Chapter 9: Nadie es perfecto
Llevaban tres días
bastante tranquilos, con una rutina de Chris al trabajo, Leo al colegio y Nick
y Peter en casa o dando una vuelta. Las tardes las pasaban juntos, en familia,
disfrutando de tonterías que se volvían un mundo, como cuando quemaron las
palomitas y las sustituyeron por galletas de chocolate. Decidieron que, a
partir de entonces, verían todas las películas con galletas. Instauraron esa y otras
tradiciones absurdas, e incluyeron a Nick y Peter en otras que Leo y Chris
venían arrastrando, como la de que los miércoles se cenaba kebab (Chris inventó
una nueva modalidad vegetariana para Peter. Estaba asquerosa, pero el chico no
decía nada así que Chris pensaba que le encantaba).
Chris agradecía la
tranquilidad. Los primeros días habían sido una montaña rusa de emociones y
había lidiado con cosas para las cuales no estaba preparado. Decidió que Peter
visitaría a un psicólogo, y observaría en los días siguientes para ver si hacía
lo mismo con Nick. Había cosas que necesitaban algo más que su comprensión y
apoyo. Lo hizo por consejo de su familia, y por lo que le decía su propio
corazón: Peter había sufrido mucho, y visitar a un psicólogo podía ayudarle. El
centro le había puesto uno durante unos meses, pero ya no iba.
Cuando se lo dijo a
Peter pudo ver que la idea no le agradaba, pero el chico no dijo nada. Eso
empezaba a ser un problema: hacía días que Peter no decía nada, o al menos,
nada de importancia. Nada que pudiera molestar o generar algún conflicto. Hubo
un día, incluso, en el que Chris se olvidó por completo del vegetarianismo de
su hijo e incluyó carne en sus espaguetis. El chico no se la comió, pero
tampoco dijo nada. Era….Chris tenía la extraña sensación de que el chico
actuara tratando de agradar a todos, especialmente a él. A veces Chris, como
todo ser humano, cometía fallos, pero Peter actuaba como si todo fuera culpa
suya. Por ejemplo: Chris entró sin llamar al cuarto de baño, y pilló a Peter en
la ducha. Antes de poder disculparse, fue Peter el que le pidió perdón por
tardar demasiado, cuando no llevaba ni cinco minutos. Aquella…sumisión…casi
total, enervaba a Christopher.
Si Chris hubiera
podido estar en la cabeza de Peter, habría entendido lo que el chico estaba
haciendo. Peter sentía que tenía que ser perfecto, que tenía que hacerlo todo
bien, porque sino Chris se cansaría de él y le abandonaría. Ya tenía un hijito
pequeño, y a Nick, que era una versión mejorada de Peter. ¿Para qué le quería a
él? Era físicamente igual a su hermano, y en todo lo demás mucho peor. Incluso
en lo físico él estaba estropeado, venía con defectos de fábrica, como lo del
asma. Y tenía cicatrices, que le recordaban constantemente, cada vez que se
miraba desnudo al espejo, que era un ser roto por dentro y por fuera. Todo lo
que daba eran problemas: sabía que había preocupado a Chris con el contenido de
aquella caja y eso no podía perdonárselo. Aquél era su problema, y no tenía por
qué cargar con él a los demás.
En definitiva,
estaba entrando en cierta espiral autodestructiva, de la que nunca había
llegado a salir. Pero nunca había tenido tanto que perder como en aquél
momento: ahora tenía un padre y si la fastidiaba en esto, como la fastidiaba en
todo lo demás, no quedaría nada en el mundo para él. ¿O no era cierto que lo
estropeaba todo? ¿Acaso no les había abandonado su madre, cuando Nick y él eran
pequeños? Seguro que fue culpa suya, se hizo tan insoportable que la mujer no
pudo más. Y sus adopciones. Había fastidiado todas sus oportunidades. De
acuerdo, lo había hecho por Nick, porque les habían separado, pero empezaba a
pensar que, tal vez, Nick estuviera mejor sin él. Había encontrado a Chris y
parecía feliz junto a él. Ya no le necesitaba. Ya no necesitaba a alguien que
le metiera sensatez en el cuerpo, porque eso lo hacía Chris, y mucho mejor que
él. Nick había cambiado por completo. Tanto que a veces no le reconocía, y eso
que eran calcados. Además, estaba el asunto de su última adopción. Su mente
estaba en conflicto sobre si eso era culpa suya o no. Su amor propio le decía
que el maltrato no es algo justificable, pero en algunas ocasiones, su lado
pesimista le decía que él se merecía aquellas vejaciones. Que eran sus defectos
lo que habían llevado a sus padres a tratarle de aquella manera. Que Peter le
trataba bien porque aun no se había dado cuenta de lo horrible que era, tal
como él le había advertido cuando se conocieron. Pero, dijera lo que dijera
Chris, algún día se daría cuenta. Y tal vez le siguiera queriendo como él decía
(aunque lo dudaba) pero ya no le trataría tan bien. Si empezaba a ser tóxico
para él o para su hijo, como lo era para todo el mundo, ya no contaría con su
cariño y su amabilidad. Por eso Peter estaba haciendo todo lo posible para retrasar
ese momento. Y eso se traducía en tratar de ser perfecto. En ocultar esos
defectos que creía tener, en ocultar hasta su opinión respecto a todo, para que
Chris nunca se cansara de él.
Así pues, quizá esos
tres días no fueron tan idílicos como pudieron parecer. Pero todo era tan
agradable que no se daban cuenta, ni siquiera el propio Peter, que no advertía
el riesgo que residía en pensar de esa manera. En cualquier caso, estaban a
jueves, y aquél día Nick y Peter tenían que ir al colegio al que asistirían
desde el Lunes, para elegir las asignaturas que cursarían en su primero de
bachillerato. En aquél colegio las optativas eran un poco diferentes al del
orfanato: había muchas más opciones. Chris, que iba a dedicar su mañana a
acompañarles, les estaba explicando las asignaturas que podían escoger a la
hora de desayunar. Leía un papel con cierto nerviosismo, como si fuera él mismo
quien tuviera que elegir.
- Así que tenemos
por un lado la rama de Ciencias de la Salud, con las asignaturas de Biología,
Química y Botánica. Después, ciencias técnicas, con dibujo técnico, física y
tecnología. Luego, la posibilidad de combinar esas asignaturas como queráis. Es
decir, que podéis coger biología, química y física, por ejemplo. Después están
las ciencias sociales, con economía, geografía y psicología. Además podéis
elegir entre filosofía o historia, y también podéis coger las dos. Y las
humanidades, con latín, griego e historia del arte. Los idiomas son español o
francés, pero también está la opción de alemán, aunque tenéis que tener un
nivel básico. Y luego podéis coger ciencias de la tierra y del mundo
contemporáneo (vaya nombrecitos) o informática. ¡Caray! ¡Cuántas opciones! Ah,
esperad, esperad, que hay más. También hay un bachillerato de artes.
Veamos…Tenemos el de danza, el de música y el de actuación. Y también pueden
combinarse. Además de vuestra opción, es decir, de un bloque como ciencias de
la salud, tenéis que coger dos asignaturas de otros bloques. ¡Pero esto que es,
un colegio o un supermercado! – rió Chris, abrumado por tantas posibilidades.
Nick tenía claro lo
que quería. Iba a coger biología, química, botánica, español, ciencias de la
tierra y del mundo contemporáneo, y filosofía. Tendría además las básicas
obligatorias: matemáticas, lengua y educación física. Y sus dos asignaturas de
otro bloque serían física y psicología.
- Eso es, hijo. Tú
cógete lo fácil. – dijo Chris con sarcasmo, aunque se sentía orgulloso.
Peter percibió ese
orgullo en la voz de Chris, y supo que el jamás se lo haría sentir. Él no era
bueno en los estudios. Tampoco era pésimo, pero si se cogía esas asignaturas
sus notas iban a caer en picado. Le interesaba un poco todo, salvo economía
(puaj) pero estaba claro que su corazón le empujaba al bachillerato de artes.
