lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 64: Profecías (parte 2)



 


Chapter 64: Profecías (parte 2)
 


Chris no durmió en lo que quedaba de noche. Ni siquiera lo intentó. Se encerró en el desván buscando respuestas en el Libro de las sombras, pero no las encontraba. Era lógico en cierta forma, puesto que aunque la profecía versara sobre él, pertenecía a la rama Anderson de los Warren. El Libro de las Sombras sólo almacenaba los conocimientos de su familia. Frustrado, decidió buscar entonces información sobre el demonio de la vida y el demonio de la muerte. Pero el Libro no estaba siendo de mucha ayuda aquella noche. Sólo encontró lo mismo de siempre sobre Peter, o más bien sobre Vraskor.
VRASKOR.
PODEROSO DEMONIO DE ORIGEN DESCONOCIDO (¡Ja! Se reía Chris del "origen desconocido"] AL QUE SE LE CONOCERÁ COMO EL "HIJO DE LAS BRUJAS" [del brujo, si no os importa]. TODOS LOS DEMONIOS DEL INFRAMUNDO LE TEMERÁN [claro, porque él creía que debían temerle]. CON ÉL TERMINARÁ LA GUERRA ENTRE LA LUZ Y LA OSCURIDAD. SUS PODERES SON MUCHOS Y VARIADOS. ENTRE ELLOS SE CONOCE SU CAPACIDAD PARA CONTROLAR LA ELECTRICIDAD, QUE SE MANIFIESTA EN FORMA DE RAYOS.
Chris leyó todo o que ponía ahí sobre su hijo sin poder contener los pensamientos sarcásticos. Una vez más se preguntó quién habría escrito aquella entrada. Tal vez algún antepasado con premoniciones, que de alguna forma hubiese podido adelantarse al nacimiento de Peter…Acarició el dibujo que acompañaba al texto mientras se preguntaba si sería cierto que con él terminaría por fin esa persecución eterna entre brujas y demonios…No lo entendía: los Ancianos habían dicho que Vraskor no debía destruir a los de su propia especie. Entonces, ¿cómo se suponía que iba a acabar con los demonios, y por tanto con la oscuridad, para siempre?
Escuchó un ruido a sus espaldas y actuó por instinto, tras varios años de experiencia en recibir ataques de brujos y demonios que buscaban poseer el Libro. Se fijó en una esfera de cristal en una mesita cercana y la orbitó mientras se giraba, para ir a estamparla contra la puerta, y por ende contra su atacante…que resultó ser Nick. Demostrando tener muchos reflejos, Nick se agachó a tiempo de evitar que la bola de cristal macizo impactara contra él. Chris respiró con alivio cuando vio que no le había pasado nada.
- Si quieres que me vaya sólo tenías que decirlo – bromeó Nick, cogiendo la bola del suelo. No se había roto. - ¿Qué es esto? ¿Se ven cosas en ellas, como en las brujas de la tele?
- A veces – respondió Chris, tomando la esfera y poniéndola en su sitio. – Lo siento, no pensé que podría ser uno de vosotros. Es la costumbre. ¿Qué haces aquí, de todas formas?
- Escuché ruidos y subí a mirar.
Chris miró el reloj. Eran las seis y media de la mañana.
- Aun es pronto para que estés despierto.
- Lo mismo digo. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
- Dos horas. Desde que volví de casa de Paul.
- ¿Has estado en casa de Paul?
- Sí. Quería obtener respuestas y he vuelto con más preguntas. Quedamos en que volvería luego.
Le contó a grandes rasgos lo que había pasado, omitiendo el vergonzoso episodio de su aparición en el cuarto de Paul en un mal momento. Le habló de la profecía, aunque intentó restarle importancia para no preocuparle. No debió de hacerlo muy bien, porque cuando acabó Nick le miraba con el ceño fruncido y expresión seria.
- ¿Así que alguien predijo tu muerte?
- Eso parece.
- Alguien de la familia de Paul.
- Patsy ya mencionó una profecía, aunque cuando ella lo hizo yo entendí otra cosa. No me avisó a mí, sino que me insistió en que protegiera a Paul. Se supone que moriré protegiéndole así que tal vez me estaba animando a cumplir con mi destino.
Chris se asombró de la facilidad con la que podía hablar de su propia muerte.
- No deberías ir a su casa. Paul tiene razón: tienes que mantenerte lejos de él, para que no exista la posibilidad de que se cumpla…
- Dudo que sea tan sencillo. No es una premonición: es una profecía. Las premoniciones son imágenes de un futuro posible. Las profecías son cosas que se cumplen en TODOS los futuros posibles. Haga lo que haga, pasará.
- ¿Cómo estás tan seguro?
- Porque ya ha empezado. Lo de Jason. Necesito más detalles, pero todo parece indicar que eso era el primer paso.
Se hizo el silencio entre ambos. Chris se sintió un estúpido por haber ignorado lo que estaba pasando. Él planeando una nueva vida, y resulta que tenía los días contados…
- Nick, si me pasa algo…- empezó.
- ¡NO! ¡Ni siquiera lo digas! No va a pasarte nada.
Chris le miró con ternura. Él también quería negarlo. De hecho, aun no había asumido que fuera a morir y por supuesto no iba a rendirse tan pronto, pero tenía que tenerlo todo bien atado por si sucedía lo peor. Tenía que asegurarse de que sus hijos estarían bien. De todas formas, aquél no era el mejor momento para hablarlo, porque Nick no iba a escucharle.
- ¿Y tú por qué no puedes dormir? – le preguntó, para cambiar de tema.
- Ah, no sé. Quizás porque mi padre se ha aprovechado de no sé qué mierda de obediencia demoníaca para que le prometa que engañaré a mi hermano para que le mate.
- Parece un buen motivo para no poder dormir. Y también un buen motivo para enfadarse – comentó Chris.
- Papá, no es gracioso. ¿te das cuenta de lo que me has pedido?
Nick tenía razón. No era gracioso en absoluto. Chris le miró con expresión torturada.
- No sabía que un juramento de sangre implicaba la muerte si lo incumplías. – dijo Chris, sintiéndose más allá de la culpabilidad. Sentía que sólo por ese error merecía la muerte que tal iba a llegarle. Había puesto en peligro la vida de su hijo…fijó la vista en el suelo, convirtiendo sus siguiente palabras casi en una súplica - Si llega a pasarte algo…yo… moriría mil veces para evitar que te pasara nada.
- ¡Es que precisamente es de tu muerte de lo que estamos hablando! ¡Por si la amenaza de una profecía no fuera bastante, tú me has hecho prometer que si Leo o cualquiera de la familia se muere yo lo resucitaré a cambio de tu vida! ¡Me has hecho prometer eso y es lo peor que me han hecho en la vida!
