martes, 23 de diciembre de 2014

Capítulo 8



Hola a todos! Aquí les dejamos un nuevo capítulo :)  Ojala les guste mucho, por favor comenten que en verdad leer sus opiniones nos hace el día ;) 
Que todos pasen unas felices fiestas :D
Mientras tanto, en la cocina se encontraban sentados Artemis, Dick y Connor. Los tres tenían frente a ellos un plato de cereal al que miraban sin mucho interés. Habían intentado conseguir algo más antojable como frituras o dulces pero no habían encontrado nada. 
-Lo siento- comentó Dick- Ya conocen a Bruce "Richard, no voy a llevar a casa esa bomba de calorías, azúcar y colorante artificial"- lo imitó.
-Está bien, mi papá es casi igual- admitió Connor.
-"No puedo dejarlos comer siempre ese mugrero, les daría una pésima condición física y si algún día se encuentran en una isla desierta, batallarán mucho para sobrevivir"- Artemis imitó a Ollie, también desganada.
Dick se acomodó un poco en su silla y no pudo evitar notar el ombligo de Artemis, en el cual lucía un nuevo pendiente.
-Oye, no te lo había dicho antes por miedo a que Oliver o Roy me mataran, pero ese piercing se te ve muuuuuuuuuuuyyy bien-
Connor enseguida volteó a verla, confirmando con indignación que, de hecho, ya tenía otro pendiente puesto.
-¡Papá hizo que te lo quitaras!- exclamó acusatoriamente.
-Hizo que me quitara el otro, no dijo nada acerca de no ponerme uno nuevo- contestó ella tranquilamente.
-¡Quítatelo!- le gritó Connor molesto.
-Cálmate, enano- le dijo Artemis rodando los ojos.
-Le diré a papá- amenazó enojado Connor.
-Ya cálmate, eres peor que Roy- Artemis se lo quito-¿Feliz?-
Connor la miró fulminante y regresó la vista a su cereal.
-¿Y tu padre?- Artemis rompió el silencio después de diez minutos.
Bruce Wayne llegó con su hijo menor cargado y Jason abrazado a él, la verdad es que le encantaba a Jason estar así y Dick no pudo evitar rodar los ojos con celos. Luego llegaron a la sala Oliver y Roy pero en realidad no se sentía tanta tensión como se esperaba.
-Oye, papá- menciono Dick- ¿Podemos salir a dar una vuelta al suburbio?-
-¿Crees merecerlo?- preguntó serio Bruce.
-Papáaaaa...- se quejó Dick.
-Está bien, solo un rato- miró su reloj- A las siete los quiero aquí. Aunque a decir verdad, yo no sé si Oliver le dé permiso a Artemis y a Roy-
Artemis y Roy miraron suplicantes a su padre.
-Sí, vayan, pero ya les dijeron: a las siete, ni un minuto más. ¿Entendido?- les preguntó Oliver.
-¡Yo también quiero ir!- gritaron al mismo tiempo los pequeños niños.
-No, Jason- le dijo Bruce- Tú te quedas aquí a reflexionar sobre lo que hiciste hoy-
-Papi...- suplicó Jason.
-Nada- le cortó éste. 
Eso no era totalmente cierto, lo que quería prevenir es una pelea sin la supervisión suya, porque así sí corrían peligro, pero bueno, con Jason ahí en casa nada saldría mal.
-Sí, Connor, tú también te quedarás aquí y no quiero quejas- le advirtió de una vez Oliver.      
-Ya qué- replicó Connor viéndolo feo.  
Roy tomó las llaves del auto de Oliver antes de que los adultos pudiesen arrepentirse y salió casi corriendo de la casa, con Artemis empujándolo para salir antes. Dick rodó los ojos al verlos pero después echó un vistazo a su hermano menor, quien lo miraba como si quisiese arrancarle la garganta, y decidió imitarlos.
El suburbio no era tan grande ni tenía tantos lugares para visitar. Al parecer el bosque era el atractivo del lugar ese... 
-Bien, primero irémos a ver ese local- indicó Artemis, tomando del brazo a Dick y casi arrastrándolo con ella. 
-¿Ahí?- gimió el Chico Maravilla lastimeramente- Pero se ve que ahí venden pura joyería-
-Exactooo- canturreó ella- Connor no está aquí y yo voy a lucir mi nuevo piercing-
-Oye, eso no es justo-se quejó Roy.
-Cállate, tú de seguro lo mostrarás siempre que vayamos a alguna alberca- replicó Artemis aun arrastrando a Dick, quien trataba de tomar algún árbol o muro para aferrarse- Yo, en cambio, sólo podré hacerlo cuando Oliver no esté-
Roy rodo los ojos, no pelaría a ver quién perdía más en lo del castigo.
-Artemis... suéltame- forcejeaba Dick- Puedo caminar solo...-
Mientras tanto, en la casa se sentía paz y tranquilidad. Bruce y Oliver conversaban mientras Jason y Connor miraban la tv, aunque a los pequeños no les divertía mucho que digamos.
-Papáaaaa...- le llamó Jason.
-¿Qué pasa, Jason?- le contestó Bruce.
-¿Puedo ir al lago?-
-No- respondió claramente su padre.
-¿Por qué?- rezongó Jason.
-Porque no es hora y no puedes ir solo- le contestó.
-¿Y por qué no?- lo miró ofendido.
-Porque eres muy joven- respondió Bruce manteniendo la calma.
-Quiero irrrrrr...- arrastraba la r para alagar la frase- ¡Por favor! ¡Por favor! Estoyy muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuy aburridooooo-
-No- repitió Bruce, tratando de no prestarle mucha atención para que no hiciera más grande el berrinche- Ya va a atardecer y no vas a ir solo-
Jason sonrió de pronto, lo cual a Bruce no le dio muy buena espina.
-Pues voy con Connor- exclamó emocionado.
