sábado, 4 de abril de 2015

EN CASA DE HERRERO... CUCHARA DE PALO 22.




22.

Al cerrar la puerta Armando se sintió fatal por Rui, de haber sabido que había sido Rui, no hubiera montado tal espectáculo. Su hermano siempre estaba en líos, y no le gustaba que su padre siempre estuviera regañándolo, pero es que lo cierto, es que Rui daba miedo, tenía ideas de gato tuerto. Y no solo es que tuviera ideas de gato tuerto, es que le condenado, las llevaba a cabo. Armando estaba cansado que la mocosa le estropeara sus cosas y que su padre solo le dijera un “eso no se hace” y ya está, era injusto, es como si hubiera dos raseros. Uno el que juzgaba sus traseros y otro que era de algodones que juzgaba el trasero de la mocosa. Y la niña lo sabía y se aprovechaba a base de bien. Pero ahora ya era demasiado tarde, Rui estaba sentenciado y condenado.
Célia estaba en su habitación quitando todos los juguetes que tenía desperdigados por el suelo. Su padre había dicho que tendrían unas palabras sobre lo de entrar en la habitación de los chicos sin su permiso y 3 superaba que sólo fuera eso...unas palabras. Si la castigaba por eso le iba a fastidiar y mucho porque esa semana daban el último capítulo de la temporada de la serie que todos veían en su clase. Y si se lo perdía, todos iban a hablar de ello, menos ella, sería una especie de apestada. Célia hizo una montañosa con sus muñecas y las escondió bajo la cama. No sabía cuanto tardaría su padre con Rui y no quería que la pillara ordenando su cuarto, cosa que debió hacer el domingo.

Entrar en el despacho de papá, con un papá cabreado, nunca era cosa buena. Siempre acababa con un trasero muy adolorido. Rui lo sabía mejor que ninguno de sus hermanos, ya que era sin duda de todos sus hermanos el que hacía más viajes al mundo de las nalgadas. Rui a sus 12 años ya conocía los dibujos que hacía la alfombra del despacho de su padre de memoria.
Francisco entró en el despacho y en vez de dar vueltas de un lado al otro de la habitación, como solía hacer cuando se enfadaba con él y lo regañaba, se sentó en su silla. Rui ya leía los gestos de su padre como si fueran un libro. Eso significaba que su padre ya había decidido cual iba a ser su castigo, y que iba a ser algo rápido, no se iba a explayar mucho con discursitos morales. Tampoco hacía falta. Robar está mal es algo que hasta un niño de párvulos sabe. Y Rui tenía un coeficiente muy alto como para ni tan solo considerar que no sabía lo que se hacía.

Era en momentos así que Rui se prometía así mismo que si alguna vez era padre, él jamás castigaría a sus hijo y mucho menos zurrarles. Él sería un padre enrollado que entendería que sus hijos no eran perfectos y se equivocaban. Sus hijos lo adorarían y él siempre estaría jugando con ellos y animándolos para descubrir cosas nuevas. Sí, él sería un padre fantástico, el padre que todo niño querría tener.


