lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 44: Aclarando ideas erróneas

 


Chapter 44: Aclarando ideas erróneas
 


Chris estuvo un rato tranquilizando a sus hijos, sobre todo a Leo, que no se separaba de él y no salía de la protección de su regazo. Estaban todos sentados en el sofá: Leo sobre sus piernas, Nick a su derecha, y Peter a su izquierda. Wyatt acababa de irse, para estar con su mujer y sus hijos. Chris consiguió, a base de paciencia y preguntas, que Nick le contara los detalles del ataque que habían sufrido. Cada poco tiempo le interrumpía.
- Leo, no vuelvas a hacer eso – dijo, zarandeándole un poco al escuchar que se había enfrentado al demonio.
- Tenía que distraerle para que Nick y Peter fueran al desván.
- Lo de huir al desván fue muy inteligente, pero no debiste ponerte en peligro. – insistió Chris.
Nick siguió hablando y contó Peter había protegido a Leo, recibiendo el impacto de una bola de fuego que iba dirigida al niño. Chris apretó los dientes y cerró con fuerza los puños.
- Peter…
¿Qué? ¿Qué iba a decirle? ¿Qué no tendría que haberlo hecho? Seguramente el chico le llevaría la contraria. Además, ¿qué iba a hacer sino, dejar a Leo indefenso? Chris suspiró.
- Odio que os pongáis en peligro.
- Las cosas suceden por una razón – respondió Peter con mucha calma, y con esa mirada como ausente que tenía desde hacía un rato. – Si yo he sido la causa, es justo también que sea la solución. Ese demonio me quería a mí, y no a Leo. Lo justo entonces es que el herido fuera yo, y no él.
Peter ya estaba acostumbrado. Después de Chris, que había sufrido varios ataques de demonios, sobre todo cuando era más joven y se dedicaba a perseguirlos por el inframundo, Peter era el que más heridas había sufrido en su no tan larga vida. Parecía resignado a ser el que siempre salía perjudicado. Incluso parecía creer que estaba bien así. Que se lo merecía. Chris no soportaba esa actitud.
- Peter, ya te he dicho que tú no tienes culpa de nada. Ni siquiera estamos seguros de que Barbas realmente te quisiera a ti, y desde luego no sabemos el motivo. La culpa no es del que recibe la bala, hijo, sino del que aprieta el gatillo. Vuelvo a repetírtelo: odio que os pongáis en peligro, pero odio más todavía que asumáis que eso está bien.
- Si Leo hubiera muerto ahora no estarías diciéndome esto. – dijo Peter, con gesto inexpresivo, y se levantó. Chris suspiró.
- Déjale – sugirió Nick. – Ahora no va a escucharte.
Pero Chris no podía dejar que Peter se fuera pensando así. Apartó a Leo con delicadeza, y se levantó.
- No ha sido tu culpa ¿me oyes? Tampoco lo sería sí…sí…- balbuceó Chris, incapaz de completar la frase - Gracias a Dios no ha pasado nada. No, no gracias a Dios…gracias a ti. Tendrías que sentirte orgulloso de ti mismo, y no culpable.
- ¿Orgulloso? ¿Orgulloso de qué? ¿De encontrar una familia feliz y destruirla?
- ¿Qué? ¿De qué estás hablando? Tú no has destruido nada…
- Yo lo destruyo todo. Y por alguna razón, siempre salgo indemne. Tal vez deba quitarme de en medio y dejar de dar problemas.
Por alguna razón, y por primera vez, Chris sintió el impulso de darle un puñetazo, pero se contuvo.
- No te atrevas ni a sugerirlo. Mira Peter….no sé…no sé lo que te pasa, pero tienes que parar de hacerte daño. Los ataques de demonios aquí son normales. No tiene nada que ver contigo ¿comprendes?
A Chris aquella actitud no dejaba de parecerle negativamente egocéntrica, como si todo lo malo que sucediera en el mundo tuviera que ser culpa de Peter. El chico no respondió, y se fue. Chris se dejó caer en el sofá, abatido.
- ¿Tú lo entiendes? – tuvo que preguntarle a Nick. – Intentan matarle y se echa la culpa.
Nick le miró a los ojos, y aunque le costaba, se esforzó por no perder el contacto visual.