Chris parpadeó. Había visto a Nick enfadado, pero nunca así. Estaba bajo control, pero más enfadado que nunca. Ese autodominio que demostraba su hijo le confería cierta… autoridad. Nick pareció de pronto mucho mayor de lo que era. Chris tuvo que apartar la mirada, porque sintió que se quemaba. Trató de explicarse.
- Cuando te hice prometer aquello pensé que jamás tendrías que cumplirlo: yo puedo curar. Si algo le pasara a Leo yo podría curarle. No pienso permitir que le pase nada. Pero si yo me muero...si no puedo estar ahí para proteger a Leo y él se muere también...La muerte es algo que Wyatt no puede curar. Pero tú sí. Ahora la promesa se ha vuelto real. Puede que todos corramos peligro, Nick, y a lo mejor llega el momento en el que tienes que cumplir esa promesa.
- ¿Te estás oyendo? ¿Qué te mate a ti para salvar a Leo? ¿Crees que él me perdonará? ¿Crees que Peter me perdonará? ¿Crees que yo me perdonaré a mí mismo y te perdonaré a ti? ¡Nadie tiene derecho a decidir quién vive y quién muere! – chilló Nick. – Aparte de lo …inmoral…de lo indecente de eso que me propones, ¿has pensado lo que pasaría si tú ya estás muerto para entonces? Dices que sólo podría pasarle algo a Leo si tú no estás ahí para defenderle. ¿Y si te has muerto? ¿La vida de quién usaré para salvarle a él en ese caso? ¿Y para salvarte a ti? Porque si crees, si has creído por un maldito segundo que voy a cruzarme de brazos para ver cómo te mueres, ¡ES QUE ERES SIMBÉCIL!
Chris se sintió amedrentado por aquellas palabras, por la vehemencia de Nick, por la fuerza que irradiaba…En ese momento sólo podía hacer una cosa, y fue lo que hizo. Le abrazó con fuerza y así se calmaron los dos. La voz de Nick estaba quebrada cuando habló de nuevo.
- No puede pasarte nada. Ahora no. No sería justo.
- Nick, yo estaba bastante tranquilo hace unas horas. Pero si Paul tiene razón, y lo de Jason formaba parte de todo esto…ya ha empezado. ¿Entiendes, cariño? Me gustaría poder decirte que no estoy asustado, que no hay ningún peligro y que sé a lo que nos enfrentamos. Pero eso sería mentirte. Aun no sé de qué tengo que tener miedo, pero es evidente que no puedo seguir negando que esa profecía nos afecta. Ahora resulta innegable que nuestra familia y la de Paul estaban destinadas a encontrarse.
- A la mierda el destino. Yo no creo en esas cosas. Cada uno escribe su propio futuro.
- En eso, cielo, te doy completamente la razón. Por eso no podemos dejar que esto nos afecte. Nos han leído el capítulo de un libro. Ahora nos toca reescribirlo.
Nick se pasó la manga por los ojos y Chris supuso que era porque debía de estar llorando. Le separó un poco y le miró. Efectivamente tenía los ojos húmedos.
- ¿Qué es eso? ¿Lágrimas? No será por mí ¿eh? Yo aun me veo muy vivo, no sé tú. Y lo cierto es que no tengo pensado dejarme matar.
- Sí lo harás. Te conozco, y sí lo harás. Si es por salvar a Paul lo harás. Tú y tu maldito sentido del deber.
- Bueno, pues entonces será mejor que me ocupe de que Paul no se mete en ningún lío ¿verdad?
- ¿Aun piensas ir a su casa?
- Sí. Pero tranquilo: no está en ningún sitio alto.
Nick no se rió ni hizo el amago. Siguieron abrazados un poco más hasta que Chris se separó, con delicadeza.
- Tengo que pedirte un favor, Nick. Otro más – dijo, recordando lo de la promesa. – No le digas nada de esto a tu hermano. No merece la pena preocuparle. Aun no he podido ver lo que dice exactamente esa profecía. Tal vez nos estemos preocupando por nada.
- De acuerdo.
Una hora después todos estaban desayunando, listos para ir al colegio. Nick no sonrió ni una sólo vez, a pesar de que Chris hizo su mejor esfuerzo como bufón de la corte. Ver a Nick tan preocupado le hizo darse cuenta de que el chico realmente le quería. Cuando aun se estaba conmoviendo por el amor de un gemelo, el otro le demostró que no le quería menos:
- ¿Vais a decirme lo que está pasando? Desde ayer vosotros dos estáis muy raros – dijo Peter.
- ¿Es por lo que pasó en mi cuarto? – preguntó Leo. Había dormido aquella noche en la habitación de Peter, porque aun no tenía ventana.
- No pasa nada, chicos. Es que a Nick no le apetece nada lo de ir a la biblioteca – mintió Chris, intentando salvar la situación. Peter le miró a los ojos y Chris sintió que su alma era examinada por dos grandes y profundos espejos azules.
- Me has mentido, así que tiene que ser algo importante. Y malo. Importante y malo. ¿Me tengo que preocupar?
- ¿De qué hablas? Sólo tienes que preocuparte de no llegar tarde a clase….
- Entonces, me tengo que preocupar. Esperaré a que decidas contármelo. Espero que sepas que puedes contar conmigo.
- Lo sé, Peter – afirmó Chris con rotundidad, con amor, y con agradecimiento. No se merecía los hijos que tenía. Incluso Leo se levantó y le dio un abrazo, y aquél gesto le reconfortó más que ninguna otra cosa. Sonrió con sinceridad por primera vez en aquella mañana, y despejó su mente de profecías y malos augurios.
- ¡Venga! Aligerando que se nos hace tarde…
Cuando acabaron de desayunar, Chris les llevó al colegio, y observó cómo entraban en el edifico. Nick se giró para mirarle antes de entrar, y sus ojos se encontraron en la distancia que los separaba. Chris escuchó algo en su mente:
"Si no dejas que te maten, prometo no volver a leerte la mente nunca más. Y ésta vez lo cumpliré."
Chris le sonrió, aunque no estaba seguro de que Nick pudiera apreciar el gesto desde donde estaba.
"A veces me gusta que me leas la mente. Como ahora mismo, y así puedo asegurarte una vez más que no va a pasarme nada"
 


Media hora después Chris estaba en la puerta de la casa de Paul. Había recibido un SMS en el que el chico le daba su dirección "para que pudiera llamar como la gente normal en vez de orbitar como un ladrón". Ante sí tenía una casa de tres pisos, grande, blanca y con un jardín hermoso de extensión considerable. Todo en aquél sitio decía "rico". Llamó al timbre, y poco después Paul salió a abrirle. Salió a abrirle en calzoncillos, para ser más precisos.