Aun así, tenía miedo de que eso no fuera lo que Chris deseaba. Muchos padres se
oponen a que sus hijos realicen esa clase de estudios, por considerarlos sin
futuro o una tontería. Peter tenía claro que no podía escoger aquello…
- ¿Y tú, Peter?
¿Sabes ya lo que quieres?
- Yo he….veamos… lo
mismo que Nick pero…en vez de física, tecnología.
Chris no pensaba que
Peter fuera a escoger aquello. Pensaba que era más bien de artes y de letras,
pero al fin y al cabo los dos eran gemelos: tal vez fuera normal que tuvieran
en común lo que ambos querían estudiar. Aun estaba pensando esto cuando Nick
verbalizó lo que él tenía en mente:
- ¿Estás seguro,
Peter? ¿Es lo que quieres?
- Sí, claro.
Leo consideró que
habían elegido muy mal y Peter en su fuero interno le daba la razón, pero
pensaba seguir adelante. Se fue a peinar y a esperar a que Nick (en pijama,
como siempre) estuviera listo para ir al colegio a inscribirse.
Pero Nick, en vez de
ir a vestirse, se quedó hablando con Chris.
- Como se coja eso,
va a morir en el intento – declaró.
- Ten más fe en él –
defendió Chris.
- No lo digo por lo
difícil, aunque también, lo digo porque no es lo que quiere.
- ¿Y qué quiere,
según tú?
- Ya lo sabes, el de
arte.
- Eso creía yo
también, pero ya lo has oído.
- Vamos Chris. Hace
falta algo mejor para engañarte.
Chris sabía que Nick
tenía razón pero ¿qué podía hacer? Suspirando, fue a hablar con Peter. Subió
arriba, fue a su cuarto, llamó a la puerta y pasó.
- Ey, Pete ¿puedo
hablar contigo?
Había empezado a
llamarle "Pete" porque así era como Nick le llamaba a veces. Aun así,
a Chris se le hacía un poco raro. Al chico le quedaba bien el nombre de Peter,
y aun mejor el de Peter Adam, aunque no solía utilizar su nombre completo.
- Claro.
- ¿Estás seguro de
que quieres coger esas asignaturas? No te gustaría más algo como…no sé, ¿las de
arte? O quizá, las de humanidades…
- En realidad, las
que tú cojas están bien, Chris. Respetaré tu decisión. – respondió el chico,
llevando al máximo su actitud de no expresar su opinión. Chris ya no pudo más.
- No es respeto lo
único que busco de ti, Peter. Quiero que seas feliz. Quiero que lleves la vida
que tú elijas. ¡Diantres! ¡Quiero que lleves una vida! Y que no te limites a
decir sí, no, blanco, negro, como un autómata. Quiero que me digas lo que
piensas, hijo. Lo que piensas tú, no lo que pienso yo, que eso ya lo sé.
Peter le miró sin
saber si le estaba regañando o tratando de ser amable, o las dos a la vez. Por
si acaso, agachó la cabeza.
- Es que me da
igual…
Chris se acercó a
él, le puso la mano en los hombros, y le zarandeó un poco, para que
reaccionara.
- ¡No, no te da
igual! ¡Claro que no te da igual! ¿Hay algo en los últimos días que hayas
vivido de verdad? ¿Hay algo que hayas hecho porque tú querías, y no porque te
lo pidiéramos tus hermanos o yo? No, no me respondas. Dirás que sí, que todo,
porque eres incapaz de criticar nada de lo que digo o hago. Veamos, ¿hay algo
que no te haya gustado en los últimos días? ¡Y no se te ocurra decir que nada,
porque te juro que me da un ataque!
Peter le miró,
sorprendido. Era extraño ver a Chris tan alterado y no terminaba de entender
por qué. ¿Por qué le molestaba que le diera la razón y aceptara lo que él
dijera? ¿No era eso lo que debía hacer? ¿No era su deber de hijo? Sabía que
tenía que decir algo, algo que no le hubiera gustado o Chris se enfadaría.
- No me gusta el
kebab vegetal – dijo finalmente.
Christopher se
relajó. ¡Por fin! Sabía que aquello no era la victoria, pero sí había ganado un
combate. Intuía que la actitud de Peter escondía algo más profundo pero había
aprendido que con ese chico era mejor ir poquito a poquito moviendo la bandera
que intentar ganar a cañonazos.
- Eso. Precisamente,
a eso me refería. ¿Y qué le pasa a mi kebab? – preguntó, con curiosidad real
además de la fingida.
- Sabe raro. Pero a
lo mejor soy yo que…
Chris alzó el dedo
mandándole callar, antes de que empezara a echarse las culpas otra vez.
- Ibas bien – le
dijo. – Escucha, no voy a presionarte. Coge las asignaturas que quieras, pero
asegúrate de hacer la elección correcta ¿vale? Elijas lo que elijas yo voy a
apoyarte. Siempre voy a estar orgulloso de ti, y si escoges algo que te haga
feliz además estaré contento.
Peter le observó
largo rato. Incluso se quedó mirando el punto de la habitación en el que había
estado cuando se fue. ¿Sería verdad? ¿Le apoyaría aunque cogiera lo que él
quería? Decidió que debía intentarlo, al menos con aquello en lo que, por lo
visto, le había dado vía libre.
Cuando llegaron al
colegio, los cuatro a la vez, lo primero que hicieron fue dejar a Leo. Después,
Chris, Nick, y Peter, se fueron al despacho del director, que les dio la
bienvenida. Era un hombre relativamente joven para el cargo que ocupaba.
Estuvieron hablando
durante un rato, y a Peter aquél hombre le cayó bien. Tenía sentido del humor y
una sonrisa agradable, un concepto de la vida bastante sencillo y unas normas
muy claras. Si hacías lo que él quería, esa sonrisa estaría ahí para ti. Nick
sin embargo no lo vio tan favorable. Aquellas normas "claras" que
veía su hermano, eran para él un tanto fastidiosas. No porque fueran algo
inverosímil o poco razonable, sino porque no le gustaba que le dijeran lo que
tenía que hacer. De hecho, por eso le gustaba Chris: le daba bastante libertad.
Tan sólo marcaba unos límites que estaba aprendiendo a no cruzar.
Después, pasaron a
seleccionar sus asignaturas. Nick dijo lo que quería y el director lo apuntó en
un ordenador. Luego se giró hacia Peter, que miró a Chris con cierto temor
antes de decir nada. Lo que viera en su rostro le animó, porque se atrevió a
decir, aunque con cierta vacilación:
- Música,
Interpretación, Teoría del Teatro, informática, español y filosofía. Las…las
asignaturas de otro bloque… historia del arte y psicología. Y..y..
- Y las tres básicas
– añadió el director por él.
- Y las tres
básicas.
Peter y Nick tenían
en común varias asignaturas: español, filosofía, psicología y las tres básicas.
Nick le sonrió pero Peter miró a Chris. Sólo cuando vio que éste también
sonreía se permitió relajarse. Había hecho lo correcto.
Dieron un breve
paseo por el colegio y después se fueron a casa. Volverían el lunes, y aquél
sería el lugar donde pasarían seis o siete horas al día. Ir al colegio, y que
el colegio no estuviera en "casa" sería un cambio con respecto al
orfanato, donde estudiaban en la planta baja y dormían en la de arriba.
- Lo de Música me ha
sorprendido – dijo Nick, vacilón. – No había notado que te gustara cantar o
tocar instrumentos.
- No creo que
hagamos sólo eso. – dijo Peter, pensativo. Estaba algo nervioso y ansioso por
comenzar.
- No hemos hablado de
actividades extraescolares. ¿Queréis apuntaros a algo? – preguntó Chris,
mientras sacaba unos refrescos de la nevera, y los repartía con sus hijos.
- A mí me gustaría
ir a Judo…- dijo Nick, con cierta timidez. No estaba acostumbrado a pedir
cosas, y aun le costaba.
Si a él le dio algo
de apuro, Peter directamente enmudeció.
- Sin problemas. ¿Y
tú Peter?
- Yo…yo…no quiero
nada.