- Ese demonio utilizó los miedos de cada uno en nuestra contra. Al enano le hizo ver cosas…cosas sobre nosotros muriendo o…muertos. A mí me hizo algo parecido, diciéndome que no ibas a volver. Que iba a volver a quedarme sólo. Hubiera sido lógico pensar que a Peter le diría lo mismo, pero...lo que utilizó en su contra fue lo que él mismo ha dicho tantas veces: que se merece que le traten mal. Ese tiene que ser su mayor miedo. Creo que Peter tiene miedo de ser o de convertirse en una mala persona. Por eso a veces intenta…intenta ser perfecto. El hecho de que ese demonio le deseara….en fin, nosotros no entendemos mucho sobre demonios, pero es algo básico lo de saber que buenos precisamente no son. Si ese tipo le desea, ¿es porque hay algo malo dentro de él? Es lo que él se plantea. De hecho, está casi seguro. Está seguro de que lo que ha pasado es culpa suya, porque le quería a él. Porque es…"malo". El hecho de que tú le trates bien sólo aumenta su culpabilidad, porque ahora mismo cree que estás equivocado al pensar bien de él. Que él no deja de "hacer daño" mientras que tú le sigues queriendo. Eso le hace sentir peor.
Chris asimiló estas palabras. Era cierto que Peter no tenía poderes, así que ¿qué podía querer de él un demonio? Se había propuesto averiguarlo, pero una cosa tenía clara: Peter no era malo. De hecho era una de las mejores personas que conocía. Y lo que había pasado no era, ni en una mínima parte, culpa suya. Aunque fuera cierto que Barbas hubiera atacado sólo por él, cosa que Chris aun no tenía clara, eso no hacía que Peter fuera culpable. Le convertía en la víctima. ¿Cómo convencerle de eso? ¿Cómo desmontar el razonamiento de una persona que ha construido su personalidad sobre los cimientos del maltrato y el autodesprecio?
- ¿Y qué sugieres? ¿Que le trate mal? – preguntó con frustración y sarcasmo.
- No, claro que no. Me limito a decirte cómo piensa. Si supiera cómo hacer que fuera menos negativo ya lo habría hecho hace tiempo.
Chris suspiró. Volvió a abrazar a Leo y apoyó su cabeza en la espalda del niño. Estuvo un rato en silencio, preguntándose cuál era el siguiente paso. Tras un tiempo, levantó la cabeza.
- Hay una nueva norma para vosotros. En realidad es la única norma. La única que simplemente no podéis romper. Y es que vosotros sois lo más valioso que tengo. Como la cosa más valiosa que tengo, debéis cuidarla y no dejar que le pase nada. No se trata sólo de que no os pongáis en peligro es que TENÉIS que quereros a vosotros mismos, por lo menos tanto como os quiero yo. No es sólo vuestra vida. También es la mía, dividida en tres pedacitos. Peter tiene que entender que lo único que yo no podría soportar es que os pasase nada. Que su única culpa es demostrar tan poco aprecio por su propia vida, que también es la mía. Que si algo os pasara tendría que ir, encontrar al culpable, torturarle, matarle, y luego matarme yo.
Leo se giró para mirarle, con los ojos muy abiertos. Se dio cuenta de que su padre había hablado completamente en serio.
- Papá, me das miedo.
- Tú no tienes que asustarte, campeón. Es Barbas el que debería tener miedo. Él, y todo el que intente haceros daño.
- ¿Derek también?
Chris soltó un bufido. Derek. Él tenía la culpa de que Peter pensara así. Él le había hecho tanto daño, que al final el chico había acabado creyendo que se lo merecía.
- La próxima vez que vea a Derek, será la última para él. – dijo Chris, sabiendo que tendría una oportunidad de hacerlo: en el juicio en su contra, que se celebraría en pocos días.
- Los luces blancas no pueden matar.
Chris no le llevó la contraria a su hijo. Eso era cierto, pero él sabía que en cierta forma él ya había roto esa norma una vez. No exactamente él, pero sí su yo de otra realidad. El que había vuelto al pasado para evitar que Wyatt se hiciera malvado. El mismo que había matado a una Valkyria, por ejemplo. En esos momentos, se creía capaz de asesinar a Derek, sin importarle cuales fueran las consecuencias.
Después de aquello, todos se quedaron muy fríos. Costaba creer que hacía unas horas Peter y Nick eran inocentes niños de cuatro años. Nadie tenía hambre, así que se acostaron sin cenar, pero Chris permaneció despierto, buscando la respuesta a la pregunta que Peter le había hecho: ¿Qué quería Barbas de él? El demonio había dicho "sólo necesito a uno". ¿Para qué?
Al día siguiente todos parecieron esforzarse para hacer como que no había pasado nada. Siguieron con sus vidas, pero en la hora del desayuno, Chris les habló de ésta forma:
- No pienso dejaros solos ni un segundo. Tenéis una vida, vale, lo capto, pero os acompañaré al colegio y luego os iré a recoger. Y será así hasta que Wyatt y yo encontremos a Barbas y acabemos con él.
