lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 80: Cambio de familias



 


Chapter 80: Cambio de familias
 


REALIDAD 1
Christopher se sintió como si acabaran de volver a coserle un brazo que le habían cortado. Pero la sensación duró sólo dos segundos porque, cuando abrazó a Peter, notó algo raro. El chico no le devolvía el abrazo. Y de pronto...
- ¡AAAAh! ¡No, suéltame, suéltame!
Peter empezó a gritar, histérico como Chris le había visto pocas veces. Esa reacción se parecía mucho a la que tuvo al verle después del secuestro de Barbas, o cuando le vio con un bate en la mano: Peter tenía pánico.
- Tesoro, cálmate por favor. Soy yo, soy papá. – dijo y le agarró, porque Peter hizo ademan de salir corriendo. Cielo santo, ¿qué le habían hecho a su niño? ¿Por qué estaba tan asustado?
- No me toques…no…no me toques…
- ¿Qué? Tesoro, ¿qué ocurre? Peter…tranquilo, Peter, tranquilo.
- Suéltame…suéltame…
- De acuerdo, tesoro, tranquilo. Te suelto ¿vale? Pero no salgas corriendo. – dijo Chris, sorprendido y preocupado. Poco a poco aflojó el agarre y alejó las manos. Peter temblaba y sus ojos eran los de un niño asustado. Por unos segundos pareció que iba a irse, pero finalmente no lo hizo.
El corazón de Peter latía a mil por hora. Se había visto sólo y atrapado en aquél inframundo similar al suyo, y en seguida le rodearon los demonios. Se abrió paso a través de ellos, en una lucha épica hasta que logró recordar el conjuro que le sacaría de allí. Ya en el mundo exterior, tras tres meses sin ver la luz del día, el sol le cegó, y la gente se le quedó mirando, pues estaba cubierto de sangre de demonio. Entró a un servició público, se lavó la cara y las manos, y no reconoció al tipo del espejo. Era él, desde luego pero tenía el pelo mucho más corto. Sus rizos seguían ahí, pero estaban bien peinados. El piercing de su oreja había desaparecido. Y vestía aquella…aquella estúpida ropa de niño bueno…Barbas había hecho aquello. Barbas le había cambiado, para que se pareciera al Peter al que tenía que sustituir. Y si no lo hacía mataría a su familia…Ni siquiera perdió tiempo en contemplar la posibilidad de no hacerlo. Siempre le había gustado la actuación: era el momento de comprobar si era buen actor. Lo primero era la caracterización. Peter apoyó las manos en el lavabo de aquél cuarto de baño, y estudio su nuevo rostro. Su cara era la misma, pero había algo que no encajaba. Algo que no armonizaba con aquella ropa de sport, que Barbas le había proporcionado. Sin duda, era la sangre: la ropa estaba manchada, y no podía presentarse así ante nadie. Pero había algo más: sus rasgos…sus ojos…eran agresivos…Peter estaba lleno de ira, y algo le decía que su alter ego no tendría esa expresión de furia en el rostro. Le habían dicho que ese Peter era bueno, así que él intentó fingir una sonrisa y una cara de amabilidad. Fue difícil, pero creyó conseguirlo. Bien.
Sólo quedaba el asunto de la ropa. Un chico entró en el lavabo y Peter le agarró del cuello. Le observó bien. Pantalones vaqueros, camiseta azul…
- ¿Qué haces, imbécil?
Peter le ignoró. Le pareció que aquella ropa daría el pego. No era negra como la que él solía usar.
- Quiero tu ropa – le dijo.
- ¿Qué?
- Tu ropa. Dámela.
- ¿Estás loco?
Peter le dejó inconsciente de un solo golpe. Se sintió orgulloso por esa proeza. Luego atascó el baño, e intercambió su ropa ensangrentada con la de ese chico. Volvió a mirarse en el espejo. Perfecto.
Salió a la calle y aun tuvo que protegerse del sol. Cuanta luz…No era sólo que él llevara mucho tiempo en la oscuridad es que allí había menos contaminación, menos humo…¿dónde estaban los contenedores volcados, los accidentes de tráfico, los gritos, las peleas, los borrachos…? Mirara donde mirara veía gente paseando con mayor o menos tranquilidad, con sus vidas, sus trabajos, de forma ordenada y civilizada. Los edificios eran los mismos, pero evidentemente aquél no era su mundo. Necesitó unos minutos para hacerse a la idea.