"Cada vez entiendo mejor por qué Nick y él se llevan también" pensó, y controló el impulso de decirle que hiciera el favor de vestirse no fuera a coger una pulmonía. No era su casa y no era su hijo. Y él no era una abuela, aunque a veces pensara como una.
- Hombre, usando las puertas. ¿Cómo te sientes? ¿Sabías usar el timbre? – preguntó Paul, con cierta guasa.
- Era ese botón bajo el cartel de "no pulsar" ¿verdad? – respondió Chris, con el mismo humor. Paul le sonrió, y le dejó pasar.
A pesar de que Chris tenía muchas cosas en la cabeza, muchas preguntas y muchas preocupaciones relacionadas básicamente con la predicción de su muerte, se olvidó de todo al entrar en aquella casa. El recibidor era gigante. El suelo de mármol. Las paredes de un material del mismo blanco imposible. Todo era muy amplio, y lujoso. Casi se sorprendió de que no hubiera un mayordomo.
- ¿Has desayunado? – preguntó Paul, sin reparar en las sensaciones que su casa producía en Chris.
- Sí.
- Yo no. Así que, si te place acompañarme a la cocina un momento…
¿Eran cosas suyas o le había salido acento británico? Modales burgueses, y salía a recibirle en gallumbos. Desde luego, Paul era un tipo de contrastes. Chris tuvo la extraña sensación de que el chico le hacía aposta. Que le gustaba aparentar, y confundir. Por eso hablaba de forma excesivamente culta y luego caía casi en la mala educación.
La cocina no fue menos impresionante que el resto de la casa. Le pareció que todo era demasiado diáfano, pero seguro que daba otra impresión cuando estuviera allí la numerosa familia al completo…Lo que le recordó…
- ¿Y tu padre?
- Estamos sólo, Chris. Sino no hubieras podido venir. Ah, bueno, Tom está saliendo de la ducha, pero se irá en seguida.
- Tom…¿el chico de …de esta madrugada?
- El mismo. Le caíste bien, por cierto. Quiero decir que le pareciste guapo. Qué cerdo, fantaseando con mi propio hermano…
- No… no somos hermanos…- respondió Chris sin saber qué otra cosa decir. No estaba en su terreno. Aquello sonó muy estúpido y evidentemente Paul se rió.
- Ya lo sé. Y él tampoco es un cerdo, en realidad, sólo un poco tonto. De todas formas, me alegro de no tener motivos para estar celoso. Es MI tonto.
Chris se dio cuenta de que a pesar de que Paul le trataba como si no le valorara mucho, ese chico, el tal Tom, era importante para Paul. Que llamarle "tonto" era su forma de decir "estoy con él y vamos relativamente en serio". No quiso saber cómo se suponía que se decían "te quiero".
Como si le hubieran invocado al hablar de él, Tom bajó con el pelo aun mojado. Era un chico de rostro aniñado, ojos muy claros (demasiado claros, en realidad, como si les faltara melanina) y pelo castaño, enfundado en unos vaqueros y en una chaqueta de cuero algo ajustada. El chico le sonrió.
- No hemos sido presentados formalmente – dijo, extendiendo la mano – Soy Thomas Jefferson, aunque te aseguro que el nombre es una coincidencia. No aspiro a la política. ¿Cómo estás?
Chris parpadeó. Vale, ese chico podía gustarle hasta a él, y a él le iban las mujeres. Era hipnótico en la voz y los movimientos y tenía algo en el porte. Chris se apostó algo a que era modelo. No pegaba con Paul. Para nada. Tom era muy…. Femenino. Y Paul… bueno, Chris seguía diciendo que Paul no parecía gay. Se acordó de que se estaban presentando y le estrechó la mano.
- Chris. Chris Hal…Anderson – rectificó, recordando que supuestamente Paul y él eran hermanos.
- Eres el primer hermano que Paul me presenta. Creo que piensa que seré una mala influencia para sus hermanos pequeños – soltó Tom, con una risita. – Qué irónico ¿verdad? Si uno de los dos es una mala influencia, claramente es él…
- Tom, ¿tú no tenías que irte?
- Sí, sí, ya me voy. Algunos tenemos clase – dijo Tom, guiñándole un ojo a Chris – Estarás deseando que llegue mañana, para librarte de él y que vuelva al colegio.
Chris sonrió sin saber qué decir y observó cómo se iba. Paul rodó los ojos, mientras se preparaba un cuenco con cereales.
- ¿Mañana acaba tu expulsión?
- Pues sí. Vaya coñazo. Tom está en la universidad, así que tiene un horario mucho más flexible. Y si no lo hace flexible él, que se salta clases para estar conmigo.
Lo que pensaba: Paul estaba total y adolescentemente enamorado.
- ¿Está bien que piense que soy tu hermano? Tarde o temprano se dará cuenta de que no es verdad…Lamento haberte puesto en el compromiso de mentirle a tu novio…
- No es mi novio. Es… un lío ocasional. Viene por aquí, nos divertimos un rato, se va…Ni siquiera sabe lo de Jason.
Eso explicaba por qué no había estado en el funeral. En fin, Chris creía que Paul realmente sentía algo por ese chico y le parecía una tontería negarlo y hacerlo pasar por algo superficial, pero no estaba ahí para ser su consejero sentimental.
- Hablando de Jason… Hay algo que tengo que decirte. – dijo Chris, sin saber cómo seguir. Tenía que decirle lo que había pasado en el hospital, para que entendiera que la profecía ya estaba en marcha, pero era duro decirle a alguien que eres el causante de la muerte de su hermano.
- Primero hablo yo – dijo Paul, mientras se sentaba a desayunar. Chris observó todo lo que se había preparado: cereales con leche, zumo, tostadas, café, fruta… Caray. – Siento lo que te he dicho está madrugada. Me has pillado con la guarda baja y he hablado de más. Sé que te he dejado preocupado.
- Tenía que saberlo, Paul. Si voy a morir…
- No vas a morir. Pero ya hablaremos de eso. Llevo semanas sin hablar propiamente con tu familia. Papá no me deja hablar con Nick, y tampoco con Peter. ¿Cómo están?
Chris le habló de ellos, de la escuela de magia, de la incursión de Peter al inframundo…Incluso le contó que Amy iba a ir a vivir con él.