Chris chirrió los
dientes. Ya estábamos otra vez. Ya no le quedaba paciencia. El breve
estrechamiento que creía haber experimentado con Peter, ese llegar a su
interior que había sentido, se había esfumado, como quien llega al sol y está
tan cerca que se quema. No podía resistir si un segundo más aquella actitud de
su hijo.
- Mientes
francamente mal, Peter. ¿A qué quieres apuntarte?
- A nada, de verdad…
- Peter…
- No quiero ir a
ninguna actividad.
- Sé que nos es
cierto. ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué no me lo dices?
- ¡Que no quiero ir
a nada, joder! – gritó Peter. De pronto, todo fue silencio. Christopher estaba
pasmado. Desde luego, aquello era un avance con respecto al conformismo
servicial de los últimos días, pero era totalmente sorpresivo. Peter no gritaba
ni decía palabrotas.
El chico no se podía
creer lo que había hecho. Había echado por tierra todo lo que había estado
construyendo. Pero ¿cómo había podido decir eso? Seguro que Chris se había
enfado…¡claro que se habría enfadado! A Nick ya le estaría gritando por
aquello. Si a él no le gritaba es porque no estaba dispuesto a aguantar que el
hablara así…seguro que ahora le echaba de su casa, o algo…
- Lo siento – se
apresuró a decir, y salió corriendo.
Como si lo hubiera
estado esperando, Nick salió tras él, y le abrazó por detrás, impidiéndole y a
ningún sitio.
- ¡Suéltame! – pidió
Peter, controlando la voz a duras penas para que no se le quebrara.
- No hasta que te
calmes. No vas a ir a ningún sitio. No ha pasado nada ¿entiendes? Chris no está
enfadado, ¿a qué no?
Chris negó con la
cabeza, como un autómata. En realidad, no sabía si lo estaba. Estaba claro que
no había sido para tanto: Peter no había hecho nada tan malo, y con sus
disculpas estaba más que arreglado. No estaba enfadado con él, y menos por
aquella tontería. Estaba enfadado con la situación. Porque allí pasaba algo que
él no entendía. Nick había reaccionado con mucha rapidez, como si estuviera
acostumbrado a que Peter sufriera aquellos ataques de culpabilidad obsesiva.
Nick parecía saber lo que había que hacer: él en cambio se sentía un inútil.
- Ahora escúchame –
proseguía Nick, sin soltar a Peter – Nos vamos a sentar, y le vas a explicar a
Chris que quieres ir a clase de piano, de poesía, y de no sé qué cursilerías
más, y luego le vas a decir lo que te pasa, y por qué actúas como si te fueran
a apalear por pisar demasiado fuerte. O mejor al revés, y explicas primero eso
para que podamos entenderte.
Nick le acompañó
hasta una silla y le sentó. Chris lo observó todo como en otro mundo, empezando
a asociar las palabras de Nick con la actitud de Peter. "¿Tiene…tiene
miedo de mí?"
Convencido de que
Peter no iba a salir corriendo de nuevo, Nick fue a por un vaso de agua y se lo
dio a Peter, que bebió como un autómata.
- ¿Cuál es el
problema? – preguntó Nick, con más dulzura de la que Chris le había escuchado
hasta entonces.
- Yo…
Peter no podía,
simplemente no podía. Se quedó callado.
- Yo, tú, él – dijo
Nick, con frustración. – Te conozco Peter. Se lo que te acaba de pasar. Te
ocurría al volver de tu última adopción. Tenías miedo hasta del vuelo de una
mosca. Llevas días cerrándote a todos. ¿Qué ocurre?
Peter no estaba
acostumbrado a que fuera Nick quien le atendiera a él. Casi siempre era al
revés. Además, su hermano tenía razón, eso le había sucedido otras veces, esos
ataques de pánico…Se olvidó de que Chris estaba en la habitación.
- ¿Y si se cansa de
mí? ¿Y si hago algo que le moleste y me abandona?
Decirlo en voz alta
fue como quitarse un peso de encima.
- Eso mismo podría
pensar yo, ¿no crees?
- No. Tú… no eres
como yo.
- Espera, que voy a
llamar al médico. Se ha debido confundir, y ahora resulta que no somos gemelos.
- Sabes a lo que me
refiero. Tú eres... la versión mejorada de mí. Yo…yo… yo no sirvo para nada, y
en algún momento se dará cuenta y…
- ¿Te das cuenta tú
de lo que estás diciendo? – preguntó Nick, interrumpiéndole.
Por fin, Chris
intervino.
- Él no, pero yo sí.-
se acercó a Peter, y le cogió de los hombros – Peter, te lo dije antes de
adoptarte, y te lo repito ahora. Nada, nada en el mundo me va a hacer cambiar
de idea en esto: eres una gran persona. Te querría aunque no lo fueras, pero es
que además lo eres. Y he tenido ocasiones de comprobarlo. Sé que una parte de
ti sabe que lo que digo es verdad. Y contra esa otra parte que te está
destruyendo, vamos a luchar juntos. Por eso te he dicho que tienes que ir al
psicólogo ¿entiendes? Te hicieron mucho daño, hijo, y como si no fuera
suficiente tú te lo sigues haciendo. No tienes que complacerme, Peter. Tienes
que ser feliz, y así me sentiré complacido.
Peter se abrazó a él
y respiró tranquilo. Esa era una orden que podía intentar cumplir. Sería fácil
conseguir la felicidad si Chris permanecía junto a él.
- ¿Piano y poesía? –
preguntó Chris, cuando se separaron del abrazo.
- Piano. No hay
clases de poesía, que yo sepa.
- De verdad, no sé
qué es lo que he hecho mal contigo, hermanito – intervino Nick, moviendo la
cabeza a un lado y a otro como un padre decepcionado – Yo que intenté enseñarte
las maravillas de la lucha libre, y tú me sales poeta. Menos mal que con Leo
aun estoy a tiempo.
A Chris le encantó
escuchar eso: Nick solía referirse a Leo en términos de "el niño" o
"tu hijo". Aquella era de las primeras veces que parecía hablar de él
como un hermano.
- Creo que Leo juega
en mi equipo – replicó Peter con algo que pretendía ser una sonrisa, pero que
no fue demasiado convincente - ¿Has visto su cuarto? Parece el paraíso de las
bibliotecas.
- Chris, ¿es que soy
el único normal? – preguntó Nick en tono de "¿ves lo que tengo que
aguantar?"
- A mí me gusta la
lucha libre – dijo Chris encogiéndose de hombros – Pero también los libros.
- Algo es algo –
suspiró Nick, en tono resignado. – Será mejor que vayamos yendo a buscar al
enano
- Aun falta una hora
– dijo Peter, mirando el reloj.
- Es que quiero
pasar por una tienda que hay de camino. - Nick cogió su refresco, el cual no
había tocado, y lo abrió para dar un sorbo. Estiró el dedo índice hacia Peter
acusadoramente – Y tú, más vale que en las próximas horas me lleves la
contraria en todo ¿está claro? Como empieces a decir "sí" o
"como tú quieras" a todo otra vez, le enseño a Chris nuestras fotos
de bebé.
- ¡No! - dijo Peter,
escandalizado.
- Eh, yo esas fotos
quiero verlas – intervino Chris, que no sabía siquiera que existieran.
- Créeme: no quieres
– dijo Peter.
- ¿Por qué no?
- Porque éramos algo
así como bolitas de carne con patas. Y éramos rubios.
Eso sí que era
difícil de creer, porque tenían el pelo negro como el carbón. No obstante, le
propio Chris había tenido el pelo más claro de niño.
- Ahora sí que
quiero verlas.
- Genial, Nick.
Muchas gracias ¬¬
- De nada – Nick
sonrió malévolamente – Pídeme todas las fotos que quieras, Chris. Yo las guardo
todas, aunque Peter siempre quiere tirarlas.
Chris le miró con
agradecimiento. No por lo de las fotos, sino por relajar el ambiente como hacía
siempre.
