lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 61: Lo más valioso



 


Chapter 61: Lo más valioso
 


Peter se durmió con la cabeza apoyada en las piernas de Chris, agotado por todo lo que había pasado. Su padre le acariciaba el pelo de vez en cuando, y eso le hacía sonreír en sueños. Christopher hablaba con Wyatt en voz baja por no despertarle.
- Es alucinante – comentó Wyatt, cuando Chris le repitió las peleas que Peter había reproducido minutos antes para él, explicándole cómo había vencido a cada enemigo.
- No, no es alucinante. Es estúpido, arriesgado e irresponsable. – susurró Chris, airadamente.
- Sólo digo… que parece increíble que un chico que acaba de descubrir sus poderes sea capaz de luchar así y salir con vida. Aun no ha desarrollado todos sus poderes como demonio y lo que cuentas es… es alucinante. – repitió Wyatt, visiblemente impresionado.
Chris gruñó, y miró a su hermano como si quisiera asesinarle.
- Ahórrate eso cuando esté despierto. No necesita que le animen. Peter acabará por conseguir que le maten. No voy a dejarle sólo ni un maldito segundo. No voy a perderle de vista.
- Vamos, Chris. Sé que lo que ha hecho es una tontería, pero no necesitas ser sobreprotector. El chico no volverá a hacerlo, creo que ya has dejado claro tu punto. Demasiado claro, en realidad – dijo Wyatt poniendo una mueca.
- ¿Le estás defendiendo? ¿Wyatt "no-te-pongas-en-peligro" Haliwell está defendiendo a su sobrino después de que lleve semana y media escapándose al inframundo a tratar de que lo maten? Siempre te has enfadado con él cuando ha hecho algo peligroso. No te pega ser prudente, pero me gustaba. Es hipócrita de tu parte defenderle ahora.
- Chris, claro que no quiero que se ponga en peligro, pero el único hipócrita eres tú. ¿Cuántas veces fuiste tú al inframundo sin apenas dormir?
Chris guardó silencio, malhumorado. Ese no era el rumbo que quería que tomara la conversación.
- Eso es diferente. Yo era mayor que él cuando bajé, no lo hice a escondidas, y utilicé mis poderes desde bebé.
- Pero la forma de luchar era la misma. Ardiente y desesperada, como si fuera la única misión en vuestra vida...
- Peter realmente se cree eso.
- Tú debías de creértelo también – dijo Wyatt.
- Esto no es sobre mí.
- ¿No te das cuenta? Peter es exactamente como tú. Se te parece mucho. Me di cuenta una vez, durante el viaje que hice con ellos, al mirarle a los ojos. Aun no sabía que era tu hijo biológico, y ya vi el parecido. Y no sólo en lo físico.
- Me parezco más a Nick.
- No. Nick se parece a mí. Peter tiene tus mismas estupideces, filosofías e inseguridades, sólo que multiplicadas por mil.
- ¿Y qué si es así?
- Pues, que si quieres que no baje ahí a jugarse el pellejo, tienes que hacer algo más que castigarle. Con vosotros eso no funciona.
- Sé lo que estás sugiriendo, Wy, pero no puedo quitarle sus poderes. Ya lo he pensado, incluso le amenacé con eso cuando me dijo que quería luchar, pero descarté la idea.
- ¿Por qué?
- Porque quitárselos a Leo no fue una buena idea: no pudo defenderse cuando atacó Barbas. Porque odio cada vez que Peter me quita mis poderes, lo odio de verdad, es una sensación de estar incompleto que me vuelve loco, y no quiero hacerle lo mismo. Porque he visto el precio que se puede pagar por intentar "moldear" a un hijo con la intención de mantenerle seguro: no quiero obligarle a mantenerse lejos de la magia, como hizo Patrick con Paul. No da buenos resultados, y Peter buscaría la forma de recuperar lo que es suyo. Y, sobre todo, porque daría igual: yo sólo puedo atar sus poderes de bujo. No puedo atar sus poderes de demonio, y los Ancianos, que tal vez podrían, jamás querrían hacerlo. No harían nada que interfiriera en su preciosa idea del destino. De hecho puede que estén encantados con sus recientes escapadas. "Peter, el aniquilador de demonios" se ajusta bastante bien a lo que pone en el maldito Libro de las Sombras.