Intentó ver dónde se había aparecido. Barbas le había dicho que todo en aquél mundo era físicamente como en el suyo. Lamentó en esos momentos tener tan mala orientación. Gruñó. Tendría que preguntar a alguien para tratar de ubicarse…Iba a abordar a un viandante pero se detuvo en seco: modales. Tenía que mostrar amabilidad y buena educación. Luchó contra los instintos que le pedían que dijera algo así como "Tú, gilipollas ¿dónde estoy?" y forzó una sonrisa.
- Disculpe, ¿podría decirme cómo se llama esta calle, por favor? – preguntó, y quiso darse de tortas. Pero no perdió la sonrisa.
- Claro, chico. Estás en Darmon Street.
Peter parpadeó. Eso le dejaba igual, la verdad.
- ¿Cómo llego a Angel Ave? * - siguió preguntando Peter, sabiendo que en aquél mundo la dirección de su casa sería la misma.
- Buff, chico, estás muy lejos. Tal vez quieras coger un autobús. ¿Llevas dinero?
Peter se palpó los bolsillos. El pantalón robado que llevaba tenía un chicle, un teléfono móvil, y una cartera, pero estaba vacía. La agitó con frustración, indicando que no, que estaba sin blanca. El hombre al que estaba preguntando le miró con compasión y entonces dijo algo que Peter no se esperaba oír:
- Yo puedo llevarte, si quieres.
Se quedó a cuadros. ¿Lo decía en serio? En su mundo lo más normal habría sido que ni siquiera se hubiera dignado a responderle, y desde luego jamás nadie se habría ofrecido a ayudar a un desconocido de aquella manera. Miró al hombre con desconfianza. ¿Era un truco?
- No soy un asesino ni nada de eso – continuó el hombre, notando sus reparos – Haces bien en no confiar en desconocidos, pero lo cierto es que voy hacia allá y no me importa llevarte. Pareces algo perdido, y tengo un hijo que rondará tu edad.
Tras dudarlo un poco, Peter accedió a ir con aquél hombre y gracias a eso tuvo más datos de cómo funcionaban las cosas allí. Tanta amabilidad le daba asco, pero tendría que tragar con eso si quería dar el pego. El hombre le dejó en la esquina y Peter se despidió de él. Suspiro, y caminó hacia su casa. Dudó antes de llamar…
…y ahí estaba. Tenía a una mala copia de su padre frente a él, y le había tocado. Se bloqueó. Entró en pánico. Era un contacto demasiado íntimo…. Peter padecía afefobia…Miedo a ser tocado…Y aquél hombre acababa de violar su espacio vital de una forma exagerada. Supo que tendría que haberse esperado aquél abrazo, pero lo cierto es que no lo había hecho. Todo había sido demasiado rápido como para pensar en posibles formas de encuentro.
Sin embargo, esa muestra de afecto le hizo darse cuenta de que el Peter de aquél mundo no compartía su problema. Y si quería ser él, tenía que comportarse como él. Hizo por tranquilizarse, pero se mantuvo alejado y a distancia prudencial de aquella burda imitación de su padre.
- Tesoro…¿te encuentras bien? ¿Qué ha sucedido? ¿Dónde has estado? Dios mío, Peter, estás bien, estás aquí...- dijo Chris, y apenas podía contener los sollozos. Intentó abrazarle de nuevo, pero Peter levantó los brazos como para impedirlo. - ¿Por qué no me dejas abrazarte?
Peter le miró algo asustado. Tendría que haber dedicado más tiempo a pensar qué iba a hacer con aquél sujeto. En realidad, no sabía lo que Barbas pretendía de él. Sólo sabía que tenía que hacerse pasar por el otro Peter. Era su misión. Su objetivo. El medio de asegurarse de que no hacían daño a su familia.
- ¿Por qué no dices nada? – preguntó Chris, cada vez más preocupado. – Peter…¿estás enfadado conmigo? – añadió, con un principio de desesperación. Él había dejado que se lo llevaran…él no le había encontrado y le había dejado sólo…Chris pensó que Peter tenía motivos para estar enfadado.