Se pusieron pues en
marcha, rumbo al colegio. Chris pensaba que después de aquél pequeño episodio,
la actitud de Peter se iba a normalizar. Cuánto se había equivocado al pensar
así…
La tienda que Nick
quería ver era de deportes. Chris estuvo con ellos mirando cosas durante cinco
minutos, pero cuando ya había visto todo lo que le interesaba, salió para
esperarles fuera. Diez minutos después Nick y Peter salían de la tienda, pero
algo tenía que haber pasado, porque los dos hermanos parecían muy enfadados
entre sí. Por una vez, el razonable parecía Nick, que no dejaba de intentar hablar
con Peter. Pero su hermano le ignoraba por completo, y empezó a andar más
deprisa, dejándoles atrás. Chris decidió no intervenir al principio, pero se
suponía que estaban dando un paseo juntos, y se había cansado de tener que dar
zancadas para no alejarse de Peter.
- Peter, ya basta.
Sea lo que sea, habla con tu hermano. Hablando se entiende la gente.
- No tengo nada que
hablar con él – replicó Peter, obstinado.
- Pues escúchame, al
menos – pidió Nick.
Peter no le
respondió, como si fuera incapaz de escuchar la voz de Nick. Nick parecía tan
triste que a Chris le pareció hasta cruel que Peter persistiera en su enfado.
- No camines tan
rápido – dijo, en un tono un poco menos amable al que había empleado antes.
Peter no aminoró el paso, así que insistió. – Peter, no tan rápido.
El chico se frenó
bruscamente, echando humo casi literalmente por las orejas.
- No vayas tú tan
despacio.
Chris decidió
ignorar aquello, aunque se sorprendió de que Peter le replicara de aquella
manera.
- Pete, lo siento
¿vale? No te pongas así…. – dijo Nick, agarrando a Peter de un brazo.
Si Chris no hubiera
visto con sus propios ojos lo que pasó, no lo habría creído. Peter se zafó del
agarre de mala manera, se giró, y le dio un puñetazo a Nick en la nariz. Le
debió de dar con bastante fuerza, porque se frotó la mano como si le doliera.
Chris tardó unos instantes en reaccionar. Cuando lo hizo, se acercó a Nick y le
examinó con ojo crítico.
- ¿Estás bien?
No tenía la nariz
rota, aunque comenzó a sangrarle. Chris sacó un clínex del bolsillo y le limpió
con cuidado. Le dio un trocito de papel para que se tapara el agujero hasta que
dejara de sangrar. Sólo entonces se giró hacia Peter.
- Pero ¿qué diablos
te ocurre? – gritó, fuera de sí - ¡Discúlpate ahora mismo!
Peter se asustó por
el grito, y lo había observado todo muy callado, pero impasible. No mostraba
signo alguno de arrepentimiento.
- No pienso hacerlo.
– dijo, con voz tranquila, pero fría. Eso era lo que más desconcertaba a
Christopher: que no le había pegado en un acceso de ira. Peter parecía
relativamente bajo control y aun así le había arreado un puñetazo a su hermano.
Si esto no era de por sí extraño, era raro también que Nick no se hubiera
defendido. Chris no estaba dispuesto a permitir agresiones como aquella. Estaba
muy enfadado,, y apenas controló su voz cuando se giró para hablar con Nick:
- Nick, ve a buscar
a Leo. Sabes ir ¿verdad? Peter y yo nos vamos a casa.
- Pero…- Nick
intentó oponerse.
- Por favor –
insistió Chris, intentando sonar amable. Se recordó que Nick no tenía culpa de
nada y que no debía pagar su enfado con él. – Haz lo que te digo.
Nick asintió, y se
fue, aunque no parecía tenerlas todas consigo. Chris se giró hacia Peter, y
echó a andar con un seco:
- Vamos.
Peter le siguió. Al
menos aun le obedecía, aunque parecía algo ausente. No dijeron una sola palabra
en todo el camino de vuelta, pero Chris echaba miradas furtivas en su
dirección. El chico no parecía arrepentido: no adoptaba esa actitud que había
mostrado en otras ocasiones, por verdaderas tonterías. Normalmente por decir
una palabra más alta que otra ya estaba pidiendo disculpas y agachando la
cabeza. Aquella vez, sin embargo, se limitaba a caminar sin dar signos de
lamentar lo sucedido. Chris cada vez entendía menos, y cuanto menos entendía,
más se cabreaba.
Peter por su parte
sólo le seguía, intentando dejar la mente en blanco. Tan en blanco que, en un
cruce, no se dio cuenta de que Chris se había detenido, y siguió andando. Salió
de su letargo cuando escuchó las ruedas de un coche frenando bruscamente y
derrapando en el proceso. Chris, más asustado que en toda su vida, avanzó hacia
él y le empujó, sacándole del camino del coche. Esto hace que casi sea él el
atropellado, pero finalmente, todos salieron ilesos. El corazón de Peter latía
a mil por hora. El conductor se fue. Chris avanzó hacia Peter, comprobó que
estaba bien, y entonces, como un niño pequeño cuando se enfada, puso las manos
en su pecho y le empujó.
- ¿Qué coño te pasa?
¿Es que quieres que te maten?
Chris lloraba de
rabia, de miedo, y de algo más que no podía expresar con palabras. Por un
segundo, pensó que perdía a Peter. El chico, aun muy asustado, reaccionó a la
preocupación de su padre y le sujeto las manos. En parte para que dejara de
empujarle, ya que había varias personas que les estaban mirando, y en parte
para que entendiera que estaba ahí, que no le había pasado nada, que estaba
bien.
- No le vi.
- ¡No miraste! –
gritó Chris, que de pronto se tuvo que contener para no darle un bofetón a
Peter. Había una razón para no hacerlo, pero en su estado de furia le costaba
recordarla. Metió las manos en su bolsillo, donde no le podrían traicionar,
pero antes se secó las lágrimas. A Peter no le había pasado nada, pero si
hubiera sido así, él… él… él no habría sabido lo que hacer. No es que no lo supiera
antes, pero de pronto se dio cuenta de cuánto quería a ese chico.
- Vámonos a casa. Y
no te separes de mí ni un milímetro si no quieres que te lleve de la mano como
a un niño pequeño.
Peter le creyó
perfectamente capaz de cumplir su amenaza, así que caminó junto a él y
permaneció atento para no provocar otro accidente.
Cuando llegaron a
casa, Chris cerró la puerta con un golpe fuerte. Estaba muy, muy enfadado.
- A tu cuarto.
Ahora. Con la nariz en la esquina.
Aquél último mandato
le resultó extraño a Peter, pero fue lo suficientemente sensato como para no
decir nada, y se apresuró en subir a su habitación. Chris por su parte, intentó
calmarse. Nunca trataba con sus hijos estando enfadado, pero le pareció que,
por mucho tiempo que pasara, seguiría con la rabia y la impotencia metida en el
cuerpo. Si lo de pegar a Nick había sido alarmante, andar por la calle como un
imprudente hasta lograr que casi le maten había acabado con los pocos deseos
que Chris pudiera tener de justificar la actitud de Peter.
Pero, mientras iba
al baño y se sentaba a asimilar todo lo que había pasado, Chris sintió que un
nudo le subía por el estómago hasta casi impedirle respirar. Se dio cuenta de
lo que iba a hacer. Iba a castigar a Peter. "No, no utilices eufemismos"
se dijo "A pegar, vas a pegar a Peter". Si hacer eso era duro con
cualquiera de sus hijos, hacerlo con Peter se le planteaba imposible. Se dijo
que él no era como los que le habían maltratado: que lo que él iba a hacer era
castigarle, que le quería, y que no le iba a hacer verdadero daño. Que sólo se
iba a encargar de que aquello no se repitiera. Pero le estaba costando horrores
convencerse y, si a él le costaba, ¿cómo podía esperar que Peter fuera capaz de
comprender que lo hacía por su bien? ¿Cómo iba a conseguir que el chico no le
odiara y le pusiera en su corazón en el mismo lugar en el que tenía a quienes
le habían maltratado? Chris comenzó a respirar con cierta dificultad, alterado
aun por el miedo que había pasado e inseguro ante la situación que ahora se le presentaba.