-         (Francisco se aclaró la garganta haciendo que Rui volviera  ala cruda realidad) Rui, estoy realmente muy decepcionado ¿robar? ¿en serio? A tu propio hermano.
-         No era robar, solo se lo
-         Si ya lo has dicho, “lo tomaste prestado” y ambos sabemos que es un bonito eufemismo para decir que se lo robaste.
-         No lo pensé, de haberlo pensado lo habría cogido a Oliver, que nunca sabe donde pone las cosas.
-         ¡RUI! Ni Armando, ni a Oliver, ni a mí, ni a nadie. No se coge el dinero que no es tuyo (dijo furiosos Francisco). ¿A caso tu madre o yo te hemos educado así? ¿Te hemos enseñado que robar esta bien? ¿Que está bien agarrar el dinero o cualquier otra cosa de otros sin su permiso?
-         No señor (dijo bajando la cabeza, su padre llevaba razón y no había manera de discutirle. Aquel día le cogió el dinero a su hermano porque estaba muy enfadado con su padre y no tenía ni un céntimo para ir a la feria, no se detuvo ni a pensar lo mal que estaba nada de eso).
-         Dime ¿Qué he de hacer contigo? (dijo Francisco negando con la cabeza)
-         No lo sé (dijo sin levantar la cabeza)
-         Vas a disculparte con Armando y le vas a devolver el dinero, no solo le vas a devolver los 20, sino que le vas a dar 20 más de tu bolsillo, ya que los prestamos tienen intereses (fue decir eso y Rui levantar la cabeza de golpe y mirar a su padre con los ojos abiertos como platos).
-         Papá, es que…no tengo ni un céntimo, me castigaste sin paga ¿recuerdas?
-         Y no te queda nada del cumpleaños o del fin de curso (Rui se mordió el labio y volvió a agachar la cabeza) ¿en que demonios te gastas el dinero, hijo?
-         Al no tener paga he de tirar de ahorros (susurró).
-         Ok (Francisco sacó de su propia billetera el dinero y se lo dio) Se lo darás  a tu hermano y te disculparás (Rui tomo el dinero con timidez, porque no le apetecía nada acercarse tanto a su padre, porque se olía que en cuanto estuviera a mano, su padre lo pondría sobre sus rodillas. Rui por lo visto conocía muy bien a su padre, porque en cuanto el chico se guardó el dinero en el bolsillo del pantalón. Lo agarró por el brazo) Rui, que sea la primera y última vez que coges dinero sin permiso.
-         Por favor, papá, por favor, no (sabiendo lo que venía a continuación. Y Francisco le desabrochó los pantalones y tiró de ellos para abajo) nooo, juro que nunca más, lo juro (suplicaba Rui).
-         Robar? En serio Rui, eso es muy serio, ni te haces al idea de lo serio que es…robar no solo es un delito, es una muestra de la poca importancia que le das al dinero y a tu hermano. Tu hermano se está de comprarse muchos caprichos para ahorrar ese dinero. Caprichos que tu si te das por eso no tienes nunca ni un céntimo ahorrado. Es el esfuerzo de tu hermano. Además deberías saber que tu hermano no es ningún tacaño, de haberle pedido seguro que te lo habría prestado.
-         Pero es que no estaba…y después de habérselo dicho me habría preguntado para que lo quería y entonces…(Rui se mordió el labio, había hablado demasiado, malditos nervios. En ese momento Francisco se detuvo) te lo habría dicho y te habrías enfadado (finalmente dijo).
-         Conozco a Armando, la cosa se hubiera quedado entre vosotros, a menos que ese dinero lo hayas gastado en algo realmente malo ¿Es así?
-         No, papá. Lo gasté en la feria. No tenía dinero (dijo Rui asustado y sin atreverse a mirar a la cara a su padre. Pero reconoció por el gruñido que acababa de hacer Francisco que efectivamente oír eso no le había hecho feliz).
-         De verdad hijo, cuando te pones, te pones a lo grande (y tiró de él y lo colocó sobre sus rodillas. Rui cerró los ojos y se agarró con fuerza a la pata de la silla. Francisco abrió el cajón de su escritorio y sacó una vieja regla de madera. Que para ocasiones como esa venía de maravilla- Rui giró un poco la cabeza al oír el cajón cerrarse para ver que había agarrado su padre y tragó saliva y apretó fuerte la pata de la silla al ver que era la vieja regla de madera).
-         Plac plac plac
-         Aaaaaaaaaaaaah auuu no ayyy duele, auuu pica auuuu por favor, no. Lo siento papá, lo siento.
-         Plac plac plac no volverás a robar nada ni de tus hermanos, ni de mí, ni de nadie ¿entendiste, señorito?
-         Aaaaaaaaaaaaaaaaauuu ayyyyyyyyyyyy dueleeeee nunca más, lo juro, nunca más auuuuuu
-         Plac plac plac porque si me entero que vuelves a coger algo que no es tuyo en vez de la regla será el cinto (amenazó Francisco, sabiendo que eso era lo más temido por todos sus hijos, aunque no tenía la intención alguna de cumplir esa amenaza) y de la zurra que te dé tendrás que sentarte sobre un flotador.
-         Bwuaaaaaaaaaaaaa lo siento, perdón, bwuaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaaaaay
-         Plac plac plac (dio los últimos tres reglazos y dejó la regla sobre el escritorio y esperó a que Rui se calmara y se diera cuenta que se había detenido)
-         Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaau aaaaaaaaaaay auuuuu nunca más bwuaaaaaaaaaaaa
-         Venga Rui, ya, hijo, ya está. Anda, levanta (dijo ayudándolo a levantarse). Ve a lavarte esa cara y después haces lo que te he dicho, te disculpas y le devuelves el dinero a tu hermano.
-         Papá, de verdad que no era mi intención, solo estaba furioso (dijo subiéndose los pantalones).
-         Lo entiendo, pero estar furioso no ha sido nunca una excusa valida en esta casa. Hijo, debes pararte, respirar hondo y contar hasta 40. Es lo que hago yo.
-         Pero tu te enfadas y mucho (dijo sobándose el trasero).
-         Jejeje me hacéis enfadar y mucho. Pero hijo, créeme cuando digo que si no me parara y respirará hondo y lo pensara bien antes de castigaros, hace tiempo que estaría tras los barrotes por infanticidio.
-         Papá, ¿te puedo pedir algo?
-         Dispara
-         La próxima vez que te enfades conmigo en vez de hasta 40 cuenta hasta 100.
-         Jajajaja ¿Y si no me haces enfadar y punto?
-         Hasta 100 papá, tenlo en mente para la próxima (dijo una vez estuvo fuera del alcance de la mano de su padre).
-         ¡Largo de aquí, descarado! Antes que descubras lo rápido que cuenta tu padre hasta 100 (dijo Francisco con una sonrisa estremecedora. Rui sabía que su padre estaba bromeando, pero su trasero aún le dolía para arriesgarse, así que salió corriendo del despacho. Francisco respiró hondo, para él aún no había acabado. Ahora tenía que subir a hablar con Célia, por enésima vez, sobre lo de entrar en la habitación o jugar con las cosas de sus hermanos. Menuda pereza y dolor de cabeza le estaba entrando, con lo contento que había llegado a casa. Era en días así que Francisco se preguntaba si algún día sus hijos iban a sentar cabeza...todo parecía tan lejano aún...Sobre todo teniendo en cuenta que Oliver, el mayor, que ya tenía 19 la mayoría de veces seguía actuando como si tuviera 13).



3 comentarios:

  1. O.o Pobre Rui.... si le hubiese contado a su hermano....

    Yo de pana también tengo a la hermanita atravesada jajajjaa que siempre sale bien librada... jooooo

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  2. Me pasa como a Sanha, no sé por qué tengo a la hermanita atravesada xD

    Oye, pero pobre Rui! Cogió el dinero para ir a la feria y ya le castigó por eso, es casi como castigarle por lo mismo xD

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