- Así que tienes novia. ¿Por qué Nick se olvida siempre de los detalles más interesantes? Pues yo aquí no he hecho gran cosa. Casi sin darme cuenta, progresivamente, me he visto "relevado" de mis obligaciones. Papá me obligó a dejar el trabajo, él se ocupa de mis hermanos y está consiguiendo que mamá se recupere también…. Podría decirse que mi única tarea es hacer los deberes e irme a la cama pronto. Y como estaba expulsado, no había deberes. Así que esto han sido unas buenas vacaciones… pero bastante aburridas. Casi me alegro de empezar el colegio otra vez. Casi.
- ¿Has pensado lo de la escuela de magia?
- Yo puedo pensar lo que tú quieras, pero es mi padre el que se niega a dejarme ir. Parece que en mi carnet alguien ha debido borrar el uno, y para mi padre debo de volver a tener nueve años.
- En el fondo te gusta que se ocupe de ti.
- Sí – admitió Paul, con una sonrisa – en el fondo me gusta. Aunque un término medio tal vez no estaría tan mal. Cada vez está más encima…Y sigue siendo igual de frío.
- El carácter es el carácter, supongo…
- Y la costumbre es la costumbre. Eso de no tocarme en 19 años sin duda ha tenido que influir en que no seamos muy cercanos. En fin. ¿Nos ponemos al tajo entonces? – dijo Paul, levantándose y recogiendo.
- ¿Mmm?
- Supongo que querrás ver nuestro Libro. No tiene un nombre chulo como "el Libro de las Sombras" pero a su modesta forma no está nada mal. No recoge enemigos. Recoge sólo hechizos y…. si me lo permites, una historia familiar más completa que el vuestro. Eso es cosa de mi padre. Resulta que esos viajes de trabajo no eran tales. Eran investigaciones muy a fondo sobre mi familia y la tuya. Y sobre ti. Sobre todo sobre ti.
- ¿Qué problema tiene tu padre conmigo? – preguntó Chris, casi dolido más que molesto.
- Quizá si ves la profecía lo entenderás. – dijo Paul, y salió de la cocina. Chris le siguió. Tras recorrer largos pasillos, entraron en una habitación grande, un despacho. Paul miraba el lugar como si estuviera profanando algo prohibido, así que Chris supuso que no debían estar en aquél lugar, que debía ser el despacho de su padre. Paul caminó hacia un cuadro, y lo corrió, mostrando una caja fuerte. No pareció tener dificultades para meter la clave – También va a ser la primera vez que yo la lea – comentó Paul. – Nunca he ojeado el libro sin la supervisión de mi padre. Casi lamento hacer esto, es como traicionar su confianza. Me dio esta clave para emergencias… Pero – dijo mientras tiraba de la puerta para abrirla - …no es como si fuera a robarle dinero.
En esa caja de cincuenta por cincuenta había mucho dinero. Todo eran billetes, salvo un libro fino que fue lo que Paul sacó, antes de cerrar la caja de nuevo.
- Como ves, es el hermano pequeño del vuestro. Hay que dejarle crecer – bromeó, y abrió el libro. Chris no podía hacer sino observar: ahí, de alguna forma, estaba su futuro. Paul rebuscó entre las hojas, y finalmente puso el libro delante de Chris, que intentó leer, pero no entendía nada.
- ¿Qué se supone que es eso? ¿Latín?
- No. Letra de médico. Ah, y creo que está en irlandés. Sí, ésta página está en irlandés.
- No sé leer irlandés. Ni siquiera sé leer inglés antiguo. Nuestro libro tiene una especie de hechizo que hace que el idioma se entienda lo lea quien lo lea…
- Pues éste no. Este es un libro normal, escrito a mano por mi padre. En momentos como este me alegro de las lecciones de gaélico de mi abuelo. Trae aquí. – dijo Paul, y casi le quitó el libro. Ante la cara de póker de Chris, tuvo que explicarse - Papá es inglés, y sus padres son irlandeses. Supongo que mi padre pensó que ciertas cosas importantes de este libro estarían más seguras en un idioma que poca gente habla, y cuya caligrafía desapreció a mediados del siglo XX. Siempre he pensado que era una estupidez que el abuelo me enseñara a leer un idioma en vías de extinción, pero es evidente que lo hacía pensando en algo como esto. En fin, coge papel. Voy a intentar traducírtelo.
Tras decir esto, Paul se concentró en las letras y empezó a recitarle la profecía. Chris la apuntó en un papel, aunque los dedos le temblaban. Nunca había oído una profecía. Casi se esperaba algo poético y metafórico, como lo que uno suele ver en libros y películas. Se llevó una sorpresa al ver que no era tan enigmático como lo que uno podría esperar:
PROFECÍA DEL DESTRUCTOR
EL HERMANO MEDIANO, HIJO DE LAS EMBRUJADAS, TRAERÁ LA DESGRACIA A NUESTRA FAMILIA. MATARÁ AL NIÑO QUE COMPARTA EL PODER CON LA MADRE DEL DESTRUCTOR Y SERÁ EL CAUSANTE DE LA MUERTE DE OTRO. PERO SU HORA NO LLEGARÁ HASTA QUE NO HAYA SALVADO A AQUÉL AL QUE TIENE QUE MATAR. CAERÁ DESDE LO ALTO POR OCUPAR EL LUGAR DE SU PROTEGIDO.
Chris levantó la cabeza del papel y parpadeó.
- ¿El destructor? ¿Me llaman el destructor?
- Es un buen mote.
Chris se quedó en silencio. Dejó caer el bolígrafo, y suspiró. Se apoyó en la mesa, sintiéndose derrotado. Casi se olvidó de la presencia de Paul, que le puso una mano en la espalda.
- ¿Qué ocurre? – preguntó el chico - No es tan malo. Tú has matado a nadie de mi familia, Chris, y sé que no lo vas a hacer, así que esto no va a cumplirse. Sé que estas cosas no hay que tomárselas a broma, pero esto es una tontería. Es más o menos lo mismo que había dicho mi padre, y sólo confirma lo que te decía: es absurdo. No tengas miedo.
Chris suspiró más.
- Paul, ya se está cumpliendo.
- Chris, no digas tonterías…
- "El niño que compartas los poderes de la madre del destructor". Dijiste que Jason explotaba cosas. Mi madre tiene ese poder.
- Lo sé, mi padre me lo dijo. Pero sigue siendo absurdo. Tú no mataste a Jason, fui yo…
Chris cerró los ojos.
- ¿Chris?
Paul sonó dubitativo aquella vez.
- Si lo hice, Paul. Maté a Jason.