En ese momento, orbitó ante ellos Leo, con su túnica de Anciano y todo su esplendor de "vengo a deciros algo malo". Antes de que Chris o Wyatt pudieran decir nada, Leo estalló:
- ¿¡QUÉ RAYOS ES LO QUE HA PASADO!?
Chris suspiró, porque el grito había despertado a Peter. Le acarició el pelo.
- Duerme un poco más, tesoro. Tus hermanos están a punto de llegar del colegio. Te despertaré para comer.
Con delicadeza, Chris se levantó y salió del cuarto, indicando a su padre que hiciera lo mismo. Wyatt les siguió.
- Parece que al menos un Anciano no está tan contento – murmuró Wyatt en su oído.
- Porque es su nieto.
Sin embargo, Chris se equivocaba. Leo estaba allí como abuelo, pero principalmente estaba como Anciano, con el encargo de entregar un mensaje. Cuando se alejaron de la habitación, Leo les abordó.
- ¿Es cierto? ¿Peter ha estado en el inframundo? – preguntó.
- ¿Cómo os habéis enterado tan rápido? – inquirió Chris. Aun no había tenido tiempo de contárselo a su padre, y por tanto a ningún Anciano.
- Fue bastante notorio cuando los demonios empezaron a morir sin explicación. Me preguntaron si las Embrujadas estaban detrás de esto, pero yo sabía que no. Luego pensé en vosotros dos, pero no había ninguna razón para que estuvierais haciendo incursiones allá abajo. Jamás se me ocurrió pensar en Peter. Cuando me lo han dicho… Me alegro de que esté bien, así puedo matarle yo mismo.
- Chris te ha ahorrado el trabajo – dijo Wyatt, intentando aligerar la tensión. Hacía tiempo que no veía a su padre tan preocupado.
- Los Ancianos están furiosos, Chris. – siguió Leo, ignorando a Wyatt. – Realmente furiosos.
- ¿Por qué? ¿No es esto lo que quieren? ¿No es lo que se supone que Peter tiene que hacer?
- Peter es un demonio, Christopher. ¿En qué mundo se supone que tiene luchar con los de su propia especie?
- Pero…es….es el "Hijo de las Brujas"…El Libro dice que "los demonios le tendrán miedo…."
- Sí, esa parte ya la ha cumplido a la perfección. Todos los demonios del inframundo temen ahora a Vraskor, pero creo que se espera de él que haga algo más.
- ¿El qué? – exigió saber Chris - ¿Qué es lo que se espera que haga mi hijo? ¡Tengo que saberlo! ¡Tiene que saberlo! No somos piezas de ningún juego. Ellos no pueden esperar que, simplemente, se siente a esperar el siguiente movimiento. Por eso ha hecho esto. Siente que está destinado a ello, que es para lo único que sirve, que es lo que se espera de él. Necesitamos respuestas, papá.
- Lo lamento, hijo, pero yo no las tengo. No sé qué es lo que tiene que hacer Peter, pero si sé que no se supone que él deba ir por ahí aniquilando demonios sin provocación. Eso no lo hacemos ni nosotros.
- Lo sé. Él lo sabe ahora. Pero ayudaría bastante que los de ahí arriba se explicaran mejor.
- Los Ancianos no sabemos el futuro, Chris. Sólo intentamos construirlo.
- Pues no es vuestro trabajo. Es mi futuro y el de mi hijo, y elegimos nosotros – espetó Chris, y se dio la vuelta, furioso, rabioso, y frustrado. Su padre le detuvo, sin embargo, agarrándole el brazo.