Vale que Jason se había molestado con él por andar de santurrón y arrepentirse de la broma, pero al fin y al cabo no era tan pesado el otro chico...
-Yo sí quiero ir- intervino Connor, viendo a su padre con ojos suplicantes- Estar aquí es aburridoooo- se quejó.
-No hay videojuegos- señaló Jason.
-Nuestros teléfonos no tienen Internet y las únicas computadoras son de sus trabajos- continuó Connor.
-La televisión no tiene cable...- siguió Jason.  
-Dije que no- repitió Bruce sin importarle lo que había dicho Jason.
-PAAAAAPAAAAAAAAA- el grito de Jason se escuchó por toda la casa- Por favooor, a Dick lo dejaste ir... y yo estoy aquí aburrido- Bruce lo ignoro triunfalmente.-PAPAAAAA, PAAAAAPAAAAAA- seguía gritando- Por favor- y comenzó a brincar en el sofá pero Bruce siguió como si no lo escuchara.
Oliver vio al niño y quería reírse así que le dio la espalda y fingió observae las alacenas.
-¡PAPAA! ¡Deja de ignorarme!-Jason tomó un cojín y lo lanzó al suelo… y luego otro, y otro y otro… 
Connor presintió que aquellos ya no eran argumentos, así que retrocedió un  par de pasos.
-¡Jason, ya!- gritó de pronto Bruce cuando uno de los cojines que Jason lanzó al aire cayó en su cabeza- ¡¿Qué no has aprendido nada acerca de tus berrinches en estos últimos días?!-
-Yo tengo una muy buena idea- interrumpió Connor antes de que Jason pudiera abrir de nuevo su bocota.
Oliver había terminado ya de reírse, así que volteó a verlos de nuevo aun con la sonrisota en la cara.
-¿Qué idea, hijo?- preguntó para distraer a Bruce y que no volviera a regañar al crío tan pronto.
Connor corrió hacia él y Oliver lo cargó. Vaya que no lo admitiría, pero ver a Jason haciendo esos berrinches sí que le hacía sentirse un buen padre con Artemis, Connor y Roy.
-Tú puedes ir con nosotros y así ya no iríamos solos-
-No, Connor, ya es tarde. Si quieren mañana los llevo- su hijo bajó la mirada algo decepcionado.
-Yo quiero ir hoy- gritó Jason- Papá...- 
-Dije que no- repitió Bruce- Y siéntate porque te vas a caer- le ordenó. 
-Aparte chicos, ya casi vamos a cenar- lo apoyó Oliver.
-Yo no voy a comer- anunció Jason, sentándose con los brazos cruzados.
-Pues no te pregunté- replicó Bruce- Y si no comes, puedes ir a dormir ya- 
-No son ni las 7- repuso Jason, viéndolo con el ceño fruncido.
-¿Y?- fue la estoica respuesta de Batman.
Mientras tanto, Artemis se sobreponía pendiente tras pendiente en el ombligo.
-¿Y este cómo se me ve?- sonrió encantada.
-Bonito- contestó Dick, más agotado que nada. Llevaban ahí mucho tiempo y Artemis no los dejaba alejarse porque según ella necesitaba sus opiniones de "hombres". 
-Igual que el anterior- respondió Roy, bastante cansado también y sin siquiera dirigirle la mirada.
-¡No lo puedo creer!- chilló súbitamente otra voz desconocida, despertando a ambos muchachos- Ese pendiente te queda genial-
Dick miró por encima de su hombro para ver a una de las chicas más lindas que había visto desde que conoció a Zatanna. Ella también tenía una perforacion, pero en el cartílago de la oreja.
-Deberías comprártelo, el oro combina con tu cabello- le instó otra de las jóvenes.
Ésta última chica estaba más cerca de Roy, quien estaba todo mal sentado en la silla y traía la camiseta desacomodada, mostrando en el omóplato parte de su más antiguo tatuaje.
-Y eso es sexy- sonrió.
Esas chicas conquistaron a los adolescentes porque ellas también eran adolescentes. Dick las había visto alguna vez cuando venía con Bruce pero nunca se había puesto a platicar, la verdad es que ellas les mostraron un lindo lugar donde tomar algo de jugo, lo más decente en cuestión adolescente, y los invitaron a una fiesta por la noche. Claro, los tres estaban muy emocionados, aunque quizás no les duraría mucho...
-Bueno, entonces los vemos en la noche- se despidió la chica de cabellos rojizos naranjas sonriéndole a los tres.
Los tres no pudieron estar más de acuerdo. Se despidieron también antes de disponerse a volver a su “casa”.
-Me encanta mi nuevo pendiente- comentó Artemis en el asiento del copiloto, sin dejar de sonreír mientras lo admiraba.
-Pues lo usas esta noche en la fiesta- respondió Dick, bajando del auto.
-Sí, porque lamentablemente aquí no me comprenden- suspiró ella dramáticamente mientras se lo quitaba y se lo guardaba en el bolsillo.
-Ni aquí ni en ningún lado, reemplazo- le corrigió Roy, avanzando hacia la casa con una disimulada sonrisa.
-Silencio, Roy. No dejaré que me amargues el día-
-Y yo no dejaré que me amarguen la noche- replicó Dick, de buenas- No hoy que por fin vamos a salir a hacer algo divertido-
Cuando entraron encontraron la mesa servida pero no había nadie abajo, sólo la mesa y la tv encendida. Suspiraron de alivio porque así era mejor. Los tres se tiraron en la sala y comenzaron a ver televisión, la verdad es que sin Oliver, Connor, Bruce y Jason todo era mejor o al menos ellos así lo pensaban.
-Son agradables las chicas, ¿no?-
-Sí...- contestó Dick- Y muy bellas...- no pudo evitar suspirar.           
-Dick, no seas ñoño- Roy le aventó un cojin.
-No porque tú seas un patán, todos deben serlo, Roy- intervino Artemis.         