Mientras tanto, el
tiempo pasaba. Chris llevaba unos quince minutos encerrado en aquél baño, y
Peter contemplaba la esquina de su cuarto, sin poder evitar sentirse un poco
tonto, puesto que allí no había nadie para vigilarle. No era estúpido: sabía
que Chris iba a castigarle, y tenía miedo, pero hasta cierto punto era
consciente de que se lo merecía. Lo había sabido desde el principio: había
meditado fríamente si debía pegarle aquél puñetazo a Nick o no, y había
decidido hacerlo, aun sabiendo que Chris tendría que castigarle después. Ahora,
aun con un miedo terrible en el cuerpo, sabía que si pudiera volver atrás
actuaría exactamente igual. Volvería a hacer lo mismo. Bueno, lo del coche sí
que lo habría evitado: aquello había sido estúpido y sabía que debería haber
prestado más atención, pero evidentemente no lo había hecho a propósito.
Intentó estar tranquilo. Siempre había sido una persona dispuesta a asumir las
consecuencias de lo que hacía. Pero Chris no subía, y conforme los minutos
pasaban, no podía evitar preguntarse qué pasaba por la mente de su padre
adoptivo. Evidentemente, estaba enfadado con él. Podía lidiar con eso, aunque
no le gustara. Pero Peter le había visto llorar…. Le había visto llorar por él,
cuando casi lo atropellan. Chris… Chris le había salvado la vida, arriesgando
la suya. Sino la vida, porque el coche no iba tan rápido, si le había salvado
de una visita al hospital. ¿Y si se arrepentía de haberlo hecho? ¿Y si había
actuado por instinto, porque era una buena persona, pero en realidad no quería
hacerlo? ¿Y si Peter había cruzado una especia de límite, ese límite que tanto
temía, a partir del cual Chris ya no iba a quererle más? Para él estaba más que
cruzado. Desde el mismo momento en el que le había respondido mal estaba cruzado,
aunque a Chris no había parecido importarle. Peter se dijo que Christopher
tenía que estar harto de él. Que tenía que odiarle por haber pegado a Nick, que
era el favorito de los dos, y que odiarle más aun por haber puesto la vida de
Chris en peligro. ¿Y si ese era el motivo por el que tardaba tanto en subir?
De pronto Peter
pensó que a lo mejor Chris no tenía pensado castigarle como castigaba a Nick,
con unos azotes. A lo mejor lo que estaba haciendo era tramitar las cosas para
que él volviera al orfanato, y por eso le había dejado allí, olvidado, para que
no le molestara mientras lo resolvía todo. Eso tenía más lógica que la otra
opción que Peter barajaba: que Chris iba a darle una paliza de las de verdad,
de las que podían llevarle al hospital. De las que ya había recibido hacía tan
sólo dos años. Aunque pensaba que bien podía merecerse aquello, consideraba que
Chris no era del tipo violento, y que optaría por regresarle al orfanato. Peter
casi prefería la opción violenta. Ya lo había soportado. Ya sabía que ese día
llegaría alguna vez, porque él era un estorbo que fastidiaba la vida de todo
aquél que entraba en contacto con él.
Entonces, decidió
hacer algo por el bien de todos. Por el suyo propio, por el de su hermano, y
sobre todo por el de Chris. Tomó una decisión más propia de Nick que de él.
Decidió huir.
En el piso de abajo
Chris estaba terminado de lidiar consigo mismo. Decidió que tenía que castigar
al chico. Más allá de para educarle, que también, para enseñarle a tomarse
cosas como su propia vida más en serio. Casi se había matado, y Peter actuaba
como si aquello no fuera importante, como si con su muerte no fuera a perderse
gran cosa. Chris tenía que hacerle entender que no iba a permitir que fuera un
imprudente, ni que la emprendiera a puñetazos con su hermano. Y sabía lo que
tenía que hacer para eso. Cogió el cepillo, dispuesto a utilizarlo sólo si era
necesario porque aun se sentía culpable por el hecho de ir a castigar
físicamente a alguien que había sido maltratado. Lo que Peter había hecho
ameritaba un buen castigo, y Chris trataba de convencerse de eso mientras se
disponía a enfrentarse a él. Le llegó un mensaje al móvil, era de Nick:
"me llevo a Leo al parque, luego volvemos". Chris le dio las gracias
mentalmente, sabiendo que así tendrían algo de privacidad.
Subió al cuarto de
Peter pero, cuando entró, allí no había nadie. En lugar de eso había una nota,
y Chris se apresuró a cogerla como si contuviera el antídoto de un veneno. Era
el antídoto para su preocupación, aunque no sirvió de gran cosa:
QUERIDO CHRIS:
GRACIAS POR ESTOS
DÍAS QUE SÓLO PUEDO CALIFICAR COMO PERFECTOS. REALMENTE ME HAS TRATADO COMO A
UN HIJO, Y POR FIN HE PODIDO ENTENDER LO QUE SE SIENTE AL TENER UN PADRE. NO
PUEDO IMAGINAR UN MEJOR PADRE ADOPTIVO QUE TÚ. ESTOY SEGURO DE QUE ENCONTRARÁS
UN HIJO QUE PUEDA ESTAR A LA ALTURA. ESE PUEDE SER NICK: LOS DOS SABEMOS QUE ES
UN BUEN CHICO.
LOS DOS SABÍAMOS QUE
ESTO NO IBA A FUNCIONAR, AUNQUE SÉ QUE TÚ NO QUERÍAS CREERLO. NUNCA NOS HAS
NECESITADO A LOS DOS. SIN MÍ, HUBIERAS ADOPTADO A NICHOLAS Y HUBIERAS SIDO
FELIZ. CONMIGO, TODO HAN SIDO PROBLEMAS Y QUEBRADEROS DE CABEZA. NO HAY SITIO
PARA MÍ EN UNA VIDA NORMAL, Y CREO QUE ES MEJOR QUE LOS DOS NOS HAYAMOS DADO
CUENTA, AUNQUE HAYA TENIDO QUE SER ASÍ. LAMENTO HABER PUESTO EN PELIGRO TU
VIDA. NO ES NECESARIO QUE ME DEVUELVAS AL ORFANATO: ALLÍ TAMPOCO ENCAJARÍA,
NUNCA LO HA HECHO Y LO HARÉ MENOS SI NO ESTÁ NICK CONMIGO. EMPEZARÉ UNA NUEVA
VIDA. BUSCARÉ UN TRABAJO. NO VOLVERÉ A MOLESTARTE NUNCA MÁS: NI SIQUIERA SABRÁS
QUE EXISTO.
LAMENTO NO HABER
SIDO EL HIJO QUE TE MERECES.
POR FAVOR, DESPÍDEME
DE NICK Y DE LEO. A NICK DILE… DILE SIMPLEMENTE QUE LE QUIERO. Y AL PEQUE DILE
QUE, SI HUBIERA TENIDO UN HERMANO PEQUEÑO, HUBIERA QUERIDO QUE FUERA COMO ÉL.
ADIÓS, CHRISTOPHER.
LO SIENTO.
P.
Chris arrugó la
carta, y luego la estiró para volver a leerla. El papel estaba lleno de
lágrimas, pero ya no podía decir si eran suyas o de Peter. Se había ido. Se
había ido, y pensando de aquella manera. Y él no sabía cómo buscarle. No sabía
cómo dar con él. Le llamó al móvil, y una música le vino desde el interior de
un cajón: lo había dejado allí.
Chris lloró, pero
sabía que no podía derrumbarse. Tenía que encontrar a Peter. Tenía que evitar
que le pasara algo: el chico se orientaba muy mal, y ya había demostrado que
cuando estaba alterado no ponía atención al tráfico. Aun tenía el móvil en la
mano. Sin pensarlo, llamó a Nick.
- ¿Sí?
- Peter se ha
escapado – barbotó Chris sin rodeos.
- ¿Qué?
- Se ha ido. Ha
dejado una nota. ¿Dónde está? – preguntó, luchando con las palabras. Tal vez
Nick pudiera saberlo. Eran gemelos, al fin y al cabo.
- No lo sé,
Christopher. Tranquilízate, voy para allá.
- No. Tú quédate con
Leo. Voy a salir a buscarle.