Pese a las protestas de Peter, y alguna de Nick, Chris lo hizo así. Les dejó en el colegio y contó cada uno de los segundos que no estaba con los chicos. Luego fue a recogerles y casi se sorprendió de ver a Nick sonriendo. Cuando se dio cuenta de que su sonrisa tenía que ver con Rachel, él mismo también sonrió.
"¿Qué importancia tiene un demonio para el amor adolescente?"
Se alegraba de que Nick tuviera un motivo para sonreír. Lo que es Peter ni siquiera se esforzó en disimular su triste estado de ánimo. Chris estaba preparando una conversación con él, una que repetirían más adelante, en la cita con la psicóloga, cuando recibió una llamada al teléfono. Acababan de llegar a casa, así que Chris se quitó el abrigo con una mano mientras respondía al móvil con la otra.
- ¿Diga?
- ¿El señor Haliwell?
- Al habla.
- Buenas tardes. Soy el director Jones…
El director del colegio.
- Hola, señor Jones, ¿ocurre algo?
- Verá, sus hijos han estado faltando estos días…
- Sí, sí, han estado enfermos.
"Eran niños de 4 años"
- Ya, pero…como Peter tampoco ha venido hoy, me preguntaba cómo se encuentra. Ya hemos visto que Nick se ha recuperado.
Toma jarro de agua fría. ¿Qué Peter no había ido a clase? Chris miró al susodicho, que parecía ajeno a la conversación. Frunció el ceño, y se esforzó por responder al director.
- No se preocupe. Creo que mañana mismo se incorporará a las clases. Gracias por su preocupación.
- De nada. Me alegro de que estén mejor.
Se despidieron, y Chris colgó y se quedó mirando a sus hijos.
- Era vuestro director - dijo. Nick le miró con curiosidad.
- ¿Y qué quería?
- Saber cómo estabais por vuestra "enfermedad". He omitido que el síntoma principal era que tenías cuatro años.
Nick sonrió, pero notó que su padre estaba serio.
- ¿Quería algo más?
- Estaba preocupado por Peter, pensando que aún estaba enfermo…dado que hoy no ha ido a clase…
El aludido por fin le miró. A Chris le agradó ver que al menos pareciera incómodo. Era lo mínimo después de lo que había hecho.
- ¿No te parece tener mucha caradura esperar en la entrada a que vaya a recogerte como si hubieras ido a clase?
Peter no dijo nada, y evitó su mirada. Chris le taladró con los ojos un poco más, y luego se agachó.
- Sube a cambiarte, y a dejar la mochila ¿vale, Leo? – pidió con voz dulce, y el niño lo hizo. – Nick, ¿tú lo sabías? – le preguntó, en un tono algo menos amable. Nick negó con la cabeza. Ese día no tenían las mismas clases.
- Me pareció raro no verle en el recreo, pero Peter suele evitarme cuando está de este humor tan…"positivo".
Chris le creyó. Se centró entonces en Peter.
- Entiendo que estos días no han sido fáciles. Si querías quedarte en casa me lo podías haber pedido, y lo habríamos hablado. Ayer casi te matan. Habría entendido que quisieras un día de tranquilidad. Pensé que lo mejor era volver a la rutina, es lo que hacemos aquí habitualmente, pero si tú creías otra cosa, podrías habérmelo dicho.
Peter no dijo nada, y eso hizo que Chris se frustrara todavía más.
- Al hacer esto, no sólo has faltado a clase y me has mentido, que ya de por sí está mal, sino que te has puesto en peligro. ¿Dónde has estado? ¿Es que no me ha oído cuando he dicho que no quería perderos de vista? ¿Quieres ponerle las cosas más fáciles a los que quieren haceros daño? ¿Irte por tu cuenta te parece lo más sensato cuando casi acaban contigo? En el colegio estás seguro, Peter: nadie va a atacarte ahí dentro, con tanta gente. Pero tú sólo…es como ponerte una diana.
- No he debido ponérmela muy bien, entonces, porque ninguno ha acertado. Mañana usaré colores más vistosos.
Chris acabó de perder la paciencia. Se había propuesto hablar con él, intentar entender sus motivos, ser paciente y permisivo teniendo en cuenta todo lo que había pasado, tal vez no castigarle…Pero con aquella respuesta, tan airada e improcedente, perdió los estribos.