Peter vio que aquello era una forma lógica de explicar su extraño comportamiento, y decidió ir por ahí.
- Sí. – respondió, secamente.
- Lo siento, tesoro. Hice… hice todo lo posible, te lo prometo. Dios…Cuando ese…cuando te cogieron yo no podía hacer nada…no tenía poderes…- trató de justificarse Chris, sin contener el llanto.
- Ya deja de llorar – replicó Peter, fastidiado. Ese tipo se parecía demasiado a su padre como para que le gustara verle llorar.
- Tienes razón, estás bien, es lo único que importa…Ven, pasa. ¿Tienes hambre? ¿Has…has comido? ¿Te…te han hecho daño?
Peter lo pensó bien. Tenía que elaborar una buena historia. Él llevaba tres meses siendo el preso de un grupo de demonios, pero se suponía que el otro Peter no. Las palabras de Barbas habían sido "él está con tu padre". Y Peter no sabía cómo estaría tratando su padre a su alter ego, aunque deseó que muy mal, por usurpador de hogares. Aun así, tenía que dar una respuesta, y decidió ser sincero:
- No me duele nada, pero sí que tengo hambre.
- Te preparé algo de comer.
No pudieron decir nada más, porque en ese momento una bolita peluda se acercó a ellos, e intentó lamer a Peter.
- Quita, bicho…- replicó Peter, y quiso darle una patada a la perrita, pero Chris no le dejó.
- ¡Peter! ¡Que es Ariel!
- ¿Ariel? ¿Esta cosa es tuya?
- Nuestra. Tú la trajiste, ¿lo has olvidado?
Peter miró a la bola de pelo con incredulidad. Tuvo la confirmación: su versión de aquél mundo era imbécil. Pero..¿qué clase de papanatas gilipollas amariconado …?
- ¡PETER! – gritó una voz infantil, interrumpiendo sus pensamientos.
Leo. O la versión suave de él, pero era Leo. Su hermano pequeño. Al que llevaba tres meses sin ver. Ver a Christopher no le había impresionado tanto porque se había intentado mentalizar para eso. Pero por alguna razón no había pensado que se encontraría con los clones buenos de toda su familia.
El niño corrió y se lanzó a abrazarle…y Peter se apartó bruscamente. ¿Pero por qué todo el mundo quería toarle? ¡Sobones!
Leo casi se da de bruces contra el suelo, y miró a Peter con los sentimientos heridos. Su padre había dicho que Peter no se había ido por su culpa. Que él no era malo. Entonces, ¿por qué no le abrazaba? Se le inundaron los ojos de lágrimas.
- Peter, es tu hermano. Él no te ha hecho nada. – dijo Chris, en conflicto. Lo último que quería hacer era regañarle, pero esa forma de tratar a la perrita…y esa mirada de dolor en los ojos de Leo…Pensó que algo malo le había pasado a Peter, algo horrible a juzgar por lo que Nick había sentido, y que debía tener paciencia.
Entonces bajó Nick. Peter se llevó una gran impresión. Estaba acostumbrado a que Nick fuera un calco de sí mismo, pero aquél chico era diferente…aunque su aspecto era el mismo que "el nuevo aspecto" de Peter. Nick. Su otra mitad. Acababa de dejarle atrás, pero aquél no era el mismo…Aun así, Peter se sintió inclinado a llevarse bien con él. Sintió que iban a entenderse…y por lo visto se equivocó:
- Hola – dijo Nick con sequedad.
- ¿Hola? – preguntó Peter sorprendido. Si no estaba mal informado, el Peter de aquél mundo también había sido secuestrado, hacía algo más de una semana y estando muy mal herido. Si hubiera pasado aquello en su mundo, Nick habría dicho algo más que "Hola". ¿Qué mierda de saludo era ese? - ¿Eso es todo lo que vas a decir? ¡Métete el puto hola por el culo! Se ha alegrado más éste que tú de verme…
Chris parpadeó, sorprendido. ¿Peter le había llamado "éste"? Y aquella forma de hablar…
- ¡Disculpa si no sé cómo reaccionar después de enterarme de lo que has hecho!
