lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 14: Lo que le gusta y lo que no



 


Chapter 14: Lo que le gusta y lo que no
 


La visita con la psicóloga marchó bastante bien. Era una mujer dulce, y a Peter le hizo sentir seguro. No se abrió con ella, pero tampoco intentó salir corriendo. Le dijo a Chris que volvería, pero sólo si él iba con él. Así que, una vez cada dos semanas, Chris y Peter tenían una cita en el centro de la ciudad.
Así, el tiempo voló y antes de lo que esperaban se encontraron celebrando el cumplimiento del primer mes de los gemelos en casa. Todo había ido bastante bien en los últimos días. El comportamiento de los chicos era excelente, aunque puede que en parte se debiera a que se acercaba un examen de matemáticas importante para los gemelos, y Peter pasaba mucho tiempo estudiando. Nick en ocasiones le ayudaba, aunque en general se le veía menos presionado. No parecían tener tiempo para armar ningún escándalo. Como los chicos se pasaban gran parte de la tarde estudiando, Chris se pasaba gran parte de la tarde con Leo, ayudándole con los deberes, jugando con él y dedicándole todo el tiempo que podía, para que el chico no se viera afectado por tener menos atención que cuando era hijo único.
- ¿Podemos ir al parque? – le preguntó una tarde en la que ya habían hecho de todo.
- Aun estás castigado, campeón. Nada de parque.
- ¡Pero un mes es mucho tiempo! ¡Sólo jugué un rato con la pelota!
- Sí, y sabes que no podías hacerlo. Y por si eso te parece poco te colgaste de la barandilla. ¿Hablamos de castigos justos? Porque creo que sé quién sale perdiendo….
Leo, sabiamente, dejó el tema, pero sacó las témperas: sabía que Chris las detestaba, porque siempre ponía todo perdido. De esta forma, cuando Nick bajó al salón les encontró cubiertos de pintura hasta en la cara. Chris tenía la nariz amarilla.
- ¿Qué es esto? ¿Os divertís sin mí?
- No queríamos molestarte mientras estudiabais.
- Bueno, pues ya no voy a estudiar más. Peter me irrita con su histeria crónica. Así que trae para acá el azul, Leo, que quiero recordar cómo era esto.
- Yo subiré a hablar con Peter – dijo Chris, suspirando, dejándole el relevo a Nick. Iría a tranquilizar a Peter. Le gustaba que se tomara en serio los estudios, pero no era necesario que se pusiera tan nervioso por un examen. Antes de ir al cuarto de su hijo, se lavó las manos, que parecían un arcoíris, y preparó dos vasos de zumo: uno para él y otro para Peter. Entró en el cuarto del chico tras llamar a la puerta, y le vio sentado con la mirada fija en un libro. Ni siquiera le miró, como si no se hubiese dado cuenta de que entraba.
- ¿Qué tal vas, Pete?
- Mal. Hay muchos ejercicios que no me salen.
- No te preocupes, ya te saldrán. Y si no, no pasa nada.
- Sí: pasa que suspenderé el examen.
- Eso no lo sabes. Y tampoco sería algo tan grave. Aun cuentas con el examen trimestral.
- ¿Y si suspendo también ese? Suspenderé la asignatura.
Chris se sentó en la cama, y dejó la bandeja con los zumos a un lado de la mesa.
- El mundo no se acaba porque no lo apruebes todo a la primera – dijo Chris, con calma – Tan malo es el desinterés como la sobrecarga. Encuentra un término medio.
- Eso dices ahora.
- Y lo diré también después. No me enfadaré si suspendes ese examen: te he visto estudiar y esforzarte demasiado. ¿Por qué no haces un parón y bajas con nosotros? Creo que Leo va a redecorar la cara de Nick, como ha hecho con la mía.
Peter esbozó una media sonrisa, pero no hizo ademan de levantarse.
- Luego. Tengo que terminar esto.
Chris suspiró y dejó de insistir. Se levantó, y le dio un beso en la cabeza antes de irse.
- Tómate el zumo. Y no te esfuerces demasiado.