- ¡Esto no es una broma, Peter! ¡Se trata de tu seguridad! ¿Pero qué rayos pasa contigo? ¿Es que algo no funciona bien dentro de tu cerebro?
- Me extraña que aún lo dudes. Es lo que llevo diciéndote desde que te conozco. Algo va mal en mí, me alegro de que por fin lo entiendas.
- Sabes que no me refería a eso. No tergiverses mis palabras para librarte de esta. Harías mejor en decirme por qué lo has hecho antes de que decida lo que voy a hacer contigo.
- Prefiero no decírtelo – respondió el chico, en un tono totalmente insolente. Y encima se fue. Chris ya iba a perseguirle, pero Nick le agarró del brazo. Chris casi se había olvidado de que estaba ahí.
- Sólo intenta cabrearte. No le dejes hacerlo, o encontrará una excusa para no contártelo.
Era tan extraño que Nick fuera el razonable…Pero Chris sabía que tenía razón. Respiró hondo para calmarse, bebió un poco de agua, y fue a hablar con Peter dispuesto a mantener la calma. Subió al piso de arriba y le encontró en su habitación, sentado en su escritorio escribiendo algo.
- Peter, tenemos que hablar.
- Estoy haciendo deberes.
- Déjalo un momento, y habla conmigo. Aun ni siquiera hemos comido, ya te pondrás luego con ello.
- Tengo mucho que hacer.
- Me da igual, para un segundo – insistió Chris, agotando sus buenas intenciones.
- No quiero hablar contigo – dijo Peter, pasando a un nivel más tajante.
- Tienes suerte de que de momento sólo quiera hablar. Tengo motivos de sobra para estar enfadado, y lo sabes.
- Bien, pues entonces, castígame.
- Tal vez luego – dijo Chris – Ahora vas a decirme por qué no has ido a clase.
- No quería. Hice pellas.
- Colaría, de no conocerte lo bastante como para saber que tú no harías eso. Además, qué casualidad ¿no? Ayer te enfrentas a un demonio, y hoy te apetece no ir a clase, por aburrimiento, sin que el ataque tenga nada que ver.
Peter no le respondió. Estaba sentado, dándole la espalda. Chris se acercó y giró la silla, obligándole a mirarle.
- Quiero la verdad, Peter. ¿Dónde has estado? ¿Qué has hecho?
Peter insistió en su mutismo. Chris se preguntó si es que el chico era incapaz de entender que estaba a punto de perder los nervios, o si es que le daba igual.
- ¿Dónde has estado? – volvió a preguntar, poniendo todo su enfado en cada una de las palabras.
- Donde a ti no te importa.
Chris estaba dispuesto a enseñarle que intentar enfadarle no era una buena estrategia, así que le puso de pie y se sentó él, colocándole sobre sus rodillas. Con mucha calma, sin nada de ira, le bajó los pantalones.
- Si quieres otro tipo de conversación sólo tienes que pedirlo – le dijo, en vez de castigarle. Peter sintió mucha vergüenza ante esta advertencia y por estar en esa posición. No dijo nada, y se ruborizó mucho. – Entonces, ¿qué quieres? ¿Vas a sentarte y a hablar conmigo, o tengo que darte unos azotes primero?
Peter pareció pensárselo, y Chris le dio dos azotes como para ayudarle a decidirse.
- Hablaré – suspiró el chico, y Chris le dejo incorporarse.
- ¿Dónde has estado? – preguntó Chris.
- En la biblioteca.
- ¿No vas a clase para ir a una biblioteca? – inquirió frunciendo el ceño. No había sonado a mentira, pero eso lo hacía aún más absurdo. - ¿Qué hiciste ahí?
Peter volvió a guardar silencio, y Chris decidió que ya era suficiente.
- Has perdido tu oportunidad – le dijo, y le volvió a tumbar sobre su regazo.
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- Nunca voy a castigarte porque no quieras hablar conmigo, pero sí cuando haces algo indebido y te niegas a responder mis preguntas al respecto. Estás en un lío bastante grande, así que ponte las cosas fáciles y colabora.
Le dejó levantarse, y observó cómo se colocaba la ropa. Peter parecía en ese límite de estar a punto de llorar pero sin llegar a hacerlo. Chris hizo grandes esfuerzos para no compadecerse de él.
- Ahora responde: ¿qué hacías en una biblioteca? ¿Por qué no fuiste a clase?
Peter sólo se encogió en su sitio.
- Peter, aún tengo muchas cosas que tratar contigo. Seguro que no quieres volver a mis rodillas tan pronto.