- ¿Lo que he hecho? ¡Acabo de salvarte el culo, mamonazo! – gritó Peter, pero luego se golpeó mentalmente: no había salvado a "ese" Nick.
- Chicos, no os peléis ahora, por el amor de Dios. Peter está bien. ¿Sabéis lo maravilloso que es eso? – dijo Chris, que no cabía en sí de gozo.
Nick iba a decir algo, pero en ese momento bajó Amy. Vio a Peter, y corrió escaleras abajo hacia él. Peter se apretó contra la puerta, asustado, pero ni así evitó el enorme abrazo de la mujer. Por acto reflejo la empujó, y la tiró al suelo, de forma brusca.
- ¡Amy! – gritó Chris, asustado, y la ayudó a levantarse. Comprobó que estaba bien y se giró hacia Peter. – Escucha. No sé qué es lo que te pasa, no sé lo que ha ocurrido, ni el daño que han podido hacerte. Mataré al que haya osado ponerte un dedo encima y durante el resto de mi vida sólo voy a dedicarme a asegurarme de que nadie vuelve a separarte de mi lado, pero si has pensado…su por un segundo has pensado que puedes tratar así a Amy estás más que equivocado. Estás siendo cruel con todos, te hemos echado mucho de menos, ¡Y A ELLA NO LA PUEDES EMPUJAR! – terminó Chris, gritando un poco, y entonces sucedió: Peter sintió que el corazón se le paraba.
Su Chris nunca le gritaba. Y ni siquiera entendía por qué aquél tipo acababa de chillarle. Esa mujer le había abrazado y él apenas sabía quién era…sólo la había visto una vez….No sabía si su padre y ella habían seguido saliendo, pero Peter apenas la conocía. Para él era una estúpida desconocida que había pretendido tocarle. Empujarla era lo mínimo que podía hacer, y Chris le había gritado…le…le había gritado. Se asustó. Se asustó mucho. Se asustó más.
Abrió la puerta y salió corriendo.
- ¡Peter!
Christopher corrió tras él. Le dio alcance enseguida.
- Peter, para – dijo, e intentó agarrarle la mano, pero eso hizo que Peter se pusiera aún más nervioso. Chris se puso frente a él y le cortó el paso, y así pudo ver como se encogía, totalmente en pánico. – Peter, no puedes irte así – dijo con algo de enfado, nacido de la incomprensión. Luego suspiró, e intentó abrazarle, pero Peter pensó que sus intenciones eran otras y se alejó un paso.
- No… no volverá a pasar, señor…Yo…yo no voy a molestar más…
Los dos Peters utilizaban a veces la palabra "señor", pero de forma diferente. El Peter bueno lo hacía cuando creía haber pasado un límite, cuando quería demostrar obediencia y sumisión, asustado por posibles repercusiones. Pero también lo hacía a los desconocidos como señal de respeto. El Peter malo lo hacía sólo cuando estaba muerto de miedo.
- ¿Señor? Peter, tú nunca molestas. Tesoro…¿Qué ocurre? – preguntó Chris, conmovido, compadecido y con el corazón en un puño.
Peter no dijo nada e intentó alejarse más.
- ¿Te he asustado? Siento haberte gritado…No es así como quería recibirte…Tienes que estar muy confundido…Seguro que no era tu intención hacer eso. Vamos a empezar otra vez ¿de acuerdo? Vamos, tesoro. Vamos a casa.
Chris extendió la mano, como una invitación, pero Peter le miró con desconfianza. Chris le devolvió una mirada de ternura.
- De verdad que siento haberte gritado…Si supieras cuánto te he echado de menos…Lo mucho que te quiero….Yo….cuando te sacaron de mi lado…Peter, lo último que quiero ahora es que estemos enfadados. Quiero abrazarte y mimarte y no soltarte nunca.
Peter ladeó la cabeza. Ese tono suave le gustaba. Dio un pasito corto hacia delante, y Chris sonrió. Esa sonrisa también le gustó, así que dio otro paso. Y así, pasitos, se acercó a Christopher del todo. No dejó que le tocara, pero volvió con él a casa.