- ¿Qué? No, no hiciste tal cosa. Lo recuerdo, Chris, aquella noche… Le golpeé, y se dio en la cabeza…
- Fui al hospital – dijo Chris al final. – Cuando Nick me habló de tu hermano fui al hospital. Sabes que puedo curar… Pensé… creí que podía curar a tu hermano. Aunque eso…eso es incumplir las normas… e incumplir las normas tiene un precio. Jason se despertó, pero…se suponía que no debía hacerlo. Que nunca iba a despertar. Así que murió. Le… le mate. No sabes… no puedes imaginarte cuanto lo siento. No fue… no quise… no era mi intención. Yo quería salvarle. Lo hice… Le… le curé…"Salvé a aquél al que tenía que matar", como dice la profecía. Intenté salvar a Jason y no pude. Se ha cumplido. Mi hora ha llegado. – confesó Chris, sintiéndose un miserable. Los remordimientos le mataban. La Anciana había dicho… había dicho que el niño hubiera muerto igual, o que nunca hubiera despertado. Pero Chris no dejaba de pensar que había sido culpa suya…y ahora era también causa de su propia muerte…
No tuvo tiempo para autoodiarse más, porque sin previo aviso Paul se abalanzó sobre él. Le cogió de las solapas de su chaqueta y lo empotró contra la pared. Los pies de Chris no tocaban el suelo y Paul puso su brazo contra su garganta, medio ahogándole. Chris estaba inmovilizado, contra la pared.
- ¡Ya lo creo que ha llegado tu hora, cerdo hijo de puta! – bramó el chico. Seguía en ropa interior, pero por alguna razón eso sólo le hacía más intimidante: hacía que uno se diera cuenta de lo grandes que eran sus bíceps y de lo marcados que estaban sus abdominales. Paul tenía un cuerpo ejercitado en el gimnasio. Probablemente era más fuerte que Chris, y aunque no fuera así, en la posición en la que le tenía Chris difícilmente se podía defender. - ¡Asesinaste a mi hermano!
- Fue…fue un accidente – intentó decir Chris. Le faltaba el aire.
- ¡Era un niño! ¿Crees que puedes coger, decir que lo sientes y arreglarlo todo? ¡ERA MI HERMANO!
Paul apretó más su antebrazo contra el cuello de Chris justo antes de soltarlo, y dejarlo caer. Chris cayó al suelo de rodillas. Apoyó una mano en el suelo y se llevó otra a la garganta, intentando recuperar la respiración. Cuando levantó la cabeza, vio que Paul estaba junto al escritorio de su padre, con un cajón abierto, y que sacaba algo de ahí. Una pistola.
"Mierda, mierda, mierda"
- Paul, cálmate…
- ¿Que me calme? ¿Hará eso que mi hermano reviva de nuevo, Chris? ¿O lo harás tú? El poderoso luz blanca que se cree Dios, capaz de controlar la vida y la muerte – se burló Paul, mientras avanzaba hacia él. Aquellas palabras le recordaron vagamente a algo que había dicho Nick. Tal vez fuera cierto. Tal vez Chris necesitara controlarlo todo; la vida, y la muerte de quienes le importaban. Tal vez si se resignara ante los hechos…. Si fuera capaz de rendirse…Si no se creyera destinado a salvar a los que le rodeaban no hubiera intentado ayudar a Jason…y no se habría convertido en el Destructor.
- ¿Quieres matarme Paul? Entonces hazlo. Somos brujos. Hay muchas formas. Seguro que el libro de tu padre tiene varios hechizos… Lo difícil en nuestro caso no es matar, sino evitar hacerlo. Se supone que…
- Pues entonces escojo la opción fácil, Christopher -interrumpió Paul, y le apuntó con el arma. – Ahórrate los discursos morales.
- ¡Paul, baja eso! Podrías hacerte daño. ¡Las armas no son un juguete!
"Mierda."
¿Sabía el chico disparar siquiera? Chris se sorprendió a sí mismo preocupándose por Paul antes que por él. El ya se daba por muerto. No es que creyera que Paul fuera un asesino, pero tenía genio, un arma y un motivo para matarle. Y había una profecía que vaticinaba su defunción. Pero Chris no pude evitar recordar la otra parte, lo único de toda aquella profecía que no encajaba: "será causante de la muerte de otro". ¿Y si era el causante de la muerte de Paul? ¿Y si después de matarle Paul se suicidaba, o su arma se disparaba sola? Chris odiaba las armas de fuego. Las odiaba tanto…
Paul rió con sarcasmo.
- ¿Yo? ¿Yo podría hacerme daño? Es a ti a quien estoy apuntando, hijo de perra.
- ¿De dónde… de dónde has sacado eso…?
Chris intentaba ganar tiempo.
- Ya lo has visto. Del escritorio de mi padre.
- ¿Guarda un arma en un cajón, cuando hay niños en la casa?
- Mis hermanos ya saben que no deben entrar aquí cuando él no está. Además, el cajón se desbloquea a la vez que la caja fuerte.
- ¿Qué hace… qué hace tu padre con un arma?
- Estamos en EEUU, Chris. Mi padre caza demonios en sus ratos libros. ¿Qué querías que usara, margaritas?
- ¡Hechizos! ¡Nosotros peleamos con magia!
- Me parece que una bala me será más útil ahora mismo que cualquier palabrita mágica. ¿Es eso lo que quieres discutir? ¿La forma en la que vas a morir? – preguntó Paul, socarrón, agitando la pistola.
- ¡Paul! ¡Baja eso, es peligroso! ¡Y no te apuntes al pie, haz el favor!
"…Pero tampoco hace falta que me apuntes al pecho…"
- Haces demasiado ruido, Chris. Pero puedes gritar si quieres, que nadie te oirá. Tal vez mi hermano también gritara. ¿Lo hizo?
¿Por qué sonaba como un psicópata? Chris cada vez tenía más dudas de que el chico supiera manejar un arma de verdad. Era un revolver. ¿Los revólveres tenían seguro? Chris lamentó saber tan poco sobre armas. En ese momento su vida podía depender de ello. Más que su vida, la de Paul. Quizá él ya estaba condenado…No quería ser el que "causara la muerte del otro". Con un Anderson en la conciencia ya tenía suficiente.
- Paul…piensa lo que estás haciendo…por Dios, ¿sabes si quiera manejar eso?
El chico rió, de nuevo sarcásticamente.
- No tengo licencia de armas, si te refieres a eso. Pero sí, se disparar. Desde hace dos días.
¿Patrick le había enseñado a disparar? Amantes de las armas. ¡Daban asco!
- Paul, tú no eres un asesino.