El chico aun pareció algo reticente, así que Chris se puso de pie en actitud ligeramente amenazante y eso terminó de convencer a Peter para empezar a hablar.
- Digas lo que digas, sí que fue mi culpa. Ese tipo venía a por mí y por mi causa Leo o Nick podían haber salido heridos. Tú mismo corriste peligro, y el tío Wyatt, ya que todo parece que el demonio que le atacó fue una distracción. Tengo que saber por qué. He estado investigando sobre él, aunque casi todo lo que he encontrado no tengo ningún sentido.
- No encontrarás nada sobre demonios en internet o en los libros de la gente normal. Al menos, nada relevante. Eso tienes que buscarlo en el libro de las Sombras. Además, yo ya estoy buscando. Estás cosas llevan su tiempo. – dijo Chris, frunciendo el ceño – Pero esto tú ya lo sabes. Hay otro motivo. Un motivo por el que has buscado por tu cuenta en vez de acudir a mí y al libro.
Peter se encogió de hombros.
- Peter…- advirtió Chris. Esperó unos segundos, pero el chico seguía sin responder. Christopher suspiró, y volvió a tumbarle sobre sus rodillas. Le bajo el pantalón e hizo una mueca: aun ni siquiera había empezado a castigarle por su escapada y su imprudencia. Peter le estaba poniendo las cosas muy difíciles.
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Peter soltó un quejido, y Chris se detuvo. Le escuchó llorar y le acarició la espalda con ternura. Pero su mirada era dura e implacable cuando le miró después de incorporarle.
- Basta de tonterías. No es necesario que te sonsaque la información y te haga mil preguntas. Faltar a clase, mentirme y ponerte en peligro es algo que no debes hacer. Lo mínimo que puedes hacer ahora es decirme cuáles eran tus motivos.
Peter le miró con ojos acuosos.
- No te va a gustar…- le dijo.
- Eso no lo dudo, pero no creo que nada de lo que puedas decir vaya a empeorar tu situación ahora.
- Quería hacerlo por mi cuenta porque…buscaba la manera de contactar con él. Y sabía que eso no te iba a gustar.
- ¿Qué no me iba a gustar? ¡¿QUÉ NO ME IBA A GUSTAR!? ¿Querías contactar con Barbas y eso "no me iba a gustar"? ¡Es la peor idea que podías haber tenido! ¿Acaso tienes el síndrome de Estocolmo, que tienes que ir detrás de todo el que te hace daño? ¿Tienes algún especial interés en que te maten? – gritó Chris, haciendo aspavientos. Peter se había ido encogiendo con cada grito, pero al final pareció endurecerse.
- ¡Sí! ¡Eso es justo lo que pretendo! – le espetó, y Chris se quedó helado. – Vivo sólo os traigo problemas. Primero Derek, luego él…es evidente que la mala suerte me persigue. No voy a dejar que os salpique nunca más. Sí me quiere no voy a hacer que me busque. Se lo pondré fácil y así no estaréis en peligro.
Durante unos segundos Chris sólo le miró. Peter respiraba agitadamente, y poco a poco se fue calmando. Chris también sonó calmado al decir:
- Una vez me dijiste que en realidad no quieres morir. En dos días, van dos veces que haces referencia a suicidarte. Pensé que ya lo había hecho, pero voy a enseñarte a no hacerlo de nuevo. Voy a enseñarte a no ocultarme cosas, sobre todo si son tan importantes. Voy a enseñarte a no ponerte en peligro, y menos deliberadamente. Voy a enseñarte a no escaparte del colegio ni engañarme. Y quiero que entiendas que voy a enseñarte todo eso porque eres una persona valiosa para mí. Que tu vida tiene que ser lo más importante para ti, porque es lo único importante para mí. Que no tienes culpa de nada, salvo la de creerte las mentiras que otros han dicho sobre ti. Que a la única persona que tienes que escuchar es a mí. No sólo tienes que aprender a obedecerme, sino a creerme cuando te digo que te quiero, y que te mereces que te quiera.
Sin decir nada más, y mientras aún tenía la atención de Peter, le colocó de nuevo sobre sus rodillas, le bajó la ropa, y orbitó el cepillo.
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Peter lloró sin contención ninguna, pero era bastante silencioso, no tan vocal como su hermano. Intentó cubrirse en una ocasión y Chris le apartó las manos con firmeza pero sin hacerle daño.
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Chris notaba que Peter le agarraba con fuerza, y sentía sus sollozos que alternaban entre lo ruidoso y lo silencioso.
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Chris dejó el cepillo, y dejó también que Peter llorara, sabiendo que eran muchas las lágrimas que el chico solía esconderse.