- Gracias a Dios – dijo Amy, al verle. Esta vez tuvo más cautela y no le abrazó, pero le miró con mucho afecto. Peter sentía curiosidad. ¿Se suponía que debía incluir a esa mujer en la idea de "familia"? Quizás eso explicaba el enfado de Christopher: el Chris de su mundo sólo exigía que tratara bien a la familia. En cambio, le invitaba a tratar mal a los demás.
- Se te ha perdido un tornillo – dijo Nick.
- A lo mejor – respondió Peter, sin nada mejor que decir.
- Nick, déjale en paz. Ven, Peter. Ven a la cocina. Vamos a comer algo. ¿Qué te apetece?
- Cualquier cosa estará bien, aunque mataría por una hamburguesa.
Todos quedaron en silencio, y Leo, algo apartado se rió.
- Qué gracioso. ¡Pero si tú eres vegetariano!
Peter abrió los ojos. ¿Vegetariano? ¿En serio? ¿Pero quién se suponía que era, Teresa de Calcuta? Resopló.
- Si quieres comer carne te lo prepararé, tesoro – dijo Chris con amabilidad. Peter estuvo tentado de responder que sí, pero sabía que ya estaba excediendo el límite de anomalías.
- No. Leo tiene razón, sólo bromeaba.
- Bien. Te haré una ensalada – ofreció Chris con una sonrisa cálida.
Peter se sentó en la cocina y se sintió observado. Se miró las manos, en un gesto muy suyo.
"Dejad de mirarme. Dejad de mirarme, joder."
La mujer, Amy, le puso una mano en el cuello, en un gesto afectuoso. Peter se envaró. Entonces ella empezó a acariciarle y Peter respiró hondo, recordando que no debía volver a empujarla.
- No hagas eso – masculló. Y luego recordó su "nueva personalidad" y añadió – Por favor.
- Va…vale. Cariño, siento tanto lo que te ha pasado…Cuando…cuando quieras hablar de eso tu padre y yo…o tu hermano…cualquiera te escuchará, cielo.
Peter no respondió, y siguió mirándose las manos.
- Peter….tengo que saberlo. – dijo Chris, mordiéndose el labio. – Él…Christopher…¿él te trató mal?
- Él nunca me trataría mal – respondió Peter, sintiéndose en el deber de defender a su padre. El suspiro de alivio de los allí presentes fue muy audible.
- Menos mal. Eso pensaba, pero tenía que asegurarme. – dijo Chris - No le conozco, pero sé que yo jamás haría daño al otro Peter, y confiaba en que él pensara lo mismo…
"¿Será verdad? ¿Él nunca me haría daño?" pensó Peter, esperanzado. No sabía si debía tener miedo. No sabía si lo tenía. Sólo sabía que quería, por encima de todas las cosas, confiar en aquél tipo de ojos claros con un inmenso parecido a su padre.
 


REALIDAD 2
Christopher se quedó con Peter mientras dormía. Le hubiera observado durante horas, pero tenía cosas que hacer. Se levantó, y alternó su tarde entre pasar tiempo con Leo y resolver algunos asuntos. A eso de media tarde Chris se preparó para hablar con su hijo más pequeño.
- Campeón – llamó, e hincó una rodilla en el suelo para ponerse a su altura - El tío Wyatt vendrá en un rato y te irás con él.
Leo puso una carita triste, pero no se molestó en preguntar por qué, dado que ya lo sabía: porque su padre iba a estar muy ocupado buscando a Nick y a Peter y además Chris no quería que Leo pasara mucho tiempo en una casa donde Barbas se aparecía a placer, no fuera a ser que quisiera llevarse también al niño. Chris, al ver que Leo no decía nada, continuó:
- Siento no haber estado mucho contigo. Yo no contaba con que Peter viniera…
- Lo sé, papá. – respondió Leo, mirando al suelo. Chris le levantó la barbilla y le dio un beso.
- Sabes que te quiero ¿verdad?
- Sí, papá.
- ¿Podrías sonreír un poquito para mí?
Leo hizo un triste intento. Entonces Chris le hizo cosquillas y Leo rió con ganas.
- Eso está mucho mejor.
- Hasta que venga el tío, ¿podemos ver una peli?
- Podemos hacer lo que tú quieras.