- ¡NO ME DIGAS LO QUE SOY O LO QUE NO SOY! ¡TE ACERCASTE A MI COMO UN AMIGO DESPUÉS DE MATAR A MI HERMANO! – bramó Paul, y entonces el arma se disparó. Por su cara de susto Chris entendió que no lo había hecho aposta. Paul dejó caer la pistola y se llevó las manos a los oídos, porque el ruido le había dejado momentáneamente sordo. A Chris también: los disparos reales suenan mucho más fuerte que los de la televisión, y más cuando son en una habitación y no al aire libre. Luego se dio cuenta de que si estaba pensando en aquello era porque no estaba muerto y sólo entonces se miró para comprobar que no estaba herido, y Paul tampoco. El tiro había dado en la pared.
Sin dar tiempo a que Paul recuperara la pistola, se abalanzó sobre él y pateó el arma para alejarla. Paul intentaba golpearle y Chris de detenerle. Poco a poco los oídos de Chris fueron recuperándose y empezó a escuchar de nuevo. Paul le insultaba, pero él no le prestó atención.
- ¿¡En qué demonios estabas pensando!? – le gritó - ¿crees que por un par de lecciones ya sabes disparar? ¡Podías haberte matado? ¿Es eso lo que quieres?
Paul no le escuchaba. Se cernía sobre él sin tregua. Chris se llevó algún que otro puñetazo y cayó al suelo. Se golpeó la cabeza y dejó escapar el aire entre los dientes.
- Maldito mocoso.
Chris también se estaba enfadando, como era natural. Nunca había sido tan peleón como Wyatt pero nadie aguanta que le apunten con un arma y que le peguen sin molestarse al menos un poquito. Paul estaba fuera de control, y más le valía frenarle antes de que hiciera alguna tontería más. Se levantaron del suelo y sin pensarlo, Chris le arrastró hacia una silla. Se sentó y luchó para ponerle encima de él. Pasó una pierna por encima de las de Paul, para impedir que se moviera, y entonces le golpeó, duro y fuerte, en el trasero. Después de ese vinieron varios más. Al principio parecía que Paul no se daba cuenta de lo que estaba pasando. Seguía intentando soltarse haciendo mucha fuerza. Pero ahora era Chris quien tenía ventaja sobre él, por la posición.
- ¿Qué haces capullo? – preguntó Paul mientras seguía intentando soltarse. Chris le sujetó las manos a la espalda con su mano izquierda, y se dio cuenta entonces de que Paul lo había preguntado en serio, confundido de verdad: nunca debían de haberle castigado así y no parecía capaz de asimilar lo que estaba pasando.
- Te estoy castigando – respondió Chris, con tranquilidad, y continuó.
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- ¡Tú no puedes castigarme!
- Es evidente que sí puedo.
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- No eres nadie ¿me oyes? ¡No tienes derecho a hacer esto! – bramó Paul, pero ya había dejado de moverse tanto, entendiendo, tal vez, que no se iba a poder soltar.
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Chris hasta sentía lástima. Tenía que ser muy confuso verse en aquella situación, pero él se lo había buscado.
- Te dije una vez que no permitiría que te pusieras en peligro. – le recordó.
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- Tal vez no sea nadie como tú dices, pero no voy a dejar que manejes un arma.
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- Es peligroso.
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- Es irresponsable
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- Y podías haberte matado.
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Chris le estaba pegando fuerte…Paul había intentado matarle y además por poco se dispara a sí mismo en un pie. Pero sabía que era la primera vez que le castigaban así y no quería pasarse. Paul no lloraba ni se quejaba en voz alta, así que era difícil saber si aquella era la intensidad correcta. Una cosa era segura: sólo llevaba unos calzoncillos, así que aquello debía de estarle doliendo, y bastante.
- Las armas no son una broma. Esas cosas matan ¡y tú no eres un asesino!
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Paul debía de haber hecho voto de silencio, aunque Chris oía cómo dejaba escapar el aire tras cada palmada. Al menos estaba quieto, definitivamente más calmado.
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- Prométeme que nunca tocarás un arma de nuevo. Al menos sin licencia. Prométemelo.
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Paul no respondía. A Chris el dolía la mano, debido a la fuerza que había estado imprimiendo en los azotes. Si a él le dolía la mano al chico tenía que dolerle bastante.
- Prométemelo, Paul, y paro.
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Nada. Maldito orgullo.
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- Podemos estar aquí todo el día, o puedes ser razonable y entender que lo que has hecho es una tontería, que las armas son peligrosas, y que no puedes volver a utilizar una.
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Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Chris utilizó toda su fuerza en lo que esperó fueran las últimas palmadas. Nunca le había pegado tan fuerte a nadie pero Paul no era su hijo ni el de sus hermanos, así que no creía que debiera pasar al nivel de bajarle la poca ropa que tenía.
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Nada. Era frustrante. ¿Y cómo podía aguantar sin quejarse?
- Paul, en mi casa tengo un cepillo y ahora mismo podría orbitarlo. No creo que a ti te convenga que lo haga. Esto pretendía ser sólo una forma de calmarte y de que entraras en razón pero si te vas a poner terco puedo aprovechar para enseñarte también a no insultarme, no pegarme y definitivamente no intentar estrangularme. Así que dime, ¿vas a volver a utilizar un arma?
Silencio. Chris suspiró, y orbitó el cepillo.
- Tú lo has querido. Ahora sí que puedo estar así durante horas, te aseguro que el cepillo no se va a romper.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Por qué eres tan terco? Me has insultado, me has golpeado, y me has apuntado con un arma, y lo único que te estoy pidiendo es que me prometas que nunca tocarás un arma de nuevo porque no quiero que te hagas daño tú.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Entiendo que quieras matarme, te sorprendería saber cuánta gente quiere hacerlo, pero no pienso permitir que te hagas daño a ti mismo.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Auch.
Aquél fue el primer semi grito de Paul.
- Sé que duele. Un disparo duele más. Si quieres que pare sólo tienes que decir que no cogerás un arma.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¡AH!
- Sólo dilo, Paul.
Chris se mordió el labio. A él le había dicho que podían estar así horas, pero en realidad no pensaba hacerlo. Acabaría por hacerle daño de verdad, y no quería eso. Tampoco iba a ser capaz de oírle gritar por mucho más, no era de piedra.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Está bien, no volveré a coger un arma.
- Gracias a Dios. – suspiró Chris, y orbitó el cepillo a su sitio, bien lejos de allí. Soltó el agarre que tenía sobre Paul, y él pareció entender, porque se levantó.
Tenía la cara muy roja, como congestionada, pero no lloraba. Tampoco hacía nada. Sólo se quedó allí, quieto, mirando al suelo, apretando los puños contra el costado.
- ¿Estás bien? – preguntó Chris, con voz suave.