-Reemplazo, no seas ñoña- le aventó ahora un cojín a ella.   
-¡Agh!- gruñó, aventándole el cojín de vuelta-No sé ni para qué me molesto-
-¿Para qué te molestas en qué?- preguntó de repente Oliver, bajando por las escaleras.
Artemis no estaba segura de qué responder. Nimodo que les contara que conoció nuevas amigas mientras se compraba un nuevo piercing.
-Pues... en pelear con Roy si somos famailia- mintió.
-Esa es la actitud, princesa- sonrió el Arquero.
Roy rodó los ojos. El reemplazo tenía a Ollie comiendo de la palma de su mano...
-¿Y se divirtieron?- les preguntó Bruce, llegando junto con Oliver.
-Sí, papá-le contest Dick animado.
Y así, Artemis, Roy y Dick les contaron la gran historia, claro que cambiando bastantes detalles y les contaron de la fiesta, de las chicas tan geniales y que realmente querían ir porque iba a ser muy divertido… que enserio, enserio querían ir.                    
-No- contestaron los dos al mismo tiempo.
-¿No?- repitió Dick, estupefacto.
Claro que no había esperado que Bruce se pusiese a saltar de alegría, pero tampoco se lo imaginó tan determinante.
-No- corroboró su padre sin lucir nada alterado al respecto- ¿Ya quieren cenar o...-
-¿Por qué no?-lo interrumpió Artemis, dirigiéndose a Oliver. Ella era de las pocas que se atrevía interrumpir a Batman sin deberla ni temerla.
-¿Enserio tienen que preguntar? Esas fiestas han de ser...-
-No todas las fiestas  son como las tuyas ni como las de tus amigos, Ollie- replicó Roy, poniendo los ojos en blanco.
-No me importa qué clase de fiesta sea- aclaró Oliver.-Ni si quiera estoy tan contento con ninguno de los dos. Aparte de que las acaban de conocer en lugar que NOOO conocen. Por esas simples razones no van a ir y punto-
-Papa...- siguió Dick con un hilo de voz.
-No, Richard, no insistas- le dijo Bruce.   
Y entonces fue cuando Dick se molestó más. Él nunca podía hacer nada, N A D A, ni desvelarse ni salir a fiestas ni comer dulces ni gritar ni ver la televisión ni jugar videojuegos ni NADA de lo que él quisiera, ¿POR QUE? ¡Demonios! Su padre era tan... Bruce Wayne.
-¡¿Por qué jamás puedo hacer NADAAA?! ¡¿Por qué?!-le gritó muy enojado levantándose del sillón y yendo a su recámara. Y sí,  azoto la puerta… y sí, fue muy fuerte.
Bruce se quedó perplejo, observando las escaleras como si no se creyera lo que recién había sucedido.
De pronto se dejó caer en el sofá muy harto. Enserio que ya no soportaba la situación con ninguno de sus hijos... ¡Todo era tan estresante!
-¡Pues no me importa que azotes la puerta, Richard, no vas a ir y punto!- gritó a todo pulmón- ¡Y vete a tu habitación, ¿Me oíste?!-           
-Creo que ya está ahí- musitó Roy de malas.             
-¡Tú no te metas, Harper!-
-Oye, Wayne, no le grites a mi hermano- intervino de pronto Artemis, sin saber siquiera por qué.
No obstante, le bajó a su bravuconería cuando notó las miradas de todos sobre ella.
-Quiero decir, si tenemos cuidado, no creo que sea taaaan peligroso como ustedes lo pintan-
-Creo que ya fuimos claros, Artemis- repuso Oliver- Ahora vamos a cenar, que ya está lista la comida desde hace rato-
-Oliver... ¿Enserio no nos dejarás ir?- hace poco tiempo Oliver ni cuenta se hubiera dado si salían o no.
-¿Tengo cara de estar bromeando, Roy?-
-Que mierda...-masculló entre dientes.
-¿Perdón?- fingió indignación Oliver.
-Te perdono- Roy se levantó y caminó a la mesa.
Artemis sonrió burlona ante la mirada desaprobatoria de Bruce y siguió a Roy. Oliver sonrió para sus adentros, por lo menos se quejaban juntos… eso era tener algo en común ¿no?
Dick no había bajado desde su “ataque de furia” y durante toda la cena no se había vuelto a mencionar el tema de la cena. Los adultos estaban relativamente contentos por tanta tranquilidad, pero no Jason Peter Todd… no, a él eso no le parecía normal.
-Te lo digo, Connor, algo extraño pasa aquí- le instó el menor de los Wayne a su amigo.
Bruce se había ido a acostar temprano para madrugar al día siguiente y sacarle provecho al día. Claro que como Dick y él estaban en un desacuerdo, el empresario se había dormido en una habitación de huéspedes.
-No lo sé, a mí me parece todo muy tranquilo- repuso el chiquillo, echado boca arriba en el sofá.
-¡Exacto!- exclamó Jason como si fuese obvio.
En ese momento se escucharon pasos afuera de la casa... casi como los de la película que Connor estaba viendo en la televisión...
El Arrow menor volteó a ver a su amigo con los ojos muy abiertos.
-Ve a revisar-
Jason ahora lo miró como si estuviera loco.
-No, vé tú-
-Que tú-
-Tú-
-Tú-
De pronto, un tenebroso rugido se escuchó a sus espaldas al tiempo que una mano se aferraba con fuerza al hombro de cada uno.
El grito de horror que ambos profirieron fue seguido de una burlesca risa que Connor conocía a la perfección.
-¡Artemis, te voy a acusar!-
-Jajajajaja, tranquilos niños, no mojen sus pañales- se rió ella, tirándose en el sofá y empujando a su hermano menor en el proceso.
-¿Qué quieres?-le preguntó Jason cruzado de brazos.
-Nada, sólo pasaba a molestarlos, ¿No vieron a Dick y a Roy?-
-No-respondieron los dos muy secos.