Así que Chris estuvo viendo una película con su hijo hasta la hora de la cena. Hacía mucho que eso no pasaba en aquella casa. Concretamente, desde que Peter y Nick desaparecieron. Al poco de terminar la película vino Wyatt. Por alguna razón Chris no quiso contarle todos los detalles de lo de Peter…No le habló de los cambios que se estaban operando dentro de él, porque se avergonzaba de ellos en cierta forma. Toda su vida había pensado que ser bueno era algo malo, y ahora ya estaba prácticamente seguro de que no era así. Y todo había sucedido tan deprisa…no estaba seguro de que su hermano lo pudiera entender.
Cuando Wyatt se fue y se llevó a Leo, Chris se sintió vacío, como se sentía siempre que se quedaba sólo…Pero ya no estaba sólo. En el piso de arriba tenía un pseudohijo que había admitido pseudoquererle. Con tantos sucedáneos y medias tintas, Chris ya no estaba seguro de nada, salvo de una cosa: cuando Peter había dicho "Yo también te quiero, Chris", el corazón le había aumentado tres tallas.
Subió a despertarle para que bajara a cenar y no sabía con qué iba a encontrarse. ¿Enfado? ¿Tristeza? ¿Rencor? Abrió la puerta con algo de inseguridad, y vio que Peter ya estaba despierto. Parecía triste, pero Chris supo que aún era por todo el asunto del supuesto asesinato. Él no entendía por qué le afectaba tanto, pero le enternecía que le afectara. Quería consolarle. Quería hacerle sentir mejor. Simplemente no sabía cómo. Para él, Peter no había hecho nada malo…
- Vamos a cenar – dijo, con voz suave.
- Vale.
Y no dijo nada más. Chris se mordió el labio. En ese momento se arrepintió de las veces que le había dicho que "hablaba demasiado" porque prefería oírle hablar y decir tonterías a aquél silencio incómodo…trató de llenarlo.
- ¿Sabes que llevo todo un día sin beber? Eso es como una especie de record.
- ¿Tu Peter también bebe? – preguntó Peter, recordando una conversación de días atrás.
- Sí.
- ¿Y a ti te parece bien?
- ¿Por qué tendría que parecerme mal?
- Porque no tiene 21.
- ¿Pretendes decirme que Christopher no te deja beber?
- Ni yo tampoco quiero.
- Eres raro.
Peter se rió.
- Lo sé. Pero dudo que lo sea por esto. Hay muchas otras cosas en la lista.
Bajaron a cenar, y lo cierto es que fue un rato agradable. Chris casi lamentó romper el momento cuando acabaron el postre, pero sentía que era su deber.
- Peter, necesito que entiendas que no puedes tratar de suicidarte de nuevo. Por muy mal que se pongan las cosas, y puede que se pongan peor, no puedes hacerlo. Nunca.
- Yo…ya lo sé Chris.
- Espero que sea cierto. No siempre va a haber alguien para quitarte el cuchillo, y sé que en realidad es algo que, cuando estás en tus cabales, no quieres hacer.
Peter se ruborizó, y deseó estar en cualquier parte menos allí. Christopher le taladró con la mirada un poco más.
- Ahora a la cama. Yo subo enseguida y te quiero ver envuelto en las sábanas – dijo, con autoridad pero con cariño. Le dedicó una media sonrisa, y Peter se la devolvió, antes de irse. Por alguna razón ese Chris le hacía sentir más como un niño que su propio padre, pero no podía decir que la sensación le disgustara.
Cuando Chris subió Peter ya estaba dormido. Le arropó bien, y le dio un beso. Quizás lo que más le gustaba de ese niño era lo desvalido que parecía y lo fuerte que era en realidad. Todo lo que había pasado, y ahí seguía, aguantando. Pero todo se lo guardaba dentro, como el dolor que sentía en aquél momento, a causa del hombre que había matado. Chris lamentaba no poder hacer nada por quitarle ese dolor.
Al día siguiente Peter estaba despierto cuando Chris entró. El hombre nunca había ido a despertarle, pero Peter dedujo que muchas cosas estaban por cambiar, ahora que los dos habían admitido que se querían.
- Buenos días – saludó Peter. Se planteó sonreír, pero no creía saber fingir lo suficiente. No quería sonreír. No podría hacerlo en un tiempo. No tras descubrir que era un asesino.
- Hola – respondió Chris.