- Cada vez que vuelvas a sugerir que vas a "quitarte de en medio" o a intentar que te maten, haré esto mismo. Ahora vas a escucharme, y a creerme. Derek era un maldito bastardo que necesitaba hacerte daño para sentir que te dominaba. Te llevó al límite de la muerte porque no le importabas más allá de la obsesión que tenía contigo. No te merecías a alguien como él sencillamente porque la humanidad no merece que alguien como él forme parte de ella. Barbas ni siquiera es humano. Es un demonio que sólo busca el poder, y que basa ese poder en el miedo de los demás. Sabe encontrar las debilidades de cada uno y las usa contra nosotros. Puede lograr que las personas mueran de miedo, pero tú estás tan asustado de por sí que contigo lo que logró es reabrir tus inseguridades. Entérate de una vez que eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Que eres bueno, que te quiero, que si te pasa algo no podría soportarlo, que no te mereces ningún mal, y que ahora tu vida no es sólo tuya. Que no tienes la culpa de todo lo malo que sucede, que no tienes que defendernos a todos, que no eres responsable de nuestro bienestar, porque ese es mi trabajo. Si no lo haces porque estés convencido de que es así, hazlo porque te lo digo yo: no infravalores tu vida, y no intentes resolver tus problemas tú sólo. Y, claro está, no faltes a clase, pero me da la sensación de que eso no vas a volver a hacerlo.
Peter siguió llorando sobre él, y Chris le acarició con ternura. Esperó con paciencia, y tras un rato considerable, le incorporó. Intentó colocarle la ropa, pero Peter no le dejó. Optó entonces por quitarle los pantalones del todo y ponerle los del pijama, que eran de tela menos rígida y le rozarían menos. Evitó preguntar si le dolía mucho, porque sabía que la respuesta sería que sí. Peter no dejó de llorar en ningún momento, pero para cuando terminó de ponerle el pijama, le abrazó con mucha fuerza. Chris le abrazó a su vez, y le contuvo mientras se desahogaba. Le hizo tumbarse, y le acarició la cabeza. Chris esperó con paciencia.
- Peter, tesoro, deja de llorar. – le dijo en tono dulce- Vas a ponerte enfermo. Se te va a cortar la digestión.
Peter asintió, e intentó hacer lo que le decía, sin mucho éxito. Chris le siguió acariciando hasta que se calmó un poco.
- Ya, mi niño. Ssh, ya está.
Chris escuchó en ese momento que Nick le llamaba, desde el piso de abajo. No quería dejar sólo a Peter, pero Nick insistió.
- Vuelvo en seguida ¿vale, tesoro? Descansa, eso es. Duérmete si quieres.
Chris bajó, con la sensación de que el corazón le pesaba mucho. Buscó a Nick, pero a quien encontró fue a su padre, que debía de haber orbitado. Leo I no tenía cara de muchos amigos.
- Papá, ¿ha pasado algo?
- Pasa que mis hijos han corrido peligro, y yo me he enterado ahora.
- Sí, bueno…
Chris no supo qué decir: su padre parecía bastante enfadado.
- Tu madre tiene razón: no nos cuentas nada, como si no formáramos parte de tu vida. Mira, si no me cuentas que has conocido a una mujer, puedo encajarlo, pero que no me llames cuando necesitas ayuda...Sólo con decir mi nombre hubiera aparecido allí mismo.
- Ese es justo el problema: no quería ponerte en peligro.
- Nosotros tampoco, abuelo. Por eso no te avisamos – intervino Nick, desde la puerta.
- Con vosotros hablaré después – dijo Leo sin apenas mirarle. – Te has acostumbrado a hacer las cosas tú sólo Christopher, y eso no puede ser.
"Christopher". Eso no era nada bueno. Chris sintió el impulso de agachar la cabeza, pero ya era un hombre adulto y supo contenerse.
- Wyatt tampoco te llamó…
"Mmm….Eso muy adulto no sonó." Leo también se dio cuenta, porque levantó una ceja.
- Al menos, él te llamo a ti. – le recriminó, y luego suspiró - ¿Estás bien?
Chris asintió.
- Peter salió herido. Pero le curé.
- Espero que sepas que ahora no voy a mantenerme al margen. Te ayudaré a dar con el demonio que os atacó…
- Fue Barbas.
Leo pareció sorprenderse, pero no dijo nada.
- Papá luego…luego hablamos. Ahora tengo que estar con Peter.