-Cálmense, pequeños diablillos-
-Shtt... Artemis- entraron “sigilosos” Roy y Dick.
-¿Qué? –les contestó ella.
-Escaparemos- le informó Roy sonriente.
-¿Cómo?-inquirió Artemis.   
-Que iremos a la fiesta, mensa- respondió Dick sonriendo emocionado.
-Mira- Roy le enseño a Artemis las llaves tanto del auto como de la casa. 
-No, yo no iré, me meterán en más problemas...- decidió saliendo de ahí.
-Yo sí voy- anunció entusiasmado Jason.
-No, tú no puedes ir, enano- contestó Roy tranquilo.
-¿Por qué no, Harper?-      
-Porque tienes 10 años- contestó Dick sin prestarle mucha importancia.
-No me parece una buena idea, Roy, mi papá no estuvo de muy buen humor hoy- le recordó Connor.
-Connor, tú ni te preocupes- le tranquilizó Roy- ¿Cuántas veces me he salido de casa, burlado a los guardias de seguridad de Moira, las alarmas y brincado la barda sin problema alguno?-
-Muchas, pero...-
-Pues esta vez será igual-
-Dick- trató de razonar Artemis, quien acababa de regresar con un vaso de agua pero había alcanzado a escuchar- Roy hace estupideces siempre, pero no creo que tú...-
-No, Artemis- le cortó- Nunca puedo hacer NADA de lo que quiero y merezco un poco de libertad-
-Sí, eso lo dejaste en claro hoy en la tarde- rodó los ojos la joven. ¿Por qué tenían los Wayne que ser tan necios?
-Pues si no me llevas, te voy a acusar- declaró Jason, dirigiéndole una mirada amenazante a su hermano mayor.   
-Bueno, te llevaremos solo para abandonarte y que te pierdas, mocoso malcriado-
-¡Te acusare con mi papá!- le gritó furioso intentando salir pero Roy lo detuvo.
-Jason, tranquilo. No te podemos llevar-
-Igual le diré a mi papá-
-No lo harás- Dick lo tomó fuerte del brazo.
-¡AUU! ¡Que sí, cirquero barato!-
-¡Que no!-
Y de pronto Jason se le tiro encima a Dick y comenzaron a pelear. Roy se pegó en la frente y meneo la cabeza molesto; vaya que Dick era idiota, por eso jamás hacía lo que quería.    
-Chicos, basta- Artemis intentó que se dejaran en paz-¿Ves lo que provocas?- 
-Yo no lo provoqué- replicó Roy- Pero esto no puede interponerse entre nosotros y esa fiesta- declaró muy pero muy decidido.
Media hora después, Jason se encontraba rojo de coraje, atado de pies y manos y echado sobre una de las camas. Además de eso, estada atado alrededor de casi todo el torso. Tenía las cobijas hasta los hombros y la boca tapada con cinta. Así, si Bruce se asomaba a la habitación, lo vería acostado y en la otra cama a las cobijas que Dick había puesto para reemplazarlo.
-Lo siento, Jason- se disculpó Roy al salir. La verdad es que el chiquillo no le caía nada mal pero no habían tenido de otra.
-Yo no. Nos vemos, mocoso- replicó Dick, cerrando la puerta.
*HORAS DESPUÉS*
La verdad es que Dick y Ro se sentían muuuy frescos por haberse salido con la suya, la fiesta había estado increíble y sus padres ni enterados, ¿Cómo sabían? pues porque si conoces en verdad a Oliver Queen y a Brucer Wayne, ellos habrían estado ahí en la fiesta en cuestión de segundos tan sólo para llevarlos de la oreja a casa… o bueno, eso creían nuestros adolescentes.
La fiesta valió la pena, Dick y la chica que le había gustado hicieron lo que quisieron. Igual Roy, sólo que él también disfruto de las cosas de la vida que le prohibía Oliver; cuatro letras: W E E D. Se sentía tan bien inhalar y exhalar esa hierba tan gloriosa que le encantaba y que gozaba al sentir en su cuerpo, se sentía una persona libre y sin problemas, ¿Y quién lo diría? en la fiesta la encontró por montón.         
Dick la verdad se encontraba muy ocupado como para vigilar a Roy. El mayor de los Wayne estaba sumido en la chica de cabellos rojizos rizados, de ojos profundamente azules y una sonrisa perfecta; su felicidad en la fiesta adoptó cuatro letras: R O X Y… y no tenía ojos para nada más.    
Sí, todo había sido increible... Bueno, increíble se quedaba corto. Lo mejor era que nadie se había enterado. Ahora sólo tenían que ir a desatar a Jason y sobornarlo para que no dijese nada y ya.
La sonrisa de idiota que Roy llevaba no alcanzaba a describir su alegría del momento...
El arquero milagrosamente estacionó el vehículo sin golpear nada y bajó aún un poco desorientado.
-Jaja, ayy, el reemplazo se lo perdió- declaró entre risillas, mientras que todo a su alrededor aún se tambaleaba ligeramente.
-La verdad es que sí- Dick no pudo evitar apoyarlo. Quién hubiese dicho que en ese suburbio desconocido y pequeño supiesen divertirse tan bien, ¡hasta habían tenido que huir del lugar porque la policía había llegado!
Roy casi se tropieza al subir los tres escalones de la entrada principal.
-Mira hermano, no sé qué te hice, pero no tienes que meterme el pie- le reclamó a Dick, quien estaba a un par de metros de distancia.
Acto seguido, el adolescente mayor se volvió a reír un poco.
-Roy, si nos atrapan por tu culpa, te juro que Jade no podrá tener hijos tuyos-
-Jade- suspiró Roy, aprovechando que Artemis no los acompañaba.
Y con ese suspiro los dos entraron a la casa muy sigilosamente, aunque no tenían planeado que Jason Peter Todd era más listo que cualquier otro chico de diez años y ahí estaba sentado en el sofá cruzado de piernas, mirándolos furioso.
