, y así se enzarzaron en una pelea.
Tras varios puñetazos, Peter sintió que iba a perder. Que estaba perdiendo.
- ¡Por el amor de Dios, Peter! ¡Eres un demonio! – le gritó Chris. - ¡Eres brujo! ¡Usa tus poderes!
- ¡Este hombre es un mortal! ¡No sería justo!
- ¡A la mierda la justicia! ¿Es que no tienes nada en el cerebro?
Sin esperar respuesta Chris orbitó su ballesta y, sin dudar tan sólo un segundo, le clavó una flecha en el cuello a aquél tipo. Peter vio como caía al suelo, de rodillas, con horror. Nunca había visto morir a un hombre. Ese tipo era humano. No un demonio, no una criatura. Un humano.
Se dio la vuelta; no podía mirar. Se giró hacia Hope, y vio que estaba muy asustada. No era de extrañar, si acaba de presenciar una muerte… y cosas inexplicables como que la gente o las armas orbitaran. Mientras pensaba en una forma de calmarla, sintió que algo se clavaba en su pierna. Miró al suelo, y vio el agresor. No había muerto. La flecha no había atravesado la yugular, sino una vena secundaria, y músculo. Sangraba, era grave, pero seguía vivo. Había sacado una navaja y se la había cavado a Peter.
El dolor y el instinto le hicieron reaccionar. Se transformó en demonio. La herida de su pierna se curó al instante. Y él…él se abalanzó contra aquél tipo, que había querido dañar a Hope…Se abalanzó sobre él deseando matarle, y entones, al tocarle, pasó. El tipo dio una respiración profunda, casi como si estuviera durmiendo.
Vraskor era el demonio de la muerte.
La Muerte, mata con un solo toque.
Peter se sintió vacío.
 