Tras unos segundos, su padre asintió, pero se acercó a él, como dándole un abrazo, y le susurró:
- Más te vale mantenerme informado. – le dijo, y orbitó. Chris supo que le convenía hacer caso de esa advertencia. Caray. ¿Él ponía la misma mirada cuando regañaba a sus hijos? ¡Daba miedo!
- ¿Cómo está Peter? – preguntó Nick, cuando se quedaron solos.
- Te lo diré en un rato.
- ¿Le has castigado?
- Sí – respondió Chris, con cierta sequedad. Nick le observó durante unos segundos, pero no dijo nada.
- Yo me encargo de hacer la comida – anunció por fin, y desapareció rumbo a la cocina.
Chris subió de nuevo al cuarto de Peter. El chico ya no estaba llorando. Estaba tumbado de lado, en posición fetal, ocupando muy, muy poco espacio para lo alto que era. No pareció reaccionar al verle. Chris se hizo un hueco y se sentó a su lado. Al principio, Peter permaneció impasible, pero luego se acurrucó junto a él.
- ¿De verdad no fue culpa mía? – le preguntó con una voz tan infantil que Chris casi sintió ganas de sonreír.
- De verdad. Nadie te culpa salvo tú, hijo.
Peter se acurrucó aún más, como si tuviera frío.
- ¿Y no crees que haya algo malo dentro de mí?
- Defectos como los de todo el mundo. Eres muy pesimista. Pero no, Peter. No estás roto, ni estropeado, ni posees ninguna clase de maldad.
El chico pareció meditarlo. Chris no supo si le había creído, pero al menos no se lo discutió.
- Siento haber faltado a clase.
- Oh, sí, más te vale, porque entre tu regreso a la infancia y tus escapadas llevas cuatro días de vacaciones. – le dijo Chris, pero en un tono distendido y con una sonrisa.
- Y siento haberme puesto en peligro. Tienes razón: no quiero morir. Me alegro de no haber dado con una forma de encontrar a Barbas.
- Y yo me alegro también – dijo Chris, absteniéndose de decir que él sabía cómo invocarle. – Y espero que nunca vuelvas a intentarlo.
- No se me ocurriría. Quiero volver a sentarme algún día.
- Tu cabezonería tiene mucha culpa en que haya sido tan duro contigo. – dijo Chris, acariciándole los rizos. Peter no dijo nada, y se dejó acariciar. – Anda, bajemos a comer. Nick está haciendo la comida.
- No quiero comer – protestó Peter, a punto de hacer un puchero. Chris entendió más bien que lo que no quería era sentarse a la mesa. Decidió no obligarle. Pero antes de irse había una cosa más que tenía que hablar con él.
- Yo también suelo guardarme mis problemas para mí – le dijo, recordando las palabras de su padre - Tenemos que aprender a incluir a los demás en lo que nos pasa. Tú – dijo, puntualizando con un golpecito de su dedo en la frente de Peter – tienes (golpecito) que incluirme (golpecito) en lo que te pasa. Quiero que te des cuenta de cómo has reaccionado a esto. Ayer fuiste borde conmigo, para no confesar que lo que te pasaba es que te sentías culpable. Hoy querías hacerme enfadar, hasta que al final lo has conseguido. Y durante todo el rato has estado tú sólo cargando con tu absurdo sentimiento de culpa, hasta plantearte la tontería de que tal vez lo mejor fuera que Barbas diera contigo.
- Dicho así, suena bastante tonto.
- Desde el cariño, tesoro, pero casi todo lo que dices sobre ti suena bastante tonto. Estás ciego a tus propias virtudes.
Peter pensó que tal vez, y sólo tal vez, su padre tuviera razón.
- En realidad, me gusta bastante como soy. Pero me da miedo que algo me cambie. Que ya me hayan cambiado.
- Nick dice que tienes miedo de…convertirte en una mala persona.
- Nick tiene razón.
- Si temes eso es porque sabes que eres bueno. Y nada va a cambiarlo. Igual que yo tengo fe en ti, tú debes tenerla en mí, y confiar en que yo no voy a dejar que eso pase. Así, si no crees en ti, cree al menos en eso.
Peter asintió, y Chris le sonrió.
- Voy a traerte algo de comer.
- No tengo hambre, de verdad…
- Tú lo que no quieres es sentarte.
- Vale, eso tampoco pero…no quiero comer.
- Tienes que comer. Un poquito – dijo Chris, usando un tono cariñoso – Si lo haces luego te doy helado.
- ¿Me sobornas como a un niño pequeño?
- Oye: hace dos días tenías cuatro años. Literalmente. Además, estoy seguro de que ha funcionado…
Peter sonrió.