-Jason... hablemos ¿sí?- intentó Dick medio asustado.   
-Sí, Richard, hablemos- se escuchó la seria y obscura voz de Bruce Wayne al mismo tiempo que se encendió la luz- Pensé que seguías muuuuy ofendido por lo de no tener fiesta- cruzó los brazos.
-Papá... yo puedo explicarlo… bueno, podemos...- quiso excusarse, dándole un codazo  a Roy.
-Espero que puedan, Richard- se escuchó a Oliver, quien no dejaba de fulminar con la mirada a Roy
Para espanto de Dick, Roy no se explicó precisamente, sino que se rió... y mucho.
Oliver enarcó una ceja, pero no se movió de su asiento.
-¡¿Qué es tan gracioso, imbécil?!- le gritó Dick muy enojado. Esa sería su única oportunidad de salvarse y Roy la estaba arruinando por completo, ¿qué va arruinándola? ¡Los estaba condenando!
-Esque... parecen mafiosos- contestó Roy entre risotadas mal contenidas-... O señoras menopáusicas celosas-
Los ojos de Bruce se volvieron mucho más sombríos, ni siquiera dejó de verlos tan feo cuando Jason, quien no se quedaba atrás en lo de las miradas, se paró en el sofá para colgársele del cuello. El príncipe de Gotham cargó a su hijo menor sin dejar de mirar al mayor.
-Papá, ¿vas a dejar que Dick se libre tan fácil después de que te desobedeció, se escapó y me dejó atado? Pudo haberse lastimado allá-
-Vamos arriba, Richard- le ordenó Bruce.
-Pero papá...-
-Ni siquiera se te ocurra replicarme porque si quieres recibir una buena paliza aquí, no me tendrás que insistir mucho-
Dick trago saliva y empezó a caminar escaleras arriba.
Oliver, por su parte, se sentía igual o más furioso que Bruce. Roy no se veía del todo en sus cinco sentidos…
-¿Qué hiciste, Roy?- le preguntó de lo más serio.
Él era Oliver Queen, playboy millonario de Star City, conocía cada club como la palma de su mano y había probado de casi todo como para que ahora un niñito le quisiera hacer tonto.
-¿Qué hice de qué?- se tiró Roy en el sofá, riendo levemente- Quiero dormir, Oliver-
Oliver cerró los ojos e intentó eso que los psicólogos tanto dicen de contar hasta 10 antes de perder la paciencia… ¡Pues los iba a demandar porque contó casi hasta 1000 y nada, seguía igual de furioso!
-No vas a dormir hasta que me digas qué te metiste- fue directo al punto. Muchas veces la psicóloga con la que Roy había ido le dijo que no podía acusarlo así como así y que tendría que confiar en él y cosas por el estilo, pero Oliver lo había visto mal ya en muchas ocasiones; estaba seguro de que al menos alcohol, pero algo tenía encima su hijo.
-Pues tiene cuatro letras, Ollie: W-E-E-D- pronunció cada letra como se escuchaba- Ahora iré a dormir- se rió de nuevo.
Oliver se quedó estupefacto. Ya se presentía que había sido algo así, pero una cosa era sospecharlo él y otra muy distinta que Roy se lo echase en cara con tanto cinismo.
-No te vas a ningún lado- le ordenó, con una sonrisa leve pero no de diversión, sino de incredulidad.
-Dijiste que podía dormir cuando te dijera, ya te dije: puedo irme- suspiró Roy. Ahora que lo analizaba, el efecto se le estaba pasando
-¿Crees que soy idiota?- preguntó retóricamente en un tono molesto. Una vez asimilada la situación, ésta le pareció más indignante. 
-Cálmate Oliver- respondió más tranquilo Roy- No entiendo, ¿que dije? Te dije lo que querías saber... ¿No es lo que querías? Joder, no te doy gusto con nada-
Oliver se le quedó viendo y de pronto cambió la expresión molesta por la que dice "Mírame, soy Oliver Queen, mi vida es perfecta y es un placer hablar contigo", es decir, la que utilizaba en la empresa y con los medios.
Se puso de pie tranquilamente y abrió el brazo en dirección a Roy.
-Ven aquí, Roy- le indicó.
Roy negó con la cabeza. Estaba ya algo mareado pero no era estúpido y, a decir verdad, la paliza de la tarde todavía le dolía.
-¿Para qué?-
-Tú ven- insistió Oliver como si nada.
-No quiero- debía admitir que estaba bastante asustado.
-Mira, hijito, no te estoy preguntando. Ven por favor- le repitió con la paciencia con la que le hablaba cuando era niño... claro que en ese entonces no había nunca llegado al punto de desobedecerlo, mentir, escapar a una fiesta, drogarse y quién sabe qué más.
-Dime para que- le pidió,bueno, casi le ordenó Roy, perdiendo la poca paciencia que no tenía.
Antes de que se diera cuenta, Oliver ya estaba junto a él y le había agarrado muy fuerte de la oreja.
-Traté de que fuera por las buenas, Roy, pero parece que el punto es ver qué tanto puedes hacerme enojar al mismo tiempo- gruñó, echando a andar hacia las escaleras, ignorando al muchacho que llevaba casi a rastras con él.
-¡Oliver! ¡Auuuu, suéltame! ¡Ya suéltame!-comenzó a forcejear con Oliver- ¡Ya déjame!-
Oliver tan sólo aumentó su agarre en la oreja del muchacho.
-No, y ya cállate, Roy, que no sé siquiera qué decir. ¿Qué te hizo pensar que era buena idea volver a meterte esas porquerías, en primer lugar?- espetó, sin detenerse hasta llegar a la puerta del baño.
-¡SUELTAME! ¡Oliver, deja de fastidiarme!-rezongó Roy sin dejar de forcejear. No se daba cuenta que así dolía más.