REALIDAD 1
- Nicholas, ¡ven aquí ahora mismo!
- Papá, sólo era un juego inocente…
- Juego inocente…te voy dar yo a ti juego inocente…Explícale a tu hermano lo que ha pasado con su consola…
- Es que…enano, estabas con el aparatito haciendo ruido, y yo quería estudiar y…
- ¡Pero si es de noche! – protestó Leo.
- Yo estudio de noche. El caso que el ruido me molestaba y yo…Leí un conjuro para convertirla en …rata….
- Así que…¿esa rata tan enorme que me estaba persiguiendo era mi consola? – preguntó el niño.
Nick asintió.
- ¡Eres tonto! Y….y…¡un genio! ¿Cómo lo has hecho? ¡Has hecho que se mueva! ¿Cómo lo has hecho?
- Vi el conjuro, lo leí, funcionó – respondió Nick, encogiéndose de hombros. Chris se fijó en que Peter había dicho lo mismo en una ocasión. Sus hijos eran realmente poderosos. Hacían magia muy difícil y ni siquiera se daban cuenta.
- Encuentra esa rata y transfórmala de nuevo, ¿estamos? – dijo Chris, duramente.
- Sí, papá. Anda, no te enfades…
Chris no estaba enfadado en absoluto. Pero quería fingir un poco para que Leo sintiera que su "ofensa" era debidamente atendida, y para mantener un poco la fachada. Lo cierto es que él más de una vez había querido tirar la consola de Leo por la ventana.
Se escuchó un gritito en el piso de abajo.
- Creo que Amy ha encontrado tu rata-consola … - dijo Nick con una risita, y luego estalló en una carcajada. Chris le silenció con una mirada. Nick trago saliva. – Ya…ya voy…
Nick desapareció escaleras abajo y volvió a subir al cabo del rato, con la consola.
- Toma, enano – dijo, entrando en el cuarto de Leo. Al salir se cruzó con su padre.
- A la cama – ordenó Chris.
- Sí, papá. Sólo ha sido una bromita…el enano no se ha molestado…. Y Amy tampoco….
- La magia no se usa para jugar, Nick – regañó Chris.
- Perdona…
Chris empezó todo un discurso de "Si no estoy enfadado, pero me gustaría que fueras más responsable, y bla bla bla…" pero se dio cuenta de que Nick no le escuchaba y dejó de hablar. Vio que Nick se estremeció y de pronto arqueó la espalda. Chris se alarmó al notar la expresión ausente de su hijo.
Nick cerró los ojos y cuando los abrió tenía las pupilas dilatadas. Se sentía lleno de energía. Tomó aire, porque se había quedado sin respiración.
- ¿Nick? Nick cariño, ¿estás bien?
Nick no respondió, pero Chris vio que su hijo estaba…apagado…hundido… deprimido…. Muerto en vida. Estaba al borde de las lágrimas y si no lloraba era porque no parecía capaz de hacerlo.
- ¿Nick?
Más silencio, pero pareció hundirse más.
- Cariño, no estoy enfadado, lo sabes ¿verdad? Ha sido divertido. Sólo estaba fingiendo un poco…¿Nick?
Chris se alarmó. Aquella tristeza no podía ser por él, ni por aquella tontería. Por fin, Nick le miró a los ojos, y habló:
- Peter ha matado a alguien – dijo el chico, con un gemido.
- ¿Qué?
- Lo he sentido. Tengo… energía dentro de mí. Y he tenido una visión extraña…Ahora yo puedo salvar la vida de alguien…Él es el demonio de la Muerte y yo el de la Vida…Tengo vida en mí…Tengo vida porque Peter se la ha quitado a alguien…
Nick parecía asustado, horrorizado, medio histérico. Chris, de momento estaba sólo sorprendido. ¿Peter matando a alguien? No era posible. Su tesoro…Todo el mundo diciendo que él iba a hacer cosas malas…pero Chris sabía que no. Sabía que su hijo era bueno. Tenía que ser un error.
- Cariño, ¿estás seguro?
- Sí, papá. Mi hermano es un asesino – dijo Nick, medio desesperado. Y salió corriendo.
Christopher suspiró. Eran las doce y media de la noche. Muy, muy tarde. Tiempo de que todos, en especial sus hijos, estuvieran en la cama. Y ahí estaba él, con una crisis familiar al estilo Haliwell. Un día de paz. Una tarde de paz. Un momento de paz. ¿Pedía demasiado?
Fue tras Nick, que se había metido en su cuarto. No estaba llorando, pero estaba tumbado boca abajo sobre la cama, abrazado a la almohada.
- Nick, cariño…No sabemos lo que ha pasado. No… dejes que te afecte tanto.
- ¿Qué no deje que me afecte? Papá, te acabo de decir que tu hijo es un asesino.
Chris se dio cuenta de que Nick tenía razón: aquello era grave, pero él por alguna razón era incapaz de alterarse. Quizá le habían pasado tantas cosas que se habían insensibilizado. Quizá le daba igual lo que hiciera Peter mientras consiguiera dar con él. Pero sintió que aquella era una reacción muy fría y luchó contra eso. Se dejó empapar por la angustia de Nick: Peter había matado a alguien. Asesinato. Christopher parpadeó, medio en shock
- Ya no tengo hermano – sentenció Nick. Sólo una frase como aquella podía sacar a Chris de sus meditaciones.
- ¿Qué?
- Ya no tengo hermano. Por lo que a mí respecta no tengo un gemelo.
Christopher se enfureció. Casi pierden la vida de Peter. Le habían perdido a él físicamente, y ¿Nick le negaba como hermano?
- No digas eso – reprochó, en tono duro.
- ¿Por qué? Es la verdad. Aun no le he perdonado por lo que nos hizo…dañarse así…pero eso está en su línea de estupidez. Sin embargo, matar a alguien…eso es de esas cosas que no se pueden perdonar….es de eso que no tiene vuelta atrás…Le odio. ¡LE ODIO! – dijo Nick. - ¡Le odio, le odio, le odio!
Empezó a repetir eso una y otra vez, como si fuera a conseguir creérselo a base de repetirlo. Chris intentó calmarle. Puso una mano en su espalda e intentó contenerle, pero en vez de relajarse Nick se ponía más nervioso, y seguía gritando "le odio" cada vez más fuerte. Al final, para llamar su atención, Chris le dio un azote suave.
- No le odias. Deja de repetirlo, no va a ser verdad porque lo hagas. Le quieres, y por eso te duele.

Nick levantó la cabeza para mirar a Chris, y entonces comenzó a llorar y se abrazó a él. Su hermano era la bondad absoluta. Era su modelo a seguir. Era su ancla, su conciencia, su ídolo. Y se acababa de caer de su pedestal.

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