Y así pasaron dos días, y llegó el momento del temido examen. Peter estaba realmente insoportable: lo único que hacía era repetir fórmulas en bajito y cabecear cuando se la olvidaba alguna.
- ¿Me pasas la sal? – le pidió Nick, que estaba desayunando una tostada con tomate triturado. Peter no reaccionó. – Peter, ¿me pasas la sal?
De nuevo, nada.
- ¡La sal! – repitió, alzando un poco la voz. Peter, por fin, pareció darse cuenta de que le pedían algo. – En serio, tienes que relajarte – le dijo Nick. - Te lo sabes.
- Para ti es fácil decirlo. Vas a sacar un diez.
Nick rodó los ojos y siguió desayunando. Bromeó con Leo y se mostró absolutamente relajado. A Chris le sorprendía el contraste entre ambos. Cuando terminaron de desayunar, les llevó al colegio y les deseó suerte. Pasara lo que pasara, el estaría orgulloso de ellos. Sabía que a Peter le costaban las matemáticas, y el chico había estudiado demasiado: aunque se consideraba exigente con el tema de los estudios, había sido sincero al decirle que no se enfadaría con él aunque suspendiera. Se fue a trabajar deseando que Peter tuviera eso en mente, y estuviera tranquilo.
Pero no lo estaba. En un ataque de desesperación, le pidió a Nick que se intercambiaran. Que se hiciera pasar por él; que se sentara en su asiento y pusiera su nombre en el examen. Así, Peter sacaría una buena nota ya que su examen lo respondería Nick, y por muy mal que le fuera en el siguiente no suspendería la asignatura. Peter haría el examen de Nick y le iría mal, pero a Nick no le costaría nada levantar la nota en la siguiente prueba. Los profesores muchas veces les confundían: si se intercambiaban los asientos, nadie se daría cuenta de que el asiento de Nick lo ocupaba Peter y viceversa. Tras pensarlo un poco, su hermano accedió, viendo lo mucho que significaba para Peter.
Sin embargo, el profesor de matemáticas se había fijado en Nick, porque el chico era realmente bueno en su clase (y en todas las demás). Así que le sorprendió ver que, al sentarse en su asiento, estaba nervioso y temblando como una hoja. Cuando su hermano "Peter" entregó su examen, lucía extrañamente tranquilo, aunque la asignatura se le daba pésimamente. Al leer su examen vio que estaba perfecto y, tras observar cuidadosamente, dedujo que se habían intercambiado. Les sacó del examen y se lo preguntó. Peter, el verdadero, que no quería meter en más líos a su hermano, dijo la verdad.
Chris recibió una llamada del colegio, citándole en el despacho del director. Le contaron a grandes rasgos lo que había pasado, y en su fuero interno se dijo que debía habérselo temido. Cuando llegó, vio a los gemelos esperando para entrar al mismo despacho al que iba a entrar él. Nick le saludó con un abrazo, pero Peter no se movió de la silla.
- Peter, ¿no me saludas? – le preguntó.
Peter le miró y levantó la mano sin mucho entusiasmo, como diciendo "Hola", pero Chris se acercó a él y le abrazó.
- A lo mejor hacen que Nick suspenda también – dijo el chico apresuradamente – Yo…
- Luego me lo cuentas – le interrumpió Chris, con delicadeza. – Ahora no hagamos esperar al director ¿de acuerdo?
Chris estaba enfadado, pero no estaba dispuesto a tratarle mal por eso. No le haría ningún bien al chico si le recibía con gritos y recriminaciones. Antes bien, le avergonzaría en público y con eso no conseguiría gran cosa.
Entraron en el despacho del director los tres juntos. Peter quería morirse de la vergüenza. Él no solía estar en esas situaciones.
- Señor Haliwell, tome asiento. Nick, Peter, sentaros, por favor. - el director esperó a que lo hicieran – Bien Peter, permíteme decirte que lo que has hecho es una gran tontería. Por mal que te hubiese salido el examen, siempre es mejor que el suspenso directo de la asignatura.
- Yo…Lo siento. Por favor, no suspensa a Nick también. Ha sido mi culpa, y él puede sacar muy buena nota en ese examen.