- Sí. – respondió Paul, pero no sonaba como si lo estuviera.
- ¿Seguro?
- Sí.
- Ahora voy a abrazarte – avisó Chris, y se dispuso a hacerlo. Paul ni se apartó ni se lo devolvió. Siguió allí de pie, quieto, envarado. Chris le abrazó con más fuerza, y le acarició la espalda. Entonces y sólo entonces Paul empezó a llorar. Flojito, sin apenas ruido, pero temblando todo él.
- Ya está, ya pasó. ¿Por qué eres tan testarudo? Me habría detenido mucho antes. Quiero que entiendas que las armas son peligrosas, Paul. Se disparan por accidente, como ya has comprobado. Sé que la muerte de tu hermano duele, y duele mucho. Puedes culparme si quieres. Te aseguro que yo lo hago. Pero no soy un asesino, Paul. No pretendía hacerle daño. Quería sanarle. No puedes reaccionar así. Tú tampoco eres un asesino.
Paul no le respondió, pero de pronto Chris notó presión en su espalda, señal de que el chico le estaba abrazando también.
- Yo si lo soy. Yo le maté.
- Eso no es cierto. Fue un accidente. Los accidentes ocurren. Es horrible, es injusto, pero sucede. No tienes la culpa de lo que le pasó a Jason.
Paul lloró con más fuerza y Chris sintió que Paul necesitaba oír esas palabras, pero de boca de su madre y de su padre. Al menos, alguien se las decía y algo es algo.
- Sssh. Ya está. Vamos, no llores.
Paul gimió y siguió abrazado a él un poco más. Luego, recuperó la vergüenza y la compostura, y se separó.
- Me duele – protestó.
- Bueno, me extrañaría si no lo hiciera. Estabas fuera de control, tenías que calmarte y habías hecho muchas tonterías. Y que te quede claro que tocar un arma de nuevo o ponerte en peligro te llevará sin duda a que te de una azotaina.
Paul miró al suelo, con vergüenza, y se frotó el trasero.
- Es…es la primera vez que…
- Ya lo he supuesto. Anda, ven aquí. La mejor parte de esto es que luego todo el mundo es amable contigo. Ven que te de un abrazo.
Paul iba a hacerlo, pero de pronto estar en calzoncillos le daba mucha vergüenza por alguna razón. El culo le dolía horrores. Estaba seguro de que no se iba a poder sentar por un buen rato sin acordarse de aquello. Quiso huir a su cuarto, a ponerse unos pantalones y a llorar donde no le vieran hacerlo. Él era un hombre adulto, no podía llorar como un crío…Pero es que…¡le habían tratado como a un crío! Chris le había puesto sobre sus rodillas y le había golpeado como a un bebé. Su padre jamás le había castigado así…aunque tuvo que reconocer que a su padre nunca le había apuntado con un arma ni dado de puñetazos... Además del hecho técnico de que su padre no había podido tocarle hasta hacía unas semanas, y eso como que dificultaba un poco determinados castigos. Paul por fin vio algo bueno en aquello de que su padre no le hubiera podido tocar. ¿Cómo se había atrevido Chris a hacerle eso? Sin embargo, supuso que era mejor "eso" que una denuncia por golpearle, apuntarle y tratar de matarle. Por qué…no le iba a denunciar ¿verdad? Tenía varias denuncias como menor, y aquello se consideraba reincidencia. Ya era mayor de edad y tenía antecedentes, aunque nunca había ingresado en prisión ni en un centro de menores. Pero si Chris le denunciaba entraría en la cárcel. De pronto le miró con recelo, como intentando adivinar lo que Chris estaba pensando.
Chris por su parte se había quedado con los brazos semilevantados, porque Paul no había querido abrazarle. Creyó ver que estaba avergonzado, así que puso una mano en su hombro y se lo frotó cariñosamente.
- ¿Por qué no vas a vestirte? – le sugirió - Podrías enfriarte.
No hizo falta que se lo repitiera. Paul salió prácticamente corriendo. Cualquier cosa con tal de salir de allí. Pero, no pudo evitar pensar que era raro que le sugirieran cuando vestirse en su propia casa. Era como si entre su padre y Chris se hubieran propuesto hacerle sentir un niño otra vez, y la sensación no le gustaba.
Chris cogió la pistola con dos dedos, como quien coge algo asqueroso, y volvió a meterla en el cajón. Luego pasó el dedo por el agujero de la pared.
"Eso estuvo cerca, Chris. Esto es lo que te espera a partir de ahora: a cada momento vas a esperar tu muerte."
Pero se aferró a una esperanza: él había matado a Jason, cierto, pero no había causado la muerte de ningún otro Anderson. Había temido causar la de Paul, pero nadie había salido herido. La profecía no se había cumplido aun, entonces. No era la hora de su muerte, y no lo será mientras evitara dañar a ningún Anderson. Cosa que no quería hacer, así que no tendría que ser muy complicado.
Haber sobrevivido a ese momento de locura en el que la pistola el apuntaba directamente al corazón le hizo replantearse a qué cosas valía la pena tener miedo. No temería a unas palabras, aunque estuvieran escritas en gaélico. Por intentar no cumplir la profecía, podía acabar cumpliéndola. No debía obsesionarse. Chris acababa de escapar de la muerte, así que se sentía bastante animado y positivo, además de cargado de adrenalina.
Cuando Paul bajó de nuevo, deseó que Chris se hubiera ido, pero por supuesto, no lo había hecho. Estaba perfectamente vestido, y mucho más sereno, dispuesto a recuperar su dignidad y su "adultez". Estaba indignado, no sólo por lo que había hecho Chris, sino también consigo mismo, por haberse dejado vencer tan fácilmente. Y estaba indignado también por haber olvidado con tanta rapidez el motivo de todo aquello. De acuerdo, lo de la pistola había sido una locura, y podía entender que no había sido culpa de Chris, pero se merecía que le gritara y que le golpearan, por idiota e intentar salvar a su hermano sin conseguirlo. Ergo si Chris merecía la paliza que había intentado darle, él no merecía ser castigado. No señor.
- Pienso decirle a mi padre lo que ha pasado – le dijo, cuando volvió a la habitación - Y también lo de Jason.
Mmm. Eso muy adulto no sonó. Quizá ir de acusica no era lo mejor para demostrar que ya no era un niño. Aun así, intentó mantener la pose, aprovechando además el hecho de ser más alto que Chris para tratar de imponerse.
- Te deseo suerte. Le encantaré que le expliques ese agujero en la pared – respondió Chris, conteniendo una sonrisa.