- Intentará ir a al
lago – dijo Nick, cuando ya iba a colgar. – Nos llevaron allí los del orfanato,
cuando éramos pequeños. Es un sitio con barcas y muchos césped. Peter dijo que
ese lugar era perfecto para vivir en él, mucho mejor que las frías paredes de
nuestro centro. Es el único sitio que se me ocurre. Pero Chris, no creo que
sepa llegar. Yo apenas me acuerdo. Sé que está…
Le dio algunas vagas
indicaciones. Chris se hizo una composición mental del mapa de la ciudad, y
creyó saber a qué lugar se refería.
- Lo conozco – dijo.
Y colgó.
Cuando Chris
necesitaba pensar, orbitaba a lo alto del puente colgante. Desde allí podía
verlo todo, y se había fijado en ese lago alguna vez. Aquél debía de ser el
lugar de pensar de Peter, puesto que el chico no tenía poderes.
Christopher orbitó a
casa de Wyatt, y casi le arrastró con él. Wyatt no entendía del todo cuál era
el problema, pero no dudó en seguirle, al ver que pasaba algo realmente malo.
Chris se lo terminó de contar cuando orbitaron juntos para aparecer en el
parque donde estaba aquél lago. Wyatt y él se separaron para buscar a Peter.
Nick tenía razón:
Peter había escogido ese sitio, pero no había sabido llegar, aunque estaba
bastante cerca en aquél momento, dando vueltas sin saber muy bien dónde se
encontraba. Chris tuvo una corazonada, y salió del parque. Buscó una calle
ascendente: es a dónde él iría si tratara de encontrar algo: al sitio más alto
posible. Tras varios angustiosos minutos, dio con él. No dijo nada. Se limitó a
abrazarle cuando el chico aun apenas había podido reparar en su presencia.
- Peter…- susurró,
sin separarse del chico.
Peter al principio
se quedó quieto, como una estatua. Esperaba muchas cosas en aquél momento, pero
no un abrazo. Quizá, si Chris le hubiera recibido de cualquier otra manera
Peter hubiera vuelto a huir. Pero en aquél momento lo único que hizo fue
devolver el abrazo sin parar de preguntarse: "¿Cómo me ha
encontrado?" "¿Me abraza porque se alegra de verme?".
- Vamos a casa –
pidió Chris, en un tono tan lastimero que Peter no pudo negarse. – He leído tu
nota. No vuelvas a irte ¿me oyes?
Aquél ya se parecía
un poco más al Chris que esperaba encontrarse: aun lucía demasiado preocupado,
pero ya comenzaba a enfadarse.
- Pero…
- No hay peros,
Peter. Nunca. No. Quítate…quítate todo eso de la cabeza. Te quiero en casa.
Conmigo. Donde debes estar.
Sin soltarle,
agarrándole de un brazo como si temiera que se volviera a ir, llamó a Wyatt
para decirle que le había encontrado. Su hermano se mostró aliviado, y amenazó
con estrangular al chico con sus propias manos, aunque Chris sabía que era
incapaz de hacerle ningún daño. Le dio las gracias a su hermano, y se despidió.
Después, echó a andar, llevando a Peter siempre consigo.
- ¿No has traído el
coche? – preguntó el chico al cabo de un rato, extrañado - ¿Cómo has llegado
tan rápido?
- Me teletransporté
– dijo Chris, sabiendo que Peter se lo tomaría a broma. Era, más o menos, lo
que había hecho.
Llegaron a casa al
cabo de media hora. Peter no había dicho nada en todo el camino y Chris no le
había forzado a hablar, inmerso en sus propios pensamientos. No había signos de
Nick y de Leo, y Chris encontró otra nota en la cocina. Antes de morir de un
infarto, la leyó y se tranquilizó:
HEMOS VENIDO Y NO
ESTÁBAIS. ¿LE HAS ENCONTRADO? LLAMA EN CUANTO LE ENCUENTRES.
ME LLEVO A LEO A
COMER ALGO: VAMOS A UN BURGUER.
NICK.
Sacó el móvil y se
enfadó consigo mismo por no haber pensado antes en tranquilizar a Nick.
"Le he encontrado. Te quiero".
Necesitaba decir
"te quiero". Es más, iba a decirlo muy a menudo por si alguno de
aquellos dos chicos lo dudaba. Peter le había seguido a la cocina como un
perrito amaestrado, esperando a que dijera algo. Casi pareció aliviado cuando
Chris dijo:
- Sube a tu cuarto.
– lo dijo en el tono inequívoco de "estas en problemas", pero intentó
no gritar ni ser brusco. – Y quédate en tu cuarto. – añadió, con énfasis. -
¿Cómo has salido antes? ¿Por la ventana?
Peter asintió, y
Chris lo sumó a la larga lista de cosas que tenía que tratar con el chico.
Peter subió a su
habitación, y Chris comenzó de nuevo el ritual de preparación antes de un
castigo. Esta vez tardó mucho menos, porque tenía claro lo que tenía que hacer.
Le iba a demostrar a ese chico de una vez por todas que su única preocupación
tenía que ser no enfadarle demasiado. Chris tomó el cepillo, y subió a la
habitación de Peter.
El chico no sabía
cómo esperarle. Esta vez no le habían dado instrucciones, así que decidió motu
proprio esperarle en la esquina. Le pareció lo más adecuado. Temblaba como una
hoja, aunque intentaba evitar pensar en lo que iba a pasar. Aun así, sabía que
esa vez no debía escaparse. Chris había demostrado que podía encontrarle y que
QUERÍA encontrarle. Tal vez, después de todo, aun quedase una oportunidad para
él.
Chris entró en la
habitación y vio a Peter en un rincón, temblando como un pollito al que han
alejado del calor de su madre. Le resultó muy difícil no enternecerse. Chris
entró en el cuarto y se sentó en la cama de Peter. Esperó unos segundos antes
de hablar, para asegurarse de que la voz no iba a temblarle.
- Ven aquí – le
dijo. Y Peter, que no se había movido ni un milímetro, se dio la vuelta y se
acercó.
Si reparó en el
cepillo, no dijo nada, pero Chris se dio cuenta de que estaba muy asustado. Por
eso, dedicó unos instantes a mirarle a los ojos, para que el chico viera todo
lo que era incapaz de decirle con palabras, más de lo que ya se lo había dicho.
Le miró con ternura, y era uno de los sentimientos que Peter no esperaba
encontrar en Chris en aquellos momentos. En ese momento supo que Chris iba a
pegarle, que no lo iba a hacer con furia, que no tenía nada que ver con lo que
le habían hecho tiempo atrás, y que tal vez aquello fuera lo mejor. Peter
seguía intranquilo, pero se permitió relajarse un poco.
Con movimientos
lentos, agradado al ver que Peter no se resistía, Chris le colocó sobre sus
rodillas. Había pensado decir algo antes de castigarle, pero el instinto le
dijo que Peter no le escucharía, igual que no le había escuchado todas aquellas
veces. Cuando le tuvo así, procedió a quitarle la ropa, y vio que el chico
hacía un amago de impedírselo, antes de volver a quedarse quieto.
A Peter nunca le
habían castigado así, propiamente. Claro que le habían pegado, e intuía que de
forma mucho más dura a como lo iba a hacer Christopher, pero nunca lo habían
hecho con tranquilidad, poniéndole en aquella posición. Le pegaban con furia y
violencia, con ira y sadismo, y no solían distinguir entre una parte u otra de
su cuerpo: salvo en la cara, para que no se viera, le habían pegado en todos
sitios. En cambio cuando Chris le puso así, y cuando, para su vergüenza, le
quitó la ropa, le quedó claro que sólo iba a darle unos azotes, como si fuera
un niño pequeño. Ya lo sabía, por Nick, pero aun así era extraño. Era extraño
porque lo odiaba: era humillante y sabía que iba a doler. Pero también
era…tranquilizador. Le hacía sentirse irónicamente protegido de cualquier daño,
y supo que, en realidad, no tenía nada que temer.