La tensión casi podía masticarse. Peter estudió el rostro de Chris. Actuaba como si estuviera enfadado, pero él sabía que no lo estaba.
- El desayuno estará en seguida – dijo Chris – Pero antes…¿recuerdas lo que te dije ayer?
- Mm…esto…dijiste muchas cosas. ¿De qué estamos hablando en concreto?
- Supongo que hablamos del hecho de que prácticamente admití que te quiero…y de las consecuencias de que te quiera.
Peter lamentó en ese momento ser lo suficientemente inteligente como para entender lo que aquello quería decir. Aun así, no dijo nada, y dejó que Chris continuara.
- Esas consecuencias son que no te dejaré hacer nada que suponga un peligro para ti, y mucho menos cuando el peligro eres tú mismo. Estoy más que dispuesto a asegurarme de que nunca lo olvidas.
Peter siguió mudo. Pudo ver que aquello para ese Chris era no ser brusco, pero le parecía un poco cruel de su parte que esas fueran las primeras palabas que le dedicaba por la mañana…Sobretodo porque sabía lo que venía a continuación.
- Te dije que te castigaría todos los días durante una semana, y voy a cumplirlo.
"Sí, claro que vas a cumplirlo" pensó Peter, y suspiró.
- ¿Ahora? – preguntó con timidez - ¿Por la mañana?
Había pensado que sería por la noche. Aunque ya no le dolía propiamente, aún tenía demasiado presente el castigo de día anterior, como una molestia sorda.
- No vas a clase en éste mundo. Así que sí, ahora.
Era cierto: Peter no iba a clase ya que se suponía que su yo de aquél universo estaba desaparecido. Suspiró de nuevo y observó cómo Chris se quitaba el cinturón. Joder, qué frío era.
- Ya sabes cómo va.
Y tan frío. Ojos de hielo. Rostro inexpresivo. Y una determinación inquebrantable. Cuando aún no se había levantado de la cama, Peter se volvió a tumbar.
"Prepárate, que esto va a doler" se dijo.
Y dolió. Christopher le hizo volver a contar, y dar la misma respuesta. Y Peter intentó aguantar estoicamente, sin demasiado éxito.
ZAS
- ¡Ah! Treinta. No volveré a ponerme en peligro. Christopher…por favor…no lo haré nunca, nunca, nunca más, pero para, por favor.
Christopher respiró hondo. Se mordió el labio. Respiró hondo otra vez. Pero se había propuesto salvar la vida de ese chico, y sabía que tenía que dejarle el mensaje claro.
ZAS
No obtuvo respuesta. Entonces, justo cuando estaba bajando el cinturón otra vez, Peter puso la mano y le golpeó ahí. Mierda. El chico apartó la mano rápidamente, y no dijo nada. Comenzó a llorar en silencio. Christopher continuó el castigo con un nudo en la garganta, y cuando llegó a cincuenta y tiró el cinturón, él también estaba llorando. Levantó a Peter para hacerle de almohada y le acarició mientras el chico lloraba.
- ¿Te duele la mano? – preguntó, y Peter negó con la cabeza. - ¿Seguro?
Volvió a negar. Chris le siguió acariciando en silencio y comenzó a hablar con suavidad, pero no obtenía respuesta.
- Ahora si estás enfadado ¿verdad? – aventuró Chris. – Te has enfadado conmigo.
Más silencio, que fue su confirmación.
- Está bien. Te dejaré sólo entonces. Llámame si necesitas algo.
Peter quiso decirle que no se fuera, pero efectivamente estaba enfadado, y no lo hizo. Y Chris se marchó.
Fue al desván, en algo que era ya un ritual para el: abrir el Libro de las Sombras, frustrarse por no encontrar nada útil, coger la bola de cristal, espiar al otro Chris, reunir información…Pero aquella vez fue diferente.
Porque, al otro lado de la esfera, estaba Peter. Y, aunque estaba diferente, Chris sabía que tenía que ser el suyo.
 


*N.A.: Curiosidad friki ... Aunque toda la serie se ambienta en San Francisco, la casa donde se rodaban muchas de las escenas, la Mansión Haliwell, está en Los Ángeles. La dirección real es 1329 Carroll Ave, Los Angeles, CA 90026

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