- Hecho entonces: te traeré una bandeja.
Chris le revolvió el pelo y bajó a la cocina, a ayudar a Nick y a por algo de comer para Peter. Cuando el salió del cuarto de Peter, Leo entró.
- Ey, peque – saludó Peter, que se estaba quedando dormido.
- Gracias.
- ¿Qué?
- Por salvarme la vida. Gracias. No te lo había dicho.
- No tienes que hacerlo.
Leo se acercó a él y le abrazó.
- Ahora sé que me quieres de verdad.
- ¿Y antes no lo sabías?
- No sabía si lo suficiente como para….quedarte en casa.
- De ahí lo de tu truquito de magia ¿no? Mira que hacerme niño de nuevo…
- Parecías feliz. Más feliz que cuando volviste a los 17.
- Hombre, peque, me atacó un demonio. No esperarás que eso me haga sonreír…
- Nick volvió a sonreír. Pero tú no.
- Tenía…algunas cosas en las que pensar.
- ¿Y ya lo has pensado?
- Sí. Con ayuda de papá.
- ¿Te ha castigado?
Peter esbozó una sonrisa triste.
- Sí. De hecho, ésta vez ha sido la peor…Entre tú y yo, más vale que le hagas caso en esto y nunca te pongas en peligro.
- También te pusiste en peligro con cuatro años – recordó Leo con una risita. – Eras tan pequeñito…
- Para pequeño tú, bichejo – dijo Peter, y le hizo cosquillas.
Cuando Chris subió con una bandeja, se encontró a Leo tumbado junto a Peter, y a los dos dormidos. Le dio un beso a cada uno y dejó la bandeja en la mesa, decidiendo dejarles dormir un ratito. Volvió a bajar junto a Nick, y le observó. El chico estaba muy silencioso, pero al cabo de un rato habló por fin:
- Si no quieres que corramos peligro y te ocultemos nuestros problemas, has de entender que al abuelo le pase lo mismo. – le dijo.
- Y lo entiendo…
- Pero aun así, le mantienes al margen.
- Lo sé.
- El abuelo parecía enfadado.
- Se le pasará.
- Me alegra que haya alguien dispuesto a obligarte a que cuides de ti mismo. Creo que después de todo Peter y tú no sois tan diferentes. De hecho, creo que sois prácticamente iguales, en vuestras reacciones. Me apuesto algo a que tú te has echado la culpa de lo que pasó, creyendo que deberías haber estado aquí con nosotros.
- Es que debería haber estado aquí…
- Estabas muy ocupado intentando que no te mataran. ¿Lo ves? Igualito a Peter. – dijo Nick, rodando los ojos. Chris le miró divertido. ¿Su hijo le estaba regañando?
- ¿Y qué hay de ti? ¿Cómo estás?
- Feliz, joven, y enamorado. A ver si aprendes de mí. Creo recordar que cuando era un criajo gateante cierta mujer se pasaba el día en esta casa. Sé que ya no soy tan mono, pero en serio, podrías llamar a Amy.
- No creo que todo esto del "ataque del demonio" sea el mejor modo de introducirla en la magia. No sé qué recuerdas, pero en esos días se enteró de…lo que soy.
- Eso me parecía. Pues más motivo para que empecéis a pasar más tiempo juntos. Ya no tienes que ocultarle nada.
Chris se dio cuenta de que Nick había adquirido el rol de ser su consejero sentimental, al menos en lo que a Amy se refería.
- Más tiempo con mis padres, más tiempo con Amy…¿crees que mis días tienen cuarenta horas?
- Creo que tienen 24. Y una llamada de teléfono te ocupa diez minutos. Así que no quiero excusas.
- A sus órdenes, mi comandante.

- Bien – dijo Nick, satisfecho. Chris, sin poder evitarlo por más tiempo, se rió. Pero se propuso hacer lo que le había dicho. Con lo de su padre podía empezar en seguida, y pedirle ayuda con todo el asunto de Barbas.

1 comentario:

  1. YO LE DIGO A MI ABUELA ME HE PORTADO MAL HE SIDO UN NIÑO MALCRIADO LE HE FALTADO AL RESPETO A MI MADRASTRA ESTOY LISTO PARA LAS BOFETADAS MI ABUELA ME PONE DE RODILLAS Y ME TANTAS CACHETADAS CON TODAS SUS FUERZAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF TENGO las 2 CARAS ROJAS Y DOLORIDAS MI ABUELA ME DEJÓ las MARCAS DE SUS ARRUGADAS MANOS IMPRESAS EN MIS MEJILLAS

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