Entonces vino el
primer azote. Chris utilizó directamente el cepillo, y se dio cuenta de que
había aplicado más fuerza de la que le hubiera gustado, pero Peter no emitió ni
un solo sonido de protesta. Estaba acostumbrado a golpes mucho peores. Entonces
Chris cayó en la cuenta de algo en lo que apenas había pensado: si quería que
aquello fuera un castigo para Peter, tendría que ocuparse de que fueran más de
un par de caricias, pero no estaba dispuesto a pasarse. A pesar de que el
recuerdo de la angustia que había pasado le venía una y otra vez, Chris se
esforzó por mantener su enfado a raya. Y así, metódicamente, Chris golpeó una y
otra vez las nalgas expuestas de Peter.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Tras diez
cepillazos, hubiera sido muy normal que el chico llorara o incluso chillara un
poco, pero Peter se mantuvo en silencio. Si Chris pensó que no le estaba
doliendo, se equivocaba, aunque era algo que Peter se creía capaz de soportar.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- No pienso permitir
que te pelees físicamente con tu hermano. – comenzó a regañarle, y continuó el
castigo.
CRACK CRACK CRACK
Como seguía sin obtener
respuesta de Peter, y empezando a temer que aquello no fuera efectivo, decidió
utilizar palabras un poco más duras. Llevaba ya veintitrés azotes y Peter
seguía igual de impasible. A esas alturas Nick estaba llorando como un
descosido.
El chico, por su
parte, lo estaba pasando mal. Tal vez se había equivocado y no iba a ser capaz
de soportarlo, porque aquello dolía de verdad. No era un dolor insoportable
como el que había experimentado en otras ocasiones, pero un golpe se sumaba a
otro y por algún motivo Peter se sentía muy vulnerable. Tuvo que hacer su mejor
esfuerzo para no empezar a llorar.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Nick y tú habéis
pasado por muchas cosas. Tendrías que apoyaros, quereros y ayudaros, y no
pegaros como si fuerais enemigos. Siempre habéis estado los dos solos. ¿Es que
ahora que estoy yo vas a dejar de cuidar de él y vas a empezar a tratarle mal?
Aquello tuvo efecto
en el corazón de Peter, que es lo que Christopher pretendía, y por primera vez
Peter empezó a dudar si había hecho lo correcto al dar aquél puñetazo a su
hermano. Sabía por qué lo había hecho, pero tal vez no había sido lo mejor.
Empezó a dudarlo, y aquello sólo hizo que aumentaran sus ganas de echarse a
llorar. Al final, no pudo resistirlo y emitió su primer sollozo. Chris suspiró,
resistiendo el impulso de parar y abrazarle.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- Tienes que tener
cuidado con los coches. Ya no eres un niño, Peter, pero a veces lo pareces. No
puedes cruzar sin mirar. Ya deberías saberlo, pero te lo recordaré todas las
veces que sea necesario.
Peter lloraba, pero
no gritaba. Se mordía el labio para evitar hacer eso. Además, se reprochaba a
sí mismo el ser tan débil. Había recibido palizas mucho peores, siendo encima
más pequeño. ¿Pero qué diantres le pasaba?
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- Y no te escapes.
Nunca. ¿Entendido?
Peter no respondió.
Chris sabía que ya le había castigado mucho, pero quería asegurarse de que
sirviera para algo. Quería asegurarse de que Peter lo comprendía, y quería
tener su palabra. No podría soportar que desapareciera de nuevo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- ¿Entendido? –
repitió, deseando no tener que continuar. Aquél era el castigo más duro que le
había dado a nadie en su vida, aunque por un lado era lógico, dado que Leo era
aun muy pequeño, y Nick aun llevaba poco tiempo con él. Chris se sentía mal por
el llanto de Peter, por el color rojo de su trasero, por el dolor que sabía que
le había provocado. Se sentía mal por habérselo hecho precisamente a Peter, aunque
el chico no le hubiera dejado más remedio. Así que realmente se alivio cuando
Peter le respondió:
- Si, Chris. No
volveré a hacerlo.
Suspirando, dejó el
cepillo a un lado y le incorporó. Inmediatamente le estrechó entre sus brazos.
- Eso espero, Peter,
porque no quiero tener que volver a hacer esto.
Le dejó llorar un
poco, sabiendo que cualquier cosa que dijera en ese momento no sería más que
ruido de fondo para sus sollozos. Le frotó la espalda y le dijo cosas bonitas.
Peter vivía esos
momentos con confusión. Sentía un dolor considerable, pero eso no era nada
comparado con su vergüenza y sus ganas de salir de allí a enterrarse en algún
agujero. Y sin embargo Chris le estaba consolando. Chris. En vez de gritarle, o
decirle lo mucho que le había decepcionado, le estaba abrazando. Le
reconfortaba y era amable con él. Peter no estaba acostumbrado a eso. Nunca le
habían abrazado después de pegarle. Era confuso, y le hacía llorar más. ¿Por
qué?
Al cabo de un rato,
las palabras de Chris comenzaron a dejar de ser meros "Ya está, ya
está" para cobrar más sentido.
- Realmente siento
haber tenido que castigarte, Peter. Y siento haber sido tan duro contigo. Pero
me tienes que prometer que nunca volverás a hacer nada de lo que has hecho hoy.
- Te….snif…te lo
prometo.
- Te creo. – dijo
Chris, y siguió acariciándole la espalda – Y te quiero mucho, Peter.
Chris no era mucho
de decir aquellas palabras. Demostraba su amor, lo dejaba caer en algunas
frases, pero no solía decirlo así, directamente. Por segunda vez en el día,
pensó que tenía que decirlo más a menudo cuando escuchó la pregunta de Peter,
aun con la cabeza escondida en su hombro:
- ¿Por qué?
- Porque eres mi
hijo, tesoro. Eres lo más valioso que tengo.
- Pero….snif….yo… he
hecho que te preocupes.
- Ya te he perdonado,
tesoro. Estabas perdonado antes de hacerlo. Siempre te voy a perdonar, aunque
eso no quiere decir que no te castigue.
- Pero yo pensaba
que….que por fin te habías hartado de mí.
Chris le separó un
poco para poder mirarle a la cara. Le limpió las lágrimas con los dedos
cariñosamente.
- Esto es lo que
haré cada vez que cometas un error, Peter. Te pondré sobre mis rodillas y te
daré unos azotes. Luego te abrazaré y te diré lo mucho que te quiero. Y lo haré
todas las veces que necesites que lo haga. Y no haré nada más que esto. Jamás,
óyeme bien, jamás te abandonaré, hagas lo que hagas. Ya te lo dije: aunque
quisiera, no puedo hacerlo. Sin ti, mi vida ya no tendría sentido, hijo. Tú y
tus hermanos tenéis cada uno un pedazo de mi alma. Si os vais, os la lleváis
con vosotros. Si os pierdo, me perderé con vosotros. Ahora somos una familia, y
eso significa que nunca, nunca, voy a hartarme de ti. ¿Tengo que escribírtelo
para que se te quede grabado?
- No lo
entiendes….Nick y Leo son tu familia, pero yo no…
- ¿Por qué te
excluyes? – preguntó Chris, al borde de la desesperación - ¿Por qué esa manía
con que Nick es mejor que tú?
- Porque él no está
roto – respondió Peter, y comenzó a llorar con renovados sollozos.
Chris le acunó hacia
delante y hacia detrás, y dejó que Peter escuchara sólo el latido de su
corazón. Pasaron varios minutos hasta que el chico logró calmarse un poco, y
para entonces Chris ya sabía lo que iba a decir. Se sorprendió a sí mismo al
descubrir que no negaba las palabras del chico:
- Cuando estés roto,
yo te repararé. Cuando te sientas sólo, yo estaré contigo. Cuando te abrumen
los malos recuerdos, yo construiré otros nuevos para ti. Cuando sientas que no
eres nadie, yo te demostraré lo mucho que te necesito, y te haré ver lo
especial que eres. Y ninguna de esas cosas me supondrá ningún esfuerzo, porque
en realidad me estaré haciendo un favor. Sólo puedo estar contento cuando tu lo
estás, y no puedo hacer más que estar triste cuando algo te aflige. No eres
malo, Peter Adam Haliwell, ni hay nada malo dentro tuyo salvo ese odio que
tienes hacia ti mismo.
