miércoles, 31 de diciembre de 2014

MIL VECES FELIZ DE SER TU TESORO!!



MIL VECES FELIZ DE SER TU TESORO!!

-Papito...  Papitoooo.... Papi. Papiiiii!!! Dime que siiiii... Yo quiero irrr... Sólo un ratito sí?! Anda... Tiran los fuegos artificiales y regresoo....  Por faaaa... Por faaa... No quiero ir a casa de la tía. Ella es mala!!- Se quejó el adolescente tal y como si fuera un nene.
-Pero por qué dices eso, cariño?! Si tu tía te adora... - Dijo papá, observando el puchero que se formaba en la carita de su niño adorado.
-Sí, claro!! Por eso no se cansa de decirte que lo mejor que podrías hacer es encerrarme en un reformatorio y deshacerte para siempre de mí, verdad?!- contestó sarcásticamente, cruzándose de brazos.
El señor miró a su hijo con un ceño en su rostro. Le había molestado lo que el chico acababa de decir, aunque no podía negarlo. Era muy cierto que su hermana mayor no toleraba a su hijito. Su niño era un tiro al aire. No podía decir que no! Pero le dolía mucho que su hermana, en vez de apoyarlo, mostrara una opinión tan contraria del pequeño truhán.
-Hijo...-Amonestó.
-Qué?! Vas a negarlo?!!! Vas a negar que no es lo que te dice todo el tiempo?! Ya ni se espera a que yo no esté presente para meterte esas ideas.... Yo sé que no me quiere... ella me odia, y tú me obligas a que vaya a verla... Tal vez ahora quieras preguntarle la dirección de algunos de los internados que te mencionó... Seguro que es eso y por eso estás tan empecinado en ir.... - Alvarito no daba tregua. Se sentía tan traicionado, que ni tomó en cuenta el tamaño de los ojos de su padre. 
Renzo no daba crédito a sus oídos. De dónde sacaba esas ideas su hijo?! Él?! Deshacerse de su bebé?! Cómo podía él arrancarse el corazón del pecho y dejarlo en un reformatorio como si nada?!! 
-No, no, no! No, hijo. Qué dices?! Cómo dices eso, si sabes que yo me muero sin ti...
-No digas esoooo...- Sollozó Álvaro. -No hables de muerteee... snif snif... no me quiero quedar solo, no quiero vivir si tú no estás conmigo, papito.. sniff, snifff...- De pronto, el adolescente enloqueció de dolor. La sóla idea de quedar solo en el mundo lo hacía rabiar de dolor... y estaba a punto de cometer una locura cuando su papá, sin más alternativas, lo tomó del brazo, lo jaló hasta su cuarto, y antes de que Álvaro pudiera poner resistencia, Renzo le bajó los pantaloncitos cortos que traía y lo acomodó sobre su regazo. 
-Basta, hijo. Basta, te haces daño.... te haces daño y yo no voy a permitirlo. Cómo piensas que yo me quedaría sin ti, eh?! Hijo, tu eres todo para mi, eres mi vida... te amo, cariño. Te amo... por eso quiero que entiendas que no voy a dejar de castigarte hasta que me asegures que nunca más harás algo como lo que intentaste hacer...- 
Renzo levantó la mano alto, dejándola caer estrepitosamente contra la descubierta parte trasera de su niño. Estaba decidido a darle una soberana paliza. Y motivos no le faltaban! Pues, en su arrebato de ira, Álvaro había intentado quitarse la vida, poniendo un cuchillo en su garganta. Renzo aún podía sentir cómo le temblaban las piernas y el grito ahogado que quedó en su propia garganta. Pensó que no llegaba a tiempo, pero será Dios, que es tan grande, o tal vez el ángel de su amada esposa, que pudo quitarle el cuchillo antes que lastimara la piel.
No. No podía perderlo. No soportaría perderlo. Quién puede vivir si te quitan de cuajo el corazón?! Pensó.
ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS...
Renzo no se ocupó de cuántos chirlos entregaba en cada nalga, él sólo se concentró en la respiración apretada de su hijo y en el color que iba tomando la piel.
 ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS...
Álvarito sólo gruñía y se quejaba bajito. Él no daría su brazo a torcer tan fácilmente.
ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS...
Renzo aumentó la fuerza en los azotes, traduciéndose en más dolor y más ardor a las posaderas de Alvarito, que dejó escapar más quejidos y hasta sollozos.
-Auauauauuuuu... papiiii... auuuu... auauuuuuuu... ayyyyy... ya, ya, yaaaaa... buaa
ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS...
-Tu vida es un regalo, hijo... un regalo! Tienes mucho por qué vivir, muchas personas que te aman y que darían todo por ti.... yo daría mi vida por ti, mi rey! 
-Ayyyyy... ayayayyyyyy... Yaaaaa... buaaaaaaa.... dueleeee... Auuuu... me dueleee... papiiito, me lastimaaasss... buaaaaa...buabuabuabuaaaa....
ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS ZASS...
-Nunca más harás semejante estupidez como la que intentaste, hijo... porque te juro que....-No pudo terminar. Dio vuelta a su hijo como pudo, y lo arrolló contra su pecho. Necesitaba sentir su olor, su calor, sus lágrimas contra su cuerpo para saberse vivo, y saberlo vivo a él también.
-Papito, no llores. No llores, papi. Lo siento. Nunca más, papito. Nunca más! Lo juro.. lo juro... no llores... buaaaaa...
-Mi chiquito...- Dijo Renzo con una sonrisita en sus labios. -Te amo tanto, mi pequeño. Nunca pensé que te lastimaban tanto los comentarios de mi hermana. No me di cuenta... Soy un tonto...Tu papi es un tonto- Afirmó, hablándole como si Alvarito fuese un niño pequeñito- Pero te prometo que eso se acaba hoy... vamos, mi príncipe. Ve a cambiarte, que ésta noche, los dos nos vamos a ver los fuegos artificiales!- Le dijo, dándole un beso en cada ojito. -Vamos, mi tesoro... 
-De veras, papito?!
Renzo lo abrazó con una ternura digna de un padre y le susurró: Nada me hace más feliz en la vida que estar junto a mi bebé, recibiendo un nuevo año... 

Alvarito se aferró a su papá. Sí! Pensó. Un nuevo año significaba un nuevo comienzo, nuevas aventuras y oportunidades... y todo eso no lo viviría solo, pues junto a él estaba su papá. 

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