- ¿Cómo está mi nieto? – preguntó – Espero que sepas que he venido para algo más que para transmitirte el disgusto de los Ancianos. ¿Cómo está?
Chris se apaciguó bastante ante la sincera preocupación que su padre demostraba por su hijo.
- Está bien. Cansado. Creo que convertirse en Vraskor le agota. Apenas ha dormido y ha estado yendo a dos escuelas y a reiterados combates a muerte. Cansado es un buen estado ahora mismo. Me alegro de que esté cansado: significa que está vivo.
- ¿En qué rayos estaba pensando?
- En ser útil.
- Muerto no será de ninguna utilidad para nadie.
- ¿Papá? – llamó Peter, desde su cuarto. Chris fue a ver qué quería. Se agachó junto a su cama, y le sonrió. - ¿Aun estás enfadado? – preguntó el chico.
- Mucho – dijo Chris, pero mirándole con ternura. Le colocó un rizo.
- ¿Y ahora qué hago? ¿Qué se supone que tengo que hacer para que dejes de estarlo?
Peter parecía descolocado. No estaba acostumbrado a que los enfados de su padre durasen mucho tiempo. Generalmente, después de castigarle hacían las paces. Y que no es que siguiera regañándole, pero decía que seguía enfadado.
- Cuidarte. No poner tu vida en peligro. Eso estaría bien, para empezar – respondió Chris, y le dio un beso en la frente. - ¿Has dormido bien?
Peter asintió.
- ¿Tienes hambre?
- Mucho.
- ¿Esperamos a tus hermanos o quieres comer ahora?
- Les espero. Pero tendría que haber ido a…
- Ni lo menciones. Hoy no has ido a clase porque tenías que dormir, y yo te tenía que matar, pero de todas formas esta tarde no vas a ir tampoco a la escuela de magia, y me pensaré lo que haces mañana.
Peter sabía que era mejor no discutir, así que no lo hizo.
- No me has matado – dijo luego, con humor en la voz pero a la vez con timidez, en una combinación tierna.
- Supongo que no. ¿Te duele?
Las mejillas de Peter se encendieron.
- Sí.
Era el castigo más duro que había recibido de Chris y, aunque estaba acostumbrado a cosas peores, desde luego no era algo agradable ni que quisiera repetir.
- ¿Más, o menos que la quemadura que traías?
- Menos, claro. Mucho menos. – respondió Peter, sin entender la pregunta de su padre.
- Pues no lo olvides. La próxima vez, podrías no tener tanta suerte y que la quemadura o el golpe, o el ataque de cualquier demonio te causara heridas mortales. Así que no puede haber próxima vez.
- No…no la habrá. No quieres que me pase nada, lo he entendido. Nada de cazar demonios para mí, ponga lo que ponga en ningún Libro.
Chris le sonrió.
- Eso es lo que tenías que decir para que dejara de estar enfadado contigo – dijo, y se levantó, porque se le estaban cansando las piernas de estar agachado. – Ha venido el abuelo. Está afuera, hablando con Wyatt. Ve a saludarle, anda.
Peter asintió, y se sentó en la cama. No fue una buena idea. Se puso de pie en seguida, y luego se ruborizó. Estaba envuelto en la sábana. No quería ni pensar en la experiencia de ponerse pantalones. Esperó a que Chris se fuera para ir hacia su armario y buscar los más suaves que encontró.
Su abuelo le recibió con una mirada que no supo interpretar. Se acercó a él con timidez y le dio un abrazo.
- Te voy a prohibir la entrada a la biblioteca de la escuela – dijo Leo, en primer lugar. – Y te voy a tener todo el día estudiando las cosas más aburridas que se me ocurran.
- ¿Eso significa que puedo seguir yendo?
- Si tu padre te deja…
- Me deja, ¿verdad, papá?