"Peter Adam
Haliwell"
"Peter Adam
Haliwell"
Era precioso.
- ¿Puedo utilizar
ese nombre? – le preguntó a Chris, al cabo de un rato.
- Es tu nombre,
Peter. Eres mi hijo.
Aquello terminó de
calmar al muchacho. Chris procedió entonces a subirle la ropa, pero cambió de
idea al ver que Peter aun tenía el culo y la parte alta de las piernas muy
rojos. Realmente esperaba no haberle hecho cardenales, porque si no, no iba a
perdonarse en la vida. Terminó de desvestirle del todo, y cogió un pijama de
uno de sus cajones, aunque fueran las tres de la tarde. Peter se dejó hacer,
entre avergonzado y disfrutando de los mimos. Chris prácticamente le vistió,
aunque se detuvo un momento antes de bajarle la camiseta. Le acarició la
espalda, donde tenía unas señales en relieve. El contacto, agradable, hizo que
Peter se estremeciera. Chris ya no pudo más. Tenía que decirlo. Había algo, un
pensamiento, que le estaba matando, y tenía que dejarlo salir:
- Peter, yo…
- Sé diferenciar
entre un maltrato y un castigo – cortó Peter, al ver lo que estaba preocupando
a Chris. – Puedo asegurarte que no te comparo con los que me hicieron eso –
añadió, en referencia a lo que tenía en la espalda.
- Gracias. Me sentía
una persona horrible.
- Oh, y debes
sentirte así – dijo Peter, pero resultó evidente que lo decía en broma, por el
tono de niño pequeño que empleó. – Me ha dolido mucho. – y lo remató poniendo
puchero.
Chris le revolvió el
pelo, preguntándose hasta qué punto era broma, y hasta qué punto verdad.
- Pues pórtate bien
– respondió solamente, sin perder el tono relajado que había empleado Peter.
Peter no dijo nada,
y se concentró en buscar una posición en la que estuviera cómodo, pues sentarse
estaba descartado por el momento.
- Oye… - dijo,
recuperando el tono serio. Ese "oye" fue extraño, porque Peter no
solía emplear muchas expresiones coloquiales. Parecía estar teniendo problemas
con encontrar las palabras para lo que quería decir, y las palabras y Peter
solían ser aliados. – siento…. Siento haber llorado mientras me… ya sabes.
Chris tardó un
tiempo en entender que se estaba disculpando por llorar durante el castigo.
- No tienes que
disculparte por eso, Peter. Es…es normal que llores. Es…es lo lógico, y más
cuando se trata de algo más que simples palmaditas.
Caray, no podía
entender que el chico estuviera de verdad pidiéndole perdón por eso.
- Pero…yo… no
quería….
- No tienes que
avergonzarte porque te vea llorar. Tu hermano me dijo que no sueles hacerlo, y
eso está bien, pero si lo necesitas…
- ¡Pero si soy un
llorica! – interrumpió Peter, sin poderse creer que Nick hubiera dicho aquello.
- Pues yo no lo creo
así. Sólo te he visto llorar tres veces.
- Sí, y no hace ni
dos meses que nos conocemos – dijo Peter en tono de "ahí lo tienes…"
- Escucha. Claro que
no me gusta verte llorar, sobre todo si soy yo el que provoca esas lágrimas.
Prefiero mil veces verte feliz y riendo. Pero nunca debes tratar de ser fuerte
conmigo. Si necesitas consuelo, yo te lo daré. Siempre. A veces, uno sólo
necesita llorar para sentirse bien.
Peter, lentamente,
sonrió.
- Y a veces, uno
necesita llorar, y que no le duela nada. – dijo con picardía.
Chris le hizo
cosquillas. No conocía ese lado descarado de Peter, pero le gustaba. Cuando
consiguió dejarse de reír, Peter preguntó:
- ¿Y Nick?
- Comiendo con Leo.
¿Quieres que le llame para ver si se ha comido la hamburguesa, o si ha pasado a
ser él la comida?
- Te lo agradecería.
No sé que he hecho yo con mi móvil.
- Oh, yo si lo sé.
Está en cierto cajón, cuando tendría que estar en el bolsillo de cierto
jovencito ¬¬
- Ups. Es que no
suelo utilizarlo…
- Pensaba que te lo
habías sacado al escaparte.
Peter negó con la
cabeza.
- De hecho, me
asusté un poco cuando vi que no lo tenía. Si me pasaba algo iba a estar incomunicado.
Chris le dio un
abrazo corto al escuchar aquello.
- Siento haberme
escapado – añadió Peter, sin saber si después de todo, había llegado a decirlo.
- No debes tenerme
miedo, Peter – le respondió Chris. – No necesitas huir de mí. Jamás pienses que
no eres el hijo que me merezco, porque si no te merezco es porque eres
demasiado bueno para mí, y no por lo contrario.
Peter necesitaba oír
cosas como aquella, para retirar sus pensamientos negativos. Tan sólo tenía una
última cosa que necesitaba aclarar para sentirse bien del todo.
- ¿Te he
decepcionado? – preguntó bajito. Aquello le importaba mucho.
Chris se tomó muy en
serio la pregunta, y le alzó la barbilla para responderle, puesto que el chico
había bajado la cabeza.
- No te diré que me
he sentido orgulloso de lo que has hecho, pero sí me siento orgulloso de ti.
Podrán decepcionarme tus acciones, pero no tu persona. Es por eso que te he
castigado: para enseñarte que ese comportamiento tuyo no me gusta. Si estuviera
decepcionado de ti, no intentaría corregirte. Como estoy orgulloso, te enseño
lo que debes hacer para que lo siga estando. Nadie es perfecto. Sé que has
intentado serlo, pero no es eso lo que busco. Si te equivocas, no pasa nada,
aprenderás.
Peter desvió la
mirada, para no empezar a llorar otra vez. Entonces, repentinamente, se tiró al
cuello de Chris, haciendo que éste se cayera sobre la cama. Chris rió,
sorprendido por la efusividad del chico.
Al final, se les
había pasado la hora de comer. Chris se reprochó eso: Peter no había tomado
nada desde el desayuno. Bajó abajo para preparar algo, pero Peter no quería
quedarse sólo, así que bajó con él a pesar de que Chris le insistió en que
podía quedarse durmiendo si quería.
Chris estaba sacando
el móvil para llamar a Nick cuando escuchó abrirse la puerta. El gemelo que le
faltaba traspasó el umbral con aire afable. Llevaba a Leo de la mano, y en la
otra mano unas bolsas.
– Pensé que no
habrías comido, así que os hemos traído la "manduca". Hamburguesas,
ya sabes, nada muy pijo. Tranquilo, Peter, a ti te traje ensalada y helado. Sé
que estamos en invierno, pero es mi hermano, y lo malcrío como quiero.- añadió
mirando a Chris, como diciendo "atrévete a decirme que no puedo".
Chris se limitó a
sonreír y le dio las gracias. Después abrazó a Leo, al que no había visto en
todo el día, y luego se sentaron a comer, aunque Peter dijo que no tenía
hambre. Tras dudar unos segundos, Chris le dijo:
- Tranquilo Peter,
puedes comer de pie, si quieres.
Leo le miró con los
ojos muy abiertos. Por lo visto Nick le había mantenido al margen de todo lo
que había pasado. Para el chico debía de haber sido un día especial, jugando al
parque y comiendo fuera "sin papá". Nick en cambio, les miró a los
dos de forma dura. Se le veía molesto, pero Chris no pudo adivinar con quién.
- Él se lo ha
buscado – dijo, con voz algo fría. – Dale un cojín y que se aguante.
Chris le miró
sorprendido. "¿Primero le trae helado y ahora habla así?"
- Siento lo del
puñetazo, ya lo sabes – dijo solamente Peter, y comenzó a irse, rumbo a su
habitación. – Pero deberías decirle a Chris por qué lo hice. Yo no se lo he
dicho, así que no es necesario que seas borde.
Chris tuvo la
extraña sensación de que ni siquiera entonces podría terminar el día en paz.
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