- ¡Ese agujero tendría que estar en tu frente! – dijo Paul, pero a Chris le sonó a amenaza vacía…a rabieta.
- Veo que no estás de muy buen humor. Te dejaré sólo, entonces.
- Eso, vete, y no vuelvas.
Chris rodó los ojos. Como un crío.
- Claro, claro. Llámame si me necesitas. – dijo, como despedida, y orbitó.
Apareció en el almacén del P3, donde justo estaba entrando Wyatt cargando unas cajas. Su hermano dio un respingo y dejó caer las cajas.
- Joder, Chris, casi me matas de un infarto. ¿Dónde has estado?
- Haciendo de…de… mira, no sé muy bien de qué. De luz blanca, de hermano y de padre, todo eso a la vez.
- ¿Con Paul?
- Sí. Es el único grano en el …digo, el único cargo que tengo por el momento.
Wyatt rió.
- Que yo sepa, tienes tres granos en el culo más.
- Muy gracioso, Wy.
- Es la verdad, desde el cariño.
- Mis hijos no son nada de eso. Son estupendos. Esta misma mañana me han hecho sentir muy bien, y lo más importante de todo, no me han apuntado con un arma.
- ¿Qué?
- Lo que oyes. Paul me ha confundido con su nueva diana.
- ¿Hablas en serio? ¿Estás bien? – preguntó Wyatt, ya sin bromear.
- Sí, sí. Creo que va a crecerme otra cabeza del porrazo que me he dado pero por lo demás estoy perfectamente. Le conté lo de Jason. Y no…se lo tomó bien.
Le contó lo que había pasado, y luego Wyatt se empeñó en curarle, a pesar de que sólo tenía un chichón. Bueno, y la mano le ardía.
- Siento haber desaparecido, dejándote tirado.
- Estabas muy ocupado siendo víctima de asesinato. Además, así estamos en paz por el Viernes.
- Cierto, que te vas. ¿Traerás a los niños el Jueves por la tarde?
- Si te parece bien…
- Estupendo.
- Quizás deba dejarlos con los abuelos, o con Melinda…
- Thomas está fuera, y los hijos de Melinda son todos pequeños. Cinco niños son muchos para ella sola. Yo tengo a Nick y Peter para que me echen una mano, y tus hijos no van a dar ningún problema.
- Alex puede que no, estará en su línea, pero Vic….ármate de paciencia.
- Tranquilo.
- ¿Estás seguro? Con todo lo de Amy…¿cuándo se muda? ¿Mañana?
- Sip.- dijo Chris, y sintió mariposas en el estómago.
- Y nada más mudarse, le caen dos sobrinos del cielo. Quita, quita, será mejor que…
- Será mejor que no discutas y recojas esas cajas. – interrumpió Chris, sonriendo.
- Te veo de buen humor. ¿No estás preocupado por eso que me has contado de la profecía?
- Ya no. No voy a causar la muerte ni de Paul ni de sus hermanos. Así que, no voy a morir. Por si acaso me alejaré además de los sitios altos.
- Que hayas evitado que le pase algo a Paul una vez no quiere decir que…
- No seas plasta, ¿quieres? Déjame disfrutar del momento. Una buena noticia de vez en cuando no le hace daño a nadie.
Sin embargo, era tarde. Chris sabía que su hermano tenía razón. La profecía podía seguir cumpliéndose, sólo que más adelante. Si "estaba escrito" que iba a hacer daño a algún otro Anderson, y que se iba a morir, acabaría por suceder. Cuando regresó a su casa dos horas más tarde, parte del buen humor de Chris se había extinguido. Esperó a sus hijos tumbado en el sofá, lo cual no era habitual en él, pero estaba cansado. La adrenalina se había esfumado y en su lugar sólo estaba el cansancio de haber luchado contra un chico de unos noventa kilos. Y seguro que lo de haber estado a punto de morir también influía. Aun así, intentó estar animado cuando vinieron sus hijos.
- Hola papá. – dijo Peter al entrar. Llevaba a Leo de la mano, y entonces Chris recordó que no vería a Nick hasta la noche. Eso le deprimió aun más. Vaya mierda. Sin embargo, Peter le sonreía abiertamente, y su sonrisa era contagiosa.
- Hola - les dijo.
- ¿Todo bien? – preguntó Peter, receloso por lo que había notado aquella mañana, y por notar a su padre menos alegre que de costumbre.
- Sí. Bueno, puede que venga el padre de Paul a darme un puñetazo.
- ¿Y eso por qué?
- He estado con Paul. Le he contado lo de Jason. Y hemos tenido una pelea.
- Jod…- empezó a Peter. Luego se fijó en Leo y rectificó – Jolines. Anda peque, vete a cambiar que además hace calor para ese pantalón tan largo.
Peter esperó a que Leo se fuera, y luego preguntó:
- ¿Pero pelea en plan "eres tonto" o pelea en plan "hagan sus apuestas?
- Pelea en plan "hagámosle un agujero nuevo a Chris". – respondió, intentando trivializar la situación. – De todas formas, eso ya está arreglado. La cosa es que después…digamos sólo que le he castigado, por lo que puede que su padre quiera darme otro puñetazo.
- ¿Qué? Papá, ¿ha intentado matarte y tú "le has castigado"? Voy a robar un banco. Seguro que el juez me pone de cara a la pared.
- He hecho algo más que ponerle de cara a la pared. Sólo es un crío asustado y enojado. Y ahora mismo, adolorido.
- Vale, vale. Demasiada información. ¿Has pegado a un amigo nuestro? Papá, no puedes ser tan controlador…
- ¿Controlador? ¿Controlador? – preguntó Chris. Esa palabra era su punto débil de aquél día. Era su afán de mantener a la gente a salvo lo que parecía traer los peores problemas. - ¡Manejó un arma sin saber cómo se hacía1 La pistola se disparó y casi me vuela los sesos. Y estuvo a punto de darse en un pie. Así que discúlpame si soy un poquito "controlador".
- Vale, vale. – dijo Peter, alzando las manos en señal de paz. – Sólo digo que… madre mía, que locura.
Peter sacudió la cabeza y se marchó, aun dándole vueltas a lo que le había contado. Notó además que su padre estaba "de bajón" y sentía que el motivo principal se le escapaba. Era algo que Nick sabía, eso seguro…
Peter volvió un par de minutos después, sonriendo.
- Sé de algo que te va a animar – le dijo a su padre.
- ¿El qué?
- Hay un mensaje de Amy, que pregunta si puede venir hoy a dejar algunas cosas, pero ya que estamos al secuestramos y pasamos la tarde con ella.

Chris sonrió. Peter había estado en lo cierto: aquello le animó bastante.

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