En ese momento Chris supo que tenía que decir que no. Por varios motivos: porque quería que Peter estuviera relajado unos días y se tomara las cosas con calma. Porque quería pasar tiempo con él. Porque aunque no fuera a atar sus poderes, al menos quería mantenerlos bajo control e impedir que aprendiera más cosas de las necesarias. Y, en menor grado pero dispuesto a ser tomado en serio, porque le había dicho que la respuesta a todo lo que pidiera sería "no". Durante aquellos días tendría que aprender a sobreponerse a la mirada de cachorro de Peter.
- No, Peter. No puedes ir a la escuela de magia por un tiempo. Aun no sé cuánto, así que tampoco me preguntes eso.
Chris pensó que eso iba a provocar una pelea, y estaba reuniendo paciencia, pero se dio cuenta de que no hacía falta.
- Vale – respondió Peter, apenado pero sin discutir. Dio otro abrazo a su abuelo, que ésta vez le correspondió con ternura, y le besó la cabeza.
- Hay demasiada gente que te quiere como para que pongas tu vida en peligro de esa forma – le dijo Leo. – Ven, vamos a por un helado: quiero que me cuentes cómo te las apañaste exactamente para entrar y salir del inframundo. Ni te molestes en decir nada, Chris. Es mi nieto y le doy un helado si quiero, aunque sea de tu nevera. ¿De qué sabor lo quieres?
- De chocolate blanco – respondió Chris por él, resignado a que su padre destruyera todos sus esfuerzos de ser inflexible. – Es su favorito, pero sólo puede tomar si me dejáis uno a mí.
Peter le sonrió, y se fue con su abuelo.
Wyatt le miraba con los brazos cruzados y la espalda apoyada en la pared. Estaba demasiado callado para lo que era habitual en él.
- ¿Qué? – preguntó Chris, incómodo.
- Esto te ha molestado más que las otras veces. Más que cuando desafió a un Derek armado, o cuando fue a buscar a Barbas….Estás mucho más molesto que entonces. ¿Por qué?
- Porque lo ha estado haciendo durante días. Eso significa muchos días en los que podía haber muerto. Y porque yo no he dejado de presionarle con toda la cosa de "no rechaces tu lado demoníaco", pero jamás esperé que hacerlo supusiera un peligro tan grande para él.
- Entonces, ¿no tiene nada que ver con que sea más fuerte que todos nosotros?
- ¿Qué tonterías dices?
- Él sólo. En el infierno. Sin todos sus poderes descubiertos aun. Luchando contra decenas de bichos deseosos de matarle. Prácticamente ileso hasta que le tienden una emboscada. Tu hijo es más poderoso que todos nosotros. Es más poderoso que yo.
- Mira, entonces tal vez todo esto tenga algo bueno: quizás él pueda bajarte los humos, señor Dos Veces Bendito – bromeó Chris, porque lo necesitaba. Necesitaba bromear, y sentir que su hijo no corría peligro.
Nick y Leo llegaron del colegio, y llamaron a Chris desde abajo. En cuanto le vieron, le preguntaron ansiosos:
- ¿Está bien Peter?
- Perfectamente – respondió el propio Peter, saliendo de la cocina con un helado en la mano.
- ¿De verdad has ido al inframundo tú sólo? – preguntó Leo, que se imaginaba ese lugar como el peor del mundo, y posiblemente tuviera razón.
- Sí.
- Papá te habrá matado, pero verás cómo esos idiotas de la escuela dejan de decir que estás ahí sólo por ser el nieto de Leo…- dijo Nick, con admiración exagerada.
- No voy a ir a la escuela en un tiempo, Nick. – le dijo Peter.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque no – dijo Chris, y le quitó la mochila a Leo. - Hola, chicos. ¿Qué tal las clases?
- ¡No cambies de tema! ¿Por qué no le dejas ir? ¡Eso no es justo!
- Me da igual si te parece justo o injusto, Nick. Peter no va a ir por unos días. Tal vez por unas semanas. Tal vez por unos meses.
- ¡Por años ya, si quieres! ¡No puedes hacer eso!