- Lo sé, me han informado de sus progresos académicos. Y lamento toda esta situación, pero las normas del centro son claras…
Estuvieron hablando durante cerca de media hora. Al final, la insistencia de Chris, el sincero arrepentimiento de Peter y la bondad del director llegaron a un acuerdo: los chicos repetirían el examen la semana que viene. Hasta entonces, estaban suspendidos, sin poder asistir a ninguna clase.
Los chicos volvieron a casa completamente en silencio, con Chris conduciendo mientras intentaba calmarse. Los chicos ya se habían perdido parte del curso; Peter tenía sus sesiones con el psicólogo. Una semana más de faltar a clase no les beneficiaba en absoluto. Y le frustraba que Peter hubiera hecho aquella tontería. No se contuvo más, y fue él quien rompió el silencio.
- En la historia de las cagadas, ésta es la más absurda, Peter.
- Lo sé. Y lo siento.
- Ya sabías que estaba mal: es como copiar, sólo que utilizando a tu hermano.
- Lo siento – repitió Peter, apocándose, y aquello casi enervó más a Chris, porque hacía más difícil su tarea de regañarle.
- ¿Y no podías haberlo pensado antes? ¿No podías haber contemplado siquiera la posibilidad de hacer tu propio examen, y asumir el suspenso como un hombre?
Chris alzó la voz, y se dio cuenta de que no había elegido bien sus palabras. Había sido demasiado duro, porque había insinuado demasiadas cosas: que daba por supuesto que Peter iba a suspender, que lo que había hecho era de cobardes (lo cual hasta cierto punto era verdad, pero había formas y formas de decirlo) y que no se había comportado como un hombre. Ese tipo de palabras son las que afectan al autoestima de los chicos, y Chris lo sabía. Peter ya tenía el autoestima bastante tocada como para que él lo empeorase. Respiró hondo un par de veces, y antes de poder decir nada le interrumpió Peter, cuyo reflejo le miraba por el retrovisor con ojos acuosos.
- Sí, señor – respondió Peter – Sí contemplé esa posibilidad pero supongo que escogí la otra opción.
Chris suspiró.
- No me llames señor. Y perdona que haya sido tan brusco.
Peter no dijo nada. Guardó silencio, igual que Nick, que parecía querer estar en cualquier otro lado menos allí, viendo como discutían. El silencio llegó a hacerse insoportable.
- ¿Por qué no quieres que te llame señor? – preguntó Peter al cabo del rato.
- Porque me llamo Chris, y es así como debes llamarme, a no ser que quieras decirme "papá", lo cual me encantaría. Soy tu padre, y me debes respeto, pero no mansedumbre, ni terror, ni miedo, ni sumisión, ni nada de lo que la palabra "señor" indica, en determinados contextos. Tampoco soy un desconocido, como para que me llames de usted. Así que no hay razón para que uses esa palabra conmigo.
- ¿Ni siquiera cuando esté en problemas? – preguntó con timidez.
- Ni siquiera entonces.
Peter volvió a guardar silencio, pero pareció pensativo. Chris vio que sacaba algo de su mochila, escribía, y lo volvía a guardar. Como había tráfico, y no estaba dispuesto a permanecer en silencio hasta llegar a casa, decidió entablar algo parecido a una conversación semicordial.
- ¿Qué es eso?
- ¿El qué?
- Lo que has guardado.
- Un cuaderno.
- ¿De clase?
- No exactamente.
- ¿De dibujo?
- Yo no dibujo.
- ¿De letras? ¿Ahí es donde escribes tus composiciones?
- No.
Chris tamborileó con los dedos en el volante. Su intento de conversación se veía cortado por respuestas secas y monosílabos. Siguió haciendo ese ruidito con los dedos, hasta que fue Nick el que estalló.
- ¡Para de hacer eso! Siempre he odiado ese sonido.
- Lo siento – dijo Chris, y se detuvo. Más silencio. – Y….¿os ha ido bien en el colegio? – preguntó, como quien pregunta por el tiempo, hasta que se dio cuenta de lo estúpido de la pregunta. No, no les había ido bien, por eso estaban allí, en el coche, volviendo a casa. Ni siquiera le respondieron, pero Peter volvió a sacar su cuaderno y apuntó otra cosa, para después volverlo a guardar.