-Oh, sí, pobre de ti con un padre como yo tan desconsiderado- respondió sarcásticamente mientras abría la puerta, entraba, obligaba a Roy a entrar y cerraba con llave- Supongo que debería de ser menos odioso y dejarte ir a dormir cada vez que llegues a casa drogado después de ir a una fiesta a la que te prohibí asistir-
-Ah ya, Oliver... Son muchos rollos los tuyos... Ya lo hice, no puedo hacer nada al respecto- se quejó, intentando liberar su oreja.
Oliver estaba harto de escuchar tantas tonterías y lo que más quería hacer en ese momento era darle una buena bofetada, pero no lo hizo; Oliver y Roy habían tenido muchas peleas y discusiones pero jamás le había golpeado en el rostro y no  quería hacerlo.
Decidió ignorarlo y abrir la llave del agua hasta que estuvo en el punto más frio.
-Oliveeer, sueltame...- le rogó casi.
Oliver no le contestó. Con su mano libre tomó el antebrazo de Roy y jalándolo también de la oreja lo empujó hasta que estuvo debajo del agua helada.
-¡Oliveeer!- casi chilló al sentir el agua helada- ¡No jodas, me voy a morir aquí dentro!- intentó salir inmediatamente.
Oliver lo detuvo debajo del agua, rogando para que con los gritos no se despertasen ni Connor ni Artemis.
-No, no te vas a morir, se te van a bajar los efectos de esa mierda- contestó con casi tanta frialdad como la del agua de la ducha... casi.
-¡Déjame salir!... Si no muero, quizás me dé un resfriado, Oliver… Joder, mierda… Déjame salir...-luchaba con todas sus fuerzas Roy.
-En un par de minutos- replicó él, sosteniéndolo sin problema. Quizás Roy fuese fuerte y más joven, pero él tenía más músculo y experiencia; sostener a un muchacho no era problema alguno- Cuando hablemos me gustaría que fuera sólo nosotros dos, no nosotros y esa hierba de porquería interfiriendo-
-¡Ya déjame salir, Oliver!- siguió forcejeando- ¡Me dará pulmonía o algo, carajo!- gritó furioso.   
¿ Pero qué ridiculez hacía su padre?, ¿quería que muriera de un resfriado o qué? 
-Pues si te da un resfriado vamos al hospital a que te inyecten y ya- contestó, atento a su reloj- Debiste haber pensado en eso antes-
-¡YAAA, Oliver!... ¡Déjame salir, ya se me paso el efecto, no me quiero enfermar! ¡¿Qué clase de padre eres?!- intentó chantajearlo.
Sin más, Oliver lo movió un poco y le propinó una palmada particularmente fuerte.
-¡¿Qué te dije hace algunas horas de los chantajes?!-
-¡AUUUU! Pues déjame salir, Oliver, está muy fría- se quejó, poniendo su mano libre en su trasero.
Oliver revisó su reloj y decidió que ya era suficiente. Cerró la llave del agua y dejó libre al muchacho. Aún estaba muy enojado, así que procuró no hablar mucho a menos que fuese totalmente necesario. Ignoró la expresión estupefacta del chico antes de tomar algunas toallas y pasárselas a Roy.
-¡¿Estás loco, Oliver?!- exigió Roy furioso, cubriéndose con las toallas- ¡Mañana amaneceré resfriado y no iré contigo a ninguna parte! Mierda, Oliver…-   
Oliver no le respondió, sino que le quitó las toallas y le propinó al menos cinco palmadas más. En ese caso no se abstuvo y aplicó mucha más fuerza de la que normalmente utilizaba.
-Quiero que te desvistas y te seques con las toallas- le avisó soltándolo- Yo voy a ir por ropa seca para ti y después te quiero en tu habitación listo para ir al hospital, ¿fui lo bastante claro o tengo que repetirlo con mi cinturón?-
-¿Al hospital para qué?- se atrevió a quejarse- Sólo dame las toallas- quiso arrebatárselas a su padre.
-¿No te estabas quejando de que te ibas a enfermar? Bueno, ahí deben de tener algún tipo de inyección para que eso no suceda- respondió secamente- Y la ropa mojada la dejas en la ducha, no quiero que vayas empapando la casa. Te desvistes, te secas, te pones la ropa que traiga y a tu habitación, Roy- repitió peligrosamente tranquilo- Después tú y yo vamos a dejar en claro lo que pienso acerca de las drogas en mis hijos, ya que al parecer la última vez no se te quedó-
-No me pienso desvestir hasta que me traigas la ropa...- amenazó. 
-En lo que yo voy por la ropa, tú te vas a desvestir y a secar o sino sí que te vas a enfermar. Cuando vuelva, quiero que te vistas rápido, te inyectan y volvemos. Así es como va a pasar. No me importa si quieres o no- aclaró con una palmada igual de fuerte pero ahora en el muslo de su hijo.
-Pues no lo haré- gruñó Roy, sobándose con energía el muslo.
-¿Sabes qué? No voy a discutir, puedes obedecer o no, siempre puedes ir a un centro de rehabilitación. Y sí, sólo por marihuana- aclaró al ver la expresión incrédula del joven- Lo último que necesito es semejante mal ejemplo para tus hermanos-
-No exageres, no por esto soy un mal ejemplo- masculló el chico, mirándolo con odio.
-¿Ah, no? ¡Pues con los tatuajes, las drogas y esa actitud, a mí me pareces todo un maldito hooligan de mierda!- espetó mientras salía de ahí, demasiado molesto como para considerar lo duras que aquellas palabras realmente habían sonado.
No podía creer que aún después de todo, Roy tuviera la desfachatez de enojarse.           
-¡HAZ LO QUE SE TE VENGA EN GANA,OLIVER! Yo me voy al carajo-respondió él saliendo por la puerta y azotándola, dispuesto a largarse de ahí. 
Oliver se detuvo a medio pasillo. Ahora sí que había tenido suficiente.