- Puedo, Nick. Y lo cierto es que no tengo por qué discutirlo contigo. Así que deja el tema, y sube a cambiarte. Comeremos en seguida, que tu hermano tiene hambre.
- Peter, ¿a ti te parece bien? – preguntó Nick, indignado.
- Da igual lo que me parezca, Nick. De todas formas, tal vez me venga bien un descanso.
- ¡Qué te va a venir bien ni qué nada! ¡No puede hacerte eso! ¡Papá, no es justo!
- Que os quede claro de una vez: que nadie vuelva a hablarme de justicia. Mi hijo casi se muere delante de mí. Eso es lo que no es justo, y voy a hacer cualquier cosa para evitar que pase de nuevo.
- ¡Átale, es lo único que te falta! Lo que te molesta es que haya pateado a esos bichos, demostrándote que puede hacerlo.
- ¿PUEDE HACERLO? ¿PUEDE HACERLO? Oh, sí, ya lo he visto. Puede andar como un zombie, vencido por el agotamiento. Puede orbitar medio muerto y por los pelos…¿Qué va a poder hacerlo? ¡Si no llega a haberme robado los poderes habría muerto! - rabió Chris, mostrando lo que de verdad le estaba atormentando en todo aquello: el hecho de que el que su hijo estuviera vivo fuera cuestión de suerte. Si no hubiera tenido sus poderes en aquél momento….entonces…entonces…
- Si no le dejas ir a la escuela entonces yo tampoco iré, y bajaré con él al inframundo a continuar con lo que ha estado haciendo.
Chris ni lo pensó. Con sus hermanos ahí, le dio igual, cogió a Nick y lo arrastró al sofá. Se sentó y se le puso encima.
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- Ai, papá ¿qué haces? – protestó Nick. Chris se ahorró el contestarle.
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- ¿Crees que esto es un juego, y que ese sitio se llama "infierno" sólo porque hace mucho calor?
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- No vuelvas a decir eso ni en broma. Ninguno va a bajar ahí.
- Vale – dijo Nick, llorando un poco. Aquella vez Chris sí que estaba enfadado, los tres se estaban dando cuenta.
- Una vez me preguntaste que es lo que tenías que hacer para que no te perdonara. Morir, Nick. Eso es lo que tendrías que hacer para que no pudiera perdonártelo. He perdido a demasiadas personas. Mantendré a mis hijos a salvo aunque para eso tenga que ser un ogro.
Nick se abrazó a él y se limpió los ojos.
- No iré, te lo prometo.
Chris se relajó visiblemente, le dio un beso en la cabeza, y sonrió un poco.
- Más te vale cumplir esa promesa. Tu hermano puede contarte lo que te pasará si no.
Nick hizo una mueca.
- No hace falta. Tu mente es bastante expresiva.
Chris le dio una palmada suave.
- ¿Qué te dije de entrar en mi mente?
- Quería saber si estabas enfadado.
- No estoy enfadado. Pero ahora tenéis poderes. No sois dos chicos normales y tenéis que entender eso. No podéis permitiros el lujo de ser irresponsables, cuando vuestra vida puede ser el precio. Es un precio que no estoy dispuesto a pagar. Sois lo más valioso que tengo. Os lo digo muchas veces, pero parece que lo olvidáis. Anda, Peter, ven aquí. Ven, Leo - llamó, y cuando tuvo a sus tres hijos cerca les abrazó a los tres. No iba a pasarle nada. A ninguno. Por encima de su cadáver.
Su móvil vibró, con un mensaje. Pensó que era Amy: se habían estado llamando y Chris la había visto un par de veces, mientras los chicos estaban en la escuela de magia. Pero era un mensaje de Paul. Hacía mucho que no sabía de él, y le pareció raro que contactara con él y no con sus hijos. Lo abrió:
"¿CÓMO DE PROFÉTICAS SON LAS PROFECÍAS?"

Aunque Chris no sabía a qué se estaba refiriendo ni a qué venía la pregunta, sintió un escalofrío.

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