- ¿Qué es lo que escribes? – tuvo que preguntar.
- Cosas – respondió Peter. Aquello corría el riesgo de convertirse en una conversación de besugos.
- Oh, esto es absurdo. Pete, dale ese maldito cuaderno. Así se entretendrá un rato mientras no avancemos, y tal vez él consiga convencerte de que es una tontería, ya que a mí no me haces caso.
Peter dudó antes de hacer caso a su hermano, y extendió el cuaderno. Chris lo tomó y lo ojeó con curiosidad.

COSAS QUE NO LE GUSTAN/LE GUSTAN A CHRIS

No le gusta que le interrumpan.
No le gusta hablar de su mujer.
No le gusta la suciedad en la cocina, pero le encanta "jugar" a cosas que ensucian, como la arcilla de Leo.
Le gusta cocinar con Nick, pero le gusta más hacerlo sólo. Sin embargo quiere hablar con alguien mientras cocina.
Le gusta peinar a Leo.
Le gusta mi risa.
No le gusta pensar en él como adulto. Viste joven, habla joven, come joven.
Le gusta estar con los tres a la vez. Con Leo hace cosas de niño, con Nick hace cosas de adulto, y conmigo habla habla y habla: le gusta saber cosas de mí.
No le gusta el orden excesivo, ni que le cambien sus cosas de sitio.
No le gusta que le digan "señor"
Tamborilea con los dedos cuando está nervioso.
Chris se quedó asombrado. Ese cuaderno iba sobre él. Aquello era… bonito y extraño. Y signo de que Peter era bastante observador, porque todo lo que ponía ahí era cierto.
- ¿Por qué haces esto? – le preguntó, mientras le devolvía el cuaderno. El tráfico se descongestionó un poco, así que Chris arrancó el coche de nuevo. Peter tan sólo se encogió de hombros.
- Para evitar hacer todo lo que te moleste – respondió Nick por él, y Chris entendió. Peter seguía con esa tontería de querer agradarle.
- Añade una cosa a esa lista: no me gusta que te obsesiones con lo que prefiero o dejo de preferir. No tienes que buscar la forma de agradarme ni de que te quiera, Peter. Ya me agradas, y ya te quiero, por cómo eres. Aunque hagas cosas absurdas como intercambiarte por tu hermano para un examen. No te creas que lo he olvidado. Si de verdad quieres evitar hacer algo que me moleste, ¿por qué no pruebas a evitar todo aquello que sabes que está mal, independientemente de lo que a mí me guste o me deje de gustar? No copiar en un examen es algo bastante universal. Me cuesta creer que seas capaz de recordar y apuntar detalles básicos de mi personalidad, pero no pienses que pueda enfadarme porque te intercambies con tu hermano.
- No pensé que no fueras a enfadarte. Pensé que no ibas a enterarte.
De nuevo aquella frase, parecida a la que había dicho Leo. Pero Peter ya era lo bastante mayor para entender algo:
- ¿Si yo no me entero deja de estar mal?
- No. Pero al menos no te enfadas.
- Pero si me entero de esto, o de cualquier otra cosa, meses después y por otras personas, no sólo me enfadaré, sino que me sentiré triste y decepcionado. Pensaré que no confiáis en mí.
- Y si no te enteras nunca seguirás pensando que soy "bueno". – Peter entrecomilló la palabra en el aire, al ser incapaz de encontrar otra mejor.
- Sé que eres bueno. Por eso te exijo que hagas las cosas bien. La gente buena se equivoca. La gente mala se equivoca y es incapaz de reconocer su error, así que lo sigue cometiendo. Esa es la diferencia, Peter.
Peter lo pensó, y lo entendió. Le costaría mucho refrenar ese impulso de tratar de parecer perfecto, porque a veces seguía pensando que si no lo era Chris no le querría junto a él. Pero Chris le había demostrado y dicho varias veces que le quería de verdad, así que trataría de quitarse esos pensamientos de la cabeza.