Se sacó el cinturón y alcanzó a Roy, quien ya iba a bajar por la escalera. Lo apresó del brazo y los correazos comenzaron a caer sin piedad sólo en los muslos del chico, lo último que quería era que si la inyección era en el trasero de Roy lo acusaran de maltrato o algo así.           
-¡AUUU! - aulló Roy. Intentaba meter las manos pero era peor- ¡Oliver, ya déjame! ¡AUUU!- 
Oliver no le contestó nada, sino que tan sólo puso más fuerza en los correazos. De pronto se detuvo y echó a andar en dirección al baño, abriendo la puerta y arrojando dentro a Roy.
-Haz lo que te dije- y sin más, salió a la habitación, donde tomó una camiseta cualquiera, unos boxers y unos jeans de Roy. Enserio, ¿podría estar más molesto con el muy sinvergüenza de su hijo? Quizás, pero ojala no se diera el caso...
Roy se sobaba con energía. Tenía un nudo en la garganta… quería llorar, sí que le ardía… Maldito Oliver, pero él no iría al hospital, cualquier cosa menos eso. Lo de enfermarse era un pequeño chantaje para que lo dejara salir porque el agua estaba helada. Se siguió sobando enérgicamente y luego prefirió obedecer, así que comenzó a sacarse la playera.
-Vístete- le ordenó secamente Oliver, abriendo la puerta para pasarle la ropa que traía en la mano.
Roy se la arrebato y comenzó a ponérsela, luego se quedó parado ahí cruzado de brazos. Estaba muy enojado con Oliver, en ese momento él sólo se quería ir a dormir.
-Rápido, Roy, que no tengo toda la noche- le apresuró, bajando las escaleras rumbo a la cocina, donde tomó las llaves del auto y abrió el refrigerador.
-No ire... Oliver, no quiero ir al hospital- se quejó más bien como Jason o Connor.
Oliver terminó de servir la mezcla que había hecho en la licuadora y regresó el cartón de leche al refrigerador, cerrando éste de un portazo.
-¡Me importa un carajo si quieres ir o no!- replicó ya harto, cerrando de un portazo la puerta del refrigerador- ¡Ven aquí ya!-
-Oliver... - se quejó Roy, esque enserio no quería que Oliver le pegara más- No quiero ir...-
-Ven o te bajo a cinturonazos- le amenazó lo más cortante que pudo.
Roy suspiro molesto y bajó las escaleras yendo donde su padre, pero mantuvo unos cuantos metros de distancia.
-No quiero ir al hospital- tuvo cara para renegar frente a Oliver.
Oliver puso los ojos en blanco.
-¿Y por qué no? No es como que le tengas miedo a las agujas- replicó amargamente, refiriéndose en concreto a la heroína y los tatuajes mientras le acercaba el vaso. Ya viéndolo de cerca parecía más una especie de batido que leche... tenía un color algo extraño...
-Tómate eso también, y rápido que ya no quiero que se haga más tarde-
-¿Qué es esto?-Pregunto tomando el vaso y sólo viéndolo.
-Leche con chile serrano y turrón- contestó- Apúrate-
Roy frunció el ceño.
-¡Qué asco! ¡No me lo tomare!-
Se arrepintió enseguida y dio un paso para atrás, no quería más golpes, enserio...
-Sí, es asqueroso pero te baja el efecto de lo que te fumaste- le frunció aún más el ceño-¡Ahora, si no te lo tomas me quitaré el cinturón de nuevo y después te haré tomar una jarra entera!-  le amenazó, mirándolo tan feo que le hubiese borrado la sonrisa al Joker.
-Ay, Oliver...- se quejó y comenzó a beberlo con unas cuantas arcadas- ¡Qué asco!-
-Te espero en el auto, tienes tres minutos antes de que vuelva y te lleve de la oreja, ¿está claro?- sin esperar respuesta, Oliver salió de la casa. No se le había quitado lo enojado que estaba.
Hubiese sido distinto si Roy hubiese llegado un poco tarde o algo leve por el estilo, pero porqué, porqué demonios se había drogado de nuevo?!.. Como si no hubiese sido un infierno ya la primera vez...
-¡AGHH!-Roy salió tras él, y subió al auto- No me dejaré que me hagan nada, sólo te advierto-
Oliver rodó los ojos y comenzó a conducir rumbo al hospital más cercano del suburbio.
-¿Qué no fuiste tú el que me llamó mal padre alegando que se iba a enfermar?-
-Pues sí, pero… ¡Agh, todavía no me enfermo! No sé a qué mierda vamos, Oliver. Yo sólo quiero dormir- se quejó él, recargándose en la ventana. 
-Que mal porque nos espera una larga conversación de regreso, justo ahora estoy muy molesto como para hablar, especialmente contigo- le rompió toda esperanza de descansar- Y es sólo una aguja, no te quejes-
-Pero, Oliver... no quiero ir, y ni creas que me voy a dejar. Estoy harto, enserio- se quejó, tirando la cabeza en el respaldo del asiento
-Si no te dejas por las buenas, pues te sostengo como cuando eras niño, créeme que por mí no hay problema. Claro que lo siento por la pobre enfermera que le toque atendernos- musitó- Y ya hazme un favor y cállate, que no te quiero escuchar en este momento-
-Yo jamás te quiero escuchar, Oliver, pero adivina: jamás dejas de fastidiarme- replicó Roy. 
Oliver se hartó y le soltó un zape, justo antes de darle una fuerte palmada en el muslo izquierdo. No sabía si sentirse orgulloso o frustrado por  las agallas del chico.
-¡Que te calles, Roy, ¿No lo entiendes?! ¡Ahora sí que la has cagado en grande!-
-Joder, Oliver...- gruñó Roy, sobándose el muslo.   