Cuando llegaron a casa Chris empezó a echarles la bronca. No sólo a Peter, sino también a Nick por haber accedido. Aunque se había propuesto no gritar, no lo consiguió del todo. Iban a estar una semana expulsados, y cada vez que lo recordaba se enfadaba más.
- Quiero que os pongáis cada uno en una esquina del salón – les dijo, cuando se hubo desahogado. Ninguno de los dos había dicho nada. – Yo vengo enseguida. Estoy demasiado alterado para tratar con ninguno de los dos.
Chris quería trabajar su autocontrol, y dado que sentía que si se quedaba allí les iba a matar con sus propias manos, decidió que lo mejor sería darse un paseo por la casa. Mientras tanto, Peter y Nick obedecieron, y se pusieron cada uno en una esquina, avergonzado uno por la presencia de otro.
- ¿Crees que va a...? Ya sabes – dijo Peter, desde su esquina.
- ¿A zurrarnos? Probablemente. ¿Por qué otro motivo habría ido a "calmarse"? No es como que la ocasión no lo merezca. Expulsados una semana. Eso queda en el expediente.
- Lo siento. No pretendía meterte…
- Fui yo el que dije que sí. Además, aun me debes muchos marrones del orfanato. No pasa nada porque por una vez tú me metas a mí en líos.
Peter no dijo nada más. Se quedó allí mirando la esquina, sin moverse. Escuchó que Chris regresaba, pero no se dio la vuelta hasta que le llamó.
- Peter, ven aquí.
El chico obedeció, y aunque debería haberle tranquilizado el ver que Chris no tenía el cepillo, se lo impidió el hecho de caer en la cuenta de que le iba a castigar estando Nick delante. Se acercó a Chris muerto de vergüenza, y se quedó de pie ante él, como un corderito.
- Peter, no me habría enfadado si hubieras suspendido el examen, ya te lo dije. Pero copiar es algo que no voy a admitir, y menos cuando te aprovechas del hecho de tener un gemelo.
Peter asintió, consciente de que Chris tenía razón: había sido una tontería. Chris le tomó del brazo y le puso sobre su regazo. Después, cuando estuvo ahí, le bajó la ropa y comenzó el castigo.
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Chris no tenía mucho que decirle, pero decidió recalcar el motivo de aquello para asegurarse de que quedaba claro.
- No voy a permitir que copies en ningún examen
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Peter no dijo ni hizo nada, más que esperar, avergonzarse, y aguantar.
- Intercambiarse por tu hermano es una forma aun más rastrera de copiar si cabe, porque te aprovechas de una ventaja genética.
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- Realmente esperaba más de ti, Peter. No eres del tipo que miente para eludir sus responsabilidades.
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- No he mentido – dijo Peter, sorprendido por la acusación.
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- Hacer trampas para evitar un suspenso es como mentir. – respondió Chris, y con cinco palmadas más concluyó con el castigo. Peter no estaba llorando, pero su trasero si estaba algo rojo. Chris sabía que el chico evitaba llorar lo máximo que podía.
- No pienses que esta va a ser una semana de descanso. Te levantarás a la misma hora que si fueras al colegio, y te dejaré haciendo tareas. Ahora quiero que esperes en esa esquina, con la ropa bajada. Hasta que yo diga.
Chris pensó que Peter se negaría, y estuvo a punto de hacerlo, pero finalmente accedió, muerto de vergüenza.
- Nick – llamó Chris, y el chico se dio la vuelta y salió de su esquina. Había asistido en silencio al castigo de su hermano, sabiendo que él probablemente lloraría como un crío, mientras que Peter no. Evitó mirar en la dirección de Peter y optó por hacer como que no estaba en la habitación. Se acercó a Chris y se detuvo delante de él.
- Nick, sé que sólo querías ayudar a tu hermano, pero esta no es la forma. Es muy noble de tu parte lo que pretendías, pero de ninguna forma debes perjudicar tu nota en beneficio de la suya, y en cualquier caso, intercambiarse por él en un examen es algo que no puedes hacer.
Nick no dijo nada y Chris le tomó de un brazo y le colocó sobre sus rodillas.
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Chris oyó que Nick comenzaba a llorar. Pensó que sería más por la situación que por el dolor, e hizo como que no le escuchaba.
- No vuelvas a intercambiarte por tu hermano
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- No lo haré – prometió Nick.
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- Sé que puedes sacar unas notas brillantes y no merece la pena que lo arruines por una tontería
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- Así no ayudas a tu hermano, aunque pueda parecer que sí: sólo le perjudicas.
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- Pero yo podía hacer que aprobara – dijo Nick, llorando bastante. Chris le dio cinco palmadas más, y se detuvo. Le incorporó, y le miró a los ojos.
- No. Tú podías aprobar por él. No es lo mismo. ¿De qué sirve un número en un papel? No vais al colegio para que os den una hoja al final de curso. Vais para aprender cosas que son necesarias, y que pueden ayudaros en el futuro o cuando encontréis un trabajo.
- Pero….snif…. él creía que no podía aprobar ese examen.
- Pues no pasa nada. A veces se necesita más tiempo para aprender algo. ¿Lo entiendes?
Nick asintió, y Chris le secó las lágrimas y le dio un beso tierno en la frente. Le dio un abrazo y se fijó en que Nick aun lloraba.
- ¿Qué ocurre? – le preguntó con voz dulce.
- Me has pegado delante de él – dijo Nick con voz infantil, restregándose la cara con una mano, y señalando hacia Peter con la otra.
- Si hacéis algo juntos, os castigo juntos. – respondió Chris, frotándole la espalda. Aquello le recordó que aun tenía a Peter en la esquina. Por cómo se movían los hombros del chico, dedujo que estaba sollozando en silencio.
- Peter, súbete la ropa y ven aquí – le dijo, y el chico obedeció. Les abrazó a los dos a la vez. Peter parecía muy avergonzado, y luchaba contra el llanto sin mucho éxito. – Ya está, ya está – susurró Chris con voz calmada, pero Peter no dejaba de llorar. - ¿Qué pasa, tesoro? – le preguntó, mientras le secaba las lágrimas como había hecho con su hermano.
- Has dicho…que….esperabas más de mí. Te he decepcionado.
Chris recordó que esa conversación ya la habían tenido una vez.
- No, Peter. Sigo estando orgulloso de ti, pero no puedo aprobar que hagas trampa en un examen. No estoy ni decepcionado ni enfadado, pero no quiero que vuelvas a hacerlo ¿de acuerdo?
- Sí.
- ¿Y tu Nick?
- Sí.
- Estos son mis chicos. Ahora vamos: quitaros los uniformes no se vayan a ensuciar. Luego iremos los tres a por Leo.
Los chicos subieron a su cuarto, y mientras lo hacían, Chris cogió dos folios y se puso a escribir. Había estado pensando en eso y por fin se decidió a escribirlo. Cuando los chicos bajaron, les llamó. Colgó las listas en la nevera y las leyó en voz alta.
NORMAS DE LA CASA:
- Siempre nos diremos la verdad
- No se grita ni se insulta a otros miembros de la familia.
- Si papá (ese soy yo, Peter ¬¬) dice algo, hay que obedecerle.
- Cada uno recoge lo que ensucie (y eso incluye tus gallumbos, Nick. No los dejes tirados por el suelo ¬¬)
- No se hace nada que rompa algún objeto de la casa o que ponga en peligro nuestra vida.
- Son sencillas ¿no? Estas son las cosas a las que tienes que atender, Peter. La única lista que tienes que ocuparte de cumplir. Esta otra es sólo para esta semana "sabática" vuestra.
TAREAS PARA NICK Y PETER
- Quitar el polvo
- Fregar los platos
- Fregar el suelo
- Limpiar el baño
- Poner la lavadora
- ¿Sabéis hacer todo lo que pone aquí?
Los chicos asintieron.
- Bien, pues entonces no quiero ninguna excusa. Esto es lo que haréis los días que no vayáis a clase. Yo no puedo quedarme en casa, pero le pediré al tío Wyatt que venga a vigilaros. ¿Entendido?
Los chicos volvieron a asentir.

- Ya sabía yo que erais inteligentes. Ahora vamos a por Leo. Sin el coche: estoy cansado de tanto atasco.

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