-¿Es todo lo que tienes que decir? ¿"Joder"?- bufó indignado- ¿Sabes qué? Mejor guarda ya silencio. Tengo mucho en qué pensar y tú también-
-¡No ma...!- Roy se detuvo. Era valiente, no estúpido- Me dijiste que me callara, y yo no tengo nada en que pensar-
-¿Ah, no? Pues me parece que sí- replicó- ... Es sólo que... ¿Drogas de nuevo, Roy? ¿Enserio?- exhaló pesadamente- Ya no sé qué hacer contigo, no sé sí no entiendes o no quieres entender-
-Ah ya, Oliver, cállate tú también- expresó dando un largo suspiro antes de recargarse en la ventana del auto.
Oliver gruñó de frustración, antes de soltar un puñetazo en el volante del auto. No veía cómo Roy se encontraba en situaciones así y todavía se atrevía a abrir su bocota para rezongar una y otra vez.
Llegando, entró al pequeño hospital y pidió consulta con algún médico, sintiéndose algo más aliviado cuando le dijeron que apenas saliera el paciente de ese momento y sería su turno. Agradeció a la recepcionista y tomó asiento en la sala de espera.
-Menos mal- suspiró- Algo bueno pasa esta noche-
-No entiendo que es lo bueno- Roy rodó los ojos y se levantó de la silla donde estaba- Estoy harto, me quiero ir ya- 
-Pon tu próximamente adolorido trasero de nuevo en la silla, Roy- le ordenó sin perder los estribos. Lo bueno de ser una figura pública era que uno aprendía autocontrol y a fingir una tranquila sonrisa en lugares llenos de gente... afortunadamente para Roy- Lo bueno es que nos van a atender pronto-
-Relájate, no saldré corriendo, solo estoy harto de esperar. Me quiero ir, Oliver, ¿No entiendes?-
Oliver volteó a su alrededor. Algunas madres llevaban a sus hijos pequeños y ni estos estaban haciendo tanto escándalo como Roy.
-¿Y tú no entiendes que no nos vamos hasta que te vea algún doctor? Además, no veo cómo puedes tener el descaro de decirme que me relaje- contestó lo más tranquilo que pudo- Siéntate ya-
-No me voy a sentar, estoy bien aquí- señaló donde estaba parado- Y no me importa el doctor, yo solo me quiero laargaaar-
-¿Ya escuchaste cómo le habla?- escuchó murmurar a una de las mamás ahí en la sala de espera.
-Sí, que horror-
-Ni mi hijo más pequeño arma escenitas así-
Oliver se puso rojo mientras trataba de disimular la mueca de rabia en una forzada sonrisa.
-Que te sientes- repitió- Si no quieres agregar esto a la lista de cosas que vas a lamentar pronto- añadió en voz más baja.
-Oliveeeer, eres un completo fastidio- se sentó de mala gana. Estaba harto- Viejas chismosas...- 
-Más respeto, Roy- le advirtió, profundamente apenado y más que furioso.
Antes de que pudiera seguir hablando, una familia salió del consultorio y de éste una mujer en bata de doctora se asomó por la puerta.
-Siguiente-
Oliver se puso de pie con expresión de alivio y echó a andar hacia el consultorio.
-Anda, Roy, cuanto antes termine esto, mejor-
-Agh- caminó pesadamente dentro del consultorio.
-No puedo creer que hagas esto, Oliver- 
Oliver lo ignoró y le dio la mano a la doctora.
-Mucho gusto, mi nombre es Oliver Queen- sonrió como si no quisiera asesinar al joven.
-Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarle?-
-El chico de aquí se cayó al lago- mintió a la perfección- El agua estaba muy fría y quisiera saber si no tiene algo para que mañana no se vaya a enfermar-
Roy lo miro con mucho desprecio.
-Sí, soy idiota y me caí- musitó sarcástico.
-Algo así- continuó Oliver, permitiéndose una pequeña pero genuina sonrisa- Y estamos de vacaciones con sus hermanitos, así que sería horrible que se enfermara-
-Ah, pero claro que no tiene por qué enfermarse- repuso la doctora, mirándolo como si fuera uno de los mocosos que estaban en la sala de espera y pellizcándole la mejilla- Con unas tres insignificantes jeringuitas no tendrá por qué preocuparse de absolutamente nada- 
-Haha, está loca- repuso Roy, moviendo el rostro para que le dejara la mejilla.
-¡Roy!- Oliver estaba rojo de vergüenza. Aquello era lo único que le faltaba..
-No se preocupe- le tranquilizó la doctora, antes de volver a dirigirse a Roy- Es sólo un piquete, cariño... bueno, en realidad son 3 pero...-
Roy frunció el ceño muy molesto, viendo a Oliver con mucha rabia.
-Me da igual- dijo irritado- Siempre me inyectaba her...-Oliver le tapó la boca.
-Gracias, ¿puede inyectarlo ya?- instó Oliver. Sólo quería irse de ahí...
-Si eres tan amable de recostarte boca abajo en la camilla- le indicó la mujer a Roy, sacando algunas jeringas de su gabinete y tomando algunos frascos de medicina de los estantes.
De pronto todo olía a medicamento y alcohol, y eso ya no le gusto a Roy, claro que no. Ese olor comenzó a ponerle los pelos de punta, y esa luz brillante lo hacía marearse, y ese olor... era asqueroso. No era la aguja, eran los guantes, el olor a medicamento y esa fastidiosa luz que le estaba dando dolor de cabeza.


3 comentarios:

  1. hermosa historia!!! que continue! quedo en lo mejor! gracias

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  2. Royyy si yo fuera tú correría lo más lejos posible!!
    como que no solo es una inyeccion si no TRES!!!
    Excelente historia chicas!!!
    ando bien atrasada en comentarios y lectura, pero espero encontrar la continuacón de tan maravillosa historia más adelante!!

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  3. MI MADRASTRA X CADA COSA MALA QUE YO HACIA ME AGARRABA A CACHETADAS CON TODAS SUS FUERZAS ME DEJABA LLORANDO EN EL PISO

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